El español y los romances N o parece ocioso reco r­ da r -porq ue a lg unas veces se o lvida- qu e las lengu as son productos histó­ ricos, con secuencias del uso de la humana facul tad del lenguaje por una c omuni dad humana. Lengua y co munida d es tán en co ns ta nte in teracció n; de tal modo, que la leng ua es ca usa y resultado de la existenc ia de la comunidad . Lo que no implica identifica r lengu a y nación -la Sprachnation de Fichte- , como muestra la real exis tencia de na­ cio nes diversas co n una lengua común y de una mis ma nación con lenguas diferentes. Eviden­ cia histór ica que parece n igno­ rar no pocos epígo nos del na­ cionalismo romá ntico. La base latina Eugenio de Bustos Nacido en Almer ía, en es Doctor en Filolog ía Románica por la Unive Complutense. Ha sido profesor en las Univer de Madrid, Barcelona Salamanca . Investigad por oposición del Cons Superior de Invest i~ac Científ icas . Catedratic Emérito de la Universi Salamanca y Miembro correspondiente de la Academ ia Española . Se suele tom ar como punto de partid a de los es tudios ro­ mánicos la desmembración del Imp erio romano a consec u las invasiones germ ánicas. Perdido el ca non, modelo nivel * BAJO la rubrica de «Ensayo". el Boletín Informativo de la Fundación Juan Ma cada mes la colaboración original y exclusiva de un especialisla sobre un aspecto de neral. Anteriormente fueron objeto de eslOSensayos lemas relativos a la Ciencia, el L Arte, la Historia, la Prensa, la Biología, la Psicología, la Energía, Europa, la Literatur en las Autonomías, Ciencia moderna: pioneros españoles, Teatro Español Contempo música en España, hoy. El tema que se ha venido desarrollando desde abril de 1992 lengua española, hoy» Concluye la serie con este ensayo sobre «El español y los Colección Ensayos.Fundación Juan March(Madrid) la Urbe, las antiguas provincias desarrollaron sus particu acentuaron sus divergencias en un proceso que, con ritm tivos distintos, desembocaría en el nacimiento de los id mances, o en el aborto de ciertas variedades que no l constituirse en lenguas, como ha señalado Emilio Alarco Importa subrayar, con todo, que el final del Imperio dente no supuso la desaparición del latín. Durante siglo tuvo en determinadas situaciones comunicativas de no es cendencia. Por lo que a España concierne, recuérde empleo -más o menos alterado- como lengua jurídic tuvo en Castilla hasta finales del XIII; como lengua univ científica se conserva aún en el XVII ; y llega hasta nue como idioma oficial de la Iglesia. No hay que advertir qu de sustitución del latín por los romances no ha sido el todos los territorios. Pero en todos ellos ha existido una l de coexistencia entre latín y romance, con todas las c consecuencias que el variable tipo de bilingüismo -soc heterogéneo, además- provocaba. Quiere ello decir que los romances nacen especí como sistemas de comunicación familiar, coloquial -e paladino de Berceo- y poco a poco, en un proceso labo verso, han ido ganando niveles de uso hasta entonces res latín. Todavía fray Luis de León, en De los nomhres de sentía obligado a defender el uso del castellano en un tex tenido teológico. Por otro lado, el latín de Hispania presentaba varia en líneas generales, resultan de tres tipos de causas. Un ponden a las lenguas prerromanas habladas en los terri bre los cuales se extiende el Imperio: de ellas dependen menos de sustrato. Así la división en Romania O Occidental estaría motivada en la presencia en esta últ común sustrato céltico. Así también, la singularidad fó específica del castellano -la aspiración y pérdida de cial- ha sido explicada por Menéndez Pidal como con del sustrato vasco. Otras conciernen al propio latín y a las circunstan expansión. El latín difundido estaba marcado por el niv y el origen geográfico de los colonos. Si Mariner mos fundación de escuelas aseguraba la extensión y prest norma metropolitana, no es menos cierto que la adopció se basó esencialmente en el contacto coloquial de colon Colección Ensayos.Fundación Juan March(Madrid) en que se produce como el grado de asimilación fueron d Sin salir de la Península, está fuera de duda que en el norte de los romances hispánicos- la romanización fue más más superficial que en el sur o levante. Un tercer grupo, en fin, responde a los condicionam geográficos; sobre todo, a la facilidad y fluidez de las com ciones con la metrópoli en la que se fijaba la norma de cor idiomática. Así, por citar un ejemplo, Hispania y Dacia, s en los confines occidental y oriental del Imperio, coincide conservación de vocablos tradicionales desplazados por ne mos del latín imperial: Ferverelbollire, arenalsabula, me bula . etc., o de arcaísmos como cuius, que sólo tiene desce en las lenguas hispánicas. La conjunción de estos tres factores explica algunas singularidades de los romances peninsulares. Pero no deb darse que las invasiones germánicas afectaron de modo di las provincias del Imperio. No es un azar que España proc latín H ispania , en tanto que la antigua Galia trocó su nom el de Francia. de acuerdo con el gentilicio de los invasores . Los romances medievales Dámaso Alonso evocó, no sin complacencia, el disti rácter de los textos en que se documentan los primeros ba del francés, italiano y español: un testamento político, un eclesiástico y una oración. Pero lo que diferencia y espe los romances hispánicos nace de un hecho histórico sin p en los otros herederos del latín: la invasión musulmana. A de ahí , la historia lingüística de España está vinculada al histórico de la Reconquista, con sus etapas de lucha -más largas- de convivencia con los musulmanes. A es tecimiento capital tenemos que remitimos constantement los aspectos más superficiales (1os mapas lingüísticos de han de leerse de norte a sur) a los más complejos, como lo vos a la expansión del castellano y su conversión en idio cional. La invasión musulmana se produce sobre una situación cultural y lingüística notablemente compleja. Con el riesg rente a toda simplificación, puede decirse que no se había mado plenamente la fusión de las gentes visigodas con la Colección Ensayos.Fundación Juan March(Madrid) des, a pesar de los esfuerzos integradores. La España pos monarquía visigoda quedó frustrada para siempre a comi siglo VIII. En el orden lingüístico, el latín de la lengu mantenía una cierta homogeneidad, pero en el habla col apuntaban diferencias regionales (por ejemplo, respecto tongación de las vocales e y o tónicas y abiertas), como la toponimia y los préstamos romances del árabe. La invasión escinde a esa población hispano-visigo de ella se repliega a las regiones más septentrionales, cuy ciones geográficas ofrecían refugio seguro; otra parte p en la zona ocupada por el Islam y se fracciona , a su v quienes se integran en la nueva cultura, religión y lengu dies, elches o renegados) y quienes mantienen su fidelid nica (mozárabes) en un medio que si, en principio, fue acabó tornándose hostil hasta el extremo de provocar mov migratorios hacia la España cristiana. De ahí un fenómen de paralelo en el resto de la Romania : la lengua -jun creencias- se convierte en signo de identidad de los moz con ello, frena su evolución; en cierto modo, se petrifica es un testimonio inapreciable de las etapas más arcaicas d lución románica. En la España cristiana, el fraccionamiento responde medida, a la naturaleza geográfica del territorio y a la ca vías de comunicación. No es sorprendente, pues, que sur res políticos independientes asociados -aunque no sie variedades lingüísticas distintas, en las que no faltan, a su dalidades internas. En cualquier caso, debe recordarse que rencias entre tales variedades eran menores y que el hech racterístico de todas es la constante vacilación de la lingüísticas . Con su habitual maestría, Rafael Lapesa ha sintetiz tuación en las centurias inmediatas al comienzo de la Rec El reino astur-leonés carecía de unidad lingüística: a occi contramos el gallego-portugués; en el centro, los bables a que se prolongan por tierras leonesas, en tanto que a o acusará progresivamente la influencia castellana con e reconquistador. Durante el siglo IX , las gentes de las cantábricas ocupan los páramos burgaleses y llegan a l del Duero a fines del siglo X. En los Pirineos, la lucha c invasores es algo más tardía. Navarra - vascófona o b avanza en el siglo X y recupera la Rioja, pero su expans Colección Ensayos.Fundación Juan March(Madrid) yor. Aragón extiende sus dominios desde los valles alto-pir entre fines del XI y comienzos del XII. En el extremo orie Marca Hispánica acaba por independizarse del poder car en un proceso protagonizado, en gran medida, por los con Barcelona. En una consideración muy general, se podría caracte castellano por cuatro rasgos lingüísticos: a) Su coincidencia parcial tanto con las hablas ori (monoptongación de ai y au) como con las occidentales (p zación de pl-, cf-,jl-) . b) La complejidad dialectal interna (Montaña, Rioja, madura soriana, castellano central) que se acusa aún con b vitalidad en las primitivas manifestaciones literarias y acab lándose en torno a la norma burgalesa. e) El marcado carácter innovador: es la variedad que más profundamente de la base latina y en la que los perío vacilación se resuelven con mayor rapidez. d) Su extraordinaria permeabilidad en la adopción de mos de otras lenguas o hablas peninsulares, tanto romance ajenas al mundo neolatino: vasquismos y arabismos que s mentan ya en las Glosas Emilianenses. La configuración de los romances peninsulares a partir glo XIII está ligada al proceso de normalización de su uso . parte, en relación con el reconocimiento de una norma o de corrección idiomática que, al ser imitado, resuelve vacil y nivela diferencias contribuyendo, de modo decisivo, a la ción: es lo que Eugenio Coseriu ha llamado la constitució «lengua ejemplar». Por otra, en el empleo del romance e quier situación comunicativa y para expresar toda clase de nidos. Ambos procesos suelen desarrollarse de forma para bien con ritmos distintos, en estrecha conexión con factore lingüísticas de orden económico, cultural y social no siemp les de especificar -y menos aún de cuantificar-, per influencia nadie niega. Valga como ejemplo la importanci cadora que tuvo, en todas las lenguas de cultura, la invenció imprenta. Hecho que, a su vez, plantea el nada sencillo pr del proceso de alfabetización de la comunidad en el que se can, inevitablemente, decisiones de política educativa. Desde estas perspectivas, el romance castellano es el gra una más temprana , extensa y profunda normalización. proceso ha sido multisecular y su continuidad ofrece notabl Colección Ensayos.Fundación Juan March(Madrid) el caso del caste llano, con paréntesis más o menos exten fundos en los del gallego y catalán . Por lo que al caste cierne, Alfonso X el Sabio, Antonio de Nebrija y la fun la Real Acad emia Española pueden se rvir de referenci (menesterosa s - s in duda- de múltiples matizacione proceso . Del castellano al español La definitiva unión de los reinos de Castilla y Arag matrimonio de los Reyes Católicos, el término de la Rec el Descubrimiento de América so n los tres g randes acon tos históricos que marcan el final de la Edad Media esp unidad políti ca favorece, sin duda, la conversión del cas lengua común de los español es. Pero intervienen tamb factore s de no escasa trascendencia. Unos conciernen a tura interna de la lengua que se hace común, su accesib capacidad expresiva e incluso su flexibilidad para ado propias voces de otras lenguas o dialecto s. Otros atañe portancia que posee la literatura en la fijaci ón de los us desarrollo de las virtualidades contenidas en el sistem a: regla s de productividad de neologismos a las leyes de di de sinónimos, por señalar só lo dos casos relevantes. P habría que aludir a los inherentes a la estimación que los tienen de su propia lengua tanto en sí misma cuanto e con otra s que les son próximas y, en concreto, respecto En España la contienda entre latín y «vulgar» no a importancia que tuvo en Italia o Francia por causas de m índole. Si hemos de subrayar alguna, insistiremos en el o vital que llena la vida española en los albores del siglo X mismo en el talante con que los hispanos se enfrentan e tecer histó rico . Optimismo espiritual, manifestado en lib explica la singular acogida del era smi smo. Optimismo e la belleza que el tiempo transforma, pero no destruye. O en la valoración de la propia lengua que lleva a Nebrija que «por estar la nuestra lengua tanto en la cumbre, q puede temer el descendimiento della que es perar la sub que no deja de reconocer la necesidad de perfeccionarla. En cualquier caso , no parece ocioso recordar que l nación lengua españo la no obedece a imposición políti Colección Ensayos.Fundación Juan March(Madrid) Castellano es voz que viene y mira al pasado medieval; expresa la nueva dimensión universal del idioma. Documen Fernando Colón, consagrada internacionalmente por el em Carlos en memorable ocasión y usada, por primera vez en texto gramatical, en Flandes, responde a las nuevas persp históricas, tanto externas como internas. Si el leonés había recido del uso escrito en la Baja Edad Media, ahora el a deja de ser usado por las gentes cultas y queda reducido rurales. En ambos casos se conservan en zonas geográfic aisladas y acusan progresivamente la influencia castellana. ratura en lengua catalana --que había alcanzado un notabl cimiento en el siglo XV- rompe su continuidad al adopta tellano Jos escritores valencianos y catalanes. Fuera de l política española, incluso, aparecen escritores lusitanos q el español , como Jorge de Montemayor o Gil Vicente. Esa «leng ua común de los españoles» cuenta en seguid tes que ninguna otra neolatina- con una norma explícita. lor tienen dos obras capitales de Antonio de Nebrija: la Gra castellana de 1492 y el Vocabulario Español Latino d Nuestro «vulgar» era tan digno como el latín, el griego o el de ser regulado por un Arte que, además, facilitaría el apre del latín y permitiría que «naciones de peregrinas lenguas» diesen el castellano. Es bien sabido que la Gramática y el V lario tienen un inmediato antecedente en obras análogas q brija había dedicado al estudio del latín y a la renovació enseñanza en España. Pero no hay que olvidar el patente que en sus obras castellanas se muestra de los excesos lati de los poetas cultos del siglo XV y se manifiesta --en nu ocasiones de modo explícito- una clara conciencia de las cias entre latín y romance. La valoración positiva de la «natura l» formaba parte de los ideales renacentistas, al par clamaba el «enriquecimiento e ilustración» del español. Tal fue el programa plenamente cumplido por la plé escritores que integran la Edad de Oro de nuestra literatura posible abordar en esta ocasión la innumerable variedad de tos y matices que sería preciso tener en cuenta, incluso ate una mera enumeración de las consecuencias lingüísticas qu portó tal florecimiento literario, con su evolución estética y riaciones estilísticas. Ni tampoco cabe entrar en las múltipl tiones que suscita la relación entre sociedad y literatura. He limitarnos, pues, a una elemental y parcial muestra. La aparición de nuevos géneros literarios y el desar Colección Ensayos.Fundación Juan March(Madrid) tinuado crecimiento del español. No hay que insistir, por b cida, en la trascendencia que, desde esta perspectiva, tu teatro y la novela. Pero quizás no resulte ocioso recordar diversas formas literarias se despliegan en subgéneros y t además, algunos de sus recursos lingüísticos específicos a distinta naturaleza. Por señalar sólo un ejemplo poco frec los tratados, aludiremos al despliegue del género que pu denominar «epístola». En la tradición inmediata del siglo nas encontramos la «cart a mensajera» de que habla Nebri teraria» que introduce el marqués de Santillana y la «ret mosén Diego de Valera, Lucena y Hemando del Pulgar. E brimiento de América consagra la «carta de relación» de de Hernán Cortés, que acaba haciéndose común, por ejem los misioneros jesuitas y sirve de molde formal al Lazar Garcilaso aparece la epístola « poética» , dirigida a Bo s explícita conciencia del estilo conveniente tanto a la am les une como al contenido. El auge de la vida literaria pro aparición de la «carta censoria» acuñada por Pedro de Rúa rigirse a fray Antonio de Guevara, gran cultivador de la « ral». Diego de San Pedro entreteje con las Cat1aS de Laure riano su Cárcel de Amor. El desarrollo político, económico y administrativo genera múltiples comunicaciones que so rizadas, a mediados del siglo XVI, por el humanista An Torquemada en su Manual de escribientes y tienen posteri en las diversas entradas de carta en el Diccionario de Aut Ligada en este proceso -por citar también sólo un caso difusión de los superlativos en -isimo, que los gramático brija a Jiménez Patón, rechazan. Nacido en las fórmulas de zamiento y cierre de la correspondencia cancilleresca intensificado y matizado en las Cartas de Hemán Cortés rador; reforzado por influencia conjunta del latín y del consagrado poéticamente en el segundo endecasílabo de l 111, en que Garcilaso se dirige a la marquesa de Villaf «ilustre y hermosísima María» que repiten Silvestre, Bar Soto, Lope de Vega y G óngora): cargado de dulce iro pluma de Cervantes ... , el español recobra el superlativo Todo este proceso literario se traduce en una mayor dad y amplitud de la norma del español clásico. En el pr nacimiento, Juan de Valdés define el «buen hablar» sobre fundamentales: geográfico el primero, al proclamar com el habla toledana y utilizar tal referencia en sus disension Colección Ensayos.Fundación Juan March(Madrid) el vulgarismo en favor del selecto uso del cortesano; y esté tercero, al condenar la afectación y la prolijidad (<<evitar dad» en sintagma acuñado en la Celestina) frente a los valo sitivos de la naturalidad y el laconismo. Desde mediados de XVI desaparece prácticamente la vigencia del modelo to cuestionado desde el principio por leoneses y aragoneses y controvertido decisivamente por Fernando de Herrera en e literario y políticamente resuelto por Felipe II con el est miento de la Corte en Madrid y la subsiguiente migración d tes norteñas a la nueva capital. La base social se amplía a to clases y grupos : aparece el uso estético del vulgarismo Santa Teresa de Jesús) y aun de las «prevaricac iones idiom de Sancho Panza; las hablas específicas de todas las activid profesiones adquieren curso normal en la lengua literaria s falten reflejos, o imitaciones, de las jergas de grupos mar (jerigonza o germanía), cuando no se crean hablas literaria el «sayagués» de los rústicos, contrapartida de los pastore novela y la poesía bucólicas. El mismo objeto de la obra l no se reduce a la belleza, también abarca a la fealdad: no sólo las hazañas del héroe, también las miserias y desgrac pícaro; la llaneza no prohíbe el artificio verbal que alca cumbre en el Barroco ni la naturalidad (voluntad de estilo e nitiva) excluye el uso de lo exquisito. Si Valdés recomenda el verso como si de prosa se tratare, fray Luis de León ac crear la prosa «numerosa». Más allá de cualquier localism todo elitismo, Cervantes señala inequívocamente: «la discre la gramática del buen lenguaje, que se acompaña con el uso» Paralelamente se produce la gran expansión ultramar español, hecho que confiere a nuestra lengua -junto al gués- una de sus notas diferenciales respecto a los demás ces europeos. La necesidad de nombrar un mundo verdader nuevo tenía que provocar, a la fuerza, un más que notable au del caudal léxico. Tal enriquecimiento suele cifrarse en la ción de préstamos de las lenguas amerindias ya documenta el Diario de la primera navegación colombina -yen algú como canoa, inmediatamente acogido por Nebrija-, per incorporación al uso general en España fue relativamente le este aspecto, el español ha servido -de modo semejan acontecido con los arabismos medievales- de puente e mundo americano y las lenguas europeas. En cambio, no s atender de modo suficiente al enriquecimiento semántico de Colección Ensayos.Fundación Juan March(Madrid) españolas aplicadas a las nuevas realidades a través de us dos no carentes de complejidad, o de combinaciones léxi menos fijas (sintagmas nominales, aposiciones, compues la generalización de tecnicismos (entre los que deberían d los náuticos) y de la concreción que en América adquie blos de significado abstracto o general, con sus corresp procesos polisémicos. Desde entonces, esta doble vía se nido y se ha acrecentado con nuevos procedimientos y esto es, con el uso creador que del español se hace en Am el que han de comprenderse tanto las innovaciones com servación de recursos clásicos que han sido olvidados o s en el español europeo. Existe general consenso sobre el carácter meridional del español que se instala en América, sobre todo en l etapa de su descubrimiento y colonización. La importan ral, económica y política de Sevilla a este propósito no ne pecial ponderación. No debe olvidarse, sin embargo, la de castellanos y norteños -sobre todo entre dirigentes de nistración política y religiosa- y la existencia de no po dentalismos, acrecentados con las migraciones del siglo X variante genérica -muy patente en la llamada «platafo Ilana »- se modifica a lo largo del tiempo en función de sos factores, entre los que destacaremos sólo tres : la dive las lenguas amerindias que actúan como sustrato, la estr las comunicaciones con la metrópoli y los condicionamie gráficos de un inmenso, y muy vario , territorio que se desde California a la Tierra de Fuego. Aunque las cuest todo ello plantea no son baladíes. es imposible abordarla nos limitaremos a reiterar la general afirmación de que la neidad del español americano es incluso superior a la de europeo . En muchas ocasiones lo que nos parece propio sivo del español americano tiene correspondencia exac riantes peninsulares: desde el seseo al tabú del verbo coge tar sólo dos ejemplos. Si a fines del siglo XIX pudo pensarse en la fragmen español , como había ocurrido en el latín , los presagios cumplido y el idioma común mantiene un alto grado de c unidad que creemos se ha reforzado en la última centuria aspecto, no es ocioso rendir tributo de reconocimiento Andrés Bello, a las Academias de la Lengua y a la gran hispanoamericana. Re cogiendo un pensamiento de Loren fundamento de la tan repetida -a veces torticeramen Colección Ensayos.Fundación Juan March(Madrid) ha sobrevivido al Imperio. Pero claro está que ello será pos la medida en que nadie se atribuya, o pretenda ejercer, pode periales, siempre ajenos a lo que sólo puede ser gobernado mo quería Cervantes- por la discreción y el uso . Por último, habrá que aludir a la extraordinaria rele que, en la época áurea, alcanzan las relaciones entre el es las lenguas europeas occidentales. La intervención de Españ política europea, el aumento de las relaciones comercial trascendencia del Descubrimiento --entre otras razones can el fenómeno . No se trata, claro está, de una expansión rial, sino del uso internacional del español, acompañado de sión europea de nuestra literatura. El estudio del español común entre las gentes cultas, como muestra la amplia s gramáticas y diccionarios que se publican y las numerosa que se traducen. No es sorprendente, pues, la penetración de nismos directos , aunque en no pocos casos se trate de voces gen amerindio transmitidas por el español. Recíprocamente pañol acoge buen número de préstamos: italianismos en lugar, galicismos, germanismos, anglicismos y portugue sin que falten voces de origen flamenco o neerlandés. Tod contribuyen al enriquecimiento léxico y no es inusitado qu gunos textos literarios se incorporen fragmentos más o me tensos de una lengua europea. Valga como ejemplo el Ma Obregón , en el que Espinel incluye, junto a textos de españ tano» o de latín macarrónico, secuencias portuguesas y de genovesa. La extraordinaria labor creadora de los escritores c contribuyó decisivamente a la homogeneización del españ no poca razón, se suele afirmar que el idioma quedó fijad esencial y que los cambios posteriores apenas han afectad estructura y sólo tienen relevancia en el plano léxico. A contribuido de forma esencial la tarea de la Real Academi ñola al basar su codificación del idioma en el uso de los clásicos; de ahí el título de su excelente Diccionario de Au des. No hay que advertir, sin embargo, que las lenguas -v mos al principio inicial- son productos culturales cuyo e dinamismo responde a las exigencias expresivas de cada m histórico. No puede confundirse, pues, fijación con petrifi homogeneidad con uniformidad, sino, como todas las Aca proclamaron en 1956, «unidad en la variedad »; esto es, nor xible en la que tiene cabida la libertad creadora. Libertad Colección Ensayos.Fundación Juan March(Madrid) casticismo purista que condena cualquier innovación c delito de lesa patria. El español y los romances ultrapirenaicos Las diferencias entre los romances tienen su origen versidad de los procesos históricos del origen, constituci malización de cada lengua concreta. Nos referimos tanto internos de la historia lingüística cuanto a los llamados namientos externos. Claras razones de espacio nos veda siquiera las líneas maestras de las historias respectivas. N remos, pues, a señalar unos cuantos rasgos, pidiendo de perdón por cuanto de subjetivo hay en la selección y org de los mismos. Subjetividad que en no pocas ocasiones mos desde Juan de Valdés- se tiñe de emuladora pasió dora de la lengua propia, la que nos hizo personas en u cultural determinado. Nos referiremos, en primer lugar, a las diferencias en la constitución de las respectivas normas de correcc pecto a la referencia geográfica, ya hemos apuntado cómo ñol se han sucedido tres capitales idiomáticas (Burgos, Madrid) y la reducida vigencia del canon geográfico. E en cambio, se parte del conflicto entre dos normas, veh las dos literaturas primitivas de la Galorromania. Norteña ridional la otra, tradicionalmente denominadas con el afirmativo medieval: oil yac. Resuelta la contienda en habla parisina, la norma geográfica tiene una vigencia ta marca negativamente las variantes «provinc ianas» o b partir del Romanticismo, cumple la función estilística de «co lor local ». Característica del italiano es que, resuelto c dad el intento veneciano, el modelo toscano o florenti múnmente aceptado, pese a no coincidir con la capitali rico-política (Roma) ni con la económica (Milán), por razones a las que no son ajenos los problemas de la unida de Italia. Ello explica que la norma geográfica tenga en i marcado componente cultural que atenúa el localismo. También difieren la naturaleza y función de la norm en las tres lenguas. El canon italiano es el primero en con través del Renacimiento y el Humanismo, con una fuerte de componentes de la Antigüedad clásica, manifiesta en Colección Ensayos.Fundación Juan March(Madrid) todo lo que este bilingüismo comporta. Más compleja es la ración del modelo francés, en la que nos atrevemos a desta rasgos. Por un lado, su continuidad desde una muy rica li medieval hasta nuestros días: el Grand Siecle se anticipa y longa sin solución de continuidad. Claro está que cabría tal aseveración atendiendo tanto a la calidad como a los val téticos de cada etapa, si bien se suele destacar, entre éstos, Clarté. Por otro, y sin perjuicio de su originalidad, la li francesa nos ofrece una especial capacidad asimiladora grandes movimientos literarios europeos reelaborados y d dos después al resto del mundo. De la forma literaria espa hemos tratado; sólo cabe añadir ---como elemento de con el período de decadencia que se produce desde el final del S Oro hasta fines del XIX y primera parte del XX, pese a la e cia de autores aislados de muy estimable calidad. Y reiter de las tres normas que confrontamos, es la que ofrece una interrelación con el habla viva, coloquial y aun vulgar. A las diferencias señaladas es preciso añadir, por últi quiera sea una alusión, la efectividad que las normas tiene uso general de la comunidad hablante. Factores de muy div dole ---desde la política educativa y la eficacia de la ense la estimación que de su propia lengua tienen los hablantes yen en el grado de adhesión a las normas. Pero, de modo g parece posible afirmar que el valor de la «lengua ejemplar conocido con mayor nitidez y eficacia en francés, en tanto español podría ser ejemplo del caso contrario. El contraste entre los sistemas lingüísticos romances p múltiples aspectos imposibles de reseñar siquiera en es mento. Por lo que al plano fónico concierne, puede afirma el francés es la lengua que más se ha distanciado del latín, e que el italiano ofrece una mayor cercanía al origen común. con recordar, por vía de ejemplo, que el francés ha elimin la generalidad de las voces patrimoniales, todos los son guientes al acento latino (de ahí el predominio de la acen aguda); el castellano ofrece una solución intermedia (pér las átonas internas) por lo que domina la acentuación gr tanto que el italiano ha conservado, mejor que ningún o mance, la estructura acentual y silábica del latín y, por ello una mayor abundancia de vocablos esdrújulos. Algo sem ocurre en el sistema vocálico: el francés ofrece un sistem complejo (en parte comparable con el portugués) al ser fo Colección Ensayos.Fundación Juan March(Madrid) bialización, que en español son meras variantes combina extrema mutil ación del franc és , en fin, ha provocado un homonimia sin paralelo en los demás romances , con toda sec uencias que ello comporta. A este propósito conviene el car ácter conservador de su ortografía, más alejada qu gún otro romance , mientras que el español presenta el mayor proximidad entre grafía y sonido. En el plano gr amatical, los romances -ya lo señ burg- suponen el paso de un sistema flexivo, sintético, latín a un sistema ana lítico. Esta transformación general h sado de modo div erso en cada lengua y en las diferentes palabras. De modo general cabe repetir lo afirmado re plano fóni co : el fran cés representa el mayor grado de miento y el italiano el de mayor cercanía, correspondiend ñol una situación intermedia. Así en el verbo, cuya conju el resto más notorio del sistema latino, el francés ha evo hacia un tipo de flexión por medio de prefijos (con el empleo del pronombre suje to) para distinguir las person ticale s. Algo semejante podría señalarse en lo que concie den de palabras : desde la extrema libertad latina, el franc nido a establecer un orden rígido, «lóg ico» (en francés , ¡ los componentes de la frase que no coincide con la mayo del italiano y del esp añol. Ma yores dificultades, sin duda, plantea la compara cológica. Importa subrayar en este plano que cuanto apun impli ca juicio de valor alguno; dentro de cada sistema bran los recu rsos expresivos, y lo que, en un aspecto puede pare cer superioridad, tiene siempre contrapartidas contrario. Ya hemos apuntado algunas causas del enriqu del caudal léxico del español y sólo añadiremos su inme secuencia: la importancia que en nuestro idioma tiene la y sus consecuenc ias sem ánticas. Del francés hemos menc frecuencia de los hom ónimos, lo que, unido al carácter predominante de las palabras francesas, propicia su dep contextual. Po see el italiano una mayor autonomía léxic sencia de una expansión territorial semejante a la del es plica un menor grado de sinonimia. Hemos procurado evitar toda tentación nacionalist no lo hemos logrado , reiteraremos la radical afirmación tro Lui s de León : toda s las lengua s son para todo y no ha superior a otra. O Colección Ensayos.Fundación Juan March(Madrid)