El periodismo en Cuba: La Revolución (Cap. 11)

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El periodismo en Cuba: La Revolución (Cap. 11)
Batista, el primer expulsado del Colegio
Juan Marrero
Escribió José Martí que “para conocer a un
pueblo se le ha de estudiar en todos sus
aspectos y expresiones…!en sus elementos,
en sus tendencias, en sus apóstoles, en sus
poetas y en sus bandidos!” Sobre estos
últimos tratarán los próximos capítulos de
este libro. Y empezaremos por el bandido
mayor, Fulgencio Batista y Zaldívar.
Durante muchos años apareció escrito y se
proclamó por los micrófonos que Fulgencio
Batista y Zaldívar fue el afiliado Nro.1 del
Colegio Nacional de Periodistas de Cuba. La verdad es que Batista fue el
colegiado Nro. 368. El origen de eso hay que hallarlo en dos hechos: que
Batista fue quien estampó su firma en el decreto presidencial nro.1442,
creando el referido Colegio en 1942, y la “chicharronería”, un ingrediente muy
común en aquella época. Actuar como un “chicharrón” equivalía a tener un
pasaporte y una visa para entrar en el mundo de los privilegios y de los
corruptos, en fin tener acceso a cargos o, mejor aún, a botellas en
dependencias oficiales, o sea a recibir una mesada mensual sin trabajar. En las
filas del periodismo de esa época, para congraciarse con ese gobernante y
ganar “méritos”, tanto en su período constitucional (1940-1944) como después
del Golpe de Estado militar del 10 de Marzo de 1952, no faltaron quienes
asumieran tan censurable y humillante papel.
No hay nada en la biografía de Fulgencio Batista que lo pueda señalar como un
trabajador de la prensa. No olió jamás el plomo de un taller ni escribió un
artículo por sí mismo. Todo lo que se sabe es que era un sargento taquígrafo
del Ejército que, en muy pocos años, fue catapulteado a general. Los
“chicharrones” lo hicieron periodista de la noche a la mañana, como los
oficiales del ejército le otorgaron las insignias de general. Aunque anecdótico el
hecho es ilustrativo de los años trágicos por los que atravesó la nación.
Sí le dieron el primer título como
graduado de la Escuela Profesional
de Periodismo “Manuel Márquez
Sterling”, por ser su fundador y
porque “la dotó de todo, desde
presupuesto hasta materiales”,
según escribió Ramón Vasconcelos
el 11 de noviembre de 1949 en el
periódico Alerta, en un artículo titulado “Periodistas al minuto”. Años antes, en
1941, Batista había apoyado la celebración del Primer Congreso de Periodistas
y apoyó materialmente el acuerdo de constituir los colegios provinciales. Tanto
en su período presidencial de la década del 40 como después del golpe de
Estado de 1952, donde pisoteó la Constitución, Batista logró utilizar a la
mayoría de los grandes medios de comunicación y a un número importante de
profesionales del periodismo como instrumentos de sus políticas
antipopulares.
Batista no fue el colegiado nro. 1, pero sí fue el primer colegiado al que se le
pasó la cuenta apenas triunfó la Revolución Cubana. El 14 de enero de 1959,
la Junta de Gobierno del Colegio Provincial de Periodistas de La Habana le
inició expediente de expulsión. El fiscal designado para llevar adelante ese
expediente ante el Consejo Disciplinario fue Baldomero Alvarez Ríos.
El expediente para enjuiciar a Batista fue voluminoso porque como gobernante
no respetó los más elementales principios del Código Moral Profesional del
Colegio Nacional de Periodistas. Batista superó en creces a Gerardo Machado
en lo que se refiere a clausurar publicaciones y espacios, reprimir
sangrientamente a los que osasen decir verdades y amordazar a la prensa.
El 4 de abril de 1959, el Consejo Disciplinario Nacional ratificó la sentencia de
Inhabilitación Permanente contra Batista, dispuesta anteriormente por la
instancia provincial. En tal sentencia se señalaba que:
“Considerando: Que al advenir al poder el Gobierno Revolucionario el pasado
primero de enero con la consiguiente reivindicación de las libertades y
derechos conculcados, el Colegio Nacional de Periodistas de la República de
Cuba estimó necesario llevar a cabo una depuración de la clase, para
sancionar a los colegiados que, al apoyar al régimen derrocado hubieran
violado los principios de nuestro Código de Moral.
“Considerando: Que para contrarrestar la oposición creciente al régimen de
fuerza del gobierno, actuó éste con mano férrea y, además de los numerosos
crímenes, torturas, prisiones y persecuciones perpetrados en forma como no se
había conocido a través de toda nuestra historia y de la de la América Latina,
dictó y mantuvo reiteradas medidas coercitivas contra la prensa, como la Ley
de Censura y la Ley de Emergencia que restringían la libre expresión del
pensamiento y de la palabra, pilares básicos en que descansa la profesión
periodística.
“Considerando: Que el colegiado Fulgencio Batista y Zaldívar en su condición
de Presidente de la República decretó las Leyes de la Censura y de la
Emergencia dictadas a su indicación por el Consejo de Ministros y respaldada
por el voto del Congreso Nacional.
“Considerando: Que como primer mandatario el colegiado Fulgencio Batista
Zaldívar es responsable directo de los crímenes, torturas, prisiones y
persecuciones que hicieron a la ciudadanía miembros del ejército y de la
policía, los que actuaban con impunidad absoluta.
“Considerando: Que los hechos antes apuntados representan una franca
violación de nuestro Código de Moral Profesional...”
“Considerando: Que las infracciones cometidas prueban plenamente el acierto
con que fue dictada la sanción por el Consejo Provincial de La Habana, por lo
que procede declarar sin lugar el recurso establecido y confirmar la sentencia
dictada en el presente caso.
“El Consejo Disciplinario Nacional falló: Que debía declarar y declaraba SIN
LUGAR el recurso de apelación establecido en este caso y por ende confirmar
la penalidad impuesta por el Consejo Disciplinario Provincial de La Habana de
INHABILITACION PERMANENTE para el ejercicio de la profesión, como
equivalente a la expulsión deshonrosa...”
En el proceso contra Batista actuó como Fiscal Pastor Valdés Sánchez,
designado previamente por la Junta de Gobierno Nacional del Colegio de
Periodistas. El Consejo Disciplinario lo integraron Julio Lagomasino, presidente,
Cesar de Puga Martínez, secretario, Juan Borotau Casanovas, Luis Oliva
Pulgarón y Manuel Marsal, vocales. Hubo un defensor de oficio del acusado, en
este caso Manuel Agüero Soto, quien se encargó de presentar recurso de
apelación.
Con el caso de Fulgencio Batista y Zaldívar, de manera transparente y justa, se
dio inicio a lo que se denominó la depuración en el periodismo nacional,
proceso bien complejo que se extendió durante los años 1959, 1960 y 1961.
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