el sendero hacia la gloria eterna

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Conferencia General Abril 1973
EL SENDERO HACIA LA GLORIA ETERNA
Por el élder Delbert L. Stapley
Del Consejo de los Doce
Mis hermanos, hermanas, amigos y todos los que están escuchando los
mensajes de esta conferencia por radio o televisión: Siempre es difícil hablar
después del presidente Romney debido a la abundante sustancia en los discursos y
sermones que pronuncia.
Actualmente mucha gente del mundo duda de su creencia en Dios, pensando
que han progresado intelectual y científicamente más allá de la necesidad de su guía
en las cosas de la vida. Prefieren olvidar que El es la fuente de todo conocimiento,
quien controla la vida y todo aquello que es obra de su creación.
El hombre no puede abandonar a Dios y depender solamente de su propia
inteligencia. Tal camino puede solamente llevarlo a la total confusión y a su
destrucción final. AL no conocer el pensamiento, voluntad y propósito de un Dios
infinito, el hombre no posee a pesar de su avanzado conocimiento, ni la sabiduría, ni
el juicio y ni siquiera las respuestas correctas para resolver todos los problemas del
mundo. Mediante una fe sin reservas debemos todos volvernos al Dios de nuestros
padres en humildad y en sincera oración para buscar su consejo y guía.
El profeta Isaías amonestó a los hijos de Israel: "Buscando a Jehová mientras
puede ser hallado, llamadle en tanto que está cercano.
"Deje el impío su camino, y el hombre inicuo sus pensamientos, y vuélvase a
Jehová, el cual tendrá de él misericordia, y al Dios nuestro, el cual será amplio en
perdonar" (Isaías 55:6-7).
Este consejo es tan importante para nosotros actualmente como lo fue en
aquellos tiempos antiguos. Los problemas frustrantes y cada vez peores del mundo,
agravados por una desviación general de las enseñanzas verdaderas y éticas
prácticas cristianas, advierten al hombre de los peligros inminentes y del mucho
dolor a menos que abandone el pecado y se vuelva a Dios en sincero
arrepentimiento. Solamente evitando las trampas del mal y siguiendo el consejo de
Isaías podemos esperar recibir la misericordia de Dios y su abundante perdón.
El evangelio de Jesucristo es la única base segura de una vida justa. Ningún otro
plan, código moral o credo puede igualar o suplantar sus enseñanzas. El evangelio es
un conjunto de leyes, principios y ordenanzas sabias, que en conjunto forman la guía
por medio de la cual todos los hombres deben vivir.
La debilidad y necedad de muchos hace que estén más interesados en las
enseñanzas del hombre que en las enseñanzas de Dios, que se encuentran en las
Escrituras antiguas y modernas. Desafortunadamente, la mayor parte de los
pensamientos de los hombres mortales están centrados en esta vida temporal y no
en la vida eterna. Las filosofías de los hombres no pueden reemplazar ni sobrepujar
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la filosofía del evangelio dada en las revelaciones de Dios, ni puede tampoco la
ciencia del hombre reemplazar las verdades reveladas por Dios a través de sus
profetas.
Las vías de Dios no son las vías del hombre, sino que son infinitamente
superiores a las del hombre. El Señor proclamó al profeta Isaías:
"Porque mis pensamientos no son vuestros pensamientos, ni vuestros caminos
mis caminos. . .
"Como son más altos los cielos que la tierra, así son mis caminos más altos que
vuestros caminos, y mis pensamientos más que vuestros pensamientos" (Isaías 55:89).
El Señor ha revelado la siguiente fórmula para guiar nuestro sendero hacia la
gloria eterna:
"De cierto, así dice el Señor; Acontecerá que toda alma que desechare sus
pecados y viniere a mí, e invocare mi nombre, obedeciere mi voz y guardare mis
mandamientos, verá mi faz, y sabrá que yo soy;
"Y que soy la luz verdadera que ilumina a cada ser que viene al mundo” (D. y C.
93:1-21.)
La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Ultimos Días enseña un modo de vida
completo. Toda nuestra vida requiere que nos elevemos constantemente hacia los
ideales y principios nobles de la verdadera conducta cristiana. La fe de los Santos de
los Ultimos Días no debe depender de la sabiduría de los hombres sino del
conocimiento y poder de Dios.
"No os engañéis" —advirtió el apóstol Pablo—: "Dios no puede ser burlado: pues
todo lo que el hombre sembrare, eso también segará.
"Porque el que siembra para su carne, de la carne segará corrupción; mas el que
siembra para el Espíritu, del Espíritu segará vida eterna" (Gálatas 6:7.81).
Buscad el conocimiento por medio de la fe y la ferviente oración a fin de conocer
la voluntad de Dios. Tened el valor para obedecer. Recordad que el Señor no da
ningún mandamiento o ley a los hijos de los hombres que él mismo no obedezca y
que la obediencia es un principio amoroso de un Dios justo, y que por medio de ella
podemos obtener poder de lo alto.
En esta vida mortal no solamente tenemos la oportunidad sino la obligación
moral de enmendar nuestros errores. Debemos arrepentimos de nuestras malas
acciones y confesarlas a fin de poder dar a nuestras vidas una dirección espiritual, se
nos aconseja que tengamos fe en nuestro Padre Eterno y en su Hijo, nuestro
Redentor. Debemos buscar el deseo por medio de una vida justa, para poder
regresar con ellos a las mansiones celestiales que han preparado para los fieles. El
siguiente pasaje sostiene este pensamiento:
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"Porque si queréis que os dé un lugar en el mundo celestial, tenéis que
preparaos, haciendo las cosas que os he mandado y requerido" (D. y C. 78:7).
Es deplorable que tantos tengan que aprender las lecciones de la vida de la
forma más difícil; sin embargo, qué bendición tan grande tener un Padre Eterno que
se preocupa lo suficiente como para traernos al arrepentimiento y perdonarnos.
Escuchad las palabras de ánimo que Jehová le dio a Ezequiel: "¿Quiero yo la muerte
del impío? dice Jehová el Señor. ¿No vivirá, si se apartare de sus caminos? (Ezequiel
18:23).
El Señor le expresó a Moisés gran interés por el bienestar de sus hijos cuando
dijo: ". . .he aquí, ésta es mi obra y mi gloria: Llevar a cabo la inmortalidad y la vida
eterna del hombre' (Moisés 1:39).
Se nos asegura la inmortalidad a todos nosotros por medio de la expiación de
nuestro Señor y Salvador Jesucristo. Sin embargo, la vida eterna es una
responsabilidad personal que debemos ganar y de la cual debemos ser dignos.
David, el salmista recalcó la importancia del hombre en esta inspirada
declaración:
"¿Qué es el hombre, para que tengamos de él memoria, y el hijo del hombre,
para que lo visites?
"Le has hecho poco menor que los ángeles, y lo coronaste de gloria y de honra.
"Le hiciste señorear sobre las obras de tus manos; todo lo pusiste debajo de sus
pies" (Salmos 8:4-6).
Los recientes logros científicos y tecnológicos del hombre, su deseo y valor al
explorar el universo y sus logros en tantos campos del saber testifican que es un Hijo
de Díos y, por lo tanto, debe siempre dirigirse a Dios para obtener la guía, la luz
adicional y la verdad.
Dios ha revelado que El desea que todo su pueblo crezca en unidad de fe,
entendimiento y devoción. El apóstol Pablo animó a los santos de Corintio así: "Os
ruego, pues, hermanos, por el nombre de nuestro Señor Jesucristo, que habléis
todos una misma cosa, y que no haya entre vosotros divisiones, sino que estéis
perfectamente unidos en una misma mente y en un mismo parecer” (1 Corintios
1:10).
Estamos aquí para ayudarnos mutuamente a progresar, a inspirarnos unos a
otros hacia el amor y las buenas obras y no solamente para juzgar. Nuestra
responsabilidad es dar ánimo a quienes están inactivos y extraviados. Tenemos el
deber de: ". . .ver que no haya iniquidad en la iglesia, ni dureza entre uno y otro, ni
mentiras, ni calumnias, ni mal decir" (D. y C. 20:54).
Esta enseñanza fue enfatizada por el apóstol Pedro cuando dio este consejo:
...sed todos de un mismo sentir, compasivos, amándoos fraternalmente,
misericordiosos, amigables; no devolviendo mal por mal, ni maldición por maldición,
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sino por el contrario, bendiciendo, sabiendo que fuisteis llamados para que
heredaseis bendición." (1 Pedro 3:8-9).
El poder verdadero de la Iglesia viene del carácter y la dedicación de sus
miembros. El apóstol Pablo instruyó a los corintios: "Así también ordenó el Señor a
los que anuncian el evangelio, que vivan del evangelio" (1 Corintios 9:14). Este
consejo puede aplicarse a todo miembro de la Iglesia de Jesucristo de los Santos de
los Ultimos Días, que por vivir el evangelio y poner un buen ejemplo estamos
predicando automáticamente sus dogmas y mostrando el camino correcto que los
demás deben seguir. El mejor regalo que podemos dar a otra persona es el regalo de
un buen ejemplo.
El presidente Spencer W. Kimball dijo: "Nuestro desafío hoy día es ser una luz al
mundo. . .sí los tres millones de miembros de la Iglesia vivieran los principios del
evangelio, todos los errores del mundo se evaporarían. El mundo vendría a
nosotros, y nosotros cambiaríamos la frustración del mundo a la paz del evangelio"
(Church News, 26 de febrero de 1972, pág. 13).
Suplico a todos los miembros de la Iglesia que vivan activa y honestamente el
evangelio de Cristo. Nuestra felicidad y gozo eterno dependen de la clase de vida
que delineemos y vivamos aquí en la mortalidad. El apóstol Pablo enseñó: "No
podéis beber la copa del Señor, y la copa de los demonios; no podéis participar de la
mesa del Señor, y de la mesa de los demonios" (1 Corintios 10:21). En otras
palabras, no podemos servir a dos amos, porque odiaremos a uno y amaremos al
otro, o estimaremos a uno y menospreciaremos al otro. No podemos servir a Dios y
a las riquezas. (Mateo 6:24.)
Cualquiera que piense que puede obtener las metas eternas de alguna otra
manera que la delineada en el evangelio de Cristo debe recordar que el Salvador
clasificó a tal como un ladrón y salteador (Véase Juan 10:1). Cristo les relató a sus
discípulos esta parábola:
"También el reino de los cielos es semejante a un mercader que busca buenas
perlas, "que habiendo hallado una perla preciosa, fue y vendió todo lo que tenía, y la
compró" (Mateo 13:45-46).
Cada uno de nosotros tenemos la responsabilidad de buscar esa perla preciosa:
el reino celestial, que es, de acuerdo a la parábola del Salvador, la perla de gran
precio, Su logro es digno de cualquier esfuerzo y sacrificio que hagamos. Ser salvo
en el reino de Dios es el más grande de todos los dones de Dios, porque no hay
ningún don mayor que el don de la salvación, y quien tiene la vida eterna, proclama
el Señor, es rico. (D. y C. 6:13,7J
A vosotros miembros que no estáis viviendo el evangelio, os exhorto a hacerlo,
obedeciendo todos los requisitos del evangelio y asistiendo con regularidad a la
Iglesia durante todo un año. Luego comparad vuestra vida después de un año de
prueba, de vivir fielmente el evangelio, y preguntaos concienzudamente qué camino
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es el mejor. Dad al evangelio una oportunidad en vuestra vida, viviéndolo, para
demostrar su valor en vosotros y en vuestra familia.
Vivid para ser dignos de la compañía del Espíritu Santo. Si tenéis su influencia
espiritual, pondrá convicción a vuestros corazones. Os edificará un testimonio y
creará en vosotros el deseo de amar al Señor.
Manifestaréis ese amor al guardar sus leyes y mandamientos y al servirlo. El
Espíritu Santo os testificará de la verdad de esta enseñanza y sabréis, así como el
apóstol Pablo, que el evangelio de Jesucristo es el poder de Dios para la salvación
(Romanos 1:16).
Os dará también la seguridad completa de que el camino del Señor es el único
camino en el que podremos encontrar la vida abundante que el Salvador prometió.
Extiendo este desafío a todos en todas partes que deseáis conocer la verdad y en
donde no estéis satisfechos con vuestras vidas y relaciones actuales. Requiere valor
el aceptar el desafío de buscar al Señor mientras pueda ser encontrado y llamado
mientras esté cerca; pero os prometo, que si así lo hacéis, os dará dividendos de paz
mental, gozo en el corazón y tranquilidad en el alma, satisfacción de las necesidades
personales y amor infalible.
Ahora, hermanos, hermanas y amigos: sé que Dios vive. Sé que Jesús es e1
Cristo, nuestro Redentor y Salvador, el mismo Hijo de Dios. Sacrificó su propia vida
en la cruz para que pudiéramos vivir eternamente. Rompió las ataduras de la
muerte a través de su resurrección, la cual garantiza la resurrección de todo el
género humano. Nos la trajo con el precio de su propia sangre. Podemos mostrar
nuestra gratitud viviendo rectamente y poniendo un ejemplo apropiado a todo el
mundo en cualquier parte.
Que Dios nos bendiga y nos guíe acertadamente; que seamos bendecidos con el
poder espiritual para cerrar la puerta a todas las tentaciones del mal y a caminar
rectamente delante del Señor, humildemente lo ruego en el nombre de Jesucristo.
Amén.
Cada uno de nosotros tenemos la responsabilidad de buscar esa perla preciosa:
el reino celestial, que es, de acuerdo a la parábola del Salvador, la perla de gran
precio, Su logro es digno de cualquier esfuerzo y sacrificio que hagamos. Ser salvo
en el reino de Dios es e1 más grande de todos los dones de Dios, porque no hay
ningún don mayor que el don de la salvación, y quien tiene la vida eterna, proclama
el Señor, es rico. (D. y C. 6:13,7.)
A vosotros miembros que no estáis viviendo el evangelio, os exhorto a hacerlo,
obedeciendo todos los requisitos del evangelio y asistiendo con regularidad a la
Iglesia durante todo un año. Luego comparad vuestra vida después de un año de
prueba, de vivir fielmente el evangelio, y preguntaos concienzudamente qué camino
es el mejor. Dad al evangelio una oportunidad en vuestra vida, viviéndolo, para
demostrar su valor en vosotros y en vuestra familia.
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Vivid para ser dignos de la compañía del Espíritu Santo. Si tenéis su influencia
espiritual, pondrá convicción a vuestros corazones. Os edificará un testimonio y
creará en vosotros el deseo de amar al Señor.
Manifestaréis ese amor al guardar sus leyes y mandamientos y al servirlo. El
Espíritu Santo os testificará de 1a verdad de esta enseñanza y sabréis, así como el
apóstol Pablo, que el evangelio de Jesucristo es el poder de Dios para la salvación
(Romanos 1:16).
Os dará también la seguridad completa de que el camino del Señor es el único
camino en el que podremos encontrar la vida abundante que el Salvador prometió.
Extiendo este desafío a todos en todas partes que deseáis conocer la verdad y en
donde no estéis satisfechos con vuestras vidas y relaciones actuales. Requiere valor
el aceptar el desafío de buscar al Señor mientras pueda ser encontrado y llamado
mientras esté cerca; pero os prometo, que si así lo hacéis, os dará dividendos de paz
mental, gozo en el corazón y tranquilidad en el alma, satisfacción de las necesidades
personales y amor infalible.
Ahora, hermanos, hermanas y amigos: sé que Dios vive. Sé que Jesús es el Cristo,
nuestro Redentor y Salvador, el mismo Hijo de Dios. Sacrificó su propia vida en la
cruz para que pudiéramos vivir eternamente. Rompió las ataduras de la muerte a
través de su resurrección, la cual garantiza la resurrección de todo el género
humano. Nos la trajo con el precio de su propia sangre. Podemos mostrar nuestra
gratitud viviendo rectamente y poniendo un ejemplo apropiado a todo el mundo en
cualquier parte.
Que Dios nos bendiga y nos guíe acertadamente; que seamos bendecidos con el
poder espiritual para cerrar la puerta a todas las tentaciones del mal y a caminar
rectamente delante del Señor, humildemente lo ruego en el nombre de Jesucristo.
Amén.
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