1.3. Los grandes poetas latinos: Virgilio, Horacio, Ovidio a.- Introducción. La época de esplendor de la poesía latina se inicia en el siglo I a.C. con los mandatos de Julio César y Augusto, momento en que desarrollan su actividad los 'poetas nuevos', poetae novi o neotéricos latinos. Entre estos autores, renovadores de la lírica latina y reivindicadores de la lírica griega y alejandrina, destacan Catulo (influido por Safo), Propercio (autor de las elegías a Cintia) y Lucrecio (cuyo poema épico De rerum natura expone en hexámetros las teorías del filósofo griego Epicuro). El gran momento de la lírica se da, en todo caso, durante la llamada Paz romana o Pax Augusta (entre el 27 a.C. y el 14 d.C.), cuando el emperador, siguiendo su plan de recuperación del orgullo nacional, se preocupó por impulsar las letras latinas mientras su consejero y amigo Mecenas protegía e impusaba la carrera de los creadores. Es en este período cuando desarrollan su producción los tres poetas latinos más importantes: Virgilio, Horacio y Ovidio. b.- Virgilio (70-19 a.C). De origen humilde, su carrera se vio impulsada al introducirse en el círculo de Mecenas y del emperador Augusto. Sus tres obras principales (Bucólicas, Geórgicas y Eneida) sirvieron para establecer durante la Edad Media el modelo estilístico y social de la época, la conocida como rueda de Virgilio o rota Virgilii: estilo humilde (pastor, oveja, cayado, dehesa), estilo mediano (agricultor, buey, arado, campo) y estilo sublime (militar, caballo, espada, ciudad). Las diez églogas que conforman las Bucólicas trazan, en efecto, cuadros de la vida pastoril inspirados en los idilios del griego del siglo III a.C. Teócrito: los pastores virgilianos –bajo los que se esconden conocidos del poeta– se expresan con elegancia, sensibilidad y preciosismo en un marco natural, La Arcadia, completamente idealizado que servirá de base para la literatura bucólica posterior. Por su parte, las Geórgicas, dedicado a la agricultura, continúan con este mundo irreal y refinado, aunque lo sustituye el mundo real del trabajo de la tierra con su exigencia de sudores y amor. Lo que más llama la atención es la transformación poética del quehacer cotidiano. En último lugar, La Eneida, la gran epopeya de las letras latinas auspiciada por el propio Augusto, quiso dar una visión poética y trascendente de su patria. Comenzada en 29 a.C. (inconclusa y por fortuna no quemada por el emperador) consta de 12 libros: a.- los 6 primeros, inspirados en La Odisea, narran los viajes del héroe troyano Eneas al salir de Troya hasta llegar a Roma y fundar su segunda patria (entre medias, destaca su estancia en Cartago, su relación con Dido, el suicidio de esta y su partida siguiendo la misión de Júpiter); b.- la segunda, sobre su estancia en Roma, su casamiento con Lavinia y la oposición del feroz Turno, a quien vence en combate. Con esta obra Virgilio enlaza a los romanos con el heroico pueblo troyano y hace al emperador de Roma heredero de la diosa Venus y de Eneas. De hecho podemos leer simbólicamente la obra: las aventuras norteafricanas de Eneas –que representa al propio Augusto– se relacionan con las Guerras entre Roma y Cartago, de las que salió reforzada Roma; el personaje de Dido recuerda al de Cleopatra, que mantuvo retenido en Egipto a Marco Antonio… En general los personajes de la Eneida están tratados con verosimilitud: Virgilio ha prescindido del carácter fabuloso de los héroes de la epopeya griega para construir figuras que representen el ideal de varón romano, abnegado y fiel a su destino. b.- Horacio (65-8 a.C) Quinto Horacio Flaco provenía de una familia humilde (su padre era un liberto, un esclavo liberado) pero aun así recibió una buena educación en Grecia y Roma, donde entabló amistad con Virgilio, quien le introdujo en el círculo de los protegidos por Mecenas. En sus Épodos, diecisiete poemas de carácter violento y sarcástico en torno a situaciones y anécdotas de Roma, advierte a los romanos de que tantas guerras los llevarán a su propia destrucción, sugiriéndoles que se retiren a las Islas Afortunadas. Este deseo de retiro de la vida ajetreada de la ciuda romana le inspiró el Épodo cuyo primer verso comienza con las palabras Beatus Ille (> Fray Luis de León y su “Oda a la vida retirada”). Por otro lado, sus Sátiras tratan de la vida cotidiana, de la moral y de las costumbres de los romanos; sus 103 composociones conocidas como Odas (Carmina), marcadas por la influencia griega (esp. Alceo y Safo) son de tema diverso: amor, filosofía y moral, patriotismo, elogio de la amistad… De nuevo, estas odas horacianas son famosas por ser la fuente de algunos de los tópicos literarios con más fortuna, sobre todo en el Renacimiento, como el carpe diem (aprovecha el momento) o el aurea mediocritas (literalmente ‘dorada medianía’, es decir, la predilección estoica por estados de ánimo serenos, que huyan de los extremos), entre otras. Del resto de su obra, cabe destacar sus Epístolas, sobre todo “la Epístola a los Pisones” o Arte poética, que junto con la Poética de Aristóteles, es el manual de poética más influyente. c.- Ovidio (43 a.C-17 d.C.) De familia acomodada, Publio Ovidio Nasón se introdujo en el círculo de Valerio Mesala Corvino y alcanzó el éxito en vida, a pesar de que acabó sus días enemistado con Augusto y desterrado cerca del Mar Negro. Podemos dividir su obra en tres etapas. La primera etapa, de juventud, desarrolla fundamentalmente temas amorosos. A ella pertenece su conjunto de elegías Amores, de tema erótico y estilo intimista dedicadas a su amante ficticia Corina, el Arte de amar (consejos a hombres para conquistar a las mujeres y a mujeres para conservar el amor de ellos) y Remedios de amor (consejos para luchar contra el amor, al que se considera una enfermedad, concepción que triunfará en la Edad Media). De la segunda etapa destaca las Metamorfosis, una especie de historia universal de la mitología con un total de 250 leyendas, desprovistas de sentido religioso, en las que las pasiones de los dioses se han humanizado por completo y con el hilo conductor de la transformación o metamorfosis (pej. Dafne y Apolo, Narciso convertido en flor...). Su tercera etapa, iniciada con su destierro en el año 8 d.C, la marcan las Epístolas pónticas (el autor está desterrado en Ponto Euxino), en las que se lamenta de su suerte y pide clemencia a distintas personalidades.