El m undo de las anécdotas se halla poblado en todas partes. Es fácil llenar m u chas páginas con sucedidos locales; pero se corre el riesgo de que los sucesos que el buen h u m o r llena de gracia no tengan la debida au ten ticid ad . P o rq u e el n ú m ero de sucedidos tiene una lim itación que se extiende con variaciones sobre el m ismo tema. A l recoger en " O A R S O " algunas anécdotas de R entería, lo hacem os con la garantía de una auten ticid ad perfectam ente com probada. £ a Virgen d e la Itlagctaten a ya treinta y tan tos años. C on ocasión de las fiestas de la M agdalena, R entería ofrecía una singular anim ación. A la entrad a de la V illa, a la derecha según se va desde San Sebastián, había u n Bar rodeado de una verja de hierro. A q u el año — era en tiem pos de la dictadura del G eneral Prim o de Rivera — se quiso dar u n carácter oficial a las fiestas y el G obernado r C ivil de la provincia fué in vitad o a u n a de las com idas que ese día acostum braban —• y siguen acostum brados — a celebrar los renterianos. Se sirvió en el bar a que hem os hecho referencia y q ue ya ha desaparecido, j B uen m enú ! De aquéllos cuyo costo no pasaba de diez pesetas y que se com ponía de cuatro o cinco platos, langosta y pollo incluidos. Fué u n acto anim adísim o. El gobernador civil estaba encantado al v er la cordial a n im ación de la fiesta. T od o iba bien. Pero alguien tuvo la m alhadada ocurrencia de p e d ir que el G obernad or p ronu nciara u n discurso. Im posible negarse a ello y habló : — R enterianos, amigos; — com enzó diciendo — al festejar como lo estam os haciendo hoy la fiesta de la V IR G E N DE LA M A G D A L E N A . . . El resto del discurso fue difícilm ente perceptible. U na epidem ia de toses había prendido en todos los com ensales. ace H £,a Jefatu ra d e l P a rtid o Iliberal las elecciones de D iputados a C ortes, últim as celebradas antes de la D ictadura, en R entería se decidió el resultado de aquella co nsu lta al C uerpo electoral. Era candidato pro p u esto por el Jefe del G obierno, M arqués de A lhucem as, el exalcalde donostiarra, don M ariano Z u aznabar. D on E duardo V ega de Seoane, en nom bre del P artido Liberal, obligó a que don M ariano Z u a z n a b a r dejara sentada su posición frente al artículo 26 de la C onstitución, q ue se refería a la lib ertad de cultos. H abló el candidato en u n teatro de R entería y declaró que votaría esa libertad. Las co nsecuencias fueron la repulsa de los elem entos derechistas q u e dieron sus votos al M arqués de T e n o rio , perdiendo el Sr. Z u a z nabar — siendo como era u n católico y un gran caballero — el acta na de las simpáticas y populares figuras de Rentería es de D iputado a C ortes protagonista auténtico de una anécdota referida a un nopor San Sebastián. villero que allá por los años 1 9 2 5 al A quellas elecciones dieron lugar a la form ación de gru p os políticos. 3 0 , aspiró a ser figura del toreo. El pomposo apellido daba lugar a singuEn R entería estaba u n sim pático señor O teg u i que tenía la inexplicalar juego de palabras. ble ilusión de ser jefe del partido liberal en la villa. Pero él q uería q ue Alguien, recogiendo esa anécdota el n om bram iento lo hiciera m uy solem nem ente el propio C onde de renteriana, comentó io ambicioso deí R om anones. apellido. Conocía el aspirante la am istad con que me d isting uía el C onde —L lamarse nada menos que C alderón de la B a rc a, es dem asiado — le y me rogó que le pidiera ese n om bram iento. dijeron en Rentería. El C o n ae de R om anones tenía u n agudo sen tid o del h u m o r y El torero, muy modesto, pero con acogió benévolo la p reten sión del señor O tegui. legítima razón, contestó en una carta — V enga V d. con él, — me dijo — y alm orzarán conm igo. al alcade de ia Villa : N o s invitó en el H otel E usk ald un a de H endaya, donde O tegui -«Efectivamente, me ílamo C aldepasó los m om entos más felices de su vida. P o rq ue allí, el Conde, rón de la B a r c a de apellido. P e r o a e s e apellido, que e s el primero, hay puesto en pie, m ientras O teg u i no sabía si arrodillarse o perm anecer que añadir ei materno que me co rre ssentado, puso su m ano en la cabeza y le dijo con una solem nidad ponde. Y, yo, señor Alcalde, me llamo inigualada : Calderón de la B a r c a y MAS.» - Q U E D A V D . U N G ID O JEFE DEL P A R T ID O LIBERAL En efecto, M a s era el segundo DE R E N T E R I A ... apellido del novillero, que era sobrino n E C alderón d e la Barca u carnal del que fué notable periodista guipuzcoano, don Luis M a s Aguirre. A lfred o R. A n t i g ü e d a d