No hay ladrón que por bien no venga Escrito por Claudia Castaño Esta es una obra escrita por el italiano y nobel de literatura, Darío Fo, quien tomando como base la comedia, desglosa toda una crítica social, económica y humana. En esta ocasión la obra fue dirigida por Jorge Rovechy, quien le agrega temas que a pesar de ser cotidianos, todavía son vistos como tabús y prohibidos por nuestra cultura. Pero es precisamente, esos altibajos de nuestra propia cultura los que Rovechy resalta en la interpretación de este montaje, pues encaja temas con los que la sociedad pretende pasar tangencialmente, pero que en realidad están más cerca de lo que pensamos. Es de este modo cómo se desarrolla la obra, criticando directamente la hipocresía de las personas de diferentes grupos sociales, que se recrean como símbolos de un sistema de apariencias y moralidades, en donde la existencia, el estatus y el régimen constituido juegan un papel muy importante; pero a la vez se resalta el no poder obviar la parte humana, que lleva a cada protagonista a enredarse con personajes de realidades diferentes, para demostrar que en el fondo, todos derivamos de la misma necesidad, del mismo sentimiento, en otras palabras, todos somos iguales. La obra Todo comienza cuando un reconocido ladrón irrumpe en la vivienda de un personaje político, con la única intención de hacer su trabajo y retirarse; pero por azares, queda inmiscuido en un lío de faldas. Finalmente no solo se convierte en victima sino en el salvador de los dueños de la casa a quienes termina encubriendo para no ser descubiertos de sus infidelidades, y paradójicamente a pesar de ser un ladrón termina siendo, junto con su esposa, el personaje más digno e íntegro. Los otros cuatro personajes, son caricaturizaciones de lo que conocemos como clase alta, y clase aparentemente alta, pues encontramos al político y su esposa quienes respectivamente llevan una relación furtiva con dos personajes –que resultan siendo esposos– de clase ‘acomodada’, que aparentemente solo buscan ir escalando posiciones sociales aprovechándose de las debilidades carnales y humanas de sus amantes. Al final, y con la necesidad de ocultar sus verdaderas caras y su realidad, terminan haciéndose los de la vista gorda con su naturaleza, y buscan el modo de evadirla para mantenerse en su posición dentro de la sociedad, guardando las apariencias. Elenco y personajes Julián Díaz y Carolina Piedrahita: En sus personajes son los esposos de clase popular. Él es un reconocido ladrón, que solo busca el bienestar de su esposa; ella es una ex boxeadora dedicada a su marido, intensa y de fuerte carácter. Muestran un matrimonio en el que tanto marido como mujer se respetan, se atienden y se defienden entre sí, pues las dificultades que han pasado los llevan a preocuparse más por ellos mismos y sus necesidades, que por su imagen. Estos dos personajes simbolizan una crítica social sobre las apariencias y lo que de verdad ocurre dentro de una familia adinerada. Francisco Ospina y Mónica Espinoza: Él en la obra es un político de gran investidura, pero por fuera de la vida pública tiene sus propias debilidades. Es un personaje que padece de ninfomanía lo cual evidencia la oposición humana que existe, pues al ser un personaje po- lítico debe siempre aparentar ser una persona correcta, aunque en la intimidad no lo sea tanto; su esposa, está caracterizada como la típica mujer que quiere simular una figura de imagen y glamour, enalteciéndose a sí misma ante los demás como una mujer perfecta, pero quien también fue víctima del descontrol de la naturaleza humana y termina involucrada con alguien opuesto a ella. Eduardo López y Margarita Reyes: Ella es la típica niña estereotipada en nuestra sociedad, que creció convencida que con su belleza puede obtener lo que quiere, y esto le permite escalar en posiciones para llegar a donde cree que debe estar, es por esto que termina involucrada con el político, y es en esa noche donde transcurre toda la historia. Al mismo tiempo es la esposa de un personaje también muy conocido por nuestra cultura, un típico ‘traqueto’ acomodado, algo rudo, y drogadicto. Esta obra es una comedia que busca entretener y sobretodo busca las risas del público sobre situaciones conocidas, como la desgracia ajena que en cualquier otro ámbito no podríamos hacerlo. Además de esto, los personajes presentados evocan diferentes elementos que reconstruyen actitudes propias, haciéndonos entender que muchas veces, preferimos pasar por alto nuestra esencia para encajar en un modelo especifico. Una obra basada en situaciones equívocas, ‘gags’ y falsas identidades sacadas de la comedia italiana y adaptada a nuestra cultura por el director, crea un sainete algo surrealista gracias a la interpretación que cada actor le imprime a su personaje, y que lleva a que el público pueda sentir cierto deleite culposo con las circunstancias, pues se encarga de generar una reflexión basada en la identificación y el buen humor de reconocer jocosamente la hipocresía que todos tenemos ante la falsedad de la sociedad que nos rodea.