Las primeras sonrisas Una relación profunda entre dos personas comienza sólo después de que ambas se han mirado a los ojos y sonreído. También el recién nacido puede sonreír. A veces, lo hace espontáneamente. Al principio, esa sonrisa es un reflejo muscular. Pero este reflejo demuestra que cada bebé nace ya con los “instrumentos” necesarios para poder reír y sonreír. Cuatro semanas después de nacer, el pequeño empieza a responder con una sonrisa a sensaciones agradables; por ejemplo, una suave caricia, el rítmico vaivén al llevarlo en los brazos, el agua calentita del baño, las voces conocidas y los sonidos altos. Los actos repetidos durante el baño, la comida y el juego hacen reaccionar al chiquito con una radiante sonrisa. El bebé responde a lo conocido y placentero como si dijera. “ Esto ya lo conozco, me gusta y no es peligroso”. Poco tiempo después, el chiquito sorprende a sus padres con una nueva habilidad: los mira a la cara y les sonríe por iniciativa propia. Es una especie de gesto de saludo que realiza con todas las personas que están a su alrededor, hasta que con el tiempo, distingue las caras familiares y les sonríe y rechaza las extrañas. A los cuatro o cinco meses, la sonrisa se convierte en una alegre risa que es respuesta al amor recibido. El bebé parece decir a toda la familia: “Me encuentro muy a gusto con ustedes”.