La sedación y analgesia del paciente crítico han evolucionado de forma remarcable en los últimos años, constituyendo no sólo un aspecto básico del manejo del paciente crítico, sino también uno de los principales factores que puede influir en el pronóstico vital de los pacientes y, además, un elemento fundamental para un control más eficiente de los recursos disponibles. Dra. Roser Anglès Presidenta de la Societat Catalana de Medicina Intensiva i Crítica Roser Anglès Coll y Francisco Fernández Dorado Deseamos que este texto sea una herramienta útil para la puesta al día en sedación y analgesia, pensada para los profesionales de los pacientes críticos. Sedación y Analgesia en el paciente crítico Conferencia de Expertos de la SOCMIC 2013 Éste es el motivo por el que este año la Conferencia de Expertos de la Societat Catalana de Medicina Intensiva i Crítica (SOCMIC) ha querido centrarse en este tema, y revisar aspectos de sedación y analgesia con una visión amplia. Para ello hemos contado con la colaboración de nuestros mejores expertos, que nos proporcionan en este texto tanto su conocimiento teórico como práctico. Los aspectos tratados abarcan desde la correcta monitorización y el manejo de situaciones especiales –tan habituales en nuestras unidades–, hasta las posibles consecuencias asociadas a la sedación. Conferencia de Expertos de la SOCMIC 2013 Sedación y Analgesia en el paciente crítico Coordinadores Roser Anglès Coll • Francisco Fernández Dorado Sedación y Analgesia en el paciente crítico Coordinadores Roser Anglès Coll Médico Intensivista. Seguridad de Pacientes. Dirección de Procesos y Calidad Hospital Universitari Vall d’Hebron. Barcelona Francisco Fernández Dorado Médico Intensivista Director Médico. Hospital Delfos. Barcelona © 2013 Roser Anglès Coll y Francisco Fernández Dorado Edita: EdikaMed, S.L. Josep Tarradellas, 52 - 08029 Barcelona ISBN: 978-84-7877-764-8 Impreso por: Impulso Global Solutions Depósito legal: B.7321-2013 Quedan rigurosamente prohibidas, sin la autorización escrita de los titulares del Copyright, la reproducción parcial o total de esta obra. Cualquier forma de reproducción, distribución, comunicación pública o transformación sólo puede ser realizada con la autorización de sus titulares, salvo excepción prevista por la ley. Diríjase a EdikaMed, S.L. o a CEDRO (Centro Español de Derechos Reprográficos, www.cedro.org) si necesita fotocopiar, escanear o hacer copias digitales de algún fragmento de esta obra. Relación de autores Alonso Fajardo, José Medel Rebollo, Javier Servicio de Medicina Intensiva Hospital Universitari Vall d’Hebron Barcelona Unidad del Dolor Hospital Universitari Vall d’Hebron. Barcelona Cherta Vivien, Isabel Unidad del Dolor Hospital Universitari Vall d’Hebron. Barcelona Médico Especialista en Medicina Intensiva Unitat de Cures Intensives Hospital Universitari Mútua Terrassa. Barcelona Fidel Kinori, Sara Guila Psicóloga Clínica. Servicio de Psiquiatría Hospital Universitari Vall d’Hebron. Barcelona CIBERSAM Departamento de Psiquiatría Universitat Autònoma de Barcelona Ribera Canudas, M.a Victoria Sandiumenge Camps, Alberto Servicio de Medicina Intensiva Hospital Universitari Joan XXIII. Tarragona Torrado Santos, Herminia Servicio de Medicina Intensiva Hospital Universitari de Bellvitge L’Hospitalet de Llobregat (Barcelona) Martín Delgado, M.a Cruz Turon Viñas, Marc Servicio de Medicina Intensiva Hospital Universitario de Torrejón Torrejón de Ardoz (Madrid) Neuropsicólogo Corporació Sanitària Parc Taulí Sabadell (Barcelona) Relación de autores III Uya Muntaña, Jaume Viñas Viña, Mati Enfermero. Servicio de Medicina Intensiva Hospital Universitari de Bellvitge L’Hospitalet de Llobregat (Barcelona) Profesor Asociado Escuela Universitaria de Enfermería Universitat de Barcelona Responsable del Área de Críticos Pediátricos Instituto Universitario USP Dexeus. Grupo Quirón. Barcelona IV Sedación y Analgesia en el paciente crítico Vitoria Rubio, Sara Unidad de Cuidados Intensivos Hospital Universitari Germans Trias i Pujol Badalona (Barcelona) Índice 1. Herramientas para la monitorización de la sedación . . . . . . . . . . . . . . 1 Isabel Cherta Vivien 2. Monitorización del dolor en el paciente crítico . . . . . . . . . . . . . . . . 13 Jaume Uya Muntaña 3. Delirio y sedación . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 25 José Alonso Fajardo 4. Técnicas analgésicas en el paciente crítico . . . . . . . . . . . . . . . . . 37 Javier Medel Rebollo, M.a Victoria Ribera Canudas 5. Sedoanalgesia en el paciente pediátrico crítico . . . . . . . . . . . . . . . . 47 Matí Viñas Viña 6. Optimización de la sedación prolongada en UCI . . . . . . . . . . . . . . . . 63 Herminia Torrado Santos Índice V 7. Sedación difícil en el paciente crítico . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 75 Alberto Sandiumenge Camps 8. Miopatía y otras alteraciones físicas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 91 Sara Vitoria Rubio 9. Alteraciones emocionales en pacientes bajo el uso de sedación y analgesia en las UCI . 101 Sara Guila Fidel Kinori 10. Alteraciones cognitivas en el paciente crítico . . . . . . . . . . . . . . . . 115 Marc Turon Viñas 11. Sedación y analgesia: indicadores de calidad de la SEMICYUC . . . . . . . . . 123 M.a Cruz Martín Delgado VI Sedación y Analgesia en el paciente crítico 1 Herramientas para la monitorización de la sedación Isabel Cherta Vivien Unitat de Cures Intensives Hospital Universitari Mútua Terrassa. Barcelona La sedación y la analgesia son elementos esenciales para el cuidado de los pacientes críticos. Se puede definir la sedación como el tratamiento que cubre las necesidades de ansiólisis, hipnosis, analgesia y amnesia del paciente. La mayor parte de estos enfermos experimentan dolor, ansiedad, miedo o delirio como parte de su enfermedad crítica en la unidad de cuidados intensivos (UCI). Estos sentimientos pueden acentuarse al instaurar terapias de soporte vital, como la ventilación mecánica, por lo que es necesario asegurar al paciente confort para tolerar los cuidados habituales de un paciente encamado, aliviar el trabajo respiratorio, adaptarse a la ventilación mecánica y asegurar el control del dolor. No obstante, la sedación tiene tanto efectos beneficiosos como deletéreos, por lo que debe adaptarse a las necesidades del paciente en todas las etapas de su evolución, ya que, para el mismo individuo, los requerimientos de sedación pueden variar en diferentes momentos y según las circunstancias clínicas. En la farmacocinética de los fármacos influye la patología subyacente que ha llevado al paciente crítico a la UCI, así como los cambios fisiológicos que experimenta. También la alteración de la unión de los fármacos a las proteínas, los cambios en el volumen de distribución y la disfunción orgánica conducen a diferencias entre pacientes en cuanto a la respuesta a éstos. Por estas razones es necesario controlar la sedación, la analgesia y la agitación de los internados en la UCI, para cuantificarlos y adaptarlos a los objetivos indicados. De forma ideal, en la mayoría de casos el objetivo sería una sedación ligera que permitiera al paciente estar tranquilo, cooperador, sin dolor y adaptado al ventilador. Una sedación excesiva comporta peligros para el enfermo, ya que se asocia a ventilación mecánica prolongada, mayor incidencia Herramientas para la monitorización de la sedación 1 de infecciones intrahospitalarias, úlceras de decúbito, compresión de nervios, delirio, aumento del tiempo de ingreso en UCI y en el hospital, así como mayor coste hospitalario (incluidas pruebas radiológicas, para valorar el estatus neurológico, o analíticas, innecesarias) [1]. Por otra parte, una sedación insuficiente puede comportar dolor, agitación, asincronía con el ventilador, isquemia miocárdica, autoextubación o retirada de catéteres endovenosos, así como complicaciones al alta tipo trastorno por estrés postraumático. Los pacientes también pueden experimentar ansiedad secundaria a deprivación de sueño y/o la incapacidad para comunicarse [2,3]. El dolor es un síntoma frecuentemente experimentado por el paciente crítico, tanto por la propia intubación y la ventilación mecánica, como a consecuencia de los cuidados rutinarios (movilización del paciente en la cama, cuidados de drenajes, tubo orotraqueal o catéteres). Es de gran importancia asegurar la analgesia adecuada, ya que un control adecuado del dolor puede permitir reducir en cuantía importante el uso de sedantes [4]. Una vez asegurada la ausencia de dolor, deben ser valoradas las necesidades de sedación del paciente. Cuando el intensivista prescribe sedación, deben emplearse protocolos y escalas de sedación validadas para guiar la dosificación de estos fármacos. Las guías recomiendan establecer un nivel de sedación objetivo, que debe ser valorado y documentado sistemáticamente; asimismo, debe ser redefinido regularmente para cada paciente [5,6]. La sedación es una ciencia inexacta, debido a las variaciones farmacocinéticas y farmacodinámicas del paciente; a diferencia de otros 2 Sedación y Analgesia en el paciente crítico parámetros, como la presión arterial, que puede ser objetivamente valorada, la sedación no dispone de un parámetro fisiológico que pueda ser fácilmente objetivado. Por esta razón se requieren herramientas que proporcionen información real al médico de UCI, y deben ser válidas, fiables y sensibles, simples, fáciles de memorizar y de utilizar para ser aceptadas, especialmente por el personal de enfermería, que es quien deberá aplicarlas a diario al lado del paciente [7]. Para la monitorización de la sedación disponemos de dos tipos de herramientas: escalas de sedación y medidas objetivas indicadoras del nivel de consciencia y de la actividad cerebral. Escalas de sedación La introducción de una escala de sedación en la práctica clínica ha demostrado menos horas de sobresedación y reducción de costes en sedación, así como menor necesidad de soporte vasopresor por hipotensión secundaria a los sedantes. Existe una gran variabilidad en cuanto a la utilización de escalas o a la existencia de protocolos escritos. Estudios epidemiológicos indican sedación profunda en el 33-50% de los pacientes y una valoración sobre las costumbres en diversas UCI en Europa muestra su insuficiente utilización (fig. 1) [1,7]. La implementación de una escala de sedación tiene un impacto positivo en la precisión de la administración de sedantes, con mayor frecuencia de nivel apropiado de sedación y menor incidencia de exceso de fármacos, reducción en las dosis de sedantes y analgésicos, menor tiempo de ventilación mecánica e incluso menor uso de vasopresores. Al incorporar estrategias que valoran la agitación se reduce la incidencia de ésta, la duración de la ventilación mecánica y la tasa de infecciones nosocomiales. Se ha comprobado que un programa de entrenamiento en la unidad se traduce en una mayor aplicación de las escalas a medio y largo plazo [8]. Los mínimos criterios que debe cumplir una escala son la validez, la sensibilidad y la reproductividad. Una buena escala de sedación debería cumplir las siguientes características: a) desarrollo multidisciplinario riguroso; b) fácil de realizar, repetir e interpretar; c) criterios bien definidos para cada nivel; d) suficientes niveles de sedación para ajustar el nivel de fármaco; e) valoración de la agitación, y f) fiabilidad y validez evidentes. Las escalas más robustas en el aspecto metodológico son la ATICE (Adaptation to Inten- sive Care Environment) y la RASS (Richmond Agitation-Sedation Scale), las cuales, junto con la escala de Ramsay (Ramsay Sedation Scale, RSS), que destaca por su simplicidad, son las más utilizadas. Existen otras, como la Sedation Agitation Scale (SAS), la Motor Activity Assessement Scale (MAAS), la Vancouver Interactive and Calmness Scale (VICS) y la Minnesota Sedation Assessment Tool (MSAT) [7,9]. El dominio principal de la mayoría de escalas es la consciencia, que va en rango desde alerta hasta comatoso, con un subdominio de paciente «despertable», a menudo en respuesta a estímulos de intensidad creciente (RSS, RASS, ATICE y MSAT). Valoran una respuesta simple (movimiento, apertura ocular o respuesta a una orden tipo «míreme») espontáneamente o en respuesta a estímulos físicos al paciente, que evolucionan de forma lógica reflejando progresivamente profundi- 100 65 (%) 60 61 49 47 45 45 40 40 40 39 33 Switzerland Italy Belgium + Lux France Netherlands Sweden Finland Germany Denmark Spain + Portugal 0 UK + Ireland 20 21 18 Austria 72 Norway 80 Figura 1. Prevalencia de la utilización de una escala de sedación en Europa [7]. Herramientas para la monitorización de la sedación 3 dad en la sedación. La valoración se puede hacer de forma rápida y los resultados son fácilmente repetibles. Escala de Ramsay (RSS) (tabla 1) Se introdujo en 1974 como un instrumento subjetivo para evaluar el nivel de consciencia durante el uso de medicaciones sedativas en la UCI. Es una escala de 6 puntos que explora 2 dominios (nivel de consciencia y grado de agitación) en un solo ítem. Se describen 6 niveles: un nivel de agitación (nivel 1), un nivel donde el paciente se describe como «tranquilo, cooperador y orientado» pero sin exacta precisión del nivel de alerta (nivel 2) y cuatro niveles de consciencia alterada (niveles 3 a 6). Se le reprocha falta de precisión, pero su utilización es fácil y rápida, lo que la hace universal. Tabla 1. Escala de Ramsay (RSS) Score Definition 1 Anxious and agitated or restless or both 2 Cooperative, oriented, and tranquil 3 Responds to commands only 4 Brisk response to a light glabellar tap or loud auditory stimulus 5 Sluggish response to a light glabellar tap or loud auditory stimulus 6 No response to a light glabellar tap or loud auditory stimulus Performed using a series of steps: observation of behavior (score 1 or 2), followed (if necessary) by assessment of response to voice (score 3), followed (it necessary) by assessment of response to loud auditory stimulus or light glabellar tap (score 4 to 6). 4 Sedación y Analgesia en el paciente crítico Escala de Richmond (RASS) (tabla 2) Es una escala de medida del nivel de consciencia y del de agitación. Mantiene la misma estructura que la escala de Ramsay en un solo ítem, pero con valores positivos para el dominio de la agitación y valores negativos para el nivel de consciencia, siendo el nivel 0 el que corresponde a un paciente despierto y tranquilo. La escala tiene 10 puntos. Los 4 niveles de agitación o ansiedad incluyen la adaptación al respirador y se les asigna valores positivos: de +1 a +4 (agitación combativa) y equivale a una puntuación de Ramsay 1. El nivel 0 (tranquilo y despierto) corresponde a Ramsay 2. A los 4 niveles de sedación se les asigna valores negativos (de –1 a –4) y corresponden a Ramsay entre 3 y 6. Esta escala soluciona en parte el problema de la ambigüedad del paciente inclasificable (comatoso y agitado) en la escala de Ramsay. El empleo de una escala de sedación-agitación permite identificar la agitación o ansiedad, propiciando una intervención terapéutica, así como un mayor reconocimiento y tratamiento del dolor, delirio u otras patologías que producen agitación. Es importante tener en cuenta que la agitación puede ser el reflejo de un mal control del dolor o puede ser secundaria a otros problemas que requieren atención inmediata, como isquemia miocárdica o mal posicionamiento del tubo orotraqueal. La escala RASS separa el estímulo verbal del físico, de forma que el nivel de alerta del paciente puede ser graduado en función de la intensidad del estímulo. Además, se correlaciona con la aparición de inatención y delirio, lo que permite completar la valoración con escalas que lo amplían (CAM-ICU) [10]. Tabla 2. Escala de Richmond (RASS) Score Term Description +4 Combative Overtly combative or violent; immediate danger to staff +3 Very agitated Pulls on or removes tube(s) o catheter(s) or has aggressive behavior toward staff +2 Agitated Frequent nonpurposeful movement or patient-ventilator dyssynchrony +1 Restless Anxious or apprehensive but movements not aggressive or vigorous 0 Alert and calm –1 Drowsy Not fully alert, but has sustained (more than 10 s) awakening, with eye contact in response to voice –2 Light sedation Briefly (less than 10 s) awakens with eye contact in response to voice –3 Moderate sedation Any movement (but no eye contact) in response to voice –4 Deep sedation No response to voice, but any movement in response to physycal stimulation –5 Unarousable No response to voice or physical stimulation Procedure 1.Observe patient. Is patient alert and calm (score 0)? Does patient have behavior that is consistent with restlessness or agitation (score, +1 to +4 using the criteria listed under Description)? 2.If patient is not alert, in a loud speaking voice state patient’s name and direct patient to open eyes and look at speaker Repeat once if necessary. Can prompt patient to continue looking at speaker Patient has eye opening and eye contact, which is sustained for more than10 s (score, –1) Patient has eye opening and eye contact, but this is not sustained for 10 s (score, –2) Patient has any movement in response to voice, excluding eye contact (score, –3) 3.If patient does not respond to voice, physically stimulate patient by shaking shoulder and then rubbing stemum if there is no response to shaking shoulder Patient has any movement to physical stimulation (score, –4) Patient has no response to voice or physical stimulation (score, –5) Herramientas para la monitorización de la sedación 5 Escala ATICE (tabla 3) • Nivel de alerta (0: ojos cerrados sin movimientos; 5: ojos abiertos espontáneamente). • Nivel de comprensión (5 niveles de 1 punto cada uno, se pueden sumar). El dominio tolerancia (0-10) abarca tres apartados: • Grado de agitación (0: agitación peligrosa; 3: tranquilo). Esta escala explora 2 dominios (nivel de consciencia y la tolerancia al medio) repartidos en 5 ítems. El dominio consciencia (0-10) comprende dos apartados: Tabla 3. Escala ATICE Consciousness domain Awakeness (graded à to 5) Comprehension (sum of the 1-point responses) Eyes closed, no mimic 0 «Open (close) your eyes» 1 Eyes closed, only face mimic after strong painful stimulation 1 «Open your mouth» 1 Eyes opening after strong painful stimulation 2 «Look at me» 1 Eyes opening after light painful stimulation 3 «Nod yes with your head» 1 Eyes opening after verbal order 4 «Close your eyes and open your mouth» 1 Eyes opening spontaneously 5 Total score Tolerance domain Calmness (graded 0 to 3) 6 Ventilator synchrony (sum of the 1-point elements) Face relaxation graded 0 to 3) Life-threatening agitation 0 No blockade of the inspiratory phase of ventilation 1 Permanent grimacing 0 Agitation, does not respond to verbal order 1 No respiratory rate > 30 1 Severe provoked grimacing 1 Agitation, responds to verbal order 2 No cough 1 Moderate provoked grimacing 2 Calm 3 No use of accessory respiratory muscles 1 Relaxed face 3 Sedación y Analgesia en el paciente crítico • Adaptación al ventilador (4 niveles de 1 punto cada uno, se pueden sumar). • Expresión de la cara (0: mueca permanente; 3: faz relajada). La puntuación total de la escala ATICE va desde 0 (paciente comatoso con muy mala tolerancia) a 20 (paciente consciente con buena tolerancia). Escala MSAT (tabla 4) [11] Adaptada a los pacientes profundamente sedados, explora 2 dominios en 2 ítems: Actividad motora espontánea en función de los grupos musculares en acción (esta actividad motora espontánea no es medi- da de agitación, pero revela un cierto grado de ésta): • Abdominales o dorsales (4). • Proximales (3). • Distales, cabeza y cuello (2). • Ningún movimiento espontáneo (1). Nivel de consciencia en 6 niveles (1, sin movimientos → 6, despierto, ojos abiertos). Escala SAS (tabla 5) [12] Esta escala de 7 niveles es fiable y válida (alta correlación con la escala de Ramsay), y valora agitación y sedación en pacientes adultos de UCI. Proporciona información adicional, estratificando la agitación en 3 categorías (comparando con RSS) sin perder validez o fiabilidad. Incluye, pues, 3 niveles de agitación Tabla 4. Escala MSAT Procedure for Scoring the MSAT 3. Movement of proximal limbs (hip or shoulder) 1. Record the highest level of unstimulated sponta- 2. Movement of distal limbs or head and neck mus- neous motor activity observed in the last 10 min 2. Walk to the right shoulder and observe eye open- ing and/or tracking 3. If no eye opening, call first name and «open your eyes!» 4. If no eye opening yet, shake right shoulder firmly, call first name and «open your eyes» 5. Choose the arousal scale category appropriate for the patient’s response to procedures 2 to 4 6. Judge the current quality of the sedation therapy as «adequate», «oversedated», or «undersedated». Use any clinical information available to you in addiction to the scale levels Motor Activity Scale 4. Movement of central muscle group (back or ab- cles 1. No spontaneous movement Note: Disregard respiratory efforts, cough, swallowing, eye movement, or isolated tiny muscle contractions Arousal Scale 6. Eyes open spontaneously with tracking 5. Eyes open spontaneously but not tracking 4. Eyes closed but open to sound of voice 3. Eyes closed but open to shoulder shake plus sound of voice 2. Eyes stay closed, but other patient movement ob- served in response to stimulation 1. Eyes stay closed and no patient movement is ob- served in response to stimulation dominal muscles) Herramientas para la monitorización de la sedación 7 Tabla 5. Escala SAS 7 Dangerous agitation Pulling at ET tube, trying to remove, catheters, climbing over bed rail, striking al staff, thrashing side-to-side 6 Very agitated Does not calm, despite frequent verbal reminding of limits; requires physical restraints, biting ET tube 5 Agitated Anxious or mildly agitated, attempting to sit up, calms down to verbal instructions 4 Calm and cooperative Calm, awakens easily, follows commands 3 Sedated Difficult to arouse, awakens to verbal stimuli or gentle shaking but drifts off again, follows simple commands 2 Very sedated Arouses to physical stimuli but does not communicate or follow commands, may move spontaneously 1 Unarousable Minimal or no response to noxious stimuli, does not communicate or follow commands (5-7), un nivel de paciente tranquilo y cooperador (4), y 3 niveles de sedación (1-3). Escala VICS (tabla 6) [13] Evalúa 2 dominios: el grado de agitación y el de interacción (o sea, la aptitud para cooperar y comunicarse), con 5 niveles cada uno. Escala MAAS (tabla 7) [14] Categoriza claramente a los pacientes de UCI en un amplio espectro cognitivo (desde la falta de respuesta a los estímulos habituales a los que se encuentran peligrosamente agitados), empleando descripciones claras y concisas para cada categoría. 8 Sedación y Analgesia en el paciente crítico Medición objetiva de la actividad cerebral Se realiza por medio de monitores que registran las señales de electroencefalograma (EEG) corticales y se traducen en valores numéricos que reflejan la profundidad de la sedación del cerebro. No obstante, descansan en el concepto de que la consciencia radica a nivel cortical, lo cual quizás es una simplificación de un proceso neurológico muy complejo [6]. BIS (análisis biespectral del EEG) Consta de un monitor y de un sensor (compuesto por dos electrodos o cuatro, según las versiones) situados en la zona frontotempo- Tabla 6. Escala VICS Interactive Score/30 Strongly agree Agree Mildly agree Mildly disagree Disagree Strongly disagree Patient interacts 6 5 4 3 2 1 Patient communicates 6 5 4 3 2 1 Information communicated by patient is reliable 6 5 4 3 2 1 Patient cooperates 6 5 4 3 2 1 Patient needs encouragement to respond to questions 1 2 3 4 5 6 Calmness Score/30 Strongly agree Agree Mildly agree Mildly disagree Disagree Strongly disagree Patient appears calm 6 5 4 3 2 1 Patient appears restless 1 2 3 4 5 6 Patient appears distressed 1 2 3 4 5 6 Patient is moving around uneasily in bed 1 2 3 4 5 6 Patient is pulling at lines/tubes 1 2 3 4 5 6 ral. Se registra un trazo de EEG a partir del cual se obtiene un valor numérico, el BIS. El monitor muestra en pantalla, en tiempo real, el valor numérico del índice BIS, el trazado de EEG, el índice de calidad de la señal y la señal del electromiograma (EMG). El valor del BIS se representa en una escala desde 0 (trazado plano) a 100 (paciente despierto). La interferencia más problemática es la que genera el EMG, ya que puede aumentar falsamente el valor BIS y, por tanto, exponer al paciente al riesgo de sedación excesiva. En pacientes bajo relajación muscular aumenta la fiabilidad del registro BIS, ya que desaparece su interferencia. La aplicación del BIS en la UCI sigue siendo controvertido. En pacientes bajo sedación ligera, la aplicación de una escala es superior al uso del BIS. Sus indicaciones se limitarían allí donde las escalas de sedación tienen menor eficacia, como situaciones de sedación profunda (Ramsay 6, RASS –5, SAS 1), pacientes en coma barbitúrico, pacientes bajo Herramientas para la monitorización de la sedación 9 Tabla 7. Escala MAAS Score Description Definition 0 Unresponsive Does not move with noxious stimulus* 1 Responsive only to noxious stimuli Open eyes OR raises eyebrows OR turns head toward stimulus OR moves limbs with noxious stimulus* 2 Resposive to touch or name Opens eyes OR raises eyebrows OR turns head toward stimulus OR moves limbs when touched or name is loudly spoken 3 Calm and cooperative No external stimulus is required to elicit movement AND patient is adjusting sheets or clothes purposefully and follows commands 4 Restless and cooperative No external stimulus is requiered to elicit movement AND patient is picking at sheets or tubes OR uncovering self and follows commands 5 Agitated No external stimulus is required to elicit movement AND attempting to sit up OR moves limbs out of bed AND does not consistently follow commands (e.g., will lie down when asked but soon reverts back to attempts to sit up or move limbs out of bed) 6 Dangerously agitated, uncooperative No external stimulus is required to elicit movement AND patient is pulling at tubes or catheters OR thrashing side to side OR striking at staff OR trying to climb out of bed AND does not calm down when asked * Noxious stimulus, suctioning OR 5 secs of vigorous orbital, sternal, or nail bed pressure. relajación muscular y coma no terapéutico. Se requieren estudios aleatorios y controlados en pacientes de UCI antes de que pueda recomendarse el BIS como parte del control habitual del paciente bajo sedación [5-7]. Entropía El control y seguimiento de la entropía está basado en la adquisición y el procesamiento de las señales del EEG y la electromiografía frontal (FEMG). Los patrones de EEG y de FEMG se vuelven más regulares a medida que la anestesia va saturando partes más profundas del cerebro. La entropía mide 10 Sedación y Analgesia en el paciente crítico la irregularidad de las señales del EEG y la FEMG. Consta de un sensor frontal conectado al módulo «entropy». Cuando la señal es más regular se obtienen valores de entropía bajos, que se pueden asociar con una baja probabilidad de conciencia. Hay dos parámetros de entropía: la entropía de respuesta (RE), un parámetro de reacción rápida, y la entropía de estado (SE), un parámetro más constante y sólido. La SE es la entropía de la señal EEG calculada hasta 32 Hz, y se visualiza en rango de 0 a 91; siempre es menor o igual al valor de la entropía de respuesta y no se ve afectada por las reac- ciones de los músculos faciales, porque está basada en la señal del EEG. La administración de bloqueantes neuromusculares no afecta al EEG. La RE es sensible a la activación de los músculos faciales, o sea, FEMG, e incluye altas frecuencias adicionales de hasta 47 Hz; se visualiza en rangos de 0 a 100. Los valores de entropía pueden variar en función del paciente. La tos, los movimientos frecuentes de los ojos y los del mismo paciente pueden producir artefactos que interfieren con la medición, al igual que las crisis convulsivas. Los datos de entropía pueden ser contradictorios en pacientes con enfermedades y traumatismos neurológicos o sus secuelas. Se han realizado diversos estudios con la entropía en el ámbito anestésico, pero no en cuidados intensivos, por lo que plantea la misma problemática que el BIS. Además de la entropía se han desarrollado otros tipos de monitores para el control de la actividad eléctrica cerebral: Patient State Index (PSI), Cerebral State Monitor y Narcotrend monitor [6,7]. Potenciales evocados auditivos (PEA) Los PEA se han analizado en pacientes en coma para objetivar la integridad de las funciones cognitivas en individuos incluso no cooperadores. En anestesia, los estudios se orientan al perfil de recuperación de las funciones cognitivas y mnésicas después de anestesia general, durante el periodo de despertar postoperatorio. En pacientes de UCI se ha observado que los PEA, especialmente la onda N100, pueden diferenciar entre seda- ción ligera (SAS 4) y profunda (SAS 2). No obstante, por el momento se trata de estudios y no de técnicas de uso habitual en las unidades de pacientes críticos [3,4]. 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Escuela Universitaria de Enfermería Universitat de Barcelona Acerca del dolor La International Association for the Study of Pain (IASP) define el dolor como una experiencia sensorial y emocional desagradable, relacionada con daño a los tejidos, real o potencial, o descrita por el paciente como dolorosa. La experiencia dolorosa está influenciada por diferentes factores, entre los que se incluyen los culturales, los sociales y los cognitivos. Las experiencias previas que ha tenido una persona con el dolor, la duración, la intensidad, la extensión, el origen o la causa, las consecuencias y la posibilidad que tuvo o no de controlarlo condicionarán cómo lo vivirá, controlará y afrontará en el futuro [1]. Por tanto, el dolor se debe entender como una experiencia personal y subjetiva. El control y tratamiento del dolor es uno de los objetivos tradicionales de la medicina en el cuidado de los pacientes. Sin embargo, pese a décadas de estudio de los mecanismos fisiopatológicos de la producción del dolor, de la disponibilidad de fármacos efectivos y seguros, y de los avances en el manejo del paciente, hoy en día sigue siendo detectado y evaluado tardíamente, tratado inadecuadamente en la mayoría de los pacientes hospitalizados e infravalorado por el personal sanitario encargado de su cuidado [2]. El dolor en el paciente crítico La presencia de dolor en los pacientes críticos es un fenómeno común en las unidades de cuidados intensivos (UCI). La bibliografía científica publicada manifiesta que, en la mayoría de los pacientes ingresados en la UCI, el dolor se evaluó y trató inadecuadamente, Monitorización del dolor en el paciente crítico 13 suponiendo un problema y una fuente potencial de estrés para el paciente crítico, para sus familiares y para el personal sanitario [3,4]. Cabe destacar la importancia de los estudios SUPPORT (Study to Understand Prognoses and Preferences for Outcomes and Risks of Treatment) y DOLOREA. El primero, realizado con 9.105 pacientes de 5 hospitales universitarios, evaluó la experiencia del dolor de los pacientes con enfermedades graves y su satisfacción con su control durante los días de hospitalización. Concluyó que el 50% de los pacientes sufrieron dolor, de los cuales en el 15% fue de intensidad moderada o extrema, mostrando un claro grado de insatisfacción con su tratamiento y control [5]. El segundo, también multicéntrico, se realizó en 44 UCI y describió las prácticas habituales en analgesia y sedación en 1.381 pacientes con ventilación mecánica (VM) durante la primera semana de estancia en UCI. Observaron que sólo al 42% de ellos se les evaluó el dolor y su intensidad en el segundo día de estancia en la UCI, pese a que el 90% de éstos recibía tratamiento con opiáceos. Un hallazgo importante de este último estudio fue que la valoración del dolor es un factor independiente en la reducción de días de VM y de estancia en la UCI [6]. El dolor en el paciente crítico puede tener múltiples orígenes. La propia causa que motiva su ingreso en la UCI (traumatismos, hemorragias subaracnoideas, sepsis, insuficiencia respiratoria, etc.) ya puede suponer una fuente de dolor. Generalmente, para su cuidado y tratamiento se necesita realizar procedimientos invasivos, como, por ejemplo, intervenciones quirúrgicas, inserción de drenajes, catéteres, sondas, tubo orotraqueal, ventilación mecánica no invasiva, etc. 14 Sedación y Analgesia en el paciente crítico Durante su estancia en la UCI, el paciente requiere de cuidados enfermeros y de técnicas que pueden resultar dolorosas, como es el caso del mantenimiento de la vía aérea artificial permeable con la aspiración de secreciones, realización de cambios posturales para evitar lesiones cutáneas y proporcionar confort, cura de heridas, etc., y, en colaboración con otros profesionales, ejercicios de fisioterapia respiratoria y motora. Otras causas de producción de dolor en la UCI pueden ser la inmovilización o el encamamiento prolongado y la presencia de infecciones ocultas que pueden pasar desapercibidas, como es el caso de otitis, sinusitis, abscesos, etc. [7-9]. Cabe reseñar la importancia del estudio Thunder Project II, realizado en 169 hospitales de Estados Unidos, Canadá, Reino Unido y Australia, con un total de 5.957 pacientes, en los que se analizó la respuesta ante 6 procedimientos habituales realizados en la UCI considerados dolorosos: la movilización del paciente, la inserción de un catéter venoso central, la retirada de un drenaje, la cura de heridas, la aspiración traqueal y la retirada de un introductor femoral. Este estudio dejó claro que el procedimiento más doloroso en pacientes adultos de la UCI es la movilización o cambio postural, seguido de la retirada de un drenaje, la cura de heridas, la aspiración traqueal, la inserción de un catéter venoso central y la retirada de un introductor femoral [10]. El primer paso para detectar la presencia de dolor en un paciente crítico es evaluarlo, y la mejor forma de hacerlo y conseguir la máxima información es preguntándoselo al propio paciente. Esta forma de obtener información, tan sencilla, práctica y precisa, deja de serlo cuando un paciente tiene alterada la ca- pacidad de comunicación, bien sea verbal o gestual, debido a una disminución del nivel de conciencia, delirio o por la necesidad de VM. Dadas las características propias y la gravedad del paciente crítico, esta situación es habitual. Por ello, desde hace más de dos décadas, se está estudiando y trabajando en la obtención de la mejor manera de evaluar y controlar la presencia de dolor en el paciente crítico no comunicativo [2]. A diferencia de otros parámetros, monitorizados con frecuencia y facilidad en la UCI, como son, por ejemplo, la presión arterial, la frecuencia cardiaca y los marcadores bioquímicos, no existe ningún parámetro neurobiológico capaz de evaluar el dolor ni de objetivar su intensidad o su alivio [11]. Un estudio reciente [12] ha intentado relacionar la respuesta conductual y los parámetros de pacientes críticos sedados y con VM obtenidos por el índice biespectral (BIS), los cambios en el electromiograma (obtenido desde la señal del BIS) y los signos vitales (presión arterial media y frecuencia cardiaca) ante un estímulo conocido como doloroso (movilización y aspiración de secreciones). El BIS y la escala conductual utilizada para evaluar la respuesta frente al estímulo doloroso fueron sensibles, a diferencia de los signos vitales, que, como ya se había observado en otros estudios [13], permanecieron estables o su alteración fue leve. Hoy en día no se dispone de una escala internacionalmente aceptada para la valoración del dolor en el paciente crítico no comunicativo. Pero sí existe consenso entre asociaciones científicas y profesionales de la salud, y es que, cuando un paciente no puede expresar la presencia de dolor, debemos respaldarnos en herramientas indirectas, como son los indicadores fisiológicos y los conductuales [14,15]. Los primeros deben ser analizados con sumo cuidado, puesto que en el contexto de la UCI (hipertensión arterial, taquicardia, sudoración, midriasis, etc.) pueden estar artefactados por la medicación administrada, la sedación o por la afectación del sistema nervioso central. Algunos autores sugieren que, pese a ser unos indicadores fáciles de obtener y monitorizar, no son suficientemente sensibles y que las escalas para la evaluación del dolor que utilizan este tipo de indicadores deberían aplicarse cuidadosamente a fin de no infravalorarlo [8,13,15]. Los segundos, los indicadores conductuales, han demostrado ser más sensibles para la valoración del dolor en el enfermo crítico no comunicativo. Éstos son: la expresión facial, la presencia de movimientos o posturas antiálgicas, el tono muscular, y algunos autores empiezan a aceptar la adaptación a la VM [16,17]. Actualmente, la elaboración y validación de escalas conductuales para la evaluación del dolor en el paciente crítico no comunicativo sigue siendo objetivo de muchos estudios, situación que enfatiza la magnitud e importancia de este problema [6]. Evaluación y monitorización del dolor en el paciente crítico Una correcta evaluación del dolor incluye preguntar al paciente sobre sus características: localización, irradiación, tipo de dolor, factores precipitantes, factores aliviantes, duración Monitorización del dolor en el paciente crítico 15 En la actualidad existen multitud de escalas útiles y, algunas de ellas, validadas para una correcta evaluación y monitorización del dolor en el paciente crítico. La diferencia entre unas y otras radica en los indicadores que utilizan para conceptuar la presencia o no de dolor y para el tipo de paciente al que va dirigido. Numérica (EVN). En la primera, la intensidad del dolor se representa en una línea de 10 cm. En los extremos aparecen los términos «no dolor» y «dolor extremo» o el «peor dolor imaginable» (fig. 1). La distancia en centímetros desde el punto 0 o «no dolor» al punto indicado por el paciente representa la intensidad del dolor. La disposición en la que se presenta esta escala al paciente, vertical u horizontal, no afecta al resultado. Un valor inferior a 4 en la EVA indica un dolor leve o leve-moderado, entre 4 y 6 significa la presencia de dolor moderado-grave, y un EVA superior a 6 significa la presencia de un dolor muy intenso. La segunda, la EVN, es muy parecida a la anterior: la diferencia está en que el paciente expresa su percepción del dolor (fig. 1); puede emplearse de forma oral o escrita. Tiene muy buena correlación con la EVA y utiliza los mismos parámetros para discernir la intensidad de dolor [7,20,21]. La escala más utilizada es la Escala Visual Analógica (EVA), seguida de la Escala Verbal Uno de los requisitos para utilizar estas escalas es que el paciente tenga buena coor- e intensidad [3,4]. La evaluación del dolor debe realizarse sin la presencia del estímulo doloroso [18]. Una vez detectado, el siguiente paso es disminuirlo; para ello, además de iniciar el tratamiento adecuado (farmacológico y no farmacológico), lo controlaremos con frecuencia, revaluando los cambios producidos una vez instaurado el tratamiento. Algunos autores sugieren que la evaluación del dolor debería considerarse la quinta constante vital, después de la presión arterial, la frecuencia cardiaca, la respiratoria y la temperatura corporal [19]. NRS 0 1 2 3 4 5 6 7 8 9 10 VAS No pain =0 Worst pain imaginable Figura 1. Escala Visual Analógica (Visual Analog Scale [VAS]) y Escala Verbal Numérica (Numerical Rating Scale [NRS]) [7]. 16 Sedación y Analgesia en el paciente crítico dinación motora y visual y que disponga de un mínimo nivel de estudios. Por ello, con los años, se han adaptado y elaborado nuevas escalas. Recientemente, Ergün et al. han diseñado una escala para pacientes con bajo nivel de estudios llamada Full Cup Test (fig. 2). Al paciente se le facilita una figura con un cubo vacío y se le explica que máximo dolor es sinónimo de cubo lleno y vacío, ausencia de dolor. Una vez señalado el nivel de líquido del cubo, el profesional que evalúa la intensidad de dolor del paciente lo calcula utilizando la siguiente fórmula: altura (h) desde la base del cubo hasta la señal realizada por el paciente entre la altura del cubo (l) y multiplicado por 100 (h / l × 100) [22]. Existen otras escalas para evaluar el grado de dolor de un modo descriptivo en el paciente comunicativo, como es el caso del McGill Pain Questionnaire, pero, debido a su complejidad y sofisticación (precisa responder a 16 grupos de preguntas), no supone ninguna ventaja con los pacientes críticos [7]. Ante un paciente crítico consciente y con la capacidad de comunicación alterada, debemos buscar estrategias para obtener la máxima información acerca de la presencia o no de dolor y de su intensidad. Éste es el caso de pacientes que se encuentran en proceso de weaning, de despertar después de una cirugía o de los que hayan recuperado mínimamente el nivel de conciencia. Debemos preguntarles con claridad si tienen dolor y darles tiempo a que nos respondan movilizando la cabeza, con movimientos oculares o dejándoles que nos señalen dónde les duele. Además, nos podemos servir de escalas como la EVN y obtener la respuesta observando el número de dedos de la mano que extiende, u ofrecerles diagramas del cuerpo y que el paciente indique los puntos dolorosos o dándole la oportunidad de escribir dónde y cuánto le duele. Igual que en un paciente comunicativo, una vez detectada la presencia de dolor, lo monitorizaremos revaluándolo y registrando sus cambios en la intensidad una vez instaurado el tratamiento. l h Cup is empty = No pain* Cup is partly full = Moderate pain* Cup is completely full = Most severe pain* * Score: h/l × 100 Figura 2. Full Cup Test [22]. Monitorización del dolor en el paciente crítico 17 La evaluación del dolor en el paciente bajo sedación y sin la posibilidad de comunicarse verbal o gestualmente es la más compleja, debido principalmente a la pérdida de una herramienta fundamental para el cuidador: la posibilidad de comunicación con el paciente. Otra dificultad añadida es que los indicadores fisiológicos tradicionalmente utilizados para determinar la presencia de dolor en este tipo de pacientes (tensión arterial, sudoración, etc.), tal y como se ha mencionado anteriormente, han resultado ser poco sensibles, poco fiables y fácilmente artefactables. Diversos autores, basándose en los indicadores conductuales, han desarrollado escalas para detectar y medir la intensidad del dolor en el paciente crítico, con buen grado de fiabilidad y validez. La Behavioral Pain Scale (BPS) es una de las más utilizadas en cuanto a evaluación del dolor en pacientes no comunicativos se refiere. Es una escala validada que evalúa 3 ítems conductuales: expresión facial, movimientos de las extremidades superiores y la adaptación a la VM (tabla 1). Cada ítem conductual contiene 4 descriptores que se clasifican en una escala de 1 a 4. La puntuación total de BPS puede variar de 3 (sin dolor) a 12 (máximo dolor) [14,20]. Tabla 1. Behavioral Pain Scale [21] Item Facial expression Upper limbs Compliance with ventilation Description Relaxed 1 Partially tightened (eg. brow lowering) 2 Fully tightened (eg. eyelid closing) 3 Grimacing 4 No movement 1 Partially bent 2 Fully bent with finger flexion 3 Permanently retracted 4 Tolerating movement 1 Coughing but tolerating ventilation most of time 2 Fighting ventilator 3 Unable to control ventilation 4 Total score 18 Score Sedación y Analgesia en el paciente crítico 3-12 La validez y fiabilidad de esta escala con pacientes sedados y con VM se ha evaluado en diferentes estudios y ha servido de referencia para la elaboración y la comparación con otras escalas. Los pacientes incluidos en los estudios fueron tanto médicos como quirúrgicos y se comparó la respuesta a estímulos dolorosos (aspiración traqueal y cambio postural) frente a los no dolorosos (cuidados oculares con solución salina). La mayoría de los pacientes con los que se utilizó la BPS se encontraban con niveles de sedación profunda y eran sensibles a los estímulos dolorosos [2]. Otra escala muy utilizada es la Critical-Care Pain Observational Tool (CPOT). Está diseñada y validada para utilizarla con pacientes intubados y no intubados de la UCI (tabla 2). Evalúa Tabla 2. Critical-Care Pain Observational Tool [21] Indicator Facial expression Description and score No muscular tension observed. Relaxed, neutral: 0 Presence of frowning, brow-lowering, orbit tightening, and levator contraction. Tense: 1 All of the above facial movements plus eyelids tightly closed. Grimacing: 2 Body movement Does not move at all (does not necessarily mean the absence of pain). Absence of movements: 0 Slow, cautious movements, touching or rubbing the pain site, seeking attention through movements. Protection: 1 Pulling at tube, attempting to sit up, moving limbs or thrashing, not following commands, striking at staff, trying to climb out of bed. Restlessness: 2 Muscle tension (evaluated by passive arm flexion and extension) No resistance to passive movements. Relaxed: 0 Ventilator compliance (if intubated) or vocalization (if not intubated) Alarms not activated, easy ventilation. Tolerating ventilation or movement: 0 Resistance to passive movements. Tense, rigid: 1 Strong resistance to passive movements, inability to complete them. Very tense or rigid: 2 Alarms stop spontaneously. Coughing but tolerating ventilator: 1 Asynchrony: blocking ventilation, alarms frequently activated. Fighting ventilator: 2 Talking in normal tone or no sound: 0 Sighing, moaning: 1 Crying out, sobbing: 2 Total score 0-8 Monitorización del dolor en el paciente crítico 19 4 ítems conductuales: expresión facial, movimientos, tensión de los músculos y adaptación a la VM o vocalización (en caso de pacientes comunicativos y sin VM). Cada ítem conductual de la CPOT contiene 4 descriptores que puntúan de 0 a 2. La puntuación total puede oscilar entre 0 (sin dolor) y 8 (máximo dolor). Su sistema de puntuación es similar al que utiliza la EVA o la EVN en pacientes comunicativos, donde un valor inferior a 4 indica un dolor leve o leve-moderado, entre 4 y 6 significa la presencia de dolor moderado-grave, y superior a 6 implica la presencia de un dolor muy intenso. Esta escala contiene descriptores operacionalmente definidos y utiliza un sistema de puntuación intuitiva y fácil de usar. La utilidad clínica de la CPOT mejora, respecto a la anterior, al tener descriptores únicos para los pacientes comunicativos y otros para los no comunicativos (con VM y tubo orotraqueal) [14,20,23]. Sin embargo, la capacidad de respuesta de CPOT ante estímulos dolorosos en un paciente con sedación profunda sigue por determinar. Recientemente, se ha publicado la Escala de Conductas Indicadoras de Dolor (ESCID) desarrollada a partir de la escala de Campbell. La ESCID sustituye el ítem respuesta verbal de la escala de Campbell por adaptación a la VM, mostrándose en su conjunto como una herramienta válida y fiable para medir el dolor en pacientes críticos, no comunicativos y sometidos a VM (tabla 4). El sistema de puntuación es similar al utilizado en la EVA, la EVN y la escala de Campbell [24]. Tanto la BPS como la CPOT son las escalas recomendadas y utilizadas por los expertos en cuidados críticos y también por la American Society of Pain Nursing Management para evaluar y monitorizar el dolor en el paciente crítico [23]. En situaciones específicas (bloqueo neuromuscular, tetraplejia o polineuropatías), la fiabilidad de los indicadores conductuales queda en un segundo plano, y puede ser útil la utilización de indicadores fisiológicos u otros, como, por ejemplo, el BIS –a pesar de las limitaciones ya mencionadas en el entorno de la UCI–. La Escala de Campbell es la recomendada por el Grupo de Trabajo de Analgesia y Sedación de la Sociedad Española de Medicina Intensiva y Unidades Coronarias (SEMICYUC) [7]. Esta escala, no validada, cuenta con 5 ítems conductuales: musculatura facial, tranquilidad, tono muscular, respuesta verbal y confortabilidad (tabla 3). Contempla un mayor número de ítems conductuales comparada con la BPS y la CPOT, lo que podría disminuir el artefacto por causas ajenas al dolor, ya que parece existir una correlación positiva entre el número de ítems conductuales manifestados por el paciente y el grado de dolor que presenta [10]. 20 Sedación y Analgesia en el paciente crítico Los indicadores conductuales de estas escalas pueden verse afectados por causas ajenas al dolor, como, por ejemplo, en casos de agitación o desadaptación de la ventilación mecánica por problemas respiratorios [7,24]. Sin embargo, la utilización de indicadores conductuales utilizados en su conjunto ha demostrado ser una herramienta útil para la detección y medición del dolor en pacientes bajo sedación y sin la posibilidad de comunicarse verbal o gestualmente. Consecuencias del dolor consideran una prioridad por parte del equipo asistencial de la UCI. Además, la dosis de analgésico suele limitarse o suspenderse con la finalidad de no comprometer la situación hemodinámica del paciente o de su estado En situaciones de inestabilidad hemodinámica, la evaluación y el manejo del dolor no se Tabla 3. Escala de Campbell [7] Escala de evaluación del dolor y comportamiento (Para pacientes con imposibilidad para comunicarse de forma espontánea) Rango de puntuación: 0-10 0 1 2 Musculatura facial Relajada En tensión, ceño fruncido y/o mueca de dolor Ceño fruncido de forma habitual y/o dientes apretados «Tranquilidad» Tranquilo, relajado, movimientos normales Movimientos ocasionales de inquietud y/o de posición Movimientos frecuentes, incluyendo cabeza o extremidades Tono muscular* Normal Aumentado. Flexión de dedos de manos y/o pies Rígido Respuesta verbal** Normal Quejas, lloros, quejidos o gruñidos ocasionales Quejas, lloros, quejidos o gruñidos frecuentes Confortabilidad Comfortable y/o tranquilo Se tranquiliza con el tacto y/o la voz. Fácil de distraer Difícil de confortar con el tacto o hablándole /10 Puntuación Escala de Campbell * En caso de lesión medular o hemiplejia valorar el lado sano ** Puede ser poco valorable en vía aérea artificial Rango puntuaciones 0: no dolor 1-3: dolor levemoderado Puntuación parcial 4-6: dolor moderadograve > 6: dolor muy intenso La puntuación ideal es mantenerlo en 3 o menos Consideraciones en el uso de la Escala de Campbell: si existen dudas sobre la existencia o no de dolor es obligatorio asociar un analgésico y observar la respuesta. Monitorización del dolor en el paciente crítico 21 respiratorio [25]. Una vez resuelta la situación de riesgo, la evaluación y el cuidado del dolor vuelven a tomar un discreto protagonismo. A causa del estado hiperadrenérgico creado, consecuencia del dolor, se puede producir taquicardia, aumento del consumo miocárdico e incluso isquemia, reducción de la capacidad pulmonar y del peristaltismo, situaciones de inmunosupresión e hipercoagubilidad. Asimismo, puede ser responsable de la aparición de complicaciones pulmonares, en la vía aérea y prolongación de la VM, El dolor no tratado adecuadamente puede ser el responsable de provocar efectos adversos en el paciente crítico con repercusión psicológica, hemodinámica, respiratoria, metabólica y neuroendocrina. Tabla 4. Escala de Conductas Indicadores de Dolor [24] 0 1 2 Puntuación parcial Musculatura facial Relajada En tensión, ceño fruncido/gesto de dolor Ceño fruncido de forma habitual/dientes apretados «Tranquilidad» Tranquilo, relajado, movimientos normales Movimientos ocasionales de inquietud y/o posición Movimientos frecuentes, incluyendo cabeza o extremidades Tono muscular Normal Aumentado. Flexión de dedos de manos y/o pies Rígido Adaptación a ventilación mecánica (VM) Tolerando ventilación mecánica Tose, pero tolera VM Lucha con el respirador Confortabilidad Comfortable, tranquilo Se tranquiliza al tacto y/o la voz. Fácil de distraer Difícil de confortar al tacto o hablándole Puntuación total 10 0: no dolor 1-3: dolor levemoderado 4-6: dolor moderado-grave Considerar otras posibles causas 22 Sedación y Analgesia en el paciente crítico > 6: dolor muy intenso infecciones quirúrgicas, aumento del nivel de ansiedad, deprivación del sueño, agitación, desorientación, delirio y de estados depresivos y de una mayor incidencia de dolor crónico [7,11,24,25]. En definitiva, puede ser causante de un incremento en la morbilidad y mortalidad del paciente crítico. Bibliografía 1. Lindberg JO, Engström A. Critical care nurses’ experiences: «a good relationship with the patient is a prerequisite for successful pain relief management». Pain Manag Nurs. 2011;12(3):163-72. 2. Li D, Puntillo K, Miaskowski C. A review of objective pain measures for use with critical care adult patients unable to self-report. J Pain. 2008;9(1):2-10. 3. Klein D, Dumpe M, Katz E, Bena J. 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La hipótesis dominante actual en la investigación del delirio en UCI es que los efectos sedantes sobre la conciencia y el delirio se diagnostican del mismo modo y se tratan igual. Aunque esta simplificación puede ser pragmática y teóricamente seductora, carece de fundamento. En este capítulo se crítica este supuesto, para lo cual, en primer lugar se destaca la diferen- cia entre las bases orgánicas de dos tipos de conciencia (fig. 1), la afectada por la sedación y la afectada por el delirio; en segundo lugar, se insiste en la natural demarcación de dos estados diferentes: uno la latencia del despertar de la sedación (LDS), y otro la vigilia normal o despierto (wake), para recalcar que Nivel del conciencia Alerta Conciencia Contenido de conciencia Atención Figura 1. Los dos tipos de conciencia. Delirio y sedación 25 en cada uno de ellos diagnosticar un delirio puede significar cosas distintas, y, en tercer lugar, se estudia una muestra de 30 pacientes. Tipos de conciencia La conciencia humana es la función cerebral de autorrepresentación de uno mismo y de los propios pensamientos [1]. Posee dos propiedades, que se pueden explorar de manera independiente, y cada una de ellas ha dado lugar a un sentido distinto del término conciencia en la psicopatología, a saber: uno cuantitativo y otro cualitativo, empleado cada cual con preferencia en la neurología o en la psiquiatría de la conciencia. En medicina intensiva hay un predominio por el uso cuantitativo del término conciencia, denominado «nivel de conciencia», aplicable en los espectros del coma, la sedación y la agitación. Pero desde hace una década, gracias a la introducción de nuevas herramientas diagnósticas, hay un renovado interés por su uso cualitativo, llamado «contenido de la conciencia», que es el aplicable al delirio. Nivel de conciencia Se refiere a la propiedad de la conciencia llamada alerta (arousal); gracias a ella, la conciencia puede ser mayor o menor, capaz de cambio o metamorfosis continua, y ello es determinante para sobrevivir. Su carácter adaptativo es notorio: cuando el alerta es bajo se necesita mucha estimulación para que aparezca la conciencia, lo que permite los necesarios descanso y sueño; y, con alerta alto, la conciencia procesa hasta los mínimos detalles, como requiere enfrentarse al peligro o huir. 26 Sedación y Analgesia en el paciente crítico Las escalas cuantitativas miden y cuentan por niveles la conciencia según la cantidad de estímulo necesario para activarla; por ejemplo, es menor un estímulo verbal que uno físico por dolor. Los neurólogos suelen identificar la conciencia con el alerta, y el cuadro confusional es etiquetado como una alteración del nivel de conciencia [2]. Contenido de la conciencia Es la propiedad que definía la conciencia al inicio del apartado, muy cercana a lo que es la atención cortical y el pensamiento, funciones que son adaptativas siempre que no autocambien de intensidad. Para la psiquiatría, la confusión, o en su glosario, el delirium, es un trastorno cualitativo de la conciencia, del tipo todo o nada: alguien está atento o inatento, piensa bien o no, sin grados. Integración de los tipos de conciencia (fig. 2) La conciencia normal requiere el buen funcionamiento de ambos tipos de conciencia. En un paciente sedado ciertamente no hay conciencia de ningún tipo, pero la incógnita que nos ocupa es si funcionará bien la base orgánica responsable del contenido de la conciencia cuando despierte [2]. Base orgánica de los tipos de conciencia La conciencia es un hecho privado: se manifiesta sólo en primera persona; pero, si un Conciencia normal Atención y pensamiento organizado Alerta (nivel RASS 0) Figura 2. Integración de los tipos de conciencia. sujeto la expresa con signos y símbolos entendibles por un observador, este último tiene un conocimiento subjetivo de la conciencia ajena. Actualmente conocemos además hechos objetivos de su base material. Exponemos aquí de forma sinóptica las diferencias multinivel que la teoría mente-cerebro propone de ambos tipos de conciencia (tabla 1): la independencia anatómica, la diferencia neuroquímica de sus circuitos que las hacen susceptibles de intervención selectiva con psicofármacos, los síntomas de disfunción propios de cada una y, finalmente, cómo la herramienta diagnóstica de delirio de UCI valora cada una de ellas por separado, porque Tabla 1. Diferencias multinivel de la base orgánica de los tipos de conciencia Conciencia Cuantitativa Cualitativa Anatomía Sistemas mesencefálicos Córtex frontal y parietal Función Sueño-vigilia-alarma Atención y organización del pensamiento Neuroquímica Histamina-acetilcolina-noradrenalina Orexinas Dopamina Acetilcolina Glutamato GABA Disfunción Trastornos del sueño Trastornos de percepción Delirios, alucinaciones Labilidad afectiva Lenguaje Trastornos del pensamiento Trastornos de la atención Agitación psicomotriz Memoria a corto plazo Memoria a largo plazo Capacidad visoespacial Ejemplos de patología Narcolepsia Embriaguez Esquizofrenia Delirium Ítems 1 y 2 Ítems 3 y 4 Exploración con CAM-UCI Delirio y sedación 27 no hay modo de explorar con un mismo ítem ambas propiedades de la conciencia a la vez. Herramientas diagnósticas de la conciencia Se usan para explorar la conciencia con diferentes fines (fig. 3). En psiquiatría, el patrón de referencia de exploración del delirium es la Delirium Rating Scale-Revised-98 [3], que tiene 13 ítems que valoran la conciencia cualitativa. b)Las escalas de RASS y Ramsay, para medir el alerta en sedados (ambas son exclusivas para la conciencia cuantitativa. c)La CAM-UCI [4,5] y la CSDS [6], para detectar delirio; son híbridas, por contener ítems para explorar unos la cuantitativa y otros la cualitativa. Funciones exploradas por los ítems de la escala CAM-UCI En las UCI hay tres tipos: a)La escala de Glasgow, para medir el alerta en neurocríticos. Los ítems cuantitativos 1 y 4 exploran el alerta. Es una función de la sustancia reticular del tronco encefálico, concretamente la de los sistemas mesencefálicos del despertar (wake), que cambian la intensidad de la conciencia adaptándola al ciclo día/noche y a las necesidades de tranquilidad o alarma. Confusión neurología Inatención Alerta anormal Medicina intensiva psiquiatría Delirio Delirium Inatención Inatención Sedación Alerta normal Figura 3. Delirio y confusión en diferentes especialidades. 28 Sedación y Analgesia en el paciente crítico Los ítems cualitativos 2 y 3 exploran la atención y el pensamiento. Son funciones corticales, en forma todo o nada. No hay cambios en la atención, sino pérdidas momentáneas por aburrimiento o sostenidas por confusión o delirio. Cuando preguntamos al paciente: ¿Pueden flotar las piedras en el agua?, el grupo de columnas corticales que contienen la representación «flotar en el agua» se debe combinar con la de «el peso de las piedras», y asociar ambos al precepto «no te contradigas ahora con lo que dirás mañana»; este conjunto de neuronas, repartido por los rincones del cerebro, han de formar una asamblea que destaque por encima de cualquier otra, para ser observada por encima del ruido cerebral en el escenario de la conciencia. Esta función sólo la pueden realizar las neuronas piramidales del córtex y bajo ciertas condiciones electrofisiológicas, parte de las cuales puede evaluar un electroencefalograma. Diagnóstico de delirio en UCI Descripción de la exploración con CAM-UCI (tabla 2): El nivel de conciencia, por la escala RASS. En el ítem número 1 sobre el puntaje RASS observado en las últimas 24 horas. En el ítem número 4 sobre el puntaje RASS actual. Atento/inatento: el paciente ha de responder a una prueba de buffer visual (10 láminas de dibujos) o de buffer auditivo (10 letras oídas); está atento si comete menos de 3 errores en cualquiera de ellas. La persona atenta puede descartar estímulos irrelevantes, pero el inatento reacciona (atiende) por igual a cualquier sonido, movimiento o incidente del ambiente. El CAM-UCI emplea estímulos verbales y visuales, estimando que el nivel de alerta necesario para que la prueba se pueda realizar está desde un puntaje RASS –3 en adelante. Si el RASS es –4 (o menor), en el que sólo se reacciona al estímulo físico, el CAM-UCI es irrealizable. Pensamiento organizado/desorganizado: se dice que es organizado cuando el paciente responde correctamente a 3 de 4 preguntas estandarizadas, y desorganizado si responde mal a 2 o más de las 4 preguntas (responder bien 2 se atribuye al azar). Tabla 2. Diagnóstico de delirio con CAM-UCI Normal Delirio Nivel de conciencia últimas 24 horas RASS 0 (1) Fluctuación RASS distinto de 0 en algún momento Alerta RASS (de –3 a 0) Atento (2) Inatento Pensamiento Organizado (3) Desorganizado Nivel de conciencia actual RASS 0 (4) RASS distinto de 0 Delirio y sedación 29 Delirio = (1) + (2) + {(3) o (4)} Dice: es delirio haber sufrido en las 24 horas previas periodo/s de fluctuación del nivel de conciencia, medido por alguna variación del RASS, y estar inatento con un RASS igual o mayor que –3, y una de las condiciones siguientes: o un RASS actual distinto de cero, o un pensamiento desorganizado. Las escalas condicionan el diagnóstico de delirio Para el delirio, el diagnóstico algorítmico con una escala suele ser mejor que un diagnóstico intuitivo del tipo «me parece que tiene delirio». Pero la escala debe ser utilizada de manera reflexiva, es una herramienta que sirve al explorador y no a la inversa. Si comparamos las siguientes dos escalas de delirio destaca una diferencia: en la primera importa poco el nivel de conciencia, y en la segunda tal nivel determina el diagnóstico: a)Delirium Rating Scale-Revised-98. Es la prueba de elección para evaluar la gravedad del delirium; explora 13 componentes cualitativos de la conciencia y no explora el alerta o nivel de conciencia. b)ICDSC (Intensive Care Delirium Screening Checklist) [2] y CAM-ICU (Confusion Assessment Method for the ICU) [3], de detección de delirio en UCI, para las que el nivel de conciencia es diagnóstico. ¿Por qué introducir el nivel de conciencia en las escalas de delirio en UCI? 30 Sedación y Analgesia en el paciente crítico Por dos motivos, con diferente significado: 1. Un nivel muy bajo de alerta excluye al coma en el diagnóstico de delirio. 2. Un nivel intermedio de alerta incluye al sedado en el diagnóstico de delirio. Concretamente: a)El CAM UCI con la métrica RASS excluye del examen a pacientes con nivel –4 y –5, y propone que desde –3 a +4 se explore la atención y el pensamiento. b)CDSC: del mismo modo excluye la exploración de los niveles A (no response) y B (response to intense and repeated stimulation), e incluye los C (response to mild or moderate stimulation) y hasta la máxima alerta. Incluir un paciente con restos de sedación en un examen de atención es análogo al caso de examinar para conducir a alguien en estado ebrio: es muy fácil que suspenda. Visto así, extrañan menos las fabulosas cifras de incidencia de delirio en UCI que se publican. CAM-UCI no distingue sedación de delirio CAM-UCI no promete ni pretende que sepamos distinguir si el paciente tiene sedación o delirio, porque su intención explícita es «relacionar sedación con delirio» (linking sedation and delirium). Estar en una u otra condición basta para diagnosticar delirio (fig. 4). El diagrama muestra dos clases de pacientes: S, individuos en sedación (nivel RASS –3 o mayor) y D, individuos con delirio. CAM-UCI Assessing consciousness: linking sedation and delirium monitoring ¿Delirio o sedación? B Sedación Delirio Delirio Sedación A Sedación C Delirio Figura 4. CAM-UCI es el conjunto (elipse), de cualquier modelo A, B o C de relación entre las clases de sedación y delirio (esferas). Los tres modelos de la relación entre dichas clases serían: contáramos a los pacientes con restos de sedación. a)S o D: estar en sedación y tener delirio son cosas independientes. b)S y D: hay individuos en que la sedación y el delirio son lo mismo. c)D es un subconjunto de S (falso, porque hay delirios sin sedación). Examinamos el delirio en el mismo paciente antes y después de acabar por completo la sedación. Para cualquier modelo, el resultado CAM-UCI es similar, y la escala se asegura de ello por incluir dos ítems cuantitativos y dos ítems cualitativos en la exploración. Descontar la sedación del delirio Nos preguntamos cuántos delirios habría en UCI si antes de diagnosticarlos des- Debíamos acotar claramente ambos estados en los que explorábamos el delirio: 1. LDS (fig. 5). Pasar del coma (alerta cero A0) producido por sedantes al alerta normal (alerta uno A1) no se produce directamente, sino mediante el proceso de LDS: una colección de niveles de alerta anormales (A < 1 y A > 1) que ocurren antes del despertar completo A1. Aunque el despertar postanestésico suele ser corto y suave, tras sedaciones largas y profundas es frecuente encontrar varia- Delirio y sedación 31 Hiperalerta LDS Atento Hipoalerta Figura 5. Latencia del despertar tras la sedación. Las flechas indican distintas posibilidades que surgen en LDS largas. ciones, a veces caóticas, del nivel de alerta que pueden requerir psicofármacos para su control. 2. Despierto (wake) o alerta normal A1 (RASS 0). La muestra Entre los meses de junio y septiembre de 2012 recogimos diariamente a las 12 de la mañana datos de 30 pacientes consecutivos (no seleccionados) que estuvieron sedados más de 4 días en nuestra unidad, llevados por cualquier médico del equipo. Nosotros no interveníamos ni comentábamos el plan diagnóstico terapéutico, sólo explorábamos la sedación y el delirio. Diagnosticaba con CAM-UCI el mismo explorador, y distinguió siempre si el paciente se encontraba en la LDS o completamente despierto (fig. 6): 1. LDS significa alerta anormal (A < 1 o A > 1), RASS distinto de 0. El paciente puede mirar al explorador, responder con gestos adecuados a preguntas 32 Sedación y Analgesia en el paciente crítico cortas. Pero la somnolencia, indiferencia o agitación nos puede hacer pensar que no saben lo que queremos de ellos, o no perciben el contenido de la prueba, o no desean realizar un test. Sus respuestas tienen un aspecto aleatorio, y confirman con mucha frecuencia atención y pensamiento alterado. Más que fallar el test parece que no lo siguen. 2. Despierto: (A = 1) o RASS 0. Alerta que permite al paciente comprender el motivo de hacer el CAM-UCI, seguir la prueba con actitud, entender su contenido y responder a buen ritmo. Entradas de la tabla (tabla 3) Los datos recogidos de cada paciente fueron: Edad. Diagnóstico. APACHE II. Días de sedación (coma): fase en que su médico prescribía algún sedante de manera proactiva para la protección cerebral o la adaptación a técnicas invasivas por fracaso orgánico. Días de LDS: fase en que se omitía sedación proactiva, con intención de despertar, BAJA A<1 NORMAL A=1 ALTA A>1 RASS –1 RASS -2 RASS -3 RASS 0 RASS 1 RASS 2 RASS 3 RASS 4 LDS DESPIERTO LDS Figura 6. Alerta (medido con RASS) en LDS y en despierto. Tabla 3. Muestra de 30 pacientes N.o Edad 1 55 2 Diagnóstico APACHE II DS TEP 34 25 59 T. pulmón 33 3 47 T. hepático 4 68 5 LDS Delirio A<1 LDS Normal A<1 LDS Delirio A>1 Delirio A=1 Fin * 1 1 0 0 OK 1 10 8 0 0 OK 1 22 78 24 6 0 0 OK 2 Q. válvula 13 32 5 0 0 0 Exitus 71 Q. hepática 16 5 0 1 0 0 OK 6 72 Shock spt. 32 7 45 0 0 0 OK 7 54 Neumonía 20 6 0 1 0 0 OK 8 60 Q. esófago 25 11 1 0 0 0 OK 9 72 Q. pulmón 27 4 0 0 0 0 OK 10 63 A. G. asma 21 12 3 0 2 6 OK 11 61 T. pulmón 20 10 0 3 0 5 OK 12 76 Shock spt. 30 6 1 0 0 0 OK 13 64 T. hepático 30 4 0 1 0 0 OK 14 81 Shock spt. 32 4 0 1 0 0 OK 15 73 SDRA 26 15 3 0 4 3 OK 16 44 Q. aorta 24 18 0 2 0 0 OK 17 72 Shock spt. 33 9 0 1 0 0 OK 5 18 48 TEP 34 13 2 0 2 5 PQ 6 19 42 T. pulmón 23 15 5 0 0 0 OK 20 27 T. pulmón 9 13 1 0 0 2 OK 21 46 Neumonía 28 16 2 0 0 0 OK 22 60 Shock spt. 32 6 3 0 0 0 OK 23 64 Neumonía 27 8 0 0 0 0 OK 24 71 Insuf. resp. 24 5 5 0 0 5 OK 25 56 Peritonitis 19 3 0 0 0 6 OK 26 55 Pancreatitis 26 5 1 0 0 0 OK 9 27 22 Pancreatitis 30 30 7 0 0 10 PQ 10 28 69 Q. pancr. 10 16 3 0 0 2 OK 29 84 Q. vascul. 36 7 6 0 0 0 Exitus 11 30 70 Pancreatitis 32 10 30 0 0 5 OK 12 3 4 7 8 TEP: tromboembolismo pulmonar. T: trasplante. Q: cirugía. spt.: séptico. SDRA: síndrome de dificultad respiratoria aguda. PQ: psiquiatría. Delirio y sedación 33 aunque se prescribían puntualmente o de modo programado fármacos de contención conductual. En esta fase, el paciente había superado el fracaso orgánico que le llevó a la implementación de la sedación. Días con diagnóstico de delirio y con LDS tipo A < 1 (hipodinámico). Días con diagnóstico de delirio y con LDS tipo A > 1 (hiperdinámico). Días con LDS sin delirio. Días con diagnóstico de delirio y despierto (alerta normal o A = 1). Resultado de contenido de conciencia final. La columna de asterisco recoge comentarios de pacientes concretos. De las mediciones de carácter central (lo que tienen los pacientes de parecido) se pueden abstraer las clases, y ser representadas para formar la evidencia. Pero hay también enseñanzas derivadas de lo que tienen algunos pacientes de distinto, que raramente se publican. Analizando los asteriscos: 1: su delirio siempre se asoció con hiperalerta, nunca con alerta normal. 2: tuvo una larga LDS con polifarmacia sedoantidepresiva; cuando disminuyó la presión psicótropa y se normalizó el alerta, desapareció el delirio. 3: se probó psicoestimulante como último recurso, tras el que se constató mejoría. 4: inició delirio 2 días antes de presentar hemiplejia; la TC mostró entonces infartos parietales y del cerebelo. Como describe la literatura, el delirio puede anticipar un ictus (focalidad). Se suele esperar que el delirio refleje un problema difuso, pero los lóbulos parietales son una zona de gran conectividad y su lesión focal puede manifestarse con un trastorno difuso de conciencia. 34 Sedación y Analgesia en el paciente crítico 5: era CAM-UCI (–) pero mostraba delirio en el empleo psiquiátrico del término, paranoide. Decía que por la sala había personas con armas para matarnos. 6: comórbido psiquiátrico; tomaba metadona antes del ingreso. El delirio y su tratamiento motivó reintubación. (PQ: psiquiatría.) 7: presentó también convulsiones, con cifras elevadas de tacrolimus. 8: tras el LDS, su única conducta era mirar fijamente al explorador, sin cambios de ánimo ni cognitivos, sin responder a nada; fue dado de alta a sala en estas condiciones. 9: alerta siempre óptima, pero no era consciente de su entorno, ni reconocía la evidencia de los drenajes del abdomen. Su discurso reflejaba una ausencia total del sentido de la realidad. 10: acabó con alerta normal, pero con una disfunción frontal que persistía en domicilio un mes más tarde (según nos contó su marido). 11: cuando inició delirio se aplicaron psicótropos, hipoventilaba y se instauró LET (limitación de esfuerzo terapéutico) por ancianidad, siendo finalmente exitus. El delirio abre la puerta de la limitación a muchos ancianos. 12: el haloperidol produjo un profundo bloqueo motor, emotivo y cognitivo, y un psicoestimulante aceleró el proceso de recuperación, primero del alerta y después de la atención. Resultado: variación intraindividual de la sedación y delirio (fig. 7) Individuos que pertenecieron a cada clase: 1. Diagnóstico de delirio en la LDS. Nivel de alerta LDS RASS no O Despiertos RASS = O Casos de delirio 1, 2, 3, 4, 6, 8, 10, 12, 15, 18, 19, 20, 21, 22, 24, 26, 27, 28, 29, 30 10, 11, 15, 18, 20, 24, 25, 27, 28, 30 Pacientes que presentaron delirio LDS Despiertos 1 2 3 4 10 15 18 6 8 12 19 20 24 27 21 22 26 28 30 11 29 LDS y despiertos Figura 7. Gráfico de pacientes según la variación intraindividual de estados LDS y despierto. 2. Diagnóstico de delirio en despiertos. Y el producto o intersección: delirio en ambas fases. El n.º 11 presentó delirio sólo en la fase despierto. El número de diagnósticos de delirios sin descontar la sedación fue el doble que delirios descontada la sedación. O, dicho de otro modo: la mitad de diagnósticos de delirio proceden sólo de la sedación y no de su enfermedad (tabla 4). Si admitimos el descuento de la sedación en nuestros diagnósticos de los trastornos de la conciencia, hay un incremento de conceptos: se pasa de 2 (delirio y normal) a 6 (sedación) consciente, normal, ansiedad, latencia sedativa hipodinámica, delirio y latencia sedativa hiperdinámica o agitación (tabla 5). Conclusión Si S es cualquier secuela de la sedación en la conciencia, y D el delirio, aunque pocos Tabla 4. Resultados numéricos de la muestra A) CAM-UCI en LDS CAM-UCI en despierto Delirio 21 11 Normal 9 19 B) Alerta < 1 Alerta > 1 Alerta = 1 Delirio 20 4 11 Normal 10 1 19 Delirio y sedación 35 Tabla 5. Resultado conceptual Alerta < 1 (RASS < 0) Alerta > 1 (RASS > 0) Atento Sedación consciente Despierto normal Ansiedad Inatento LDS hipodinámico Delirio LDS agitado médicos afirmarían como teoría que «todo S es un D», en el oficio diario de explorar al paciente muchos identifican restos de S con D, y después tratan S como D. Creemos que esto es una simplificación sin fundamento, que tratar S como D o D como S contribuye a una resolución más lenta de ambos. Y, como es sabido, el tiempo en UCI es directamente proporcional a coste, morbilidad, secuelas y mortalidad. Nuestra proposición para pacientes que hayan recibido sedación es, ordenadamente: 1. Explorar el delirio con CAM-UCI o CDSC. 2. Si la escala es (+), valorar su nivel de alerta. 3. Si el alerta es anormal, focalizar el tratamiento en ella, no en el delirio: a)En hipodinámicos, omitir cualquier monopolifarmacia con efecto sedante explícito o encubierto. b)En hiperdinámicos, tratar los síntomas hiperactivos con fármacos que no bloqueen los sistemas del despertar (la mejor alternativa suele ser es el neuroléptico con menor efecto sedante posible). 36 Alerta = 1 (RASS = 0) Sedación y Analgesia en el paciente crítico 4. Eliminada la alteración del nivel del alerta quedarán pocos delirios, y su tratamiento se dirige a normalizar el contenido de la conciencia. Bibliografía 1. Obiols E. Manual de psicopatología general. Madrid: Biblioteca Nueva, Siglo XXI; 2008. 2. Timoty J, Fowler J. Clinical neurology. 3.ª ed. New York: Arnold/Oxford University Pres; 1997. 3. Fonseca F, Bulbena A, Navarrete R, et al. Spanish version of the Delirium Rating Scale-Revised-98: reliability and validity. J Psychosom Res. 2005;59:14751. 4. Ely EW, Inouye SK, Bernard GR, et al. Delirium in mechanically ventilated patients: validity and reliability of the confusion assessment method for the intensive care unit CAM-ICU. JAMA. 2001;286:2703-10. 5. Ely EW, Margolin R, Francis J, et al. Evaluation of delirium in critically ill patients: validation of the Confusion Assessment. Crit Care Med, 2001;29: 1370-9. 6. Bergeron N, Dubois MJ, Dumont M, et al. Intensive Care Delirium Screening Checklist: evaluation of a new screening tool. Intensive Care Med. 2001;27: 859-64. 4 Técnicas analgésicas en el paciente crítico Javier Medel Rebollo, M.a Victoria Ribera Canudas Unidad del Dolor Hospital Universitari Vall d’Hebron. Barcelona Introducción El dolor, por su propia subjetividad, no tiene una fácil definición, por lo que ha constituido un continuo desafío tanto en la práctica clínica diaria como en la investigación. Gracias a los avances acontecidos a partir de la segunda mitad del siglo pasado, principalmente en las áreas de investigación básica y clínica, muchos de los términos y clasificaciones han requerido una estandarización para poder facilitar la comunicación entre los diferentes profesionales involucrados en la investigación y el tratamiento del dolor. En 1964 apareció la primera definición moderna, al referirse al dolor como «una experiencia desagradable que asociamos primariamente a una lesión tisular o descrita como tal». Años más tarde (1979), la Asociación Internacional para el Estudio del Dolor (IASP) propuso una definición que abarcase tanto el componente fisiológico como el cognitivo y emocional: «El dolor es una experiencia sensorial y emocional desagradable asociada a una lesión hística real o potencial, o que se describe como ocasionada por dicha lesión». Por tanto, el dolor es siempre subjetivo y cada individuo aprende el significado por medio de las experiencias previas vinculadas a la lesión. Con la nueva definición nunca podemos desvincular el componente nociceptivo o sensorial relacionado con la transmisión del dolor, desde los nociceptores periféricos, asta dorsal de la médula espinal, vías ascendentes y descendentes moduladoras y centros superiores hasta la corteza somatosensorial, del componente afectivo o reactivo relacionado con el sufrimiento y los factores psicosociales de cada persona. La contribución final de ambos componentes es muy variable, según cada dolor y cada persona; así, el dolor agudo presenta un elemento sensorial dominante, mientras que en el crónico la base afectiva es muy importante. Técnicas analgésicas en el paciente crítico 37 Los pacientes críticamente enfermos pueden experimentar dolor, ya sea por una enfermedad o lesión subyacente, ya sea secundario a una intervención quirúrgica. El dolor también puede ser el resultado de una gran variedad de estímulos nocivos presentes en el entorno del cuidado crítico, como los sistemas de monitorización (catéter arterial, catéter central venoso, etc.), dispositivos terapéuticos (ventilación mecánica) o los cuidados de enfermería rutinarios (movilizaciones, aspiración traqueal, etc.). Aunque algunos pacientes pueden comunicar verbalmente la intensidad del dolor, muchos de ellos están intubados y, a menudo, el control analgésico es insuficiente. El objetivo de la analgesia es optimizar el bienestar del paciente; sin embargo, en los pacientes críticos no se debería menospreciar el hipercatabolismo, el aumento de consumo de oxígeno, la hipercoagulabilidad y las alteraciones de la función inmunitaria secundaria a un mal control de los efectos fisiológicos del dolor [1]. La práctica de la anestesia regional y de la analgesia perioperatoria se ha generalizado, demostrando su efectividad y siendo en algunos procedimientos el patrón de referencia de la práctica clínica. Sin embargo, el empleo de las técnicas regionales fuera del ámbito perioperatorio sigue siendo un reto, aunque su aplicación, como se refleja en múltiples referencias bibliográficas, se está extendiendo. Pese a que un porcentaje no despreciable de pacientes sometidos a cirugía bajo anestesia regional se consideran críticamente enfermos y muchos son ingresados en una unidad de cuidados intensivos (UCI), todavía hay pocos datos disponibles sobre la tasa de utilización y los resultados de la anestesia regional y las técnicas analgésicas utilizadas en esta población [2]. 38 Sedación y Analgesia en el paciente crítico Las recientes evidencias y las nuevas estrategias en el tratamiento del paciente crítico, incluyendo las tendencias a mantener al paciente más despierto, incluso con interrupciones diarias de la sedación, la analgesia y las técnicas locorregionales podrían ofrecer una herramienta valiosa. Los datos publicados [3,4], algunos en fase de investigación, sugieren un potencial beneficio adicional sobre la microcirculación gastrointestinal y hepática [5,6], la cascada inflamatoria, la relajación del músculo liso bronquial y sus efectos antitrombóticos. Todo ello, asociado al bienestar y a la seguridad del paciente, favorecido por las nuevas tecnologías de visualización mediante la ultrasonografía, está ampliando su utilización en la práctica clínica diaria. Haremos referencia a las diferentes indicaciones de la anestesia regional que pueden ser de especial utilidad en la UCI, con particular énfasis en las cuestiones relativas a las complicaciones específicas, contraindicaciones y limitaciones aplicables a este grupo especial de pacientes. Indicaciones de la anestesia-analgesia regional en el paciente crítico Analgesia postoperatoria en el paciente crítico. Analgesia multimodal Muchos pacientes intervenidos bajo anestesia regional son ingresados en la UCI, ya sea por la indicación del acto quirúrgico o por las comorbilidades asociadas al paciente. La analgesia regional se ha asociado a un control mantenido del dolor, evitando las náuseas, los vómitos y la sedación de los mórficos, disminuyendo los requisitos de medicación adicional. Las técnicas neuroaxiales han demostrado conservar la motilidad gastrointestinal, favoreciendo la nutrición enteral y todas sus consecuencias metabólicas [7]. El término «analgesia multimodal» fue introducido en 1993 por Kehlet y Dahl [8] en cirugía colorrectal, utilizando la anestesia combinada intradural y peridural con anestésico local y opiáceos, asociados a antiinflamatorios no esteroideos (AINE) sistémicos, para el control del dolor postoperatorio. Estas técnicas mejoraban la recuperación postquirúrgica y minimizaban los efectos secundarios de los opiáceos. Con la utilización de la analgesia multimodal se intenta minimizar los efectos secundarios de éstos y conseguir el efecto aditivo o sinérgico de diferentes analgésicos. Se describen múltiples regímenes de analgesia multimodal con el objetivo de facilitar la rápida recuperación funcional tras la cirugía, disminuyendo las complicaciones y acortando las estancias hospitalarias. Los diferentes analgésicos utilizados son: locales, α-2 agonistas, paracetamol, AINE, ketamina, α2-β ligandos (gabapentina, pregabalina) y opiáceos. La clonidina es un α-2 agonista adrenérgico con acción central y periférica, que bloquea selectivamente la conducción de las fibras nerviosas A-δ y C, y disminuye la liberación de noradrenalina en las vías centrales de la transmisión nerviosa. Se utiliza tanto a nivel periférico, asociado a anestésicos locales que aumentan la duración del bloqueo, como a nivel neuroaxial, mejorando la calidad analgésica cuando se une a opiáceos. Sin embargo, es necesario ajustar las dosis de clonidina debido al efecto hipotensor y a la somnolencia que puede provocar. El paracetamol, con acción analgésica y antipirética, tiene un mecanismo de acción que todavía no está muy claro. Se considera que puede actuar inhibiendo selectivamente la síntesis central de prostaglandinas y modulando los mecanismos serotoninérgicos en las vías de transmisión nociceptiva. Se recomienda su administración junto con AINE, ya que pueden actuar de manera aditiva o sinérgica mejorando la analgesia. Los AINE inhiben la síntesis de prostaglandinas, tanto a nivel periférico como medular, disminuyendo los estados de hiperalgesia que se producen tras la cirugía. Suelen utilizarse como opiáceo ahorrador en procedimientos quirúrgicos mayores, buscando el efecto aditivo de la asociación de AINE y opiáceos. Con la introducción de los nuevos AINE inhibidores de la ciclooxigenasa-2, se ha demostrado que también son eficaces como analgésicos en ortopedia, disminuyendo las estancias hospitalarias y mejorando la recuperación funcional. Sin embargo, la extendida prescripción de estos fármacos y los potenciales efectos gastrointestinales y cardiovasculares están obligando a asociaciones internacionales a reconsiderar su uso y limitar sus indicaciones. Así, en el tratamiento del dolor perioperatorio se recomienda utilizar dosis más bajas y en periodos limitados, evitando su administración a pacientes con antecedentes cardiovasculares severos (insuficiencia cardiaca congestiva, accidentes vasculares cerebrales, isquemia miocárdica). Técnicas analgésicas en el paciente crítico 39 Con el descubrimiento de los receptores N-metil-D-aspartatato (NMDA) y su relación con los mecanismos de nocicepción y sensibilización central, se ha vuelto a reconsiderar la ketamina como antihiperalgésico, debido a su efecto antagonista sobre los receptores NMDA. Múltiples referencias han demostrado el efecto analgésico de la ketamina, tanto intravenosa como en combinación con anestésicos locales neuroaxiales y periféricos. Las técnicas locorregionales, tanto en herida quirúrgica (como las perineurales periféricas) como peridurales, han demostrado su efectividad en el tratamiento del dolor en las diferentes cirugías. Su utilización se ha extendido ampliamente, facilitada por las nuevas técnicas de localización nerviosa y los nuevos mecanismos de perfusión, mejorando la recuperación postoperatoria. Los opiáceos actúan sobre los receptores μ, tanto centrales como periféricos, pero no axonales. Siendo el analgésico de elección en los procedimientos quirúrgicos mayores, no cabe despreciar, además de los efectos secundarios clásicos, el posible fenómeno de hiperalgesia inducida por opiáceos. Se ha demostrado en estudios recientes que, tanto en administración prolongada como en periodos cortos de tiempo, los opiáceos provocan hiperalgesia¸ por lo que la utilización de coadyuvantes antihiperalgésicos no solamente mejora el dolor postoperatorio, sino que también disminuye la tolerancia y la hiperalgesia inducida por ellos. Se recomiendan los opiáceos parenterales en régimen de autoadministración, siempre que sea posible o esté 40 Sedación y Analgesia en el paciente crítico indicada (sistemas PCA: analgesia controlada por el paciente). Trauma La anestesia regional sigue siendo el referente en el control perioperatorio de la cirugía traumatológica, incluso se ha establecido su aplicación en la atención médica de grandes catástrofes para favorecer la evacuación y el transporte. Por este motivo, también se puede ampliar su utilización a los pacientes politraumáticos que precisan una atención médica intensiva. Después de un traumatismo torácico con múltiples fracturas costales, es fundamental la analgesia adecuada para aliviar el dolor asociado a la respiración, mejorando la mecánica ventilatoria, acortando el periodo de ventilando mecánica o incluso evitando su empleo. Las técnicas neuroaxiales, peridurales o paravertebrales o los bloqueos intercostales continuos han demostrado su efectividad [9,10]. Sin embargo, su utilización en pacientes traumáticos requiere una evaluación cuidadosa del estado neurológico, ya que estas técnicas pueden ocultar déficits motores o sensoriales. Asimismo, son de especial importancia las posibles complicaciones secundarias al traumatismo, como la aparición del síndrome compartimental y su alta morbilidad. Una reciente revisión sistemática [11] afirma que no hay asociación entre la anestesia regional y el retraso de su diagnóstico. Una alta sospecha clínica y la utilización de transductores con manómetros intracompartimentales podrían facilitar el diagnóstico. Analgesia no quirúrgica y simpaticólisis Al igual que los pacientes quirúrgicos, los pacientes críticos se pueden beneficiar de una analgesia mantenida y de una simpaticólisis proporcionada por las técnicas locorregionales. Asimismo, en situaciones médicas donde la analgesia sistémica no es suficiente o el equilibrio efecto clínico-efecto indeseable no es el adecuado –como en las pancreatitis, las neoplasias, las neuralgias (faciales, trigeminales) o los síndromes de dolor regional complejo–, puede ser beneficioso el empleo de técnicas neuroaxiales. La neurólisis simpática, que ofrecen tanto las técnicas neuroaxiales como los bloqueos periféricos o, más específicos, como los bloqueos simpáticos (ganglio estrellado, simpático lumbar, hipogástrico, etc.), proporciona una vasodilatación periférica y un aumento del flujo sanguíneo, con efecto antiedema y antiinflamatorio secundario. Estas propiedades pueden ser de especial importancia en pacientes con enfermedades vasculares periféricas, en alteraciones vasculares gastrointestinales o en cardiopatía isquémica, así como en pacientes con neoplasias de origen visceral, donde los mórficos sistémicos no son suficientes. Procedimientos dolorosos en la UCI Debería considerarse cualquier procedimiento como posible causa de dolor y, por lo tanto, planificarse una técnica analgésica, ya sea mediante infiltración local, regional o con la colocación de catéteres de perfusión continua. Como ejemplos cabe citar las curas de los quemados [12], los desbridamientos, la colocación de tubos torácicos o la monitorización invasiva. Consideraciones especiales del paciente crítico El paciente crítico reúne unas características muy especiales y específicas que deben tenerse presentes a la hora de aplicar cualquier técnica analgésica: a) las contraindicaciones relacionadas con la enfermedad multisistémica; b) las limitaciones de espacio y posición del paciente; c) la distorsión anatómica en pacientes anasarcados donde el edema puede dificultar la visión ecográfica, y d) la múltiple monitorización y las diferentes vías de perfusión obligan a etiquetar y controlar periódicamente los sistemas de perfusión neuroaxial y perineural para evitar errores de administración y complicaciones infecciosas [13]. Se ha propuesto la tunelización de los catéteres como una medida para reducir la colonización bacteriana. Coagulopatías Un problema muy común en el paciente crítico es la alteración de la coagulación, ya sea secundaria a enfermedades sistémicas o iatrogénicas, causada por el estado de hipercoagulabilidad secundario a los procesos quirúrgicos, la inmovilización, la edad avanzada, la obesidad o las enfermedades neoplásicas. La descoagulación limita el empleo del bloqueo regional, obligando a seguir las recomendacio- Técnicas analgésicas en el paciente crítico 41 nes de las sociedades científicas (tabla 1), en este caso la Sociedad Europea de Anestesia Regional y Tratamiento del Dolor (ESRA). A pesar de existir referencias sobre su aplicación en estados con alteración de la coagulación –como en anestesia obstétrica en el síndrome HELLP [14]–, es difícil extrapolar su aplicación al paciente crítico, en el que deben valorarse de manera exquisita sus riesgos y beneficios. infección al sistema nervioso central, siempre que la terapia antimicrobiana esté instaurada y sea la adecuada [16]. En cualquier caso, se recomienda el uso prudente y un continuo control clínico, ya que pueden ocultar sintomatología muy frecuente en pacientes críticos. En modelos animales, los anestésicos locales han demostrado un efecto bactericida y bacteriostático [17], pero no hay estudios clínicos en el hombre que lo puedan confirmar. La inmunosupresión también es un estado muy frecuente en el paciente crítico, y obligaría a ser más conservador en su aplicación; sin embargo, en pacientes con trasplante de pulmón, el blo- Infección. Alteración de la inmunidad Estudios recientes [15] sugieren que existe un riesgo relativamente bajo de propagación de la Tabla 1. Tiempos de seguridad para la realización de bloqueos regionales en punción única o en perfusión continua mediante catéter en pacientes con tratamiento antitrombótico Tiempo de suspensión antes de punción/ retirada de catéter Tiempo de inicio de fármacos después de punción/retirada de catéter neuroaxial Tiempo de inicio de fármacos después de punción/retirada de catéter periférico HNF 4 h + índice TTPa ≤ 1,5 60 min 30 min HBPM profilaxis 12 h 6h 6h HBPM tratamiento 24 h 6h 6h Fondaparinux 38 h Tras punción única: 6 h Tras punción única: 6 h Tras retirada catéter: 12 h Tras retirada catéter: 12 h Anticoagulantes orales 3 días + INR ≤ 1,5 ≤ 24 h ≤ 24 h AAS No necesario Tras retirada catéter Tras retirada catéter AINE No necesario Tras retirada catéter Tras retirada catéter Clopidogrel 7 días Tras retirada catéter Tras retirada catéter Ticlopidina 10 días Tras retirada catéter Tras retirada catéter Fibrinolíticos 24 a 36 h 4h 4h HNF: heparina no fraccionada. HBPM: heparina de bajo peso molecular. AAS: ácido acetilsalicílico. AINE: antiinflamatorios no esteroideos. TTPa: tiempo parcial de tromboplastina activado. 42 Sedación y Analgesia en el paciente crítico queo epidural torácico no ha confirmado una mayor tasa de infección [18]. Sedación y ventilación Las sociedades científicas no recomiendan la anestesia regional en pacientes muy sedados, excepto cuando el beneficio supere el riesgo –como en la demencia o para evitar lesiones por el movimiento del paciente–. También se ha demostrado que la difusión del anestésico local epidural torácico y la propagación del bloqueo sensorial en pacientes con ventilación espontánea y presión positiva son mejores que los que ventilan espontáneamente [19]. Deben evitarse las técnicas locorregionales en pacientes en los que se pueden agravar sus comorbilidades, como el bloqueo interescalénico, y en pacientes con patología pulmonar, ya que en casi el 100% de los casos aparece la parálisis diafragmática. Anestésicos locales, equilibrio ácido-base y fallo renal Los anestésicos locales, en su forma sintética pura, son bases débiles y, por tanto, muy solubles en los lípidos pero muy poco solubles en agua. No obstante, como las presentaciones más empleadas se comercializan como líquidos, los anestésicos locales deben ser envasados como un compuesto hidrosoluble, para lo cual la molécula debe ser en forma de sales ácidas (con pH entre 4 y 7). El pKa de una solución es el pH al cual el 50% de las moléculas se encuentran en forma de ácido y el otro 50% en forma de base. Cada solución de anestésico tiene su pK ideal, que para la mayoría de los anestésicos locales varía entre 7,5 y 9. Los cambios en los electrólitos, muy frecuente en los pacientes críticos, pueden modificar las propiedades de los anestésicos locales y aumentar los efectos neurotóxicos y cardiotóxicos, por lo que cabe tenerlo presente en pacientes con perfusiones continuas con anestésico local. En estadios avanzados de fallo renal no se han podido comprobar cambios significativos en cuanto a la eficacia clínica ni en los efectos tóxicos [20]. De los anestésicos locales, la ropivacaína es la que menos afecta al metabolismo en pacientes con insuficiencia renal crónica. Bloqueos específicos en la UCI El bloqueo neuroaxial (epidural o paravertebral) en cirugía torácica, trasplante pulmonar o traumatismos torácicos, ha confirmado su utilidad tanto en el control del dolor como en facilitar la retirada de la ventilación mecánica. Estudios recientes [21] han demostrado que la anestesia epidural disminuye la activación del cortisol postquirúrgico y los potenciales evocados auditivos, pero no modifica la escala de sedación de Ramsay. Siempre y cuando el paciente esté en condiciones para realizar el procedimiento, cualquier zona anatómica puede ser tributaria de un bloqueo periférico (teniendo muy presente las normas de seguridad). Por este motivo se recomiendan, y actualmente son de uso obligado, las técnicas de aproximación y de visualización del nervio o grupo de nervios a tratar (neuroestimulaTécnicas analgésicas en el paciente crítico 43 dor, ultrasonografía). Las técnicas locorregionales de extremidades, ya sean plexulares (axilar, supraclavicular, etc.) o nerviosas (ciático, femoral), pueden mejorar tanto el dolor de extremidades postraumáticas o postquirúrgicas como la vascularizaciónperfusión de la extremidad afectada, debido a su efecto simpaticolítico. Otro bloqueo utilizado en los últimos años es el del compartimento del músculo transverso abdominal, muy útil en cirugía abdominal e incluso en la realización de procedimientos, como colocación de catéteres suprapúbicos [22]. Un bloqueo de gran utilidad en el tratamiento del dolor crónico, como el del ganglio estrellado, ofrece un control adecuado de dolor de la extremidad superior ipsolateral y un efecto vasomotor sobre ésta y la zona cervicotorácica y craneal. Se ha informado de su utilidad en la UCI para salvar extremidades isquémicas o como tratamiento de la extravasación de fármacos vasoactivos [23], para reducir el vasoespasmo de arterias extracraneales e intracraneales después de una hemorragia subaracnoidea o aneurisma espinal [24], o como estabilizador del ritmo cardiaco en pacientes con arritmias malignas [25]. Conclusión Las técnicas analgésicas regionales especiales pueden ser útiles en el tratamiento de una gran variedad de patologías y procedimientos en pacientes críticamente enfermos. Aunque sus resultados podrían ser muy beneficiosos, no hay pruebas concluyentes que recomienden su uso de manera sistemática. 44 Sedación y Analgesia en el paciente crítico Sin embargo, las actuales tendencias epidemiológicas y el aumento de la comorbilidad de los pacientes ingresados en las UCI obligan a disponer de un arsenal terapéutico más amplio que satisfaga las necesidades en cuanto a salud y bienestar. La promoción de la seguridad del paciente ha favorecido la tecnificación de los procesos regionales, pero todavía no se han extendido en los pacientes críticos por falta de datos concluyentes avalados por la medicina basada en la evidencia. Bibliografía 1. Van de Leur JP, Van der Schans CP, Loef BG, et al. Discomfort and factual recollection in intensive care unit patients. Crit Care. 2004;8:R467. 2. Stundner O, Memtsoudis SG. Regional anesthesia and analgesia in critically ill patients: a systematic review. Reg Anesth Pain Med. 2012;37(5):537-44. 3. 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Loyalka P, Hariharan R, Gholkar G, et al. Left stellate ganglion block for continuous ventricular arrhythmias during percutaneous left ventricular assist device support. Tex Heart Inst J. 2011;38:409-11. Técnicas analgésicas en el paciente crítico 45 5 Sedoanalgesia en el paciente pediátrico crítico Mati Viñas Viña Responsable del Área Críticos Pediátricos Instituto Universitario USP Dexeus. Grupo Quirón. Barcelona Introducción El niño no es un adulto en miniatura. Es un organismo en constante crecimiento y desarrollo, con unas características especiales que hacen necesario su conocimiento cuando queremos enfrentarnos a su tratamiento. Este capítulo pretende ser de ayuda para los profesionales de la atención al paciente crítico que, no estando acostumbrados al tratamiento del paciente en edad pediátrica, pueden encontrarse con que, de forma más o menos transitoria, deben atender al niño en estado crítico. El texto quiere ser, pues, una guía útil para la elección de la sedoanalgesia más adecuada en situaciones concretas y para la realización de determinados procedimientos en el niño crítico. Existen múltiples pautas posibles, pero hemos recogido las más sencillas y que disponen de mayor aceptación, así como las que recomienda la Sociedad Española de Cuidados Intensivos Pediátricos. Además, se resaltan algunas características particulares de determinados fármacos en el niño. Características anatómicas especiales del niño El incremento en la morbimortalidad del paciente pediátrico durante la sedoanalgesia, con respecto a la que presenta el adulto, es debida, básicamente, a complicaciones respiratorias (ventilación inadecuada, dificultad en el manejo de la vía aérea, de la intubación, etc.). El aparato respiratorio del niño es un órgano en desarrollo, y es fundamental conocerlo para su correcto manejo durante la sedoanalgesia. La anatomía del niño difiere respecto a la del adulto en tamaño, forma y posición de Sedoanalgesia en el paciente pediátrico crítico 47 la vía aérea, así como en las características del epitelio respiratorio y de las estructuras que lo sostienen. Además, durante el desarrollo se producen variaciones normales en estas estructuras, de modo que no será lo mismo sedar a un neonato o lactante pequeño que a un preadolescente. Las mayores diferencias anatómicas de la vía aérea del niño son las siguientes: Vía aérea superior: • Lengua: de mayor tamaño respecto a la cavidad oral, aumenta el riesgo de obstrucción durante la sedación. • Posición laríngea: se localiza cefálicamente respecto a su posición en el adulto, y desciende hacia su posición definitiva alrededor de los 3 años. Posteriormente, en torno a la pubertad, se produce un crecimiento del cartílago tiroides, que condiciona un nuevo descenso de la glotis y el cartílago cricoides, hasta alcanzar la posición del adulto. • Epiglotis: en forma de U o V, es más larga, firme y angulada. Forma un ángulo de 45° con la base de la lengua y ocluye parcialmente la entrada de la glotis. • Anillo cricoideo: forma la parte más estrecha de la vía aérea del niño, por lo que la presencia de edema a este nivel (subglótico) condiciona una mayor restricción porcentual del calibre de la vía aérea, respecto al adulto. Vía aérea inferior: • Tráquea: se encuentra angulada hacia atrás y abajo, respecto a la del adulto. • Caja torácica: respiración mayoritariamente diafragmática, por la posición horizontal de las costillas. Su gran flexibilidad 48 Sedación y Analgesia en el paciente crítico y la articulación costoesternal y costovertebral en ángulo recto aumentan el trabajo respiratorio, lo que hace del diafragma el principal músculo respiratorio del niño, especialmente del lactante y del neonato; además, tiene un mayor número de fibras tipo 2, menos eficaces y con mayor tendencia a la fatiga. Características de la fisiopatología de la vía aérea pediátrica La inmadurez del reflejo del cierre de la glotis durante los primeros meses de vida hace que neonato y lactante sean más susceptibles a la broncoaspiración. El reflejo de espasmo de glotis exagerado en hipocapnia e hiperventilación. La obstrucción de la glotis por la base de la lengua, debida a la posición craneal y ventral de la laringe, condiciona una respiración nasal los primeros 3-5 meses de vida. Esto hace que las obstrucciones nasales puedan llevar rápidamente a una insuficiencia respiratoria. La elasticidad de las estructuras laringotraqueales las hace más susceptibles a la compresión externa durante las maniobras de apertura de vía aérea y ventilación. Debemos vigilar el apoyo en estructuras óseas al realizar dichas maniobras. Además, aumenta su colapso durante el llanto y el mayor esfuerzo respiratorio. La distensibilidad de la caja torácica y las costillas implica un incremento del trabajo respiratorio para mantener la presión ne- gativa de la caja torácica, lo que se traduce en un agotamiento muscular precoz. El menor calibre de la vía aérea condiciona que pequeños cambios en su diámetro supongan un incremento considerable de la resistencia que ofrecen al paso del aire (ley de Poisseuille). La menor proporción de fibras tipo 1 en el diafragma y la musculatura intercostal condiciona un agotamiento precoz del neonato, el lactante y el niño pequeño (hasta los 2 años) con respecto al niño mayor y al adulto. El gasto cardiaco depende básicamente de la frecuencia cardiaca, ya que el volumen sistólico es prácticamente fijo (sólo el 30% de las fibras miocárdicas del ventrículo izquierdo son contráctiles). La frecuencia cardiaca es más alta que en el adulto y disminuye progresivamente con la edad desde los 140-160 lpm del neonato a los 60-80 del adolescente. La presión arterial del neonato y el lactante es más baja, y se incrementa progresivamente hasta asimilarse a la del adulto hacia los 14 años de edad. Con referencia al sistema cardiovascular, cabe tener en cuenta las siguientes consideraciones: En la tabla 1 se recogen las características diferenciales del neonato y el lactante con respecto al adulto. Tabla 1. Diferencias entre niños y adultos Fisiológicas Vías respiratorias estrechas Gasto cardiaco depende de frecuencia cardiaca Laringe anterior y cefálica Presión arterial más baja Epiglotis larga Frecuencia cardiaca más elevada Tráquea y cuello cortos Frecuencia respiratoria más elevada Adenoides y amígdalas prominentes Menor distensibilidad pulmonar Músculos intercostales y diafragmáticos débiles Mayor distensibilidad de la caja torácica Resistencia elevada al flujo de aire Capacidad residual funcional más baja Relación del área de superficie corporal al peso corporal más alta Contenido de agua corporal total más alto Anatómicas Ventrículo izquierdo no distensible Circulación fetal residual Canulación venosa y arterial más difícil Cabeza y lengua grandes Farmacológicas Biotransformación hepática inmadura Fijación a proteínas disminuida Inducción y recuperación rápidas Aumento de la concentración alveolar mínima (CAM) Volumen de distribución mayor para fármacos hi- drosolubles Unión neuromuscular inmadura Sedoanalgesia en el paciente pediátrico crítico 49 Características emocionales Tradicionalmente, y todavía en algunos sectores, se ha creído que el niño (más cuanto menor es) no tiene la misma sensación dolorosa que el adulto, puesto que las estructuras nerviosas responsables de esta sensación se hallan aún en desarrollo. Nada más lejos de la realidad: las áreas cerebrales responsables de la sensación dolorosa, las estructuras nerviosas y de conducción de los estímulos dolorosos se hallan plenamente desarrolladas ya en el neonato, por lo que es nuestra obligación detectar y tratar el dolor en los niños cuando se presente. Entre otras cosas, la infravaloración del dolor en el niño crítico puede hacer que abusemos de fármacos sedantes, pensando que se trata de una mala sedación cuando en realidad una adecuada analgesia resolvería el problema. Frecuentemente, por la creencia de que el niño no va a entender lo que le expliquemos, omitimos esta parte del protocolo de tratamiento en nuestros pacientes, de modo que actuamos sin que el niño sepa lo que le va a pasar. El miedo y la ansiedad a lo desconocido generan sufrimiento innecesario, inútil, que, además, aumenta la sensación dolorosa. Asimismo, la exposición al dolor estimula respuestas fisiopatológicas destinadas, primariamente, a la preservación de las funciones vitales básicas pero inútiles en nuestro entorno. Es imprescindible que adecuemos las explicaciones de lo que le va a suceder a la edad del niño, que le permitamos rodearse de personas y objetos familiares (padres, muñecos, dibujos, etc.) y que adaptemos el ambiente y nuestra manera de trabajar para crear un entorno lo menos agresivo posible. 50 Sedación y Analgesia en el paciente crítico Todo ello hará que necesitemos mucho menos tratamiento farmacológico y que los niños toleren mucho mejor nuestra intervención. Requerimientos de seguridad Para evitar el riesgo de broncoaspiración se recomienda que el niño sometido a procedimientos electivos de sedoanalgesia mantenga el ayuno que se expone en la tabla 2, en función de su edad y de los alimentos de que se trate. Sedoanalgesia en el niño crítico Los métodos no farmacológicos (tabla 3) son una herramienta práctica e imprescindible en la sedación del niño crítico. Además de resultar útiles en la disminución de las necesidades de fármacos, en ocasiones pueden emplearse como único método para mejorar la tolerancia del paciente a determinados procedimientos no dolorosos y situaciones estresantes. Tabla 2. Tiempos de ayuno Líquidos claros* Sólidos y líquidos espesos Adultos 2-3 horas 6-8 horas Niños > 36 meses 2-3 horas 6-8 horas Niños 6-36 meses 2-3 horas 6 horas Niños < 6 meses 2 horas 4-6 horas * Agua o leche materna. Tabla 3. Sedación en el niño crítico. Métodos no farmacológicos Padres: permitir que acompañen al niño. Estimu- lar el contacto físico, verbal y visual, mostrando tranquilidad, serenidad y confianza Entorno: permitir el acceso a objetos familiares y de entretenimiento (juguetes, cuentos, televisión, música, etc.) Preservar el ritmo sueño-vigilia: durante las horas nocturnas disminuir la luz, el ruido y promover un ambiente lo más privado posible Máximo confort: temperatura agradable, inmo- vilización no traumática (cinturones), vaciado de Sedoanalgesia en la realización de procedimientos en pediatría Procedimientos no dolorosos: requieren únicamente sedación superficial o profunda, no analgesia (tabla 4). Procedimientos moderadamente dolorosos: precisan analgesia además de sedación, la globo vesical, cambios posturales, ropa e higiene corporal adecuadas, etc. Personal: p. ej., ropa de trabajo desprovista de connotaciones negativas Disminuir la agresividad de las técnicas: utili- zar vías canalizadas para extracciones, técnicas de ventilación asistida, intubación nasal en vez de orotraqueal, etc. Explicar, con términos adecuados a la edad del niño, lo que le vamos a hacer, lo que va a notar, quién va a participar, etc. cual puede ser tópica (EMLA® –mezcla eutéctica de lidocaína y prilocaína–, licodaína, scandicaína, etc.) o sistémica (tabla 5). Procedimientos muy dolorosos: precisan sedación y analgesia sistémica. Casi siempre requieren sedación profunda, aunque en niños > 12 años, algunos procedimientos (colocación de vías centrales, artro-para-toracocentesis) pueden realizarse con sedación consciente y analgesia local. No hay una pauta mejor que las otras, por lo que puede emplearse cualquiera de las expuestas en la tabla 6. Tabla 4. Procedimientos no dolorosos Niño colaborador > 5-7 años Preparación psicológica, explicación del proceso, presencia de los padres Niño no colaborador Preparación psicológica adecuada a la edad Sin vía venosa Con vía venosa Midazolam i.n., oral, rectal Hidrato de cloral Oral, rectal Óxido nitroso Inhalado Midazolam i.v. i.n.: intranasal. i.v.: intravenosa Sedoanalgesia en el paciente pediátrico crítico 51 Tabla 5. Procedimientos moderadamente dolorosos Proceso Pauta Vía de administración Preparación psicológica, permitir la presencia de los padres Canalización vía periférica Distracción Punción de reservorios Distracción o relajación y/o Punción lumbar Tópica EMLA®* Colaborador: EMLA® No colaborador: Esofagogastroscopia Tópica EMLA® EMLA® Tópica Tópica + inhalado + óxido nitroso propofol i.v. midazolam i.v., i.n., rectal Sedación consciente: midazolam/propofol i.v., i.n./i.v. Valorar sedación profunda en < 10 años Colonoscopia Midazolam, propofol, fentanilo Fibrobroncoscopia Sedoanalgesia profunda: i.v. Ketadina + midazolam i.v. + i.v. Lidocaína 2% en fosa nasal y glotis Tópica Lidocaína 1% en tráquea, carina y bronquios Tópica * En cura oclusiva, mínimo 1 hora antes. Vigilar grandes superficies en lactantes (riesgo de metahemoglobinemia). i.v.: intravenoso. i.n.: intranasal. Tabla 6. Procedimientos muy dolorosos Fármaco Dosis inicial Midazolam + 0,2 mg/kg (máx. 5 kg) en 2 min Fentanilo* 2 µg/kg (máx. 50 µg) en 2 min Propofol + 1-2 mg/kg en 3 min 1 mg/kg en 3 min Fentanilo* 2 µg/kg (máx. 50 µg) en 2 min 1 µg/kg en 2 min Ketamina + 1-2 min/kg en 3 min 1 mg/kg en 3 min Midazolam 0,1 mg/kg (máx. 5 mg) en 2 min 0,1 mg/kg en 2 min * Fentanilo en < 6 meses: emplear el 50% de la dosis recomendada. Máx.: máximo. 52 Siguientes dosis (cada 3-5 min) Sedación y Analgesia en el paciente crítico 50% dosis inicial Pautas de sedoanalgesia en situaciones específicas Secuencia de intubación rápida (tabla 8). En ventilación mecánica invasiva (tabla 9). Cuando no se dispone de acceso vascular (tabla 10). Intubación programada (tabla 7). Tabla 7. Fármacos para intubación programada Fármaco Atropina Sedación Dosis/características especiales 0,01 mg/kg (mínimo 0,1 mg; máximo 1 mg) Midazolam Ketamina Elección en broncoespasmo Propofol Analgesia Etomidato Inestabilidad hemodinámica con HTIC Tiopental Elección en neonato Ketamina Fentanilo Relajante muscular Elección en neonato Succinilcolina Rocuronio Vecuronio Elección en neonato Cisatracurio En insuficiencia renal y hepática HTIC: hipertensión intracraneal. Tabla 8. Fármacos para intubación rápida Fármaco Atropina Sedación Dosis/características especiales 0,01 mg/kg (mínimo 0,1 mg; máximo 1 mg) Propofol Etomidato Inestabilidad hemodinámica con HTIC Tiopental Elección en neonato Midazolam En caso de no disponer de vía venosa (i.n., i.m.) (Continúa) Sedoanalgesia en el paciente pediátrico crítico 53 (continuación) Fármaco Analgesia Relajante muscular Dosis/características especiales Ketamina i.v. o i.m. cuando no hay vía venosa Fentanilo Elección en neonato Succinilcolina Rocuronio HTIC: hipertensión intracraneal. i.n.: intranasal. i.m.: intramuscular. i.v.: intravenoso. Tabla 9. Fármacos en ventilación mecánica invasiva Ventilación prolongada Ventilación corta o necesidad de valoración neurológica Sin relajación muscular Midazolam* BIC Propofol BIC Fentanilo BIC Remifentanilo BIC Con relajación muscular Midazolam* BIC Fentanilo BIC Vecuronio (bolus** o BIC) * Evitar en neonato por riesgo de mioclonias. ** De elección. BIC: bomba de infusión continua. Tabla 10. Alternativas a la vía venosa Vías alternativas Fármacos Intranasal (i.n.) Midazolam Intramuscular (i.m.) Midazolam Ketamina Oral Midazolam Hidrato de cloral Rectal Midazolam Hidratos de cloral Ketamina Inhalado 54 Óxido nitroso Sedación y Analgesia en el paciente crítico Monitorización de la sedoanalgesia Para conseguir una mejor optimización del tratamiento sedoanalgésico es recomendable utilizar escalas de valoración del DOLOR y la SEDACIÓN adaptadas según la edad. Existen distintas escalas validadas en pediatría, tanto para paciente relajado como no relajado, y adaptadas a cada grupo etario según su desarrollo. Las que se proponen son las que se utilizan más ampliamente y las que recomienda la Sociedad Española de Cuidados Intensivos Pediátricos, pero cualquier escala validada puede servir a este fin. Escalas de valoración del grado de sedación En el niño no relajado Comfort Scale (puntuación 8-40) (tabla 11). Única escala validada para uso exclusivamente pediátrico. Valoración: 8-16 = sedación profunda. 17-26 = sedación superficial. 27-40 = sedación inadecuada. Tabla 11. Comfort Scale Parámetro Vigilia Estado psíquico Respuesta respiratoria Valoración Puntuación Profundamente dormido 1 Levemente dormido 2 Somnoliento 3 Completamente despierto y alerta 4 Hiperalerta 5 Tranquilo 1 Levemente ansioso 2 Ansioso 3 Muy ansioso 4 Pánico 5 No respiración espontánea, no tos 1 Esfuerzo espontáneo; leve respuesta al respirador 2 Tos oc asional y resistencia al respirador 3 Respira contra el respirador y tose 4 Lucha con el respirador 5 (Continúa) Sedoanalgesia en el paciente pediátrico crítico 55 (continuación) Parámetro Tensión arterial Frecuencia cardiaca Tono muscular Motilidad Tensión facial Valoración Inferior a la normalidad (N) 1 Normal 2 Elevaciones infrecuentes > 15% N 3 Elevaciones frecuentes > 15% N 4 Elevaciones sostenidas > 15% N 5 Inferior a la normalidad (N) 1 Normal 2 Elevaciones infrecuentes > 15% N 3 Elevaciones frecuentes > 15% N 4 Elevaciones sostenidas > 15% N 5 Atonía 1 Reducido 2 Normal 3 Aumento, flexión de los dedos de pies y manos 4 Rigidez muscular 5 No 1 Leves movimientos ocasionales 2 Leves movimientos frecuentes 3 Movimientos enérgicos de las extremidades 4 Movimientos enérgicos que incluyen cabeza y tronco 5 Musculatura facial totalmente relajada 1 Tono normal, sin tensión evidente 2 Tensión evidente en algunos músculos faciales 3 Tensión evidente en todos los músculos faciales 4 Músculos faciales contraídos y con muecas 5 Escala de Ramsay (niveles 1-6) (tabla 12). Valoración: 1 = paciente no sedado. 2-3 = sedación consciente. 4-6 = sedación profunda. 56 Puntuación Sedación y Analgesia en el paciente crítico Tabla 12. Escala de Ramsay Nivel 1 Vigilia Despierto Estado clínico Ansioso y agitado y/o intranquilo 2 Cooperador, orientado y tranquilo 3 Sólo responde a órdenes 4 Dormido Respuesta viva a luz y sonido 5 Respuesta lenta al dolor 6 No responde al dolor En el niño relajado Escala de Evans (puntuación 0-8) (tabla 13). Valoración: < 3 = mantener el mismo tratamiento. 3-5 = valorar según necesidades particulares. > 5 = aumentar sedación o analgesia. Tabla 13. Escala de Evans Parámetro TAS (mmHg)* FC (lpm)* Sudoración Lágrima Valoración Puntuación ↑ < 15% 0 ↑ 15-30% 1 ↑ > 30% 2 ↑ < 15% 0 ↑ 15-30% 1 ↑ > 30% 2 Ausente 0 Piel húmeda al tacto 1 Gotas visibles 2 No lágrima con los ojos abiertos 0 Ojos abiertos húmedos 1 La lágrima refluye con ojos cerrados 2 * Valor basal o preintervención. TAS: tensión arterial sistólica. FC: frecuencia cardiaca. Sedoanalgesia en el paciente pediátrico crítico 57 Escalas de valoración del dolor Menores de 3 años Valoración conductual (a realizar por un observador) (tabla 14). Valoración: 0 = no dolor. 1-2 = dolor leve. 3-5 = dolor moderado. 6-8 = dolor intenso. 9-10 = dolor insoportable. Tabla 14. Valoración conductual Parámetro 1 2 3 4 Variación de TAS basal Llanto Actividad motora espontánea Valoración Puntuación < 20% 0 20-30% 1 > 30% 2 Ausente 0 Consolable 1 No consolable 2 Duerme-juega tranquilo 0 Moderada-controlable 1 Intensa-controlable 2 Expresión facial 0 1 2 5a 5b < 2 años-lenguaje corporal 2-3 años-evaluación verbal TAS: tensión arterial sistólica. FC: frecuencia cardiaca. 58 Sedación y Analgesia en el paciente crítico Duerme-postura normal 0 Hipertonía-espasticidad 1 Protege o toca zona dolorosa 2 No expresa dolor 0 Incómodo-dolor no localizado 1 Se queja y localiza el dolor 2 De 3 a 7 años Autoevaluaciones. Caras de dolor de Wong-Baker (fig. 1). Figura 1. Caras de dolor de Wong-Baker. Escala de color (fig. 2). LEVE 0 1 MODERADA 2 3 4 5 INTENSA 6 7 8 9 10 Figura 2. Escala de color. Mayores de 7 años Autoevaluaciones. Numéricas (fig. 3). 0 1 2 3 4 5 6 7 8 9 10 Figura 3. Escala verbal numérica. Sedoanalgesia en el paciente pediátrico crítico 59 Analógicas visuales (fig. 4). Nada de dolor Peor dolor imaginable Figura 4. Escala visual analógica. Verbales (fig. 5). No dolor - Dolor leve - Dolor moderado - Dolor intenso - Dolor insoportable Figura 5. Autoevaluación verbal. Tablas de fármacos y dosis en pediatría [1-6] Fármaco Tiopental Etomidato Indicaciones Dosis inicial Intubación HTIC 3-5 mg/kg Intubación neonato 1-3 mg/kg Sedación ultracorta para técnicas no dolorosas 1-3 mg/kg Intubación en inestabilidad hemodinámica o HTIC 0,2-0,3 mg/kg Midazolam Sedación superficial Mantenimiento 1-5 mg/kg/hora Máximo: 30 mg/kg/día Solo bolus Máximo: 3 dosis 0,05-0,1 mg/kg Ansiólisis 0,05 mg/kg 0,05-0,2 mg/kg/h i.v. Sedación profunda 0,2 mg/kg en 2 min 0,05-0,1 mg/kg 0,05-0,2 mg/kg/h (Continúa) 60 Sedación y Analgesia en el paciente crítico (continuación) Fármaco Propofol Ketamina Indicaciones Dosis inicial Mantenimiento Oral 0,5-0,75 mg/kg Máximo: 15 mg/dosis Rectal 0,5-0,75 mg/kg Intranasal 0,2-0,5 mg/kg Sublingual 0,2-0,5 mg/kg Sedación profunda en procesos cortos o paciente neurológico 2-3 mg/kg 1-6 mg/kg/h Ansiolítico 0,5-1 mg/kg 0,5-1 mg/kg/h Sedación profunda 1-2 mg/kg i.v. 10-30 µg/kg/min Intubación en broncoespasmo 4-8 mg/kg i.m. Analgesia en procedimientos cortos dolorosos 1-2 mg/kg i.v. 4-8 mg/kg i.m. 4-6 mg/kg oral 5 mg/kg i.n. 10 mg/kg rectal Hidrato de cloral Sedación en procedimientos no dolorosos 25-100 mg/kg oral, rectal (máximo: 1 g/ dosis) Sólo bolus Óxido nitroso Sedación consciente y analgesia moderada Inhalado 50% (3 min para efecto) Inhalado 50% Fentanilo Analgesia potente 1-2 µg/kg/h i.v. Sedación en neonato 2-4 µg/kg i.v., i.m., s.c. Analgesia de corta duración 1 µg/kg i.v. 0,5-1 µg/kg/min 0,5-1,2 mg/kg 0,3-0,9 mg/kg/h Remifentanilo Repetir 50% dosis inicial 3-10 µg/kg/h i.v. TCE para valoración neurológica Rocuronio Vecuronio Neonato 0,1 mg/kg 0,05-0,15 mg/kg/h Cisatracurio Insuficiencia renal y hepática 0,1-0,3 mg/kg 0,1-0,2 mg/kg/h HTIC: hipertensión intracraneal. i.v.: intravenoso. i.n.: intranasal. i.m.: intramuscular. s.c.: subcutáneo. TCE: traumatismo craneoencefálico. Sedoanalgesia en el paciente pediátrico crítico 61 Consideraciones particulares de algunos fármacos [2] últimos 3 meses, con fuga aérea o distención de cavidades corporales, anemia megaloblástica, embarazo (se desconoce el riesgo para el feto). Midazolam: no administrar en neonatos ni prematuros por riesgo de mioclonías. Hidrato de cloral: inicio de acción a los 30 min, pico máximo a los 60 y fin de acción a los 120 min, aunque en neonatos puede alargarse hasta 12-24 horas. Ketamina: hasta hace pocos años existía la contraindicación absoluta de la HTIC para la prescripción de la ketamina. Estudios recientes [7-9] demuestran que no sólo el efecto de elevación de la presión intracraneal es mínimo, sino que además su administración puede resultar beneficiosa, puesto que mejora la presión de perfusión cerebral por su efecto vasodilatador. Óxido nitroso: gas de efecto ansiolítico y analgésico en concentraciones inferiores al 70% (mezcla con oxígeno) e hipnótico (por encima del 80%). Está disponible en mezcla con oxígeno al 50:50 o 70:30. La mezcla más recomendable en el paciente pediátrico es la 50:50, a estas dosis permite realizar ansiólisis y analgesia sin perder los reflejos protectores de la vía aérea, por lo que no es necesario el ayuno previo. Se puede administrar en forma de flujo continuo (3-5 lpm) o a demanda, mediante un dispositivo con trigger inspiratorio que permite el flujo del fármaco sólo durante la inspiración del paciente, minimizando la exposición del propio paciente y del equipo que lo administra. Su efecto se inicia a los 35 min de empezar su inhalación y finaliza a los 24 min de acabarla. En general, los niños hasta los 3-4 años no son suficientemente colaboradores para la realización de este tipo de sedoanalgesia. Está indicado en procedimientos cortos (< 1 h), no dolorosos o moderadamente dolorosos. Según la naturaleza dolorosa del procedimiento a realizar es conveniente asociar analgesia tópica o sistémica. Por su contenido de nitrógeno (que se expande más que el oxígeno), está contraindicado en pacientes sometidos a cirugía en los 62 Sedación y Analgesia en el paciente crítico Bibliografía 1. Brandstrup KB, Reina CM. Sedantes, analgésicos y relajantes musculares. 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La mayoría de los pacientes ingresados en las unidades de cuidados intensivos (UCI) reciben algún tipo de sedante y una gran parte de ellos necesitan sedación prolongada, entendiendo por tal la que dura más de 72 horas [1]. La Sociedad Española de Medicina Intensiva, Crítica y Unidades Coronarias (SEMICYUC) ha incluido la sedación adecuada como uno de los indicadores de calidad asistencial básicos o relevantes [2], que pueden ser aplicados en la mayoría de los servicios de medicina intensiva, con independencia de la complejidad del hospital y de la patología que atiendan. Es conocido que la sedación prolongada, aunque necesaria, se asocia a efectos adversos que van más allá de la estancia en UCI, con trastornos en la esfera somática y también psicológica, como depresión y síndrome de estrés postraumático. Cada vez hay más comunicaciones científicas que indican que el delirio en los pacientes críticos, en cuya incidencia influyen también los fármacos sedantes, se asocia a mayor tasa de reintubaciones, a aumento de la estancia en UCI, a deterioro cognitivo y a incremento de mortalidad a largo plazo. Es imprescindible, por tanto, intentar maximizar el beneficio de la sedoanalgesia y minimizar los riesgos. Sedación adecuada y calidad de la sedación La sedación prolongada en UCI es necesaria para disminuir la ansiedad y el dolor, mante- Optimización de la sedación prolongada en UCI 63 ner la adaptación a la ventilación mecánica, tolerar procedimientos dolorosos como la aspiración de secreciones, curas de heridas, punciones arteriales, etc. Desde los inicios de la práctica de la medicina intensiva se utilizó la sedación para pacientes en ventilación mecánica; por el tipo de ventiladores existentes que causaban gran incomodidad, los requerimientos de sedantes eran elevados y, muchas veces, con necesidad de relajación muscular. Durante mucho tiempo se consideró que la sedación profunda y con total amnesia de la estancia en UCI era la opción más beneficiosa para pacientes críticos. Sin embargo, estudios más recientes ponen de manifiesto que la sedación profunda se asocia a mayores complicaciones –como trombosis, úlceras de decúbito, necesidad rehabilitación motora más prolongada– y que la ausencia total de recuerdos puede producir secuelas en la esfera psicoafectiva, así como mayor incidencia de síndrome de estrés postraumático, ansiedad y depresión, que pueden repercutir en la calidad de vida y la mortalidad tras la estancia en UCI. De los estudios se desprende que una proporción sustancial de pacientes presentan niveles inadecuados de sedación, con mayor tendencia a la sobresedación que a la infrasedación, sin existir un consenso claro de qué constituye una sedación óptima. El nivel óptimo de sedación no es el mismo para distintos pacientes ni para el mismo paciente en distintas etapas de su evolución. Como con el resto de fármacos, los fallos orgánicos, los cambios en el volumen de distri- 64 Sedación y Analgesia en el paciente crítico bución, las interacciones medicamentosas y las alteraciones farmacocinéticas y farmacodinámicas hacen impredecible con frecuencia la respuesta terapéutica a los fármacos en un paciente concreto, y es elevado el riesgo de acumulación, tolerancia y deprivación. Por todo ello, no siempre es fácil obtener un nivel apropiado de sedación, con tendencia a la sobresedación en el 40-60% de los pacientes –sin ser claramente reconocido por los profesionales que los asisten–. En un estudio epidemiológico [3] sobre la adecuación de la sedación en pacientes ventilados mecánicamente, se observó que el personal que asistía a los pacientes consideraba que sólo estaban sobresedados el 2,6%, cuando en realidad era el 32%.Por otra parte, hasta un 40% de pacientes ingresados en UCI refieren haber sufrido dolor en algún momento de su estancia, a pesar de haber recibido fármacos sedantes con efecto amnésico [4]. Esto enfatiza la importancia de realizar un tratamiento analgésico adecuado antes de iniciar la sedación: la denominada analgosedación. También el resto de pacientes hospitalizados padecen dolor en algún momento de su estancia, lo que ha llevado a la Sociedad Americana de Dolor a considerarlo el quinto signo vital, junto con la frecuencia cardiaca, la frecuencia respiratoria, la presión arterial y la temperatura. La SEMICYUC, en la actualización del año 2011 de los indicadores de calidad asistencial, considera como relevantes la sedación adecuada (n.º 64), definida como el mantenimiento de, al menos, el 80% de los suce- sivos resultados de las escalas de sedación dentro del rango prescrito para ese paciente, y el manejo de la analgesia en el paciente no sedado (n.º 66). Efectos adversos Los distintos agentes sedantes tienen consecuencias adversas comunes: Efecto prolongado: secundario a acumulación, metabolitos activos, interacciones medicamentosas, que comporta prolongación de la ventilación mecánica, mayor riesgo de neumonía, disfunción gastrointestinal, necesidad de traqueostomía, realización de pruebas diagnósticas para valoración neurológica y rehabilitación prolongada. Delirio: la utilización de sedantes se asocia al desarrollo de delirio, siendo mayor el riesgo con las benzodiazepinas. El delirio también aumenta la duración de la ventilación mecánica, prolonga el tiempo de estancia en UCI e incrementa el riesgo de deterioro cognitivo y de la mortalidad [5]. Alteración del sueño: los sedantes alteran la arquitectura del sueño, provocando un efecto similar a su deprivación. Inmunidad e infecciones adquiridas en la UCI: estudios en animales sugieren que los sedantes pueden aumentar el riesgo de infecciones adquiridas en UCI. Aún son insuficientes los datos en el hombre, pero en estudios experimentales parece que la dexmedetomidina tendría un perfil inmunitario más favorable [6]. Tolerancia y deprivación: también son problemas comunes a los distintos agentes utilizados. Optimización de la sedación prolongada Las necesidades de sedación varían en distintos pacientes y en las distintas etapas evolutivas en el mismo paciente y, por tanto, no existe una única fórmula adecuada para todos ellos, lo que hace que el tratamiento deba ser individualizado, con revaloración frecuente (al menos cada 24 horas) y con los ajustes necesarios si la pauta es insuficiente o excesiva. Se pueden diferenciar dos niveles de sedación [1]: Sedación superficial: puntuación en la escala de Richmond (RASS) de 0 a –2; corresponde a pacientes despiertos o con fácil despertar. Sedación profunda: RASS de –4 a –5, indicada en todos los pacientes con bloqueo neuromuscular, con hipertensión endocraneal, con insuficiencia respiratoria grave y que requieran técnicas ventilatorias mal toleradas, como con bajo volumen corriente, hipercapnia permisiva, posición prono, así como en pacientes con limitación al esfuerzo terapéutico. El Grupo de Trabajo de Sedación, Analgesia y Relajación de la SEMICYUC estableció en el año 2008 [1] una serie de recomendaciones para la optimización de la sedación prolongada en UCI basada en los siguientes puntos básicos: 1. La utilización de un protocolo de sedación consensuado con todo el equipo sanitario que atiende al paciente. 2. La monitorización de la sedación con una herramienta adecuada, que tenga buena correlación Optimización de la sedación prolongada en UCI 65 interobservador. 3. La interrupción diaria de la sedación. 4. La sedación secuencial. 5. La sedación dinámica. 6. La analgosedación. Utilización de un protocolo de sedoanalgesia Consensuado por el equipo asistencial, ha demostrado [7] disminuir la duración de la ventilación mecánica, la estancia en UCI, la estancia hospitalaria y el número de traqueostomías. A pesar de ser conocidas sus ventajas, es de rutina solamente en una minoría de UCI [8]. Monitorización de la sedación Para monitorizar el nivel de sedación existen distintas escalas, y es más importante la utilización de algún tipo de monitorización que el instrumento en sí mismo. Ningún estudio ha demostrado que una escala sea superior a otra. Es importante valorar el dolor, la ansiedad, la agitación y el delirio. La escala de Ramsay, descrita en 1974, es todavía ampliamente utilizada, aunque no ha sido validada en UCI. La escala de Glasgow, modificada por Cook y Palma y validada por Carrasco [9], incluye parámetros respiratorios y de adaptación a la ventilación mecánica; se basa en la mejor respuesta a estímulos externos en pacientes intubados y sedados. El Grupo de Trabajo de Sedación y Analgesia de la SEMICYUC recomienda, para pacientes con sedación superficial, la escala de Richmond [1], por la ventaja de su conexión con la escala CAM-ICU (The Confusion Assessment Method for the ICU) que valora el 66 Sedación y Analgesia en el paciente crítico delirio, y, para pacientes con sedación profunda, el índice biespectral (BIS®). En pacientes sometidos a bloqueo neuromuscular, las escalas no son de utilidad, ya que existe la posibilidad de que se encuentren despiertos y paralizados. Con respecto al BIS®, conviene recordar que la señal puede estar artefactada por la actividad electromiográfica en pacientes no relajados. Valores entre 40 y 60 garantizan una sedación profunda, y por debajo de 40 no aportan ventajas y se asocian a mayores efectos adversos. De hecho, valores por debajo de 40 durante más de 5 minutos se han asociado con mortalidad y efectos secundarios cardiovasculares a largo plazo en un estudio con 2.356 pacientes sometidos a cirugía y con un seguimiento medio de 4,1 años de 1.504 de ellos [10]. La monitorización de la sedación debería ser sistemática en las UCI, para realizar los ajustes del plan terapéutico de acuerdo a la situación cambiante del paciente, evitando la sobresedación y recordando la gran importancia de la detección del delirio. Interrupción diaria de la sedación La interrupción diaria de la sedación, con revaloración de la necesidad de reiniciarla o no, generalmente a menor dosis, es una de las más recomendadas desde el trabajo de Kress et al. [11], que encontró que esta interrupción en pacientes seleccionados disminuía los días de ventilación mecánica, los de estancia en UCI y la cantidad de midazolam y morfina administrados. Esta estrategia, sin embargo, no es de aplicación universal, al estar contraindicada en algunos grupos de pacientes, como en casos de hipertensión endocraneal, distrés respiratorio severo o limitación de esfuerzo terapéutico. Los mismos autores evaluaron los efectos psicológicos a largo plazo [12] en los pacientes a los que se aplicó la interrupción diaria de la sedación, encontrando que no había efectos adversos en el bienestar psicológico y que se reducían los síntomas de síndrome de estrés postraumático; también podría asociarse con reducciones en la incidencia de este síndrome. Sedación dinámica Este concepto implica que la profundidad de la sedación es variable según la situación clínica del paciente a lo largo del día, con mayor profundidad durante maniobras o procedimientos dolorosos, y más superficial durante la exploración clínica o la visita de la familia. En la figura 1 se esquematiza esta estrategia, descrita por Chamorro et al. [15]. La sedación dinámica tiene como ventajas facilitar la comunicación con el paciente, disminuir la cantidad de medicación sedante administrada, con menor posibilidad de tolerancia y de deprivación al retirarla. Algunos estudios sugieren que la imposibilidad de recordar hechos reales de la estancia en UCI puede conducir a alteraciones psicológicas tras la recuperación [13]. Algunos fármacos permiten aplicar la sedación dinámica; así, el remifentanilo es especialmente útil en pacientes que requieren evaluación neurológica frecuente. La amnesia total de la realidad parece ser menos beneficiosa que el recuerdo de hechos reales, aunque fuesen desagradables, ya que los recuerdos delirantes parecen estar en la base de una mayor incidencia de síndrome de estrés postraumático y éstos se relacionan más con dosis elevadas de sedantes, sobre todo de benzodiazepinas [14]. Analgosedación Sedación secuencial Está destinada a prevenir la deprivación y disminuir la acumulación de fármacos. Consiste en sustituir los sedantes de vida media más larga por otros de vida media corta o ultracorta, como propofol y remifentanilo, cuando por mejoría del paciente se inicia el proceso de destete respiratorio. Tradicionalmente, los regímenes de sedantes se han basado en la hipnosis, con agentes como benzodiazepinas y propofol, para proporcionar bienestar. A pesar de ello, un porcentaje elevado de pacientes aún padecen dolor en las UCI, lo que ha llevado a promover en la última década la sedación basada en la analgesia o analgosedación (en lugar de sedación basada en la hipnosis), con el objetivo primario de tratar el dolor y solamente añadir hipnótico si la analgesia es insuficiente. Esta estrategia ha demostrado ser efectiva y reducir el tiempo de ventilación mecánica y los requerimientos de sedantes. Optimización de la sedación prolongada en UCI 67 0 RASS Exploración médica Visita familiar Sedación de base –2 Sedación nocturna –4 –5 Inducción Cuidados de enfermería Tiempo Figura 1. Sedación dinámica. Modificada de Chamorro et al. [15]. RASS: Richmond Agitations Sedation Scale. Otros autores [16] proponen aplicar terapias basadas en la evidencia para mejorar el pronóstico de pacientes en ventilación mecánica y animan a la movilización precoz. Describen el enfoque ABCDE para mejorar el manejo, que incluye el ABC –despertar (Awake), respirar (Breathing), C (Coordination) y E (Early mobility and exercise). El ABC se corresponde con la interrupción diaria de la sedación y ensayo del destete respiratorio, y la E añade la movilización precoz en pacientes bajo ventilación mecánica. La movilización precoz es beneficiosa para limitar la debilidad adquirida en la UCI, que afecta al 25-60% de los pacientes. En un estudio con 330 pacientes [17], aquellos a los que se les aplicó movilización precoz recibieron más fisioterapia, abandonaron la cama 6 días antes y tuvieron menor estancia en la UCI y en el hospital. 68 Sedación y Analgesia en el paciente crítico Muñoz-Martínez [18], coordinador del grupo de Trabajo de Sedación y Analgesia de la SEMICYUC, propone integrar en la práctica diaria la interrupción diaria de la sedación con la utilización de protocolos y monitorización, aplicando los indicadores de calidad 64 y 65 de la SEMICYUC (tabla 1). Una vez definido el objetivo del nivel de sedación buscado, superficial o profundo, se elegirán los fármacos a emplear, de acuerdo con las características del paciente y su situación hemodinámica. Para la sedación prolongada se utiliza una asociación de midazolam o propofol con opiáceos, morfina o fentanilo, con bolos de inducción inicial. El propofol se desaconseja en situaciones de shock cardiogénico e hipovolemia severa. Si la perfusión se mantiene más de 4872 horas, se debe controlar el perfil lipídico, en especial los triglicéridos; en dosis elevadas mantenidas puede desencadenar el llamado «síndrome de infusión de propofol», que incluye shock refractario, acidosis metabólica, fracaso renal y rabdomiólisis, y se asocia a elevada mortalidad. Por este motivo la dosis máxima recomendada es de 4,5 mg/kg/h. Debe administrarse por vía central (irrita venas periféricas y su inyección es dolorosa) y necesita una vía exclusiva por sus múltiples interacciones medicamentosas. La perfusión debe ser cambiada cada 12 horas. Aporta 1,1 kcal/ml, a tener en cuenta para ajustar el aporte calórico. Tabla 1. Implementación de la interrupción diaria de la sedación añadida a otras prácticas recomendadas de sedoanalgesia* 1. Protocolo de sedoanalgesia conocido y aceptado por todo el personal asistencial de la UCI. Perfusiones normalizadas 2. Valoración diaria de la estrategia de sedoanalgesia más adecuada para cada paciente, definiendo con claridad el grado de sedación que se pretende mantener. Valorar la posibilidad de interrumpir perfusiones. Actitud dirigida a mantener al paciente con la menor depresión de conciencia posible 3. Ajuste de la VM para facilitar la adaptación del paciente antes de profundizar el nivel de sedación 4. Monitorización sistemática por enfermería de la analgesia y la sedación (y, en su caso, BNM y delirio) mediante herramientas validadas, con registro en gráfica 5. Mantenimiento de los objetivos de ausencia de dolor y nivel de sedación mediante ajuste por enfermería de las perfusiones y/o administración de bolos siguiendo un algoritmo de fácil interpretación 6. Actitud alerta ante la facilidad de los pacientes críticos para acumular sedantes y opiáceos 7. Ante la constatación de que un paciente se encuentra en un nivel de sedación más profundo del deseado, a pesar de 2 o más ajustes sucesivos, interrumpir la perfusión de sedante y analgésico (salvo contraindicaciones) 8. Si un paciente evoluciona de forma que haga previsible tolerar la retirada de la VM, interrumpir la perfusión de sedante y analgésico (salvo contraindicaciones) 9. Siempre que se interrumpa la perfusión de sedante y/o analgésico, mantener vigilancia estrecha para: Valorar la repercusión hemodinámica (inclu- yendo signos de isquemia miocárdica) y respiratoria Reajustar la VM para facilitar la adaptación Detectar signos de abstinencia Detectar dolor Detectar agitación Valorar la posibilidad de realizar una prueba de ventilación espontánea 10.Si el paciente precisa reanudar la sedación, plantear la posibilidad de una nueva estrategia: Definir un nuevo grado objetivo de sedación Variar las dosis de fármacos Cambiar a fármacos de vida media más corta (sedación secuencial) Cambiar a fármacos de distinto perfil clínico (remifentanilo, dexmedetomidina, etc.) * De Muñoz-Martínez [18]. VM: ventilación mecánica. BNM: bloqueadores neuromusculares. Optimización de la sedación prolongada en UCI 69 Propofol puede causar además pancreatitis, y teñir la orina, uñas y cabello de color verde. Tiene metabolitos activos y, en perfusiones prolongadas, puede acumularse. También provoca hipotensión, sobre todo si existe hipovolemia y con la administración de bolos rápidos. La morfina, que tiene metabolitos activos, se acumula en pacientes con insuficiencia renal y se desaconseja en pacientes asmáticos (ya que induce liberación de histamina); en situaciones de inestabilidad hemodinámica grave o bradicardia se tolera mejor el fentanilo. Inicio La tolerancia y la deprivación son problemas frecuentes en la sedación prolongada con midazolam. La tolerancia es casi constante tras 1 semana de tratamiento, que conduce a la utilización de dosis elevadas; por el riesgo de deprivación se aconseja la retirada gradual. La dosis máxima recomendada de midazolam es 0,25 mg/kg/hora. El remifentanilo, con efecto analgésico y sedante y con metabolización independiente de órganos, sin riesgo de acumulación, es un agente apropiado para estrategias de sedación dinámica y sedación secuencial, así como en pacientes que necesitan valoración neurológica frecuente. Bolos + perfusión Mantenimiento Sedación insuficiente Bolos + ↑ perfusión 10-20% Sedación excesivas ↓ Perfusión 10-20% Revaluación periódica Revaluación periódica Sedación insuficiente y dosis máxima alcanzada Protocolo de sedación difícil Retirada Midazolam Retirada progresiva ↓ 20-25% cada 12 h hasta suspender Sedación secuencial (propofol o remifentanilo) Figura 2. Algoritmo de propuesta de protocolo de sedación prolongada. 70 Sedación y Analgesia en el paciente crítico Propofol Retirada progresiva En todos los casos se realizará control del nivel de sedoanalgesia, con los ajustes oportunos si no se cumple el objetivo preestablecido. En la figura 2 se muestra el algoritmo de sedación prolongada que propone la SEMICYUC, y en la figura 3 el algoritmo de elección del sedante en sedación profunda. Otras estrategias para optimizar la sedación prolongada Se han propuesto distintas estrategias no farmacológicas para optimizar la sedación prolongada con el objetivo de maximizar el be- neficio del tratamiento farmacológico a la vez que se minimizan los efectos adversos [19]. Entre ellas se encuentran las medidas destinadas a modificar la estimulación del entorno, a promover el sueño y a mejorar el bienestar general. También se podría añadir la flexibilización de las visitas familiares. Modificación del entorno y favorecer el sueño Ruido e iluminación. El ruido siempre está presente en las UCI: procede de alarmas, dispositivos –como bombas de perfusión, respiradores–, voces del personal, etc., y provocan la interrupción del sueño. Éste es multifactorial, incluyendo la enfermedad de base, el estrés psicológico, los fármacos, ¿Necesidad de valoración neurológica frecuente? No Sí Midazolam + opiáceo Propofol + opiáceo Estrategias para evitar acumulación Protocolización con monitorización estricta Interrupción diaria de sedación Sedación secuencial ¿> 7 días de sedoanalgesia? Sí No Remifentanilo Figura 3. Algoritmo de elección del sedante en sedación profunda. Chamorro C, Borrallo JM. Comunicación personal. Congreso Nacional SEMICYUC. La Coruña; 2005. Optimización de la sedación prolongada en UCI 71 72 la ventilación mecánica y el entorno de la UCI en sí mismo. Para mejorar la calidad del sueño se aconseja la utilización de tapones en los oídos. También ayuda a promover el sueño un entorno de luz día-noche, evitando durante la noche las luces intensas y las interrupciones del sueño (p. ej., para realizar exploraciones). La arquitectura del sueño de los pacientes en ventilación mecánica suele ser anormal, con sueño fragmentado y supresión del sueño REM y de onda lenta (tipos de sueño reparador). Los fármacos sedantes también alteran la arquitectura del sueño en el mismo sentido y con un efecto similar a la deprivación de sueño, que incluye alteración del sistema inmunitario, disminución de la función de los músculos respiratorios e incluso aumento de la mortalidad [20]. En un estudio con 22 pacientes en ventilación mecánica sedados con midazolam, realizado con polisomnografía [21], la interrupción diaria de la sedación al evitar la sedación excesiva se asoció a mayor cantidad de sueño reparador (REM y estadios 3 y 4 de sueño de onda lenta) respecto a la sedación continua con midazolam. Musicoterapia. Contribuye a la relajación, a disminuir el dolor y a promover el sueño. En un estudio con 101 pacientes [22] se observó que la musicoterapia era más eficaz en pacientes en ventilación mecánica de sexo femenino y de mayor edad con respecto al sexo masculino y edad más joven. Un estudio con 44 pacientes realizado en nuestro centro por Sanjuán et al. [23] concluyó que la música reduce la ansiedad en los pacientes en ventilación mecánica. Sedación y Analgesia en el paciente crítico Para aplicar la musicoterapia hay que tener en cuenta las preferencias personales del paciente y, dada su fácil disponibilidad y bajo coste, deberíamos dar la oportunidad de probarla a todos ellos. Relajación y masajes en la espalda. Las técnicas de relajación se pueden aplicar a pacientes que pueden obedecer órdenes. Se ha observado que la respiración profunda y la relajación secuencial de grupos musculares, en combinación con la musicoterapia, son eficaces; asimismo, los masajes en la espalda (5-10 minutos) inducen la relajación y aumentan la duración del sueño [24]. Horarios de las visitas. En la gran mayoría de las UCI españolas continúa estando restringido, pese a que existen evidencias de que la presencia de familiares y allegados influye, en general positivamente, en la evolución del paciente. La restricción de los horarios de visitas está más bien dirigida a facilitar el trabajo asistencial de médicos y enfermeras, y no está demostrado que sea beneficioso para la recuperación de los pacientes. Hay autores [25] que sugieren probar la aplicación de horarios de visitas irrestrictos durante 2 meses y reflexionar luego sobre los beneficios y obstáculos que se experimentan en la realidad; plantean la pregunta de quién visita a quién, ya que realmente somos los profesionales sanitarios los visitantes en la vida de los pacientes. Como todos los tratamientos, las visitas no restringidas no son beneficiosas para todos los pacientes ni para todas las familias, y se deben adaptar al contexto local y valorar cada caso concreto; no obstante, ampliar los horarios de visitas parece mejorar el bienestar del paciente y no aumenta su nivel de estrés, como podría pensarse, y, además, mejora la relación de la familia y del paciente con el equipo asistencial. Conclusiones La sedoanalgesia es un componente fundamental del cuidado integral del paciente crítico. Conseguir un nivel adecuado de sedación es un proceso en ocasiones complejo. Ningún protocolo de sedación es aplicable a todos los pacientes ni al mismo paciente en distintos momentos de su evolución. La sobresedación o la infrasedación, la tolerancia y la deprivación son problemas habituales en los pacientes que reciben sedación prolongada. La adecuación de la sedación basada en los principios de calidad, la comunicación acertada entre los miembros del equipo asistencial sobre los objetivos definidos para cada paciente en particular, la utilización de protocolos con valoración sistemática del nivel de sedación mediante una escala apropiada y la utilización de medidas no farmacológicas deberían formar parte de la rutina en nuestras UCI, ya que influyen no solamente durante la estancia del paciente en ella, sino que repercuten también a largo plazo tanto en la esfera motora como en la psicoafectiva y en la mortalidad. Bibliografía 1. Estébanez Montiel MB, Alonso Fernández MA, Sandiumenge A, Jiménez Martín MJ; Grupo de Trabajo de Analgesia y Sedación de la SEMICYUC. Se- dación prolongada en Unidades de Cuidados Intensivos. Med Intensiva. 2008;32 Supl 1:19-30. 2. Indicadores de calidad en el enfermo crítico. Actualización 2011. Indicadores n.º 63-70. p. 108-15. Disponible en: http://www.semicyuc.org/temas/calidad/ indicadores-de-calidad. 3. Weinert CR, Calvin AD. Epidemiology of sedation and sedation adequacy for mechanical ventilated patients in a medical and surgical intensive care unit. Crit Care Med. 2007;35:393-401. 4. Blackburn P, Vissers R. Pharmacology of emergency department pain management and conscious sedation. Emerg Med Clin North Am. 2000;18:803-27. 5. Shehabi Y, Riker RR, Bokesch PM, et al. Delirium duration and mortality in lightly sedated, mechanically ventilated intensive care patients. Crit Care Med. 2010;38:2311-8. 6. Roberts DJ, Haroon B, Hall RI. Sedation for critically ill or injuried adults in the intensive care unit. Drugs. 2012;72:1881-916. 7. Brook AD, Ahrens TS, Schaiff R, et al. Effect of a nursing-implemented sedation protocol on the duration of mechanical ventilation. Crit Care Med. 1999;27:2609-15. 8. Metha S, Burry L, Fischer S, et al. 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Clinical practice guidelines for the sustained use of sedative and analgesics in the critically ill adult. Crit Care Med. 2002;30:119-41. 25. Berwick DM, Kotagal M. Restricted visiting hours in ICUs time to change. JAMA. 2004;292:736-7. 7 Sedación difícil en el paciente crítico Alberto Sandiumenge Camps Servicio de Medicina Intensiva Hospital Universitari Joan XXIII. Tarragona Introducción La provisión de sedación y analgesia es una de las piedras angulares de la práctica diaria en las unidades de cuidados intensivos (UCI). Los sedantes y los analgésicos son, junto con los antiulcerosos y los antibióticos, los agentes más utilizados en el tratamiento del paciente crítico. De ellos, las benzodiazepinas (midazolam y lorazepam), el propofol y los opiáceos y sus derivados (morfina, fentanilo y remifentanilo) son actualmente los sedantes y analgésicos de prescripción más frecuente en las UCI, tanto en España [1] como en el resto del mundo [2]. Además del efecto terapéutico que estos agentes ejercen sobre el consumo de oxígeno, la presión intracraneal, etc., su papel fundamental es el de facilitar la estancia del paciente crítico en la UCI, disminuyendo su respuesta al estrés, aliviando el dolor y la an- siedad y optimizando su tolerancia a la aplicación de procedimientos agresivos, además de facilitar los cuidados de enfermería. Sin embargo, a pesar de la indiscutible utilidad de los sedantes y analgésicos en el manejo del paciente crítico, su administración no está exenta de complicaciones y efectos adversos que pueden complicar el pronóstico de estos pacientes. Por esta razón, la implementación de estrategias que maximicen la eficacia de los sedantes y analgésicos utilizados en las UCI y minimicen la aparición de sus efectos adversos se ha convertido en una prioridad para las sociedades científicas y los comités de expertos de sedación y analgesia del paciente crítico [3-5]. En la práctica clínica diaria observamos una amplia variabilidad intra- e interindividual en los requerimientos de sedantes entre los pacientes críticos. Así, en un porcentaje importante de ellos es difícil lograr un nivel de seda- Sedación difícil en el paciente crítico 75 ción adecuado, a pesar la administración de dosis crecientes de los fármacos. Igualmente, hay pacientes en los que el descenso programado de la sedación se complica por la presencia de agitación; estas situaciones, no controladas, suponen un reto para el intensivista que se enfrenta a un paciente, a menudo complejo, que requiere dosis de sedantes elevadas o la utilización multimodal de diferentes sedantes y analgésicos con el riesgo de toxicidad asociado. Seguidamente se describe la incidencia, la etiología, la fisiopatología y el tratamiento de este grupo de pacientes que presentan sedación difícil con los agentes utilizados más frecuentemente en nuestras UCI. Definición El termino «sedación difícil» fue introducido por Chamorro y Romera [6] y adoptado por el Grupo de Trabajo de Sedación y Analgesia de la SEMICYUC para definir todas las situaciones de fracaso terapéutico (incapacidad para conseguir el nivel de sedación deseado con la máxima dosis), tolerancia (necesidad de dosis crecientes para obtener el mismo nivel de sedación) o privación (presencia de síntomas que ocurren tras la interrupción brusca o la disminución de la dosis) de los sedantes utilizados con mayor frecuencia en el paciente critico. El fracaso terapéutico de un sedante en el paciente crítico se define como la incapacidad de conseguir el nivel de sedación deseado con la máxima dosis del sedante utilizado. Sin embargo, hoy por hoy no existe 76 Sedación y Analgesia en el paciente crítico un claro consenso de la dosis máxima permitida de los sedantes más comunes en el paciente crítico ventilado. Varias sociedades científicas han recomendado dosis máximas de propofol en perfusión que varían entre 4 y 5 mg/kg/h, ya que la administración de dosis mayores se ha asociado a un síndrome tóxico denominado «síndrome de infusión del propofol», caracterizado por la aparición de fallo miocárdico, trastornos de la conducción y del ritmo ventricular, acidosis láctica progresiva y, en algún caso, hipertrigliceridemia y rabdomiólisis [7]. Menos clara es la demarcación de la dosis máxima de midazolam, con dosis que oscilan entre 0,2 mg/kg y 2 mg/kg, según diferentes autores (tanta variabilidad podría ser debida a la ausencia de un claro síndrome de toxicidad relacionado con este fármaco). Sin embargo, diversos autores han asociado la presencia de altas dosis de midazolam al aumento de complicaciones, como el retraso en despertar, la prolongación de ventilación mecánica y de la estancia en UCI, y la aparición de abstinencia a su retirada, complicaciones que fueron acuñadas por Chamorro como el «síndrome de infusión del midazolam» [8]. En el año 2008, el Grupo de Sedación y Analgesia de la SEMICYUC definió como las dosis máximas seguras recomendadas de midazolam y propofol en el paciente crítico [6] 0,25 y 4,5 mg/kg/h, respectivamente. La tolerancia se define como la disminución progresiva del efecto farmacológico de un agente en una dosis constante durante un periodo de tiempo. De la misma manera, la tolerancia cruzada se define como la tolerancia o resistencia a un fármaco que se desa- rrolla por el uso continuado de otro fármaco con acción farmacológica similar. El síndrome de privación o abstinencia incluye todos los signos y síntomas que se manifiestan cuando se suspende rápidamente la administración de un sedante o de un analgésico. Aunque la mayoría de los pacientes que lo presentan han desarrollado previamente tolerancia o recibido altas dosis de sedante o analgésico, no se puede predecir la dosis y el tiempo de infusión requerido por estos agentes para desarrollar este síndrome. Incidencia y clínica de la presencia de la tolerancia hasta en un 30% de los pacientes que recibieron midazolam en perfusión continua durante más de 7 días. Del mismo modo, la tolerancia a propofol ha sido descrita extensamente en modelos animales y existe cierta evidencia de su desarrollo en pacientes críticos, tal como demostró Buckley en un pequeño estudio piloto [15], en el que hasta el 27% de pacientes críticos presentaron tolerancia al quinto día de sedación con propofol. Igualmente, la exposición durante más de 1 semana a altas dosis de opiáceos puede desarrollar neuroadaptación o dependencia fisiológica en pacientes críticos, especialmente si se administran de forma continuada [16]. De acuerdo con la definición adoptada por la SEMICYUC en una serie multicéntrica española de 119 pacientes ventilados mecánicamente durante más de 24 horas, 1 de cada 3 pacientes (35,3%) requirió más de un sedante simultáneo para conseguir una adecuada sedación y, en la mitad de los casos, fue debido a la presencia de fracaso terapéutico de los agentes utilizados [13]. Diversos estudios describen una incidencia de privación o síndrome de abstinencia entre el 20 y el 80% de los pacientes críticos a los que se han administrado sedantes o analgésicos durante más de 1 semana [17,18]. Los síntomas de privación varían según el fármaco empleado, la edad del paciente, la función cognitiva y la situación clínica. El inicio de la manifestación del síndrome de abstinencia varía entre horas (propofol, alfentanilo) y días (diazepam) después de la interrupción del agente, dependiendo de la vida media de éste o de sus metabolitos activos. No hay que olvidar que la presencia de fracaso renal o hepático, frecuente en el paciente crítico, puede alterar el aclaramiento de los agentes o sus metabolitos, retrasando la aparición de los síntomas. El fenómeno de tolerancia es relativamente frecuente en las benzodiazepinas, especialmente si se administran en altas dosis y de forma continua. Shelly et al. [14] informaron Los signos y síntomas de privación están mejor definidos para las benzodiazepinas que para otros agentes, como el propofol, aunque descripciones aisladas refieren que la Según diferentes autores, el fracaso terapéutico del midazolam puede ocurrir hasta en un 25-33% [9,10] de los pacientes críticos, mientras que el del propofol oscila entre el 3 y el 34% [11,12]. Esta variabilidad puede deberse a la falta de un consenso claro en la literatura médica sobre las máximas dosis seguras de estos fármacos. Sedación difícil en el paciente crítico 77 privación de éste presenta una sintomatología similar a la de las benzodiazepinas [19]; dichos síntomas están claramente definidos en la clasificación DSM-IV. Sin embargo, la mayoría de los cuestionarios o entrevistas diseñados para el diagnóstico de la privación o síndromes de abstinencia resultan difíciles de aplicar en el enfermo crítico, pues requieren un buen nivel de conciencia y la presencia de habilidades verbales, motoras, visuales y auditivas preservadas. Por ello, en el paciente crítico, la identificación de síntomas, como agitación psicomotriz, hiperactividad autonómica y convulsiones, se consideran como indicativos de abstinencia cuando aparecen en el contexto de la disminución de una pauta de sedoanalgesia, habiendo excluido previamente otras posibles causas como el dolor o la hipoxemia (tabla 1). El paciente crítico que presenta sedación difícil muestra una serie de respuestas he- modinámicas, endocrinas y metabólicas que afectan negativamente a su evolución y pronóstico [20]. Así, los que muestran privación o están infrasedados pueden sufrir desorientación, agitación, ansiedad y alteraciones en el ciclo sueño-vigilia, aumentando el riesgo de autorretirada de tubos y catéteres y convirtiendo su manejo en poco seguro y difícil [9]. Por el contrario, las estrategias utilizadas para paliar la sedación difícil consisten en aumentar la dosis o asociar diferentes sedantes, que pueden provocar sobresedación o multiplicar el riesgo de toxicidad [21]. Una sedación excesiva puede prolongar el tiempo de ventilación mecánica y las complicaciones asociadas (neumonía, barotrauma), la estancia en UCI y hospitalaria, e impedir la correcta evaluación neurológica del paciente, resultando en un incremento de los procedimientos diagnósticos (con el consiguiente aumento del consumo de recursos sanitarios). Tabla 1. Signos y síntomas frecuentes del síndrome de privación o abstinencia en el paciente crítico Síndrome de privación de benzodiazepinas Temblor, sudoración, taquicar- dia Ansiedad, agitación, depresión Síndrome de privación de propofol Agitación, temblor, taquicardia, taquipnea, hiperpirexia Confusión, alucinaciones Convulsiones Náuseas, vómitos Mialgias, parestesias Alteraciones en el patrón sue- ño-vigilia Confusión, delirio Mioclonías, convulsiones Fotofobia 78 Sedación y Analgesia en el paciente crítico Síndrome de privación de opiáceos Lagrimeo o rinorrea, midriasis, piloerección o aumento de la sudoración, diarrea, bostezos, fiebre, insomnio, escalofríos, hipertensión arterial, taquicardia, palidez, taquipnea, agitación, estrabismo, hiperglucemia, erección y eyaculación espontáneas, hipermenorrea, salivación, temblores, rigidez, parestesias y convulsiones clónico-episódicas Fisiopatología y factores asociados El mecanismo fisiopatológico que subyace al desarrollo de tolerancia, fracaso terapéutico y síndrome de abstinencia a los agentes sedantes y analgésicos utilizados con mayor frecuencia está íntimamente relacionado. Los fenómenos de tolerancia se pueden dividir en dos tipos: a) la tolerancia farmacocinética, resultado de alteraciones en la absorción, distribución, metabolismo o excreción del fármaco, que reduce efectivamente la concentración efectiva del agente en los receptores, y b) la tolerancia farmacodinámica, resultado de cambios adaptativos en el organismo que provocan cambios en la cantidad y/o sensibilidad de los receptores específicos al agente ocasionados por la exposición crónica o duradera a él. Las benzodiazepinas, los barbitúricos y, en menor medida, el alcohol, comparten un mecanismo de acción común, estimulando los receptores GABA A (responsables de reducir la excitabilidad cerebral) [22] e inhibiendo los receptores NMDA (N-metil-D-aspartato) del glutamato [23] (vía excitatoria). La exposición crónica a estos agentes induce una serie de mecanismos compensadores (down regulation), produciendo la progresiva disminución de los receptores GABA y el aumento en los receptores NMDA, cuyo equilibrio queda restaurado sólo en presencia de dichos psicótropos [24]. La administración prolongada de benzodiazepinas acentúa este desequilibrio en la proporción de receptores GABA/NMDA, lo que aumenta progresivamente la dificultad para conseguir/mantener un nivel adecuado de sedación (tolerancia) y que, en ocasiones, obliga al empleo de dosis elevadas de sedantes hasta el límite de sus rangos de seguridad. De la misma manera, la supresión brusca de alguno de estos agentes rompe el equilibrio existente, produciendo un aumento de la excitabilidad cerebral que, junto con una disminución de la actividad inhibitoria, dan lugar a la aparición de los síntomas y signos típicos del síndrome de privación [25]. Los fenómenos de tolerancia cruzada se han descrito entre los fármacos benzodiazepínicos, los barbitúricos y el alcohol. Sin embargo, a pesar de actuar en el mismo receptor, no se han descrito fenómenos de tolerancia cruzada entre el propofol y las benzodiazepinas, quizá debido a su unión a un sitio diferente del mismo receptor para ejercer su efecto hipnótico [26]. Al igual que con las benzodiazepinas, se considera que la tolerancia, la dependencia y la abstinencia de los opiáceos son fenómenos relacionados y comparten mecanismos subyacentes comunes. Quizá como reflejo de las acciones de diferentes clases de receptores, la tolerancia a sus diversas acciones se puede desarrollar a diferentes niveles, y estos mismos mecanismos pueden contribuir a los diversos signos y síntomas característicos de la abstinencia. La administración crónica de opiáceos produce cambios en los receptores (fosforilación, endocitosis y degradación), en segundos mensajeros (adenilato-ciclasa, canales de calcio y potasio), así como en otros sistemas de neurotransmisión, como la acetilcolina, la serotonina y las catecolaminas noradrenalina y dopamina. En el paciente crítico, los factores que contribuyen a los fenómenos de tolerancia son Sedación difícil en el paciente crítico 79 complejos y, a menudo, multifactoriales, combinando características del paciente y las peculiaridades fisiopatológicas de la patología crítica y su tratamiento. De entre las características del paciente destacan la edad, el perfil genético-metabólico o el consumo crónico de alcohol u otros psicótropos. Estos factores pueden intervenir en la aparición de un fracaso terapéutico precoz a la administración de los sedantes y analgésicos, situación que podemos denominar tolerancia primaria. Los pacientes añosos presentan habitualmente mayores volúmenes de distribución y un aclaramiento renal y hepático disminuido, requiriendo menores concentraciones plasmáticas de la mayoría de los agentes sedantes y analgésicos para ejercer el mismo efecto que en pacientes de menor edad. Muchos de los genes que codifican las proteínas que intervienen en el metabolismo, transporte y acciones farmacodinámicas de la mayoría de los sedantes y analgésicos muestran un importante polimorfismo genético, que puede dar cuenta de hasta la mitad de la variabilidad en la respuesta farmacocinética y farmacodinámica observada en la acción de éstos. De entre ellos, se ha demostrado que el alto grado de polimorfismo que presentan los genes CYP2D6 y CYP3A5, que codifican para la enzima CYP450, responsable del metabolismo de agentes como el fentanilo, la metadona y el midazolam, podría explicar la importante variación interétnica en el aclaramiento hepático de estos agentes [24]. De la misma manera, las variaciones alélicas en la expresión de la enzima UDP-glucuronosiltransferasa (UGT) se han asociado en la va- 80 Sedación y Analgesia en el paciente crítico riabilidad clínica observada en el aclaramiento hepático de la morfina [25]. Igualmente, el consumo previo de alcohol y otros psicótropos contribuye al desarrollo de tolerancia de los agentes sedantes y analgésicos habitualmente utilizados en las UCI mediante el fenómeno de tolerancia-cruzada. En un estudio multicéntrico realizado en 9 UCI españolas [13] se observó que 1 de cada 4 pacientes sometidos a ventilación mecánica eran bebedores de riesgo, y estuvieron sedados durante más tiempo, requirieron mayor número de agentes para su adecuada sedación y presentaron una mayor incidencia de privación y fracaso de sedación. Así mismo, el consumo de alcohol se identificó como un factor de riesgo para el desarrollo de privación y el fracaso de sedación. Estos resultados coinciden con los referidos en otros estudios en poblaciones similares. Así, De Wit et al. [29] comunicaron que los pacientes con problemas de consumo de alcohol y otras drogas requirieron hasta 2,5 veces más sedantes y 5 veces más analgésicos para conseguir niveles de sedación similares a los pacientes sin este problema; además, los mismos autores observaron que recibieron perfusiones de sedación y analgesia durante más tiempo. Los autores sugieren como causa del aumento de la cantidad y duración de sedoanalgesia en este tipo de pacientes el incremento de tolerancia cruzada y del metabolismo de los agentes sedantes y analgésicos mediante la inducción de la enzima P450, documentada en este tipo de población [30]. El paciente en situación crítica presenta además características fisiopatológicas únicas que condicionan alteraciones farmacocinéticas y farmacodinámicas asociadas con el desarrollo de tolerancia, en este caso adquirida, e incrementan la posibilidad de fracaso terapéutico a los sedantes y analgésicos utilizados. Entre ellas se incluyen el aumento en el volumen de distribución, los cambios en la concentración de las proteínas transportadoras (en especial de la albúmina), el aumento en la metabolización en el sistema P450 producido por fármacos inductores enzimáticos (rifampicina, barbitúricos, antiepilépticos o algún antirretroviral) y el aumento en el aclaramiento de los sedantes en situaciones de incremento del gasto cardiaco. Manejo del paciente que presenta sedación difícil Este paciente supone un reto para el intensivista y, a menudo, es un paciente complejo que requiere el incremento de la dosis de sedantes o la utilización multimodal de diferentes sedantes y analgésicos, con el riesgo de toxicidad asociado a ello. Los pilares básicos del tratamiento son su identificación precoz, para prevenir la aparición, la aplicación de estrategias de sedación específicas y la administración de nuevos agentes que han demostrado su utilidad en el tratamiento del síndrome de abstinencia en los pacientes que la presentan. Prevención Identificación precoz del paciente de riesgo En la anamnesis inicial en el momento de la admisión, es importante la identificación de factores propios del paciente que puedan aumentar la posibilidad de desarrollo de tolerancia primaria, como la edad, la presencia de obesidad, antecedentes de privación en situaciones similares o consumo crónico de alcohol y otros psicótropos (bajo prescripción médica o ilegales). Aunque existen instrumentos de detección de consumo problemático de alcohol ampliamente validados, como el Alcohol Use Disorders Identification Test (AUDIT) [31] o el cuestionario CAGE (Cut down, Annoyed, Guilty, and Eye opener) [32], el autor considera que, frente a éstas, la categorización del paciente como bebedor de riesgo presenta ciertas ventajas en el contexto del paciente crítico por su facilidad de aplicación por el médico intensivista y de respuesta por los familiares más cercanos del paciente, al referirse a cantidades objetivas más que de sensaciones subjetivas. La evaluación cuantitativa de la cantidad de alcohol ingerido se cuantifica a partir del número de unidades de bebida estándar (UBE), parámetro establecido por la OMS que representa el contenido alcohólico presente en determinados volúmenes de diferentes bebidas con una graduación estándar. Los criterios utilizados para designar a los bebedores de riesgo (que incluye a los sujetos que, sin ser necesariamente alcohólicos, presentan un consumo alto de alcohol que puede llegar a ocasionarles problemas) siguen las recomendaciones establecidas por la OMS [33], si bien la consideración de bebedor de riesgo está sometida a variaciones sociodemográficas e individuales que dificultan su definición. Para paliar estas variaciones se pueden utilizar las UBE, definidas por Rodríguez-Martos et al. [34] para la población española (tabla 2). Sedación difícil en el paciente crítico 81 Tabla 2. Evaluación cuantitativa del consumo de alcohol 1 UBE = 10 g de alcohol • 1 cerveza • 1 vaso de vino • 1 carajillo • 1 chupito 2 UBE = 20 g de alcohol Optimización de la pauta de sedoanalgesia El método más eficaz para evitar la aparición de sedación difícil y de sus consecuencias negativas sobre el paciente es realizar una sedación eficaz, eficiente y segura. Con este objetivo, varias sociedades científicas y paneles de expertos han publicado recomendaciones sobre la administración de sedantes y analgésicos en la UCI [3-5]. La mayoría de ellos coinciden en los siguientes principios básicos: • 1 whisky • 1 copa de coñac • 1 combinado Bebedor de riesgo es aquel que en el último año tiene un consumo de alcohol definido por la cantidad de: • 280 g/semana en varones o < 28 UBE • 168 g /semana en mujeres o < 17 UBE • Ingestión de fin de semana o 1 vez al mes de 50 g (5 UBE) Se utilizan las unidades de bebida estándar (UBE) establecidas por la OMS [33] y adaptadas por Rodríguez-Martos [34] a la realidad española. Igualmente, la detección precoz de los pacientes que reciben sedoanalgesia continua como parte de su tratamiento en la UCI y están en riesgo de desarrollar tolerancia adquirida, permitirán el diseño de estrategias de retirada de sedación orientadas a minimizar la aparición de síndrome de abstinencia. Así, el American College of Critical Care Medicine recomienda considerar la posibilidad de aparición de síndrome de abstinencia en los sujetos que han recibido opiáceos, benzodiazepinas o propofol durante más de 1 semana [3]. 82 Sedación y Analgesia en el paciente crítico La sedación en el paciente crítico debe iniciarse sólo después de haber garantizado una analgesia adecuada. Debe realizarse una valoración periódica y regular del nivel de sedación y analgesia en todos los pacientes críticos utilizando escalas validadas para tal fin. La administración de sedantes y analgésicos debe hacerse de acuerdo con unos objetivos de sedación para cada paciente, que serán revisados regularmente y utilizando la dosis mínima eficaz durante el menor tiempo posible para evitar los efectos adversos derivados de la acumulación del fármaco. Se recomienda la implementación de protocolos, guías clínicas o algoritmos para guiar el inicio, el ajuste y la interrupción de sedantes y analgésicos. Estrategias preventivas Descenso progresivo. El tratamiento del síndrome de privación comienza por prevenir su aparición, evitando la suspensión brusca de la pauta de los sedantes y analgésicos, especialmente en los casos en los que han sido administrados durante más de 7 días. En el caso de las benzodiazepinas y opiáceos, se recomienda un descenso inicial de la dosis de perfusión en un 20-40% diario, que será continuado por descensos del 10% cada 12-24 horas guiado por la respuesta clínica, sin superar un descenso diario del 25% [35]. La pauta descendente para el propofol no está tan clara; algunos autores [36] recomiendan disminuir su perfusión un 10% cada 6 horas, según la tolerancia. Sedación secuencial. Implica la sustitución de un sedante de semivida media-larga por uno de semivida más corta, con el fin de evitar los efectos adversos relacionados con la acumulación del fármaco. Esta estrategia puede utilizarse para prevenir el síndrome de abstinencia antes de despertar a un paciente que ha recibido sedación continua prolongada. Masataka et al. [37] estudiaron a 26 pacientes postquirúrgicos ventilados mecánicamente durante 3 o más días. Los pacientes fueron asignados de modo aleatorio a dos grupos. En el grupo M, los pacientes fueron sedados únicamente con midazolam; en el grupo M-P, el midazolam se cambió por propofol aproximadamente 24 horas antes de la suspensión de la sedación. El tiempo transcurrido desde la interrupción de la sedación hasta la extubación fue significativamente menor en el grupo M-P. Los autores también informaron que el uso secuencial de midazolam y propofol para sedación a largo plazo podría reducir la incidencia de la agitación en comparación con midazolam solo. Tratamiento Identificación del problema Antes de aplicar cualquier estrategia de control de sedación difícil en un paciente que presenta agitación o desadaptación a la ventilación mecánica, debe asegurarse que ésta es debida a la presencia de sedación insuficiente (por fracaso terapéutico o tolerancia) o a síntomas de privación a los agentes utilizados (si éstos están en retirada). Para ello, es necesario descartar antes cualquier otra causa que justifique la clínica observada, tal como una analgesia inadecuada, la presencia de hipoxemia o desadaptación a un modo ventilatorio inadecuado o delirio. Si tras la corrección de estas causas la clínica persiste, disponemos de varias alternativas para el control de esta situación, dependiendo del estado clínico del paciente y del objetivo a corto plazo de la estrategia de sedoanalgesia. Combinación o sustitución de sedantes de acción similar Los pacientes que muestran tolerancia al propofol o al midazolam pueden ser sedados efectivamente sustituyendo un agente por otro, ya que no se han descrito cuadros de tolerancia cruzada entre ambos fármacos (aunque parte del efecto farmacológico sedante se produzca en los mismos receptores cerebrales). La combinación de sedantes tiene efecto sinérgico. Diferentes estudios muestran que la combinación de midazolam y propofol reduce los requerimientos de cada fármaco en más de un 30% [38]. En estos casos, la introducción de un segundo fármaco debe mantener la estrategia de sedación empleada previamente. La administración con agentes de semivida media más larga y por una ruta diferente a los administrados por vía intravenosa es una Sedación difícil en el paciente crítico 83 práctica habitual en el tratamiento del síndrome de abstinencia a benzodiazepinas y opiáceos. Aunque son una alternativa útil, hay que tener en cuenta las diferencias en biodisponibilidad y potencia de ambos fármacos a la hora de hacer el cambio. Así, tras la introducción de lorazepam por vía oral se debe retirar el midazolam lentamente. De la misma forma, los opiáceos intravenosos deben retirarse lentamente tras introducir la metadona por vía oral [26]. Utilización de nuevos agentes La reutilización de antiguos fármacos, como la ketamina, y la síntesis de nuevos sedantesanalgésicos con propiedades farmacocinéticas y farmacodinámicas óptimas para la prevención y el tratamiento de los fenómenos de sedación difícil hacen del remifentanilo y la dexmedetomidina agentes prometedores en el tratamiento de este tipo de fenómenos en el paciente crítico. La ketamina es un derivado de la fenciclidina utilizado durante más de 4 décadas, que ejerce su acción sedante sobre los receptores postsinápticos de los canales del N-metil-Daspartato (NMDA) de las vías talamocorticales y su función analgésica, antagonizando la función de los receptores muscarínicos y nicotínicos. Existen estudios que demuestran su utilidad en perfusión continua para la reducción de los requerimientos de opiáceos en casos de tolerancia y dependencia a ellos [39]. Sin embargo, se han observado fenómenos de tolerancia al efecto sedante de la ketamina a los pocos días de su administración y, aunque su perfusión continua en el paciente crítico es posible, no se aconseja su empleo rutinario para sedación prolongada. 84 Sedación y Analgesia en el paciente crítico El remifentanilo es un derivado del fentanilo con el que comparte su misma potencia como agonista selectivo de los receptores opiáceos μ; sin embargo, su acción ultracorta y sus propiedades farmacocinéticas lo convierten en un agente único en su clase. Sus propiedades farmacocinéticas hacen que sea un buen agente para su utilización en estrategias dirigidas al tratamiento de pacientes que presentan sedación difícil, así como para estrategias dirigidas a evitar la acumulación de sedantes (estrategias de sedación secuencial) [40]. Los agentes α2-agonistas disminuyen los niveles presinápticos de calcio en el centro vasomotor del tronco encefálico e inhiben la liberación de norepinefrina, produciendo así una reducción neta del tono simpático. Además, ejercen acción sedante a través del locus caeruleus y tienen efecto analgésico moderado, potenciando la acción de los opiáceos. Los α2-agonistas poseen cierta acción ansiolítica y no deprimen el centro respiratorio. Estas características los convierten en agentes óptimos para el control de la privación en pacientes alcohólicos y toxicómanos [41,42]. Igualmente, su mecanismo de acción, diferente al de los sedantes GABAérgicos habitualmente utilizados en UCI, hace de los α2-agonistas alternativas interesantes para la sedación y analgesia en el paciente crítico. De hecho, se ha descrito su utilización en pacientes ventilados mecánicamente, permitiendo la reducción de hasta un 50% de otros sedantes, como el midazolam o el propofol. Sin embargo, hasta hace poco tiempo, la falta de agentes selectivos α2 y la ausencia de disponibilidad por vía parenteral ha limitado el empleo de estos agentes en las UCI españolas a la clonidina, un agonista parcial en formulación oral con escasa actividad en el receptor α2B. En 1999, la FDA aprobó el empleo de la dexmedetomidina en las UCI americanas, el único agente α2 de presentación parenteral que posee una afinidad para los receptores α2 ocho veces mayor que sus antecesores, lo que optimiza su perfil de seguridad en el contexto del paciente crítico [43]. Diversos autores han demostrado la eficacia de la dexmedetomidina en la sedoanalgesia del paciente crítico, consiguiendo sedaciones eficaces con menores dosis de los sedantes y analgésicos habitualmente utilizados [4447]. Maldonado et al. [45] observaron en pacientes postquirúrgicos cardiacos que los que fueron sedados con dexmedetomidina o propofol requirieron una cantidad significativamente menor de fentanilo que los sedados con midazolam. Otros autores han descrito el potente efecto sinérgico de la dexmedetomidina con otros sedantes y opiáceos, permitiendo reducciones del 50 al 70% en las dosis de propofol, midazolam y opiáceos. También ha demostrado su eficacia para el control de la agitación en pacientes en proceso de desconexión de la ventilación mecánica en la que había fracasado la utilización previa de medidas convencionales (benzodiazepinas, propofol y opiáceos) [48,49]. A finales del año 2011, la Agencia Europea del Medicamento, avalada por la realización de estudios clínicos realizados en diversas UCI europeas [50], aprobó la utilización de la dexmedetomidina para la sedación de pacientes adultos en la UCI que requieran un nivel de sedación no más profundo que despertarse en respuesta a la estimulación verbal –correspondiente a un grado de 0 a –3 en la Richmond Agitation-Sedation Scale (RASS)–. Esta indicación tan general incluye un núme- ro importante de situaciones habituales en la práctica clínica diaria de las UCI, entre las que se cuentan la prevención y el tratamiento del fracaso terapéutico de los sedantes más utilizados en el paciente crítico, así como de situaciones de tolerancia a hipnóticos o privación a éstos en el momento de su retirada. Igualmente, la dexmedetomidina tiene un papel destacado en la prevención y disminución de la incidencia y duración de agitación y delirio en el paciente crítico y en la potenciación del efecto analgésico de los opiáceos, reduciendo la necesidad de aumentar la dosis y sus efectos indeseables asociados. Este fármaco, pues, parece un agente prometedor en el tratamiento del paciente difícil de sedar y debería ser considerado a la hora de establecer protocolos para el cuidado de este tipo de pacientes (fig. 1). Sin embargo, su administración tampoco está exenta de complicaciones. Debido a su acción sobre el sistema cardiovascular, mediada por la estimulación dosis-dependiente de receptores α2-adrenérgicos a nivel cerebral, medular y periférico, no debe administrarse en pacientes con inestabilidad hemodinámica refractaria o trastornos de conducción. Asimismo, se debería prescribir con precaución a pacientes con disfunción hepática severa, disfunción autonómica o durante el tratamiento de la fase aguda de pacientes neurocríticos. La dexmedetomidina administrada en bolos produce hipertensión transitoria y bradicardia, seguida de hipotensión mediada por los receptores α2 cardiovasculares y su respuesta barorreceptora. Igualmente, no se recomienda detener de forma brusca una perfusión de larga duración (mas de 7-14 días), Sedación difícil en el paciente crítico 85 A B Retirada de sedación Analgesia adecuada + Mz 0,25 mg/kg/h Pf 4,5 mg/kg/h Fracaso de sedación Privación RASS +4 a -3 Delirio Haloperidol Estabilidad HD Dexmedetomidina RASS -4/-5 Inestabilidad HD Estabilidad HD Inestabilidad HD Asociar dexmedetomidina Asociar Pf o Mz Pf o Mz Asociar BNM A: privación. B: fracaso terapéutico y tolerancia. RASS: Richmond Agitation-Sedation Scale. HD: hemodinámica. Pf: propofol. Mz: midazolam. BNM: bloqueo neuromuscular. Figura 1. Algoritmo de manejo del paciente con sedación difícil del Hospital Universitario Joan XIII de Tarragona. ya que se puede presentar un síndrome de abstinencia (similar a otros agonistas α2, como la clonidina) que se manifestaría con agitación, cefalea, nerviosismo y aumento de la presión arterial. En casos de suministro prolongado del fármaco, se recomienda la reducción progresiva de su dosis hasta la suspensión. abstinencia o privación a los sedantes y analgésicos utilizados habitualmente. Conclusiones El mecanismo fisiopatológico que subyace al desarrollo de estas tres afecciones está íntimamente relacionado, y los factores que contribuyen a su aparición son complejos y a menudo multifactoriales, combinando características del paciente y peculiaridades fisiopatológicas de la patología crítica y su tratamiento. Uno de cada tres pacientes ventilados mecánicamente en las UCI puede presentar sedación difícil, definida como la presencia de tolerancia, fracaso terapéutico o síndrome de Los pacientes que presentan sedación difícil suponen un reto para el profesional del enfermo crítico: a menudo es un paciente complejo que requiere incrementos en la dosis de 86 Sedación y Analgesia en el paciente crítico sedantes o la utilización multimodal de diferentes sedantes y analgésicos, con el riesgo de toxicidad asociada a ello. La identificación precoz antes y durante su estancia en UCI de los pacientes con riesgo de presentar sedación difícil ayudará a prevenir su aparición. La aplicación de estrategias de sedación específicas o la administración de nuevos agentes que han demostrado su utilidad en los pacientes que presentan sedación difícil son los pilares actuales del tratamiento. Bibliografía 1. Sánchez-Izquierdo JA, Alted E, Borges MS, Sandiumenge A. 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Badalona Introducción La parálisis del enfermo crítico (PEC) es una de las complicaciones con mayor impacto en la morbilidad de los pacientes ingresados en la unidad de cuidados intensivos (UCI) sometidos a ventilación mecánica (VM) durante más de 7 días. Si el paciente presenta un fracaso multiorgánico, la incidencia de dicha entidad se sitúa en torno al 50-70% de los pacientes, según diferentes autores [1]. En nuestra serie, la incidencia es de alrededor del 60% [2]. La miopatía del paciente crítico es la principal patología neuromuscular aguda observada en pacientes ingresados en UCI [1]. Una vez dado de alta de la UCI, las repercusiones son el aumento del tiempo de ventilación mecánica y el de dependencia, que variarán en función de la gravedad y de la etiología de la debilidad muscular [2,3]. La repercusión económica, por otra parte, también es un elemento a tener en cuenta. El diagnóstico de la PEC se realiza generalmente cuando se intenta desconectar al paciente de la respiración asistida y se constata la debilidad muscular, con la consecuente dificultad para retirar la ventilación mecánica. El diagnóstico precoz, mientras el paciente se halla bajo sedación, puede efectuarse mediante técnicas electromiográficas (EMG) [4,5]. En la mayoría de los pacientes dicha debilidad es debida a una pérdida selectiva de las proteínas contráctiles del músculo esquelético (miosina). Las causas y los posibles desencadenantes de este proceso no se conocen con exactitud, y se han elaborado diferentes teorías y algún modelo experimental en animales [6,7]. El objetivo de este capítulo es hacer una síntesis de los principales aspectos de la investigación actual y una breve puesta al día del conocimiento de esta patología. Miopatía y otras alteraciones físicas 91 Fisiopatología. Etiopatogenia Aún no se han establecido con claridad los mecanismos fisiopatológicos, aunque existen varias evidencias que apoyan diversas teorías. Llama la atención el rápido inicio de los cambios precoces electrofisiológicos, incluso en las primeras horas de evolución, y su reversibilidad. El hecho de que la anatomía patológica en esos momentos sea normal, o cuasi, sugiere un trastorno funcional previo a los cambios estructurales de nervios y músculos, como ocurre con otros órganos en el desarrollo del fracaso multiorgánico, y sugiere mecanismos compartidos de hipoxia isquémica, como la alteración de la microcirculación, celular y metabólica. Los tejidos excitables, como nervios y músculos, gastan la mayoría de la energía en mantener su función y son dianas de la hipoxia tisular y celular. Neuropatía (critical illness neuropathy, CIP). El aumento del edema endoneural por cambios en la microcirculación (sobreexpresión de E-selectina) está favorecido por la hiperglucemia y la hipoalbuminemia, que provoca fallo bioenergético y desencadena la axonopatía [6]. Se ha defendido que la disfunción adquirida, consistente en la inactivación de los canales de sodio dependientes del voltaje, provoca neuropatía por degeneración axonal [8]. Otras líneas de trabajo destacan que la membrana de los nervios está despolarizada, debido a una hipercaliemia y/o hipoxia [9]. No está claro si la alteración funcional (reversible, de mejor pronóstico) y la degeneración axonal (estructural, irreversible, de mal 92 Sedación y Analgesia en el paciente crítico pronóstico) son etapas de un mismo proceso [8,10]. Miopatía (critical illness myopathy, CIM). La alteración microcirculatoria del músculo es evidente en los pacientes con sepsis severa. La degeneración muscular también lo es en la sepsis, debido al consumo proteico (sobre todo proteínas dependientes del calcio) como fuente de energía, etc., que proviene de las proteínas miofibrilares (actina y miosina). Proteasas como la calpaína, la caspasa y el complejo proteosómico de la ubiquitina desempeñan un rol importante en la apoptosis muscular, aunque no se conoce con exactitud su secuencia de activación. Se desconocen los mecanismos de necrosis muscular, pero la hiperproducción (upregulation) de proteínas transportadoras de calcio puede tener un papel relevante [7]. La atrofia muscular debida a inmovilidad (sedación profunda y ventilación mecánica) se inicia ya en las primeras horas. El fallo bioenergético provocado por shock séptico es un mecanismo fisiopatológico compartido en el músculo y en el fracaso multiorgánico (FMO): disfunción mitocondrial, estrés oxidativo, depleción de adenosín trifosfato (ATP) y antioxidantes, aumento del óxido nítrico (NO), etc. [11]. Los mecanismos implicados, según Rich y Pinter [12] y Filatov y Rich [13], son una variación en los canales de sodio NaV1.4, con un cambio de la dependencia de voltaje de inactivación rápida hacia potenciales más negativos y despolarización del potencial de reposo de membrana. La aparición de canales de sodio NaV1.5 en músculo de rata con sepsis crónica contribuye también a la no excitabilidad [14]. Ese cambio a potenciales más negativos de los canales de sodio en nervios y músculos hace que se unifiquen las hipótesis de miopatía y polineuropatía como diferentes manifestaciones de una misma alteración [15]. Factores predisponentes. Factores de riesgo La sepsis, el shock séptico, el FMO, el coma, la hiperglucemia, el tratamiento con corticoides y relajantes neuromusculares son los factores de riesgo habitualmente estudiados como desencadenantes de la PEC. Entre las causas que se asocian a una miopatía/polineuropatía, se ha observado claramente que los valores elevados de glucemia en los enfermos críticos predisponen a la polineuropatía y que el control estricto del nivel de glucosa en sangre en los pacientes de UCI mediante terapia insulínica intensiva disminuye la incidencia de CIP/CIM, la duración de la ventilación mecánica, el tiempo de ingreso en UCI y la mortalidad a los 180 días [16]. Lo que se sabe con certeza es que los pacientes con síndrome de respuesta inflamatoria sistémica (SRIS), FMO, sepsis y estancias largas en la UCI son factores que claramente influyen en el desarrollo de la miopatía de la UCI [15]. En diversos estudios, se han identificado como factores de riesgo independientes: gravedad de la enfermedad, duración de FMO, tiempo con fármacos vasoactivos, tiempo de estancia en UCI, hiperglucemia, sexo femenino, fracaso renal agudo y diáli- sis, hiperosmolaridad, nutrición parenteral, hipoalbuminemia y alteraciones neurológicas (Glasgow Coma Scale [GCS] < 10) [3,17]. La asociación con otros factores frecuentemente investigados, como la administración de corticoides, asociados o no a relajantes musculares, de aminoglucósidos, los estados carenciales, etc., son motivo de controversia entre distintos autores [18]. Existe, sin embargo, un modelo experimental de miopatía de la UCI en ratones [19]: se les administran corticoides en dosis elevadas, en el contexto de un músculo denervado mediante el empleo de relajantes musculares, que demuestra la aparición de miopatía. En un reciente estudio [20] se publicó que la administración de cisatracurio en el síndrome de distrés respiratorio agudo comportaba beneficios sobre la VM sin repercusiones en el desarrollo de la debilidad adquirida en UCI, definida como MRC (Medical Research Council) Scale Global < 48. Otros autores, sin embargo, sí encuentran relación entre el empleo de relajantes neuromusculares y el desarrollo de PEC [21]. Diagnóstico No hay métodos diagnósticos establecidos y los estudios publicados muestran disparidad de criterios y de metodología, lo que impide realizar análisis comparativos. La EMG puede ayudar en el diagnóstico temprano y determinar el pronóstico del paciente, aunque es una prueba muy específica que necesita una valoración prudente. Se han publicado propuestas de criterios diagnósticos, como la de Latronico et al. y el grupo CRIMYNE Miopatía y otras alteraciones físicas 93 Tabla 1. Propuesta de criterios diagnósticos CIP de Latronico y Bolton [3] Tabla 2. Propuesta de criterios diagnósticos CIM de Latronico y Bolton [3] Criterios diagnósticos de neuropatía (CIP) Criterios diagnósticos de miopatía (CIM) 1. Paciente crítico (FMO) 1. Paciente crítico (FMO) 2. Debilidad EE o desconexión difícil (excluyendo 2. Debilidad EE o desconexión difícil (excluyendo causas cardiacas y pulmonares) 3. EMG: axonopatía sensitiva y motora 4. Estimulación repetitiva: ausencia de bloqueo neuromuscular CIP definitivo: 4 criterios. CIP probable: 1, 3 y 4. ICUAW: 1 y 2. FMO: fracaso multiorgánico. EE: extremidades. EMG: electromiografía. ICUAW: intensive care unit-acquired weakness. causas cardiacas y pulmonares) 3. Amplitud PAMC < 80% lím. normal en 2 o más nervios sin BMN 4. Amplitud SNAP > 80% lím. normal 5. EMG. Fuerza voluntaria, PUM cortos y baja am- plitud, reclutamiento normal, con/sin fibrilación. Sedados: aumento de duración PAMC o menor excitabilidad DMS 6. Estimulación repetitiva: ausencia de bloqueo neuromuscular [22] (tablas 1 y 2). Es importante realizar un diagnóstico temprano y no, como se realiza habitualmente, cuando se retira la sedación y se observa incapacidad para respirar de forma espontánea, así como una debilidad de las extremidades. Diagnóstico clínico En la exploración clínica de la PEC se observa una debilidad muscular simétrica y de intensidad variable en las cuatro extremidades y en los músculos respiratorios cuando el paciente está despierto; los reflejos musculares profundos suelen estar disminuidos o anulados, aunque también se pueden encontrar conservados; el reflejo cutáneo-plantar es indiferente o flexor. En cambio, normalmente los músculos faciales no resultan afectados y los pares craneales están respetados. Los niveles de creatincinasa (CK) suelen ser normales, excepto en los casos de necrosis importante, en que se encuentran muy elevados. El líqui- 94 Sedación y Analgesia en el paciente crítico 7. AP: hallazgos típicos CIM definitiva: 7 criterios. CIM probable: 1 y 3-6. ICUAW: 1 y 2. FMO: fracaso multiorgánico. EE: extremidades. PAMC: potencial de acción muscular compuesto. BMN: bloqueante neuromuscular. SNAP: potencial de acción del nervio sensorial. EMG: electromiografía. PUM: potenciales de unidad motriz. DMS: estimulación muscular directa. AP: anatomía patológica. ICUAW: intensive care unit-acquired weakness. do cefalorraquídeo (LCR) no presenta alteraciones patológicas. La valoración de la debilidad muscular en los pacientes ingresados en la UCI es difícil, ya que se hallan bajo los efectos de posible encefalopatía, de la sedación y la relajación, y que para utilizar métodos semicuantitativos de la fuerza (escala MRC) o cuantitativos (utilización de un dinamómetro digital tipo Jammar) es preciso que el paciente colabore con la exploración. Por tanto, hasta la actualidad no está establecido un método precoz de detección clínica para la miopatía de la UCI que permita identificar en qué momento se inicia el trastorno. Diagnóstico anatomopatológico de miopatía El patrón de referencia para el diagnóstico de miopatía es la biopsia muscular y su análisis mediante microscopia óptica y electrónica. La diagnosis se establece a partir de un patrón anatomopatológico característico: la pérdida de filamentos gruesos de miosina que se observa en la microscopia electrónica [23,24,26] –si bien puede haber pérdida de todo tipo de filamentos–. Además, hay una menor tinción de ATPasa en el centro de las fibras atróficas (figs. 1 y 2). La clasificación de Hund divide la afectación muscular en 4 apartados, según el tipo de alteración anatomopatológica, cada uno de grado leve a grave: pérdida de filamentos gruesos (miosina), necrosis muscular, presencia de fibras anguladas y atrofia de los filamentos tipo 2 [25]. Existen estudios prospectivos que describen una serie de biopsias en pacientes críticos sin enfermedad muscular previa conocida. La incidencia de necrosis muscular varía considerablemente (del 9 al 55%), así como la de atrofia (de 39 a 96%), probablemente por los diferentes criterios de inclusión entre los distintos estudios. La biopsia de nervio periférico muestra una degeneración axonal distal primaria pura, sin desmielinización ni inflamación de nervios Figura 1. Microscopia electrónica de músculo esquelético con marcada desorganización de los miofilamentos con ausencia focal de bandas A. sensitivos y motores [24]. Las biopsias nerviosas en el hombre se realizan sólo con fines investigadores (normalmente en cadáveres), debido a la incapacidad permanente que producen. Por tanto, no es un método viable para aplicarlo en la práctica clínica diaria. Diagnóstico electrofisiológico El EMG sirve para valorar la funcionalidad de los nervios motores y sensitivos, así como la actividad muscular. Diferentes equipos investigadores han estudiado las alteraciones presentes en el EMG de los pacientes que presentaban clínica de CIM/CIP al recobrar la conciencia, pero no existe un consenso Miopatía y otras alteraciones físicas 95 (respuesta motora) y sensitivo que se detecta a los 2-5 días de inicio de la sepsis grave, asociándose precozmente con cambios miopáticos [29]. La velocidad de conducción y latencia distal son normales. Figura 2. Microscopias electrónicas (2) de músculo esquelético con marcada desorganización de los filamentos y de las bandas Z. Ausencia focal de filamentos gruesos. para el diagnóstico en fases iniciales de la enfermedad. En algunos pacientes con CIM se ha encontrado que la «estimulación muscular directa» no produce potencial de acción muscular, e indica que hay una inexcitabilidad de la membrana celular del músculo. Con el EMG de aguja se registra la actividad en el músculo, tanto en reposo como en actividad. La alteración de la excitabilidad de la membrana en reposo (aparición de ondas positivas y potenciales de fibrilación) se ha propuesto como método predictivo y diagnóstico de la CIM y además se propone como un hallazgo precoz (primera semana de evolución de la enfermedad crítica) [24,26,27]. El análisis del potencial de acción de unidad motora y del reclutamiento durante el esfuerzo máximo voluntario sirve para diferenciar entre miopatía y neuropatía como origen de la debilidad, pero desde luego no es un método precoz y no siempre es óptimo, dada la falta de colaboración que puede existir en este tipo de pacientes [28]. Las neurografías muestran una disminución de la amplitud del potencial de acción motor 96 Sedación y Analgesia en el paciente crítico Tratamiento. Direcciones futuras El tratamiento de CIM y de CIP se centra en el control de la sepsis y del FMO, de la hiperglucemia, y cabe una rehabilitación precoz para mantener la actividad motora y funcional sólo posible con protocolos de sedación dinámica. Además, la diferenciación de estas dos entidades, que pueden coexistir (o no), es importante de cara al pronóstico, ya que la afectación nerviosa se recupera mucho más lentamente (meses o años) que la afectación muscular (semanas) –aunque depende del grado de desarrollo de la CIP y de la CIM [3,30]–. Una prolongada estancia en UCI, una mayor duración de la sepsis y la pérdida de peso son los 3 parámetros que se asocian a una peor recuperación clínica de la parálisis, según un estudio prospectivo que siguió la evolución de 19 pacientes con PEC durante 2 años [31]. No se ha demostrado un tratamiento que reduzca de manera significativa ni la incidencia ni la gravedad de CIM y CIP [16], aunque es lógico pensar que deben evitarse los factores de riesgo controlables e iniciar una rehabilitación precoz. La terapia insulínica intensiva para mantener valores de glucemia de 80-110 mg/dl reduce la incidencia de afectación neuromuscular y el tiempo de ventilación mecánica [32-34] –aunque el rango óptimo de glucosa en sangre no está bien establecido, ya que controles muy estrictos de glucemia aumentan la mortalidad por episodios de hipoglucemia grave–. Un aspecto crucial y muy reconocido en la última década es la rehabilitación precoz, la movilización pasiva temprana para evitar la atrofia por desuso [35], aspecto éste reforzado por las publicaciones médicas a favor de realizar sedación dinámica y ajustada a cada paciente [36-38]. La terapia ocupacional y la rehabilitación temprana mejoran la funcionalidad motora de los pacientes, aunque la fuerza sea limitada, acota la duración del delirio, permite ciclos de respiración espontánea, etc., reduciendo la duración de la ventilación mecánica, los días de destete de ventilador y la estancia en UCI y hospitalaria. Otros autores sugieren la aplicación de modalidades ventilatorias en las que se promueva el esfuerzo muscular espontáneo para respirar, ya que pueden minimizar el impacto de la debilidad diafragmática y la atrofia por desuso [39]. La eficacia de la estimulación muscular directa como generador externo de actividad muscular todavía no ha sido comprobada. Conclusiones La polineuromiopatía es una complicación muy frecuente en pacientes de las UCI y debe diagnosticarse para establecer con más precisión su pronóstico y enfocar un tratamiento adecuado. Además, su diagnóstico precoz puede ayudar a la toma de decisiones por parte del personal médico en la práctica clínica diaria. La fisioterapia precoz en los pacientes ingresados parece una óptima práctica clínica. El control de la glucemia ha de ser estricto, así como el evitar el desarrollo de la sepsis y del FMO. Es aconsejable evitar la administración excesiva de fármacos potencialmente desfavorables, como los glucocorticoides en dosis altas y los relajantes musculares. Para poder avanzar con estudios clínicos prospectivos comparables haría falta unificar criterios diagnósticos de esta entidad. El estudio de la miopatía y de la neuropatía en fases iniciales y agudas es imprescindible para entender la fisiopatología y los factores de riesgo desencadenantes. Bibliografía 1. Farmer JC, Hall JB, Griffiths RD. ICU-acquired weakness: Proceedings of a Round Table Conference in Brussels, Belgium. Crit Care Med. 2009;37 Suppl 10. 2. Sarmiento X, Pérez Moltó H, Coll Cantí J, et al. 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Patient-ventilator interaction during acute lung injury, and the role of spontaneous breathing: part 1: respiratory muscle function during critical illness. Respir Care. 2011;56(2):181-9. Miopatía y otras alteraciones físicas 99 9 Alteraciones emocionales en pacientes bajo el uso de sedación y analgesia en las UCI Sara Guila Fidel Kinori Psicóloga Clínica. Servicio de Psiquiatría Hospital Universitari Vall d’Hebron. Barcelona CIBERSAM. Departamento de Psiquiatría. Universitat Autònoma de Barcelona Introducción Las unidades de cuidados intensivos (UCI) representan una de las experiencias más difíciles e intensamente estresantes para los pacientes y sus familias [1]. Se entienden como estresantes las situaciones que son percibidas por las personas como las que desbordan los mecanismos habituales de afrontamiento. Como resultado de las condiciones físicas del ingreso, junto con los efectos de los tratamientos de sedación y analgesia, las personas pueden generar diferentes respuestas durante su permanencia en las UCI, definidas en gran parte como «experiencias de sufrimiento», de impacto emocional y también con criterios para ser consideradas entidades psicopatológicas. Los progresos técnicos y la experiencia acumulada por la medicina intensiva facilitan que personas con patologías médicas complejas y de pronóstico grave puedan sobreponerse y desarrollar una sobrevida. Esta condición, la de sobreviviente, junto a las complicaciones psiquiátricas y psicológicas que pueden aparecer durante el ingreso y perdurar más allá de él y afectar a aspectos de la calidad de vida (CV), resultan un nuevo campo de interés científico desde hace pocos años: el estudio de la relación entre los tratamientos médicos en las UCI y la aparición frecuente de trastornos psicopatológicos. Gran parte de estos trabajos están centrados en la relación de los tratamientos de sedación y las memorias del ingreso, la aparición de sintomatología de ansiedad y de depresión, y en la repercusión emocional, intensa y heterogénea, que comprende el campo de las denominadas «respuestas de estrés traumático». En este capítulo se presentan resultados recientes de las publicaciones médicas sobre sedación y analgesia, y su repercusión psi- Alteraciones emocionales en pacientes bajo el uso de sedación y analgesia en las UCI 101 cológica y psiquiátrica, además de describir la actuación de los equipos de interconsulta psiquiátrica y psicológica sobre esta población clínica, y sugiriendo posibles actuaciones que ayuden a prevenir las afecciones de más impacto emocional. Experiencia subjetiva del ingreso en las UCI La experiencia del ingreso en una UCI es descrita por los propios pacientes y sus familiares como «intensamente estresante». Existen escasos trabajos autobiográficos sobre sus vivencias subjetivas. La aplicación de metodologías cualitativas puede facilitar esta información [2]. En nuestro medio, la publicación personal más difundida ha sido la del historiador Javier Tusell [3]: «... A partir de este momento permanecí 2 meses y 3 semanas en la UCI en situación de coma inducido ... Durante todos esos días no me enteré de nada: no padecí dolores ni tengo prácticamente ningún recuerdo. Tuve, no obstante, extraños sueños en los que aparecía gente tan variada como el historiador Tuñón de Lara y la infanta Cristina. A mayor abundamiento de la rareza, el escenario de esos sueños era la Guerra Civil, y tenía que ver vagamente con la novela de Javier Cercas, Soldados de Salamina, que yo estaba leyendo entonces, pero con trastrueque de los personajes y los acontecimientos. Tenía la sensación de que yo sabía el final de la Guerra Civil, y el resto de los personajes que me rodeaban no. Todos ellos eran sueños plácidos, que incluían al entorno familiar inmediato, mi mujer y mis hijos ... De 102 Sedación y Analgesia en el paciente crítico alguna manera, soñaba un futuro sin problemas para ellos. Pero también hubo sueños angustiosos, relativos sobre todo a una supuesta mala relación entre mis padres, que nunca tuvo lugar, o al hecho de que los persiguieran por delitos económicos, algo también nada imaginable desde cualquier punto de vista. »Tras esas 11 semanas desperté, pero el estado en que estaba era más bien catastrófico. No podía hablar porque me habían practicado una traqueotomía. Mi cuerpo estaba lleno de cicatrices y deformado por las operaciones ... He debido reconstruir estas sensaciones a la vez con esfuerzo y con la ayuda de los demás, porque algo que descubres cuando te paseas al lado de la muerte es la inmensa capacidad de olvido selectivo de la que dispone el ser humano como una especie de caparazón protector ... No creo haber sido un caso especial, pero, por ejemplo, sangré por la nariz, la boca, el pene y el ano; padecí una infección pulmonar y un bicho singularmente designado como Pseudomonas vino a cohabitar en mi úlcera trasera. Los médicos, al unísono, me decían: “Es normal”. Una paciente de la misma sala de hematología –pero más ocurrente– llegó a la conclusión de que sólo si te crecía una tercera oreja podías asombrar a quienes te trataban. Pero, a base de una atención constante y minuciosa, una disponibilidad de tiempo generosa y una sabiduría asombrosa, me sacaron adelante». Esta descripción de una vivencia personal facilita el acceso a la valoración de los múltiples procesos que son experimentados por las personas con los tratamientos de las UCI. Esencialmente, podría denominarse «una experiencia por fuera de la cotidianeidad, por fuera de los referentes habituales». La experiencia de sufrimiento en esos entornos no se cen- tra sólo en el dolor físico, que la farmacología puede tratar eficazmente, sino que aún no es posible ofrecer intervenciones absolutamente efectivas para controlar el llamado «sufrimiento emocional», considerando su multicausalidad. Situaciones estresantes y afrontamiento En las UCI, existe un acuerdo implícito en que la palabra que mejor describe el clima interno es el de «estrés». En el campo específico de la psicología, los estudios contemporáneos sobre el estrés presentan un cambio significativo cuando se introduce el llamado «modelo transaccional», definido por dos autores americanos, Lazarus y Folkman [4]. Para ellos, los factores más relevantes en la experiencia del estrés los constituyen las variables cognitivas, que facilitan la comprensión de la vivencia del estrés y su variabilidad intersubjetiva. Los hechos sólo serían considerados estresantes cuando, básicamente, las personas los interpretan o atribuyen como tales. Así, una experiencia será estresante en función de la valoración/transacción que hace la persona entre el impacto de la situación y de sus propios recursos disponibles (personales, sociales, culturales, etc.). Para afrontarla, la persona realiza una evaluación primaria, es decir, atribuir un significado a la situación: estresante, positiva, controlable o irrelevante. Si la considerara como estresante, una evaluación secundaria determinará los posibles recursos y opciones de que dispone la persona para hacer frente a esa situación. Como resultado de esta valoración, se pueden modificar las evaluaciones iniciales y que predisponen al desarrollo e implementación de las llamadas «estrategias de afrontamiento»: a) estrategias orientadas al problema (conductas o pensamientos dirigidos a gestionar la fuente de estrés), y b) estrategias orientadas a la regulación emocional (conductas o pensamientos dirigidos a provocar cambios en la percepción y vivencia de la situación de estrés). En síntesis, el «afrontamiento del estrés» se define como el esfuerzo, tanto cognitivo como conductual, que realiza una persona para hacer frente a la situación percibida como estresante, conciliando las exigencias externas como las internas, así como los conflictos entre ambas. Se denominan tanto conductas de «afrontamiento activo» o afrontamiento positivo a la utilización de cogniciones positivas sobre el problema (p. ej., revaluación positiva) como también hacer valoraciones desde una perspectiva de sesgos positivos, la búsqueda de apoyo social, el autocontrol emocional y la búsqueda de soluciones y alternativas, entre otras. En cuanto a las llamadas «conductas de afrontamiento negativo» o pasivas, también se describen como «conductas de evitación»: no enfrentarse al problema, atribuir responsabilidades a terceros o a sí mismo, alejamiento de entornos sociales y la inhibición emocional, entre las más frecuentes. Estas respuestas pueden estar presentes en una misma persona y modularse y cambiar a lo largo del mismo proceso –como también ser diferente en otros contextos–. Los aspectos teóricos anteriores permiten una comprensión de la diversidad de respuestas frente a situaciones similares, así como también ofrecer una explicación de la Alteraciones emocionales en pacientes bajo el uso de sedación y analgesia en las UCI 103 variabilidad inter– e intrapersonal, por cuanto existe una relación entre las características de personalidad y las respuestas de afrontamiento –una de las posibles variables que explican las diferencias en las reacciones frente a patologías y tratamientos similares–. Modelos de sedación y analgesia como etiología de alteraciones emocionales: memorias ilusorias, ansiedad, depresión, trastornos por estrés traumático Las condiciones del ingreso en las UCI, junto con el tipo de tratamientos recibidos, generan en los pacientes recuerdos, memorias sobre percepciones vivenciadas en esas situaciones médicas. Estas memorias, gran parte de ellas con intensa carga emocional, constituyen la base de las reacciones psicológicas y psiquiátricas más frecuentes del ingreso: los trastornos adaptativos (con sus componentes de ansiedad y depresión) y los trastornos de la esfera del estrés traumático. Las memorias son de diferentes tipos, y las más estudiadas en cuanto a su impacto han sido las llamadas «memorias ilusorias». Se trata del recuerdo de una situación que no ha existido objetivamente, pero que el paciente ha percibido como real. La vía de acceso pueden ser pesadillas o alucinaciones visuales y/o auditivas, de contenido siempre 104 Sedación y Analgesia en el paciente crítico amenazante, persecutorio, con gran carga de angustia para la persona. Otras memorias son las de la «percepción» (recordar intensamente una sensación desagradable, como dolor, o limitaciones físicas significativas) o también las llamadas «memorias objetivas», que se basan en condiciones reales pero que tienen un contenido egodistónico, es decir, son experimentadas de forma negativa. Estas memorias, que suelen perdurar después del alta hospitalaria, son descritas como intensamente estresantes y, según los estudios realizados, gran parte de ellas tienen su correlato con la utilización de determinados tipos de tratamiento [5,6]. Es justamente por el interés por los cambios en la aplicación de los tratamientos estandarizados de sedación y los de analgesia que la evidencia científica demostró que su intermitencia y reducción también contribuían positivamente a la externalización más precoz de las UCI, lo que llevó al interés por conocer el impacto que estas nuevas modalidades generaban en la salud mental de los pacientes [7]. Otra entidad frecuente durante el ingreso, los delirium, ha recibido un importante corpus de investigación, por considerarse como posible factor etiológico para la psicopatología. Pero, en una revisión reciente [8], el grupo liderado por el doctor Nouwen, en la Universidad de Utrecht, realizó una revisión de 995 artículos vinculados al estudio de la relación entre la presencia de los delirium y el desarrollo de psicopatologías. Como conclusión de esta extensiva revisión, los autores declaran no encontrar una evidencia entre la presencia de delirium y las consecuencias emocionales posteriores. Por el contrario, señalan que los resultados entran en contradicción: encuentran parte de las limitaciones para poder vincular estos aspectos en que los estudios se realizan con un número limitado de pacientes, en la heterogeneidad de los instrumentos de medición y en la diversidad de los aspectos sintomatológicos medidos y no en las categorías diagnósticas. Para el grupo de Nouwen, más allá del delirium, la literatura científica demuestra que son las memorias ilusorias y las memorias objetivas las que mejor predicen la aparición de psicopatología después del ingreso en la UCI. Por otra parte, las variables ansiedad y depresión ocupan gran parte de los capítulos de las llamadas reacciones psicológicas frente a situaciones médicas. La ansiedad es una respuesta biológica a la percepción de amenaza; tiene componentes fisiológicos y también cognitivos, y presenta variaciones interindividuales. Niveles elevados de ansiedad ocasionan afectaciones en variables fisiológicas y también en la vivencia del sujeto, habitualmente descrita como experiencia emocional de angustia. cundarios a una circunstancia concreta, identificable y definida como estresante, se denomina «trastorno adaptativo». La aparición de este diagnóstico debe darse dentro de los 3 meses siguientes a la presencia del factor estresante, y puede diferenciarse si predominan aspectos de ansiedad o del estado de ánimo. Según el DSM-IV-TR, para identificar este diagnóstico, los síntomas o conductas deben ser expresados como un malestar mayor de lo esperable en respuesta al factor estresante y que se identifique un deterioro significativo de la actividad social y/o laboral de la persona –excluyendo otros criterios diagnósticos como, p. ej., el duelo–. Como depresión o estado de ánimo depresivo se define el conjunto de síntomas, con predominio de los afectivos (tristeza, decaimiento, irritabilidad, malestar subjetivo), que están presentes junto a los de tipo cognitivo, volitivo o incluso somático, por lo que podría hablarse de una afectación global de la vida psíquica [9]. Entre las escalas o cuestionarios más habituales para la medición de los síntomas de ansiedad y depresión se utiliza en la actualidad la HADS (Hospital Anxiety and Depression Scale), desarrollada por Zygmond y Snaith en 1983. Fue validada en población española en el año 2003 y presenta varias ventajas; entre ellas, que su diseño está orientado a la valoración de esta sintomatología en pacientes con patología médica atendidos en el hospital general, su brevedad en la ejecución, y que explora sobre las variables centradas en aspectos psicológicos y no somáticos. El instrumento también ha demostrado su sensibilidad al cambio, por ejemplo, después de un tratamiento psicológico. En total incluye 14 ítems, que son valorados por el paciente por medio de 4 opciones de diversa intensidad. Según los autores originales, el valor de corte para las dos escalas, la de ansiedad y la de depresión, es de 8. Si la aparición o el aumento de la ansiedad y la presencia de síntomas de depresión son se- Otros cuestionarios que habitualmente se utilizan en la evaluación de los pacientes son el Alteraciones emocionales en pacientes bajo el uso de sedación y analgesia en las UCI 105 BDI-II (Beck Depression Inventory, versión 2; 1996) y el STAI R-E (State-Trait Anxiety Inventory, Spilberg et al., 1963), ambos con validación al español y que, aunque está muy extendida su utilización en la población psiquiátrica, los baremos con respecto a pacientes con patología médica no están estandarizados. Un capítulo especial sobre las consecuencias emocionales del ingreso en las UCI lo ocupa el denominado «trastorno por estrés postraumático» (TEPT). Esta categoría, de incorporación a los manuales de diagnóstico psicopatológico a partir de la década de 1980, se define en la actualidad y después de varias revisiones [9], en función de 6 criterios claramente definidos: el primero (A) se refiere a que la persona haya experimentado, presenciado o le fue descrito 1 o más acontecimientos que incluyan experiencias de muerte o amenaza a la integridad física propia o de otros, respondiendo a esta situación con temor, desesperanza u horror intenso. Los siguientes criterios, llamados B, C y D, se refieren a los síntomas, agrupados en 3 categorías: B, de reexperimentación (sueños, flashbacks, memorias intrusivas); C, de evitación/embotamiento afectivo (evitar lugares o personas asociadas al recuerdo, sensación de desapego, incapacidad de tener sentimiento de afecto) y D, de activación o aumento del nivel de alerta. Para que pueda establecerse el diagnóstico, la persona afectada debe presentar, como mínimo, 1 de los síntomas del criterio B, 3 o más del criterio C y 2 o más del D (hipervigilancia, dificultades para dormir). Los criterios restantes se refieren a la duración (criterio E, si es de 1 mes, trastorno por estrés agudo; entre 1 y 3 meses, estrés postraumático, y más de 3 meses, 106 Sedación y Analgesia en el paciente crítico estrés postraumático crónico –o de tipo demorado o diferido–, a 6 meses después del acontecimiento); y, el último, el malestar clínicamente significativo (criterio F). La categoría del trastorno o su expresión sindrómica también está reconocida en la población médica, especialmente bajo la evidencia de estudios en población con patología oncohematológica, con cardiopatías, con traumatismos (accidentes, quemaduras) y también en pacientes de las UCI, entre otros grupos. La prevalencia del trastorno en la población atendida en la UCI puede alcanzar valores heterogéneos. Según Hatch et al. [10], existe un corpus de evidencia que sugiere una relación de dependencia entre el ingreso en la UCI y el posterior desarrollo de TEPT, con independencia de los acontecimientos anteriores a la admisión. Para estos autores, esa relación causal no está clara y en la evidencia existente refieren que determinados tipos de sedación, en particular si su aplicación no se ha interrumpido (modelos de sedación en ventilación asistida y en el síndrome del distrés respiratorio agudo), los trastornos del sueño, la existencia de delirium y las memorias ilusorias han sido implicados en el desarrollo del TEPT, al igual que los cambios en la regulación del eje adrenal. Dada la heterogenidad de resultados, existe la hipótesis de que la relación UCI:TEPT esté probablemente relacionada con el resultado de una compleja interacción entre algunos o todos estos factores. En la publicación de Davydow et al. [11] se describe la revisión de 15 estudios previos, que incluyen los datos de 1.745 expacientes de UCI, de Estados Unidos y de Europa. La principal conclusión del estudio es que, aproximadamente el 20% de los supervivientes de las UCI experimenta síntomas de TEPT. Para los autores, la experiencia de las UCI puede producir la sintomatología del TEPT (especialmente reflejada en la presencia de pesadillas, flashbacks, irritabilidad, distancia emocional y embotamiento afectivo), que perdura y afecta a la CV. Como factores de riesgo principales, se determinó que los antecedentes personales de patología mental se exacerbaban después de la UCI y que eran factores que predisponían al desarrollo del TEPT. Los autores también encontraron que los pacientes con más sedación y de mayor continuidad fueron más propensos a desarrollar síntomas de TEPT, al igual que los que recordaban experiencias amenazantes mientras estuvieron en la UCI. En un trabajo realizado en la UCI del Hospital Universitari Vall d’Hebron de Barcelona, sobre 133 pacientes evaluados, con ventilación mecánica de más de 48 horas, el 10% cumplió criterios del TEPT a los 90 días, evidenciándose una relación con la edad y la estancia prolongada en la UCI, pero no con el género ni los antecedentes psicopatológicos. En consecuencia, los estudios actuales inducen a pensar en la relación entre las memorias de las experiencias en la UCI, tal como son definidas por los pacientes, como sueños, pesadillas, ilusiones y alucinaciones con contenidos paranoides/persecutorios, experimentados con intensa angustia en la UCI que, por su intensidad, larga duración y alto impacto emocional, suelen perdurar más allá de la externalización de las unidades y son la etiología de síndromes o cuadros psicopatológicos. Se ha comprobado que estas memorias constituyen la etiología de la sintomatolo- gía del estrés traumático en esta población, aunque no son definitorias con respecto a la ansiedad y la depresión. Los hallazgos parecen apoyar la asociación con los diferentes tipos de tratamientos de sedación y analgesia [12], y la aparición de los recuerdos traumáticos de la UCI (memorias objetivas y memorias ilusorias) con los síntomas de TEPT, pero por la información, limitada hasta el momento, resulta difícil afirmarlo. Sería necesario desarrollar más investigaciones sobre esta asociación para confirmarla. En cuanto a la evaluación sindrómica del TEPT, existen varias escalas o cuestionarios adaptados a la población española que, por su brevedad y fiabilidad, son ampliamente utilizadas. Entre ellas destaca la IES-R (Impact of Event Scale, Revised), diseñada por Horowitz en la década de 1970 y revisada en la de 1980, con su adaptación al español desde el año 2004, que evalúa la presencia de síntomas de reexperimentación, evitación y activación a través de 22 ítems, con una escala de Likert de 5 opciones. La Escala de Davidson (DTS, Davidson Trauma Scale, 1997, con validación española desde el año 2000) se centra principalmente en los síntomas de intrusión y evitación por medio de 17 ítems, que son evaluados teniendo en consideración valores de frecuencia y de gravedad con una escala de Likert de 5 opciones. Para poder establecer que la persona presenta el trastorno, debe realizarse una entrevista clínica estructurada, la CAPS (Clinician Administered PTSD Scale), actualmente único instrumento internacional reconocido para el diagnóstico y que debe ser realizada por un Alteraciones emocionales en pacientes bajo el uso de sedación y analgesia en las UCI 107 clínico experto. La entrevista tiene una duración aproximada de 1 hora y ofrece una información amplia sobre la presencia no sólo de los síntomas más frecuentes que lo caracterizan, sino también de los aspectos de la sintomatología disociativa que acompañan el trastorno –y que en la próxima revisión del manual DSM será incluida–. La CAPS fue adaptada al español por el grupo del doctor Bobes, de la Universidad de Oviedo, en el año 2000. Repercusión emocional y calidad de vida post-UCI La importancia del estudio de la CV relacionada con la salud está sintetizado en un informe del Ministerio de Sanidad, evaluándola en pacientes de diversas patologías médicas [13]: «La importancia de la evaluación de la CV relacionada con la salud (CVRS) radica en la necesidad de obtener, mediante otro tipo de resultados que no sean los resultados clínicos tradicionales, el impacto de la patología en la vida diaria del paciente. Su evaluación también es importante para analizar las posibles diferencias entre tratamientos. La perspectiva del paciente como un enfoque válido en la evaluación de los resultados de una determinada intervención ha impulsado definitivamente que el conocimiento de la CVRS de los pacientes sea cada vez más importante en la evaluación de la efectividad de las intervenciones terapéuticas. El objetivo fundamental de los instrumentos para evaluar la CVRS es conocer aquellos aspectos relacionados con las dimensiones mental, física, social, y percepción general de salud autodeclarada que impactan de forma especial 108 Sedación y Analgesia en el paciente crítico en la vida del paciente». Es decir, valorar su multidimensionalidad: las variables relacionadas con consecuencias/secuelas físicas de la enfermedad, las consecuencias emocionales de la enfermedad y la influencia sobre aspectos sociales del paciente. En la evaluación de la CV en pacientes postUCI, destacan 3 instrumentos: el Short Form SF-36 (SF-36), el EuroQoL 5D (EQ-5D) y el Nottingham Health Profile (NHP). Con respecto al SF-36 (Medical Outcome Survey Short-Form 36), Encuesta de Salud– 36, incluye 36 ítems que abarcan 8 aspectos o dimensiones: la percepción de salud en el último año, el estado de salud y la percepción subjetiva en relación con la salud, las limitaciones en la actividad física, las limitaciones en las actividades por problemas físicos, el dolor físico, las limitaciones para las actividades cotidianas por problemas emocionales, el nivel de energía y vitalidad en el último mes, la salud mental en general, las limitaciones en las actividades sociales por problemas físicos o emocionales y, finalmente, la percepción general sobre la salud. Tiene versión española desde el año 1995, y es ampliamente utilizado en el campo biomédico. El EuroQol-EQ-5D, Cuestionario Europeo sobre Calidad de Vida-5 Dimensiones (EQ-5D), aunque más reciente que el anterior, también se encuentra validado al español desde 1999. Varios autores lo recomiendan por cuanto aporta información útil para estudios de evaluación económica de tecnologías sanitarias. Está compuesto de 3 partes: la primera define el estado de salud según 5 dimensiones (movilidad, cuidado personal, actividades cotidianas, dolor/malestar y ansiedad/depresión), señalando en cada uno 3 posibles niveles de gravedad; la segunda es una escala analógica-visual del 0 al 100, que permite al individuo valorar su estado de salud y obtener un índice de utilidad de su CVRS, y la tercera recoge datos que permiten la caracterización demográfica del grupo estudiado. Desde el año 2001 está disponible en lengua inglesa el RAND-36 Item Health Survey. El grupo RAND distribuye esta versión informatizada que incluye los mismos elementos que los del SF-36, pero el algoritmo de puntuación recomendado es diferente, añadiendo a las 8 escalas multiítem, 2 factores analíticamente derivados de las puntuaciones de salud física y mental. Por su estandarización y comodidad en su aplicación, resulta ser un cuestionario muy utilizado en las ciencias sociales y en las sanitarias. La utilidad principal está en la evaluación de resultados de los tratamientos en patologías relevantes, en población adolescente y adulta. Por último, el NPH, Perfil de Salud de Nottingham, fue diseñado en Gran Bretaña en 1981, y su validación al español es del año 1990. Su objetivo es medir la percepción de salud y sus autores, Hunt y McKenna, lo consideran útil para la valoración de las intervenciones médicas o sociales, así como medida de resultados de comparaciones entre grupos, en el seguimiento de pacientes con enfermedades crónicas y en ensayos clínicos. Consta de 2 partes. La primera, de 38 ítems de respuesta dicotómica sí-no, explora 6 dimensiones de salud: energía, dolor, movilidad física, reacciones emocionales, sueño y aislamiento social. La segunda parte consta de 7 preguntas sobre la existencia de limitacio- nes, a causa de la salud, en 7 actividades funcionales de la vida diaria: trabajo, tareas domésticas, vida social, vida familiar, vida sexual, aficiones y tiempo libre. En cuanto a los resultados más significativos de los estudios recientes sobre CV en pacientes post-UCI, el trabajo de Jackson et al. [14] reconoce que, en los pacientes externalizados de las UCI, aparecen indicadores de deterioro cognitivo y trastornos psicológicos. En los seguimientos a 6 y 12 meses, estas condiciones son persistentes y, aunque mejoran con el tiempo, no desaparecen completamente. Estos autores también indican que cuando los pacientes presentaron antecedentes, tales como factores genéticos predisponentes y/o pertenecen a poblaciones de edad avanzada, pueden presentar un riesgo mayor de desarrollar problemas en la CV. A los 6 meses de la externalización, la función física relacionada con la salud fue la más afectada en el conjunto de áreas de la CVRS, frente al dolor y a la salud mental. La crítica a este tipo de estudios radica en los plazos, considerados breves para una recuperación tras un estado crítico. Cuthbertson et al. [15] responden a esta demanda cuando realizan un seguimiento a 5 años, tras el alta de la UCI. En su estudio demuestran que, a largo plazo, el estado general de la población admitida en las UCI se asocia con una elevada mortalidad y una baja CV física y mental, en comparación con la población general. Como conclusión, estos autores plantean la necesidad de que las enfermedades asociadas a la admisión en las UCI deban ser entendidas como un diagnóstico crónico, asociado a una alta mortalidad y morbilidad, que requiere la Alteraciones emocionales en pacientes bajo el uso de sedación y analgesia en las UCI 109 necesidad de apoyo continuo en el cuidado de la salud. Actuación de los equipos de interconsulta psiquiátrica y psicológica en las UCI La Interconsulta y Enlace en Salud Mental es la disciplina dentro de la psiquiatría y psicología clínica que trata la morbilidad psíquica en el paciente médico-quirúrgico o de medicina general. Su campo de intervención son los problemas adaptativos, las psicopatologías coincidentes, las psicopatologías con graves repercusiones somáticas, los trastornos mentales orgánicos y las somatizaciones. También tiene como objetivo el estudio de la relación médico-enfermo, sus vicisitudes y su repercusión en la enfermedad y su evolución. En muchos aspectos, la atención en salud mental a estos pacientes no es diferente del tratamiento de pacientes en un entorno psiquiátrico, pero los profesionales de la interconsulta y/o enlace deben adaptarse a las características del entorno hospitalario, con el impacto que esto tiene en la privacidad y confortabilidad para el paciente y su familia. La diferencia entre el modelo de interconsultor y el de enlace es que los profesionales de este último están integrados en los equipos asistenciales, compartiendo las reuniones de coordinación, y son reconocidos por el resto de sus integrantes, al tiempo que se consigue un conocimiento amplio de los pacientes, fa- 110 Sedación y Analgesia en el paciente crítico voreciendo la calidad asistencial al garantizar un enfoque continuado y coordinado. Para los psiquiatras y psicólogos que trabajan en ambas modalidades, es necesario contar con conocimientos sobre la expresión de las reacciones psicopatológicas en el entorno hospitalario, así como conocer las peculiaridades de las patologías médicas que afectan a los pacientes. También cuenta con instrumentos de valoración objetiva, especialmente adaptados o diseñados para los contextos médicos y con el desarrollo de técnicas de intervención focalizadas, también orientadas a los pacientes con patología médica. Gran parte de los pacientes requieren enfoques duales, psicofarmacológicos y psicológicos, lo cual ha demostrado conseguir una mayor eficacia en los resultados. Otro aspecto relevante es la incorporación del soporte psicológico a las familias como parte del tratamiento global. En este modelo de trabajo es imprescindible conocer los antecedentes psiquiátricos de los pacientes, pues éste es un factor que predice más vulnerabilidad frente al desarrollo de nueva psicopatología o de recidiva de los psicodiagnósticos previos. También los profesionales de salud mental deben conocer las diferencias en la expresión de la psicopatología por sexo y edad, así como controlar la temporalización en la medición de las variables clínicas y saber desarrollar el trabajo psicoterapéutico en contextos medicalizados. En el caso específico de las UCI, el trabajo en el entorno local se realiza habitualmente bajo el modelo de interconsulta. Existen va- rios focos específicos en el trabajo de estos equipos, colocando en primer término el conocimiento de la interacción de los fármacos para evitar toxicidad e inhibición recíproca, el trabajo en la valoración neuropsicológica de los pacientes y la valoración del impacto emocional de las condiciones del ingreso: variables de control del dolor y del descanso, del estado de ánimo y de la ansiedad/temores, la reconstrucción de la trayectoria en el ingreso (empleo de diarios del ingreso), la verbalización sobre las memorias ilusorias y su contenido, como también la relación con la familia y con el equipo. Con respecto a las familias, el tema de la comunicación y, especialmente, el de la comunicación de las llamadas «malas noticias», requiere un enfoque específico que garantice la continuidad del soporte emocional durante los días de ingreso. La literatura médica indica que el cuidado del entorno y la facilitación del contacto con el paciente y con el equipo profesional son valorados como indicadores de más satisfacción en la atención, además de reducir el impacto sobre el estrés del ingreso. Acerca de los tratamientos hasta ahora implementados, algunos autores, como el grupo de Peris [16], demostraron que la intervención psicológica temprana en los pacientes que ya demuestran sintomatología postraumática en el ingreso permite que experimenten menos síntomas en el futuro, además de una disminución en la prevalencia de síntomas de ansiedad y depresión. En cuanto a los tratamientos recomendados, las terapias cognitivo-conductuales han demostrado ser eficaces en la prevención e intervención sobre el TEPT, en la población general y en la población clínica. La guía de la Sociedad Americana de Medicina Intensiva [1], después de la revisión de más de 300 trabajos publicados, señala que las mejores estrategias para ofrecer soporte a las familias es utilizar la metodología basada en la «toma de decisiones compartida». Los autores destacan que, durante el ingreso, las familias reciben directamente varios factores estresantes, que convierten esta experiencia en una de las más complejas e intensas: alejamiento y reducción de la interacción con el paciente, incomprensión de los procedimientos, dificultades en la comprensión del lenguaje médico y, por tanto, aumento de la incertidumbre, espacios de espera inadecuados y falta de privacidad, entre otros. Para poder modularlo, sugieren la aplicación del llamado «modelo de toma de decisiones compartida», que es un enfoque en el que los profesionales y los pacientes y/o sus familias se comunican entre sí, utilizando la mejor evidencia disponible, cuando deben enfrentarse a la tarea de toma de decisiones. En la deliberación, se busca llegar a las preferencias informadas para tomar una determinación acerca de la mejor acción y que respete la autonomía del paciente. Además de este modelo como marco general, los expertos de este grupo de trabajo también sugieren el empleo de la comunicación efectiva desde las fases iniciales y que se mantenga de forma continuada a lo largo del proceso, además de la implementación de estrategias basadas en las competencias culturales para abordar la diversidad, el so- Alteraciones emocionales en pacientes bajo el uso de sedación y analgesia en las UCI 111 porte espiritual y psicológico, recibir la información sobre los procedimientos médicos y frente al fallecimiento del familiar ingresado, y tener acceso a soporte familiar antes, durante y después. Cómo reducir el impacto emocional durante el ingreso Por las experiencias descritas en algunas UCI, bajo el enfoque multidisciplinar y el trabajo desde un modelo de toma de decisiones compartida con las familias, se evidencian mejores oportunidades para la detección e intervención precoz sobre los aspectos emocionales de los pacientes y de sus familiares durante el ingreso. En los apartados anteriores sobre la revisión de las reacciones psicológicas y psiquiátricas que pueden identificarse durante el ingreso en las UCI, se señaló que, además de los posibles efectos secundarios de la aplicación de los tratamientos de sedación y analgesia, otros factores ambientales del ingreso promueven la aparición de experiencias de sufrimiento. Para reducir esta aparición, es posible implementar algunas pautas psicosociales que pueden influir sobre las condiciones ambientales y de interacción con el paciente [17]. Acerca del ambiente, los expertos señalan que es necesario crear espacios con el máximo de insonorización (sin los habituales timbres, pitidos de los equipos de monitoriza- 112 Sedación y Analgesia en el paciente crítico ción, etc.), diseñar habitaciones individuales, incluir objetos normalizadores en éstas (relojes, calendarios, fotos, etc.), colaborar en la reducción de estímulos adversos y promover los relacionados con bienestar: temperaturas confortables, iluminación adecuada a la hora del día, ropas que preserven la intimidad, música –si es de preferencia– etc. En cuanto a las pautas conductuales con el paciente, se señalan la protección del ritmo circadiano (p. ej., no interrumpir el sueño nocturno minimizando en lo posible la vigilancia necesaria), el control del dolor y la sedación («estar despierto es saber que estoy vivo», refieren los usuarios), la verbalización y comunicación cuidadosa con el paciente a pesar de los estados de sedación, la utilización de un lenguaje sencillo pero realista, la estimulación física y la promoción de la autonomía en la medida de lo posible, al igual que la expresión por parte de los pacientes por medio de metodologías no verbales y cuando las condiciones lo favorezcan; asimismo, el empleo de técnicas psicológicas de autocontrol de la ansiedad y el abordaje de las cogniciones catastrofistas o persecutorias que más afectan al paciente. Con respecto a la sintomatología del estrés traumático, también es recomendable que se promueva el desarrollo de un sentido de seguridad emocional en la UCI mediante la comunicación frecuente, orientadora y tranquilizadora; de esta manera se busca proteger a los pacientes frente al impacto emocional de las memorias ilusorias. Cabe garantizar también el seguimiento adecuado para los pacientes de alto riesgo, especialmente los que presentan antecedentes psiquiátricos, para mejorar la recuperación psicológica a largo plazo, sobre todo promoviendo los recursos personales del afrontamiento positivo. La comunicación efectiva y eficaz con los miembros de las familias, especialmente en las circunstancias más críticas del ingreso, es una de las variables que pueden prevenir reacciones intensificadas y/o patológicas en ellos. También las familias pueden realizar demandas sobre su presencia y proximidad con el paciente en estado terminal. Es importante facilitar las condiciones para que esto se lleve a cabo, pues las evidencias señalan que en esas circunstancias claves la actuación adecuada del equipo facilitando la «despedida» previene la aparición de los llamados «duelos complejos». Los estudios centrados en las experiencias de las familias en las UCI promueven una serie de indicaciones para facilitar la buena gestión de estas situaciones: desarrollar una relación buena y cálida con las familias, a través de la proximidad y continuidad, mantener una comunicación fluida y no ambigua sobre lo que pueda suceder, ayudar a las familias a comprender los procedimientos técnicos y su función en el proceso, facilitar áreas de espera confortables y que preserven intimidad. Si el paciente falleciera, hay que considerar y respetar las decisiones de los familiares sobre su propia manera de realizar la despedida y, en lo posible, ofrecer la posibilidad de un seguimiento con los miembros del equipo implicados en el cuidado del familiar. la base de la evidencia acerca de las mejores modalidades de sedación y de analgesia, las repercusiones emocionales de estas experiencias aún requieren mayor atención: deben ser estudiados desde una perspectiva cuantitativa y cualitativa, al tiempo de promover el desarrollo de estrategias específicas que mitiguen el impacto sobre esta población clínica. La inclusión de psiquiatras y psicólogos clínicos en los equipos de medicina intensiva, siguiendo los modelos llamados «de enlace», tal como sucede con estos equipos en otras especialidades sanitarias –como la oncología–, favorece una intervención temprana y, por tanto, la reducción de riesgos o la minimización de los efectos de las circunstancias del ingreso y/o de la patología. Los estudios actuales, aunque limitados, se centran en los aspectos descriptivos de la sintomatología psiquiátrica y psicológica, secundarios a la aplicación de sedación y analgesia: memorias traumáticas, ansiedad, depresión, estrés traumático, etc. Gran parte de ellos coincide en la heterogeneidad de estas respuestas y en la importancia de implementar más desarrollos que vinculen los aspectos médico-clínicos con las respuestas emocionales. Esta especificidad redundará en los aspectos preventivos, además de considerar los tratamientos psicológicos y psiquiátricos más adecuados para la UCI. Por otra parte, los resultados sobre CV indican la perdurabilidad de la sintomatología a lo largo del tiempo, aspecto que debe ser atendido. Conclusiones Mientras que los progresos en los tratamientos de los cuidados intensivos siguen avanzando de forma significativa y efectiva sobre El objetivo actual sería centrarse en los hallazgos de los resultados de los trata- Alteraciones emocionales en pacientes bajo el uso de sedación y analgesia en las UCI 113 mientos utilizados y su impacto [18,19] para conocer mejor qué, cuándo y cómo actuar para conseguir que la experiencia de estrés y sufrimiento, descrita por pacientes y familiares, se pueda reducir significativamente durante el ingreso y en la supervivencia. Bibliografía 1. Davidson JE, Powers K, Hedayat KM, et al. Clinical practice guidelines for support of the family in the patient-centered intensive care unit: American College of Critical Care Medicine Task Force 2004-2005. Crit Care Med. 2007;35(2):605-22. 9. 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Los pacientes que han pasado por unidades de cuidados intensivos (UCI) presentan, entre otras, alteraciones neuropsicológicas que se extienden más allá de la fase aguda y de la estancia hospitalaria, y conducen a importantes déficits, que pueden perdurar a lo largo del tiempo, en su calidad de vida. Estas secuelas neurocognitivas generan no sólo un problema sociosanitario sino también económico, debido a la gran cantidad de recursos que deben destinarse a compensar las situaciones de dependencia de los supervivientes. Déficits neuropsicológicos a corto y largo plazo en pacientes de UCI Las alteraciones cerebrales que ocurren en el paciente crítico son fruto tanto de las múltiples disfunciones orgánicas derivadas de la patología como de su tratamiento durante la estancia en la UCI [1]. Estos déficits se producen incluso en pacientes de UCI sin alteración cognitiva previa; investigaciones recientes apuntan a que los déficits neurocognitivos son extremadamente comunes en los supervivientes de UCI, sugiriendo que más del 30% de los pacientes desarrollarán alteración neurocognitiva crónica [2]. En el paciente crítico, se pueden distinguir dos tipos de alteraciones neurocognitivas: las Alteraciones cognitivas en el paciente crítico 115 asociadas a la fase aguda y las asociadas a la fase crónica. El síndrome confusional es el cuadro neuropsiquiátrico que más se observa durante la fase aguda del paciente crítico y se caracteriza por una alteración del nivel de alerta, con disminución en la habilidad de focalizar, mantener y/o cambiar la atención, cambios en otras funciones cognitivas y/o desarrollo de alteraciones perceptivas. Suele manifestarse durante un corto periodo de tiempo y muestra un curso fluctuante a lo largo del día [3]. En pacientes de UCI es una de las causas más frecuentemente relacionadas con la presencia de deterioro cognitivo a largo plazo [4]. El interés por el estudio de los déficits cognitivos observados a largo plazo y asociados a la estancia en UCI es, sin embargo, relativamente reciente. Los datos actuales sugieren que, al menos, un tercio de los pacientes de UCI desarrollarán déficits neurocognitivos crónicos de una magnitud similar al déficit cognitivo observado en las demencias leves y moderadas [2]. Las alteraciones neuropsicológicas asociadas a la estancia en UCI han sido descritas tanto al alta hospitalaria como a los 2 meses tras el alta [5], a los 6 meses [2], al año [6], a los 2 años [7] e incluso hasta 6 años después [8]. Tales secuelas cognitivas suelen mejorar durante los primeros 6-12 meses posteriores al alta hospitalaria [9], pero tienden a permanecer estables y a cronificarse a partir del año. Se ha observado que la prevalencia de estas alteraciones afecta al 78% de los pacientes en el momento del alta hospitalaria, al 47% a los 2 años y al 25% a los 6 años tras la estancia en UCI [10]. Las alteraciones neuropsicológicas en los supervivientes de UCI afectan a una amplia variedad de dominios neurocognitivos. En general, 116 Sedación y Analgesia en el paciente crítico el déficit de memoria ha sido el más frecuentemente observado, seguido de la alteración en las funciones ejecutivas, la disminución en la velocidad de procesamiento de la información y el déficit en las funciones atencionales. Las consecuencias de estos déficits crónicos tienen un gran impacto en la vida de los pacientes y contribuyen a disminuir su capacidad para llevar a cabo las actividades de la vida diaria; empeoran la calidad de vida de pacientes y familiares, suponen un aumento de los costes médicos asociados a su tratamiento y dificultan la vuelta al trabajo y a la vida diaria anterior al ingreso en UCI [7,10]. Patofisiología de los déficits neuropsicológicos y factores de riesgo A pesar de que se han propuesto diferentes mecanismos patofisiológicos involucrados en el desarrollo de las alteraciones cognitivas en los pacientes ingresados en UCI, la hipótesis del déficit colinérgico parece tener un papel destacado, y se ha considerado como la causa final de dichas alteraciones. De hecho, se ha observado una alta actividad plasmática anticolinérgica en pacientes con síndrome confusional y una disminución de los niveles durante la resolución del síndrome; los elevados valores de actividad anticolinérgica también se han correlacionado con la gravedad de los síntomas cognitivos durante el momento agudo, indicando una relación dosis-respuesta [11]. Las vías del sistema colinérgico se proyectan desde los núcleos basales de Meynert al córtex frontal y parietal, principalmente, al tálamo, la amígdala y el hipocampo, y están involucradas en un gran número de funciones cognitivas, especialmente en la conciencia, la atención, la memoria y el aprendizaje. La síntesis de acetilcolina es particularmente sensible a los cambios homeostáticos en el cerebro y algunos factores de riesgo directamente relacionados con la enfermedad crítica, como la hipoxemia, [12], la hipotensión [6], la presencia de sepsis [13] y la desregulación de los niveles de glucosa en sangre [14] pueden promover el déficit colinérgico por desequilibro de neurotransmisores, especialmente de dopamina, serotonina y norepinefrina. Las interacciones disfuncionales entre acetilcolina y otros neurotransmisores, como el glutamato, la melatonina y el ácido gamma-aminobutírico (GABA), están menos estudiadas, pero también pueden estar relacionadas con el déficit colinérgico. Otros factores de riesgo, esta vez asociados al tratamiento de la enfermedad crítica y al cuidado del paciente en UCI, como la administración de analgésicos y/o sedantes [15], el empleo de la ventilación mecánica [16] y la deprivación del sueño [17], también se han relacionado con las alteraciones neuropsicológicas post-UCI. Otras variables clínicas, como el tiempo de estancia en UCI y la presencia de síndrome confusional durante el ingreso [2,4], mantienen una relación directa con el desarrollo de alteraciones cognitivas a largo plazo. Hipoxemia e hipoxia durante la estancia en UCI Numerosos trastornos pulmonares y extrapulmonares pueden predisponer al paciente crítico a sufrir lesión pulmonar aguda (LPA) o su forma más grave, el síndrome de distrés respiratorio agudo (SDRA). La patofisiolo- gía de ambas afecciones incluye inflamación alveolar, concentración de neutrófilos en el parénquima pulmonar, liberación de citocinas y pérdida de la barrera epitelial-alveolar. En consecuencia, tanto la LPA como el SDRA se caracterizan por una severa hipoxemia como resultado del incremento de la permeabilidad pulmonar [18]; la hipoxia asociada a ellas induce una exacerbación de dopamina que, a su vez, inhibe la liberación de acetilcolina y se ha relacionado con anormalidades estructurales que incluyen un aumento del tamaño ventricular y atrofia generalizada. Todas estas alteraciones estructurales se han asociado a déficits de atención, de memoria verbal y de funciones ejecutivas [7]. Además, es importante destacar la asociación entre hipoxia y lesiones en el hipocampo, la estructura cerebral más relacionada con la capacidad de aprendizaje y la memoria; se sabe que sus neuronas son las más vulnerables a los procesos hipóxicos [19]. Exposición a fármacos Los pacientes ingresados en UCI reciben con frecuencia analgésicos y sedantes para tratar el dolor, para reducir la ansiedad en aquellos pacientes que requieren ventilación mecánica o para evitar la posible extracción de drenajes, vías y dispositivos en pacientes agitados. Algunos fármacos comúnmente prescritos en UCI, especialmente las benzodiazepinas, los sedantes y los que muestran propiedades anticolinérgicas, producen un desequilibrio en la neurotransmisión de la acetilcolina, de la dopamina y del GABA, el cual afecta a las vías corticales y subcorticales implicadas en la conducta, en el funcionamiento cognitivo y en la regulación emocional [20]. Los receptores nicotínicos se unen a la acetilcolina Alteraciones cognitivas en el paciente crítico 117 para modular el funcionamiento cognitivo, el arousal, el aprendizaje y la memoria. Algunos fármacos sedantes que inhiben los receptores nicotínicos postsinápticos pueden producir alteraciones cognitivas tras la cirugía. También los receptores muscarínicos, distribuidos más ampliamente a lo largo del cerebro, tienen un papel significativo en el desarrollo de alteraciones neurocognitivas, ya que los componentes anticolinérgicos y sus metabolitos inhiben los receptores muscarínicos postsinápticos (especialmente los receptores M1) y pueden producir alteraciones perceptivas y déficit atencional [11]. La administración de numerosos fármacos resulta un factor de riesgo para las alteraciones cognitivas durante el momento agudo y a largo plazo, bien debido a un mayor número de interacciones farmacocinéticas y farmacodinámicas, bien a que también aparece un mayor número de comorbilidades y una mayor gravedad de la enfermedad crítica [21]. Deprivación del sueño Los pacientes hospitalizados, especialmente los ingresados en la UCI, presentan alteraciones en su ciclo sueño-vigilia con grave fragmentación en la arquitectura del sueño y deprivación del sueño REM. Su ciclo de sueño se caracteriza por un sueño más reducido, con despertares frecuentes y predominio de sueño superficial (estadios I y II) y, por el contrario, una falta de sueño REM y de sueño delta (fases III y IV) [17,22]. Se ha observado en ellos una disminución global del metabolismo de la glucosa, focalmente acentuada en el córtex prefrontal, tálamo y zonas del córtex parietal posterior, las mismas zonas que también se han encontrado alteradas en pacientes que durante la estancia en UCI presenta118 Sedación y Analgesia en el paciente crítico ron episodios de síndrome confusional y que han sido relacionadas con los déficits en la capacidad atencional y en la memoria de trabajo [17]. Los estudios dan soporte a la idea de que la deprivación del sueño comparte cambios neuroquímicos con el síndrome confusional, ya que en ambas patologías también se ha observado un déficit en la actividad del sistema colinérgico [17,22]. Sepsis La presencia de sepsis es una de las mayores causas de mortalidad en los pacientes ingresados en medicina intensiva y uno de los mayores factores de riesgo para el desarrollo de disfunción cognitiva a corto y largo plazo. Cerca del 71% de los pacientes que presentan sepsis durante su hospitalización desarrollarán algún tipo de disfunción cerebral aguda de carácter irreversible [23]. La sepsis se considera una puerta de entrada a la disfunción aguda del sistema nervioso central y al daño cerebral, debido a la degradación de la barrera hematoencefálica (BHE) que provoca un incremento de su permeabilidad [15]. La encefalopatía inducida por sepsis está causada por una inflamación sistémica en ausencia de infección cerebral directa, y su clínica se caracteriza por enlentecimiento de los procesos mentales, alteración de las funciones atencionales, desorientación, delírium y coma [24]. Esta cascada inflamatoria tiene el potencial de alterar el flujo sanguíneo capilar, reduciendo el aporte de oxígeno y nutrientes a las células. Elevados niveles de mediadores inflamatorios (TNF-α, IL-1) y otras citocinas liberadas en respuesta a los polisacáridos pueden producir a su vez coagulación intravascular diseminada, induciendo a la larga daño endotelial de los vasos sanguíneos [25]. Estudios recientes mediante técnicas de resonancia magnética describen lesiones en los tractos de sustancia blanca y una reducción del volumen hipocampal, y se asocian al enlentecimiento en la velocidad de procesamiento de la información y al déficit en memoria verbal observados a largo plazo en este tipo de pacientes [26,27]. Además, la exposición prolongada a los lipopolisacáridos puede alterar la transmisión sináptica y la excitabilidad de las neuronas piramidales del hipocampo [28]. Ventilación mecánica El fracaso respiratorio agudo que requiere soporte con ventilación mecánica (VM) se produce por una gran variedad de factores, incluyendo enfermedades propias pulmonares, shock, necesidad de protección de la vía aérea o aplicación transitoria después de un procedimiento quirúrgico mayor [29]. A pesar de ser una herramienta de soporte vital para muchos pacientes críticos, la VM no está exenta de complicaciones y, por sí sola, puede agravar e incluso inducir lesión pulmonar de novo y llegar incluso a propagarse a otros órganos, entre ellos el cerebro. Existe una relación causal entre los cambios en el consumo de oxígeno en el parénquima cerebral y el deterioro cognitivo [19], y es importante tener en cuenta que la estrategia de la ventilación puede ocasionar modificaciones en el flujo sanguíneo regional y en la oxigenación cerebral. Por otra parte, múltiples estudios clínicos y experimentales han demostrado que la VM puede desencadenar una respuesta biológica que cursa con infiltración de monocitos y macrófagos y liberación de mediadores inflamatorios que pueden propagarse a órganos distales. La liberación de mediadores infla- matorios [30] a la corriente sanguínea puede alcanzar el cerebro a través de los órganos circunventriculares o el plexo coroideo [31], que están desprovistos de BHE, y modificar el flujo sanguíneo cerebral. Este aumento del nivel de citocinas y de indicadores inflamatorios se ha relacionado con un aumento del déficit cognitivo y, más en concreto, con el déficit de memoria posterior [32]. Manejo clínico de las alteraciones neuropsicológicas en el paciente crítico El cuidado de los pacientes de UCI incluye estrategias de prevención, como el control de los factores de riesgo y la terapia farmacológica. Entre estas estrategias preventivas se encuentra la reorientación del paciente, la mejora de la higiene del sueño, la minimización del ruido, la reducción de las contenciones físicas y la corrección de los déficits visuales y auditivos mediante gafas y audífonos. Estas estrategias se han asociado con una reducción significativa de la incidencia del síndrome confusional [33]. A día de hoy, la literatura médica sobre intervenciones psicológicas y neuropsicológicas en pacientes de UCI es limitada. Únicamente dos estudios han evaluado programas de estimulación cognitiva en pacientes agudos, y ambos se enfocaron a pacientes con amnesia postraumática secundaria a un traumatismo craneoencefálico. Wade et al. [34] concluyeron que una intervención temprana, basada en la provisión de información, apoyo y consejo médico, mejoraba significativamente los resultados funcioAlteraciones cognitivas en el paciente crítico 119 nales y reducía la gravedad de los síntomas asociados a la contusión cerebral a los 6 meses. Por otro lado, De Guise et al. [35] desarrollaron y aplicaron un programa integral de orientación a la realidad para pacientes con traumatismo craneoencefálico moderado y grave, observando una reducción del periodo de amnesia postraumática en pacientes con daño cerebral agudo. Algunos autores han demostrado, en pacientes supervivientes de UCI médicas y quirúrgicas, que intervenciones basadas en la utilización de estímulos musicales reducen la incidencia de episodios de síndrome confusional [36]. Además, Jackson et al. [37] demostraron que los supervivientes de UCI con déficit cognitivo y funcional que recibieron rehabilitación cognitiva al alta mostraron una mejora significativa en las funciones ejecutivas a largo plazo, comparados con un grupo de supervivientes de UCI en tratamiento convencional. Estos resultados demuestran que la aplicación de estrategias de manejo tempranas puede resultar efectivo en los pacientes de UCI, incluso en pacientes críticos con daño cerebral primario. Conclusiones El paciente crítico está expuesto a sufrir alteraciones cerebrales que van más allá de las propias de la enfermedad que ha provocado su ingreso en el servicio de medicina intensiva. Esta disfunción cerebral puede considerarse como un «daño cerebral oculto» secundario a mecanismos patofisiológicos subyacentes, cuyo origen puede situarse fuera del sistema nervioso central. Como resultado, las secuelas neurocognitivas observadas al alta y a largo plazo dificultan la vuelta a la vida diaria de los pacientes, suponen un incremento de los 120 Sedación y Analgesia en el paciente crítico costes económicos y humanos asociados a su tratamiento y tienen un gran impacto en la calidad de vida de pacientes y familiares. Tener conocimiento de los factores implicados en el desarrollo de estas secuelas neurocognitivas permitirá identificar de manera precoz a los pacientes con riesgo de manifestarlas a largo plazo y ayudará a definir intervenciones terapéuticas que minimicen los daños cerebrales añadidos a su enfermedad original. Bibliografía 1. Pustavoitau A, Stevens RD. Mechanisms of neurologic failure in critical illness. Crit Care Clin. 2008;24(1):1-24. 2. Jackson JC, Hart RP, Gordon SM, et al. Six-months neuropsychological outcome of medical intensive care unit patients. Crit Care Med. 2003;31:1226-34. 3. Pandharipande P, Cotton BA, Shintani A, et al. Prevalence and risk factors for development of delirium in surgical and trauma intensive care unit patients. J Trauma. 2008;65(1):34-41. 4. MacLullich AM, Beaglehole A, Hall RJ, Meagher DJ. Delirium and long-term cognitive impairment. Int Rev Psychiatry. 2009;21(1):30-42. 5. Jones C, Griffiths RD, Slater T, et al. 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Torrejón de Ardoz (Madrid) Introducción La calidad asistencial constituye uno de los pilares en los que se fundamenta la transformación y la mejora de los sistemas sanitarios modernos. El término «calidad» no está consensuado y, por ello, se utilizan definiciones diferentes para su conceptualización. La calidad asistencial puede definirse como «el grado en que los servicios prestados a un individuo y a la población aumentan la probabilidad de obtener resultados de salud deseables y coherentes con el conocimiento actual de los profesionales» [1]. La calidad asistencial se caracteriza por diferentes rasgos: conocimientos científicos y tecnológicos disponibles ajustados al estado de la técnica; mínimos riesgos para el enfermo asociados al ejercicio clínico; empleo racional de recursos (eficaces, efectivos y eficientes), y satisfacción del usuario. La International Standardization Organization (ISO) define la calidad como la confirmación de que un producto o servicio cumple con los estándares predeterminados para él. Aplicado a la asistencia sanitaria, significa que debe trabajarse conforme a estándares preestablecidos, dotarse de indicadores que permitan el seguimiento del proceso asistencial y sus resultados, y evaluar éstos para asegurar el cumplimiento de los estándares. De forma más simple, se puede definir la evaluación de la calidad como la comparación de una situación observada (resultados) con la esperada o planeada (objetivos), y se describe siempre más una relación que un valor absoluto; reflejaría la disparidad entre los resultados que se deberían conseguir y los que verdaderamente se alcanzan. En el clásico estudio de McGlynn, solo el 55% de los pacientes estudiados recibían los cuidados recomendados en Estados Unidos [2]. Sedación y analgesia: indicadores de calidad de la SEMICYUC 123 El estudio de la calidad asistencial supone abordajes diversos, dado que entraña diferentes significados para el enfermo, los profesionales, las instituciones sanitarias y los gestores de los recursos. El producto sanitario se caracteriza por ser intangible, heterogéneo y variable, y la calidad debe incluir tanto la satisfacción de las expectativas de los enfermos (calidad percibida) como la efectividad y eficiencia de la actuación (calidad científico-técnica o calidad intrínseca). Los enfermos y sus familiares valoran en los profesionales no sólo su competencia profesional y sus habilidades técnicas, sino otras características, como la correcta comunicación o un trato compasivo y personal en la atención recibida. Los sistemas sanitarios no se han centrado en la medida de la calidad hasta hace poco tiempo. En muchas ocasiones no se dispone de información que permita evaluar un proceso y, en el caso de que exista, no es accesible para muchos de los gestores ni profesionales. Ello hace que sea difícil controlar de forma efectiva la calidad y la seguridad y, mucho menos, comprobar si ciertas iniciativas en la mejora de la calidad resultan efectivas. ¿Qué es un indicador de calidad? Existen dos enfoques para la evaluación y mejora de la práctica asistencial. Uno, el denominado «por posibilidades de mejora», incluye el análisis de problemas y de puntos débiles e intenta responder a la pregunta: ¿qué se puede o debe mejorar? El otro, los «sistemas de 124 Sedación y Analgesia en el paciente crítico monitorización», intenta responder a: ¿qué es lo más importante y cómo asegurarse de que se está realizando con la calidad adecuada? Los sistemas de monitorización permiten medir y evaluar de forma periódica y planificada aspectos relevantes de la asistencia mediante la utilización de indicadores de calidad, que conforman la unidad básica de un sistema de control. Estos indicadores son instrumentos de medida que señalan la presencia de un fenómeno o suceso y su intensidad, y deben ser fiables, objetivos, aceptables, relevantes y basados en la evidencia. La finalidad de la monitorización es identificar problemas o situaciones de mejora potencial o bien desviaciones de la práctica estandarizada. Los indicadores actúan como señales de alarma que advierten de esta posibilidad. Para que reflejen la realidad y sean útiles en la mejora de la calidad, son requisitos imprescindibles para todo indicador: Validez: cumple el objetivo de identificar situaciones en que se podría mejorar la calidad de la asistencia, mide lo que intenta medir. Sensibilidad: detecta todos los casos en que se produce una situación o problema real de calidad. Especificidad: detecta sólo los casos en que existen problemas de calidad. Otros atributos considerados necesarios son: a) confiabilidad: se reproducen los mismos resultados si la medición se repite en condiciones similares; b) mensurabilidad: se basa en datos disponibles o fáciles de conseguir, de fácil manejo; c) relevancia: capaz de dar respuestas claras a los temas relevantes incorporados en las políticas de salud; d) costeefectividad: que la inversión en tiempo y otros recursos necesarios para la construcción del indicador esté justificada mediante su empleo y los resultados obtenidos; e) integridad: se refiere a que los datos requeridos estén completos; f) consistencia interna: que los valores sean coherentes y sensibles al cambio; g) transparencia: que sea fácilmente entendido e interpretado por los usuarios; h) difusión: que sea accesible a los usuarios a través de publicaciones periódicas, e i) dinamismo: que se actualicen y adapten en la medida en que el entorno cambia (condiciones específicas que los indicadores describen, disponibilidad de datos, conocimiento científico, niveles de interés y necesidades de los usuarios). En resumen, los indicadores de calidad deben ser capaces de poner en marcha acciones de mejora cuando, a través de sus atributos, demuestren estar indicadas. Permitirían identificar áreas de mejora por medio de la generación de hipótesis más que servir para probar hipótesis. Los indicadores no deben ser considerados un fin en sí mismos: su medición es necesaria y, en muchas ocasiones, imprescindible para determinar el nivel de calidad de la práctica asistencial, pero debe ser la herramienta que nos permita aplicar las mejoras en los puntos débiles más necesarios y seleccionar las acciones más efectivas, nunca constituir la meta. En todo sistema de control hay que tener en cuenta la fiabilidad de las bases de datos utilizadas, ya que pueden influir de forma crucial en el resultado del indicador. La medición automatizada mediante sistemas de información puede facilitar la recogida de datos de indicadores de calidad. Tipos de indicadores Según Donabedian [3], la evaluación de la calidad asistencial puede basarse en el análisis de la estructura (análisis de calidad de los medios), el proceso (análisis de la calidad de los métodos) o los resultados (análisis de la calidad de los resultados) en adaptación al concepto industrial de inversión-procesorendimiento. Las variaciones en la calidad de la estructura o del proceso revierten en los resultados, de la misma manera que las variaciones en los resultados reflejan una variabilidad en la calidad de la estructura y el proceso. Generalmente, se asume que los datos relacionados con la evaluación del proceso son más sensibles como indicadores de calidad que los datos relacionados directamente con los resultados, ya que un resultado adverso no siempre se produce cuando existen errores en el proceso. Indicadores de estructura Los indicadores de estructura miden cómo está organizado y equipado el sistema de salud, observando si los recursos están disponibles y en condiciones para facilitar la atención al usuario; evalúan los recursos (humanos, materiales, tecnológicos y financieros) y la estructura organizativa o integración de los diferentes servicios y estructuras sanitarias. Su evaluación es casi siempre fácil, rápida y objetiva, pues engloba una serie de características estáticas previamente establecidas; no obstante, la estructura más perfecta no garantiza la calidad de la gestión sanitaria. Ejemplos de indicadores de estructura serían la ratio paciente/enfermera, la existencia de determinados modelos organizativos, la dis- Sedación y analgesia: indicadores de calidad de la SEMICYUC 125 ponibilidad de algunos recursos y de protocolos, etc. [4]. Indicadores de proceso El proceso hace referencia a «qué hacemos o qué dejamos de hacer», tanto en clínica como en otros aspectos asistenciales y referidos al paciente o a sus familiares. El seguimiento de la evidencia científica debe guiar nuestras actuaciones tanto por acción como por omisión. En este ámbito, es importante destacar que no todo lo que hacemos tiene suficiente evidencia científica y que, además, ésta es variable en el tiempo. Se estima que solamente entre el 10 y el 20% de todas las prácticas médicas se basan en la evidencia científica [5]. Además, con frecuencia la adhesión a las guías de práctica clínica es escasa. Organizaciones como la Joint Commission (JC) y el Institute for Healthacare Improvement (IHI) han establecido que la manera de mejorar la calidad en la atención del enfermo debe basarse en asegurar la calidad del proceso, estableciendo medidas que permitan valorar de forma directa lo que hacemos –aunque no siempre la mejora en el proceso se correlaciona con mejora del resultado [6]. Ejemplos de indicadores de proceso serían: la monitorización de la sedación; la interrupción diaria de la sedación; el manejo de la analgesia en el paciente no sedado o en el paciente ventilado, o el control y seguimiento del bloqueo neuromuscular. Indicadores de resultado Miden el resultado: se refiere al beneficio que se logra en los pacientes, aunque tam126 Sedación y Analgesia en el paciente crítico bién suele medirse en términos de daño o, más específicamente, el resultado es un cambio en la salud que puede ser atribuido a la asistencia recibida. También los resultados incluyen otras consecuencias de la asistencia, como, por ejemplo, el conocimiento acerca de la enfermedad, el cambio de comportamiento que repercute en la salud o la satisfacción de los pacientes. Miden la efectividad de la atención, el grado en que la atención otorgada al usuario produjo el efecto deseado. Los indicadores de resultado tienen limitaciones, ya que en ellos pueden influir otros factores, no siempre modificables por los profesionales. Así, los indicadores de resultado pueden ser menos sensibles a la hora de evaluar la calidad que los de proceso, pero pueden ser útiles para comparar la calidad, especialmente en el tiempo, en determinados procesos, servicios o instituciones, siempre y cuando la población no sufra variaciones significativas. Ejemplos de indicadores de resultado serían la sedación adecuada o los eventos adversos relacionados con la sedación. Dimensiones de la calidad El Instituto de Medicina de Estados Unidos define la calidad de la asistencia sanitaria como la que es segura, adecuada, efectiva, eficiente, accesible, sigue los principios de justicia y está centrada en el enfermo [1]. La dimensión constituye la característica o atributo en la atención prestada para que ésta sea considerada de calidad. En la tabla 1 se definen las principales dimensiones de la calidad. Para que la calidad pueda ser valorada de forma global es necesario el desarrollo de diferentes indicadores que permitan evaluar cada una de ellas. Aunque el objetivo final de la medicina es cubrir las necesidades médicas del enfermo, debe considerar a la vez las expectativas de la familia y de sus allegados, de los profesionales, del hospital y de la sociedad en general [7]. El concepto «seguridad/riesgo» es una de las dimensiones más importantes de la calidad. El control de indicadores relacionados con la seguridad del enfermo facilita el reconocimiento y permite identificar muchas de las condiciones latentes y eventos adversos. Además, pueden identificar las causas y los factores responsables mediante su registro, la Tabla 1. Principales dimensiones de la calidad Efectividad Grado en que una determinada intervención se presta de manera correcta, según el estado actual del conocimiento, con el propósito de conseguir el resultado esperado Eficiencia Relación entre los resultados de la atención sanitaria y los recursos utilizados para conseguir estos resultados Accesibilidad Grado de disponibilidad de una atención sanitaria para alcanzar las necesidades del paciente en relación con barreras organizativas, económicas, culturales y emocionales Adecuación Grado en que la intervención sanitaria prestada se corresponde o es relevante para las necesidades del paciente Satisfacción Grado en que la atención sanitaria y los resultados de ésta cumplen con las expectativas de los clientes Puntualidad Grado en que una intervención se realiza a un paciente en el momento más beneficioso o necesario Seguridad/riesgo Grado en que las organizaciones están exentas de peligro. Reducción del riesgo Respeto o aceptabilidad Grado en que los que prestan los servicios lo hacen con cuidado y sensibilidad Oportunidad Grado en el que se proporciona la asistencia al paciente cuando la necesita Continuidad Grado de coordinación de la atención al paciente entre profesionales y entre diferentes organizaciones a lo largo del tiempo. La atención se provee sin interrupciones y de forma coordinada Equidad Distribución equitativa de la atención sanitaria para los que presentan necesidades equivalentes. Ecuanimidad en la atención sanitaria entre unos pacientes y otros Eficacia Grado con que un servicio tiene la posibilidad de cubrir la necesidad para la que se usa. Grado de beneficio posible de un servicio en circunstancias ideales Sedación y analgesia: indicadores de calidad de la SEMICYUC 127 comparación de resultados y el desarrollo de estrategias encaminadas a disminuir el riesgo y mejorar la calidad en la atención de los enfermos. La dimensión efectividad se refiere al alcance por el que la intervención en cuestión produce los efectos deseados para mejorar la salud en los que son tratados, y hace referencia a la incorporación de la evidencia científica dentro de la práctica asistencial; su falta de seguimiento se relacionaría con la dimensión riesgo y errores por omisión. La eficiencia se define en términos de relación entre coste y resultado. La satisfacción de los pacientes y los familiares evalúa otra de las dimensiones principales de la calidad, que es la de estar centrada en el enfermo, siendo evidente las posibilidades de mejora en dicho ámbito. Otras dimensiones, como la accesibilidad (facilidad para obtener un servicio), la adecuación (grado con el que el tratamiento se corresponde a las necesidades del paciente) o la equidad (trato ecuánime en comparación al de otros enfermos) han sido incorporadas en la evaluación de la calidad asistencial. Indicadores como herramienta en la mejora de la calidad Existen antecedentes en diferentes ámbitos de la utilización de indicadores de calidad como herramienta en la mejora de la calidad. La JC los ha desarrollado para evaluar la acreditación de centros sanitarios mediante el cumplimiento de estándares de calidad preestablecidos. El control y seguimiento de estos indicadores en determinadas áreas, como el síndrome coronario agudo, la insu- 128 Sedación y Analgesia en el paciente crítico ficiencia cardiaca o la neumonía, sirven para demostrar una mejora de la calidad a lo largo del tiempo en diferentes hospitales, especialmente en los que presentan peores resultados basales [8]. Por otro lado, los indicadores permiten la evaluación comparativa (benchmarking), que demuestra grados de variabilidad importante en las prácticas entre diferentes hospitales y entre los indicadores evaluados. Otros estudios ponen de manifiesto la exactitud de los indicadores como elemento para la evaluación y la mejora de la calidad en determinados ámbitos. El empleo de indicadores de calidad ha demostrado su utilidad como herramienta para medir la práctica habitual y evaluar la efectividad de medidas establecidas para la mejora de la calidad, lo que permite identificar y diseminar las mejores prácticas [9]. Metodología para el desarrollo e implantación de indicadores de calidad Para que los indicadores de calidad puedan cumplir su objetivo, es necesario que su desarrollo e implantación se realicen con rigor científico. En la literatura médica se han establecido los diferentes pasos necesarios para tal fin: los criterios de selección (importancia del problema u oportunidades de mejora), la necesidad de ajustarse a la máxima evidencia científica, las definiciones específicas, el establecimiento de estándares, la fuente de obtención de datos o la fiabilidad y validez de éstos. En la tabla 2 se especifican los princi- pales pasos en el desarrollo e implantación de indicadores de calidad. Los indicadores clínicos suelen centrarse en ámbitos específicos, como la sedación y analgesia, que pueden ser más o menos amplios. La metodología contempla diferentes fases: Definición del proceso. Deben especificarse los diferentes ámbitos de la asistencia que se considera adecuado controlar, definiendo las actividades, los profesionales, las estructuras y los circuitos que intervienen en el proceso. Identificación de los aspectos más relevantes, priorizando los más importantes relacionados con el proceso, basándose en su incidencia, el riesgo de la actividad, la variabilidad, la posibilidad de que existan problemas y las posibilidades de mejora. Fase de diseño de los indicadores y establecimiento de los estándares. Después de evaluar los distintos aspectos del pro- ceso y las dimensiones de la calidad que serán evaluados, se inicia la fase específica de diseño de los indicadores. Deben identificarse, de forma consensuada por expertos en el ámbito concreto, los indicadores que cumplan las mejores condiciones de validez, sensibilidad y especificidad. El diseño de cada indicador contempla la descripción de diferentes apartados (tabla 3). Una vez finalizada la elaboración de los indicadores, es imprescindible poner en marcha las etapas finales del proceso, que incluyen: Iniciar las actividades sistemáticas de medida con la recogida y tabulación de resultados. Para ello es necesario decidir previamente qué indicadores se quieren medir, la frecuencia de esta medición en función del tipo de suceso, su incidencia o el interés de la organización y la accesibilidad a la información. Ello permitiría estimar el Tabla 2. Metodología para el desarrollo e implantación de indicadores de calidad Fase de planificación Diseño de los indicadores: justificación, fórmula, Definir a quién van dirigidos y cuál es el objetivo Definición del proceso Identificación de los aspectos más relevantes. Área clínica a evaluar: impacto, morbilidad, mortalidad, coste monetario, variabilidad, posibilidad de mejora Conformación de un equipo de trabajo multidisci- plinario Fase de validación Estudio piloto para confirmar la fiabilidad y la validez Fase de implantación Medición de los indicadores Comparación de resultados Fase de desarrollo Elección de indicadores. Evidencia científica. Con- senso población, criterios de selección, tipo, fuente de datos, estándar Interpretación de resultados Aplicación al sistema de mejora de la calidad Sedación y analgesia: indicadores de calidad de la SEMICYUC 129 nivel de cumplimiento del indicador. Un paso previo a esta fase es la validación de los indicadores mediante un estudio piloto para asegurar que cumplen los criterios de fiabilidad y validez. Comparar los resultados con los estándares previamente establecidos. La comparación se establece con el estándar de referencia, lo que permitiría identificar situaciones subóptimas, por debajo del Tabla 3. Apartados en el desarrollo de los indicadores y definiciones Apartado Definición Dimensión Aspecto relevante de la asistencia que se valora en el indicador. Característica o atributo de la atención asistencial, para que ésta sea considerada de calidad. Riesgo, efectividad, eficiencia, adecuación, continuidad asistencial, accesibilidad Justificación Utilidad del indicador como medida de la calidad. Se relaciona con la validez; es decir: ¿lo que vamos a medir tiene sentido?, ¿servirá para identificar áreas de mejora asistenciales? Fórmula Expresión matemática que refleja el resultado de la medición. Habitualmente se expresa en forma de porcentaje. Puede ser una media o un número absoluto Explicación de términos Definición de términos de la fórmula que puedan ser ambiguos o sujetos a diversas interpretaciones Población Identificación de la unidad de estudio que va a ser objeto de medida (enfermos, exploraciones, visitas, diagnósticos). Puede ser necesario introducir criterios de exclusión en la población definida. En ocasiones no es necesario ni adecuado hacer la medición de toda la población definida y se recurre a la revisión de una muestra Tipo Estructura: aspectos relacionados con recursos tecnológicos, humanos y organizativos. Proceso: evaluación de la manera en que se desarrolla la práctica asistencial, realizada con los recursos disponibles, protocolos y evidencia científica Resultado: medición de las consecuencias del proceso asistencial, en término de complicaciones, mortalidad, ocasiones perdidas, fallos de circuitos, calidad de vida, etc. Fuente de datos Origen y secuencia para la obtención de datos necesarios para cuantificar los indicados Estándar Nivel deseado de cumplimiento del indicador teniendo en cuenta la variabilidad de la evidencia científica. No refleja los resultados de la práctica habitual. Representa el nivel de buena práctica exigible dada la evidencia científica y alcanzable con los medios disponibles Comentarios Incluyen la reflexión sobre la validez y referencias bibliográficas. Ponen de manifiesto los factores de confusión que se deben tener en cuenta a la hora de interpretar los resultados 130 Sedación y Analgesia en el paciente crítico nivel requerido; con los resultados de mediciones anteriores (permitirían entonces valorar la evolución en el tiempo y el comportamiento del indicador), y con los resultados de otros servicios, permitiendo la evaluación comparativa o benchmarking. Interpretación de los resultados. Cuando el resultado de la comparación es una situación subóptima o existe un empeoramiento de los resultados, el indicador sirve como señal de alarma. En este caso debe valorarse si es una situación debida al azar (causa sistémica) o nos encontramos ante un problema o una situación mejorable y, por lo tanto, se debe actuar. En ocasiones, la causa es clara y evidente, pero en otros casos es necesario iniciar los pasos del ciclo de evaluación. Una vez identificada la causa, deben proponerse acciones de mejora, implantarlas y volver a realizar una medición sistemática del indicador, observando si se han producido las mejoras deseadas. Aunque los resultados son difíciles de mesurar y no siempre concluyentes, la utilización de indicadores de calidad ha demostrado ser efectiva para la mejora de la calidad y la seguridad del paciente. Se han empleado numerosas estrategias en la implementación de los indicadores en la práctica clínica. Las más efectivas para conseguir resultados positivos parecen relacionarse con la existencia de feedback de los profesionales, el uso de programas educacionales y su incorporación en planes de mejora de la calidad. La evidencia científica es escasa y poco uniforme, y está más desarrollada en áreas específicas –como la cardiovascular– [10]. Indicadores de calidad en medicina intensiva La medicina intensiva constituye uno de los principales componentes del sistema de salud en los países industrializados y es el último eslabón en la atención del enfermo crítico. El futuro hace prever una demanda creciente de este tipo de medicina, con un porcentaje importante de la población que requerirá atención en los servicios de medicina intensiva (SMI), donde la mortalidad es necesariamente elevada y donde se consume una parte importante de todos los recursos sanitarios. En Estados Unidos se considera que más de la mitad de la población ingresará en una unidad de cuidados intensivos (UCI) a lo largo de su vida y que un porcentaje importante fallecerá en estas unidades, consumiendo el 0,66% del producto interior bruto del país [11]. La calidad asistencial ha ido situándose paulatinamente en el centro angular de la atención sanitaria, alcanzando en los últimos años un mayor protagonismo la seguridad del paciente como una de las dimensiones clave de la calidad. En el caso de la medicina intensiva, esta necesidad es todavía más evidente no sólo por su impacto social y económico, sino porque algunas de las dimensiones de la calidad cobran en el enfermo crítico un significado más intenso: pacientes más vulnerables, accesibilidad limitada, equidad en la distribución de recursos, evidencia científica escasa, eficiencia limitada. Definiciones recientes sobre la calidad de los cuidados enfatizan en la necesidad de personalizarla para cada individuo, al incorporar atributos tales como la compasión, la dignidad y el respeto en el trato de los pacientes. Sedación y analgesia: indicadores de calidad de la SEMICYUC 131 La alta variabilidad en la práctica clínica y en los resultados obtenidos pone de manifiesto la necesidad de evaluar la calidad de la asistencia prestada en los SMI, ya que existen importantes posibilidades de mejora –parece que estemos más preocupados y motivados por disponer de nuevas evidencias que de incorporarlas después al quehacer diario–. Así, sólo el 14% de los nuevos descubrimientos científicos se convierten en prácticas clínicas rutinarias y, para ello, se requiere un promedio de 17 años. Muchas de las prácticas diagnósticas y terapéuticas en la medicina intensiva no están basadas en la evidencia científica y, en muchas ocasiones, los resultados se centran en objetivos secundarios sin haber demostrado un impacto real en la mortalidad. Además, la incorporación precoz de la evidencia científica de algunos estudios ha llevado a veces a considerar indicadores de calidad algunas prácticas que no han podido ser confirmadas con posterioridad e incluso que han demostrado ser perjudiciales en algunos casos, como, por ejemplo, el control estricto de las glucemias en el enfermo crítico. Finalmente, aquello que ha demostrado claramente ser efectivo de forma estable a lo largo del tiempo no siempre se incorpora en la práctica clínica, como, por ejemplo, el lavado de manos. Algunas estrategias han demostrado su efectividad en mejorar el cumplimiento de la evidencia científica. Por ejemplo, el uso de listados de verificación diarios incorporando algunos ítems relacionados con prácticas seguras ha demostrado mejorar la adherencia a ellas, de una forma sencilla y coste-efectiva, permitiendo disminuir los errores por omisión en la práctica clínica. 132 Sedación y Analgesia en el paciente crítico Indicadores de calidad en el enfermo crítico. Experiencia española La Sociedad Española de Medicina Intensiva, Crítica y Unidades Coronarias (SEMICYUC) desarrolló en el año 2005, dentro de un sistema de control y seguimiento para la mejora de calidad, el proyecto «Indicadores de calidad en el enfermo crítico» [12]. Los objetivos fueron: el desarrollo de indicadores clave en la atención del enfermo crítico, consensuar los criterios de calidad en estos enfermos y facilitar a los profesionales un instrumento potente y fiable para la evaluación y la gestión clínica; introducir métodos de evaluación comunes que permitan unificar la medida, comparar (benchmarking), disponer de información que permita el desarrollo de planes de calidad (datos cuantitativos, objetivos, fiables y válidos) y disponer de un sistema que garantice la calidad total de la asistencia del enfermo crítico. Bajo la dirección metodológica de la Fundación Avedis Donabedian, en el proyecto participó un amplio grupo de profesionales de la SEMICYUC, en el que estaban representados todos sus Grupos de Trabajo, delegados de la Sociedad Española de Enfermería Intensiva y Cuidados Coronarios (SEEIUC), así como otros miembros de la Sociedad, que colaboraron en aspectos específicos o actuaron como consultores. La junta directiva de la SEMICYUC consideró recientemente la necesidad de actualizar dicho documento por medio de los grupos de trabajo, la revisión de la evidencia científica y el consenso de expertos. Finalmente, la última versión quedó aprobada en el mes de marzo de 2011, con un total de 120 indicadores [13]. De los 120 indicadores definitivos, utilizando la metodología Delphi, el grupo coordinador estableció por consenso un total de 20 indicadores considerados como básicos y relevantes para cualquier SMI, independientemente de la complejidad del hospital y del tipo de patología atendida. En esta nueva versión, los indicadores del área de sedación-analgesia (indicadores del 63 al 70) permanecieron prácticamente sin cambios significativos, actualizando la bibliografía de referencia que establece la evidencia científica y con modificaciones menores en algunos de sus apartados. Cabe destacar, en relación con este grupo de indicadores, que dos de ellos forman parte de los indicadores relevantes: Sedación adecuada y Manejo de la analgesia en el enfermo no sedado, lo que traduce la importancia e interés de la calidad en este ámbito. En la tabla 4 se recogen los indicadores de la SEMICYUC relacionados con la analgesia, la sedación, el bloqueo neuromuscular y el delirio. Sedación, analgesia y relajación en el paciente crítico. Guías y evidencia científica La sedación y la analgesia constituyen una parte integral en el tratamiento de los pacientes críticos en las UCI. Su objetivo es propor- Tabla 4. Indicadores de la SEMICYUC de sedoanalgesia Sedación y analgesia Dimensión Tipo Estándar 1 Monitorización de la sedación Seguridad y efectividad Proceso 95% 2 Sedación adecuada Seguridad y efectividad Resultado 85% 3 Interrupción diaria de la sedación Efectividad y eficiencia Proceso 80% 4 Manejo de la analgesia en el enfermo no sedado Efectividad y seguridad Proceso 100% 5 Manejo de la analgesia en el enfermo ventilado Efectividad y seguridad Proceso 100% 6 Uso inadecuado de la relajación muscular Seguridad Proceso 2% 7 Monitorización del bloqueo neuromuscular Efectividad y seguridad Proceso 100% 8 Identificación del delirio Efectividad Proceso 90% Sedación y analgesia: indicadores de calidad de la SEMICYUC 133 cionarles un nivel óptimo de comodidad con seguridad, reduciendo la ansiedad y la desorientación, facilitando el sueño y controlando adecuadamente el dolor. De este modo, también se facilita que no haya interferencia con los cuidados médicos y de enfermería. En el año 2007 se publicó en Medicina Intensiva una guía de práctica clínica basada en la evidencia para el manejo de la sedoanalgesia en el paciente adulto críticamente enfermo elaborada por la Federación Panamericana e Ibérica de Sociedades de Medicina Crítica y Cuidados Intensivos (FEPIMCTI). Su objetivo era proporcionar recomendaciones para el empleo de la sedación y el cuidado del dolor en pacientes adultos que ingresan en las UCI en determinadas circunstancias y con patologías específicas. Recoge recomendaciones en relación con pacientes que precisan sedación consciente, pacientes con delirio y síndrome de abstinencia, pacientes sin intubación traqueal ni asistencia ventilatoria, pacientes con ventilación mecánica (VM), pacientes en proceso de retirada del tubo endotraqueal y de la VM y en poblaciones especiales, como los pacientes traumatizados, ancianos, embarazadas, postoperatorio de cirugía cardiovascular, paciente neurológico y neuroquirúrgico, insuficiencia renal, insuficiencia hepática y durante procedimientos especiales [14]. Estas guías han sido en cierto modo criticadas por la generalidad de sus recomendaciones, que podrían conllevar el riesgo de una gran variabilidad a la hora de aplicarlas en la práctica clínica, así como a recomendar fármacos no disponibles en nuestro ámbito. Los enfermos críticos están sometidos a múltiples estímulos responsables de dolor, que, con frecuencia, está infravalorado y, por tanto, 134 Sedación y Analgesia en el paciente crítico insuficientemente tratado en estos pacientes. Las respuestas psicológicas, hemodinámicas, metabólicas y neuroendocrinas provocadas por un control inadecuado del dolor pueden producir mayor morbilidad e incluso mortalidad. La evaluación del dolor en el paciente crítico es difícil, pero muy importante: el referido por el paciente consciente es la base para instaurar la terapéutica. La escala visual analógica (EVA) y la escala verbal numérica (EVN) son las recomendadas para la evaluación del dolor del paciente consciente, y la de Campbell para el paciente con incapacidad para comunicarse. La capacidad para detectar y controlar el dolor y el sufrimiento del enfermo crítico es un principio importante y fundamental de todos los profesionales. La UCI sin dolor debe ser un objetivo de calidad asistencial de todos los SMI [15]. El tratamiento del dolor en el enfermo no sedado (indicador 66) se ha considerado como uno de los 20 indicadores relevantes, estableciéndose la necesidad de controlar el dolor por medio de su medición con una escala validada hasta conseguir y mantener el nivel de analgesia deseado. Se considera aplicable a todos los pacientes, y debe monitorizarse al menos cada 4 horas, sin admitir puntuaciones de dolor superiores a 3. Diferentes estudios han demostrado que un porcentaje importante de pacientes críticos no alcanzan el estándar. Un estudio multicéntrico mostró que entre el 50 y el 65% de los pacientes ingresados en los SMI polivalentes sufrieron dolor [16] y en pacientes postquirúrgicos se ha observado que entre el 22 y el 67% de ellos refiere dolor intenso durante el primer día del postoperatorio. En el caso de pacientes con incapacidad de expresar el dolor, éste puede pasar desapercibido. El indicador Manejo de la analgesia en el paciente ventilado (67) establece la necesidad de que, en los pacientes con VM y deterioro cognitivo (definido por la incapacidad de expresar o manifestar dolor y/o sometidos a sedación farmacológica), se prescriba analgesia de acuerdo con un protocolo (indicación de fármaco, dosis, vía e intervalo), siendo criterios de exclusión la muerte encefálica y el estado vegetativo. Un número elevado de pacientes ingresados en la UCI requiere sedoanalgesia de forma prolongada (> 72 horas). Una adecuada sedoanalgesia disminuye el grado de estrés del paciente crítico, facilitando su manejo y tratamiento y mejorando su pronóstico; sin embargo, sobre todo en perfusión continua, es una práctica que no está exenta de complicaciones derivadas tanto de su infra– como de su sobreutilización, que pueden empeorar el pronóstico de los pacientes críticos. Una adecuada monitorización y la aplicación de protocolos consensuados en sedoanalgesia garantizan la utilización adecuada de los sedantes, evitando fenómenos de tolerancia y dependencia. Estrategias como la sedación secuencial, la sedación dinámica o la interrupción diaria de la sedación se han propuesto como herramientas útiles para evitar complicaciones asociadas a la sedación prolongada [17]. Las necesidades de sedación no son las mismas para todos los pacientes, ni para el mismo paciente a lo largo del día ni durante su evolución en la UCI, por lo que se debe individualizar el tratamiento en función de los requerimientos de analgesia y sedación que precise en cada momento. Se distingue entre sedación superficial, cuyo objetivo es mantener a los pacientes despiertos o con un grado de sedación que permita un fácil despertar lo que posibilita una evaluación más fácil del dolor, un mejor contacto del paciente con el personal sanitario y la familia, y una cooperación en técnicas como la fisioterapia respiratoria o la evaluación neurológica (RASS de 0 a –2), y la sedación profunda (RASS de –4 a –5) en determinadas circunstancias (pacientes con requerimiento de bloqueantes neuromusculares (BNM); hipertensión endocraneal, estatus epiléptico o psicosis aguda, pacientes con limitación del tratamiento de soporte vital o aquellos a los que se les realizan técnicas diagnósticas y/o terapias agresivas que requieren sedación profunda). Las principales complicaciones asociadas a la sedación prolongada se relacionan con la infrasedación o sedación insuficiente (miedo, ansiedad, trastornos del sueño, agitación, retirada de dispositivos, incremento del consumo de oxígeno); la tolerancia o requerimiento en un mismo paciente de dosis progresivamente mayores de sedantes y analgésicos para mantener el mismo nivel de sedoanalgesia; la sobresedación (prolongación de VM y complicaciones relacionadas, estancias más prolongadas, y mayor consumo de recursos sanitarios) y la deprivación (insomnio, ansiedad, agitación, cefalea, alteración del estado de ánimo, náuseas, astenia, delirium e incluso, convulsiones) que obliga a prevenir su aparición y, en caso de que ocurra, diagnosticarlo de forma precoz y tratarlo de forma adecuada. Existen diferentes estrategias para evitar estas complicaciones asociadas a la sedación prolongada: La monitorización clínica del grado de sedación facilita el mantenimiento de una se- Sedación y analgesia: indicadores de calidad de la SEMICYUC 135 dación uniforme, suficiente y no excesiva, evitando su acumulación; la utilización de instrumentos que facilitan una valoración objetiva del nivel del estado cerebral (índice biespectral) puede ser también de utilidad. La SEMICYUC recoge entre sus indicadores el control de la sedación por medio de escalas validadas, recomendando que se realice, al menos, en periodos de 6 horas y cuando la situación clínica lo requiera. Aunque permite utilizar diferentes escalas, recomienda entre ellas la escala de RASS (Richmond AgitationSedation Scale) como evaluación subjetiva de analgesia y sedación. El indicador Sedación adecuada (64) es otro de los indicadores relevantes que evalúa el porcentaje de pacientes con sedación adecuada (mantenimiento de, al menos, el 80% de los resultados de sedación dentro del rango prescrito en pacientes con VM durante más de 24 horas y sedación continua). La utilización de protocolos de sedoanalgesia ha demostrado efectos beneficiosos sobre la morbimortalidad del paciente crítico. Deben estar consensuados entre médicos y enfermería. Debe explicitarse el nivel de sedación deseado en cada momento y la actividad del día, acomodando el grado de sedación según las circunstancias existentes. También deben establecerse las pautas de modificación y de retirada de la sedación y la analgesia. La interrupción diaria de la sedación (IDS) consiste en la suspensión de perfusión de la sedoanalgesia seguida de una vigilancia estricta del nivel de sedación del paciente hasta que éste obedezca órdenes. Si su situación clínica requiere la continuación de la sedación, se reiniciará la sedoanalgesia, pero a una dosis inferior a la que te- 136 Sedación y Analgesia en el paciente crítico nía cuando se suspendió; posteriormente, se continuará con el control del nivel de sedación y, según el objetivo de sedación deseado, se ajustará la dosis a administrar. La suspensión de la sedación diariamente en enfermos críticos sometidos a VM se asocia a un descenso de su duración, de la estancia en la UCI y no se asocia a secuelas psicológicas tardías. El indicador IDS (65) recoge dicha estrategia, estableciendo como estándar el 80%, lo que permite, de alguna manera, excluir grupos de pacientes, como aquéllos con hipertensión endocraneal, estatus epiléptico, psicosis aguda, hipoxia grave, limitación del tratamiento de soporte vital o los que reciben tratamiento con BNM. Este indicador, aunque incluido como tal en el manual, no está exento de críticas a la hora de aplicarlo en el ámbito crítico, proponiéndose conceptos como la IDS modificada (no esperar a que el paciente despierte para reiniciar la perfusión, mantener una monitorización estrecha de la profundidad de sedación y reanudar su administración al alcanzar el grado marcado como objetivo). Algunas guías proponen tratar la sedoanalgesia manteniendo un RASS entre 0 y –2, utilizando la IDS como rescate para pacientes que alcancen un RASS inferior a –3 o IDS incompleta (suspender la perfusión del sedante manteniendo la del opiáceo) [18]. Aunque por el momento no están incluidas como estándar de calidad otras estrategias más recientes, como la sedación secuencial (sustitución de sedantes con mayor poder acumulativo por otros con vida media más corta, pretendiendo evitar/prevenir la aparición de deprivación y disminuir la acumulación del agente utilizado) o la sedación di- námica (programación de diferentes grados de profundidad de la sedación en función de la circunstancia en la que se encuentre el paciente, adaptándose a la variabilidad de los requerimientos de su sedación a lo largo del día, profundizando la sedoanalgesia en el momento de la inducción y en determinados momentos –como durante los procedimientos o durante el descanso nocturno– y persiguiendo una sedación superficial durante la exploración médica y la visita familiar que garantice el bienestar, la analgesia y la comunicación con el entorno) se contemplan dentro de los protocolos de sedoanalgesia en diferentes unidades. La incorrecta utilización de fármacos BNM se puede asociar a graves complicaciones. Las guías de práctica clínica recomiendan la utilización de relajantes musculares sólo en determinadas situaciones clínicas (dificultad para la VM, tétanos, aumento de presión intracraneal e incremento del consumo de oxígeno), y siempre y cuando hayan fracasado otros métodos. Se estima que, en España, entre el 13 y el 30% de los pacientes ventilados mecánicamente reciben bloqueo neuromuscular [19]. El indicador Uso inadecuado de la relajación muscular (68) trata de evaluar el porcentaje de pacientes que reciben relajación muscular continua en el grupo de pacientes con VM sin hipoxemia grave (pO2/FiO2 > 200), excluyendo de forma específica a los pacientes con síndrome de distrés respiratorio agudo en las primeras 48 horas, tétanos e hipertensión endocraneal. La aparición de complicaciones asociadas a la administración de relajantes musculares en las UCI aconseja su prescripción a la mínima dosis eficaz y durante el menor tiempo posible. Las principales complicaciones descritas son la taquifilaxia, los problemas tróficos (úlceras de decúbito, miositis osificante, riesgo de enfermedad tromboembólica) y las alteraciones neuromusculares. La monitorización del bloqueo neuromuscular permite la adecuación de la dosis administrada y de los efectos indeseables, recomendándose su empleo en las guías de práctica clínica [20]. Los objetivos del control de BNM deben estar basados en criterios de efectividad, es decir, administrar la mínima dosis efectiva, y en criterios de seguridad, evitando la sobredosificación y detectando el posible bloqueo residual antes de la extubación de los pacientes. La monitorización con el tren de cuatro, junto con la detección de movimientos musculares, permite ajustar la dosis a la mínima efectiva. El indicador Monitorización del bloqueo neuromuscular (69) establece la necesidad de realizar mediciones periódicas en los pacientes en los que se utiliza bloqueo neuromuscular continuo. A pesar de ello, el control del efecto de los BNM no es una práctica habitual en los pacientes críticos ventilados. Diferentes encuestas muestran que sólo entre el 8 y el 21% de los SMI emplean rutinariamente neuroestimuladores para controlar la administración prolongada de BNM [21]. El delirio o síndrome confusional agudo es un problema frecuente en los enfermos críticos y, en muchas ocasiones, infradiagnosticado, especialmente en su forma hipoactiva. Son factores de riesgo de delirio las alteraciones cognitivas previas y determinadas comorbilidades, distintos factores ambientales y las alteraciones orgánicas agudas propias del enfermo crítico. El delirio se asocia a un aumento de la mortalidad a corto y largo plazo, a la prolongación de la VM, a estancias prolonga- Sedación y analgesia: indicadores de calidad de la SEMICYUC 137 das en la UCI y en el hospital, y a un deterioro cognitivo tras el alta hospitalaria. Se han desarrollado herramientas específicas para la detección del delirio en la UCI, como el Intensive Care Delirium Screening Checklist (ICDSC) y el Confusion Assessment Method for the ICU (CAM-ICU), que son aplicables incluso a los pacientes sometidos a VM [22]. El indicador Identificación del delirio (70) cierra el grupo de indicadores de calidad de la SEMICYUC relacionados con el ámbito de la sedaciónanalgesia y relajación. Establece controlar rutinariamente la presencia de delirio en todos los pacientes con VM > 48 horas ingresados en UCI, al menos una vez al día y preferiblemente cada 8 o 12 horas. Las herramientas recomendadas son el ICDSC y el CAM-ICU. En una encuesta realizada en el año 2004, la mayoría de los profesionales de las UCI consideraba que el delirio es un problema frecuente y grave, pero reconocían que era un síndrome infradiagnosticado y que sólo una minoría utilizaba herramientas específicas para su detección sistemática en los pacientes [23]. A pesar de las recomendaciones establecidas basadas en la evidencia científica [24], la práctica clínica todavía se aleja de ellas. Así, en una encuesta realizada a médicos intensivistas canadienses en el año 2006, éstos reconocían utilizar protocolos de sedación– analgesia sólo en un 29% de sus unidades, el 40% realizaban interrupción diaria de la sedación, el 49% aplicaban escalas de sedación y solo el 3,7% evaluaban el delirio [25]. Conclusiones La sedoanalgesia es una práctica habitual en la UCI y constituye uno de los pilares básicos 138 Sedación y Analgesia en el paciente crítico del tratamiento del paciente crítico. Su aplicación no está exenta de complicaciones, en su mayoría derivadas de su infra– o sobreutilización, que influyen en el pronóstico. La calidad de la sedoanalgesia, incluyendo el empleo adecuado de BNM y el delirio debe basarse en el uso de protocolos, que deben estar consensuados por todos los profesionales implicados y adaptados a las características específicas de cada unidad y estar basados en una adecuado seguimiento del nivel de analgesia, sedación y bloqueo neuromuscular. Diversas sociedades científicas han propuesto fórmulas y estrategias dirigidas a evitar/prevenir estas complicaciones. Conceptos como «sedación dinámica», «sedación secuencial» o «interrupción diaria de sedación» surgen como estrategias prometedoras a la hora de abordar los problemas que se presentan durante la sedación prolongada de un paciente crítico. El reconocimiento precoz de trastornos como el delirio o la depresión y un enfoque terapéutico adecuado pueden prevenir o minimizar la aparición de estos trastornos, contribuyendo a mejorar las perspectivas funcionales y vitales de los pacientes críticos. Los indicadores de calidad son instrumentos de medida que conforman la unidad básica de un sistema de control; permiten medir y evaluar de forma periódica y planificada aspectos relevantes de la asistencia. Para ser efectivos deben ser fiables, objetivos, aceptables, relevantes y basados en la evidencia. Su finalidad es identificar problemas o situaciones de mejora potencial o bien desviaciones de la práctica estandarizada, actuando como señales de alarma que advierten de esta posibilidad. La importancia de medir lo que hacemos para detectar áreas de mejora y asegurar que nuestros pacientes reciben los cuidados más efectivos y seguros posibles podría resumirse en palabras de lord Kelvin: «Lo que no se define no se puede medir, lo que no se mide no se puede mejorar, lo que no se mejora se degrada siempre». Bibliografía 1. Committee on Quality of Health Care in America. Crossing the quality chasm: a new health system for the 21st Century. Washington DC: National Academy Press; 2001. 2. McGlynn EA, Asch SM, Adams J, et al. The quality of health care delivered to adults in the United States. N Engl J Med. 2003;348(26):2635-45. 3. Donabedian A. Exploration in quality assessment and monitoring. The definition of quality and approaches to its assessment. Ann Arbor (MI): Health Administration Press; 1980. 4. Valentin A, Ferdinande P; ESICM Working Group on Quality Improvement. Recommendations on basic requirements for intensive care units: structural and organizational aspects. 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Sedación y analgesia: indicadores de calidad de la SEMICYUC 139 22. Palencia Herrejón E, Romera MA, Silva JA; Grupo de Trabajo de Analgesia y Sedación de la SEMICYUC. Delirio en el paciente crítico. Med Intensiva. 2008;32 Spec N.º 1:77-9. 23. Ely EW, Stephens RK, Jackson JC, et al. Current opinions regarding the importance, diagnosis, and management of delirium in the intensive care unit: a survey of 912 healthcare professionals. Crit Care Med. 2004;32:106-12. 24. Jacobi J, et al. Task Force of the American College of Critical Care Medicine (ACCM) of the Society of 140 Sedación y Analgesia en el paciente crítico Critical Care Medicine (SCCM), American Society of Health-System Pharmacists (ASHP), American College of Chest Physicians. Clinical practice guidelines for the sustained use of sedatives and analgesics in the critically ill adult. Crit Care Med. 2002;30:119-41. 25. Mehta S, Burry L, Fischer S, et al. Canadian survey of the use of sedatives, analgesics, and neuromuscular blocking agents in critically ill patients. Crit Care Med. 2006;34:374-80. La sedación y analgesia del paciente crítico han evolucionado de forma remarcable en los últimos años, constituyendo no sólo un aspecto básico del manejo del paciente crítico, sino también uno de los principales factores que puede influir en el pronóstico vital de los pacientes y, además, un elemento fundamental para un control más eficiente de los recursos disponibles. Dra. Roser Anglès Presidenta de la Societat Catalana de Medicina Intensiva i Crítica Roser Anglès Coll y Francisco Fernández Dorado Deseamos que este texto sea una herramienta útil para la puesta al día en sedación y analgesia, pensada para los profesionales de los pacientes críticos. Sedación y Analgesia en el paciente crítico Conferencia de Expertos de la SOCMIC 2013 Éste es el motivo por el que este año la Conferencia de Expertos de la Societat Catalana de Medicina Intensiva i Crítica (SOCMIC) ha querido centrarse en este tema, y revisar aspectos de sedación y analgesia con una visión amplia. Para ello hemos contado con la colaboración de nuestros mejores expertos, que nos proporcionan en este texto tanto su conocimiento teórico como práctico. Los aspectos tratados abarcan desde la correcta monitorización y el manejo de situaciones especiales –tan habituales en nuestras unidades–, hasta las posibles consecuencias asociadas a la sedación. Conferencia de Expertos de la SOCMIC 2013 Sedación y Analgesia en el paciente crítico Coordinadores Roser Anglès Coll • Francisco Fernández Dorado