517 REVISIÓN DE TEMA Cirugía de epilepsia: evaluación prequirúrgica del paciente candidato. Protocolo propuesto para el Hospital Universitario San Ignacio Daniel Nariño González,1 Ernesto Alejandro Esteban Caycedo2 Resumen En la actualidad, la cirugía de epilepsia es una opción de tratamiento alterno en pacientes con epilepsia medicamente refractaria. Definir el área epileptogénica, objetivo primordial del tratamiento para su resección, requiere un estudio cuidadoso prequirúrgico por parte de un equipo de especialistas multidisciplinario con un protocolo definido, a fin de evaluar la zona epileptogénica, irritativa, inicio ictal, lesión epileptogénica, zona de déficit funcional y zona sintomatogénica enunciados por Luders, para así elegir el tipo de tratamiento quirúrgico que se va a efectuar. El artículo presenta la propuesta de protocolo de evaluación de cirugía de epilepsia del Hospital Universitario San Ignacio. Palabras clave: epilepsia, cirugía, refractaria. Title: Epilepsy Surgery Clinical Evaluation in Patients., San Ignacio University Hospital Protocol Abstract Actually, epilepsy surgery is a treatment option in patients with refractory epilepsy. The epileptogenic zone definition is the most important target for the surgical treatment and its definition is the result of a careful evaluation by a multidisciplinary Tim finding the epileptogenic area, irritative area, etc, enunciated by Luders and then, choice the best surgical alternative. We present here the protocol proposal of the Universitary Hospital of San Ignacio. Key words: Epilepsy, surgical, refractory. 1 Profesor asociado de Neurología, Pontificia Universidad Javeriana, Bogotá, Colombia. Jefe de Laboratorio de Neurofisiología. Coordinador de la Clínica de Epilepsia y del Programa de Cirugía de Epilepsia, Departamento de Neurociencias, Hospital Universitario San Ignacio, Bogotá, Colombia. 2 Médico neurocirujano, Pontificia Universidad Javeriana-Hospital Universitario San Ignacio, Bogotá, Colombia. Recibido: 14/07/2011 Revisado: 11/07/2013 Aceptado: 25/08/2013 Univ. Méd. ISSN 0041-9095. Bogotá (Colombia), 54 (4): 517-535, octubre-diciembre, 2013 518 Introducción En la actualidad, la cirugía de epilepsia surge como una importante opción de tratamiento para pacientes con epilepsia refractaria al tratamiento médico o con patologías específicas que indiquen su uso de manera temprana. Ha sido un recurso válido que se ha practicado desde la Antigüedad y que ha evolucionado a nuestra época moderna. Desde hace más de cien años se atribuye a Víctor Horsley el inicio de la cirugía de epilepsia moderna, al operar en 1886 a un paciente con una neoplasia en la región rolándica, con el propósito único de controlar sus crisis de tipo focal motor, con buen resultado. Luego, la cirugía de epilepsia tomó auge inicialmente con los trabajos de Penfield y Jasper en la década de los cincuenta del siglo pasado, y de manera progresiva fue tomando más importancia, sobre todo desde los últimos treinta años con la fundación de importantes centros de cirugía de epilepsia (Francia y Estados Unidos) y el avance cada vez mayor en los recursos técnicos diagnósticos de neurofisiología, imágenes, técnicas y cuidados neuroquirúrgicos. Todo esto ha hecho que en nuestros días la cirugía de epilepsia sea tomada como una alternativa de tratamiento fundamental [1]. La selección del candidato a cirugía de epilepsia debe ser muy cuidadosa e idealmente realizada bajo un protocolo de valoraciones multidisciplinarias, que estudiarán y tomarán en conjunto la decisión del tratamiento quirúrgico. Es objetivo de esta revisión la propuesta de un protocolo de evaluación prequirúrgico para los candidatos a cirugía de epilepsia, el cual consta de cinco fases que tiene como fin último definir la zona epileptogénica, su funcionalidad y la posibilidad de su extirpación sin generar un déficit neurológico adicional. La cirugía de epilepsia tiene como objetivo eliminar o disminuir la frecuencia de las crisis, lo cual permitirá, en lo posible, el uso de monoterapia en dosis menores a las necesarias previas a la cirugía y mejorar la calidad de vida tanto del paciente como de sus familiares cercanos y cuidadores. Generalidades La epilepsia es una de las condiciones neurológicas más prevalentes en la población general (0,5 y 3 % de la población mundial). En aproximadamente dos tercios de los casos no es posible aclarar una etiología; en el grupo restante las causas identificables más frecuentes son enfermedad cerebrovascular (10,9 %), malformaciones congénitas (8 %), trauma (5,5 %), neoplasia (4,1 %), enfermedad degenerativa (3,5 %) y enfermedad infecciosa (2,5 %) [1]. El 40 % de los pacientes sufre de crisis generalizadas, y el restante 60 % (0,4 % de la población de países industrializados), crisis focales. La terapia con Daniel Nariño González, Ernesto Alejandro Esteban Caycedo. Cirugía de epilepsia: evaluación prequirúrgica del paciente... 519 medicaciones anticonvulsivantes es la primera herramienta en el control de las crisis; sin embargo, solo el 33 % de los pacientes logra control durante un año con monoterapia. La elección de usar dos o más anticonvulsivantes para potenciar su efecto alcanza a controlar a un 10 a 20 % adicional. Es de resaltar que la tasa de resistencia no ha cambiado, a pesar de la aparición de nuevos medicamentos en el mercado. Entre el 15 % y el 40 % de todos los pacientes presentan epilepsia refractaria, y se asume, según datos epidemiológicos, que aproximadamente el 50 % de estos pacientes son candidatos a cirugía de epilepsia (4,5 % del total de todos los pacientes con epilepsia, que constituyen el 0,03 % de toda la población general). Estudios realizados en Colombia [2] han encontrado una prevalencia de 11,3 casos de epilepsia por cada 1000 habitantes, es decir, según las estadísticas expuestas, 96.928 pacientes presentan resistencia al tratamiento médico y de estos 49.464 serían candidatos a cirugía. Sin embargo, en el país se realizan aproximadamente en el año 29 cirugías en niños y 69 en adultos, y es obvia la gran discrepancia entre los potenciales candidatos y las cirugías realizadas, bajo el agravante de que quienes no han recibido el manejo quirúrgico indicado presentan un gran detrimento en su calidad de vida y la demora en dicho manejo genera que cada vez sea menor la posibilidad de controlar su enfermedad [3]. Las estadísticas en otros países indican situaciones similares: en los Estados Unidos existen actualmente 100.000 candidatos a cirugía de epilepsia con 5000 a 10.000 añadidos anualmente. Sin embargo, solo se realizan 2000 procedimientos quirúrgicos al año. Las causas de esta discrepancia son multifactoriales: los médicos que atienden de manera inicial al paciente ignoran esta posibilidad terapéutica y su eficacia; además, la limitación de la tecnología y los costos, así como la decisión de múltiples pacientes de no querer ser sometidos a procedimientos invasivos, limitan el número de cirugías anuales. En las últimas décadas, la cirugía ha ganado gran aceptación gracias a su confiabilidad y buenos resultados; no obstante, está condicionada a una evaluación prequirúrgica adecuada y multidisciplinaria, apoyada en los avances en neurofisiología y neurorradiología funcional. Actualmente el manejo quirúrgico de la epilepsia de lóbulo temporal tiene una tasa de curación de alrededor del 70-80 %, mientras que las cirugías en caso de epilepsia con foco extratemporal continúan siendo un reto diagnóstico y terapéutico con tasa de paciente libres de crisis de entre el 40 y el 50 % [4]. Cirugía de epilepsia: identificación de candidatos En la actualidad, la cirugía de epilepsia es reconocida como un procedimiento Univ. Méd. ISSN 0041-9095. Bogotá (Colombia), 54 (4): 517-535, octubre-diciembre, 2013 520 seguro y efectivo, siempre y cuando sea llevado a cabo de una manera adecuada y cuidadosa y basándose en una minuciosa selección previa de los candidatos al procedimiento quirúrgico. Los pacientes que mayor beneficio logran del procedimiento son: • • Pacientes con epilepsia refractaria. La definición adecuada de este término es controvertida; sin embargo, podemos precisarla como la no respuesta a monoterapia o politerapia racional, con concentraciones séricas supramáximas, con anticonvulsivantes de primera y segunda generación, que le causan al paciente deterioro en la calidad de vida en todas sus esferas, en el contexto de una epilepsia focal sintomática o probablemente sintomática [4,5]. Pacientes con síndromes epilépticos focales sintomáticos predefinidos. En ellos la cirugía de epilepsia debe considerarse una posibilidad terapéutica sin necesidad de llegar a la refractariedad, pues estos síndromes son reconocidos como de evolución catastrófica —por ejemplo, encefalitis de Rasmussen, hemimegalencefalia, tumores disembrioplásticos, síndrome de Sturge-Weber, etc.—. En estos casos, especialmente cuando ocurren en los niños, deberá tenerse presente el concepto de plasticidad cerebral para la intervención temprana, pues ello permitirá a es- tos pacientes una mejor adaptación funcional cerebral que cuando son operados de manera tardía. En la literatura se describen los criterios de Walter [6] para candidatos a cirugía de epilepsia: • Los pacientes con enfermedades degenerativas (tumores malignos, vasculitis, esclerosis múltiple) deben ser omitidos del protocolo; incluso aquellos con tumores no deben ser considerados para cirugía de epilepsia, sino para manejo quirúrgico del tumor como entidad diferente. • Los medicamentos anticonvulsivantes deben administrarse hasta el límite superior máximo tolerado, lo cual puede estar sobre el rango terapéutico. Debe haberse utilizado al menos un esquema de politerapia. • La duración de la enfermedad debe ser de al menos uno o dos años, con la salvedad de ciertas etiologías, como la epilepsia del lóbulo temporal, que se beneficia del manejo quirúrgico temprano. • El paciente debe encontrarse discapacitado por la enfermedad. • La persona debe estar motivada para someterse a la cirugía y tener conocimiento de que es posible que requiera continuar con la toma de Daniel Nariño González, Ernesto Alejandro Esteban Caycedo. Cirugía de epilepsia: evaluación prequirúrgica del paciente... 521 medicamentos anticonvulsivos en el postoperatorio. • Los pacientes con coeficiente intelectual menor de 70 sugieren un daño cerebral difuso, por lo cual la decisión de cirugía debe ser tomada con precaución. • La presencia de una enfermedad psiquiátrica concomitante se debe descartar. El desarrollo de la cirugía de epilepsia se basa en un trabajo en equipo donde múltiples profesionales de diferentes disciplinas participan en la evaluación del paciente candidato a cirugía de epilepsia (neurocirujano, neurólogo, neuropediatra, neurorradiólogo, neuropsicólogo, psiquiatra, psicólogo, enfermera, trabajo social, anestesiólogo, neuropatólogo, técnicas de neurofisiología, grupo de rehabilitación). Todos trabajan con un fin común en la evaluación y el seguimiento postoperatorio del paciente y en lo posible que todos tengan experiencia en la evaluación y manejo de pacientes con epilepsia [4,7-9]. También es importante que el grupo de cirugía de epilepsia tenga un protocolo de evaluación y seguimiento prestablecido y que exista una muy buena intercomunicación con el paciente, sus familiares y el médico tratante remitente. Todos deben estar informados de los beneficios del tratamiento médico-quirúrgico, así como de los resultados que deben esperar, porque es fundamental el pleno conocimiento de la posibilidad de producir una curación total de las crisis o disminuir de manera importante su frecuencia, aclarando que se debe continuar tomando medicación anticonvulsivante —idealmente en monoterapia con dosis menores a las tomadas previamente— y que el tratamiento no terminará con la ejecución del acto quirúrgico, sino que después es cuando inicia el plan de adaptación y rehabilitación del paciente y su familia a su nueva situación, con el fin de lograr una mejor calidad de vida. También es necesario aclarar los riesgos del procedimiento quirúrgico, incluidos los procedimientos invasivos de la valoración prequirúrgica, pues el paciente o en su defecto el familiar más cercano deberá firmar un consentimiento para la evaluación prequirúrgica y el procedimiento quirúrgico. Protocolo de evaluación prequirúrgica Existen numerosos protocolos descritos en diferentes países e instituciones, todos con conceptos generales similares, pero este deberá adaptarse a las condiciones dadas por cada institución, en cuanto a su capacidad de acceso tecnológico y a la disponibilidad de personal altamente capacitado en el ramo [4,9]. En este artículo se describe el protocolo de evaluación del programa de cirugía de epilepsia que se realiza para el manejo de los pacientes en el Hospital Universitario Univ. Méd. ISSN 0041-9095. Bogotá (Colombia), 54 (4): 517-535, octubre-diciembre, 2013 522 San Ignacio. Está conformado por varias fases o etapas escalonadas a las cuales el paciente debe acceder en su totalidad o parcialmente según el tipo de síndrome epiléptico que padezca. El protocolo consta de cinco fases que están destinadas a definir los conceptos de zona epileptogénica, zona irritativa, zona de inicio ictal, zona de lesión epileptogénica, zona de déficit funcional y zona sintomatogénica, enunciados por Luders y que describiremos más adelante. Este protocolo deberá cumplirse basándose en una posible hipótesis de estudio desde el inicio que explique el tipo de epilepsia, la localización y el posible foco epiléptico, fin último de la evaluación prequirúrgica en pacientes con epilepsia focal para planificar el manejo quirúrgico que puede llegar a ser curativo: por ejemplo, en la epilepsia temporal con esclerosis hipocampal o la definición de un tratamiento paliativo en el caso de definir una epilepsia generalizada, como podría ser la práctica de callosotomía para el control de crisis atónicas en el síndrome de Lennox-Gastaut o la decisión de la aplicación de estimulación eléctrica cerebral o del nervio vago. A continuación describiremos cada una de las fases. Fase I La fase I debe practicarse en todos los pacientes que consultan por crisis epi- lépticas. Se busca definir el diagnóstico de crisis, el tipo de epilepsia y la refractariedad a los medicamentos anticonvulsivantes; así mismo, manejar las dosis adecuadas o cambiar el manejo recetando los más propicios para el tipo de epilepsia del paciente. Se hacen valoraciones por: • Neurología o neuropediatría, en la clínica de epilepsia. • Psiquiatría. • Neuropsicología. • Trabajo social. • Rehabilitación. • Resonancia magnética. • Electroencefalograma estándar (vigilia-sueño). Las evaluaciones clínicas definirán el tipo de crisis y de epilepsia, de acuerdo con las clasificaciones de la Liga Internacional contra la Epilepsia de 1981, en Kyoto; 1989, en Nueva Delhi, principalmente, y la de 2001, en Buenos Aires. En esta fase deberá evaluarse de forma cuidadosa la posibilidad de estar ante una epilepsia idiopática focal o generalizada, canalopatías, trastornos del metabolismo o enfermedad degenerativa que curse con crisis epilépticas, ya que de encontrarse alguna de estas posibilidades, el tratamiento de cirugía de epilepsia no está indicado. Daniel Nariño González, Ernesto Alejandro Esteban Caycedo. Cirugía de epilepsia: evaluación prequirúrgica del paciente... 523 Dentro de los exámenes paraclínicos, la toma de la resonancia magnética cerebral se dirige a buscar una posible lesión en el área o áreas donde se presume pueda estar el foco epiléptico. Así, por ejemplo, si se presume evaluar una epilepsia temporal mesial, el estudio debería tener los siguientes parámetros: cortes temporales, volumetría, medición de área hipocampal, imágenes por fluid attenuated inversion recovery (FLAIR) y funcional. Es ideal contar con un equipo de resonancia magnética de alta potencia y resolución, como lo es hoy en día de 3 teslas. Tradicionalmente el abordaje inicial del paciente con epilepsia se realiza mediante tomografía axial computada, sobre todo durante la valoración en urgencias. Esta tiene una sensibilidad muy deficiente (32 %) en encontrar anormalidades que sugieran el sustrato orgánico de las crisis; mientras que la resonancia tiene una sensibilidad de hasta el 95 % (por esta razón es la herramienta de abordaje diagnóstico inicial ideal). Los tumores constituyen del 2 al 4 % del sustrato epileptogénico, y la resonancia tiene una sensibilidad cercana al 100 % en detectar dichas lesiones neoplásicas, de las cuales el 68 % se encuentra localizada en el lóbulo temporal. El 5 % de los hallazgos los constituyen malformaciones vasculares, de las cuales las más comunes son las malformaciones arteriovenosas, seguidas de las malfor- maciones cavernosas. La sensibilidad para la detección de dichas lesiones en resonancia es del 100 %. Los procesos patológicos perinatales son causa de crisis epilépticas en lactantes, pues daños tempranos en fetos menores de 6 meses forman cavidades en el parénquima cerebral, conocidas como porencefalia, asociadas a mayor incidencia de esclerosis hipocampal ipsolateral a la cavidad. Las lesiones cerebrales en el periodo perinatal o posnatal generan la aparición de áreas de encefalomalacia, asociada a proliferación astrocítica y múltiples cavidades quísticas. La epilepsia postraumática se encuentra en el rango del 1,8 % al 5 %, que se eleva hasta el 53 % en heridas de guerra. Frecuentemente la localización de las lesiones postraumáticas intraparenquimatosas se encuentran en los polos frontal y temporal y la superficie orbitofrontal. Por lo general, estas lesiones se asocian con focos hemorrágicos que acumulan hemosiderina y gliosis, al igual que con cambios con potencial generación de actividad epileptogénica. La resonancia es un método útil para demostrar la presencia de una lesión axonal difusa, hematoma intracraneal, contusión y gliosis, y ya que la hemosiderina no es completamente removida del parénquima cerebral, se pueden detectar focos hemorrágicos antiguos mediante la secuencia de gradiente de eco. Los pro- Univ. Méd. ISSN 0041-9095. Bogotá (Colombia), 54 (4): 517-535, octubre-diciembre, 2013 524 cesos infecciosos en relación con la respuesta inflamatoria local del huésped, en los estadios tempranos, así como la gliosis en la fase crónica, pueden ser origen de la activada epileptogénica. Además, neurocisticercosis, tuberculomas, entre otros, son causas frecuentes de epilepsia. La encefalitis de Rasmussen también es frecuentemente relacionada en pacientes con epilepsia refractaria. Los hallazgos imagenológicos incluyen atrofia en un hemisferio cerebral. En los casos de lactantes o escolares se debe hacer hincapié en la presencia de alteraciones del desarrollo cortical. La secuencia de recuperación inversa permite una adecuada visualización de la corteza cerebral y su diferenciación de la sustancia blanca, y si el estudio es realizado previo a los ocho meses de vida, la falta de mielinización limita la utilidad de esta secuencia, por lo cual estos casos deben ser evaluados utilizando la secuencia de eco de gradiente con información en T2; si la imagen se realiza entre los 15 y los 30 meses de vida, debe evaluarse con la secuencia con información en T1. La anatomía del hipocampo se evalúa mediante imagen de resonancia magnética en la secuencia de recuperación inversa con información en T1. La imagen axial en el eje del hipocampo muestra su apariencia típica en silla de montar. La esclerosis del asta de Ammon es conocida como esclerosis temporal mesial y es la causa más frecuente de epilepsia del lóbulo temporal. El hallazgo en resonancia, sugestivo de esclerosis temporal mesial, es la disminución del volumen en relación con el contralateral en el 90 al 95 %, seguido del aumento en la señal con información en T2 (80 a 85 %), pérdida de la estructura interna (60 %) y disminución de la señal con información en T1 (10 a 95 %). Otros hallazgos adicionales secundarios a la esclerosis temporal pueden ser el aumento en el tamaño del cuerno temporal, así como la disminución en la demarcación entre la sustancia gris y la blanca, al parecer secundaria al trastorno de mielinización en el tejido. Es necesario realizar una volumetría comparativa mediante cortes finos de 1 mm de espesor, teniendo la precaución de no incluir la amígdala dentro de la cabeza del hipocampo, ya que esto generaría una sobrestimación del volumen del hipocampo anterior. En la actualidad, con el aumento de la potencia y resolución de la resonancia magnética, es posible detectar, cada vez más, trastornos de migración y del desarrollo cortical. La técnica de resonancia funcional permite una detección no invasiva de funciones corticales, basada en la medición de oxihemoglobina durante paradigmas diseñados para la activación cortical específica, según la función evaluada; determina zonas corticales que deben Daniel Nariño González, Ernesto Alejandro Esteban Caycedo. Cirugía de epilepsia: evaluación prequirúrgica del paciente... 525 respetarse durante el acto quirúrgico, ya que su principal utilidad es establecer la lateralización en la dominancia del lenguaje y la memoria, con desventajas como la necesidad de colaboración del paciente y la necesidad de paradigmas más específicos para mayor claridad en sus conclusiones. La espectroscopia determina la composición química del parénquima cerebral, gracias a las diferentes frecuencias en relación con la composición química de los elementos. La disminución en el pico de N-acetil-aspartato sugiere la reducción de la población neuronal y, por ende, sugiere esclerosis temporal mesial. De los pacientes con epilepsia del lóbulo temporal estudiados mediante espectroscopia, en un 60 a 90 % de los casos se ha logrado lateralizar el foco de manera adecuada; sin embargo, la utilidad de esta tecnología no está evaluada actualmente en pacientes con epilepsia extratemporal. Las imágenes funcionales determinan lesiones mediante su metabolismo y flujo sanguíneo. Durante el periodo interictal el foco epileptogénico presenta menor metabolismo que el resto de la corteza cerebral, condición que se traduce en menor flujo sanguíneo; entre tanto, durante el periodo ictal ocurre lo contrario: aumento del flujo sanguíneo —hiperperfusión en la tomografía computarizada por emisión de fotón único (SPECT)— y aumento del metabolismo —hipermeta- bolismo en la tomografía por emisión de positrones (PET)—. El SPECT interictal en epilepsia del lóbulo temporal tiene una sensibilidad que no alcanza el 50 %, por lo cual su utilidad es muy limitada; por el contrario, un SPECT ictal es una herramienta diagnóstica invaluable, con una sensibilidad de entre el 90 y el 97 %, en epilepsia del lóbulo temporal, y del 81 al 90 % en la epilepsia extratemporal. El PET interictal mediante el uso de 18-fluorodeoxiglucosa y flumazenil demuestra hipometabolismo en el 60-90 % de los pacientes con epilepsia del lóbulo temporal y en el 45-60 % de los pacientes con epilepsia extratemporal. Aunque puede ser una herramienta útil en adición a los estudios electrofisiológicos en la epilepsia del lóbulo temporal, no tiene actualmente validez en el estudio de paciente con sospecha de lesiones extratemporales. El electroencefalograma inicial será el estándar, con previa privación de sueño, con registro de actividad de vigilia y sueño. Según el caso, también se tomarán exámenes de laboratorio pertinentes a detectar alteración metabólica o degenerativa. Llegado a este punto, el neurólogo o el neuropediatra de la clínica de epilepsia definirán si el paciente es o no candidato a cirugía de epilepsia para pa- Univ. Méd. ISSN 0041-9095. Bogotá (Colombia), 54 (4): 517-535, octubre-diciembre, 2013 526 sar a la fase II o adecuar el tratamiento médico, en el caso contrario. Fase II Si el paciente es candidato a manejo quirúrgico según lo concluido en la fase I, se deberá tener una hipótesis diagnóstica sobre el tipo de crisis y la probable localización del foco epiléptico, así como del tipo de epilepsia. En esta fase se intentarán definir las siguientes zonas de importancia fundamental para la planeación del manejo quirúrgico: • Zona epileptogénica. • Zona irritativa. • Zona de inicio ictal. • Lesión epileptogénica. • Zona de déficit funcional. • Zona sintomatogénica. En la fase II se practica un estudio de monitorización continua por videoelectroencefalograma sincronizado o telemetría, con la aplicación de electrodos de superficie en el cuero cabelludo; en lo posible con distancias interelectrodos cortas y con un mayor número según la asignación en el sistema 10/10 de la Sociedad Americana de Electroencefalografía. Se aplicarán o no electrodos esfenoidales de acuerdo con si en la hipótesis diagnóstica se sospecha foco mesial temporal hipocampal. El paciente estará en registro de manera continua durante día y noche, el tiempo que sea necesario hasta que aparezcan dos o tres crisis epilépticas, o las que sean necesarias, con las mismas características de todos los tipos de crisis que hallan sido referidas por el paciente o sus familiares, a efectos de definir la posible zona de inicio ictal en la superficie de los eventos. De acuerdo con la frecuencia de las crisis y evaluando el riesgo de producir un estatus epiléptico, se definirá si no se continúa, se disminuye o se suspende en su totalidad la medicación anticonvulsivante durante el tiempo de registro. También se utilizan técnicas de mapeo cerebral con electroencefalografía cuantitativa, que pueden ser montadas sobre imágenes de resonancia magnética del paciente para definir la correlación anatómica y funcional. Según las necesidades de la hipótesis diagnóstica, también se practicará en epilepsia temporal cuando sea complicado definir la lateralidad o en epilepsias sin lesión evidente en la resonancia magnética, el SPECT con inyección del medio radioactivo durante el inicio de la crisis (SPECT ictal) para obtener mayor información sobre la aparición de focos de hiperperfusión que puedan indicar el área del foco epileptogénico. Así mismo, de ser necesario, se podrá practicar el test de Wada para definir la dominancia del lenguaje ante la posibi- Daniel Nariño González, Ernesto Alejandro Esteban Caycedo. Cirugía de epilepsia: evaluación prequirúrgica del paciente... 527 lidad de alteración y de la memoria en casos de epilepsia temporal, especialmente cuando se presuma que el foco sea mesial o neocortical temporal izquierdo y cuya resección se sospeche pueda llegar a producir déficit en el lenguaje o la memoria. Este test también puede estar indicado para definir lateralidad en focos con rápida irradiación contralateral, como en el caso de epilepsias frontales o con grandes lesiones hemisféricas, que sean candidatos a una hemisferectomía y definir funcionalidad y actividad eléctrica del hemisferio sano. El test consiste en el avance de un catéter femoral llevado hasta las carótidas internas de igual forma que en un estudio de angiografía cerebral, inyectando en cada carótida interna de manera separada e independiente amital sódico, alrededor de 100 mg, el cual producirá de manera casi instantánea anestesia del hemisferio ipsilateral a la inyección, que produce hemiplejia con hemihipoestesia, hemianopsia y alteraciones del lenguaje según el lado inyectado. En el hemisferio no anestesiado también permite evaluar la capacidad de reemplazar las funciones del hemisferio bajo el efecto farmacológico. La inyección contralateral deberá hacerse una vez se haya restablecido totalmente la funcionalidad del hemisferio previamente anestesiado. Este tipo de alteración habitualmente dura 10 a 15 min y la inyección contralateral se efectúa 30 a 60 min después. Debido a que el amital sódico dejó de producirse para la venta mundial, se han hecho estudios reportados con el uso de metohexital, midazolán y propofol, los cuales producen resultados similares, pero en los que todavía no hay certeza en la dosis y la seguridad del medicamento. Durante todo el procedimiento el paciente está monitorizado con electroencefalografía, con la cual puede evaluarse el estado de anestesia del hemisferio afectado, así como los cambios en la actividad epileptogénica interictal. Para la evaluación de la memoria se han descrito técnicas con cateterización arterial cerebral supraselectiva, que inyecta el anestésico en la porción P2 de la arteria cerebral posterior o en la arteria cerebral media. Ello permite la evaluación aislada de la memoria, sin que haya afectación del lenguaje o a nivel motor, lo cual facilita valorar la memoria. Cada vez es más frecuente el uso de la resonancia funcional cerebral para definir áreas elocuentes, en especial motoras y del lenguaje, así como su lateralidad, y esto ha hecho que cada vez sea menos utilizado el test de Wada. Al finalizar la fase II estaremos en capacidad de definir de manera más clara las zonas de la hipótesis diagnóstica como son: Zona epileptogénica. Área necesaria y suficiente para iniciar las crisis y Univ. Méd. ISSN 0041-9095. Bogotá (Colombia), 54 (4): 517-535, octubre-diciembre, 2013 528 cuya remoción es indispensable para su abolición. Meta última de la evaluación prequirúrgica para la cual no existe un examen único definitivo que la delimite, sino que se hace a través de la evaluación conjunta y convergente de todas las evaluaciones clínicas y paraclínicas. Zona irritativa. Área cortical capaz de generar las anomalías electroencefalográficas interictales, que dirigen la atención hacia la posible área que se va a extirpar, sin ser un perfecto indicador de esta. Durante actividad de vigilia y sueño y principalmente, se deberá evaluar a través de la práctica de la telemetría. También se han publicado estudios en los que se utiliza la magnetoencefalografía, con resultados muy prometedores. Se usa de manera individual o conjuntamente con la electroencefalografía, que aumenta la sensibilidad de ambos estudios. Zona de inicio ictal. Es el área en la cual parece originarse la crisis en el registro electroencefalográfico, teniendo en cuenta que esta depende de la ubicación de los electrodos y que puede o no corresponder a la zona epileptógena, por lo que esta zona deberá correlacionarse de manera cuidadosa con los síntomas y signos clínicos ictales. Es de gran ayuda cuando la actividad aparece antes de la clínica de la crisis epiléptica. Se define con el estudio de telemetría, ya sea con aplicación de electrodos de superficie, seminvasivos (como los esfenoidales o los ovales) o con electrodos invasi- vos intracraneanos. Nuevas técnicas en desarrollo para definir esta zona son la magnetoencefalografía, la resonancia magnética funcional y la sobreposicion de estos estudios o del SPECT o PET sobre la imagen de resonancia magnética. Lesión epileptogénica. Área estructural anormal del cerebro que presumiblemente causa las crisis. Esta zona morfológicamente lesional puede o no corresponder con la zona epileptógena, ya que en el caso de lesiones como neoplasias, malformaciones vasculares o trastornos de migración, el área epileptógena puede estar en un sitio diferente a la lesión, en la vecindad de esta o distante, involucrando la zona lesional pero siendo más extensa la zona epileptogénica, por lo que esta localización deberá correlacionarse muy cuidadosamente con la sugerida por la semiología de la crisis. La zona lesional se determina con los estudios de imágenes, especialmente con la resonancia magnética y todas sus técnicas derivadas. El estudio anatomopatológico de la lesión es el que definirá en última instancia el tipo de lesión. Zona de déficit funcional. Se refiere al área de disfunción interictal que produce alteraciones clínicas dadas por la topografía de la zona afectada. Esta zona puede o no estar subyacente a la zona epileptogénica o lesional y está determinada o influenciada de manera importante por la etiología o alteración de base que produzca la enfermedad y la Daniel Nariño González, Ernesto Alejandro Esteban Caycedo. Cirugía de epilepsia: evaluación prequirúrgica del paciente... 529 desempeño de la calidad de vida del paciente; por lo tanto, el paciente pasará a la fase IV para el procedimiento quirúrgico adecuado según su tipo de epilepsia, tipo de crisis y localización de la zona epileptogénica. epilepsia y también por la administración de medicamentos. Se define con las valoraciones clínicas multidisciplinarias, test de Wada, técnicas de SPECT y PET y estimulación cortical. Esta zona puede estar sobredimensionada o subestimada. Zona sintomatogénica. Área que produce los síntomas o signos clínicos ictales iniciales. Su topografía está sugerida por la semiología de la crisis, puede corresponder o no a la zona epileptogénica o ser una manifestación producida por zonas adonde se ha irradiado la actividad eléctrica epiléptica desde un foco inicial que es silencioso clínicamente como algunos ubicados en regiones occipitales o parietales. Se define con la telemetría. Una vez concluida la fase II, los integrantes del grupo de cirugía de epilepsia (neurólogos, neurocirujanos, psiquiatra, neuropsicólogo y neurorradiólogos del programa de cirugía de epilepsia) presentan cada evaluación disciplinaria y examinan si estas son convergentes hacia una zona específica afectada que pueda ser la zona epileptogénica o, por el contrario, las conclusiones individuales disciernen y no es posible determinar una zona epileptogénica. En este punto se desarrollan cuatro situaciones: • Existe certeza en la definición de la zona epileptógena y su remoción no produce déficit neurológico funcional o este no es importante en el • Las evaluaciones anteriores no son convergentes y existen dudas sobre la localización exacta de la zona epileptogénica y su funcionalidad; se requieren los estudios complementarios de la fase III, en la que se aplican electrodos intracraneanos, con los que sería posible definir la zona epileptogénica. Por lo tanto, este paciente no es descartado como candidato a manejo quirúrgico. • En las fases I y II se establece que la refractariedad del paciente estaba dada por un diagnóstico inadecuado de crisis y del tipo de epilepsia o que los eventos que presenta no son de tipo epiléptico y que el manejo médico ahora dirigido a ese nuevo diagnóstico puede ser beneficioso. El paciente no será más candidato a cirugía de epilepsia y pasará a la clínica de epilepsia. • La evaluación muestra múltiples zonas epileptogénicas o múltiples zonas lesionales no convergentes o se define que se trata de una epilepsia en las que no está indicado el tratamiento quirúrgico como en el caso de epilepsias idiopáticas, Univ. Méd. ISSN 0041-9095. Bogotá (Colombia), 54 (4): 517-535, octubre-diciembre, 2013 530 canalopatías, asociada a trastornos congénitos del metabolismo. El paciente no será más candidato a cirugía de epilepsia y pasará a tratamiento médico a la clínica de epilepsia. En caso de múltiples focos o no definición adecuada o en focos generalizados podría indicarse según el caso callosotomía de los dos tercios anteriores o estimulación eléctrica cerebral profunda, cortical, hipocampal o en el nervio vago. Fase III En la fase III se evalúan los candidatos que en las etapas anteriores no se pudo definir de manera adecuada la zona epileptógena y su funcionalidad, pero que podrían llegar a ser candidatos a cirugía con esta evaluación. En esta fase se aplican estudios seminvasivos o invasivos. Conviene hacer hincapié en este punto que la aplicación de los electrodos deberá ser dirigida de acuerdo con la hipótesis diagnóstica previamente descrita. Según las necesidades del estudio del paciente, se podrán colocar electrodos y practicar estudios seminvasivos o invasivos así: • Estudios invasivos: • Electroencefalograma intracraneal. • Strips (tiras) o grillas subdurales o epidurales (focos con irradiación bilateral o extratemporales, neocorticales especialmente). • Electrodos profundos (focos amigdalohipocampales, basales frontales o temporales, mediales ínterhemisféricos o profundos). Precisión en la ubicación (colocados estereotácticamente). • Estimulación eléctrica cortical extraoperatoria: se utiliza el estimulador de Ojeman, muy adecuado cuando se requiera pleno estado de conciencia y colaboración por parte del paciente, ya que puede practicarse durante un tiempo más prolongado que en la intraoperatoria y en varias sesiones se hace de manera conjunta entre neuropsicología y monitoreo electroencefalográfico a través de los electrodos intracraneales. • Mapeo del lenguaje (grillas colocadas en áreas frontotemporoparietales corticales en la convexidad hemisférica izquierda, en la mayoría de los casos). Estudios seminvasivos: • Test de Wada con monitoreo electroencefalográfico a través de electrodos de superficie y ovales en casos de epilepsia temporal mesial, especialmente al lado izquierdo. Electrodos ovales (Wiser): focos temporales mesiobasales con anomalías bilaterales. Daniel Nariño González, Ernesto Alejandro Esteban Caycedo. Cirugía de epilepsia: evaluación prequirúrgica del paciente... 531 • • • Áreas corticales funcionales elocuentes (área motora, sensitiva, visual, etc.). • Test de Wada con monitoreo electroencefalográfico a través de los electrodos intracraneanos. Se registran crisis generalizadas que no tienen adecuada respuesta a la callosotomía. • Técnicas de software aplicando electroencefalografía cuantitativa a través de los electrodos intracraneanos montada sobre las imágenes de resonancia magnética cerebral. La zona epileptógena afecta áreas elocuentes de importancia, que pueden dejar secuelas que alteren la calidad de vida del paciente posterior a la cirugía. • Pasa a tratamiento médico. Durante esta fase se registrará la actividad interictal y el registro de crisis (las que sean necesarias) para definir con mayor precisión topográfica la zona epileptogénica y el resto de zonas de la hipótesis diagnóstica. Una vez concluida la evaluación se realiza nuevamente una junta con el equipo interdisciplinario y pueden surgir las siguientes conclusiones: No es candidato: pasa a tratamiento médico con medicación anticonvulsivante de primera y segunda generación en mono o en politerapia. También, según el caso, podrá evaluarse la posibilidad de otros tipos de tratamiento como la aplicación de estimulación vagal o eléctrica en tálamo, hipocampo, subtalámica y uso de dieta cetogénica. Además: • No se define focalización o se observan múltiples focos o focos en espejo en el estudio electroencefa- lográfico. Si es candidato, se logra con certeza la definición de la zona epileptogénica, cuya remoción no afecte áreas elocuentes que dejen déficit funcional importante o se registren crisis generalizadas que puedan eliminarse o disminuir su frecuencia con tratamientos paliativos como la callosotomía (crisis tónicas o atónicas). Este último paciente pasa a fase IV. Fase IV La fase IV involucra en sí el procedimiento quirúrgico dirigido a resecar la zona epileptógena que, de acuerdo con el caso, podrá acompañarse de: • Estimulación cortical con despertar intraoperatorio o sin este (áreas funcionales/mapeo del lenguaje), en pacientes colaboradores. • Electrocorticografía (delimitación con más exactitud de zona epileptógena en focos corticales donde la zona de resección no está definida Univ. Méd. ISSN 0041-9095. Bogotá (Colombia), 54 (4): 517-535, octubre-diciembre, 2013 532 por lesiones morfológicas que sean aparentes a la vista, como en trastornos de migración). Existen varias técnicas quirúrgicas que se pueden clasificar en diferentes categorías según la indicación, la patología, el método y la extensión de la resección. Pueden ser causales, si la finalidad del procedimiento es resecar el área cortical o la lesión responsable de las crisis, y paliativas, si su finalidad es interrumpir la propagación de las crisis. Con respecto a los hallazgos, en los estudios imagenológicos se pueden dividir en lesionales y no lesionales: en los primeros se demuestra una alteración estructural que es la causa de las crisis y que será retirada mediante el procedimiento quirúrgico. En las no lesionales no se demuestra alteración estructural en los estudios imagenológicos, pero se confirma o se sugiere una alteración funcional de la región que será resecada, que la hace causal de las crisis epilépticas. Por otro lado, los procedimientos de resección pretenden retirar porciones del tejido cerebral que originan las crisis epilépticas, mientras que los de no resección buscan desconectar las áreas generadoras y evitar su propagación. Por último, los procedimientos se pueden clasificar según su finalidad: la resección de la zona epileptogénica exclusivamente y en los que la resección es mucho más amplia, como la resección de los dos tercios anteriores del lóbulo temporal. A continuación se exponen los procedimientos más frecuentemente utilizados: Resección cortical localizada Lobar: total o subtotal: • Temporal anterior con amigdalohipocampectomía. Es la cirugía realizada con mayor frecuencia y de mayor éxito, 4,5 cm en el lóbulo dominante y 6,5 cm en el no dominante con extensión a la amígdala y el hipocampo. • Frontal, occipital, parietal. No es posible realizar la remoción del lóbulo completo, por lo cual se realizan resecciones parciales de áreas corticales. El porcentaje de pacientes libre de crisis varía según el lóbulo afectado entre el 52 % y el 71 %. Multilobar. Rara vez realizada. Son candidatos los pacientes con focos multilobares, o lesión dual; sin embargo, en su mayoría son derivados a otro tipo de cirugía paliativa. Amigdalohipocampectomía (técnica de Yasargil). Indicada en la epilepsia de lóbulo temporal mesial, desarrollada por Yasargil, con un 67 % de pacientes libres de crisis posterior al procedimiento, 11 % una crisis por año, 15 % reducción en la frecuencia y 8 % sin cambios. Daniel Nariño González, Ernesto Alejandro Esteban Caycedo. Cirugía de epilepsia: evaluación prequirúrgica del paciente... 533 el síndrome de desconexión, alteraciones sensoriales, paresia o apraxia, afectación del lenguaje, mutismo y déficit cognitivo. Hemisferectomía Total. Consiste en la resección total de un hemisferio cerebral respetando el hipotalámo y el diencéfalo. Se ha observado hemosiderosis cerebral superficial posterior al procedimiento en el hemisferio no resecado, por lo cual se han desarrollado otros procedimientos alternos. Los pacientes deben tener previamente un déficit severo en el hemisferio que se resecará. Se logra control de crisis en el 90-95 % de los pacientes. • Funcional (técnica de Rasmussen). • Hemisferostomía. • Técnicas paliativas (sin resección de la zona epileptógena, sino dirigidas a desconectar vías de irradiación o parte de la zona irritativa). Callosotomía • Subtotal (dos tercios anteriores). Interrumpe la vía por la cual se propaga la información al hemisferio contralateral y evita la sincronización. Es un procedimiento paliativo indicado en pacientes con hemiplejia infantil, Lennox-Gastaut, síndrome de Rasmussen, encefalitis y epilepsia múltifocal bilateral. Se logra la disminución de los episodios de estatus epiléptico e impacto en la frecuencia de crisis. Sin embargo, puede generar déficits neurológicos transitorios o permanentes como son • Total. Actualmente se practica rara vez, ya que se ha descrito mutismo, apraxia y disfunción frontal que tiene menor frecuencia con la resección subtotal. Transección subpial Es la resección de las fibras de asociación en U. Respeta las fibras radiales (técnica de Morell). Es un procedimiento paliativo de aparición relativamente reciente, desarrollado para pacientes con epilepsia que se origina en el área del lenguaje o en el área motora. Se realizan cortes tangenciales en las fibras de propagación de la crisis, respetando las fibras radiadas, a fin de preservar la función cortical. Se ha logrado un 48 % de pacientes libres de crisis, un 13 % con escasos episodios, un 20 % marcada disminución en la frecuencia y un 19 % sin beneficio. Estimulación del nervio vago Es un procedimiento que se ha desarrollado a partir de observaciones en experimentos con animales. Un marcapaso localizado bajo la clavícula genera impulsos eléctricos al nervio vago. Está indicado en pacientes que no son candidatos a procedimientos de resección. En un estudio multicéntrico se observó que del 37 % al 43 % presentaron una Univ. Méd. ISSN 0041-9095. Bogotá (Colombia), 54 (4): 517-535, octubre-diciembre, 2013 534 disminución del 50 % en la frecuencia de crisis. Es más útil si el paciente ha sido sometido a una callosotomía previa. Se han descrito complicaciones como alteraciones en la voz, tos, disnea, dispepsia y laringismo. Estimulación eléctrica cerebral profunda existe ya la excusa de estar al cuidado del paciente. También pueden sobrevenir trastornos psiquiátricos como depresión o psicosis, a los cuales hay que estar atentos y dar manejo oportuno. El seguimiento clínico incluye: • Surge en la actualidad la posibilidad de la radioterapia principalmente en los pacientes con epilepsia de lóbulo temporal mesial, al encontrarse tasas del 81 % libres de crisis; pero la evidencia actual es débil y los estudios para confirmar su utilidad se hacen necesarios. Neurocirugía-neurología-neuropediatría: aquí se evaluará el resultado posquirúrgico, en cuanto a la ausencia o reducción de crisis epilépticas. La escala más usada es la de la Clasificación de Engel. Se evaluará también el esquema terapéutico anticonvulsivante. • Psiquiatría: evaluación, tratamiento y seguimiento en la aparición de posibles trastornos psiquiátricos y de adaptación. Fase V • Neuropsicología-fonoaudiología: evaluación y seguimiento de estado cognitivo postoperatorio. • Trabajo social: cuantificación con escalas de calidad de vida. • Terapia ocupacional. • Rehabilitación. Aplicada en núcleos talámicos específicos, subtalámica, en ambos hipocampos o sobre la corteza en áreas seleccionadas de acuerdo con el tipo de crisis. En esta fase se adapta el paciente a su nueva calidad de vida, con menor frecuencia de crisis o con ausencia de ellas y tomando en lo posible un solo medicamento anticonvulsivante a menor dosis. Es regular que después de la cirugía se presente que los pacientes, al mejorar su epilepsia, dejan de ser el círculo central de atención tanto para ellos mismos como para sus familiares o cuidadores, y ello les genera problemas de adaptación al tener que, por ejemplo, comenzar a estudiar, a trabajar, etc. Además, para la familia no Conclusión La cirugía de epilepsia es una alternativa de tratamiento en pacientes con epilepsia refractaria o en casos especiales que Daniel Nariño González, Ernesto Alejandro Esteban Caycedo. Cirugía de epilepsia: evaluación prequirúrgica del paciente... 535 indican cirugía temprana. Hay que tener en cuenta que la selección del candidato a cirugía de epilepsia debe ser muy cuidadosa; por ello es necesario evaluar la posibilidad de encontrar epilepsias no bien diagnosticadas o con tratamientos inadecuados, así como epilepsias idiopáticas o determinadas genéticamente, como en las canalopatías, en las cuales no está indicado el tratamiento quirúrgico. Esta evaluación deberá ser hecha por un equipo multidisciplinario en diferentes fases, de acuerdo con cada caso y la decisión de una determinada intervención quirúrgica se hará en equipo. La cirugía de epilepsia tiene como objetivos eliminar o disminuir la frecuencia de crisis, a fin de permitir en lo posible el uso de monoterapia en dosis no tan elevadas como previamente a la cirugía. Esta mejoría permitirá al paciente un mayor desempeño y mejoría en su calidad de vida tanto para él como para sus familiares cercanos y cuidadores. 2. Velez A, Eslava Cobos J. Epilepsy in Colombia: Epidemiologic profile and classification of epileptic seizures and syndromes. Epilepsia. 2006;47(1):193201. 3. Campos M, Nariño D. Cirugía de epilepsia en Latinoamérica. Documento procedente de Spanish Simposium, AES Congress, Philadelfia, USA; 2007. 4. Luders H, Rosenow F. Presurgical evaluation of epilepsy. Brain. 2001;124(Pt 9):1683-700. 5. Groji A, Straub E, Speckmann J. Epilepsy surgery: perioperative investigations of intractable epilepsy. Anat Embryol. 2005;210:525-37. 6. Walker EA. Surgery for epilepsy. In Vinken PS, Bruyn GW, eds. Handbook of clinical neurology. Vol. 15. Amsterdam: North-Holland; 1974. p. 739-57. 7. Willie E. The treatment of epilepsy: principals and practice. 1st ed. Lea & Sepiger; 1993. p. 989-8. 8. Luders HO; Comair Y. Epilepsy surgery. 2nd ed. Philadelphia: Lippincott, Willians and Wilkins; 2001. p. 973-9. 9. Nariño D, Burgos M. Cirugía de epilepsia. En: Morillo L, editor. Guía neurológica. Bogotá: Asociación Colombiana de Neurología; 2005. p. 181-8. Referencias Correspondencia 1. Siegel AM. Presurgical evaluation and surgical treatment of medically refractory epilepsy. Neurosurgery Rev. 2004;27:1-18. Daniel Nariño González [email protected] Univ. Méd. ISSN 0041-9095. Bogotá (Colombia), 54 (4): 517-535, octubre-diciembre, 2013 536 REVISIÓN DE TEMA Claves para el diagnóstico y manejo del glaucoma agudo para médicos generales y de urgencias Clemencia de Vivero A1, Oscar Forero Moncaleano2 Resumen Para los médicos de urgencias es un verdadero problema el paciente con patología oftalmológica, porque son ellos los primeros que se enfrentan el diagnóstico y manejo inicial de estos pacientes. No es desconocido que el glaucoma (ataque agudo de glaucoma) es una patología de consulta frecuente en los servicios de urgencias, por lo que su diagnóstico, así como su adecuado manejo, debe ser rápido y acertado para evitar secuelas irreversibles. Este artículo busca facilitar las herramientas para el diagnóstico y el adecuado manejo del paciente que presenta un ataque agudo de glaucoma. Palabras clave: glaucoma de ángulo cerrado, manejo, médicos generales, diagnóstico, tratamiento. Title: Clues in the Diagnosis and Management of Acute Glaucoma for General Practitioners and Emergency Physicians Abstract For general practitioners it is a great problem to deal with ophthalmic pathology; however they are the first doctors that face the diagnosis, and management of those patients. They are the first to take care of the initial management of the patient presenting with angle closure glaucoma. This diagnosis and management must be right and proper to avoid irreversible sequelae. This article gives special clues and tips for an early diagnosis and quick management of angle closure glaucoma, to prevent blindness from this pathology Key words: Angle closure glaucoma, management, general practitioners, diagnosis, treatment. 1 Médica oftalmóloga especialista en glaucoma. Instructora, Facultad de Medicina, Pontificia Universidad Javeriana-Hospital Universitario San Ignacio, Bogotá, Colombia. 2 Médico residente de segundo año de Oftalmología, Pontificia Universidad Javeriana-Hospital Universitario San Ignacio, Bogotá, Colombia. Recibido: 16/11/2012 Revisado: 06/12/2012 Aceptado: 20/03/2013 Clemencia de Vivero A, Oscar Forero. Claves para el diagnóstico y manejo del glaucoma agudo para médicos generales... 537 Introducción Para los médicos de urgencias es un verdadero problema el paciente con enfermedad de origen oftalmológico, ya que en general hay un miedo a enfrentarse y examinar al paciente, bien sea por falta de experiencia o por desconocimiento en su manejo; sin embargo, diariamente se ven enfrentados al diagnóstico y manejo de dichas patologías en urgencias. No es desconocido que el glaucoma (ataque agudo de glaucoma) es una patología de consulta frecuente en los servicios de urgencias, por su inicio súbito y por el dolor tan agudo e intenso que produce. Es realmente un cataclismo para el ojo, de tal forma que el diagnóstico debe ser inmediato y certero, así como el manejo adecuado, para evitar secuelas irreversibles a un ojo que previamente se encontraba sano. Este artículo busca facilitar el diagnóstico y el adecuado manejo del paciente afectado por un ataque agudo de glaucoma para evitar que más pacientes lleguen a la ceguera cada día. Vale la pena aclarar que existen muchas más formas de glaucoma, pero el propósito de nuestra revisión es el ataque agudo de glaucoma. cuarto tiene glaucoma de ángulo cerrado. El glaucoma es la principal causa de ceguera irreversible en el mundo. Se estima que 3.900.000 de personas son ciegas por glaucoma de ángulo cerrado. Los pacientes que sufren un ataque agudo de glaucoma presentan cambios serios e irreversibles en el nervio óptico y constituyen 4,5 millones de ciegos en el mundo [2,3]. El 70 % de los pacientes con glaucoma de ángulo cerrado son mujeres. Los pacientes de ascendencia asiática cuentan por el 87 % de los pacientes [3]. Se estima que en Latinoamérica hay aproximadamente 320.000 pacientes con glaucoma de ángulo cerrado; se cuenta con aproximadamente un 2 % de la población mundial afectada por este [2]. Fisiopatología Al hacer referencia a un ataque agudo de glaucoma estamos directamente implicando un cierre angular primario. Al hablar de cierre angular, hacemos referencia al ángulo anatómico formado por el iris, la esclera y la córnea (figura 1). En el cierre angular primario hay dos mecanismos involucrados, dependiendo del nivel anatómico donde actúan las diferentes fuerzas [4,5]: • Epidemiología Hay sesenta millones de personas con glaucoma en el mundo [1]. De ellos, un Bloqueo pupilar: consiste en una adhesión del cristalino a la pupila con un aumento de la presión en el segmento posterior de la cámara an- Univ. Méd. ISSN 0041-9095. Bogotá (Colombia), 54 (4): 536-542, octubre-diciembre, 2013 538 Córnea Malla trabecular Canal de Schlemm Esclera Escleral Iris Espolón Figura 1. Esquema del ángulo iridocorneal: corte sagital. terior, que lleva a un abombamiento del iris hacia adelante. • Bloqueo relacionado directamente con la inserción anatómica del iris o con la morfología del iris, que lleva también a obstrucción trabecular. • Bloqueo combinado, que incluye los dos mecanismos anteriores. En cualquiera de las formas en que se genere el cierre angular, este va a llevar a un aumento súbito de la presión intraocular por disminución en el drenaje del humor acuoso. • Edad: por encima de los sesenta años y con el paso del tiempo el cristalino va aumentando el diámetro anteroposterior, y ello reduce progresivamente las dimensiones de la cámara anterior y facilita el cierre angular. • El sexo femenino: por su talla más baja y, por consiguiente, tamaños de globos oculares más pequeños [1]. • Historia familiar: involucrados hermanos y padres. • La hipermetropía por ser causada por globos oculares pequeños, en cuanto al diámetro anteroposterior se refiere y cámaras anteriores pandas. • Ascendencia asiática [3]. Factores de riesgo Los factores de riesgo relacionados con esta patología [6] son: Clemencia de Vivero A, Oscar Forero. Claves para el diagnóstico y manejo del glaucoma agudo para médicos generales... 539 Presentación clínica El cuadro clínico clásico es un paciente, quien presenta, de forma súbita y aguda, disminución de la agudeza visual generalmente unilateral, con visión de halos de colores alrededor de las luces; halos que se caracterizan por ser amarillos y naranjas alrededor de las luces. Además, dolor muy intenso en el ojo afectado con irradiación a la región hemicránea del mismo lado, acompañado de síntomas vagales como náusea, vómito, mareo, cólicos abdominales y palpitaciones. Los síntomas se desarrollan generalmente en la madrugada o bien durante espectáculos que cursen con baja iluminación (cine, televisión o restaurantes), por la midriasis generada por la baja iluminación, la cual repliega el iris sobre el ángulo bloqueándolo. Hay sustancias de uso frecuente que pueden desencadenar este cuadro. Son fármacos de uso sistémico como inhaladores del tipo bromuro de ipatropio, salbutamol, parches para evitar mareo, antihistamínicos, anorexígenos, benzodiacepinas, antidepresivos tricíclicos, topiramato, sulfonamidas y toxina botulínica [2,3,7-9]. • La agudeza visual se encuentra disminuida (por lo general menor de 20/70). • El enrojecimiento ocular a expensas de la hiperemia de los vasos episclerales, vista en el examen como hiperemia periquerática (hiperemia profunda) en forma difusa. • Al iluminar con linterna, hay una marcada fotofobia y llama la atención una córnea opaca y grisácea (figuras 2 y 3). • La pupila se encuentra en midriasis media (6 milímetros), fija, no reactiva a la luz, irregular por isquemia del esfínter pupilar por hipertensión ocular (figura 2 y 3). • La presión del ojo al palparlo con los dedos se nota elevada. Para saberlo se debe comparar con el globo ocular contralateral. • El nervio óptico, a la oftalmoscopia directa, puede aparecer sano si es el primer episodio de hipertensión ocular o con signos de neuropatía óptica glaucomatosa que incluyen excavaciones grandes mayores del 50 %, irregularidades del anillo neural, hemorragias en astilla, rechazo nasal de vasos, atrofia retiniana parapapilar (figuras 5 y 6). • La evaluación de la dimensión de la cámara anterior mediante el examen Examen clínico En el examen clínico del ojo afectado es característico: Univ. Méd. ISSN 0041-9095. Bogotá (Colombia), 54 (4): 536-542, octubre-diciembre, 2013 540 del ojo contralateral no afectado. Se utiliza el método de Von Herick (figura 4), donde se ilumina con una linterna desde el exterior del ojo, proyectando la luz hacia la región nasal del globo ocular, como se muestra en la figura. Dicho método nos orienta a saber si la cámara anterior es amplia o estrecha. Figuras 2 y 3. A la izquierda: ojo derecho con ataque agudo de glaucoma de ángulo cerrado. Nótese la córnea opaca grisácea (flecha blanca), la inyección conjuntival (flecha verde) y la midriasis media (flecha roja). A la derecha: ojo izquierdo del mismo paciente sin los signos descritos Figura 4. Dimensión de la cámara anterior con el método de von Herick: nótese el haz de luz que atraviesa la córnea determinando su grosor (entre flechas blanca y azul) y la profundidad de la cámara anterior puede ser medida entre la flecha azul (borde posterior de la córnea) y la flecha roja (iris). Este último espacio debe ser, por lo menos, del mismo ancho del espesor de la córnea Clemencia de Vivero A, Oscar Forero. Claves para el diagnóstico y manejo del glaucoma agudo para médicos generales... 541 Figuras 5 y 6. Derecha: nervio óptico de aspecto sano sin excavación. Izquierda: nervio óptico con excavación de aproximadamente 0,8 (nótense los vasos en bayoneta flechas negras) Tratamiento • El tratamiento va encaminado a disminuir agudamente la presión intraocular. El esquema de manejo terapéutico es el siguiente [8]: Simultáneamente se debe administrar acetazolamida oral a una dosis de 500 mg en una sola toma y continuar 250 mg cada 8 h. • Betabloqueador tópico: timolol al 0,5 %, 1 gota cada 12 h. Está contraindicado en pacientes con problemas pulmonares de tipo bronquial (asma o enfermedad pulmonar obstructiva crónica) o bloqueos cardiacos de cualquier tipo. • Isoptocarpina (pilocarpina) colirio al 2 %: se utilizan dosis de 1 gota 3 veces al día. • Dexametasona colirio al 0,1 %: 1 gota 3 veces al día. • • Glicerina oral a una dosis de 1 cm3 por kilogramo de peso, preparada con hielo en jugo de naranja o jugo de limón para ingerir en 20 min. Absolutamente contraindicada en diabéticos o pacientes con vómito. Si no hay glicerina, se puede administrar manitol al 20 % a una dosis de 1 a 1,5 g por kilogramo de peso intravenoso para pasar en bolo durante 20 min. Este medicamento está contraindicado en el paciente con falla cardiaca, alteraciones hidroelectrolíticas o falla renal. Con este esquema de manejo debe buscarse una remisión a oftalmólogo. Debe recordarse que si el manejo es el Univ. Méd. ISSN 0041-9095. Bogotá (Colombia), 54 (4): 536-542, octubre-diciembre, 2013 542 adecuado y si se instaura de forma temprana, lo más posible es que no desarrolle cambios en el nervio óptico u oclusiones venosas de retina, que son irreversibles y podrían afectar de modo permanente y progresivo el campo visual del paciente hasta llegar a dañar su visión. Referencias 1. Cook C, Foster P. Epidemiology of glaucoma: what’s new? Can J Ophthalmol. 2012;47:223-6. 2. Quingley HA, Broman AT. The number of people with glaucoma worldwide in 2010 and 2020. Br J Ophthalmol. 2006;90:262-7. 3. Yip JL, Foster P. Ethnic differences in primary angle closure glaucoma. Curr Opin Ophthalmol. 2006;17:175-80. 4. Tarongoy P, Ching L, Walton D. Angle-closure glaucoma: the role of the lens in the pathogenesis, prevention, and treatment. Surv Ophtamol. 2009;54:211-25. 5. Lowe R. A history of primary angle closure glaucoma. Surv Ophthalmol. 1995;40:163-70. 6. Nongpiur M, Ku J, Aung T. Angle closure glaucoma: a mechanistic review. Curr Opin Ophthalmol. 2011;22:96-101. 7. Lachkar Y, Bouassida W. Drug-induced acute angle closure glaucoma. Curr Opin Ophthalmol. 2007;18:129-33. 8. See J, Aquino M, Aduan J, Chew P. Management of angle closure glaucoma. Indian J Ophtalmol. 2011;59:82-7. 9. Razenghinejad MR, Myers JS, Katz J. Iatrogenic glaucoma secondary to medicaments. Am J Med. 2011;124:20-5. Correspondencia Oscar Forero Moncaleano [email protected] Clemencia de Vivero A, Oscar Forero. Claves para el diagnóstico y manejo del glaucoma agudo para médicos generales... 543 reporte de caso Asociación de neuritis óptica e hipoparatiroidismo Gabriel Alonso Mosquera Klinger1, Elkin Beltrán Carrascal2, Ana María Grizales3, Claudia Milena Gómez4 Resumen El artículo presenta el caso de un hombre de 70 años de edad con historia de cáncer de tiroides y diagnóstico de un año atrás. Se le había realizado tiroidectomía total. Presentó como complicación hipoparatiroidismo posquirúrgico. En el momento de la atención presentaba un cuadro clínico de 15 días de pérdida progresiva de agudeza visual en el ojo derecho y hallazgos clínicos e imagenológicos compatibles con neuritis óptica. Durante la estancia hospitalaria se le diagnosticó neuritis óptica y se descartaron otras causas más frecuentes de neutiris óptica en este grupo etáreo. Palabras clave: neuritis óptica, hipoparatiroidismo, resonancia magnética. Title: Association of Optic Neuritis and Hipoparathyroidism Abstract This article presents a case of a 70 year-old-man with a history of thyroid cancer, that during the previous year had undergone total thyroidectomy, and presented hypoparathyroidism as a post-surgical complication. The patient has 15 days of clinical symptoms of progressive loss of visual acuity in the right eye, also clinical and imaging findings compatible with right eye optic neuritis. During hospital stay, a diagnosis of optic neuritis was made and other common causes of optic neutiris in this age group were discarded. Key words: Optic neuritis, hipoparathyroidism, magnetic resonance imaging. 1 Médico residente de Medicina Interna, Pontificia Universidad Javeriana-Hospital Universitario San Ignacio, Bogotá, Colombia. 2 Médico residente de Neurología Clínica, Pontificia Universidad Javeriana-Hospital Universitario San Ignacio, Bogotá, Colombia. 3 Médica. Fellow de Endocrinología, Pontificia Universidad Javeriana-Hospital Universitario San Ignacio, Bogotá, Colombia. 4 Médica internista endocrinóloga, Unidad de Endocrinología, Hospital Universitario San Ignacio, Bogotá, Colombia. Recibido: 3/10/2012 Revisado: 15/03/2013 Aceptado: 18/04/2013 Univ. Méd. ISSN 0041-9095. Bogotá (Colombia), 54 (4): 543-548, octubre-diciembre, 2013 544 Introducción La neuritis óptica es una enfermedad inflamatoria primaria del nervio óptico. La mayor parte de las veces es desmielinizante, que está altamente asociada con esclerosis múltiple, que es su causa más frecuente [1]. Los hallazgos clínicos están relacionados con una lesión del nervio óptico y, usualmente, produce pérdida de la visión monocular. El dolor ocular es variable. Otros síntomas comunes de la neuritis óptica son: defecto pupilar aferente si la lesión es unilateral o asimétrica, pérdida de visión central (escotoma), discromatopsia, papilitis en el examen del fondo de ojo (si hay afectación del disco óptico) y, eventualmente, atrofia óptica en fases avanzadas. La presentación clínica varía según la etiología. El diagnóstico mayormente es clínico: un adecuado examen oftalmológico y el estudio mediante resonancia magnética nuclear (RMN) de cerebro y órbitas pueden ser de gran ayuda. En algunos casos, la punción lumbar con examen del líquido cefalorraquídeo puede ser de gran utilidad para esclarecer la etiología. Entre las etiologías más comunes se encuentran las desmielinizantes primarias, las postinfecciosas (historia reciente de infecciones respiratorias o digestivas), las secundarias a procesos infecciosos contiguos al nervio óptico: órbita, me- ninges, senos paranasales y senos etmoidales. Además, las debidas a vasculitis, como la producida por el lupos eritematoso sistémico y el herpes zóster [2]. El tratamiento debe ser dirigido a la etiología. En algunas ocasiones se utiliza también el tratamiento empírico, teniendo en cuenta que las patologías autoinmunes son las más frecuentes y si la situación clínica es de gravedad, se le inician esteroides sistémicos. Presentación del caso clínico El caso corresponde a un paciente de 70 años de edad con antecedentes de carcinoma papilar de tiroides diagnosticado en el 2011, que requirió un manejo quirúrgico (tiroidectomía total, con vaciamiento ganglionar radical) y yodoterapia ablativa. Esta persona, al examen, presentaba hipoparatiroidismo posquirúrgico que venía en suplencia con carbonato de calcio y vitamina D (1800 mg-600 unidades/día), de forma ambulatoria. El paciente tenía un cuadro clínico de 15 días de pérdida progresiva de agudeza visual en el ojo derecho, visión borrosa, sin escotoma. No había alteraciones en la visión de colores. Al ser evaluado por la sección de neurología clínica, se encontró en el ojo derecho persistencia de visión en el campo nasal inferior izquierdo, con agudeza visual con cuentadedos a 5 cm, con desaturación al rojo, con fondo de ojo con pérdida de bordes de papila derecha. Gabriel Alonso Mosquera Klinger et al. Asociación de neuritis óptica e hipoparatiroidismo 545 Así mismo, se encontró agudeza visual de 20/100 en el ojo izquierdo sin corrección, y de 20/25 con corrección. Esta persona tenía conservados los movimientos oculares en los nueve planos, sin nistagmo. No hubo otros hallazgos anormales en el examen general. Con este cuadro se hizo la impresión diagnóstica de neuritis óptica, por lo cual se le practicó punción lumbar y un estudio de líquido cefalorraquídeo (figura 1): • Presión de apertura: 15 cm. • Celularidad: 3 leucocitos. • Hematíes: 15, 100 % frescos. • Proteínas: 46. • Glucosa: 42 de líquido cefalorraquídeo; sérica: 65. • Tinciones para bacterias ácido alcohol resistentes: hongos negativas. • Reacción en cadena de la polimerasa para infección con citomegalovirus: herpes I y II negativos. RMN cerebral y de órbitas con contraste con gadolinio: llama la atención el engrosamiento de la porción retrobulbar del nervio óptico derecho, sin realce asociado, escasas lesiones hiperintensas en la corona radiada de ambos lados de la línea media de probable origen microangiopático o arterioesclerótico (figura 2). Durante la hospitalización se solicitó realizarle una campimetría al paciente. Esta evidenció un defecto completo en el campo visual derecho (figura 3). El servicio de neurología consideró que el paciente presentaba neuritis óptica del ojo derecho e inició un manejo con bolos de metilprednisolona (1 g/día durante 3 días); posteriormente, prednisolona (1 mg/kg/día durante 11 días), con Figura 1. Fondo de ojo Univ. Méd. ISSN 0041-9095. Bogotá (Colombia), 54 (4): 543-548, octubre-diciembre, 2013 546 Figura 2. Resonancia magnética nuclear cerebral y de órbitas la cual el paciente no tuvo mejoría de su sintomatología visual. Durante la estancia hospitalaria, el paciente presenta una crisis convulsiva tónico-clónica generalizada, por lo que dentro del estudio de las causas se encontró: hemograma normal, función renal normal y electrolitos, cuyos resultados muestran: calcio en 4,4 mg/dl, fósforo en 7,6 mg/dl, magnesio en 1,9 mg/dl, potasio en 3,2 mg/dl, sodio en 140 mg/dl. Así mismo, la tomografía computarizada cerebral simple no evidenció alteraciones. Figura 3. Campimetría tomada durante la hospitalización Se consideró que el paciente cursaba con crisis secundaria a hipocalcemia severa y se solicitó la valoración por parte del servicio de endocrinología. En el examen se presentó con signos vitales Gabriel Alonso Mosquera Klinger et al. Asociación de neuritis óptica e hipoparatiroidismo 547 normales, Chvostek negativo, Trousseau positivo y se considera hipocalcemia severa secundaria a hipoparatiroidismo posquirúrgico. Se le inició un manejo agudo con bolo de mezcla de 2 g de gluconato de calcio en 50 cm3 de DAD al 5 %, pasar en bolo en unos 20-30 min, y se continuó con una infusión de mezcla de 11 g de gluconato de calcio en 1000 cm3 de DAD al 5 % para pasar a 50 cm3/h. Por considerarse una crisis asociada a hipocalcemia, no se inició manejo anticonvulsivante. Posterior a esto, el paciente presenta una buena evolución con mejoría significativa de su sintomatología visual. Se considera que el paciente cursó con neuritis óptica asociada a hipoparatiroidismo, por lo que egresa con suplencia oral de calcio, con controles prioritarios con los servicios de endocrinología y neurología. Discusión La neuritis óptica es una lesión inflamatoria primaria del nervio óptico, en la mayor parte de las veces de etiología primaria desmielinizante y ocasionada por esclerosis múltiple hasta en un 50 % de los individuos [1,3,4]. Es necesario hacer un ejercicio clínico y diagnóstico muy cuidadoso, que tenga en cuenta las implicaciones que tiene dar un diagnóstico definitivo a un paciente de esclerosis múltiple. Además, el espectro diagnóstico cambia significativamente según el grupo etario del paciente, pues es mucho más frecuente en pacientes mayores de 50 años de edad. Entre sus causas están perineuritis óptica, neuropatía óptica isquémica y procesos infiltrativos del nervio óptico, como sarcoidosis. En nuestro paciente se tomaron en cuenta todas estas causas y se realizó un amplio estudio intrahospitalario. Todos los estudios fueron normales, excepto la RMN con contraste, donde se documentan los hallazgos compatibles con neuritis óptica; adicionalmente, hipocalemia severa en un paciente con historia de hipoparatirodismo. Los otros exámenes paraclínicos fueron normales. En el contexto de hipoparatirodismo se puede presentar papiledema, pero raramente neuritis óptica. Al hacer la revisión de la literatura universal, hay un solo caso reportado en 1976, un reporte de Neurology, donde se encontró esta asociación de neuritis óptica e hipoparatirodismo, lo cual sugiere que la causa estaría en relación con una neuropatía óptica isquémica por vasoespasmo tetánico o calcificación de la vasa nervorum [5]. Referencias 1. Foroozan R, Buono LM, Savino PJ, Sergott RC. Acute demyelinating optic neuritis. Curr Opin Ophthalmol. 2002;13:375. Univ. Méd. ISSN 0041-9095. Bogotá (Colombia), 54 (4): 543-548, octubre-diciembre, 2013 548 2. Uribe Uribe CS, Arana Chacón A, Lorenzana Pombo P. Capítulo 13. En: Neurología. Medellín: Corporación para Investigaciones Biológicas; 2002. 3. Frohman EM, Frohman TC, Zee DS, et al. The neuro-ophthalmology of multiple sclerosis. Lancet Neurol. 2005;4:111. 4. The clinical profile of optic neuritis: experience of the optic neuritis treatment trial. Optic Neuritis Study Group. Arch Ophthalmol. 1991;109:1673-8. 5. Bajandas FJ, Smith JL. Optic neuritis in hypoparathyroidism. Neurology. 1976 May;26(5):451-4. Correspondencia Gabriel Alonso Mosquera Klinger Pontificia Universidad Javeriana, Hospital Universitario San Ignacio Bogotá, Colombia [email protected] Gabriel Alonso Mosquera Klinger et al. Asociación de neuritis óptica e hipoparatiroidismo 549 reporte de caso Tumor de Wilms bilateral y cirugía ahorradora de nefronas Catalina Correa1, Juan Pablo Luengas,2 John Alexander Peralta3 Resumen En este artículo se reporta el caso de una niña de cuatro años de edad, sin antecedentes perinatales o patológicos de importancia, procedente de área rural, en la región nororiental de Colombia, quien ingresó al Hospital Militar Central de Bogotá, Colombia, remitida por un cuadro de cinco meses de evolución que inició con tinte ictérico, pérdida de peso e hiporexia. Posteriormente, distensión abdominal y masa palpable abdominal de un mes de evolución. Por imágenes diagnósticas se documenta tumor de Wilms bilateral, el cual se trata con quimioterapia preoperatoria y nefrectomía parcial bilateral. Palabras clave: tumor de Wilms bilateral, nefroblastoma, neoplasias renales, nefrectomía, niño. Title: Bilateral Wilms’ Tumor and Nephron-Sparing Surgery: A Case Report Abstract We report the case of a four years-old female proceeding from rural nor-oriental Colombia, without previous medical history, who was admitted to our institution with an abdominal mass that was noted one month previous to the consult, associated to ictericia, weight loss and hiporexia. A bilateral Wilms tumor was documented on diagnostic images. The patient received preoperative chemotherapy and was treated with bilateral partial nephrectomy. Key words: Wilms tumor, bilateral, nephroblastoma, kidney neoplasms, nephrectomy, child. 1 Médico residente de Cirugía Pediátrica, Universidad Militar Nueva Granada-Hospital Militar Central, Bogotá, Colombia. 2 Médico cirujano pediatra, Universidad Militar Nueva Granada-Hospital Militar Central, Bogotá, Colombia. 3 Médico residente de Cirugía Pediátrica, Universidad Militar Nueva Granada-Hospital Militar Central, Bogotá, Colombia. Recibido: 07/11/2012 Revisado: 14/03/2013 Aceptado: 25/04/2013 Univ. Méd. ISSN 0041-9095. Bogotá (Colombia), 54 (4): 549-553, octubre-diciembre, 2013 550 Introducción El tumor de Wilms o nefroblastoma es el tumor renal más común en la infancia. Corresponde al 6-7 % de los cánceres en niños [1-4], y aproximadamente al 95 % de las masas renales en este grupo de pacientes [5]. Afecta generalmente a niños menores de 5 años de edad [1,2] y la forma de presentación más común es una masa palpable indolora en el abdomen [1,2]. El tumor bilateral de Wilms (BWT) se presenta en el 4-6 % de los casos [1,3,68] y representa un reto terapéutico por la necesidad de eliminar todo el tejido neoplásico, a fin de preservar el máximo de tejido renal para disminuir la incidencia de falla renal postoperatoria [3,4,6,7]. El tratamiento actual del BWT comprende una serie de estrategias orientadas a lograr tal objetivo: quimioterapia preoperatoria durante seis semanas para disminuir el tamaño de la masa [6], control imagenológico y nefrectomía parcial o cirugía ahorradora de nefronas [1,4]. Caso clínico El caso clínico corresponde a una niña de 4 años de edad, sin antecedentes perinatales o patológicos de importancia, quien fue llevada a consulta por distensión abdominal y masa palpable de un mes de evolución. En la valoración de ingreso se encontró hipertensa, con cifra de tensión arterial en 137/88 mm Hg (mayor a percentil 95 para la edad). Presentaba distensión en el abdomen superior y dolor bilateral en flancos, donde se le palpó una masa de gran tamaño, dolorosa y de consistencia dura. No se hallaron signos de irritación peritoneal. El resto del examen físico no evidenció otras alteraciones. Los exámenes paraclínicos de química sanguínea, función renal y uroanálisis fueron normales. La ecografía abdominal que se le tomó mostró una imagen de contornos bien definidos que desplazaba por efecto de masa el segmento VI hepático, dependiente del riñón derecho (de 123 × 100 × 90 mm), y en lecho renal izquierdo una imagen que desplazaba el riñón y el bazo (de 113 × 105 × 100 mm). Se le tomó una tomografía axial computarizada abdominal contrastada que evidenció una masa bilateral dependiente de los riñones (figura 1, panel A). El cuadro clínico y paraclínico se consideró compatible con el diagnóstico de TWB estado V, según la clasificación del National Wilms’ Tumor Study. Por ello se decidió iniciar seis ciclos de quimioterapia con vincristinadoxirrubucina. Una evaluación posterior por resonancia nuclear magnética con reconstrucción vascular evidenció masas sólidas, redondeadas, de contornos bien definidos y señal intermedia, con focos necróticos, de 49 × 47 × 36 mm y 66 × 59 × 47 mm, ubicadas respectivamente en el tercio superior del riñón derecho y en el Catalina Correa et al. Tumor de Wilms bilateral y cirugía ahorradora de nefronas 551 Figura 1. a) Tomografía axial computarizada de abdomen con contraste. Masa bilateral dependiente de riñones, sugestiva de tumor bilateral de Wilms. b) Resonancia nuclear magnética posterior a 6 ciclos de quimioterapia. Se evidencia reducción en el tamaño del tumor tercio inferior del riñón izquierdo. Esta imagen confirmó que el TWB disminuyó de tamaño con la quimioterapia, por lo cual se la niña se llevó a cirugía para una nefrectomía parcial bilateral. En el intraoperatorio se encontró una masa dependiente del polo renal superior derecho con afectación de la glándula suprarrenal y masa dependiente de cara anterior del riñón izquierdo, sin daño vascular. No se observaron adenopatías (figura 2). En el postoperatorio la niña presentó un urinoma, que se drenó por vía percutánea, sin otras complicaciones y con adecuada evolución. Posterior a la cirugía recibió quimioterapia complementaria y radioterapia dirigida a nivel ganglionar paraórtico e hilio renal bilateral. En los estudios de extensión y controles hasta un año del postoperatorio la paciente se encontraba asintomática y libre de actividad tumoral. Univ. Méd. ISSN 0041-9095. Bogotá (Colombia), 54 (4): 549-553, octubre-diciembre, 2013 552 Figura 2. Hallazgos operatorios. a) Riñón derecho. b) Riñón izquierdo El examen histopatológico final reportó, en el polo superior riñón derecho, nefroblastoma de patrón difuso con componente mixoide, y en el polo inferior, riñón izquierdo nefroblastoma con un extenso componente mixoide. Ambos sin daño capsular. Se clasifica histológicamente como tumor de Wilms histología favorable, estadio III. Discusión El TWB se presenta aproximadamente en el 5 % de los casos. El tratamiento de esta patología ha evolucionado en las últimas décadas con el desarrollo de esquemas de quimioterapia efectivos. Anteriormente se recomendaba la nefrectomía radical como primera opción de tratamiento, mientras que ahora se llevan a cabo resecciones conservadoras con menor impacto sobre la función renal [9]. La recomendación actual de manejo para estos pacientes, de acuerdo con la Sociedad Internacional de Oncología Pediatrica y el Children’s Oncology Group es el tratamiento inicial con quimioterapia neoadyuvante para disminuir el tamaño del tumor, evaluación imagenológica de la respuesta al tratamiento y cirugía conservadora para disminuir la incidencia de falla renal postoperatoria [4]. En el caso reportado se realizó el manejo recomendado por Children’s Oncology Group, con seis ciclos de quimioterapia preoperatoria y nefrectomía parcial bilateral. La cirugía ahorradora de nefronas se ha convertido en uno de los pilares del manejo del BWT. Originalmente se recomendaba evaluar en primera instancia el riñón menos afectado, y en caso de lograr una resección del tumor, conservando el tejido renal viable, proceder a la nefrectomía radical contralateral. En la actualidad se sugiere la nefrectomía parcial bilateral como principal estrategia ahorradora de nefronas, de manera que se conserve la mayor cantidad de tejido renal, respetando los márgenes oncológicos de resección [10]. Catalina Correa et al. Tumor de Wilms bilateral y cirugía ahorradora de nefronas 553 La histología es un el factor pronóstico más importante en el tumor de Wilms [1,4], pues permite clasificar a los pacientes y estratificar el riesgo de recurrencia, para así definir el curso del tratamiento. En el caso mencionado, se reportó un TWB de histología favorable que fue resecado por completo, con márgenes libres de tumor o nefromatosis. La ausencia de ganglios en la muestra histopatológica exigió que se clasificara como estadio III; no obstante, la resección completa y ausencia de afectación vascular [1,5]. Conclusiones El tumor de Wilms es la neoplasia renal más común en pacientes pediátricos. Aproximadamente el 5 % de los casos se presentan de manera bilateral y representan un reto terapéutico, puesto que se debe erradicar la enfermedad conservando el máximo de tejido renal, para así evitar la falla renal postoperatoria. La cirugía ahorradora de nefronas, en conjunto con la quimioterapia preoperatoria para disminuir el tamaño tumoral, es una medida que ha tomado gran relevancia en el manejo de estos pacientes. El caso reportado es un ejemplo de éxito con esta modalidad de tratamiento. Referencias 1. Ko EY, Ritchey ML. Current management of Wilms’ tumor in children. J Pediatr Urol. 2009;5:56-65. 2. Siegel MJ, Chung EM. Pediatric renal masses. Magn Reson Imaging Clin N Am. 2008;16:479-97. 3. Osama MS, Mahmoud EB, Mohamed MS, et al. Bilateral Wilms’ tumors: singlecenter experience with 22 cases and literature review. Urology. 2010;76:946-51. 4. Nakamura L, Ritchey M. Current management of Wilms’ tumor. Curr Urol Rep. 2010;11:58-65. 5. Davidoff AM, Fernandez-Pineda I, Santana VM, Shochat SJ. The role of neoadjuvant chemotherapy in children with malignant solid tumors. Semin Pediatr Surg. 2012;21:88-99. 6. Horwitz JR, Ritchey ML, Moksness J, et al. Renal salvage procedures in patients with synchronous bilateral wilms’ tumors: A report from the National Wilms’ Tumor Study Group. J Pediatr Surg. 1996;131(8):1020-5. 7. Millara A, Davidsonb A, Rodea H, et al. Bilateral Wilms’ tumors: a single-center experience with 19 cases. J Pediatr Surg. 2005;40:1289-94. 8. Hamilton TE, Ritchey ML, Haase GM, et al. The management of synchronous bilateral Wilms tumor: a report from the National Wilms Tumor Study Group. Ann Surg. 2011;253:1004-10. 9. Davidoff AM, Giel DW, Jones DP, et al. The feasibility and outcome of nephronsparing surgery for children with bilateral Wilms tumor. The St Jude Children‘s Research Hospital experience: 1999-2006. Cancer. 2008;112:2060-70. 10. Cozzi DA, Zani A. Nephron-sparing surgery in children with primary renal tumor: Indications and results. Semin Pediatr Surg. 2006;15:3-9. Correspondencia Catalina Correa Departamento de Cirugía Pediátrica Hospital Militar Central Transversal 3A # 49-00, piso 8 Bogotá, Colombia [email protected] [email protected] Univ. Méd. ISSN 0041-9095. Bogotá (Colombia), 54 (4): 549-553, octubre-diciembre, 2013 554 imagen de la medicina Harvey Cushing: conquistando nuevas fronteras Mauricio Ávila-Guerra1, Alejandro Mejía2, Nathalia Mateus2 Figura 1. Harvey Cushing en su oficina en Johns Hopkins, 1907 Créditos: Harvey Cushing/John Hay Whitney Medical Library. Historical Library. En 1889, nadie hubiera creído que el campo corto del equipo de béisbol de la Universidad de Yale se convertiría en uno de los más grandes cirujanos del siglo XX. Harvey Williams Cushing, pa- dre de la neurocirugía norteamericana y considerado el padre de la neurocirugía moderna, nació el 8 de abril de 1869 en Cleveland, Ohio. Cushing siguió la tradición familiar en medicina, en la cual su 1Médico cirujano. Asistente de investigación Departamento de Epidemiología y Bioestadística, Pontificia Universidad Javeriana, Bogotá, Colombia. 2Estudiante de medicina IV Semestre, Pontificia Universidad Javeriana, Bogotá, Colombia. Univ. Méd. ISSN 0041-9095. Bogotá (Colombia), 54 (4): 554-558, octubre-diciembre, 2013 555 bisabuelo, su abuelo, su padre y hermano fueron médicos. Inició sus estudios en la Universidad de Yale de donde se graduó en 1891. Posteriormente ingresó a la escuela de Medicina de Harvard para terminar sus estudios en medicina, en 1895. Durante su estadía en la escuela de medicina, Cushing se interesó por la cirugía; sin embargo, en principio su interés estuvo centrado en la anestesia. Por este interés, posterior a la muerte de un paciente, Cushing, en compañía de Codman, desarrolló los registros de éter, en los cuales consignaban el pulso y las respiraciones de los pacientes, y ellos se constituyeron en el comienzo de los registros de la anestesia moderna. La preocupación por la anestesia y las funciones vitales de los pacientes durante cirugía acompañarían a Cushing toda su vida. Continuó su formación académica en el Hospital Johns Hopkins, de Baltimore, el cual se encontraba en sus primeros años de funcionamiento. En un principio, Cushing se desempeñó como residente asistente de cirugía y posteriormente como jefe de residentes de cirugía bajo la supervisión de William Halsted (pionero de la cirugía general moderna). Durante los años de entrenamiento con Halsted, Cushing aprendió las técnicas halstedianas de cirugía, que incluían el método aséptico y el manejo de tejidos mediante las suturas en múltiples capas usando mínima tensión. Adicionalmente, Halsted inculcó en Cushing la práctica de medicina basada en la evidencia como herramienta adicional para mejorar el desenlace de las cirugías. Durante los años de residencia, Cushing se caracterizó por ser en extremo meticuloso, pues se encargaba él mismo de varias partes del cuidado de los pacientes quirúrgicos, incluido el cambio de vendajes y curaciones de las heridas. Adicionalmente, realizaba detalladas notas y dibujos de los procedimientos y pacientes. En este hospital Cushing desarrolla un interés especial por las patologías del sistema nervioso. Este fue alimentado en parte por William Osler (pionero en la educación en medicina), amigo de Cushing a lo largo de su vida. Como residente de cirugía general, Cushing realizó alrededor de 200 procedimientos de cirugía general. Hacia el final de su entrenamiento comenzó a operar patologías intracerebrales. Su primer procedimiento, en 1897, fue una craneotomía para evacuar un absceso extradural. Cushing ya se empezaba a aventurar con procedimientos que a pocos de sus colegas les interesaban. Después de finalizar su residencia en cirugía general, en 1900, Cushing pasó un año en Europa practicando e investigando con algunos de los mejores cirujanos y científicos de la época. Entre estos, Emil Theodor Kocher, en Suiza, y Charles Sherrington y Victor Horsley. Univ. Méd. ISSN 0041-9095. Bogotá (Colombia), 54 (4): 554-558, octubre-diciembre, 2013 556 Este viaje le sirvió a Cushing para consolidar la idea que hacer cirugía únicamente del sistema nervioso central era posible dada la cantidad y diversidad de las patologías encontradas. En su trabajo con Kocher, Cushing describió el aumento de la presión arterial ante el aumento de la presión intracraneal, conocido posteriormente como el reflejo de Cushing. De este viaje adicionalmente Cushing llevó a Estados Unidos el primer aparato que medía la presión arterial, el medidor Riva-Rocci. Esta medición fue añadida a sus registros del éter en anestesia y completó así el seguimiento de los pacientes durante los procedimientos quirúrgicos. pecialidad quirúrgica dedicada exclusivamente al sistema nervioso. Allí citaba su propia experiencia como ejemplo de la posibilidad de tener una práctica exclusiva para esta especialidad. En 1901, Cushing regresó al Hospital Hopkins para trabajar como cirujano general. Su condición inicial fue que pudiera dedicarse completamente a la neurocirugía; sin embargo, Halsted era escéptico, por lo que solo le permitió a Cushing trabajar en neurocirugía un día a la semana; el resto eran dedicados a la cirugía general. A partir de 1912 se unió a un nuevo hospital creado en Boston afiliado a la Universidad de Harvard, el Peter Bent Brigham. En esta etapa de su vida Cushing ya era un cirujano conocido por sus buenos resultados operatorios, lo que atrajo tanto a pacientes como a estudiantes de medicina y cirujanos interesados en esta especialidad que surgía y avanzaba en manos de él. Entre sus muchos alumnos se destaca Walter Dandy, protegido por él primero y rival después. Dandy se convirtió en su sucesor en Johns Hopkins y en otro de los grandes impulsadores de la neurocirugía como especialidad. Durante cuatro años realizó varios casos de patologías del sistema nervioso, con especial interés en cirugías del nervio trigémino. En esa época, Cushing realizó cirugías para espina bífida, neuralgia del trigémino y tratamiento para la epilepsia. Finalmente, en 1905, Cushing realizó un discurso a la Academia Americana de Medicina donde justificaba la creación de una esImagen de la medicina Entre 1908 y 1912 se dedicó a investigar y operar sobre la hipófisis. La investigación finalmente concluyó en la publicación del libro El cuerpo pituitario y sus desórdenes. Ello lo llevó a ser conocido por su descripción del hiperadrenalismo, el síndrome de Cushing. Meticuloso en cada uno de sus reportes, cuidadoso con sus pacientes, logró reportar una mortalidad del 13 % en 1910 a los pacientes que operó. El 15 de abril de 1931, Cushing operó a Ida Herskowitz de un adenoma hipofisario. Esta cirugía convirtió a Cushing 557 en el primer cirujano en lograr dos mil cirugías en pacientes con tumores intracraneales confirmados. Ese mismo año logró tener una tasa de mortalidad operatoria de 12,6 %, estadística muy superior a cualquier otro neurocirujano de la época. En ese momento Cushing solo podía compararse con él mismo. Cushing se desempeñó en este cargo hasta 1933, cuando decidió retirarse. Sin embargo, este retiro fue temporal, ya que fue nombrado profesor de cirugía e historiador médico en la Universidad de Yale. Cushing trabajó en Yale hasta 1937. El 7 de octubre de 1939, el Dr. Harvey Cushing falleció secundario a un infarto agudo del miocardio. Posterior a su muerte, en una autopsia realizada por sus colegas, evidenció la presencia de un quiste en el tercer ventrículo de Cushing. Este médico fue un investigador incansable, un lector ávido, un coleccio- Figura 2. Cushing durante la cirugía 2000 Créditos: Harvey Cushing/John Hay Whitney Medical Library. Historical Library. Univ. Méd. ISSN 0041-9095. Bogotá (Colombia), 54 (4): 554-558, octubre-diciembre, 2013 558 nista, un meticuloso cirujano y escritor. Padre de la neurocirugía moderna y considerado por algunos el impulsador también de la endocrinología, Cushing escribía mil palabras al día en sus diarios o en diversos artículos científicos. Logró una inmensa colección de cerebros mediante autopisas, que al día de hoy siguen conservados en sus envases originales en la biblioteca de la Universidad de Yale. Describió por primera vez de forma sistemática los meningiomas, los gliomas y las patologías de la hipófisis. Sus detalladas notas fueron la base para los neurocirujanos futuros y sus discípulos se encargaron de expandir la neurocirugía en Estados Unidos y el mundo. Veterano de guerra, ganador del premio Pulitzer (por la biografía que realizó sobre William Osler), pionero en el uso del electrocauterio (creado por Bovie), incluso hasta desarrollador de algunos conceptos de anestesia. en cada sala de cirugía, en cada neurocirujano y en cada estudiante de medicina que decide conocer alguna de las diversas patologías descritas por él. Pareciera que no hubo un campo de la medicina que Cushing no hubiera logrado explorar. Su legado sigue vigente Mauricio Ávila-Guerra [email protected] Imagen de la medicina Bibliografía 1. Bliss M. Harvey Cushing: a life in surgery. New York: Oxford University Press; 2007. 2. Pendleton C, Quiñones-Hinojosa A. The making of a neurosurgeon: Harvey Cushing, Halstedian technique, and the birth of a specialty. Pharos Alpha Omega Alpha-Honor. Med Soc Alpha Omega Alpha. 2012;75(4):8-16. 3. Zamora-Berridi GJ, Pendleton C, Ruiz G, Cohen-Gadol AA, Quiñones-Hinojosa A. Santiago Ramón y Cajal and Harvey Cushing: two forefathers of neuroscience and neurosurgery. World Neurosurg. 2011;76(5):466-76. 4. Jay V. The legacy of Harvey Cushing. Arch Pathol Lab Med. 2001;125(12):1539-41. Correspondencia