ideas sobre los vinos rancios, la «bota del recó», las «polsoses» y otras form as de la ignorancia verdaderam ente espe­ luznantes. Todavía, en todo caso, es raro encontrar en este país, personas que ante los vinos tengan ideas claras y un paladar real. Somos, en esto, como en otras cosas, de la época del trabuco y de la espesura celular». No duda ni un poquito José Pía. «Hablar o escribir de vinos es difí­ cil...» » He releído su escrito y he tenido una charla con los señores Arroyo, Castelló, Coll, Fa y Serradell. Nuestra gente en vinos. De mis inform es resumo: Que del vino de aquí es poco posible determ inar una graduación m e d ia n e­ ro que ésta puede considerarse alta ya que oscila entre los 13 y 15 grados al­ cohólicos. Que aunque los cánones den la gra­ duación de 9 a ll'o para los vinos tin­ tos de mesa y de 10 a 13‘5 para los blancos, es completamente imposible fijar un m olde del vino mejor. Y preguntándoles si opinaban que éste podía ser el de m enor graduación contestaron, en discrepancia, con el «no» categórico, con «no pueden ser los mejores, pero son los preferidos», y con el «sí» contundente. He com prendido que no es unánime la creencia de que el vino de alta gra­ duación sea un líquido para caballos y quizás podam os decir, como alguien m e hizo notar, que posiblemente los caballos preferirían el vino de menor graduación. No p o r ello es sensato desmerecer en Casa ( o|| lo m ás m ínim o los vinos que alaba nuestro escritor, que tienen fam a m uy bien cim entada y que debemos adm itir como los prefe­ ridos y probablem ente com o los mejores para la mesa. Pero habiendo observado, incluso a alemanes y france­ ses, tom ar vino común del nuestro, m al elaborado, y que lo preferían a los vinos suaves y de técnica depura­ da, y conociendo quienes se han levantado en m al esta­ do de la mesa después de beber vino de baja gradua­ ción y los muchos que lo hacen en sus cabales habién­ dolo bebido del nuestro y asim ism o sabiendo que no podem os descartar la gente que gusta de tom ar poco vino pero fuerte, es innegable que hay que adm itir que el vino de 12 a 15 grados tiene sus partidarios y tam ­ bién que éstos algún día pueden ser m ás numerosos que ahora. Claro que ello podrá suceder cuidando bien la elaboración (el Sr. Serradell aconseja vendim iar por San Miguel), repugnando completamente la adultera­ ción de nuestro producto y sobre todo reduciendo la regla que nos da José Pía de beber un litro de vino y Biblioteca de Llançà mbotellando primorosamente el vino que va a la exportación. FOTO POMABEDA levantarse de la mesa en estado de m ayor equilibrio que antes de empezar; pues el líquido que necesita ingerir, normalm ente, nuestro cuerpo está determ inado p o r diferentes factores, esta cantidad p o r com ida ciertamente que es dem asiado respetable en cuanto a volumen y en cuanto a alcohol. Y... nada más, sino rogarle al Sr. Pía que nos res­ pete nuestro rom anticism o, que nos respete el conven­ cimiento de que nuestra «bota del recó», huérfana de técnica alguna, contiene alm acenado buen ju go de nuestro calor hospita­ lario en espera de ser ofrecido al visitante, al am igo o al fam iliar, llámese X o se llame José Pía. M. F. C.