“Al primer minuto de vivir con las 16 actitudes, tu vida cambia.” (Lama Zopa, Presidente Honorario de Educación en Sabiduría Universal) Una introducción a las 16 Actitudes para una vida con sentido Educación en Sabiduría Universal 2012 La visión de Educación en Sabiduría Universal (Universal Wisdom Education) es hacer del mundo un lugar más tranquilo ayudando a las personas a desarrollar su inclinación natural a la compasión y la sabiduría, así como contribuir a encontrar la felicidad y el sentido en la vida. Las 16 actitudes para una vida con sentido fueron desarrolladas por sugerencia de Lama Zopa Rimpoché y constituyen la primera iniciativa de Essential Education. Las publicaciones de las 16 actitudes incluyen: 16 Actitudes para una vida con sentido y Preparados Listos, un conjunto de recursos multimedia para niños que incluyen el libro en español. Además se están desarrollando otros materiales para jóvenes y adultos. Para mayor información o para inscribirte a la lista de distribución, visita www.universalwisdomeducationeducation.org Traducción provisional del material original en inglés. Por favor no reproducir sin permiso. Las 16 actitudes son un recurso práctico para mejorar la vida. Ofrecen un sistema sencillo pero a la vez muy sólido para reflexionar sobre cómo pensamos, hablamos y actuamos, y esto a su vez contribuye a que podamos vivir una vida plena y con sentido y experimentar un bienestar duradero. Los resultados de los experimentos más novedosos de la neurociencia apuntan a que todos tenemos un gran potencial que nos permite desarrollar y transformar nuestra mente desde el nacimiento hasta el mismo momento de la muerte. Las 16 actitudes nos muestran cómo hacerlo de forma que sea beneficioso tanto para nosotros como para los demás. ¿POR QUÉ 16 ACTITUDES? En el siglo VII, el Rey Songtsen Gampo del Tíbet invitó a maestros espirituales y filósofos de la vecina India y comenzó así una transformación de su pueblo, que pasó de ser una nación de guerreros a una sociedad conocida por su serenidad y paz interior. Las 16 actitudes para una vida con sentido están inspiradas en los valores y principios que este rey introdujo a su pueblo. Las actitudes son una versión moderna de la sabiduría ancestral. Estas simples palabras esconden un profundo significado, y se repiten con mucha frecuencia en las distintas tradiciones espirituales, religiosas y filosóficas de todo el mundo, aunque no siempre se lleven a la práctica. Si somos capaces de aprender a utilizarlas en las situaciones de la vida cotidiana nos demostrarán una y otra vez su extraordinaria capacidad para transformar nuestras relaciones, para ayudarnos a tomar decisiones adecuadas y para aportarnos paz mental, incluso aunque las circunstancias externas sean muy difíciles. 16 ACTITUDES PARA UNA VIDA CON SENTIDO Las actitudes discurren por un círculo infinito que va desde la Humildad hasta la Valentía, y que está estructurado en cuatro ámbitos: 1. Pensar – todo lo que hacemos y decimos procede de los que pensamos. 2. Actuar – toda acción positiva contribuye a un mundo mejor. 3. Relacionarse – si cuidamos a los demás, nos cuidamos a nosotros mismos. 4. Encontrar sentido – si todo cambia constantemente, cualquier cosa es posible. Cuanto más exploremos estos ámbitos y cuanta más atención les dediquemos, más profundos serán nuestro conocimiento y experiencia de las actitudes. Ya hay muchas personas que han trabajado con estas actitudes y consideran que les permiten desarrollar resiliencia ante los retos y el estrés de la vida actual. Si quieres ver más ideas sobre cómo utilizar las actitudes o sobre los talleres, guías de estudio o productos como las tarjetas de las 16 actitudes, entra en www.16guidelines.org 2 LOS CUATRO ÁMBITOS Pensar Todo lo que hacemos y decimos procede de lo que pensamos Nuestra forma de pensar condiciona nuestras palabras y nuestras acciones, así como todas las decisiones que tomamos, como por ejemplo el lugar que escogemos para vivir, los amigos que elegimos, el trabajo que desempeñamos y la forma en la que empleamos nuestro tiempo. Nuestras vidas están moldeadas por nuestros pensamientos desde la más tierna infancia hasta el día en que morimos. Reconocer el poder de la mente es, por lo tanto, uno de los aspectos más importantes de nuestra vida. Esa es también la idea que subyace en las 16 actitudes para una vida con sentido. De manera instintiva, solemos percibir el mundo como algo externo a nosotros, como una sucesión de acontecimientos que unas veces nos favorecen y otras no, y de los que somos partícipes casi accidentales. Pero si examinamos bien la realidad, veremos que nuestra experiencia del mundo está influenciada en gran medida por lo que sucede en nuestro interior y por nuestro estado de ánimo. Por ese motivo, un día nos sentimos encantados de ver a una pareja abrazándose en público, mientras que otro día nos sentimos desdichados o irritados presenciando la misma escena. La cultura también influye. En muchos países, un abrazo entre un hombre y una mujer —estén o no casados— se considera una muestra natural de afecto, mientras que en otros, el mismo hecho podría calificarse de inmoral e inaceptable. Nuestras reacciones emocionales están guiadas por una compleja mezcla de creencias, actitudes y experiencias. Si reflexionamos detenidamente, podemos reconocer que detrás de cada emoción existe un pensamiento previo, pero a menudo no somos conscientes de ello porque los acontecimientos ocurren con gran rapidez. Un arrebato de cólera puede originarse en pensamientos del tipo «esta persona me da miedo» o «me van a hacer daño» o «no consigo lo que quiero», es decir, derivados del miedo o la frustración. De igual modo, cuando nos sentimos deprimidos, podemos pensar que no somos capaces de desenvolvernos en la vida, que nadie nos quiere, que hemos hecho las cosas muy mal o que esa situación nunca va a terminar, y aunque estos pensamientos sean exagerados y carezcan de fundamento, nuestra mente tiene el poder de hacernos creer que son ciertos y causarnos desdicha e insatisfacción. Y es justo en ese poder de la mente donde residen nuestras posibilidades; al igual que el atleta que entrena su cuerpo, nosotros también podemos entrenar nuestra mente y cambiar nuestros patrones de conducta explorando nuevas maneras de vivir. Las cuatro actitudes que conforman este ámbito son: 1. Humildad 2. Paciencia 3. Satisfacción 4. Alegría 3 Actuar Toda acción positiva contribuye a un mundo mejor La vida humana se compone de millones de acciones del cuerpo, la palabra y la mente. Acciones que llevamos a cabo desde el momento en que nacemos hasta el último segundo de la vida. La elección de esas acciones define y determina la calidad misma de nuestra vida y nuestras experiencias. La mayoría de nosotros reflexionamos cuidadosamente al tomar una decisión importante, como por ejemplo, escoger un nuevo trabajo, iniciar una relación o comprar una casa. Pensamos en si esta decisión nos va a traer la felicidad que buscamos. Incluso cuando planeamos las vacaciones, nos detenemos a pensar sobre ello y averiguamos las ventajas de ir a un lugar determinado, si habrá actividades al aire libre, si tendremos la compañía que deseamos... en estos casos, primero pensamos y luego actuamos. Curiosamente, no sucede así con miles y miles de acciones que surgen sin control consciente, a partir de hábitos de conducta «automáticos» que nos llevan a entrar en un determinado establecimiento, leer un periódico y no otro, buscar o evitar la compañía de determinadas personas, etc. Esas pautas de comportamiento aprendidas, que nos acompañan desde niños, tienen una repercusión determinante en nuestras vidas. De la misma manera que un árbol surge de una semilla, el resultado de nuestras acciones se corresponde con las causas que hemos creado. Preguntémonos con qué frecuencia reflexionamos sobre los hábitos y patrones que marcan nuestra existencia y si estos siguen teniendo sentido, nos aportan felicidad y satisfacción, si nos ayudan a lograr nuestros objetivos. La decisión de cómo actuar no sólo afecta a nuestro bienestar, sino también al de los demás. Nuestras acciones tienen la capacidad de generar armonía en todo lo que nos rodea —la familia, los amigos, la sociedad en general— o de causar dolor y discordia. Cada acción que emprendemos, por pequeña que sea, origina una cadena de acontecimientos, por ello debemos prestar atención a nuestros pensamientos y acciones, pues las consecuencias de nuestros actos son más complejas y tienen un mayor alcance de lo que imaginamos. La razón y la experiencia demuestran que ciertas acciones ayudan a generar un mayor bienestar, mientras que otras sólo conducen a la confusión y al sufrimiento. Una vez que tomamos conciencia de esto, ya no podemos culpar «al mundo» o a fuerzas que no controlamos por las situaciones en las que nos vemos envueltos; por el contrario, debemos reconocer la influencia que ejercemos sobre nuestra vida y asumir la responsabilidad de nuestros actos. Las cuatro actitudes que conforman este ámbito son: 5. Bondad 6. Honestidad 7. Generosidad 8. Habla Positiva 4 Relacionarse Si cuidamos a los demás, nos cuidamos a nosotros mismos Es un hecho, aunque nos cueste admitirlo, que no podemos arreglárnoslas por nosotros mismos. Pongamos como ejemplo un simple desayuno. Cuando estamos medio dormidos o con prisas por marcharnos al trabajo es fácil olvidar a todas las personas que hacen posible ese sencillo acto. No recordamos al campesino que plantó el trigo para el pan, al ingeniero encargado de las tuberías por donde corre el agua que usamos para hacer el café o al conductor que lleva los suministros hasta la tienda donde compramos los alimentos. Nuestra interrelación con los demás es infinita. Si investigamos hasta el final en esta cadena descubriremos que estamos relacionados con todos los seres vivos del planeta, tanto los del pasado y el presente como los del futuro. Nuestra tendencia a ignorar o pasar por alto estas conexiones no es sólo poco realista, sino que además representa un gran obstáculo para alcanzar la felicidad. Existe una creencia extendida de que somos individuos independientes que han trabajado muy duro para ser autosuficientes. Los eslóganes publicitarios trasmiten el mensaje de que debemos ser egocéntricos, alcanzar la excelencia y priorizar nuestras necesidades y preocupaciones sobre las de los demás. En la escuela o el trabajo, en la prensa y en la televisión, todos los días nos alientan a competir en lugar de colaborar los unos con los otros. Todo esto a menudo conlleva soledad, ansiedad y depresión. No requiere un gran esfuerzo ver que las personas más felices que conocemos son aquellas que reconocen que dependemos los unos de los otros y cultivan relaciones afectuosas con los demás. En el día a día, esta interdependencia es quizás la principal causa de felicidad o de sufrimiento para los seres humanos. A nadie le agrada que lo desprecien y la sola desaprobación de alguien nos puede afectar durante días, tal vez años. Por el contrario, cuando alguien nos apoya y nos alienta, sentimos que no estamos solos. Ser amable con los demás es al mismo tiempo ser amable con uno mismo. Las relaciones más sólidas y duraderas están basadas en el deseo sincero de que la otra persona sea feliz. Cultivar esta forma de pensar pone en movimiento una cadena de acontecimientos en los que aprendemos que en la medida en que somos más amables, también recibimos una respuesta más amable de los demás. Incluso cuando nos equivocamos y actuamos de forma inadecuada, el hecho de que nuestra intención no fuera hacer daño puede suavizar la situación. Las cuatro actitudes que conforman este ámbito son: 9. Respeto 10. Perdón 11. Gratitud 12. Lealtad 5 Encontrar sentido Si todo cambia constantemente, cualquier cosa es posible Todo lo que nos rodea cambia constantemente. Es una ley de la naturaleza. El mundo gira y el día sucede a la noche; las estaciones transcurren inexorablemente; los alimentos surgen de la tierra y luego se descomponen; las innovaciones devienen objetos obsoletos con el paso de los años y la ropa de moda tras varias temporadas está ya raída y anticuada. Incluso los continentes y las montañas se mueven con el transcurso de los siglos. Los seres vivos estamos también atrapados en un proceso de cambio constante. Los átomos que componen nuestro cuerpo fluyen incesantemente. Nacemos, pasamos de la infancia a la vida adulta y de ahí a la vejez y a la muerte. Nuestros pensamientos y emociones cambian a cada instante, a menudo a una velocidad imperceptible para nosotros mismos. Cualquier cosa creada tiene un ciclo vital sujeto al cambio y la decadencia. Ignorar esta verdad fundamental nos hace vivir atrapados en una ilusión, aferrándonos a la idea de la permanencia y la estabilidad de las cosas, aunque todas las pruebas indiquen lo contrario. Nos olvidamos de que esa taza que tanto nos gusta se romperá, que una relación amorosa puede acabar, que una flor se marchitará y que nuestros amigos y familiares envejecerán. Al no comprender ni admitir estos hechos, se apodera de nosotros la desdicha y la insatisfacción. Aunque en el fondo sepamos que todo cambia, a menudo intentamos ignorar esta verdad. El cambio nos inspira temor, porque nos inquieta pensar en lo que nos deparará el destino, si será mejor, más fácil, más feliz o, por el contrario, peor, más difícil y más triste que el presente. No obstante, una vida sin cambios sería inconcebible, nos dejaría sin esperanzas, atrapados en el mismo lugar sin la oportunidad de crecer y desarrollarnos. Si somos capaces de tomar decisiones inteligentes sobre cómo invertir nuestro tiempo y nuestra energía, entonces recibiremos el cambio con los brazos abiertos, porque cada situación encierra un potencial infinito, y depende de nosotros saber aprovecharlo. El éxito en la búsqueda de sentido depende de la capacidad y la disposición que tengamos para explorar nuevos territorios, es por ello que a menudo esta búsqueda recibe el nombre de «camino». Es un reto adentrarnos en nosotros mismos, explorar nuestras fortalezas y aspiraciones y descubrir cómo nos pueden ayudar a llevar una vida plena y feliz. El camino no es fácil y puede exigirnos mucha energía, pero es sin duda apasionante y profundamente liberador descubrir quiénes somos, por qué estamos aquí y cómo podemos aprovechar al máximo los años que viviremos en este mundo. Las cuatro actitudes que conforman este ámbito son: 13. Aspiraciones 14. Principios 15. Altruismo 16. Valentía 6 DESAFÍOS PARA CADA ACTITUD 1. Humildad Pregúntate si eres capaz de escuchar a los demás y dejar a un lado lo que estás haciendo —cocinar, hojear el periódico, mirar el ordenador— cuando alguien intenta comunicarse contigo. Piensa en el modo en que tratas a los demás, en si les estás dedicando la atención que merecen. En caso contrario, la próxima vez que alguien se dirija a ti, interrumpe lo que estés haciendo, míralo a los ojos y escúchalo con atención. Piensa en una cosa nueva que hayas aprendido al hacerlo. 2. Paciencia ¿Hay alguien que te irrite de verdad, o que te suele poner muy nervioso? Tómate cinco minutos de silencio, busca un lugar tranquilo para reflexionar e identifica qué es exactamente lo que te molesta tanto. Pregúntate si esa persona tiene alguna cualidad o actitud que tú también posees y que te cuesta aceptar. Piensa si esta reflexión te puede aportar un poco de espacio para afrontar mejor la situación. 3. Satisfacción Pregúntate si sueles sentirte inquieto o insatisfecho. La próxima vez que tengas esa sensación, en lugar de emprender alguna actividad, quédate completamente inmóvil. Resiste al impulso de comer, beber, fumar, iniciar una conversación o cualquier otra cosa que suelas hacer. Respira hondo varias veces e intenta aceptar las cosas como son. Continúa en este estado durante cinco minutos. Piensa si este ejercicio puede cambiar de alguna forma lo que eliges hacer. 4. Alegría Piensa en cuándo fue la ultima vez que te sentiste completamente alegre. Pregúntate si eres capaz de alegrarte de verdad, sin reservas, por algo que suceda hoy. Termina el día celebrando esos momentos en lugar de centrarte en los problemas y las dificultades. 5. Bondad Pregúntate si deseas dar y recibir bondad de los demás. Comienza por interesarte por una persona en particular, piensa en las pequeñas cosas que puedes hacer para que se sienta bien; quizás tan sólo ofrecerle un café o una sonrisa. Asegúrate de que lo que das pueda ser recibido con facilidad. Pregúntate si este pequeño acto de bondad ha supuesto algún pequeño cambio en cómo has vivido el día. 6. Honestidad Pregúntate si hay alguna cosa que te inquieta, si has exagerado tus cualidades o tergiversado algún asunto relacionado con tus finanzas en alguna situación. Sé honesto contigo mismo para poder ser honesto con los demás. 7. Generosidad Pregúntate si podrías hacer un mayor esfuerzo por ser generoso con los demás y en qué consistiría ese esfuerzo, ya sea en términos de tiempo, habilidades o recursos. Piensa si estás dispuesto a involucrarte en un gesto de desprendimiento con alguien que no forma parte de tu entorno habitual o con quien no te sientes cómodo. Intenta asumir un compromiso ahora mismo. 8. Habla positiva Recuerda cuándo fue la última vez que dijiste algo que te avergonzó. Pregúntate si puedes controlar durante al menos una hora cada palabra que pronuncias. ¿Eres capaz 7 de decir sólo las palabras que contribuyen al bienestar de la persona con la que estás hablando? Observa con atención cuáles deberían ser esas palabras. 9. Respeto Si tuvieras que escoger a alguien como modelo de vida, piensa a quién elegirías. Reflexiona sobre las cualidades que esa persona posee y que tú desearías tener, y también sobre los puntos fuertes que ambos compartís. Pregúntate de qué manera puedes expresar esas virtudes. Durante la próxima semana, disfruta al observar cada vez que practiques esas cualidades y recuerda a la persona que te ha inspirado. 10. Perdón Piensa en la persona que más te hace enfadar. Pregúntate cuánto tiempo inviertes pensando en ella. Quizás te molesta que no cumpla tus expectativas ni se adapte a tus necesidades; tal vez esas expectativas y necesidades no sean realistas. Intenta crear un espacio mental para que el perdón pueda florecer. Reflexiona sobre si la próxima vez podrías enfadarte menos. 11. Gratitud Piensa en qué aspectos de tu vida te hacen sentir bien. Pregúntate si puedes identificar al menos a seis personas que hayan contribuido, directa o indirectamente, a ese bienestar. Recuerda si les has expresado tu gratitud a esas personas. Quizás en algunos casos no sea fácil demostrar tu agradecimiento. Piensa en la mejor manera de hacerlo. 12. Lealtad Piensa en alguien cercano que esté atravesando por una mala situación. Tómate unos minutos para reflexionar sobre sus problemas y sus necesidades. Pregúntate si hay algo que puedas hacer para ayudarlo. ¿Estás dispuesto a intentarlo? En caso contrario, pregúntate qué es lo que te detiene. 13. Aspiraciones Pregúntate si has soñado alguna vez con convertir el mundo en un lugar mejor. Piensa en una acción para lograrlo que sea tan inmensa e inspiradora que una sola vida no bastaría para llevarla a cabo. ¿Estás dispuesto a dar el primer paso? Averigua cómo puedes empezar. 14. Principios Averigua qué cosas te apasionan, por qué sientes pasión por ellas y qué relación guardan contigo. Tómate unos minutos para identificar cuáles son las pautas que guían tu modo de pensar y de actuar. Habla de ello con alguien cercano. Pregúntate si estás viviendo de acuerdo con esas pautas y, en caso contrario, lo que puedes hacer al respecto. 15. Altruismo Pregúntate si te sientes agotado, si sientes que ya no te queda nada para dar. Quizás estés ayudando a los demás a expensas de tu propio bienestar. En la próxima semana, realiza una acción para mostrarte compasión a ti mismo. Intenta aportar la misma ternura y compasión la próxima vez que hagas algo por alguien. 16. Valentía Pregúntate si quieres conseguir algo que realmente te importa y qué es lo que te impide hacerlo. Quizás el motivo sea el miedo. Piensa en qué fuerza tiene ese temor. ¿Estás dispuesto a conseguir lo que quieres a pesar del miedo? Intenta asumir un compromiso ahora mismo. ¡Que todos los seres sean felices! 8 9 10