Tema 144 TUBERCULOSIS CUTÁNEA Dres. J.L. Rodríguez Peralto, A. Saiz y A. Segurado DEFINICIÓN CLÍNICA Se denomina tuberculosis cutánea a las lesiones producidas por la infección del Mycobacterium tuberculosis en la piel. Sus diferentes formas clínicas están en función de la vía de inoculación de la micobacteria: exógena o endógena, así como del estado inmunitario del huésped. Son múltiples las formas clínicas cutáneas dependiendo del mecanismo de inoculación y del estado inmunitario del paciente (Tabla 1): Chancro tuberculoso o primoinfección: Se produce tras inoculación directa de la micobacteria en la piel a través de una herida, erosión, tatuaje, punción..., en un individuo que no tiene inmunidad contra el bacilo. Es más frecuente en niños y adultos jóvenes en la cara o en las extremidades. Clínicamente, consiste en una pápula infiltrada que evoluciona a úlcera indolora, indurada que puede alcanzar hasta 5 cm. Tras 3 ó 8 semanas y por diseminación de la infección, aparece una linfadenitis regional constituyendo el denominado complejo primario de Ghon. El chancro suele curar en unas semanas dejando una cicatriz residual. Las adenopatías pueden disminuir de tamaño y calcificarse o formar abscesos fríos que se abren a la piel (escrofuloderma) o si el paciente tiene una inmunidad celular comprometida puede ocurrir una diseminación hematógena y dar lugar a una tuberculosis ósea, articular o en casos más extremos una tuberculosis miliar. ETIOLOGÍA La tuberculosis cutánea es actualmente una infección infrecuente, cuya incidencia ha ido disminuyendo progresivamente en las últimas décadas, paralelamente al desarrollo económico, de forma que en la comunidad de Madrid durante el periodo 1980-1993 se declararon 16 casos en 10.000 pacientes dermatológicos, lo que supone una incidencia de 0,14%. El mayor pico de incidencia en los últimos años corresponde a enfermos HIV. La micobacteria tuberculosa alcanza el organismo por diferentes puertas de entrada: vía inhalatoria, vía digestiva o por inoculación directa sobre la piel. Se consideran factores predisponentes el hacinamiento, la pobreza, y la inmunodepresión (infección HIV). Generalmente la primoinfección ocurre por vía inhalatoria y se localiza en el pulmón donde se produce el foco inflamatorio en el punto de inoculación (foco de Ghon) que junto con su adenopatía satélite forman el denominado complejo primario de Ghon. Entre 3 y 10 semanas después de la primoinfección se inicia la respuesta inmune celular gracias a la cual la infección puede curarse, progresar o quedar latente en los macrófagos y reactivarse ante cualquier situación de inmunodeficiencia celular: SIDA, malnutrición, edad avanzada, inmunosupresión iatrogénica... Tabla 1 Clasificación de las tuberculosis cutáneas Via exógena: Chancro tuberculoso o primoinfección Tuberculosis verrugosa Vía endógena: Lupus vulgar Escrofuloderma Goma tuberculoso Tuberculosis miliar aguda Tuberculosis orificial 597 Dermatología: Correlación clínico-patológica Figura 1. Lupus vulgar: Típica placa en la mejilla de contornos policíclicos y centro atrófico. Nótese el color anaranjado característico en el borde. Figura 2. Tuberculosis cutánea: Granulomas tuberculoides irregulares y confluentes con infiltrado linfocitario acompañante. Tuberculosis verrugosa: Consiste en una placa hiperqueratósica e indurada generalmente en dedos y dorso de manos que aparece tras autoinoculación (a través del esputo, orina o heces en un paciente con la enfermedad activa) o por inoculación exógena en pacientes que ya presentan inmunidad frente a la micobacteria tuberculosa. Es más frecuente en profesionales que trabajan con personas o animales enfermos: sanitarios, ganaderos, carniceros... Como la inmunidad del huésped está conservada, la infección se limita a la piel, sin afectación linfática. 598 Lupus vulgar: Es la forma más frecuente. Aparece en individuos previamente sensibilizados y con una elevada respuesta inmunitaria (Mantoux +). El bacilo alcanza la piel desde un foco tuberculoso interno: linfadenitis tuberculosa (40%), tuberculosis pulmonar, ósea o articular (10-20%), aunque en algunos casos no se detecta el foco original. La lesión suele ser única y frecuentemente en cara o cuello (Fig. 1). Se presenta como una pápula de aspecto lúpico, de crecimiento lento, progresivo y contornos policíclicos con bordes Tuberculosis cutánea Figura 3. Tuberculosis cutánea: Granuloma tuberculoide con pequeña zona central de necrosis caseosa, rodeado parcialmente por una corona linfocitaria Figura 4. Tuberculosis cutánea: Detalle de la porción central del granuloma. descamativos y centro atrófico-cicatricial. Estas lesiones provocan deformidades y mutilaciones en función de su localización. Característicamente son de color “jalea de manzana” y a la vitropresión se perforan fácilmente con un estilete romo. Escrofuloderma: Es una forma poco común provocada por la fistulización a la piel de un foco más profundo. Aparece como un nódulo subcutáneo y asintomático en el cuello (por infección de los ganglios cervicales) que se reblandece, se hace fluctuante, se adhiere a la piel y se ulcera drenan- do un material caseoso-purulento. Las fístulas curan sin tratamiento en meses o años, dejando cicatrices retráctiles. Goma tuberculoso: Se origina por diseminación hematógena desde un foco tuberculoso antiguo reactivado generalmente por acción de un tratamiento: radioterapia, corticoides, cirugía o por disminución de la inmunidad celular del huésped. Se manifiesta como nódulos eritemato-violáceos únicos o múltiples que terminan abriéndose a la piel semejando al escrofuloderma. 599 Dermatología: Correlación clínico-patológica Tuberculosis miliar aguda: Se caracteriza por la aparición de numerosas lesiones de pequeño tamaño cutáneo-mucosas, originadas por diseminación hematógena de una tuberculosis activa en un individuo anérgico (Mantoux -), mayoritariamente lactantes o adultos inmunodeprimidos. Sin tratamiento, la evolución es fatal. Tuberculosis cutánea orificial: Afecta a mucosas (lengua, recto) o a piel periorificial (perianal, periuretral) por autoinoculación desde un foco interno (pulmonar, digestivo o genitourinario avanzado) en pacientes con deficiente inmunidad. Los bacilos se implantan en las vías de eliminación al exterior de las secreciones contaminadas: saliva, orina, heces... provocando lesiones in situ. Inicialmente se presentan como pápulas tuberosas pardo-rojizas que se necrosan y forman úlceras muy dolorosas, blandas, tumefactas, de fondo pseudomembranoso y sangrante. El diagnóstico de los pacientes con tuberculosis cutánea se basa pues, en la conjunción de la clínica, los hallazgos histopatológicos y microbiológicos con demostración del bacilo (en frotis, cultivos-medio Lowenstein y PCR) o con la prueba de Mantoux. HISTOPATOLOGÍA El dato histopatológico clave es el granuloma (Fig. 2. En la primoinfección, las lesiones más precoces muestran un infiltrado dérmico de neutrófilos, linfocitos y células plasmáticas, que progresa a necrosis y ulceración de la epidermis, y donde los bacilos ácido alcohol resistentes son fáciles de identificar. Al cabo de unas semanas, se forman granulomas tuberculoides que pueden tener necrosis caseosa (Fig. 3) y en los que ya no son visibles fácilmente los bacilos. En el lupus vulgar los granulomas tuberculoides se observan tanto en la dermis superficial como profunda, con frecuente necrosis caseosa y tendencia a confluir. La epidermis suprayacente puede ser atrófica o hiperplásica, siendo excepcional la hiperplasia pseudoepiteliomatosa con eliminación transepidérmica de los granulomas. La tuberculosis verrugosa se caracteriza por presentar granulomas caseosos dérmicos junto con una hiperqueratosis e hiperplasia pseudoepiteliomatosa de la epidermis. En las lesiones de escrofuloderma, la epidermis aparece atrófica o ulcerada con abscesos y necrosis caseosa de toda la dermis e incluso del tejido celular subcutáneo, en cuya periferia se localizan los granulomas. En el caso de la tuberculosis orificial se identifica una ulceración bajo la que se observan abundantes granulomas caseificantes 600 con numerosos bacilos ácido alcohol resistentes. Las lesiones tempranas de goma tuberculoso presentan necrosis focal y formación de abscesos con abundantes bacilos, rodeados de un infiltrado inflamatorio crónico inespecífico que evoluciona, en lesiones tardías para formar granulomas. En definitiva, en todas las formas de tuberculosis cutánea, se van a identificar granulomas con más o menos necrosis caseosa (Fig. 4) y presencia de bacilos ácido alcohol resistentes, que se pondrán de manifiesto con las técnicas de Ziehl o mejor Fitte-Faraco. DIAGNÓSTICO DIFERENCIAL El lupus vulgar, que es la forma más frecuente, puede recordar clínicamente a un lupus discoide, epitelioma basocelular superficial, enfermedad de Bowen, sarcoidosis, leishmaniasis o micosis profunda. El resto de las formas clínicas, pueden semejar distintos procesos infecciosos, que en muchas ocasiones son difíciles de diagnosticar, por su rareza. El diagnóstico diferencial microscópico se establece con todas aquellas lesiones cutáneas, infecciosas o no, que poseen granulomas. Para diferenciarlas, es básico la realización de Ziehl o Fitte-Faraco (bacilos ácido alcohol resistentes), PAS y Metenamina plata para descartar hongos y finalmente someter la preparación a la luz polarizada, para identificar cuerpos extraños. En muchas tuberculosis cutáneas, la identificación de bacilos por las técnicas convencionales es imposible, por lo que hay que recurrir a la PCR sobre ADN extraído de la preparación, o a cultivar el tejido biopsiado, tanto para diagnosticar tuberculosis como para descartar micobacteriosis atípicas. TRATAMIENTO El tratamiento de las formas de tuberculosis cutánea es similar al de la tuberculosis pulmonar. Existe una pauta aceptada de poliquimioterapia con 4 fármacos durante dos meses: isoniazida + rifampicina + etambutol (o estreptomicina) + piracinamida seguidos de cuatro meses más con isoniazida + rifampicina. En inmunodeprimidos es útil prolongar el tratamiento durante al menos 12 meses. La cirugía puede ayudar a acelerar la curación, por lo que se realizan drenajes y desbridamientos quirúrgicos en el escrofuloderma y goma, así como criocirugía o extirpación simple cuando se trata de una tuberculosis verrugosa.