Capítulo 6 EL TRABAJO DE LAS PIELES LA CAZA DEL GATO HUILLIN FOTO SUPERIOR / MELINKA 42 FOTO PAGINA OPUESTA / REPOLLAL BAJO 43 as chalupas en su lento andar al ritmo de las mareas y el viento, van dibujando en su cansado navegar los distintos trabajos realizados por las y los Antiguos Guaitequeros, que en sus interminables faenas también se dedicaron a las pieles. Como casi todas las actividades de las y los Antiguos Guiatequeros, la caza del Gato Huillín (la nutria), era otra actividad productiva paralela al róbalo seco, al de hachero, a la cholga seca y al luche. LA CAZA DEL GATO HUILLIN EL TRABAJO DE LAS PIELES Capítulo 6 L Aún suenan las voces comunes, en los descendientes de estos Antiguos Guaitequeros, quienes salían juntos a la caza del Gato Huillín. “Salían en el verano a las islas en cuadrillas de cuatro o familias completas, llevando dos escopetas y 200 o 300 tiros. Salían por 2, 3 o hasta 4 meses por todo el archipiélago y se extendía hasta Magallanes. Recorrían islas con perros en tierra, buscando la huella del gato huillín y cuando el gato estaba cerca, el perro apuraba el paso y ahí se sabía que estaba el gato huillín... Muchas veces se huracaban los gatos y la única forma de sacarlo es haciéndole humo para que salte el gato, cuando saltaba el gato el perro lo atrapaba y lo mataba. Muchas veces se ocupaba el perro pa´ ahorrarse tiros, ya que, los tiros eran escasos y caros. Los gatos huillines muertos los andaba trayendo en el bote hasta que acumulaban varios, después cuando juntaban hartos los cuereaban (le separaban la carne de la piel), salaban el cuero y lo estiraban. Se estira el gato con cuatro varas una en cada costado, armando una especie de bastidor, hasta que el cuero se seca y queda estirado. Después se llevaba al puerto de Melinka y se comercializaba por plata o por comida, a veces a barcos o a patrones. Hubo un tiempo que con un cuero sacaban varios quintales de harina...” 22 FOTO SUPERIOR / DON JUAN VERA Y RAMON VERA, VECINOS DE REPOLLAL 44 FOTO PAGINA OPUESTA / CAMINO A FARO FALSO 22. Marcelo Saldivia, Melinka, 2008. Según faena de caza del Gato Huillín, vivenciada junto a su abuelo René Saldivia. 45 C azadores y recolectores desde edad temprana se aventuraron por el mar, siguiendo su instinto como cazadores tras las pieles del Gato Huillín. “Lo que fui no ma’… ahora ya colgué los chuteadores en el mar pu’ se puede decir, fui cazador desde los 17 años, cazador de pieles, nutrias y lobos y ahí empezó mi historia… yo nací en Repollal… de ahí me gustó el mar, no completaba 13 años cuando salí con mi papá, mi tío y un hombre que había en un conchal, viviendo ahí, no me acuerdo como se llamaba y ahí salimos a un viaje de tres meses, ese fue mi primer viaje a las pieles, nutrias y lobos , anduvimos pal’ weste, anduvimos tres meses justitos, salimos el 5 de diciembre y llegamos el 5 de marzo, contado los 90 días, sin pasar un día más ni un día menos, de ahí me quedó gustando, ese fue el primer viaje que hice con mi viejo padre… y después salí a otro viaje tres meses, llegue hasta Puerto Edén, fui entre medio de la laguna San Rafael y ahí llegue a Puerto Edén, ahí fui a la pura nutria, la época de las pieles es en el verano, octubre, noviembre, diciembre, en veces hacíamos dos a tres viajes en la misma época.. ahí empecé, fui cazador no má’… conseguí una carta de turismo con mi papá y dos cuñados y llegamos hasta Puerto Edén, arrastrando mi chalupa, tal como arrastrarlo aquí dos kilómetros, y lo pasamos no má’, de San Quintín y entramos a la laguna San Rafael, quería conocer… yo hice muchos viajes, muchos viajes… cazar una piel, nos financiamos todo, cazábamos una media docena, en veces mas, y había días que no cazábamos na’… descuerar el bichito y secarlo, pero bien trabajao’ como se merece.. salíamos con 6 perros, 200 o 300 tiros calibre 16, dos escopetas y andábamos 4, 4 personas, 4 remos, bien equipao’ como debe ser no má’, buenos aparejos por que los mismos 46 FOTO SUPERIOR / REPOLLAL 23. Raúl Piucol Rain, Melinka, 2008 aparejos sirven de carpa, de casa de uno, las velas uno lo hace una carpita y justo da pa’ cuatro personas y víveres… y de ahí seguimos.. trabajé desde los 17 a los 50 años a la caza de pieles… siempre buscábamos donde había pájaros porque nuestras comidas eran los pájaros silvestres, como el Panchillo, el Quetro, esa era la carne que nosotros consumíamos, el lobo, el lobo nuevo también, comer ricos asaos’ y fuimos sanos… llevábamos víveres de acá ocho o nueve quintales de harina pa’ tres meses, cuando no cazábamos pieles porque había tiempo malo, teníamos que darle lo mismo a nuestros cachorros pa’ que no padezcan de hambre por que ya que ellos nos daban la mitad del trabajo que nosotros hacíamos en veces 120, 140 cueros, ellos aportaban la mitad y nosotros con nuestras escopetas la mitad, entonces ahí teníamos que cuidar los perros… ellos eran los que cazaban en tierra, de repente atrapaban, los perros drásticos eso si, agarraban como que uno dijera póngase ahí!!... los perros se entrenaban de cachorro, tres a cuatro meses lo sacaba uno con perros que sabían y aprendían rápido, a la mitad del viaje eran ya maestros, yo tuve hasta cuatro perros… tanto cazar yo, no se, lo que no tome en cuenta yo cuantos de miles de tiros habré disparado en el tiempo que yo trabajé… muchos años estuve en el mar y ahora quiero descansar un poquito…”. 23 Poco a poco los recuerdos de estas historias nos llegan como versos del pasado, ahora lejanos y distantes, pero conservando la determinación de navegantes en busca del sustento y la lucha cotidiana junto a los suyos, mientras el sonido del viento arrastra un grito recordando las inclemencias de un nuevo temporal, igual como lo hace hoy y lo hará mañana. 47 48 FOTO SUPERIOR / PESCADOR ARTESANAL EN BOTE A REMO FOTO SUPERIOR / REPOLLAL ALTO 49 Capítulo 7 HERENCIA MILENARIA LA CAZA DEL LOBO MARINO FOTO SUPERIOR / LOBERA ARCHIPIELAGO DE LAS GUAITECAS 50 FOTO PAGINA OPUESTA / DON ARTURO ÑANCUPEL 51 uchas de las tradiciones de los pueblos Canoeros han sobrevivido hasta nuestros días. Una de ellas y quizás la más simbólica que practicaban las y los Antiguos navegantes de estos parajes, era sin duda, la caza del Lobo Marino. La cacería de estos mamíferos marinos es una actividad de sobrevivencia que ha traspasado las fronteras del tiempo. Hasta hace pocos años, las y los Antiguos Guaitequeros salían en busca de los preciados animales, como lo hicieron los chonos hace incontables generaciones. Hasta hace poco parecía que las chalupas se confundían con las antiguas dalcas cuando los primeros, con sus lanzas y sus perros, se aventuraban en magistrales cacerías. LA CAZA DEL LOBO MARINO HERENCIA MILENARIA Capítulo 7 M Las cacerías, extenuantes, se constituían de 4 a 6 personas y buscaban la piel de los animales, las cuales vendían de antemano a los empresarios que sustentaban los víveres de las faenas. “Íbamos a trabajar a la isla Guamblin (isla del archipiélago de Las Guaitecas), nos costaba llegar un poco, pero estando en la isla era buena… decíamos esta todo pagado, por que solamente hay que sacar los popos no ma’ por que las lobá’ eran campos limpios y ahí por lobá’ hay 900 animales, habían en esos tiempos, ¿cuantos habrán ahora?, por que los lobos producen mucho en un año, tiene la loba muchos y todos los años… dejamos de trabajar en faenas de esas hace 15 a 20 años… y ahí uno trabajaba, cuereaba 50 a 60 popos… íbamos 4 hombres en bote a la vela no ma’ y eso pa’ gente nueva que va quedando ya no lo saben hacer por que nosotros cuereábamos con buenos cuchillos, quedamos listos en el día y al otro día estirábamos los popos, íbamos pase y pase haciéndole unos ojalcitos bien finos, les poníamos varalitas delgaditas para estirarlo, quedaban bien encachaditas para secarlos y eso la gente nueva no lo hace, no lo van a saber hacer, tienen que salir con otro FOTO SUPERIOR / 52 LOBOS MARINOS ARCHIPIELAGO DE LAS GUAITECAS FOTO PAGINA OPUESTA / AVDA. COSTANERA, MELINKA 53 Cazadores y navegantes de canales, fiordos y leyendas. Sobrevivientes de un pasado extinguido, escondido en los recuerdos, en las voces resonantes y en el fondo del mar. y un mes y después el que daba los víveres recibía el trabajo y después el que lo recibía los vendía, los vendía aquí o sino los llevaba pa’ venderlos a otras partes, en otras partes le sacaba precio… y eso era el trabajo que se hacia… se cazaba 100 a 150 hasta 300 lobos.. uno hacia ranchos pa’ abajo, cuando uno lo oreaba hacia ranchas de pangue, de pangue se hacia y eso lo oreaba uno, lo secaba, y cuando había tiempo bueno el miso sol lo secaba, se secaba el cuero ese y cuando estaba listo se sacaba las varas y lo traía y lo entregaba al que le daba víveres… se aprovechaba la piel, la carne igual se comía, así era el trabajo antes… los lobos se mataban a palo, pasábamos a buscar unas palos, unas chuecas, palos escogidos, el huinque que se dice pa’ acá, con eso lo mataban… en el tiempo que venia uno ya lo estaba esperando el hombre que compraba… así era el trabajo de uno…” 25 “Uno salía a trabajar pa’ bajo, a las islas loberas, iba por 20 días a un mes, esos uno los mataba a palos, y después uno lo trabajaba, lo cueriaba, lo estiraba, por que se vendía antes, se vendía todo, el popo nuevo, ahora no pu’… trabajábamos 4, se hacía la cuadrilla y después sacaba los víveres pa’ 20 días La caza del Lobo Marino es un vestigio milenario heredado de los canoeros, quienes hacían de la caza del lobo un sustento elemental en su lucha por la sobrevivencia, al igual como lo hicieron hasta hace unas pocas décadas los habitantes de estas islas australes, más allá de los fiordos y los recuerdos 24. Néstor Piucol, Melinka, 2008 25. Fermín Lincoman, Melinka, 2008 que le enseñe… la piel se vendía y se exportaría quien sabe pa’ donde, a pesar que esos trabajos eran medios escondios’, a última hora se trabajó con permiso fiscal, primero era medio escondio’, quien sabe pa’ donde lo tirarían, compraban los empresarios y andaban con maletines con ¡este grandor de plata!... se gana mucha plata igual en eso, la gente ha invertido poco sus trabajos… en esos trabajos se gano plata… hace 22 años, 23 años es el ultimo viaje que recuerde, como que deje tirá’ las lobá’ parece… después ya no compraron el popo, no compraron la nutria… y esa fue la vida del lobero...”24 FOTO SUPERIOR / PESCADOR ARTESANAL EN BOTE A REMO 54 FOTO PAGINA OPUESTA / ESTERO ALVAREZ 55 Capítulo 8 la faena de la cholga seca FOTO SUPERIOR / REPOLLAL 56 FOTO PAGINA OPUESTA / AHUMADO DE CHOLGAS 57 la faena de la cholga seca Capítulo 8 C omo pequeñas voces que se acercan paso a paso, lentamente, hasta convertirse en parte de nuestros recuerdos, escuchamos relatos de mujeres y hombres que recorrieron los canales e islas del archipiélago en chalupas a remo y vela, buscando cholga para convertirla con trabajo y tesón, en la en esos años, preciada Cholga Seca. “Bueno la faena de la cholga seca era que uno se iba en bote pa’ bajo e iba a hacer una rancha de paja y ahí arreglábamos nuestro trabajo de la cholga… la oreábamos bien seca y después cuando ya teníamos que venirnos la hacíamos paquetes de a 5 sartas y así lo traíamos en chiguas de… con un pasto que le dicen canutillo aquí, con eso lo envolvíamos pa’ que no se moje y lo tapábamos con ese plástico, de ese plástico que hay ahora… íbamos 4 o 3… en buceo siempre íbamos 4 por que 3 trabajaban con el buzo, buceaban, y el otro quedaba a tierra cociendo cholga… nos levantábamos a las cuatro de la mañana, por ahí, a cocer pa’ que avancemos pu’, pa’ que teníamos que dejarlo hecho todo en el día, todo trabajao’ y listo pal’ otro día, pa’ empezar de nuevo a cocer otra vez el que quedaba en tierra… según el viaje si era muy lejos íbamos pa’ un mes y medio, hasta dos meses íbamos y cuando era por aquí cerca íbamos para un mes y nos veníamos… en el día dejábamos arreglao’ unos 30 paquetes, 150 sartas, esas son de cuatro patitas… me gustaba.. y víveres llevábamos igual, vivieres abundantes pa’ que no nos falten pa’ venir pu’, aquí habilitaba un hombre que vivió aquí, el papá de Genaro Barría, el habilitaba a la gente pa’ ir a trabajar pa’ abajo la cholga y aquí otro que hubo es Don Cheo, Don Eliseo… era a remo y a vela, en esos años no habían motores… ellos nos descontaban los vivieres no ma’ y nos pagaban poco si por que ellos tenían que hacer su ganancia, como habilitaban la gente (compraban los víveres) tenían que hacer su ganancia… bueno cuando uno es joven no siente na’, pa’ venir navegábamos día y noche cuando no llovía a remos y a la vela, a la vela cuando había favor de viento, cuando había bueno poníamos un bracero adentro con un fondo de tacho ¡así más o menos de este alto! y ahí hacíamos fuego pa’ comer algo, en veces pasábamos a hacer fuego a tierra pa’ que hagamos comida y así llegábamos hasta aquí… antes cuando uno era joven meta remo no má’ por la costa veníamos, si pu’, cuando había contra viento teníamos que remar, pero pa’ la costa si, pa’ poder venir… yo trabaje muchos años, por que yo de 18 años ya trabajaba de buzo… yo soy de una isla de Puerto Montt pa’ abajo, que le dicen Queullín, de por ahí vine, vine a trabajar, tendría unos 22 años y ahí me quede en Melinka, de a Puerto Aguirre anduve primero y después me vine aquí y aquí no moví más las raíces, aquí me quede..” 26 Durante décadas la faena de la Cholga Seca fue la principal fuente de trabajo para los habitantes del archipiélago de Las Guaitecas. Muchos de ellos se criaron en las islas trabajando a la Cholga Seca con sus Padres y Hermanos. FOTO SUPERIOR / REPOLLAL BAJO 58 FOTO PAGINA OPUESTA / REPOLLAL 26. Carlos Oyarzo, Melinka, 2008 59 “Lo mariscaba, lo sacaba, después lo cocía, lo ensartaba con un junquillo, se cocía la cholga en curantos y después cuando ya hallaron otra forma de hacerlo lo cocían en tacho, si,… se hacia unas ranchitas pa’ abajo pa’ orearlo, la cholga se ensartaba en junquillo, se hacia una aguja bien sea de alambre o de madera, si, así ensartaba la cholga uno, yotrabaje mucho en eso uh! cuando yo era niña de 11 años, cuando ya empecé a andar con mi finao’ papá y el nos hacia trabajar, salíamos él, yo, con otro chico que creció y mi otra hermana que esta fallecida, cuatro… me gustaba trabajar, trabajábamos con él,andábamos con mi papá… en veces andábamos unos 20 días, un mes también, ese era el viaje que hacia uno, hacíamos una casita de paja, ahí vivíamos pa’ mientras trabajábamos… era bien no má’, era distinto que ahora si, por que ahora esta más cambiao’, la diferencia era que uno andaba durmiendo pa’ donde quiera, ahí hacia su ranchito y dormía, después se levantaba a trabajar y eso, y ahí ya venia y a su casa otra vez…” 27 Buzos y mariscadores, mujeres y hombres faenaron con esfuerzo por los canales secando el marisco con sus familias, mientras navegaban día tras día... “La Cholga Seca, los buzos buceaban la cholga y lo sacaban en tierra, y en tierra se faenaba y se hacia, se taqueaba con un tacho, se llenaba un tacho con cholga y se le prendía fuego y teníamos que levantarnos a las tres de la mañana pa’ que alcancemos a hacer los otros trabajos que teníamos que hacer, a las tres de la mañana estábamos al desconche con un cuchillo sentados, después poníamos nuestra tachá’ de cholga y la otra por mientras que estábamos faenando, esa una desconchándolo, la otra estaba hirviendo, cocíamos cuatro tachá’ al día… la cholga se desconchaba cocida ya, cuando ya estaba cocida la tachá’ de cholga se agarraba, se tiraba, se desparramaba y pescaba 60 FOTO SUPERIOR / REPOLLAL MEDIO 27. María Llancalahuen, Melinka, 2008 uno con su cuchillos y desconche y desconche y tira! y después que se desconchaba se sacaba la cholga y en la rancha donde estaba uno, lo secaba con un secador de vara, lo desparramaba todas las cholgas encima del secador de vara y cuando estaba bien seca, bien dura pa’ ensartar, recién agarraba y se botaba abajo, se tiraba abajo en el piso, pero con una carpeta pa’ que la cholga no se ensucie… después que se terminaba de cocer todo, se empezaba a secar, después que estaba todo seco, después a ensartarlo con aguja, una aguja de cobre o de alambre que sea, empezaba a ensartar la cholga, cinco sartas de cholga es un paquete y cada pata, según la cholga, siete, ocho cholgas… eso era en una pata… y así después que se ensartaba, agarraba y se colgaba en la rancha, arriba, bien colgao’ toda la cholga, bien desparrama’, cuando ya estaba ensarta’ con el fuego que uno hacia se secaba la cholga, cuando ya estaba seca se agarraba, se sacaba y ahí se dejaba aquí… y después se ponía en una yegua, se hacia, le decíamos nosotros una yegua….por ejemplo un tablero y la cholga se iba doblando… y así trabajábamos a la cholga, eran temporadas de un mes y medio, dos meses, 500, 600, 1000 paquetes de cholga se hacia, cada paquete tenía cinco sartas, así que era un trabajo muy aburridor y muy fastidioso, no es como ahora pu’, la gente joven, nadie trabaja en eso, ahora la cholga amontonando, amontonando la cholga en las riberas donde crece la cholga y no lo saca nadie… y así era la faena de cholga… yo trabaje con mucha gente…” 28 La faena de la Cholga Seca es una de las actividades pesquero artesanal más tradicional de los habitantes de Las Guaitecas, en la cual la mayoría de las familias ha tenido participación y reconoce como parte fundamental de su historia y sus vidas. 28. Manuel Ruiz, Melinka, 2008 61 62 FOTO SUPERIOR / SECADOR DE CHOLGAS FOTO SUPERIOR / COSTANERA MELINKA 63