LA HOJA VOLANDERA RESPONSABLE SERGIO MONTES GARCÍA Correo electrónico [email protected] En Internet www.lahojavolandera.com.mx EL HÉROE COMO LITERATO Thomas Carlyle 1795-1881 Thomas Carlyle (nació el 4 de diciembre en Ecclefechan, Escocia; murió el 5 de febrero en Londres, Inglaterra) fue un filósofo que “convirtió en influyentes las ideas que formuló sobre ética, política y economía”. Se le recuerda por sus obras: Historia de la Revolución Francesa (1837), El cartismo (1839) y Pasado y presente (1843). Recogemos aquí un fragmento de la quinta conferencia del ciclo titulado Los héroes y que dictó en 1841. El Arte de la Escritura es el más maravilloso ideado por el hombre. Las Runas de Odin fueron la primitiva forma de la labor del Héroe; los Libros, las palabras escritas, son milagrosas Runas perfeccionadas; en ellos reside el alma de todo el Pasado, la voz articulada y audible del Pasado, cuando la sustancia corporal y material se ha desvanecido como ensueño. Estimables y magníficas son las poderosas flotas y ejércitos, los puertos, arsenales, inmensas ciudades de elevadas cúpulas y admirables fortificaciones, pero ¿qué son para el tiempo? Agamenón, los muchos Agamenones, Pericles y su Grecia trocáronse en ruinosos fragmentos, mudos y tristes restos, montones de piedra, mientras en los Libros Griegos vive Grecia literariamente para los pensadores que la evocan. No hay Runa más extraña que un Libro; todo cuanto hizo, pensó, lo- gró, o fue la Humanidad reside mágicamente conservado en sus páginas; por eso es posesión predilecta del hombre. Los Libros obran milagros, como se decía de las Runas, puesto que persuaden a los hombres. Hasta la despreciable novela por entregas que las alocadas muchachas de la perdida aldea leen con avidez influye en los convenios matrimoniales y en los hogares. Así lloró Celia, así obró Clifford, y el disparatado Teorema de la Vida, grabado en los jóvenes cerebros, se convierte en sólida práctica un día. Considerad si hubo Runa que obrase en la más impetuosa imaginación de un Mitólogo las maravillas que algunos Libros han operado en la tierra firme. ¿Quién erigió la construcción de la catedral de San Pablo? Si penetramos al corazón de la cosa, descubriremos fue aquel divino Libro Hebreo, en parte, la palabra de Moisés, el desterrado que conducía a sus Madianitas por las soledades del Sinaí hace cuatro mil años; aun siendo la más extraña de las cosas no por ello deja de ser cierto. Con el arte de la Escritura, del que la Imprenta es simple, inevitable e insignificante corolario, inicióse el verdadero reino de los milagros para la humanidad. Enlazó el Pasado Remoto con el Presente en tiempo y lugar con sorprendente contigüidad y perpetua intimidad, todas las épocas y lugares con nuestro Aquí y Ahora, alterándolo todo, variando todas las prácticas en las importantes funciones del hombre: la enseñanza, la predicación, el gobierno, todo. Marzo 10 de 2001 Veamos la enseñanza, por ejemplo. Las Universidades son un notable, respetable producto de los tiempos modernos. También su existencia ha sido modificada hasta la base, debido a los Libros. Surgieron las Universidades cuando todavía no era posible procurárselos con facilidad, cuando un hombre, para obtener un solo Libro tenía que dar un trozo de tierra. En esas circunstancias, si alguien tenía que comunicar algún conocimiento, reunía a sus oyentes y lo manifestaba. Para saber lo que Abelardo sabía, había que ir donde estuviera y escucharlo, siendo treinta mil los que fueron a oír de sus labios su teología metafísica, ocurriendo otro tanto con todo profesor que tuviera algo propio que manifestar, porque allí disponía de local, al que acudían muchos miles ansiosos de ciencia; luego presentábase un tercer profesor, aprovechando la coyuntura, aumentando en importancia a medida que afluían los maestros; entonces el Rey, ante aquel nuevo fenómeno, combinó o reunió las varias escuelas, concediendo edificios, privilegios, facilidades, llamando a dichos centros Universitas o Escuelas de todas las Ciencias; surgió luego la Universidad de París con su carácter esencial, modelo de las sucesivas Universidades que, durante seis siglos, fueron fundándose una tras otra. Así creo se originaron las Universidades. Salta a la vista que debido a la facilidad en adquirir libros cambiaron las cosas por completo, que con la invención de la Imprenta quedaron metamorfoseadas las Uni- versidades, reemplazándolas, porque el Maestro no necesitaba reunir a la gente para comunicarle su saber, sino imprimir un libro y de este modo todos los estudiosos podían adquirirlo por poco dinero, leyéndolo ante su chimenea, propagándose el saber. No pongo en duda la virtud del Discurso; hay escritores que creen conveniente dirigir la palabra al público en algunas circunstancias, como yo en estos momentos. Mientras el hombre tenga lengua habrá y debe haber delimitación de dominios entre el Discurso y la Escritura o Imprenta, respecto de muchas cosas, entre ellas las Universidades; lo que ocurre es que aún no se señalaron o indicaron los límites, no pudiéndose poner en práctica, no existiendo todavía Universidad que adopte este nuevo hecho de la existencia de los Libros Impresos, basando en ellos por completo la enseñanza en el siglo XIX, como basó la suya en la palabra la de París en el XIII. Si reflexionamos observaremos que la Universidad, o cualquier Escuela Superior, no puede hacer por nosotros más de lo que hizo la Escuela primaria, es decir, enseñarnos a leer, porque en ella aprendemos a leer en varios idiomas, diferentes ciencias, aprendiendo el alfabeto y letras de toda suerte de libros, acudiendo a ellos en busca de conocimiento, aun el teórico, dependiendo nuestra sabiduría de nuestras lecturas, después que toda clase de Profesores se esforzaron por instruirnos. La verdadera Universidad de estos días es una Colección de libros. Fuente: Thomas Carlyle, De los héroes, estudio preliminar de Jorge Luis Borges, CONACULTAOcéano, México, 1999, pp. 144-146.