Mira esa piedra como ya no se para….”1 Dice Demetrio Macías

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Revista destiempos n° 29 I Publicación bimestral I
ESTAMPAS LITERARIAS DE LA REVOLUCIÓN IMPARABLE
Adriana Irais Dorantes Moreno
Universidad Claustro de Sor Juana
de Los de abajo para referirse a la revolución, “¿Por qué pelean ya,
Demetrio?” 2 Es lo que le había dicho su mujer segundos antes, pues
pensaba que su marido había conseguido lo que quería, que la lucha en
ese momento ya era inútil. Pero a pesar de los hechos, el ímpetu por la
lucha revolucionaria seguía activo, aún cuando no existía la certeza de
una realidad futura o, cuando menos, un ideal bien establecido que
sustentara y justificara sus acciones.
La historia es contada por los ganadores de las guerras, pero la
literatura es capaz de recoger otros puntos de vista frente a un mismo
hecho y otorgar una nueva visión con respecto a las situaciones. Más allá
de enarbolar a los héroes nacionales, la llamada Novela de la Revolución
pone la vista en los verdaderos participantes de la guerra revolucionaria: el
pueblo enrolándose como parte de los pelotones, así como las vicisitudes y
retos que los hombres, unidos a “la bola”, tuvieron que enfrentar mientras
estaban en campaña cargando fusiles y enfrentándose a la muerte.
Ciertamente, la temática de la narrativa de la revolución es muy
amplia y no toda se concentra en eso, hay algunas novelas en las que la
lucha armada queda como telón de fondo o para contextualizar la
narración de otros hechos, como por ejemplo Pedro Páramo (1955) de Juan
Rulfo o Al filo del agua (1947) de Agustín Yáñez, por mencionar algunas.
Sin embargo, algunas novelas ejemplifican la manera en que la gente se
fue uniendo a la lucha revolucionaria así como las causas que los hizo haque ilustran esta situación.
1
2
Mariano Azuela, Los de abajo, Colección Popular, FCE, 1970, p. 137.
Ibíd.
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cerlo; asimismo, en ellas es posible rescatar varios ejemplos pertinentes
Página
“
Mira esa piedra como ya no se para….” 1 Dice Demetrio Macías, personaje
Revista destiempos n° 29 I Publicación bimestral I
Para seguir adelante con el análisis tomo tres novelas: Los de
abajo (1916), de Mariano Azuela, ¡Vámonos con Pancho Villa! (1931) de
Rafael F. Muñoz y Tropa Vieja (1943) de Francisco L. Urquizo. Estas obras,
a través de algunos de sus personajes, muestran cómo la revolución se
convirtió en una lucha constante —e ignorada—
de los ideales que
iniciaran el movimiento; mediante situaciones concretas, muestran la otra
cara de la revolución, es decir, la de los hombres que verdaderamente
pelearon y que en la realidad, muy pocas veces son tomados en cuenta.
En Los de abajo se habla de las razones que hicieron a Demetrio
Macías unirse a la revolución, y se demuestra que esto ha sido por causas
ajenas al movimiento. El móvil se sustenta en ideales individuales que se
adaptaron a necesidades particulares de cada uno de los involucrados. El
grupo de Macías empieza a moverse porque los federales los persiguen y
saben que si se quedan los van a atrapar. Después de huir se convierten
en revolucionarios y adoptan esta vida como la única opción. Así, se hace
evidente que su decisión no está ligada a alguna causa nacionalista
vinculada al movimiento, sino a defender sus propias vidas. Poco a poco,
la lucha se convierte en su único modo de existir y nunca se pone atención
en las causas que, supuestamente, la lucha armada defiende:
Porque si uno trae un fusil en las manos y las cartucheras llenas de
tiros, seguramente que es para pelear. ¿Contra quién? ¿A favor de
quiénes? ¡Eso nunca le ha importado a nadie! 3
¡Vámonos con Pancho Villa! además de presentar una situación similar,
también propone algo interesante en el sentido de la desmitificación de la
figura heróica de Pancho Villa. Adalbert Dessau afirma que “no debe
3
Ibíd., p. 124.
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banda de proscritos, hasta que la Revolución llegó a legalizar su lucha
51
olvidarse que Pancho Villa, por ejemplo, fue durante años el jefe de una
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contra el régimen porfirista.” 4 Esto habla también de los grupos que a
veces por azar fueron convirtiéndose en parte de la lucha armada.
En esta novela, Muñoz también ejemplifica la forma en que los
revolucionarios pelean porque no tienen nada más en su vida, por lo
menos nada a lo cual retornar después de acabada la lucha. Esto es lo que
le pasa a Tiburcio Maya, quien después de perder a su familia no tiene
otra cosa que hacer más que pelear en la revolución al lado de su general,
quien le ofrece, al menos, la compañía de la gente y el disfraz de un ideal;
pues Villa, dentro de su papel de “el gran general” lo convence de que lo
está buscando específicamente a él:
—Ahora sí te quiero, porque vamos a una lucha sagrada: vamos a
vengar a todos nuestros hermanos que han caído en esta pelea
contra Carranza, porque son los güeros del otro lado los que lo
están ayudando para que nos acabe. 5
Tiburcio no está convencido del todo. Como ya se ha dicho, no hay
verdaderas causas, ni siquiera convincentes por las cuales luchar y en
realidad, a Tiburcio poco le importa lo que suceda con Carranza; él decide
irse con Villa al darse cuenta —cruelmente—, de que ya no tiene ninguna
otra opción, cosa que Villa le ayuda a tener muy en claro:
Pero haces falta, necesito todos los hombres que puedan juntarse,
y habrás de seguirme hoy mismo. Y para que sepas que ellas no
van a pasar hambres, ni van a sufrir por tu ausencia, ¡mira!
Rápidamente, como un azote, desenfundó la pistola y de
dos disparos dejó tendidas, inmóviles y sangrientas, a la mujer y
5
Página
Adalbert Dessau, La novela de la revolución mexicana, FCE, México, 1986, p. 218.
Rafael F. Muñóz, ¡Vámonos con Pancho Villa!, La serpiente emplumada, Factoría Ediciones, México, 2001, p.
96.
6 Ibíd., p. 98.
4
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a la hija. 6
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Independientemente de las acciones sanguinarias del general, que
ejerce un poder apabullante y casi mesiánico sobre sus seguidores, la
revolución en esta novela es también vista como una forma de escapar a la
pobreza y a su situación habitual; al estar peleando, en campaña, los
hombres tienen la libertad de comer donde sea y cuando sea y de tener las
mujeres que se les antoje. Los revolucionarios de Villa llegan a los pueblos
saqueando y matando, sólo para satisfacer sus necesidades y mantenerse
vivos, que es lo único que les importa.
Finalmente, en cuanto a Tropa Vieja, que quizá no es una de las
novelas mejores logradas dentro de su género, es importante señalar que
también se retorna a la misma inercia irremediable. Urquizo cuenta la
historia de Espiridión Sifuentes, un hombre que se encuentra peleando en
la revolución —igual que muchos otros, porque no le quedó otro remedio—
, con la diferencia de que él está del lado del ejército. Esta característica es
crucial, pues a pesar de encontrarse del lado del gobierno, vemos que en
nada influye el sentido por la lucha, al contrario, sólo demuestra dos cosas
fundamentales, primero, que de nuevo es únicamente el úeblo quien pelea
y —a través de formar parte de los pelotones— continúa defendiendo
ideales totalmente ajenos a la lucha revolucionaria encabezada ideológicamente por la burguesía; en segundo lugar, evidencia que el pueblo está
peleando —en el bando que sea— porque nunca tuvo forma de elegir no
hacerlo.
Espiridión encuentra en el ejército gubernamental muchas cosas
que también encuentran los revolucionarios en sus pelotones, esto es, una
forma de vida no tan miserable; ve que puede mandar dinero a su familia y
se da cuenta de que estando ahí le ha sido posible encontrar la manera de
de ir al cuartel de San Pedro y San Pablo, en donde se alojaba el
Página
Mi vida era otra muy diferente de la anterior; no tenía obligación
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que le vaya bien, mejor quizá que si se hubiera quedado en su pueblo:
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batallón, más que hacerme presente en las listas de las seis de la
tarde o en la mañana a recibir haber. 7
Por otro lado, Espiridión espera que se acabe la revolución para que los
rebeldes triunfen y eliminen al ejército, sólo así podrá abandonar esa
lucha a la cual en ese momento no puede escapar. Cabe destacar que
todas las acciones de Espiridión no suceden por causas concernientes al
bien del país, o siquiera, a un móvil nacionalista por el cual pelear, sino
por su propio beneficio.
En Tropa Vieja se plantea ampliamente una realidad innegable: es el
pueblo el protagonista de las batallas más cruentas dentro de la
revolución, y tanto los miembros del ejército como los batallones revolucionarios están conformados por el mismo pueblo, baste apuntar que el
hermano de Espiridión está luchando del lado de los revolucionarios, y es
sólo el uniforme lo que los distingue, lo cual en realidad no implica una
diferencia contundente.
Además de ser “una piedra que no se para” estas novelas rescatan
este otro aspecto de le lucha que ya se ha mencionado, a través de la
crudeza de una verdad apabullante: el pueblo que pelea es el que menos
comprometido está con los ideales de la revolución, ideales que buscan
beneficiar sólo a algunos cuantos. Entonces, la causa de la lucha ha
perdido —acaso nunca lo tuvo— todo el sentido nacionalista y heroico que
frecuentemente se le adjudica a la lucha revolucionaria y al contrario, lo
que vemos es que los involucrados son muchas veces grupos de
campesinos que se han juntado porque la pobreza o la injusticia no les
permite vivir y prefieren irse a investigar qué les ofrece la lucha armada,
no porque estén comprometidos con ideales en cuanto a la conformación
de parar, aunque se quiera. Si lo vemos de esta forma, resultan muy
7
Francisco L. Urquizo, Tropa Vieja, Populibros “La Prensa”, México, 1974, p. 173.
Página
Esta lucha hecha porque no hay nada más que hacer, no tiene modo
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de una nueva nación.
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coherentes las acciones de los personajes aquí mencionados. ¿Por qué
Demetrio ya no quiere detenerse? porque sabe que ya no tiene nada a lo
cual volver los ojos, y porque después de un rato, la revolución era todo lo
que tenía significado en su vida.
Tiburcio no abandona a Villa porque tampoco tiene algo que
requiera su regreso, incluso cuando Tiburcio le ofrecen tierras y su
libertad a cambio de la ubicación de Villa, él no las acepta, en parte por
lealtad al general y en parte porque ya no tiene nada que forjar y nada le
parece satisfactorio de no ser su papel como actante de una guerra por un
ideal perdido.
Ahora bien, en el final de las novelas se aprecia cómo antes de que
se detenga la lucha, terminan las vidas de los personajes. La muerte llega
como el anuncio de un día más, dentro de una existencia en la que de
alguna forma se intuía un final condenado al anonimato. Tiburcio muere
sin nadie que lo recuerde, y además lo hace de una forma dolorosa.
Lo ahorcaron en un sauz que tendía sus ramas sobre el río
insomne, y su cuerpo quedó balanceándose a la orilla.
La cuerda se fue venciendo, se inclinó la rama, y todavía
sangraban los pies de Tiburcio Maya cuando los besaron las
aguas sollozantes del Papiogóchic. 8
Desde la tortura y el sufrimiento por el que pasa al encubrir a Villa,
Tiburcio no había reflexionado en que su lucha quizá obedecería a un
proyecto nacional; su muerte, finalmente, no tiene importancia para nadie,
termina ahogado en la profundidad del río, incluso sin la esperanza de que
alguien encuentre su cuerpo.
8
¡Vámonos con Pancho Villa! Op. Cit., po. 220-221.
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también ha muerto, pues sabe que al perder su brazo, ya no puede hacer
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Espiridión, aunque sigue vivo al concluir la novela, de cierta forma
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nada y con eso se encuentra escindido de un movimiento que continúa
sin él estando involucrado. Dice:
¡Qué diferencia de mujeres y también qué diferencia de
heridas! En aquel entonces fue un rozón nomás en una
pierna y ahora despertaba con un brazo menos. Estaba
inválido y ya no volvería más a cargar el fusil. ¡Qué gusto,
dejar esa vida y qué desgracia no servir ya para nada! 9
El dolor de Espiridión es porque ya tampoco puede pertenecer a ese
asidero que mantenía existiendo. Así pues, antes muere la gente que la
revolución y mientras esta muerte no los alcance, siempre se encontrarán
causas para estar luchando aunque sea dentro del mismo círculo que no
los dejará escapar.
A Demetrio la muerte le llega en el momento anagnórico en que su
piedra sigue avanzando hacia abajo, imparable igual que el proceso de la
revolución. “Al final de la novela muere Demetrio, precisamente en el
mismo sitio en que años antes inició su carera. El pueblo ha realizado la
revolución pero esta no le ha traído más que dolor, privaciones y
muerte.” 10
La revolución en estas novelas es propuesta como algo incontenible
que no puede parar porque se ha convertido en un modo de vida más que
en un movimiento que proponga un cambio nacional. Estos tres autores
rescatan dentro del lado más humano de los personajes aquí comentados,
un dolor secreto y una condenación callada, por la que sus vidas perecen
9
Ibíd., p. 224.
Albert Dessau, Ibíd., p. 223
10
Página
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sin trascender para nadie.
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BIBLIOGRAFÍA:
Azuela, Mariano, Los de abajo, Colección Popular, FCE, México, 1970,
140pp.
Dessau, Adalbert, La novela de la revolución mexicana, FCE, México, 1986,
477pp.
Muñoz, Manuel F., ¡Vámonos con Pancho Villa!, La serpiente Emplumada,
Factoría Ediciones, México, 2001, 222pp.
Urquizo, Francisco L., Tropa Vieja, Populibros “La Prensa”, México, 1974,
Página
57
225pp.
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