BOSQUEJO 9 «...Bástate mi gracia; porque mi poder se perfecciona en la debilidad.» (2. Cor. 12:9 ) Cierto día un adolescente me vino a ver con un pedido especial de oración a favor de su madre, quien todavía no era salva. Me contó lo maravillosa y talen-tosa que era ella, y que buena cristiana podría llegar a ser si se convirtiera. Por lo tanto me solicitó que orara para que ella fuera salva. Pero ya sentía algo extraño dentro de mí. No era el hecho de que el motivo de la oración fuera errado, sino que él mismo como cristiano, aparentemente había perdido de vista los valores de Dios. ¿Sabéis qué dijo el Señor Jesucristo en una situación similar? «Bástate mi gracia; porque mi poder se perfecciona en la debilidad.» Un hombre o una mujer que se considera talentoso, fuerte, y fantástico, es muy difícil que llegue al encuentro de Cristo Jesús. No puede hacerlo porque cree que ya tiene todo lo que necesita. El Señor también dijo: «Mi poder se perfecciona en la debilidad.» A esto se refiere la Escritura cuando habla de estar «escondidos en Cristo». Muchas mujeres cristianas están viviendo sus vidas en sus propias fuerzas y no revelan en modo alguno el perfecto poder y fortaleza de Cristo. Están tratando de mezclar la fortaleza espiritual con sus propias fuerzas y talentos humanos. Pero Dios debe comenzar con nuestra necesidad y debilidad humana. La racionalización, los planes, etc., son todas «fuerzas y talentos humanos». Son fáciles de desarrollar y practicar porque nos llegan en forma natural. Pero nuestra real debilidad humana, como la honestidad, sobriedad, pureza moral, amor y prudencia, nos conducen a Cristo porque no podemos producirlas con nuestra propia fuerza. Estas son las fortalezas espirituales que corresponden solamente al Espíritu Santo. La perfecta fortaleza de Dios puede venir solamente a través de nuestra más acentuada debilidad.