el mito de zeus y danae

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EL MITO DE ZEUS Y DANAE
PERSEO, EL PEZ DEL MAR ROJO
E
n el hermetismo existe un postulado que dice: “EL ORO ABRE LAS
PUERTAS CERRADAS”. Todo el mundo lo sabe. Pero este proverbio,
cuya aplicación se encuentra en la base del privilegio, del favoritismo y de
todos los atropellos, no podría tener, en el espíritu del filósofo, el sentido
figurado que le conocemos. No se trata aquí del oro corruptor, sino, del
episodio mito-hermético que encierra la fábula de Zeus y Danae.
Los poetas cuentan que esta princesa, Hija
del Rey de Argos, Acrisio, fue encerrada en
una torre porque un oráculo había anunciado
a su padre que sería muerto por su nieto.
Pero los muros de una prisión, por espesos
que sean, no pueden constituir un obstáculo
serio para la voluntad de un dios. Zeus, gran
amante de aventuras y metamorfosis,
siempre preocupado de burlar la vigilancia
de Hera (su esposa) y de extender su
progenie, reparó en Danae.
DANAE RECIBIENDO LA LLUVIA DE ORO
Ingeioso en cuanto a escoger el medio, se introdujo junto a ella en forma
de lluvia de oro y, al expirar el plazo requerido, la prisionera puso en el
mundo un hijo que recibió el nombre de PERSEO.
Acrisio (el abuelo), muy descontento de esta noticia, mandó encerrar a la
madre y al niño en un cofre que se arrojó al MAR (de los filósofos).
Arrastrado por las corrientes hasta la isla de Serifea, unos pescadores
recogieron la singular embarcación, la abrieron y presentaron el contenido al
rey POLIDECTO, el cual recibió con generosa hospitalidad a Danae y a
Perseo, su hijo.
Bajo esta mirífica historia se esconde un importante secreto: el de la
preparación del sujeto hermético o materia prima de la Obra, y el de la
obtención del Azufre: “PRIMUM ENS DE LA PIEDRA”.
Danae representa nuestro mineral en bruto, el primer Mercurio o Azogue
en bruto que se encuentra en las gónadas, o sea, tal como se extrae de la mina
(Gónadas). Se trata de la tierra de los sabios, que contiene en sí el espíritu
activo y escondido, el único capaz, dice Hermes, de realizar “por estas cosas
los milagros de una sola cosa”.
Danae lenguaje que procede, en efecto, del dorio “Dan”, tierra, y de
“ah”, soplo, espíritu. Simboliza la Madre Divina: María, Isis, Rea, Tonantzín,
Maia, Diana, Gaulchováng, etc.
Los filósofos enseñan que su materia prima es una parcela del “Caos
Original”, y eso es lo que afirma el nombre griego Acrisio, rey de Argos y
padre de Danae: Acrisio significa confusión, desorden.
Argos, quiere decir bruto, inculto, inacabado.
Zeus, por su parte, alegoriza el cielo, el aire y el agua, hasta tal punto
que los griegos, para expresar la acción de llover, decían: Gei o Zeus: envía
lluvia o, simplemente, llueve.
El dios Zeusa parece como la personificación del agua, de un agua capaz
de penetrar los cuerpos, como es el “Ens Seminis”, o Aguas de Vida, según la
Biblia cristiana, un agua metálica puesto que es de oro o, al menos, dorada.
Sometida esta lluvia entonces, en ciertas condiciones, a la acción del
fuego del amor, parte de ese licor se cristaliza en una masa que cae al fondo y
que se recoge con cuidado.
Ese es nuestro precioso azufre, el Niño Dios recién nacido, el reyecito y
nuestro delfín, pez simbólico llamado por otros nombres: echeneis, rémora o
piloto, Perseo o pez del mar Rojo (en griego perseuç), etc.
Ese reyecito es la Estrella de seis puntas que guía al alquimista
(Conciencia, el Iniciado) en la senda de la Gran Obra del Padre; esa es la
Estrella que nos ilumina llevándonos por el escarpado sendero de la
Liberación Final, o Salvación del Alma…
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