vida espiritual y percepción - Theosophical Society in America

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VIDA ESPIRITUAL Y PERCEPCIÓN
Por I. K. Taimni
La Sabiduría Divina que se designa como Brahma Vidya en el hinduismo y Teosofía
en el pensamiento Occidental, no es esencialmente un sistema de conceptos filosóficos y
religiosos, o aún una filosofía de vida, sino una Realidad viviente que sólo puede ser
percibida cuando se cumplen ciertas condiciones en la mente y el corazón. Si, por lo
tanto, deseamos saber qué es la Sabiduría Divina en su más íntima esencia y realizar la
Verdad Suprema que se trata de comunicar en las doctrinas superiores del Ocultismo,
debemos traducir nuestras ideas espirituales en vida espiritual, de modo de lograr las
condiciones requeridas de la mente y el corazón. Debe existir siempre una
determinación de conocer esta Realidad en forma directa—en la etapa final—y de
proveer gradualmente las condiciones necesarias para este propósito, y la adquisición
de un conocimiento intelectual de la Teosofía debe estar subordinada al esfuerzo en esta
dirección. Dado el propósito y naturaleza misma de este particular tipo de conocimiento
supremo que se denomina Brahma Vidya, la búsqueda del conocimiento intelectual
deviene en gran medida superflua si no hay un interés dinámico y un serio esfuerzo
para transmutar el conocimiento teórico en una verdadera percepción y experiencia de
las realidades de la vida espiritual.
La Sociedad Teosófica—o cualquier organización similar dedicada al estudio
teórico y a la divulgación de las verdades de la vida espiritual—pueden ser
consideradas, en el mejor de los casos, como la parte externa del Templo de la Sabiduría
Divina. Pero sin un número considerable de estudiantes y aspirantes dedicados
seriamente a la realización de las verdades de la Sabiduría Divina, y sin un núcleo
interno de almas iluminadas que hayan realizado la Verdad Suprema y que estén en
contacto con las Realidades internas, la Sociedad carecería tanto de sentido como la sola
parte exterior de un templo sin las separaciones intermedias y sin el Santuario. Tal
Sociedad puede, sin duda, promover una muy amplia difusión de ideas concernientes a
las realidades e ideales de la vida espiritual, y así preparar la base para el desarrollo
gradual de la visión espiritual y la realización de las verdades espirituales. Pero sin los
esfuerzos bien dirigidos y difundidos en una gran escala para llevar este trabajo hacia
los dominios más profundos de la experiencia y la realización, el trabajo de la Sociedad
está destinado a permanecer en gran medida infructuoso y tal vez superfluo.
El progreso de la vida del espíritu no resulta solamente del adquirir una
percepción cada vez más profunda de las verdades espirituales, sino también del
expresarlas en la vida del individuo; pero es necesario recordar que esta expresión está
basada en gran medida en la percepción, y no en la deliberada regulación de la propia
vida de acuerdo a un definido y rígido código de conducta. La vida es una expresión
natural de lo que percibimos directamente, o sentimos intuitivamente, y no una ciega
continuación de lo que otros piden que hagamos. Tiene por lo tanto la cualidad de la
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frescura, la naturalidad y la espontaneidad que inmediatamente atrae a la gente y
silenciosamente afecta su vida y sus puntos de vista.
Tomando por ejemplo la práctica de la hermandad. Un individuo que sabe que
toda vida es Una, o por lo menos lo siente intuitivamente, actúa hacia los demás con
reales sentimientos de simpatía y ternura, y los ayuda bajo toda circunstancia, con
naturalidad y sin esfuerzo. Mientras que los que practican la hermandad como un ideal
intelectual, sin tener ningún sentimiento fraternal y de simpatía, pueden a lo sumo
conformarse a un código externo de comportamiento que carece de afecto y capacidad
para inspirar confianza en los demás.
Comprenderemos la importancia de lo dicho anteriormente si recordamos que ese
real conocimiento respecto a las verdades de la Sabiduría Divina no es—como en el caso
de otras ramas del saber—un asunto de comprensión intelectual sino de percepción
espiritual. Esto significa en realidad que esas verdades no permanecen como ideas
interesantes o aún inspiradoras, sino que son realidades de experiencia directa. La
verdad es reflejada como tal, en su verdadera forma, en el campo de nuestra conciencia,
y no solamente como una sombra en la pantalla de la mente.
Esta percepción espiritual que consideraremos aquí es una experiencia
extraordinaria, y dado que es de la misma esencia de Brahma Vidya, el aspirante a la
auto-realización debe comprender su naturaleza y aprender a distinguirla de la mera
comprensión intelectual, con la cual frecuentemente se la confunde. Tiene la naturaleza
de una nueva clase de conciencia, y permite que todo lo que está presente en nuestra
conciencia se vea, como si fuera, bajo una nueva luz o desde una dimensión superior.
Produciendo esta transformación espiritual interna o de conciencia, el Sadhaka
[aspirante] debe refinar y agudizar en forma progresiva su facultad de percepción, de
manera que pueda encontrar un significado cada vez más profundo en los contenidos
de su mente, sin cambiar la naturaleza de los mismos. Es este proceso de aguzamiento o
refinamiento el que, llevado al extremo, le permite percibir la Realidad Última que
subyace y contiene al universo manifestado, pero que permanece desconocida por falta
de percepción.
La verdad señalada en el párrafo anterior está claramente expresada en el
siguiente bien conocido mantra de los Upanishads:
drisyate tvagryaya buddhya
“La Realidad puede ser vista solamente
a través de la percepción penetrante.”
Buddhi, como bien sabemos, es la facultad o poder de percepción. Así, el mantra
anterior significa que la Realidad solamente puede ser captada aguzando gradualmente
el poder de percepción. Este poder no es obtenido súbitamente. Es un asunto de lento
crecer que ocurre cuando los vehículos se hacen más y más sensitivos, y la mente cada
vez más pura, por una sadhana [disciplina] sistemática.
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De acuerdo con la literatura yóguica hay siete estadíos en el desenvolvimiento de
este progresivo poder de percepción, como se señala en el aforismo II-27 de los YogaSutras: “Su (del Purusha) Iluminación se alcanza en siete etapas.” Examinando la
naturaleza de estas siete etapas de Iluminación descritas en detalle en la literatura
Vedantina encontramos que ellas no son más que grados del poder de percepción, que
le permiten al Yogui ver un cada vez más profundo significado en los mismos hechos
de la existencia que le rodean.
En conexión con esto debería recordarse que a medida que se logra el
conocimiento profundo de las realidades por medio del estado de Samadhi
[contemplación o absorción], éste no queda confinado a dicho estado sino que se filtra
gradualmente en la conciencia inferior del estado de vigilia, y se manifiesta como un
poder de percepción cada vez más penetrante, o suksma buddhi. Este poder tiene su
culminación en la última etapa, cuando el Yogui es capaz de ver a través de todos los
estados intermedios de manifestación y ser consciente de la Realidad Una de la que
ellos se derivan. Esta impregnación del estado de conciencia vigílico con el
conocimiento directo ganado en Samadhi se menciona como sahaja Samadhi o “Samadhi
sin esfuerzo” que significa el estado de Samadhi natural y espontáneo.
Lo que se ha dicho anteriormente mostrará la tremenda importancia de refinar o
agudizar la facultad perceptiva conocida como buddhi. La mayoría de los aspirantes, en
especial los de tipo académico, padecen la idea errónea de que para ser capaces de
conocer las verdades de la vida interna y, finalmente, la Verdad última de la existencia,
deben adquirir más y más conocimiento intelectual y llenar sus mentes con ideas. Así,
leen libros y más libros y acumulan fragmentos de información, sin ejercitar ninguna
clase de discriminación en la materia. Y cuanto más tiempo dedican a esta tarea de
indiscriminada acumulación de conocimiento puramente intelectual, tanto menos
tiempo dedican a la reflexión, meditación y otros aspectos de la Sadhana. El resultado de
este mal dirigido esfuerzo para engordar intelectualmente lo más rápido posible, es
similar a lo que sucede cuando tratamos de comer más y más alimento con el objeto de
devenir más fuertes físicamente, pero sin suficiente ejercicio como para digerir o
asimilar dicho alimento. Hay indigestión intelectual, y la mente se llena y sobrecarga
con ideas semi-digeridas que oscurecen la percepción.
En la verdadera Sadhana y preparación para el Yoga, el esfuerzo está dirigido
principalmente hacia el desarrollo del poder penetrante de percepción, y no hacia la
acumulación de información no esencial, posiblemente interesante, concerniente a los
hechos ocultos. Esto es lo que realmente implica Svadhyaya [estudio], una de las tres
principales técnicas constituyentes del Kriya Yoga [yoga preliminar]. La adquisición de
conocimiento esencial concerniente a la filosofía y técnica del Yoga en la práctica de
Svadhyaya es solamente el primer y menos importante paso. Este conocimiento debe ser
meditado una y otra vez para descubrir su significado interno oculto, y para
transformarlo en parte integral de la propia vida. Este proceso es reforzado por otras
prácticas como Japa [repetición de un mantra], etc.; que también forman parte del
svadhyaya. De este modo se consigue no sólo la gradual asimilación del conocimiento
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teórico esencial, sino también el progresivo aguzamiento del poder de percepción, lo
que le permite al Yogui tornarse consciente de las verdades más sutiles de la existencia
en las cosas mismas que lo rodean, y en las cuales no veía más que los hechos
monótonos de la existencia ordinaria.
Este proceso de volverse consciente de las realidades más profundas de la vida
debido a una agudización de la facultad búddhica puede ser considerado como la
apertura de una nueva dimensión de la conciencia, la cual tiene lugar cuándo ésta pasa
de un mundo de menor a otro de mayor número de dimensiones. La expansión
generalmente tiene lugar primero en Samadhi, y luego se filtra gradualmente en el
estado normal de conciencia vigílica. Ningún cambio de vehículo o medio ambiente está
involucrado en este proceso, ya que éste realmente es una cuestión del centro de
conciencia que pasa a niveles más profundos de sí mismo a través del Mahabindu [el
‘gran punto’ o centro].
Es necesario captar plenamente el significado de lo que se ha dicho anteriormente
si hemos de comprender la filosofía y técnica del Jnana Yoga. La mayoría de los
estudiantes de yoga encuentran muy difícil lograr una idea clara de la filosofía y técnica
del Jnana Yoga. Es muy evasivo, indefinido y arduo el formular esto en un sistema de
pensamiento claramente definido. La razón de tal reside en el hecho de que el Jnana
Yoga está basado en desarrollar gradualmente el poder penetrante de percepción a
través de la práctica combinada de Viveka [discernimiento] y Vairagya [desapego]. Lo
que se ha dicho en los párrafos anteriores puede ayudar al estudiante a comprender en
alguna medida el fundamento de este sistema de Yoga, y su lugar en la más amplia
filosofía del Yoga en general.
En los Yoga-Sutras de Patañjali este poder de percepción se llama Viveka Khyati,
que significa el poder o facultad de discernimiento entre lo Real y lo irreal—o en otras
palabras—ver, o tornarse consciente de, lo Real en lo irreal. Porque el propósito del
Yoga es ser conscientes de esa Realidad de la cual todo el Universo se deriva, y ser así
capaces de ver la manifestación toda como una expresión de tal Realidad. Sólo esto
puede liberar al Yogui de las ilusiones, limitaciones y miserias de la vida. El verdadero
propósito de Samadhi, la técnica esencial del Yoga, es en realidad el desarrollar este
poder penetrante de percepción, paso a paso, hasta que el Yogui es capaz de ver a
través de todos los estados de la mente que están de por medio, y percibir la Realidad
que yace más allá y también dentro de estos.
Si el desarrollo del poder penetrante de percepción es la técnica esencial del Jnana
Yoga, entonces ésta es una parte integral y mayor de la técnica Yóguica esbozada en los
Yoga-Sutras de Patañjali. Muchos estudiantes pueden ver fácilmente los elementos
esenciales de otros sistemas de Yoga en el sistema integrado de Patañjali, pero en cierto
modo dejan de percibir el papel que el Jnana Yoga juega en éste. Un examen cuidadoso
de lo expuesto por Patañjali, a la luz de lo dicho antes acerca del Jnana Yoga, mostrará
que éste subyace a todo su sistema. Desde un punto de vista general, este último puede
ser considerado como una técnica elaborada de Jnana Yoga, ya que el acento en el
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sistema de Patañjali está en ganar una percepción directa, culminando con el logro del
conocimiento de la Realidad, que es la fuente de todos los tipos de conocimiento. El
hecho es que resulta imposible dividir los diferentes sistemas de Yoga en
compartimientos estancos. Todos pueden ser considerados como diferentes aspectos y
técnicas de una filosofía comprensiva, y métodos para realizar por experiencia directa la
Realidad que subyace al universo como un Todo, y que es además la base última de
cada conciencia humana individual.
Este poder de percepción se desarrolla no solamente por medio de Samadhi y de
todas las otras prácticas que le preceden, sino también por la intensa práctica de
Vairagya, como se indica en el bien conocido aforismo de los Yoga-Sutras (I-12):
abhyasavairagyabhyam tannirodhah
“La supresión [de la actividad mental] se logra por la práctica persistente
(abhyasa) y el desapego (vairagya)”
Es por eso que Vairagya y los diferentes métodos para su desarrollo juegan una
parte tan importante en el Jnana Yoga. Las prácticas que desarrollan Vairagya no pueden
ser definidas tan claramente como aquellas que producen el logro de Samadhi por medio
de la manipulación de la mente, pero son igualmente efectivas en producir ese estado
de la mente que conduce al Samadhi.
El hecho de que el Jnana Yoga está basado en el desenvolvimiento directo del
poder de percepción también se vuelve claro cuando examinamos las siete etapas en el
desarrollo del conocimiento que se conocen como Sapta-Jnana-bhumica. Las primeras tres
etapas de este progresivo despliegue de la conciencia serán vistas como etapas en el
desarrollo de Viveka, como es comprendido de ordinario por el hombre común, y las
últimas cuatro etapas como las del desarrollo de Viveka Khyati, como lo definen los
Yoga-Sutras. Estas últimas cuatro etapas son alcanzadas por medio de técnicas como el
Samadhi, etc., que están más específicamente identificadas con el sendero del Yoga.
Si consideramos a Viveka como el poder de percepción espiritual, en lugar de la
capacidad de discriminar entre lo Real y lo irreal, será tal vez más fácil para el
estudiante común comprender su naturaleza y papel en el sendero del Auto-desarrollo.
Porque Viveka o discernimiento espiritual, en un análisis más profundo, es visto nada
más que como la capacidad de percibir el significado más profundo y espiritual de las
cosas con las cuales estamos familiarizados, y que no percibimos—en parte o en su
totalidad—debido a nuestra falta de sensibilidad. La totalidad del Universo
manifestado, hasta los mundos fenoménicos inferiores en los cuales pasamos la vida, es
una expresión de la Realidad Una, pero permanecemos completamente inconscientes de
este hecho porque nuestros poderes perceptivos no están suficientemente aguzados
para percibir esta Verdad de verdades. Cuando este poder o facultad comienza a
manifestarse desde adentro, el mismo mundo tedioso, monótono y aún malvado,
empieza a verse con una apariencia más espiritual, hasta que en la última etapa se
transforma en la expresión y materialización de la Realidad Una. Y es esta realización la
que nos libera de las ilusiones, tensiones y miserias de la existencia corporal.
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Esta visión de Viveka nos permite también sortear el abismo que existe en la mente
de muchos estudiantes entre Viveka y Viveka Khyati. Éstos las consideran como dos
facultades diferentes, cuando en realidad ellas son meramente dos fases o aspectos de la
misma facultad de percepción espiritual, en las primeras y últimas etapas de su
desarrollo. El sendero del Yoga comienza con el ejercicio del Viveka común, que permite
al estudiante percibir la naturaleza ilusoria de la vida y las metas mundanas y lo decide
a elevarse por sobre esas ilusiones y limitaciones, encontrando la Realidad que está
oculta en los estratos más profundos de su propia conciencia. Viveka y su correlativo
Vairagya continúan jugando un papel cada vez más profundo e importante en su vida
espiritual, hasta que el Yogui alcanza el Dharma Megha Samadhi a través de la práctica
intensiva del para-vairagya y para-viveka, estableciéndose en forma permanente en el
mundo de la Realidad. Ahora ha adquirido la capacidad de estar plena y continuamente
conscientemente de su naturaleza Divina.
Viveka, así, se transforma en Viveka Khyati, y éste florece en el estado de
Iluminación y Liberación. El recorrer el Sendero del Yoga se puede considerar, desde
cierto punto de vista, como una cuestión de desenvolvimiento de un poder de
percepción espiritual cada vez más penetrante.
Este despertar de nuestros poderes perceptivos es una de las más maravillosas
realidades de la vida espiritual. Todos tenemos alguna experiencia de este despertar en
nuestra vida cotidiana. Leemos un libro de pensamiento profundo y no encontramos
nada en él, olvidándolo completamente. Pasan años en los cuales progresamos mental y
espiritualmente. Entonces tomamos nuevamente el mismo libro y lo encontramos lleno
de profundo significado, del cual no tuvimos antes la menor sospecha. ¿Por qué? ¿El
libro ha cambiado? ¡No! Somos nosotros los que hemos cambiado en el intervalo, o más
bien, nuestros poderes perceptivos se han desarrollado, y es esto lo que nos capacita
para ver mucho más en el mismo libro.
Pero tales experiencias, si bien comunes, no son muy notables ni de mucha
significación, porque están en el plano de nuestras experiencias ordinarias. En tales
casos encontramos un mayor sentido y significado porque nuestra mente e intelecto se
han expandido y desarrollado durante el intervalo, y es esto lo que nos permite ver cada
vez más en las mismas cosas. Es sólo cuando entramos al dominio de las realidades
internas de la vida espiritual que descubrimos la tremenda diferencia que hay una vez
que nuestros poderes perceptivos comienzan a despertar, en referencia a asuntos
espirituales.
Esta clase de experiencias no es necesariamente muy placentera o agradable en las
primeras etapas, porque el despertar de Viveka no solamente nos capacita para ver más
profundo en las realidades de la vida espiritual, que hasta ahora fueron materia de
mero conocimiento intelectual desprovisto de toda significación espiritual.
Probablemente en el comienzo también desgarrará los velos de la ilusión que rodean y
dotan de atractivo a los objetos y metas mundanas ordinarias. Cuando esos velos caen
de nuestros ojos, todo el placer que encontramos en ellos y el deleite que sentimos en su
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búsqueda desaparecen, y puede parecer que nuestra vida se ha convertido en vacía y
sin sentido.
Pero esta fase negativa del despertar espiritual, si podemos denominarla así,
generalmente pasa luego de un tiempo, a menos que nos alarmemos y desequilibremos
y nos volvamos a sumergir en la antigua vida y objetivos con mayor deleite, para
ahogar en forma deliberada nuestro incipiente Viveka. Si podemos resistir esta tendencia
comenzaremos gradualmente a ver y sentir el aspecto positivo de las realidades
espirituales que están ocultas en todo su esplendor bajo las cosas comunes de la vida. Es
cuando comenzamos a percibirlas, al menos en cierta medida, que comienza la
verdadera vida espiritual. Hasta entonces es todo un juego de ideas, iluminadas tal vez
parcialmente por la luz de la intuición.
A medida que esta percepción se profundiza y deviene más y más penetrante, la
conciencia de las diferentes realidades espirituales, o de los distintos aspectos de dichas
realidades, toma un carácter dinámico y mejor definido. Y a medida que continúa
nuestro progreso y nos acercamos a nuestra meta, comenzamos a tener una vislumbre
de esa Realidad omnipresente que es tanto la fuente como la sustancia del universo
manifestado. Vemos la verdad última de nuestra existencia, al principio oscuramente,
por así decirlo, luego con más y más claridad, hasta que gradualmente el mundo de
objetos entero se transforma en esa Realidad en la cual existen esencialmente, y de la
cual son diferentes expresiones. De hecho, los objetos no desaparecen, pero al ser vistos
como lo Real a la luz de tal Realidad, pierden su significado como objetos separados y
se funden en esa omniabarcante y potencializadora experiencia que está más allá de
nuestra comprensión e imaginación presente.
Dado que este concepto del estado último de Auto-realización es extremadamente
sutil vamos a detenernos en él por el momento para clarificar nuestras ideas. Para
comprenderlo debemos recordar que la conciencia no sólo es el principio más sutil en la
existencia sino que además tiene un carácter único, con el que no podemos encontrar
ningún paralelo en nuestras experiencias ordinarias. Es esta sutileza y peculiaridad de
carácter lo que la capacita no sólo a interpenetrarlo todo, sino al mismo tiempo contener
dentro de ella todo lo manifestado e Inmanifestado. La idea de penetración que
generalmente se asocia con la Realidad subyacente del universo no representa en forma
completa su relación con lo manifestado y lo Inmanifestado. Porque cuando una cosa
interpenetra a otra, la primera es diferente, y está aparte, de la segunda. Pero esta
Realidad no sólo impregna sino que también contiene todo en sí misma. Todo lo que
existe, existe en esta Realidad y se deriva de ella. Ésta, sin duda, lo impregna todo, pero
es a su vez lo impregnado.
De esta relación de la Realidad Una con lo manifestado y lo Inmanifestado, y
teniendo en mente el orden en el que los diferentes principios fundamentales de la
existencia se derivan de esta Realidad, podemos ver, al menos intelectualmente, qué
sucede cuando se despierta la percepción espiritual y aumenta progresivamente su
poder de penetración. En la primera etapa, el mundo exterior de la percepción sensoria
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se disuelve en la mente. Esto no significa necesariamente que éste desaparece. Significa
que es visto claramente como una expresión de la mente. Entonces, la mente se disuelve
en la conciencia. Esto, de nuevo, no significa que la mente desaparece, sino que es vista
como una expresión de la conciencia. La conciencia entonces se disuelve en la Realidad,
en la cual todo está contenido. Ésta es la fase suprema del despertar de la percepción,
cuando todo es visto como contenido en la Realidad Una y como expresión de ésta. Y
sin embargo, en todos esos tremendos cambios que tienen lugar, no necesita ocurrir
ningún cambio en el contenido de la conciencia. Porque todo le es inherente, está
siempre contenido en ella, y es su expresión. El cambio, por lo tanto, es solamente una
cuestión de tener una percepción más penetrante, de ver las mismas cosas desde un
nivel más profundo de la conciencia.
Lo que se ha señalado anteriormente debiera hacer que el aspirante comprenda la
importancia de hacer esfuerzos definidos para desarrollar el poder penetrante de
percepción, y de no permanecer satisfecho con sólo aumentar el depósito de ideas en su
mente. Lo primero requiere producir cambios drásticos en nuestra mente, corazón y
actitudes, por medio de una rigurosa auto-disciplina. En tanto que todo lo necesario
para aumentar nuestra dotación de ideas es leer libros y escuchar conferencias. El
primer camino lleva finalmente a la Iluminación y liberación de las ilusiones y miserias
de la vida, mientras que el segundo nos permite solamente tener la satisfacción de
ensanchar nuestros horizontes mentales, y ser considerados como personas muy
instruidas, aunque posiblemente envueltos en ilusiones mayores y más insidiosas, como
se señala en el mantra 9 de la Ishavasyopanishad.1
Muchos estudiantes no están acostumbrados al pensamiento profundo, y no se
sienten inclinados a emprender esta muy rigurosa tarea. Frecuentemente preguntan:
¿Cuál es el fin de profundizar en los aspectos de la religión, la filosofía y la ciencia? La
respuesta a esta pregunta es bastante clara y definida: éste es el primer paso en nuestro
esfuerzo para dejar de transitar superficialmente la vida, y para sumergirnos en las
realidades más profundas de la existencia. Debemos aprender, en primer lugar, a
dirigirnos por lo menos a los aspectos más profundos del conocimiento intelectual,
antes que podamos triunfar en la penetración de las realidades más profundas de la
vida espiritual.
(The Theosophist, Mayo 1972)
—————
Traducción del inglés al español editada y corregida por Pablo D. Sender
Departamento de Educación de la Sociedad Teosófica en América.
“En gran oscuridad, cegadora oscuridad, entran aquellos que siguen o veneran la ignorancia. Pero
aquellos que se satisfacen en el mero conocimiento entran en una oscuridad todavía mayor.”
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