Documento descargado de http://www.elsevier.es el 19/11/2016. Copia para uso personal, se prohíbe la transmisión de este documento por cualquier medio o formato. MEDICINA CLÍNICA. VOL. 117. NÚM. 19. 2001 41.656 Úlcera neurotrófica del trigémino Sr. Editor: La úlcera neurotrófica del trigémino fue descrita por primera vez por Loveman1 en 1933 y tres meses después por Mckenzie2. Debe su nombre a la creencia inicial de que era debida a la pérdida de un factor neuronal considerado «trófico para la piel». La localización más frecuente es el ala nasal, aunque es posible encontrarla en cualquier otra área inervada por el nervio afectado. Hoy día se sabe que es una entidad caracterizada por el desarrollo de úlceras crónicas, en el área inervada por el V par craneal, tras un daño a las fibras del mismo. Su causa más frecuente son los tratamientos realizados para la neuralgia del trigémino y posteriormente autoinducidas por el propio enfermo. Se presenta un caso de esta última etiología. Mujer de 78 años de edad que acudió a nuestra consulta por presentar desde hacía 5 meses una lesión ulcerosa en el ala nasal izquierda. Entre sus antecedentes personales destacaban hipertensión arterial, diabetes mellitus, síndrome de Wallenberg izquierdo y enfermedad de Alzheimer incipiente. Ante la inespecificidad de la lesión se realizaron biopsia, hematimetría, bioquímica, autoanticuerpos y radiografía de tórax. Los resultados fueron negativos. En el estudio histopatológico se observó piel con ulceración, infiltración linfoide focal y fibrosis, sin sig- 758 Documento descargado de http://www.elsevier.es el 19/11/2016. Copia para uso personal, se prohíbe la transmisión de este documento por cualquier medio o formato. CARTAS AL EDITOR nos de vasculitis, granulomas ni patología tumoral epitelial. Ante la sospecha, entonces, de una posible úlcera neurotrófica del trigémino se practicó un examen neurológico a la paciente que objetivó hipoestesia en hemicara izquierda, afección de las tres ramas del trigémino y abolición del reflejo corneal. La familia nos confirmó la constante manipulación a la que la paciente sometía la zona afectada. La paciente ha realizado diversos tratamientos con benzodiacepinas y antibióticos tópicos; sin embargo, sólo cuando deja de manipularse la zona se consigue mejoría de la lesión. La úlcera neurotrófica del trigémino se caracteriza por presentar úlceras de curso crónico en el área inervada por el nervio al que debe su nombre. La neuralgia del trigémino precisa, en determinadas circunstancias, de tratamientos más agresivos para su control que no están exentos de efectos secundarios. Así, la ablación quirúrgica del quinto par o las inyecciones de alcohol en el ganglio de Gasser constituyen las causas más frecuentes (75%) en la etiopatogenia de la úlcera neurotrófica del trigémino. Otras causas menos habituales se han implicado en la patogenia de este síndrome, como neurinoma del acústico, meningiomas, astrocitomas, lepra, traumatismos e insuficiencia vertebrovasilar3, como la del caso que nos ocupa. En el 5% de los casos la causa no ha podido ser identificada. La úlcera se desarrolla secundariamente a lesiones que interrumpen el trayecto de las fibras nerviosas encargadas de conducir la sensación dolorosa y táctil al sistema nervioso central. La lesión neurológica puede asentar tanto en las fibras centrales como en las periféricas de dicho nervio. Sea por causa central o periférica, se acaban produciendo en la zona afectada disestesias y prurito que inducen al enfermo al rascado continuo, provocando tics y microtraumatismos locales repetidos que explican la aparición de lesiones ulcerosas4. Howell5 describe además en estos enfermos una sensación alterada al paso del aire por el orificio nasal del lado afectado, una incómoda sensación de congestión nasal permanente, que obligan al enfermo al traumatismo constante de la zona. Un rasgo distintivo es que la úlcera no se desarrolla fuera del área correspondiente al trigémino. El período de latencia entre la producción del daño neural y la aparición de la lesión ulcerosa tiene por media 17 meses, aunque varía según la etiología del cuadro. La edad más frecuente de aparición es en la sexta o séptima décadas de la vida. El estudio histológico de la lesión no es específico, por lo que la anatomía patológica en este caso no es prototípica. No obstante, será preciso realizarla para descartar otras enfermedades que, por su similitud en la clínica, nos podrían hacer errar en el diagnóstico. El diagnóstico diferencial ha de realizarse con enfermedades muy diversas como infección por el virus del herpes simple, sífilis, lepra, infección por micobacterias, rinoescleroma, leishmaniasis, tumores cutáneos, pioderma gangrenoso, granuloma central de la línea media, granulomatosis de Wegener, blastomicosis y paracoccidioimicosis. El tratamiento de esta afección deberá ir dirigido fundamentalmente a la prevención del traumatismo repetido de la zona por parte del enfermo. Es posible, además, el uso de prótesis para proteger la zona, así como la administración de ansiolíticos al enfermo. Se han descrito otros tratamientos con menos éxito, como la estimulación nerviosa trascutánea, la simpatectomía cervical o el uso de amitriptilina, pimozide o vitamina B. Isabel Medina Baquerizo, Antonio Vélez García-Nieto, Francisco Pozo y Raquel Portillo Servicio de Dermatología. Hospital Universitario Reina Sofía de Córdoba. 1. Loveman A. An usual dermatosis following section of the fifth craneal nerve. Arch Dermatol Syph 1933; 28: 369-375. 2. Mckenzie KG. Observations on the results of the operative treatment of the trigeminal neuralgia. Can Med Assoc J 1933; 29: 492-496. 3. Maroun TD, Gonyea E. Trigeminal neurotrophic ulceration with Wallemberg’s syndrome. Neurology 1990; 40: 1634-1635. 4. Dicken CH. Trigeminal trophic syndrome. Mayo Clin Proc 1997; 72: 543-545. 5. Howell JB. Neurotrophic changes in the trigeminal territory: disturbances after operation for trigeminal neuralgia. Arch Dermatol 1962; 86: 442-449. 759