NUESTRO MUNDO Antonio Álvarez // // Correo-e: [email protected] Calumniado por una bella historia Sin embargo, hay que decirlo sin rodeos: la laureada y fascinante cinta, además de contener muchas imprecisiones biográficas, calumnia gravemente al gran compositor italiano Antonio Salieri T engo muy presente que en abril de 1985 vi por vez primera la película Amadeus del director checo Milos Forman. Para ver esa película sobre Mozart, fue necesario acudir a una sala de cine no precisamente agradable: el viejo cine Laguna ubicado en la avenida Matamoros de Torreón, a escasos metros del entonces ya muy descuidado mercado Alianza. Valió la pena, y aunque aquella sala de cine desapareció hace décadas, seguro estoy que muchos melómanos y cinéfilos atesoramos la experiencia de haber visto allí esa cinta singular que luego ganaría ocho óscares y que -entre varios otros méritos- logró la conjunción de una historia de valor literario con música de un nivel excelso. Era bien sabido que Milos Forman había dirigido la exitosa cinta Alguien voló sobre el nido del cucú, que en México se presentó con el título de Atrapado sin salida. Pronto se divulgó también que el escritor y guionista de Amadeus era nada menos que el dramaturgo (fallecido en este 2016) Peter Shaffer, autor de la memorable obra teatral Equus, que muchos vimos actuada espléndidamente por José Galvez y Jaime Garza. Resulta innegable que Forman y Shafer -apoyados por un selecto cuadro de actores- lograron transmitir una historia cautivadora. Sin embargo, hay que decirlo sin rodeos: la laureada y fascinante cinta, además de contener muchas imprecisiones biográficas, calumnia gravemente al gran compositor italiano Antonio Salieri presentándolo como un ser mezquino y lleno de envidia que, tras infinidad de alevosos y soterrados ataques, acabaría precipitando la muerte del genio de Salzburgo y trataría de apropiarse de una de las obras mozartianas más connotadas, el Réquiem en re menor, K. 626. Salieri fue maestro de músicos colosales, entre sus alumnos figuraron Beethoven, Schubert y Liszt. De hecho Beethoven lo prefirió como profesor de contrapunto sobre el mismísimo Joseph Haydn y le dedicó sus Tres sonatas para violín opus 12. Otro estudiante de Salieri fue Franz Xaver Wolfgang, el más pequeño de los dos hijos sobrevivientes de Mozart, nacido en 1791, el año de la muerte del genio. Salieri, generoso, le brindó de manera gratuita sus lecciones. Está claro que la viuda de Mozart, Constanze Weber, jamás habría aceptado esas clases para su benjamín si en verdad le tuviera animadversión y desconfianza al italiano. Ciertamente pudo existir rivalidad entre los dos compositores e incluso algo de encono en ciertos momentos, pero afirmar que Salieri provocó la muerte de Mozart y que además quiso robarle su última obra carece de fundamento. Por ello fue oportuno y positivo que en 2004, durante la reinauguración de La Scala de Milán, Ricardo Muti, director de orquesta de clase mundial y alto especialista en Mozart, hiciera una declaración tajante: “Salieri merece todo nuestro homenaje no sólo porque su obra Europa Riconosciuta inauguró La Scala hace 236 años, sino porque su repertorio es extraordinario. El talento fuera de lo común de Salieri se revela en sus armonías y la complejidad orquestal que en nada tienen que envidiar a Mozart”. Este año se descubrió en Salzburgo la cantata Per la Ricuperata Salute di Ophelia, en cuya composición Mozart y Salieri trabajaron juntos en 1785. Por ende, la historia de su odio a muerte, literalmente a muerte, no se sostiene. La patraña fue alimentada por el dramaturgo ruso Alexander Pushkin, quien publicó la pieza teatral Mozart y Salieri en 1830, haciendo caso de una gárrula enfermera de las que cuidaron en un asilo al senil Salieri en sus últimos días y que dijo haber escuchado su confesión como causante de la muerte de Mozart. No hay más, pero como bola de nieve que se desliza por una ladera, el infundio creció y fue aceptado por mucha gente. Serviría a finales del siglo XIX para que Nikolái Rimski-Kórsakov hiciera una llamativa ópera. Casi un siglo después Peter Shaffer y Milos Forman sacarían provecho de ese fantasioso relato. “Se non è vero, è ben trovato”, es un adagio italiano que podría traducirse con la frase “Aunque no sea verdad, la historia está bien contada”. Eso es precisamente lo que pasa con la bella película Amadeus. Veámosla por su alto valor estético y no por su veracidad histórica. SIGLO NUE V O • 61