La Iglesia Católica dice NO al aborto, pero, ¿qué dice la Biblia? Pedro Nel Rueda G. www.buscadoresdelreino.com A algunos no les importa la respuesta a esa pregunta, pues hay una gran mayoría católica con una “fe” acomodada, a veces francamente perversa, que sirve de justificación para todo. Esa mayoría, que ni siquiera se molesta en leer la Biblia para contrastar sus convicciones, esgrime su conciencia como referencia única para su conducta; sin duda, cada quien es dueño de escoger su camino, así está escrito en la Biblia, pero también está escrito que no basta que cada quien sienta que su conciencia nada le reprocha, porque Dios es el que juzga (1 Co 4, 4). Y lo cierto es que el enfrentamiento de los proabortistas activos o pasivos no es con la iglesia católica, sino con el cristianismo, porque la Biblia enseña que el ser dentro del vientre es un ser humano. Uno podría dar muchos ejemplos relevantes, como el encuentro de las madres de Jesús y Juan el Bautista, con ellos en el vientre, en Lucas 1, versos 39 y siguientes (el original griego dice de Juan que era “brephos”, el mismo término para recién nacido; luego Lucas lo aplicará a Jesús en el pesebre), sin embargo, esta vez bastará con ocuparse del verso 16 del salmo 139, que en la traducción de la Biblia Latinoamericana dice "Tus ojos veían todos mis días, todos ya estaban escritos en tu libro y contados antes que existiera uno de ellos." En el original en hebreo, lo que ven (ra'ah) los ojos de Dios es algo especial, designado con la palabra "golem", un término que no aparece en ninguna otra parte del Antiguo Testamento. En el hebreo actual "golem" tiene una connotación despectiva, pero en el hebreo bíblico del salmo 139 el sentido del término es otro. De los diccionarios de hebreo bíblico se sigue que "golem", que no es de fácil traducción pero sí de clarísimo sentido, se puede traducir por "feto" o “embrión”, porque atañe al cuerpo en formación del ser humano. La Biblia de Jerusalén es explícita en su traducción del mismo versículo: "Mi embrión tus ojos lo veían; en tu libro están inscritos todos los días que han sido señalados, sin que aún exista uno solo de ellos" (“Mi embrión vieron tus ojos…” arranca la traducción de la Reina Valera 1995). Entonces, la sustancia a que se refiere el texto sin lugar a dudas es imperfecta físicamente, pero YA ES, incluso, tal como se desprende del propio tenor literal, ya tiene, como cualquier otro ser humano, registro en el libro de la vida, aquel donde se anotan las actuaciones de grandes y pequeños para la rendición de cuentas en la vida eterna, y que es mencionado por toda la Biblia (Apocalipsis versículo 12 del capítulo 20, también Malaquías 3, 16; Salmo 69, 28, entre muchos textos). Cuando se afirma, en el texto bíblico que se está comentando, que los ojos de Dios "ven" ese ser humano cuyo cuerpo se está formando, la Palabra de Dios está añadiendo un dato importantísimo. A diferencia de "golem", el término hebreo que designa la acción de "ver" (ra'ah) en ese versículo aparece muchas veces en el Antiguo Testamento (más de mil trescientas veces, de las cuales casi novecientas se emplea en el sentido de "ver"). Ese ver del salmo 139 verso 16 no es el de un simple espectador, sino que expresa que a Dios no le es indiferente lo que nos ocurre, como en Exodo 3, 7, cuando Dios le dice a Moisés que "ha visto" (ra'ah) el sufrimiento de su pueblo en Egipto y que por lo tanto lo enviará a liberarlo. En nuestro caso Dios "ve" el bebé en toda su dimensión espiritual ("Porque Dios no ve las cosas como los hombres: el hombre se fija en las apariencias pero Dios ve -ra'ah- el corazón", 1 Samuel 16, 7). O sea que hay atención amorosa, preocupación paterna, conocimiento pleno; es una relación especial entre quien "ve" y quien "es visto", como solamente puede hacerlo Dios. En el mismo salmo que venimos comentando hay tres versículos atinentes a tal hecho: los versos 3 ("Ya esté caminando o en la cama me escudriñas, eres testigo de todos mis pasos"), 7 ("¿A dónde iré lejos de tu espíritu, a dónde huiré lejos de tu rostro?") y 16. Todo el salmo 139 es entonces un canto a la relación de Dios con hombres y mujeres, relación que arranca desde la concepción y alcanza la eternidad. Así las cosas, para ningún cristiano puede ser indiferente la suerte de un bebé en el vientre, si es que le importan los seres humanos. Además porque, según otro texto bíblico relevante, Dios nunca olvida al niño en las entrañas de la madre, aunque ella sí lo haga (Is 49, 15). Pedro Nel Rueda Garcés Diplomado en Sagrada Escritura [email protected] webmaster “Buscadores del Reino” Este artículo: http://www.buscadoresdelreino.com/documents/IglesiadiceNoalaborto.doc