PARECE UNA TONTERIA, es un texto de Raymond Carver. Donde se expresa una emoción creada por palabras, transmitiendo más allá de lo que expresa el papel, este texto tiene la capacidad de provocar episodios de angustia, tristeza, desesperación y consuelo, dentro de situaciones cotidianas que para quienes conocemos la vida de un hospital nos podrían parecer más normales, pero para quienes n o podrían ser más angustiantes aun. Todo comienza con la historia de una madre que encarga una torta para su hijo que estaba de cumpleaños y la mañana de esté , el niño es atropellado y herido de gravedad. Sólo sobrevive unos días y durante cada uno de esos días, e incluso cuando el niño muere, los padre s reciben una llamada telefónica en la que un hombre repite el nombre de su hijo ; llamada que en otras circunstancias no podría haber significado nada, pero en esta angustia familiar se exacerba generando aún más tensión. Finalmente, la madre recuerda quien es el hombre que llama: se trata del p astelero al que le encargó la torta de cumpleaños. Se dirigen a la pastelería y el hombre les recibe con agresividad, echándoles en cara que el pastel ya estaba en mal estado, a lo que la madre le dice que el niño de l pastel, su hijo, ha muerto; el pastelero, les cuenta su triste vida, sin hijos, sin nadie, les sirve café, les da bollos calientes y menciona -"En momentos como éste, "dice", parece una tontería, pero comer sienta bien". - y los tres pasan la noche juntos, al calor del horno y los panes recién hechos, compartiendo su miseria y su dolor. Es aquí donde me quiero detener en está significativa frase: ”parece una tontería”, efectivamente cuando se pierde un ser querido, ¡ quien piensa en comer! pero esa comida ofrecida por el pastelero, fue más que un alimento comestible, fue el alimento para el alma de estos dos padres, fue la forma de hacerlos sentir que no estaban solos, de brindarles el apoyo NO encontrado con anterioridad y es aquí cuando se viene a mi mente una frase escuchada por el Doctor Mardones, encargado de cuidados paleativos de la Clínica UC, el cual en una charla nos dijo: “el día que dejes de sentir tristeza, pena, alegría o lo que sea por un paciente, ya no sirves para trabajar en esto, porque te has convertido en una maquina ”; y ahora me pregunto en nuestra vida cotidiana, ¿ cuantas veces nos comportamos como maquinas?; caminamos por las mismas calles a diario y somos incapaces de sentir piedad por ese hombre que vemos en el mismo lugar sentado bebiendo alcohol, ¡claro! - es más fácil hacerse el ciego, porque así no utilizamos nuestro tiempo sin conseguir nada, pero como sabemos que él no quiere ser ayudado y que quizás, con sólo un pan y un café podemos brindarle ese apoyo que el necesita, así como lo hiso el pastelero para con estos padres. Soy estudiante en formación de la carrera de nu trición y con cada practica percibo que somos una sociedad donde, cada vez generamos menos lazos y redes de apoyo; casos como adultos mayores que viven solos y sus hijos no los visitan, pacientes terminales abandonados por sus familias, vecinos que no conocen a sus vecinos, por nombras algunas situaciones , como ejemplo de lo que quiero plantear. Tenemos tiempo para pasar pegado a aun celular conversando vía mensaje whatsApp o Facebook, pero no para hacer una visita semanal, nos estresamos porque no tenemos tiempo y lo perdemos en cosas sin sentido, hemos perdido sensibilidad y cada días nos convertimos más en máquinas, pero este texto nos invita a hacer la reflexión de si quiero vivir como una maquina sola o con una cálida compañía, pero eso solo depende de nosotros mismos, somos quienes decidimos a diario, cuando dejamos de visitar a nuestros padres, cuando nos convertimos en una maquina seleccionadora de personas ya sea por conveniencia u opción. Somos nosotros quienes tenemos la capacidad de elegir, alimentemos nuestra alma y no sólo nuestro bolsillo, es un poco idílico lo que planteo, pero haciendo una buena acción a la semana, quizás nos sintamos menos vacíos. Publicado por: María José Norambuena.