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BOLETÍN
DE
LA
BEAL
SOCIEDAD
ESPAÑOLA
supone un serio inconveniente, tanto para la preparación de los
ejemplares, como para el estudio de sus caracteres.
En cuanto á los cepos que pueden emplearse, ante todo debe
echarse mano de cualquiera de los numerosos modelos que se e n cuentran en el comercio. Todos son igualmente útiles, siempre
que funcionen bien. P a r a los mamíferos pequeños, es decir, del
tamaño de una ardilla para abajo, yo uso esos cepos de alambre
de cobre, en forma de ballesta, que se venden o r d i n a r i a m e n t e
para cazar pájaros, y también otros algo más perfeccionados, con
base de madera, creo que de fabricación americana, los cuales se
venden en m u c h a s tiendas de Madrid, y tienen como marca u n
gato y el rótulo «rThe Hero Trap». Para especies más grandes, lo
mejor es el modelo c o m ú n m e n t e denominado cepo lobero, del
cual hay muchos tamaños, desde el que sirve para- atrapar garduñas y comadrejas, hasta uno que puede apresar u n oso. Conviene que el colector tenga cepos de diferentes dimensiones, y en
cantidad; si en donde había de poner u n o , puede poner diez, los
resultados serán más seguros. En cuanto á los sitios donde debe
colocarlos, la gente del campo da siempre los datos necesarios, y
con un poco de práctica-, se aprende pronto á conocer l a s bocas
de las madrigueras de cada especie y los lugares que cada u n a
de ellas prefiere.
El cebo variará, n a t u r a l m e n t e , según el animal que se trate de
cazar, siendo, según los casos, u n a fruta m a d u r a ó un trozo de
carne. P a r a roedores en general, y a u n para algunos pequeños
carnívoros, u n cebo m u y indicado es el queso, cuanto más rancio
y más oloroso mejor; los higos pasados pueden hacer el m i s m o
papel, con la particularidad de que atraen hasta á los lobos.
Cuando se trata de cazar carnívoros de m e d i a n a talla (zorros,
linces, n u t r i a s , etc.), pueden emplearse como cebo sardinas fritas
con un poco de alcanfor ó de valeriana, ó pedazos de pan frito con
manteca. Téngase en cuenta que todos estos animales son m u y
ladinos, y, por consiguiente, no debe perdonarse n i n g ú n medio
para que no desconfíen del cepo. Conviene cubrir éste con ceniza,,
con hojas secas ó con estiércol, y no está de más hacer algunos
rastros, esto es, arrastrar por los alrededores, desde cierta dislancia hasta el cepo, u n a s piltrafas de carne ó u n a s tripas de conejo
ó de cordero. También da m u y b u e n resultado dejar en el m o n t e ,
d u r a n t e dos ó tres noches, algo de cebo sin trampa n i n g u n a , para
que los animales se habitúen á ir allí; cuando por fin se coloca el