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El caracol gitano de la Sierra de
Irta
Juan Bautista Peña Forner
Como buen observador, el pasado mes de
septiembre, paseando por la sierra de Irta, encontré
un buen número de caracoles terrestres de color
blanco o con tonos grisáceos. Sobre algunas rocas se
encontraban seis o siete ejemplares que me llamaron
la atención, aunque algunos estaban más dispersos.
Caí en la cuenta de que todos ellos estaban situados
en la orientación sur, cosa que me sorprendió
porque, generalmente, los gasterópodos terrestres
suelen frecuentar zonas sombrías y húmedas, más
bien orientadas al norte, y se guarecen o protegen
del sol directo. En esta ocasión, un día caluroso y
soleado, habitual a finales de septiembre, después de
varios meses sin caer una gota de lluvia, me
sorprendió ver los caracoles blancos expuestos al
sol. En un principio pensé que estaban muertos, pero
al levantarlos uno a uno observé que tenían una
membrana blanca (epifragma calizo) que tapaba la
abertura de la concha (epistoma), ya que los propios
caracoles segregan esta membrana para evitar la
desecación. Los volví a dejar en su sitio y solamente
encontré 3 individuos muertos (conchas vacías).
abrir el libro, la primera familia de gasterópodos
que se describe es Sphincterochilidae y la primera
especie Sphincterochila (Albea) candidissima
(Draparnaud 1801) que coincidía con las conchas
encontradas en la sierra de Irta. Le di una pasada a
todo el libro, porque me extrañaba que la primera
especie que se describe fuera la que estaba
buscando, pero estaba claro, al menos había
encontrado el género Sphincterochila. De las tres
especies de este género que habitan cerca de la
costa de Almería y Granada: S. candidissima, S.
cariosula baetica y S. cariosula hispanica, tenía
que encontrar a qué especie corresponden los
ejemplares de Irta. La primera especie que descarté
fue esta última, porque la altura es menor que en las
otras dos especies y el caracol de Irta es más
globoso. En S. baetica la concha es más
cupuliforme, o sea, que el ápice es más puntiagudo
que en S. candidissima. Además, en esta especie las
espiras son lisas o tienen unas finas arrugas,
mientras que en S. baetica las arrugas son más
fuertes y ásperas. En esta última especie la abertura
de la última espira es angulosa, pero en S.
candidissima es redondeada.
Foto 1: caracol gitano mostrando el epifragma.
Estoy acostumbrado a ver caracoles comunes
de nuestra región, pero estos me llamaron la
atención porque no los había visto antes, o no me
percaté de ello. Al llegar a casa consulté un libro
sobre “Caracoles terrestres de Andalucía” editado
por la Junta de Andalucía, pensando que las dos
regiones mediterráneas tienen ambientes similares y
contendrían las mismas especies de caracoles. Al
Foto 2: dos ejemplares de caracol gitano en el
Parque Natural de la sierra de Irta.
Para una identificación más exhaustiva sería
preciso diseccionar la anatomía del cuerpo y
compararla con la otra especie. Ahora bien, para
salir de dudas, el mejor método es tomar un
pedacito de carne del pie y extraer el ADN
mitocondrial, secuenciar el gen 16S ribosomal del
ARN y comparar las cadenas de los pares de bases
encontradas con las almacenadas en la base de datos
del GenBank.
Es posible que la gente acostumbrada a pasear,
sin prisas, por la Sierra de Irta haya visto esta
especie de caracoles desde hace años, porque no
creo que hayan sido introducidos recientemente,
pero particularmente, hasta ahora, yo no los había
visto. También es probable que muchos agricultores
que tienen y, en su día, cultivaban las fincas en esta
zona del Parque Natural de la Sierra de Irta los
hayan recogido junto a otras especies de caracoles y
se los hayan comido, porque es comestible, aunque
su sabor es fuerte y desagradable.
Sphincterochila (Albea) candidissima tiene
varios nombres vulgares, según la zona de
distribución, pero los más comunes son: caracol
gitano, caracol judío, barracuda y caracol borde. En
valenciano se conocen como pudentes (haciendo
referencia a su sabor) y candides o candidetes.
El caracol gitano se distribuye por todo el
Mediterráneo occidental, así se encuentra en la costa
andaluza de Almería y Granada, la costa del Magreb
(Marruecos, Argelia y Túnez), la costa levantina, el
sur de Italia, en Libia y en las islas de Mallorca,
Malta, Sicilia y Cerdeña.
Los adultos tienen cinco o seis vueltas de espira con
la sutura bien marcada. Las dos primeras espiras
constituyen la protoconcha (concha larvaria) y la
última vuelta es oblicua y redondeada formando una
abertura que se cierra con un epifragma calizo, que
sella y garantiza el hermetismo. Las espiras son casi
lisas, pero con estrías longitudinales de grosor
mediano. El cuerpo del animal es gris oscuro,
llegando a negro.
Foto 4: Ejemplar joven mostrando el ombligo y
adulto con el ombligo casi tapado, de una concha de
caracol gitano.
La concha gruesa evita la deshidratación y el
color blanco refleja los rayos solares, de forma que
puede superar la insolación.
Foto 5: Vista lateral y apical, de una concha de
caracol gitano.
Foto 3: Ejemplar de caracol gitano.
Características:
El caracol gitano adulto puede alcanzar de 15 a
25 mm de diámetro (media de 20 individuos: 20,6
mm) y de 13 a 21 mm de altura (media de 17,3 mm).
La concha muy calcificada es opaca, de color
blanco, muy sólida y gruesa, a veces con tonalidades
rojizas o grisáceas. Los ejemplares adultos poseen
un reborde en el peristoma (margen de la boca) que
oblitera el ombligo, mientras que los jóvenes e
inmaduros mantienen el ombligo abierto (foto 4).
Anatomía de los órganos genitales:
Como la mayoría de los gasterópodos, el
caracol gitano es hermafrodita. El pene es grueso
con un cecum penial corto y romo, el epifalo es un
tubo cilíndrico largo y delgado y el flagelo es largo.
La vagina es muy corta y delgada, el pedúnculo
alcanza la mitad de la bolsa copulatriz, los
divertículos son cortos y gruesos y la bolsa
copulatriz está rodeada de vesículas.
Hábitat:
El caracol gitano está adaptado a vivir en
zonas de matorral, en claros del bosque y,
sobretodo, en zonas áridas, pedregosas, con escasa
vegetación, pero bien soleadas y sobre suelos
calizos. Tiene más resistencia a condiciones
extremas de temperatura y desecación que otras
especies de caracoles, por lo que ocupa un nicho
ecológico que otros caracoles no soportan. Se
distribuyen desde el nivel del mar hasta llegar a los
1100 metros de altitud, siguiendo el curso de los
ríos.
Foto 6: Grupo de caracol gitano.
El caracol gitano puede soportar temperaturas
de 60ºC sobre la piedra, ya que se apoya en pocos
puntos y deja fluir una corriente de aire entre la
concha y la roca. Así, en la última vuelta no se
superan los 56ºC y en la parte apical los 50ºC. El
caracol se retrae a la parte superior y deja una capa
de aire en la parte inferior. Además, la concha
blanca refleja el 95% de la radiación solar.
para soportar mejor el frío (hibernación). Sin
embargo, en verano se acostumbran a subirse a las
plantas para evitar el contacto con las piedras que
suelen calentarse (estivación). El caracol gitano
puede permanecer varios años de inactividad. Desde
marzo a mayo y en octubre son los periodos de
mayor actividad, que coinciden con épocas de lluvia
y de noches húmedas.
Se ha comprobado experimentalmente que
durante los periodos de inactividad el caracol gitano
pierde peso. Como cabría esperar, los meses de
mayor actividad (octubre y marzo) en que los
caracoles comen copiosamente, alcanzan su mayor
peso, una media de 4 gramos en los adultos, que va
disminuyendo progresivamente en los meses
siguientes, hasta llegar a tener actividad. Si por
alguna circunstancia, como puede ser el cambio
climático o el calentamiento global, se prolongara la
hibernación o la estivación más tiempo de preciso,
se produciría una pérdida de la masa corporal que
podría influir en una menor tasa de reproducción y
en la bajada de la supervivencia. Todo ello
conllevaría a una disminución de la población y, en
algunas zonas más áridas y extremas, a la extinción
de la población.
Foto 8: Dos ejemplares de caracol gitano en Irta.
Foto 7: Dos ejemplares de caracol gitano en Irta.
La alimentación del caracol gitano es a base de
líquenes, pequeñas plantas y algas, que ingiere por la
noche, aprovechando la humedad del rocío sobre las
piedras.
El caracol gitano manifiesta dos periodos de
actividad a lo largo de su ciclo de vida, así en
invierno y en verano pasa por periodos de
inactividad, en que el animal se retrae en su concha.
En invierno los ejemplares inmaduros se quedan a la
intemperie, expuestos al sol, mientras que los
adultos suelen enterrarse o semienterrarse en la tierra
La adherencia al sustrato del caracol gitano es
más frecuente en los meses cálidos, lo que permite
evitar las pérdidas de agua por evapotranspiración,
ya que favorece el cierre hermético de la abertura,
por donde se pierde agua durante la respiración. De
este modo, en verano la adherencia al sustrato se
considera que responde a una estrategia del caracol
para ahorrar humedad.
Durante la primavera, de abril a mayo, el
caracol gitano tiende a adherirse con mayor
frecuencia sobre las rocas y en los meses más
cálidos, de junio a septiembre, lo hace sobre las
hojas de las plantas que lo rodean, subiendo por el
tronco de los matorrales. Este comportamiento es
frecuente en muchas especies de caracoles, ya que
les permite disminuir la pérdida de agua, debido a
que la temperatura ambiente a unos centímetros del
suelo está unos grados más baja que sobre la
superficie pétrea. Por el contrario, en otoño e
invierno tienen tendencia a adherirse sobre la tierra.
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