A CONOCER LAS PECULIARIDADES DE LA CIUDAD. La coexistencia en el mismo vecindario de las diversas culturas, etnias, lenguas y religiones que caracteriza a las ciudades actuales implica desafíos importantes para el Evangelio. No obstante, también provee magníficas oportunidades para su proclamación. El ejemplo de Pablo en Corinto nos invita a adaptarnos a todos (sin transigir en nuestros principios), de forma que podamos así ganarlos para Cristo. — A los judíos y prosélitos les predicaba en la sinagoga. — A los incrédulos les predicaba en su trabajo, en la calle y por las casas. — Reunía a los creyentes en hogares-iglesia. — Instruía a los nuevos creyentes para que pudieran dirigir el grupo. — Una vez establecida firmemente la iglesia, marchó a otro campo. B ESCUCHAR EL CLAMOR DE LA CIUDAD. Si solamente predicamos el Evangelio, sin mostrar misericordia activa por las personas, nuestra predicación puede ser en vano. Muy pocos serán alcanzados por nuestro mensaje. Cuando seamos la mano de Dios que responde la oración del necesitado, las personas estarán preparadas para escuchar el mensaje de salvación eterna. Job 24:12. C PREPARAR EL TERRENO. ¿Cómo podemos asegurarnos de sembrar en buena tierra? Haciendo que toda la tierra sea buena. El Espíritu Santo reparte dones a cada miembro de la iglesia. Se han de emplear métodos en los que estos diversos dones puedan actuar conjuntamente para preparar el terreno. D HACER GRUPOS PEQUEÑOS. Para alcanzar a la población secular e individualista de la ciudad es necesario crear vínculos personales. Vínculos de amor tanto entre nosotros (Juan 15:12) como con aquellos a los que queremos alcanzar. Una forma muy efectiva de crear y hacer crecer estos vínculos personales es a través de grupos pequeños. En estos grupos, las personas se pueden identificar mejor entre ellos y crear fuertes vínculos de amistad. También están más abiertos a presentar sus necesidades y permitir recibir nuestra ayuda. Siempre que se pueda, los miembros de iglesia deberían reunirse entre semana en grupos pequeños donde fueran invitados a participar amigos y vecinos. E ALCANZAR A TODOS. El llamado a predicar en las ciudades para alcanzar a todos sus moradores no es una opción, es un imperativo. Dios, en su misericordia, está esperando a que su pueblo realice el último llamado al arrepentimiento para que todos tengan la opción de alcanzar la salvación (2P. 3:9; 1Tim. 2:4).