la atención y la concentración

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TEMA VI
LA ATENCIÓN Y LA CONCENTRACIÓN EN EL DEPORTE
Aun cuando históricamente no han gozado del interés investigador de otros
procesos psicológicos, la atención y la concentración son consideradas por la
mayoría de los expertos como dos de las variables psicológicas más importantes
e influyentes en el logro del éxito deportivo. De hecho, cualquier atleta,
entrenador, profesor de educación física o psicólogo del deporte sabe que, en
más ocasiones de las que sería de desear, la victoria o la derrota en una
determinada competición dependen de algo tan natural y fortuito como es una
pequeña falta de atención. Incluso en eventos deportivos de varios días de
duración, una breve pérdida de concentración puede echar por tierra todo el
trabajo realizado con anterioridad y afectar seriamente al resultado final de la
prueba. El deportista, explican Guallar y Pons (1994), puede estar muy bien
preparado física y técnicamente para afrontar la competición, incluso puede
presentar unos niveles óptimos de motivación, sin embargo, si no es capaz de
centrarse y mantener la concentración a lo largo de toda la prueba, los
resultados no serán nunca todo lo buenos que podrían llegar a ser.
En efecto, cuando un deportista tiene una buena preparación física y sus
habilidades técnicas y tácticas son aceptables, el hecho de conocer y dominar
los procesos atencionales no sólo le facilita la ejecución de la tarea sino que,
además, la probabilidad de que se produzca el éxito deportivo se incrementa
notablemente. Por decirlo con otras palabras, sólo cuando el atleta consigue
focalizar y mantener la atención en los estímulos realmente importantes de la
tarea, sólo cuando es capaz de alejar los pensamientos negativos de su mente y
evitar cualquier otra forma de distracción, sólo entonces se puede hablar
legítimamente de aprovechamiento de los recursos y de optimización del
rendimiento. De hecho, todos los estudiosos del deporte saben que los mejores
niveles de ejecución se consiguen cuando el deportista atiende a lo que hay que
atender y logra situarse en una <<zona>> de activación óptima, una zona en la
que la atención está totalmente dirigida al proceso de ejecución y a nada más.
Por este motivo, y siguiendo a Dosil, diremos que “el control de la atención y la
concentración debe ser uno de los objetivos a tener en cuenta en cualquier
programa de entrenamiento psicológico y una habilidad que deberán
perfeccionar tanto los deportistas como los entrenadores” (2004, p. 177).
Atención y concentración en el deporte
6.1.- DEFINICIÓN DE ATENCIÓN Y DE CONCENTRACIÓN
A pesar de no haber contado con un desarrollo demasiado fructífero en lo
que a modelos explicativos se refiere, el estudio de la atención ha sido uno de
los temas que históricamente ha suscitado mayor interés y debate entre los
investigadores y profesionales de la Psicología del Deporte. El hecho de que el
deportista esté sometido a un flujo de información tan continuo y abundante
que, en ocasiones, llega a desbordar su capacidad de procesamiento, no ha
pasado desapercibido para los psicólogos del deporte, que, desde posiciones
teóricas muy diferentes, se han marcado como objetivo prioritario ayudar al
atleta a dirigir sus recursos atencionales sobre algunos aspectos concretos de la
tarea y a prescindir de otros, o bien, a repartir dichos recursos de un modo
óptimo entre dos o más tareas. Por decirlo con otras palabras, habida cuenta de
la enorme importancia que han demostrado tener los procesos atencionales en el
logro del éxito deportivo, los profesionales de la Psicología se han propuesto
ayudar a los deportistas a mejorar su atención y su concentración, tanto en las
situaciones de entrenamiento como en las de competición.
Sin embargo, a pesar de tan loable y meritorio propósito, lo cierto es que
los expertos no acaban de ponerse de acuerdo ni en la definición de los
términos, ni en la evaluación de las capacidades, ni en las estrategias a utilizar.
De hecho, aun siendo atención y concentración dos conceptos sobradamente
conocidos y utilizados en el ámbito de la actividad física y el deporte, todavía
no se ha logrado un consenso entre investigadores sobre cómo definirlos y
diferenciarlos, siendo necesario aludir a varios modelos teóricos para dar una
explicación razonablemente plausible al fenómeno atencional. A saber:
a) Perspectiva cognitiva. Es, actualmente, la perspectiva más utilizada
para explicar el fenómeno atencional en el ámbito de la educación física y del
deporte. Basada en el estudio del procesamiento de la información, esta
perspectiva defiende la idea de que el atleta recibe una considerable cantidad de
mensajes del entorno en el que desarrolla su actividad, mensajes que han de ser
filtrados y procesados para poder dar una respuesta verdaderamente efectiva a
las demandas situacionales. De Vega, en su obra Introducción a la Psicología
Cognitiva (1994), nos resume los tres aspectos de la atención que más se han
estudiado desde esta valiosa perspectiva:
• La selección estimular. Tanto para las ciencias del deporte como para el
sentido común, la atención es la variable psicológica que permite al
individuo sincronizar sus procesos mentales con una fracción del flujo de
279
Atención y concentración en el deporte
estímulos que recibe a cada instante. Esta idea, fundamental en la teoría del
procesamiento de la información, ha suscitado el interés y la curiosidad de
muchos de los investigadores que desarrollan su cometido en el ámbito de
la actividad física y del deporte, que, alentados por las múltiples evidencias,
han comenzado a considerar la atención como un auténtico “filtro
estimular”. En efecto, autores tan prestigiosos como Landers (1981),
Boutcher (1992) o Abernethy (2001) refrendan esta idea y sostienen que,
gracias a la atención, el atleta puede seleccionar y procesar la información
más relevante de todos los mensajes concurrentes, mientras que el resto de
la información (eventualmente irrelevante) queda atenuada y recibe un
procesamiento mínimo o nulo. De hecho, por poco que pensemos en ello,
habremos de reconocer que el deportista no es un mero receptor de
información, sino que sus procesos atencionales le permiten dictaminar en
cada momento qué mensajes del entorno son valiosos y requieren una
elaboración cognitiva. La atención, por tanto, ha de ser entendida como un
mecanismo de control activo que permite al procesador una toma de
posición ante los estímulos percibidos, estímulos que serán seleccionados y
procesados -o no- según su validez y conveniencia para la ejecución de la
tarea (De Vega, 1994).
• La capacidad limitada. Además del carácter selectivo, hay un segundo
aspecto de la atención que por su importancia y sus derivaciones prácticas
es necesario subrayar: se trata de un mecanismo de capacidad limitada, una
restrictiva circunstancia que sin duda explica la enorme dificultad que
encontramos para realizar dos o más tareas al mismo tiempo. En efecto, la
experiencia demuestra sobradamente que no es posible ejecutar de forma
eficaz dos tareas complejas a la vez; y que cuando se intenta perpetrar tal
proeza, nuestros limitados recursos atencionales deben repartirse entre ellas,
produciéndose múltiples interferencias y una considerable merma del
rendimiento. Además, no podemos olvidar que este categórico aspecto de la
atención se complementa con el anterior, pues a medida que el atleta
convierte en automáticas ciertas destrezas, deja de prestar atención a las
mismas, pudiendo utilizar el esfuerzo atencional para otras situaciones que
lo requieran. En concreto, los trabajos de Gónzález (2003) sobre la atención
y el rendimiento deportivo acreditan sobradamente esta idea, pudiéndose
concluir que los atletas que poseen mayor nivel de destreza deportiva tienen
mayor capacidad para atender a más estímulos al mismo tiempo.
• El estado de activación/alerta. Otro aspecto que por su interés y sus
repercusiones merece la pena destacar en este apartado es que la atención
debe ser considerada como un mecanismo endógeno de alerta, es decir,
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Atención y concentración en el deporte
como una especie de terminal que nos revela la disposición general del
organismo para procesar la información proveniente del entorno en un
momento dado. Para comprender la importancia que este estado de alerta
tiene en el procesamiento de los estímulos basta con comparar las enormes
diferencias en cuanto a capacidad de respuesta que existen entre un sujeto
dormido (bajo nivel de alerta) y un sujeto despierto (alto nivel de alerta).
Cuando el nivel de alerta es elevado, el sujeto es capaz de responder a gran
variedad de estímulos y ejecutar multitud de tareas que requieren
habilidades, por el contrario, cuando el nivel de alerta es bajo, su conducta
tiende a ser más torpe, descuidada y poco eficaz. Pero aún hay más, los
trabajos de Landers (1981), Kremer y Scully (1994) y Boutcher (2002)
también han demostrado que el nivel de atención de un deportista
disminuye de forma progresiva a medida que su nivel de activación se
incrementa. Esto quiere decir que, tanto si el nivel de activación es bajo
como si es alto, las repercusiones en el rendimiento serán negativas (con un
nivel de activación bajo se atiende a demasiados estímulos, incluyendo los
que no son relevantes; con un nivel de activación alto se atiende a muy
pocos estímulos, por lo que pueden excluirse algunos elementos esenciales
para la tarea). Por todo ello, habremos de concluir que existe una relación
directa entre el estado de activación/alerta del deportista y su atención.
MODELOS DE FILTRO
Broadbent (1958)
Modelo de filtro rígido
Treisman (1969)
Modelo de filtro
atenuado
A la hora de procesar información, la mente ha de ser
considerada como una terminal de capacidad limitada
que sólo puede procesar un mensaje cada vez.
Aunque la atención se distribuye entre todos los
mensajes, el relevante recibe un tratamiento especial,
ya que traspasa el filtro con la máxima intensidad,
mientras que el resto de los mensajes son atenuados
para no sobrecargar el mecanismo de procesamiento.
La selección de
información visual
Aunque la selección de información se da tanto ante
estímulos auditivos como visuales, en los visuales el
sujeto no se ve forzado a filtrar uno de los mensajes.
Modelos de filtro
postcategorial
Para decidir qué mensaje es relevante hay que analizar
toda la información, luego hay que situar el filtro
atencional en los estadios finales del procesamiento.
Fuente: De Vega (1994)
281
Atención y concentración en el deporte
b) Perspectiva social. Tomando como punto de partida la incuestionable
relación existente entre el nivel de atención y el rendimiento deportivo, esta
perspectiva centra su interés en el estudio de los estímulos distractores que
pueden perturbar la atención y en la observación de las diferencias individuales
que pueden condicionar la efectividad de la misma. Para este sugerente enfoque,
en materia de atención, tan importante es saber concentrarse en la tarea como
conseguir controlar la desatención, esto es, evitar las distracciones consistentes
en dirigir la atención hacia otras cuestiones que no son la tarea o hacia aspectos
irrelevantes de la misma. A saber:
• Las distracciones. En general, los errores de ejecución que tienen lugar
en el ámbito deportivo suelen ser el resultado de una inoportuna pérdida de
la concentración o del mantenimiento de un foco atencional inapropiado.
Esto quiere decir que, a pesar de toda su destreza y toda su experiencia, en
determinadas circunstancias los deportistas no son capaces de centrar su
atención en las señales relevantes de la tarea, sino que más bien, como
señalan Weinberg & Gould, “se distraen con otros pensamientos, sucesos y
emociones” (1996, p. 391). Imaginemos, por ejemplo, un jugador de
baloncesto que tiene que lanzar tiros libres en los últimos segundos del
partido que está disputando. En teoría, ha de ser capaz de aislarse de todos
los estímulos ambientales que puedan distraer su atención y centrarse
únicamente en dos estímulos: el aro de la canasta y el balón. Sin embargo,
su mente le juega una mala pasada y comienza a pensar obsesivamente en
los silbidos del público presente en las gradas, en el cansancio físico que
acumula y/o en la posibilidad de fallar, perdiendo la concentración en la
tarea y aumentando así la probabilidad de errar los lanzamientos. En este
sentido, Boutcher (2002) cita varios trabajos que demuestran que la
presencia de espectadores y medios de comunicación en la situación
deportiva incrementa las posibilidades de distracción del atleta, dificultando
considerablemente la ejecución de la tarea.
• Diferencias individuales. Otro aspecto de la atención que históricamente
ha despertado el interés de los investigadores que respaldan este enfoque es
la existencia de estilos atencionales individuales. De hecho, en materia de
atención, cada deportista tiene su propio estilo y cada deporte requiere de
ciertos estilos determinados, además de cierta habilidad para cambiar de un
estilo de atención a otro cuando las circunstancias del juego así lo requieran.
Los trabajos más conocidos sobre este tema son los de Nideffer (1976), un
psicólogo norteamericano que a partir del estudio de las dos dimensiones
básicas de la atención, la amplitud (cantidad de información a la que se
atiende) y la dirección (fuente hacia la que se dirige el foco atencional), fue
282
Atención y concentración en el deporte
capaz de elaborar una teoría plausible sobre los estilos atencionales, una
teoría que, con el paso de los años, se ha convertido en el principal referente
a la hora de explicar las diferencias individuales en el ámbito del deporte, al
menos en lo que a los procesos atencionales se refiere.
CARACTERÍSTICAS DEL FENÓMENO ATENCIONAL
Nideffer
(1976)
Teoría de la
Detección de
Señales
Teoría de las
Habilidades
Atencionales
• Igual que hay diferencias fisiológicas y/o intelectuales entre las
personas, también las hay en sus habilidades atencionales.
• Todas las personas tienen algún estilo atencional más fortalecido,
preferido o dominante que los demás.
• El nivel de activación del deportista influye en su capacidad para
cambiar el foco de atención.
• Cuando el nivel de activación aumenta, el deportista se hace más
dependiente de su estilo atencional dominante, sea idóneo o no.
• Cuando el nivel de activación sobrepasa un determinado umbral,
el atleta entra en el pánico y pierde el control sobre su atención.
• Las habilidades atencionales pueden ser conceptualizadas como
existiendo a través de un continuo estado-rasgo.
• La mayoría de las personas que poseen una buena capacidad
atencional tienen un buen equilibrio en sus habilidades
atencionales.
Fuente: Guallar y Pons (1994)
c) Perspectiva psicofisiológica. Con un discurso mucho más funcional
que el mantenido por los enfoques cognitivo y social, esta perspectiva sostiene
que existen variaciones tan significativas en los indicadores psicofisiológicos de
los deportistas en diferentes momentos y en diferentes situaciones que,
atendiendo a los valores registrados, se puede establecer el grado de atención
con el que afrontan la tarea. De hecho, han sido numerosos los autores (Landers
et als., 1980; Hatfield, Landers y Ray, 1984; Wang y Landers, 1988, Boutcher y
Zinsser, 1990; Landers et als., 1994; etc.) que utilizando indicadores
psicofisiológicos como el electroencefalograma (EEG), los potenciales de
respuestas evocadas o la tasa cardiaca han estudiado los fenómenos atencionales
y su relación con la ejecución deportiva, probando que existen importantes
diferencias entre los deportistas de alto rendimiento y los deportistas de
iniciación.
283
Atención y concentración en el deporte
INVESTIGACIONES PSICOFISIOLÓGICAS
Hatfield, Landers
& Ray (1984)
Examinaron la actividad cerebral en tiradores de élite mientras
tiraban y ejecutaban tareas de series mentales, llegando a la
conclusión de que estos atletas poseían una capacidad de
atención tan grande que podían reducir todas las actividades
mentales conscientes innecesarias para la ejecución de la tarea.
Landers et als.
(1980)
Encontraron una significativa deceleración del ritmo cardíaco
en tiradores de élite justo antes de apretar el gatillo.
Wang & Landers
(1988)
Analizaron la tasa cardíaca en arqueros mientras tiraban,
observando una importante deceleración del ritmo cardíaco en
el momento del tiro, mayor en los arqueros experimentados
que en los que no lo eran.
Boutcher y
Zinsser (1990)
Observaron una significativa deceleración de la tasa cardiaca
en golfistas principiantes y de élite al golpear la bola, aunque
esta deceleración era mucho más pronunciada en estos últimos.
Fuente: Guallar y Pons (1994)
Puesto esto de relieve, y aun sabiendo que es imposible satisfacer los
intereses y exigencias de todos y cada uno de los enfoques examinados, nos
encontramos ya en condiciones de dar una definición de atención y de
concentración que, con todas sus limitaciones, al menos tiene la virtud de ser
sencilla y operativa. A saber:
•
Atención: proceso psicológico que permite al individuo establecer contacto
con los estímulos más relevantes de la situación en el momento presente,
omitiendo o eliminando aquellos otros que no son importantes o no hacen al
caso (excepto cuando la situación, como indica Dosil (2004, p. 178),
“reclame interactuar con el pasado o con el futuro -retrospectiva o
prospectivamente-“).
•
Concentración: focalización y mantenimiento de la atención en la
realización de una tarea concreta durante un período de tiempo determinado
(el que requiera la ejecución correcta de la tarea).
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Atención y concentración en el deporte
6.2.- TEORÍAS EXPLICATIVAS DE LA ATENCIÓN EN EL DEPORTE
La extraordinaria importancia que los entrenadores, técnicos y deportistas
atribuyen a los procesos atencionales ha hecho que con frecuencia se olvide que
la atención y la concentración no han gozado, lamentablemente, del interés
investigador de otras variables psicológicas. Es más, como oportunamente
puntualiza Williams (1991), apenas si se ha abordado conceptualmente su
estudio y en la práctica son poco numerosos los entrenamientos cuyo objetivo
sea enseñar a los deportistas a concentrarse con la mayor eficacia. Tanto es así
que, hasta la fecha, sólo dos modelos teóricos han podido resistir el rigor de la
ciencia y el paso del tiempo sin salir malparados: la Teoría de los Estilos
Atencionales de Nideffer (1976) y el Modelo Integral de la Atención de
Boutcher (2002), dos modelos a los que habremos de añadir una novedosa
propuesta de Dosil (2004) sobre el fenómeno atencional en el ámbito deportivo:
el Modelo Explicativo del Proceso Atencional. A continuación pasamos a
detallar algunos de los aspectos más relevantes de estos tres significativos
modelos.
6.2.1.- Teoría de los Estilos Atencionales
La teoría de los estilos atencionales ha sido, hasta la fecha, el modelo
explicativo sobre la atención que más se ha utilizado en el ámbito de la
Psicología del Deporte. De hecho, es difícil encontrar un manual, libro o
artículo especializado sobre la atención que no haga referencia a este modelo
teórico o que no aluda a su autor y a sus investigaciones. Ideada y propuesta por
Robert Nideffer en 1976, la teoría de los estilos atencionales sostiene que la
ejecución deportiva está estrechamente relacionada con el estilo o foco
atencional del deportista, y que, por eso mismo, si somos capaces de identificar
cuál es realmente ese particular estilo, resultará mucho más fácil entender y
predecir el resultado de la ejecución en una gran variedad de situaciones. Para
Nideffer (1976), igual que hay diferencias fisiológicas o intelectuales entre las
personas, también las hay en lo referente a sus habilidades atencionales,
habilidades que si se desarrollan de forma conveniente pueden ayudar al
individuo a hacer frente en cada momento a las diferentes exigencias de su
especialidad deportiva.
La primera publicación sobre los estilos atencionales la encontramos en la
obra titulada The inner athlete (1976), una obra escrita para entrenadores y
deportistas en la que, además de detallar y definir las demandas atencionales
que se les hacían a los atletas en infinidad de situaciones competitivas, Nideffer
285
Atención y concentración en el deporte
comienza a diferenciar las dos dimensiones básicas de la atención: la amplitud
(amplia-reducida) y la dirección (externa-interna). En concreto, la amplitud
hace referencia a la extensión del campo atencional, es decir, a la mayor o
menor cantidad de información que el deportista debe procesar en un momento
determinado. Si el campo atencional es amplio, el deportista estará atendiendo a
una gran variedad de estímulos al mismo tiempo; si, por el contrario, el campo
atencional es reducido, este mismo deportista estará focalizando su atención en
unos pocos, aunque cruciales, estímulos. Por suerte, ambos campos –amplio y
reducido- son complementarios y se suelen compensar, aunque, como señala
Dosil (2004), la utilización de uno u otro depende de las características
personales y de las exigencias concretas de la situación.
La dirección, por su parte, establece y precisa el lugar hacia donde se
orienta el foco de atención. Si el foco de atención se dirige hacia el exterior, es
decir, hacia los estímulos ambientales –el público, la climatología, los medios
de comunicación, etc.-, se habla de foco atencional externo; si, por el contrario,
la atención se focaliza en uno mismo, en las propias sensaciones, pensamientos
y/o emociones, entonces se habla de foco atencional interno. Cabe significar
que, igual que sucedía en el caso anterior, ambos focos –externo e interno- se
complementan y su utilización concierne tanto a las características individuales
como a los requerimientos de la situación.
Pero aún hay más. La combinación de estas dos dimensiones bipolares,
amplitud y dirección, da lugar a cuatro estilos atencionales diferentes, cuatro
estilos que representan la forma concreta en que los deportistas atienden a los
principales estímulos de su entorno: el estilo “amplio-externo”, utilizado para
evaluar con rapidez la situación a partir del procesamiento de gran cantidad de
información; el estilo “amplio-interno”, utilizado para analizar y planificar la
situación a partir del análisis selectivo de la información recibida y de esquemas
de juego interiorizados; el estilo “reducido-externo”, utilizado para preparar la
actuación mediante la focalización de la atención en un objeto concreto o en una
situación externa determinada; y el estilo “reducido-interno”, utilizado para
preparar la ejecución deportiva mediante el ensayo mental de la actuación.
Aunque, si hemos de ser sinceros, suele ser la modalidad deportiva la que, por
su particular idiosincrasia, hace que los deportistas desarrollen unos estilos más
que otros e, inconscientemente, los utilicen de una forma abierta y recurrente.
En cualquier caso, no hay que esforzarse demasiado para darse cuenta de
que cada deportista tiene un estilo atencional dominante, un estilo que,
dependiendo de la modalidad deportiva que practique y de la situación concreta
en la que se encuentre, habrá de ser revisado y entrenado para poder afrontar
286
Atención y concentración en el deporte
con garantías las múltiples exigencias que plantea la práctica del deporte. El
estilo “amplio-externo”, por ejemplo, es el más adecuado para realizar una
evaluación rápida y expeditiva del contexto deportivo, ya que, como señalan
Guallar y Pons, “permite una lectura rápida del medio y la valoración de
información externa válida para el juego” (1994, p. 215). El estilo “ampliointerno”, por el contrario, facilita el análisis de la situación, la planificación de
esquemas de actuación, la revisión de la información pasada y la toma de
decisiones sobre las acciones futuras. El estilo “reducido-interno”, por su parte,
es el más apropiado para la preparación de la ejecución y para el ensayo mental,
ya que permite al deportista revisar sus variables psicológicas, repasar
mentalmente un determinado movimiento y/o centrarse mentalmente. Por
último, el estilo “reducido-externo” proporciona la posibilidad de centrarse en
el objeto, o en la propia situación, para ejecutar el golpe o jugada que
previamente se había planeado.
Así las cosas, parece razonable pensar que si un deportista quiere optimizar
al máximo su rendimiento ha de ser capaz de cambiar rápida y eficazmente de
un foco atencional a otro, identificando las señales verdaderamente importantes
y eliminando todos aquellos distractores que pueden afectar de forma negativa a
la ejecución. De hecho, recuerda Nideffer (1976), para que un atleta pueda
ejecutar con ciertas garantías su disciplina deportiva, primero, ha de ser capaz
de desarrollar los cuatro estilos atencionales de forma conveniente y, segundo,
debe aprender a utilizarlos cuándo y cómo realmente interesa. Guallar y Pons,
refiriéndose a un hipotético jugador de tenis, nos describen con detalle este
dinámico proceso:
“Antes de un partido, el deportista desarrolla un foco de atención
“amplio-interno” que le permite analizar y planificar su juego,
recuerda algunas cosas sobre su oponente, su forma de jugar, su
fuerza y sus debilidades. Mentalmente compara el juego del oponente
con el suyo y decide una estrategia general para el partido. Una vez
empieza el partido, los estilos atencionales cambian rápidamente. El
jugador se prepara para servir y para ello desarrolla un foco de
atención “amplio-externo”, esto le permite observar a su oponente y
tener conciencia de cualquier factor externo (por ejemplo el viento)
que pueda afectar al juego. Entonces cambia a un foco de atención
“amplio-interno” para tomar una decisión acerca del punto en
particular (dónde servir, dónde colocarse…). Una vez ha decidido
sobre el punto se prepara para servir, entonces, normalmente, los
mejores jugadores de tenis cambian a un foco atencional “reducidointerno”, lo cual les permite observar y ajustar sus niveles de tensión
287
Atención y concentración en el deporte
para poder controlar la pelota. Cuando este ajuste se ha realizado, la
atención se dirige nuevamente al exterior, pero esta vez sobre un
estímulo concreto, la pelota, es decir, que desarrollan un foco
“reducido-externo” y este foco se mantiene hasta que se ha realizado
el contacto con la pelota” (1994, pp. 216-217).
Todo sugiere, pues, que para poder entender los procesos atencionales en el
ámbito del deporte han de tenerse en cuenta tanto las demandas específicas de la
modalidad practicada como la propia capacidad del deportista para desarrollar
los estilos de atención, dos diferentes realidades, la situacional y la subjetiva,
que conectan e interaccionan, condicionando en gran medida la inmediatez y la
calidad de la ejecución. Como acertadamente señalan De Diego y Sagredo
(1992), el desarrollo atencional óptimo pasa indefectiblemente por el control de
las propias habilidades atencionales, habilidades que el atleta ha de saber
adecuar a las diferentes exigencias de la modalidad deportiva que practica.
Reducida
AMPLITUD
Amplia
DIRECCIÓN
Externa
Interna
AMPLIA-EXTERNA
- Evaluar la situación con rapidez.
- Tipo de atención requerido por las
situaciones deportivas que precisan
la percepción de una gran variedad
de señales externas al mismo tiempo
para poder responder.
AMPLIA-INTERNA
- Analizar y planificar la situación.
- Tipo de atención requerido por las
situaciones deportivas que precisan
información proveniente de la
memoria a largo plazo y de los
sentimientos inmediatos (tensión,
autoconfianza, etc.).
REDUCIDA-EXTERNA
- Actuar mediante la focalización de
la atención en un objeto o situación
externa.
- Tipo de atención requerido por las
situaciones deportivas que precisan
centrase en el objeto o la situación
para ejecutar la jugada planificada.
REDUCIDA-INTERNA
- Preparar la ejecución mediante el
ensayo mental y/o el control del
arousal u otro estado emocional.
- Tipo de atención requerido por las
situaciones deportivas que precisan
ensayar mentalmente y de forma
sistemática la ejecución planeada.
Fuente: Dosil (2004) y Guallar y Pons (1994)
288
Atención y concentración en el deporte
6.2.2.- El Modelo Integral de la Atención
Partiendo del supuesto de que la atención no es sino un proceso
multifactorial que puede ser evaluado indistintamente a través de cuestionarios,
análisis observacionales e indicadores psicofisiológicos, el Modelo Integral de
la Atención trata de conciliar las tres perspectivas teóricas -psicofisiológica,
cognitiva y social- que más repercusión han tenido en las últimas décadas a la
hora de explicar de una forma plausible el fenómeno atencional, formulando un
marco teórico que, según los expertos, puede ayudar al investigador a entender
mucho mejor el proceso atencional, su precaria duración y su particular relación
con el rendimiento deportivo.
Propuesto por Boutcher en 1992, este modelo defiende que a la hora de
investigar la relación existente entre la atención y la ejecución deportiva deben
tenerse en cuenta, además de la capacidad de concentración del sujeto, también
otros factores, tanto de índole personal como situacional. En concreto,
Boutcher destaca la importancia y la influencia de tres de estos factores: las
diferencias individuales, las influencias ambientales y los cambios en el nivel de
arousal, tres factores que, en su opinión, condicionan y determinan el nivel de
atención del deportista, afectando, por consiguiente, al resultado de la
ejecución.
Un ejemplo clásico que confirma esta dinámica interacción de factores
señalada por Boutcher, lo tenemos en el jugador de golf que, tras varias horas
de esfuerzo, ha de enfrentarse a un hoyo trascendental para el resultado final del
torneo. En esa situación, probablemente percibida como decisiva, la imperiosa
necesidad de ejecutar de forma correcta la tarea puede provocar un considerable
incremento del arousal y de la ansiedad en el deportista, lo que, a su vez, puede
acarrear una importante reducción de su capacidad atencional. Además, este
inesperado incremento de la ansiedad suele ir acompañado de pensamientos
negativos, que hacen que el jugador dirija la atención hacia estímulos
irrelevantes para la ejecución y responda a las demandas situacionales con un
patrón de procesamiento controlado en lugar de automático.
Esta visión multidimensional de la atención es apoyada desde otros
trabajos (Abernethy, Summers y Ford, 1998; Abernethy, 2001) y constituye la
base en la que se sustentan algunos de los modelos teóricos actuales, modelos
que permiten seguir avanzando en el conocimiento de una variable psicológica
poco desarrollada todavía. En el cuadro siguiente se describe el Modelo Integral
de la Atención propuesto por Boutcher (1992, 2002):
289
Atención y concentración en el deporte
MODELO INTEGRAL DE LA ATENCIÓN DE BOUTCHER
Influencias
Internas/Externas
Proceso Atencional
durante la ejecución
Respuestas
Observadas
- Estado facial
Capacidades
Básicas
Procesamiento
controlado
- Fijar mirada
- Auto-informe
Demandas de
la actividad
Estado
Emocional
Arousal
Activación
-Conducta
- Respuesta
biológica
- Ejecución
Factores
ambientales
Procesamiento
automático
- Muestreo de
pensamiento
Fuente: Boutcher (2002)
Según Boutcher, cuando el deportista realiza una tarea que requiere la
utilización de la atención se ve influenciado por tres tipos de factores: los de
índole personal (capacidad, intereses, metas), los específicos de la actividad y
los ambientales, factores que determinan su nivel de activación (arousal). Una
vez establecido el nivel de activación, comienza la segunda secuencia del
modelo, secuencia en la que el sujeto tiene que enfrentarse a la ejecución de la
tarea tratando de optimizar dicho nivel mediante un procesamiento de la
información controlado, automático o una combinación de ambos (depende de
la naturaleza de la tarea). Si el deportista consigue acertar con el procesamiento
adecuado para esa situación, podremos hablar de un <<estado de atención
óptimo>>, estado que, lógicamente, podrá verse alterado por factores internos o
externos. Por último, Boutcher presenta algunas respuestas del deportista cuya
observación puede ayudar a medir los procesamientos controlado y automático:
los gestos de la cara, la fijación de la mirada, los autoinformes (más útiles para
el procesamiento controlado) y, por otra parte, el comportamiento, las
respuestas biológicas y las emociones/sensaciones vividas durante la ejecución
(asociadas, generalmente, al procesamiento automático).
290
Atención y concentración en el deporte
6.2.3.- Modelo Explicativo del Proceso Atencional
Argumentando que existe la imperiosa necesidad de crear nuevos modelos
explicativos que complementen las dos teorías anteriormente expuestas y que
permitan seguir avanzando en el conocimiento de una variable todavía
desconocida en muchos aspectos, Dosil (2004) presenta una novedosa propuesta
explicativa del proceso de atención en el ámbito de la actividad física y del
deporte. Partiendo de la premisa de que en la interacción del deportista con cada
situación específica se producen una serie de pasos que van desde la percepción
inicial hasta la concentración en la tarea, este profesor de la Universidad de
Vigo trata de profundizar en el estudio de la atención y de la concentración
buscando una mayor aplicabilidad a ámbitos concretos del deporte.
Según el modelo explicativo propuesto por Dosil, lo primero que hace el
deportista en una determinada situación es analizar, mediante los sentidos, lo
que sucede a su alrededor, es decir, examinar y evaluar todos aquellos estímulos
con los que entra en contacto a través de la percepción. En un segundo
momento, y debido al elevado número de estímulos percibidos tanto consciente
como inconscientemente, procede a la selección de aquellos que considera más
relevantes para el correcto desarrollo de su actividad deportiva, procurando
tenerlos presentes en todo momento. Por último, se esfuerza por mantener la
atención focalizada en esta selección de estímulos durante un determinado
período de tiempo y, en caso de lograrlo, se puede hablar ya de concentración.
Hasta aquí, poco o nada nuevo parece aportar el modelo atencional de
Dosil. Sin embargo, la categorización que posteriormente lleva a cabo al
estudiar los diferentes tipos de estímulos que pueden ser percibidos por el
deportista en una determinada situación, una categorización que habremos de
considerar mucho más descriptiva que dinámica, sí que constituye una valiosa
aportación al estudio y la comprensión del fenómeno atencional en su vertiente
aplicada. A saber:
a) Estímulos dominantes (ED): aquel o aquellos estímulos que ocupan un
lugar preferente y destacado en la atención del deportista.
b) Estímulos fluctuantes (EF): aquel o aquellos estímulos que pueden aparecer
y/o desaparecer, de forma más o menos inesperada, en la situación en la que
se encuentra el deportista, pudiendo influir su presencia o ausencia en el
resultado final de la actuación. Dependiendo de su intensidad y de su
procedencia estos estímulos pueden ser de cuatro tipos:
291
Atención y concentración en el deporte
Según su Intensidad.- Estímulos fluctuantes de alta y de baja intensidad.
Hablamos de estímulos fluctuantes de alta intensidad cuando existe una
elevada probabilidad de que ciertos estímulos que habían pasado
desapercibidos o que no se hallaban presentes al comenzar la tarea
lleguen a convertirse en dominantes (ED), una probabilidad que obliga al
sujeto a estar preparado para responder de inmediato a su aparición si no
quiere que lleguen a interferir seriamente en la actividad que está
realizando (por ejemplo, la aparición de la lluvia en una competición de
automovilismo). Los estímulos fluctuantes de baja intensidad, por su
parte, apenas si son percibidos por el deportista y sólo en contadas
ocasiones llegan a entorpecer la actividad que está realizando, ya que, por
su exigua intensidad, es casi imposible que lleguen a convertirse en
estímulos dominantes (por ejemplo, los habituales comentarios del
público después de un punto en tenis).
Según su Procedencia.- Estímulos fluctuantes internos y externos.
Hablamos de estímulos fluctuantes de tipo externo cuando queremos
resaltar que la estimulación proviene del mundo exterior, y que, por tanto,
los estímulos fluyen, se suceden y se extinguen ajenos por completo a la
voluntad, pensamiento y/o deseo del deportista (por ejemplo, el sonido de
un teléfono móvil en una partida de ajedrez). Los estímulos fluctuantes de
tipo interno, por el contrario, tienen mucho más que ver con las
sensaciones del deportista, con sus buenas o malas vibraciones, con el
ajuste y la oportunidad de sus pensamientos, en suma, con todo lo que
tiene que ver con el factor personalidad (por ejemplo, el recuerdo de algo
que ha ocurrido en el pasado y que no podemos quitarnos de la cabeza).
Por lo demás, resulta evidente que tanto los estímulos dominantes (ED)
como los fluctuantes (EF) van a estar presentes y van a ser parte activa en el
desarrollo de cualquier actividad deportiva, por lo que los practicantes, afirma
Dosil, deberán “aprender a convivir con ellos, discerniendo los ED relevantes
para el entrenamiento o competición y dominando los EF para que no afecten
negativamente a su rendimiento” (2004, p. 188). En las tareas de aprendizaje,
por ejemplo, el deportista debe centrarse exclusivamente en los estímulos
dominantes (instrucciones del entrenador, asimilación y ejecución) procurando
ignorar los estímulos fluctuantes, ya que estos, al actuar muchas veces como
distractores, pueden retardar el proceso de aprendizaje. En las tareas
automáticas, por el contrario, el atleta ha de mantener centrada la atención en
los estímulos dominantes hasta un cierto nivel (en una escala de 0 a 10, se
podría cuantificar en 5), permitiendo el paso a estímulos fluctuantes de baja
intensidad (hablar con los compañeros durante el calentamiento, pensar en un
292
Atención y concentración en el deporte
tema ameno mientras se realiza carrera continua, etc.) que hagan más agradable
la situación sin que interfieran en la tarea.
En cualquier caso, hay que recordar que las diferencias individuales son
esenciales en este modelo. Las personas que identifican y seleccionan como ED
los estímulos relevantes para el correcto desarrollo de la actividad deportiva,
aquellas que ignoran y/o manejan con eficacia los estímulos fluctuantes (EF),
son las que mejor se concentran y, por tanto, las que pueden afrontar con
mayores garantías de éxito las exigencias de la tarea. Por el contrario, las
personas que no son capaces de reconocer y seleccionar como ED los estímulos
que realmente afectan a la práctica deportiva, aquellas a las que los estímulos
fluctuantes distraen y confunden en demasía, suelen ser las que encuentran
mayores dificultades para concentrarse en la ejecución de la tarea y, por tanto,
las que peor rendimiento obtienen. Así pues, no es cuestión de cerrar los ojos,
pensar en lo que queremos hacer, forzar nuestra mente... y conseguirlo. La
atención debe centrarse en elementos concretos del presente, elementos
seleccionados por su excelencia y utilidad después de haber ignorado otros.
MODELO EXPLICATIVO DEL PROCESO ATENCIONAL EN EL DEPORTE
Deportista
Percepción
Situación
Atención
selectiva y
mantenida
Atención
Concentración
Estímulos dominantes
Desconcentración
Estímulos fluctuantes
Fuente: Dosil (2004)
293
Atención y concentración en el deporte
6.3.- EVALUACIÓN DE LA ATENCIÓN Y DE LA CONCENTRACIÓN
Como ya se ha señalado en el apartado anterior, para poder entender los
procesos atencionales en el ámbito del deporte han de tenerse en cuenta tanto
las diferencias individuales como las demandas específicas de la modalidad
practicada, dos ingredientes básicos, el personal y el circunstancial, cuya
mezcolanza condiciona y determina la inmediatez y la calidad de la ejecución.
Por eso, si queremos ayudar a un deportista a mejorar su capacidad de atención,
antes de diseñar un programa de entrenamiento atencional habremos de evaluar
su capacidad de concentración, es decir, habremos de valorar si realmente tiene
o no una buena capacidad atencional.
Veamos a continuación algunas de las técnicas psicológicas más utilizadas
en la evaluación de la atención:
a) El autoinforme. Podemos definir un autoinforme como aquella información
que facilita el sujeto sobre sí mismo y/o sobre diferentes aspectos de su
comportamiento basándose en la auto-observación, una información que,
por regla general, es utilizada para identificar y evaluar diferentes variables
psicológicas. En lo que a la atención se refiere, es preciso subrayar que no
hay demasiados cuestionarios de autoinforme que evalúen específicamente
la capacidad atencional de los deportistas, una incontestable realidad en
buena parte justificada por la enorme aceptación que ha tenido el Test de
Estilos Atencionales e Interpersonales (TAIS) de Nideffer en los últimos
treinta años. De hecho, desde su aparición en 1976, este cuestionario ha
sido utilizado como método de evaluación psicológica en la mayoría de las
investigaciones realizadas sobre la atención.
En concreto, el TAIS es un cuestionario de autoinforme que consta de 144
items, agrupados en 17 subescalas, respecto a los cuales el deportista debe
expresar, en un formato tipo Likert de 5 pasos (A = Nunca, B = Casi Nunca,
C = Alguna Vez, D = Frecuentemente y E = Siempre), el grado en que tales
afirmaciones pueden aplicarse a sí mismo. El principal objetivo de este
cuestionario es proporcionar información sobre factores atencionales e
interpersonales relacionados con la ejecución en una amplia variedad de
situaciones (competiciones deportivas, negocios y ventas, situaciones de
emergencia o crisis, etc.), aunque llegar a determinar qué habilidades son
necesarias para ser efectivo en tareas específicas, evaluar dichas habilidades
para hacer predicciones y aprovechar la información obtenida para
desarrollar programas de tratamiento y/o entrenamiento, también son
objetivos prioritarios que merece la pena destacar.
294
Atención y concentración en el deporte
ESCALAS CONVENCIONALES DEL TAIS
BET (Amplitud de Atención Externa). Puntuaciones altas = Deportistas que se
consideran a sí mismos capaces de integrar muchos estímulos del entorno a la
vez.
OET (Sobrecarga Externa). Puntuaciones altas = Deportista que comete errores
debido a la confusión y sobrecarga de información procedente del entorno.
BIT (Amplitud del Foco de Atención Interna). Puntuaciones altas = Deportistas
que se consideran a sí mismos hábiles integrando ideas e informaciones de
diversas áreas.
OIT (Sobrecarga Interna). Puntuaciones altas = Deportistas que cometen errores
por pensar en demasiadas cosas a la vez.
NAR (Atención Estrecha). Puntuaciones altas = Deportistas que se consideran a
sí mismos hábiles en centrar la atención en tareas concretas.
RED (Atención Reducida). Puntuaciones altas = Deportistas que estrechan
demasiado su atención dejando fuera del campo perceptivo información
relevante para la tarea.
INFP (Procesamiento de la Información). Puntuaciones altas = Deportistas que
podrían ser calificados de pensadores y que procesan una gran cantidad de
información.
BCON (Control de Conducta). Puntuaciones altas = Deportistas con tendencia a
la impulsividad y/o a comprometerse en conductas antisociales.
CON (Control). Puntuaciones altas = Deportistas que se ven a sí mismos como
controlando la mayoría de las situaciones interpersonales.
SES (Autoestima). Puntuaciones altas = Deportistas con elevada autoestima y
buena autoimagen.
P/O (Orientación Física). Puntuaciones altas = Deportistas que participan y
disfrutan de la competición atlética y la actividad física.
OBS (Obsesión). Puntuaciones altas = Deportistas con tendencia a pensar y
temer alguna cosa que no tiene solución. Toman decisiones de forma
precipitada.
EXT (Extroversión. Puntuaciones altas = Deportistas afectuosos que sobresalen
entre los demás y necesitan estar con otra gente. Tendencia a ser el centro de
atención.
INT (Introversión). Puntuaciones altas = Deportistas que disfrutan estando
solos con sus pensamientos e ideas.
IEX (Expresión Intelectual). Puntuaciones altas = Deportistas que expresan sus
ideas y pensamientos a los otros individuos.
NAE (Expresión de Afecto Negativo). Puntuaciones altas = Deportistas con
tendencia a enfrentarse, expresar enojo y sentimientos negativos a los demás.
PAE (Expresión de Afecto Positivo). Puntuaciones altas = Deportistas que
expresan sentimientos de afecto a los demás tanto verbal como físicamente.
Fuente: Nideffer (1976)
295
Atención y concentración en el deporte
b) La entrevista. La entrevista es considerada por los expertos como uno de los
métodos de evaluación atencional más prácticos y provechosos en el ámbito
de la actividad física y del deporte, ya que, por regla general, el practicante
suele ser consciente de sus dificultades atencionales y puede darnos
información exacta acerca de ello. Por eso, si conseguimos con una buena
entrevista que el deportista facilite información suficiente sobre los factores
que le hacen perder la concentración, los momentos concretos en que la
pierde y cómo afecta esa pérdida a su rendimiento, no resultará demasiado
difícil diseñar un programa de entrenamiento en atención que le permita
adquirir un conocimiento básico del proceso atencional y un buen dominio
de las técnicas psicológicas que le pueden ayudar a mantener y mejorar su
concentración.
c) El muestreo de pensamientos (Klinger, 1984; Schomer, 1986). Es una
técnica psicológica que consiste en identificar y registrar los pensamientos
que tienen lugar durante la ejecución de la tarea, con la intención de
analizarlos y valorarlos para saber si influyen, positiva o negativamente, en
la atención. Primero, el sujeto determina y registra el contenido de sus
pensamientos durante el desarrollo de la práctica deportiva (por ejemplo,
grabándolos en una cinta magnetofónica). Más tarde, se reúne con el
psicólogo del deporte y, juntos, examinan el contenido de la grabación,
examen que les permite hacerse una idea aproximada de cuáles han sido los
focos atencionales durante la ejecución de la actividad. Por último, tratan de
establecer un plan de entrenamiento atencional que pueda ayudar al atleta a
desarrollar y mantener sus capacidades atencionales y, por tanto, a mejorar
su actuación. El muestreo de pensamientos es una técnica muy útil en
actividades deportivas de larga duración, como por ejemplo las carreras de
fondo o la maratón.
d) El análisis observacional. La observación de la conducta no verbal de un
deportista cuando está entrenando y/o compitiendo puede darnos una
información muy valiosa acerca de su estado emocional, su estilo atencional
y su nivel de concentración. Algunos gestos corporales, las expresiones
faciales, las idas y venidas, las rutinas de precalentamiento… son auténticos
indicadores del estado de ánimo del atleta y de su nivel de concentración.
No hay que olvidar que el comportamiento de un deportista concentrado en
el juego es normalmente típico y que, por tanto, cualquier alteración sobre
este modelo puede servir para identificar en qué momentos le resulta más
difícil mantener el control sobre su atención. Sirva como ejemplo aquel
ciclista fugado que, faltando todavía bastantes kilómetros para meta, mira
atrás constantemente, evidenciando con su comportamiento claros síntomas
296
Atención y concentración en el deporte
de inseguridad, desasosiego y falta de atención, ya que se obstina en seguir
prestando atención a estímulos inadecuados.
e) Los tests de ejecución. Son procedimientos técnicos específicos que
permiten analizar y evaluar, en situación de laboratorio, las capacidades
atencionales del deportista. Dos de los más utilizados en el ámbito de la
actividad física y del deporte son el test de Stroop (1935) y la rejilla de
concentración de Harris y Harris (1992). El primero, es un test atencional
clásico que consiste en una serie de diapositivas en las que aparecen escritos
diferentes nombres de colores con letras que han sido rotuladas en un color
diferente al que designa la propia palabra -por ejemplo, en la pantalla puede
aparecer la palabra verde escrita con letras rojas-, diapositivas que el
experto proyecta a una velocidad de una por segundo y de las que el
deportista debe recordar el color de las letras antes que el significado de la
palabra. En cuanto a la rejilla de concentración, podemos decir que es un
test de ejecución que consiste básicamente en la ordenación de números
consecutivos en un tiempo determinado. En concreto, el objetivo de esta
prueba es que el deportista señale en una tabla creada al efecto,
correlativamente de menor a mayor y partiendo del 00, todos los números
que sea capaz durante un minuto. Si consigue señalar entre 20 y 30
números, podremos considerar que posee un buen nivel de concentración.
Si no alcanza esta cifra, tendrá que entrenar su capacidad de atención.
Ejercicio de Rejilla para la Atención.
Instrucciones: Empezando desde el 00, ve marcando cada uno de los
números en la secuencia de menor a mayor.
54
19
59
66
26
07
20
32
76
58
41
00
33
28
92
15
82
42
27
16
63
97
80
08
51
11
38
57
72
10
90
34
21
75
86
71
02
87
79
36
81
61
01
40
94
62
47
91
29
50
44
52
74
89
22
43
95
67
84
09
64
12
06
96
93
78
70
36
65
23
Fuente: Harris & Harris (1992)
297
48
37
85
99
18
60
03
98
17
49
55
77
53
69
73
83
39
45
88
68
30
05
13
46
25
14
56
31
24
04
Atención y concentración en el deporte
f) Los registros psicofisiológicos. Son herramientas especialmente útiles en la
evaluación del rendimiento deportivo, el estrés psicológico y la capacidad
de concentración. Gracias a este tipo de registros, el investigador puede
obtener una medida objetiva de las respuestas fisiológicas del deportista
ante determinadas situaciones, una medida que, al examinarla y compararla
con las obtenidas en otros ambientes, le permite detectar cuál está siendo el
grado de concentración en la tarea. La electrocardiografía (actividad
cardiaca), la electromiografía (actividad muscular), la electrodermografía
(actividad eléctrica de la piel), la temperatura corporal, el análisis de la
sudoración y la frecuencia respiratoria, son algunos de los registros
psicofisiológicos más utilizados en Psicología del Deporte, sin olvidarnos,
claro está, de los aparatos de biofeedback (por ejemplo, el pulsómetro).
INSTRUMENTOS DE EVALUACIÓN DE LA ATENCIÓN
1.- El Baseball Test of Attentional and Interpersonal Style (B-TAIS). Es una adaptación
del TAIS para el béisbol realizada por Albrecht y Feltz en 1987. Está compuesto por 59
items, agrupados en 6 subescalas (Atención Ancha-Estrecha, Atención Ancha-Interna,
Atención Externa Sobrecargada, Atención Interna Sobrecargada, Atención Estrecha y
Atención Reducida) que evalúan el estilo atencional de los jugadores de béisbol.
2.- El Riflery Attention Questionnaire (RAQ). Es un cuestionario compuesto por 25 items
agrupados en 5 subescales (Capacidad; Duración, Intensidad, Flexibilidad y Selectividad)
que evalúa el estilo atencional de tiradores con rifle. Fue creado por E. Etzel en 1979.
3.- El Tennis Test of Attenntional and Interpersonal Style (T-TAIS). Es una adaptación del
TAIS para el tenis realizada por Van Schoyck y Grasha en 1981. Está compuesto por 59
items, agrupados en 6 subescalas y una escala de control (Atención Ancha-Estrecha,
Atención Externa Sobrecargada, Atención Ancha-Interna, Atención Interna Sobrecargada,
Atención Estrecha, Atención Reducida y una escala llamada de procesamiento de la
información) que evalúan el estilo atencional de los tenistas.
4.- El test of Soccer Atentional Style (TSAS). Es una adaptación específica del TAIS de
Nideffer al fútbol realizada por Fisher y Taylor en 1980. Está compuesto por 72 items
agrupados en 5 subescalas (Foco Externo-Ancho, Foco Interno-Ancho, Foco Externo
Sobrecargado, Foco Estrecho Efectivo) que evalúan el estilo atencional de los futbolistas.
Fuente: Guallar y Pons (1994)
* A estos instrumentos de evaluación añadiremos, siguiendo a Dosil (2004), el Basketball
Concentration Survey (BCS) de Bergandi (1990) y el Attentional Focus Questionnaire
(AFQ) de Brewer, Van Raalte y Linder (1996).
298
Atención y concentración en el deporte
6.4.- MEJORAR LA ATENCIÓN/CONCENTRACIÓN EN EL DEPORTE
Desde las tareas más rutinarias, como acudir al lugar de trabajo, hasta las
más complejas, como mantenerse receptivo y atento durante el transcurso de
una conferencia, la mente del ser humano ejercita activamente sus habilidades
de atención y concentración. Esto quiere decir que, a la hora de practicar un
determinado deporte, todos los sujetos parten con una capacidad atencional
básica, que puede ser mejor o peor según las características y las circunstancias
personales de cada uno de ellos. De esta forma, habrá deportistas, entrenadores,
jueces... que sin haber realizado, al menos de forma tutelada, ningún
entrenamiento específico tengan una gran facilidad para mantener la atención
focalizada durante largos períodos de tiempo, mientras que otros, a la más
mínima distracción, pierden la concentración y disminuyen su rendimiento. Es
por eso, que el entrenamiento de la atención y de la concentración ha cobrado
un enorme interés en los últimos años, estableciéndose programas de
entrenamiento que gozan de buena aceptación tanto en el ámbito científico
como en el aplicado (Martens, 1987; Orlick, 1990; Nideffer y Sagal, 2001;
Zinder, Bunker y Williams, 2001). Veamos a continuación como se estructuran
estos programas básicos de entrenamiento:
1.- Entrenamiento básico de la atención. En general, en el diseño de un
programa de entrenamiento atencional podemos identificar las siguientes fases:
a)
Aprendizaje teórico. Es la fase más importante y determinante en un
programa de entrenamiento atencional. De las enseñanzas, advertencias e
instrucciones recibidas por el deportista en esta fase dependerá, en gran
medida, el auto-conocimiento de sus propias habilidades atencionales, de
su particular estilo, de las necesidades específicas de la modalidad que
practica, de los factores que le pueden ocasionar problemas y, en especial,
de las técnicas puede utilizar para solucionarlos. En concreto, los puntos
cruciales de este proceso de aprendizaje son dos: 1º) el análisis de las
demandas atencionales del deporte en cuestión, y 2º) la identificación y
evaluación inmediata de los problemas atencionales que manifiesta el
deportista, sin olvidarnos, claro está, de investigar los factores que pueden
ocasionar dichos problemas de atención. Así pues, la tarea fundamental
del psicólogo del deporte en esta fase será ayudar al deportista a que
identifique su propio estilo atencional, a que conozca las demandas
específicas de su actividad y a que sea capaz de cambiar de forma rápida
y eficaz de un foco atencional a otro, identificando las señales
verdaderamente importantes y eliminando todos los distractores que
puedan afectar de forma negativa a la ejecución. Una buena técnica para
299
Atención y concentración en el deporte
ayudar a los deportistas a practicar los diferentes estilos atencionales es la
“Expansión de la Conciencia” (Gauron, 1984), una técnica que por su
sencillez, vigencia y eficacia merece la pena describir:
El deportista ha de colocarse en una posición cómoda y confortable,
bien sea sentado o acostado. En esa posición, con los ojos cerrados,
tiene que concentrarse en su respiración. Mediante respiraciones
lentas y profundas intentará relajarse (lo importante es que la
respiración profunda sea cómoda y regular, que surja sin forzarla).
Una vez conseguido el estado de relajación, el deportista tiene que
prestar atención a lo que escucha a su alrededor. Primero, debe
reconocer todos y cada uno de los sonidos del entorno,
identificándolos mentalmente (se puede preparar el ambiente
controlando los sonidos que se producen –ruidos, voces, música,
golpes, etc.-). Después, debe centrar la atención en todos los sonidos
mezclados, sin separarlos.
Transcurrido un tiempo prudencial, el sujeto ha de centrarse en sus
propias sensaciones corporales (calor, picores, peso del cuerpo sobre
el suelo, etc.). Primero, debe identificarlas ordenadamente, es decir,
que antes de pasar a la sensación siguiente, debe haber examinado en
profundidad la anterior, intentando averiguar por qué se produce, en
qué parte del cuerpo se localiza y cómo se podría describir
mentalmente. Después, debe centrar su atención en todas sus
sensaciones corporales a la vez, sin separarlas ni pararse a
identificarlas, como formando parte de un todo sensorial.
En una cuarta fase, el deportista ha de centrar la atención en sus
pensamientos y sentimientos. Primero, ha de identificar cada
pensamiento y sentimiento por separado, uno detrás de otro, dejando
que fluyan de forma natural sin forzar su presencia. Después, debe
cortar el flujo de pensamientos, dejar su mente en blanco y tratar de
relajarse (esto es especialmente difícil de conseguir, si no se logra, el
sujeto puede concentrarse en un solo pensamiento o sentimiento y
seguir durante unos momentos centrado exclusivamente en él).
Por último, se puede realizar un ejercicio con los ojos abiertos. Se
pide al deportista que centre su mirada en un objeto que tenga
enfrente. Sin perder de vista el objeto, debe intentar tomar conciencia
de las cosas que le rodean en la habitación, ejercitando de ese modo la
300
Atención y concentración en el deporte
visión periférica (para entender mejor este ejercicio se puede utilizar
la analogía del prismático, que acerca o aleja el objeto según
manejamos el zoom, permitiéndonos, según la distancia de enfoque,
ver mayor o menor número de objetos del resto de la habitación).
Experiencias de este tipo ayudan a los deportistas a conocer mucho
mejor las demandas atencionales de la modalidad que practican, a
identificar eficientemente su estilo atencional y a desarrollar estrategias
de focalización de la atención (interna-externa y/o amplia-reducida) que
les permitan mejorar su dominio en el control de esta compleja variable.
Además, con la colaboración del entrenador y/o el psicólogo deportivo,
también pueden llegar a conocer los factores que originan en cada
situación concreta la aparición de los problemas atencionales, los
pensamientos negativos y la falta de confianza, un conocimiento que, en
cualquier caso, facilitará el establecimiento de un plan de actuación que
permita neutralizar y controlar dichos factores.
b)
Adquisición de técnicas. La segunda fase en cualquier programa básico
de entrenamiento atencional es la adquisición de técnicas específicas que
permitan al deportista mejorar su nivel de atención, técnicas que deberán
ser estructuradas en función de dos factores: las características personales
y las demandas concretas de la actividad. En este sentido, hay que señalar
que las técnicas descritas en el apartado dedicado a la evaluación de la
atención -el test de Stroop y la técnica de la rejilla-, así como la práctica
de la técnica de la expansión de la conciencia, son especialmente útiles en
el entrenamiento y mejora de la capacidad atencional. De hecho, la
mayoría de los expertos recomienda su aplicación en todos aquellos casos
en los que se vislumbre un posible déficit atencional. No olvidemos, por
otra parte, que en un programa de entrenamiento de la atención, aparte de
las técnicas ya mencionadas, puede resultar muy provechoso entrenar la
capacidad de visualización y de manejo de la ansiedad, ya que, estas
estrategias de afrontamiento pueden mejorar la capacidad de atención del
deportista y potenciar la efectividad de las técnicas atencionales
propiamente dichas.
c)
Experiencia práctica. La tercera y última fase de un programa de
entrenamiento de la atención es la experiencia práctica, experiencia que el
deportista debe ir adquiriendo en las situaciones de entrenamiento y
competición si quiere prevenir posibles dificultades atencionales. Por
decirlo con otras palabras: una vez que el deportista ha aprendido una
técnica, tiene que dedicar tiempo a entrenarla. Primero, habrá de hacerlo
301
Atención y concentración en el deporte
en un lugar tranquilo que le permita captar con todo detalle los diferentes
pasos que han de seguirse en la realización de la misma. Después, una vez
aprendida y dominada, tendrá que ejercitarla en situaciones reales de
entrenamiento y competición. Igualmente, un buen recurso estratégico
para adquirir experiencia práctica es la realización de simulacros de
competición durante los entrenamiento, simulacros que pueden ayudar a
detectar cuáles son los errores atencionales más frecuentes del deportista
en situaciones de fuerte presión ambiental (en los entrenamientos de tiros
libres en baloncesto, por ejemplo, mientras el jugador intenta centrar su
atención en los lanzamientos, el resto de sus compañeros pueden intentar
distraerle imitando el griterío del público). Digamos, finalmente, que la
utilización de los video-juegos también puede considerarse como una
estrategia perfectamente válida en el entrenamiento de la atención. De
hecho, son muchos los deportistas que los utilizan en su tiempo de ocio,
entrenando y potenciando gracias a ellos aspectos tan importantes para la
práctica deportiva como pueden ser la agudeza visual, la selección de
estímulos, la respuesta automática y/o la capacidad de reacción.
2.- Entrenamiento básico de la concentración. Normalmente, en un programa de
entrenamiento de la concentración se acostumbran a seguir los siguientes pasos:
a)
Identificación de los distractores. A lo largo de una competición,
muchos deportistas reconocen que tienen problemas de concentración
debido a las dificultades que encuentran para focalizar su atención en las
señales idóneas y a que se distraen con otros pensamientos, sucesos y
emociones. Por eso, el objetivo fundamental de cualquier programa de
entrenamiento de la concentración es ayudar al deportista a identificar y
controlar aquellos factores que pueden interferir de forma negativa en su
capacidad de concentración. En este sentido, hay que recordar que para un
deportista no siempre resulta fácil seleccionar los momentos oportunos o
los estímulos adecuados en los que concentrarse, unas veces porque
encuentra problemas para mantener la concentración durante un período
prolongado y, otras, porque concentrarse en un único aspecto y olvidarse
del resto le resulta enormemente complicado.
Según Nideffer (1989), existen tres grandes grupos de factores que
pueden actuar como distractores: los factores externos (público, árbitros,
oponentes, etc.), los internos (pensamientos ajenos a la situación,
pensamientos negativos, falta de seguridad, etc.) y la dificultad para
cambiar la forma de atender (cambio de un estilo atencional a otro),
302
Atención y concentración en el deporte
factores cuya importancia e influencia será conveniente conocer y
controlar. Un buen recurso para dar respuesta a esta sugerencia es, según
Weinberg y Gould (1996), el entrenamiento sistemático en presencia de
distractores, un entrenamiento especialmente recomendable para aquellos
deportistas cuya actividad se desarrolla en escenarios en los que el
público jalea y anima en voz alta a sus jugadores y silba y abuchea a los
jugadores contrarios. Algunos entrenadores de baloncesto, por ejemplo,
hacen que durante el entrenamiento suenen ruidos grabados directamente
de la competición (alboroto, griterío, conversaciones, exclamaciones,
insultos, etc.), para que los jugadores se acostumbren a jugar y a lanzar a
canasta en esas condiciones.
b)
Aprendizaje y dominio de técnicas. En un programa de entrenamiento
de la concentración, señalan Guallar y Pons (1996), hay que trabajar con
el deportista hasta conseguir que sea capaz de centrar toda su atención en
la actividad que está realizando, y en el caso de perder la concentración o
distraerse, adiestrarlo para que pueda recobrarla. En este sentido, Moran
(1996) y Dosil (2004) señalan una serie de técnicas que han demostrado
ser especialmente útiles para aumentar la concentración del deportista: el
establecimiento de objetivos, el feedback electrodérmico, el uso de
palabras clave, el control visual y la concentración en el presente; aunque,
en todo caso, recomiendan que sea un especialista en Psicología del
Deporte el que realice el entrenamiento en estas técnicas. Veamos, a
continuación, algunas de estas técnicas:
El establecimiento de objetivos. El establecimiento de objetivos es una
técnica de frecuente utilización en el ámbito de la Psicología del Deporte,
tanto con fines de intervención en la motivación como en la atención
(Burton, Taylor y Holliday, 2001). Es una técnica que hunde sus raíces en
la psicología cognitiva y organizacional, demostrando con creces que los
objetivos que establece el deportista le ayudan a centrarse únicamente en
lo relevante de la situación, guardando una relación directa con el aspecto
motivacional: cuanto más importante es el entrenamiento o la
competición, más motivado estará el deportista y, por ello, mayor
atención prestará a los estímulos relevantes de la situación. De hecho, el
logro de objetivos hace que la atención del deportista se centre en ellos y
no en otros estímulos del entorno que puedan afectar a su rendimiento.
El feedback electrodérmico. Esta técnica consiste en la utilización de un
aparato electrónico que mide los cambios de conductancia de la piel de
las palmas de las manos, producida por la transpiración. Estos cambios en
303
Atención y concentración en el deporte
la actividad eléctrica de la piel están directamente relacionados con la
ansiedad que provocan al deportista el afrontamiento o la evitación de
ciertas situaciones, situaciones que habrán de ser estudiadas y trabajadas
desde un punto de vista técnico, táctico y psicológico. Así pues, la
utilización correcta del feedback electrodérmico ayudará al deportista a
tomar conciencia de los cambios que se producen en su cuerpo, a
identificar las situaciones potencialmente estresantes y a detectar los
pensamientos e ideas que le producen ansiedad y hacen disminuir su nivel
de concentración. Por decirlo de otro modo, gracias al feedback
electrodérmico, el atleta podrá identificar sus señales internas de ansiedad
y podrá controlar los efectos distractores del ambiente.
El uso de palabras clave. Las palabras clave se utilizan habitualmente
para desencadenar una respuesta concreta del deportista. Pueden ser
instrucciones (flexiona más las rodillas, mira la bola, sigue, lanza, etc.),
advertencias (cuidado, antes, detrás, dosifica, etc.) o palabras de ánimo
(vamos, bien, así, aguanta, resiste, etc.). La clave está en mantener la
entrada de palabras sencillas y permitir que provoquen automáticamente
la respuesta deseada.
El control visual es otro método eficaz para conseguir focalizar y
mantener la atención. Nuestros ojos, igual que nuestras mentes, tienden a
inspeccionar y examinar todo aquello que nos rodea, pudiendo llegar a
centrarse en señales no pertinentes a la tarea (el griterío de la multitud, las
extravagancias del adversario, las payasadas de los compañeros, etc.) en
vez de hacerlo en la tarea que tienen entre manos. La clave del control
visual está en asegurar que los ojos no se orienten hacia señales que no
estén relacionadas con la ejecución de la tarea. He aquí algunas técnicas a
utilizar en el control visual: mantener los ojos mirando al suelo, centrar la
atención en el material o concentrarse en un punto de la pared.
La concentración en el presente. Dado que la mente está abierta a todos
los mensajes que le llegan, tanto del mundo interno como del externo,
resulta difícil conservar la atención en las cosas presentes. La mente
tiende a rememorar aquel lanzamiento fallado, a revisar aquel error
táctico o a recordar aquella tarea no realizada. Asimismo, quiere mirar
hacia delante y ver que puede pasar en el futuro. Pero, desgraciadamente,
los pensamientos orientados hacia el futuro y el pasado sólo acostumbran
a crear problemas atencionales. Como señalan Weinberg y Gould (1996),
permanecer en el presente requiere una concentración focalizada a lo
largo de todo el evento. Está bien tomarse de vez en cuando un breve
304
Atención y concentración en el deporte
descanso mental durante las interrupciones de la acción, pero después es
importante disponer de una palabra clave como vehículo para volver al
presente cuando llega el momento de reanudar la competición.
c)
Utilización de protocolos y rutinas de preejecución. El establecimiento
de rutinas es otra de las estrategias que pueden ayudar al deportista a
mantener y desarrollar su nivel de concentración. De hecho, el empleo de
esta técnica aparece en la literatura especializada como un excelente
recurso atencional, ya que, justifican los expertos, saber en cada momento
qué hay que hacer y en qué hay que pensar impide al deportista distraerse
y titubear. En general, utilizamos el vocablo <<rutina>> para referirnos a
aquel comportamiento que el deportista repite de forma sistemática
porque considera que es provechoso para su rendimiento (posiblemente
por estar asociado a éxitos pasados o a una persona que es un referente
para él), un comportamiento que se lleva a cabo de forma semi-consciente
y que, frecuentemente, acaba por convertirse en un auténtico ritual.
A efectos prácticos, podemos decir que las rutinas son aquellos
comportamientos (cognitivos, conductuales y situacionales) que el atleta
realiza porque considera que le ayudan a centrarse en la tarea y a no
perder la concentración, comportamientos que descubre y ejercita en los
entrenamientos y, en la medida que le resultan útiles, traslada a las
situaciones de competición. Como explican Guallar y Pons (1996), el
deportista llega a asociar la realización de ciertas conductas (rutinas) con
la aparición de un nivel óptimo de concentración, un nivel que, si es capaz
de mantener durante algún tiempo, le ayudará a optimizar su actuación.
La idea principal, por tanto, es que las rutinas son favorables, útiles y
provechosas para el desarrollo de la actividad deportiva, ya que, su puesta
en escena, <<automatiza>> la aparición de la concentración. De hecho,
como afirma Dosil (2004), las rutinas sólo llegan a tener connotaciones
negativas cuando el deportista las transforma en superstición, es decir,
que si por cualquier motivo no puede realizar dicha rutina, se autoconvence de que la competición no puede acabar bien para él (por
ejemplo, un jugador de tenis que se olvidó su muñequera de la suerte y se
niega a jugar hasta que se la traigan –no le sirve ninguna otra-).
Por lo demás, no hay que olvidar que a un deportista siempre le resulta
útil disponer de rutinas que le permitan tomarse un respiro y desconectar
con la situación, ya que esos instantes de descanso no sólo le ayudan a
relajarse y oxigenar sus músculos, sino que también le permiten
305
Atención y concentración en el deporte
reflexionar y centrarse en lo que va a hacer a continuación. A este
respecto, es conveniente recordar que las rutinas que los atletas utilizan en
la práctica habitual de sus disciplinas deportivas están influenciadas por
tres factores: las demandas específicas del deporte en cuestión, el nivel
técnico del practicante y las preferencias individuales, tres factores cuya
interacción determina la naturaleza, la consistencia y la complejidad de la
rutina de preejecución. A continuación se detallan las cuatro teorías que,
dando diferentes valores a cada uno de los factores anteriormente
señalados, han tratado de explicar la utilidad y el funcionamiento de las
rutinas y los protocolos en la práctica deportiva:
Teoría del esquema (Schmidt, 1975). La teoría del esquema propone
que cada movimiento motor es almacenado en la memoria en forma de
un patrón motor generalizado, que puede ser recuperado y ejecutado en
función de las exigencias de la tarea. El deportista almacena en su
memoria parámetros únicos para cada movimiento, parámetros que
definen exactamente como debe ser realizado un patrón motor general.
Estos parámetros son: a) condiciones iniciales (posición del cuerpo,
posturas correctas, etc.); b) duración específica del movimiento; c) el
resultado ambiental del movimiento; y d) el resultado sensorial del
movimiento (sentimientos, sonidos, sensaciones visuales, etc.). Estas
cuatro fuentes de información son almacenadas por el deportista
durante un corto espacio de tiempo, durante el que establece las
relaciones entre ellas. Estas relaciones, a su vez, forman dos esquemas
en la memoria: el esquema de recuerdo y el esquema de recognición o
de procesamiento. El esquema de recuerdo define la producción y el
control de los movimientos. El esquema de procesamiento evalúa las
respuestas comparando el resultado final del movimiento con el
resultado esperado. De acuerdo, pues, con la teoría del esquema, las
rutinas ayudan al deportista a seleccionar aquellos movimientos de
ejecución que son similares a los movimientos almacenados en su
memoria.
Teoría de los estadios de aprendizaje motor (Fitts, 1964; Fitts & Posner,
1967). Esta teoría propone la existencia de tres fases en el aprendizaje
motor: a) la fase cognitiva, en la que el deportista aprende una nueva
técnica o gesto técnico; b) la fase asociativa, en la que mejora su
dominio técnico; y c) la fase automática, en la que el gesto técnico se
produce mecánicamente de forma casi inconsciente. Según se encuentre
el deportista en una fase u otra de este proceso de aprendizaje, deberá
realizar un esfuerzo cognitivo, asociativo y atencional diferente. El
306
Atención y concentración en el deporte
sujeto que se está iniciando en la practica de un deporte, por ejemplo,
necesitará repasar frecuentemente la secuencia de movimientos de un
gesto técnico concreto, debiendo dedicar un mayor esfuerzo cognitivo y
asociativo al proceso de aprendizaje. Por el contrario, el experto actuará
de forma mucho más automática en sus ejecuciones, reaccionando y
pasando al acto sin apenas pensar en lo que tiene que hacer. De
acuerdo, pues, con esta teoría de los estadios de aprendizaje, las rutinas
de preejecución ayudarán al deportista a desencadenar de forma
automática una secuencia concreta de movimientos, sin que medie un
proceso de control consciente de los mismos.
La hipótesis del <<set>> (Nacson & Schmidt, 1971). Esta hipótesis
plantea que el estado interno del deportista, lo que Nacson y Schmidt
denominan <<set mental>>, influye de forma sustancial en la ejecución
de la tarea. De hecho, se entiende por set mental aquel estado de
preparación, activación y concentración con el que el sujeto aborda la
ejecución de una determinada tarea deportiva. Según esta hipótesis, una
rutina preparatoria de preejecución opera del mismo modo que el
calentamiento físico antes de empezar la competición y, por eso, en
deportes en los que hay períodos de descanso, como el golf y la
gimnasia, los deportistas tienen que adaptarse a distintos niveles de
activación o de preparación, ajustando sus “sets” a las condiciones de la
práctica deportiva. En estos casos, la función de las rutinas es ayudar a
los atletas a desarrollar el set interno apropiado para dar respuesta a las
exigencias de su modalidad deportiva.
Hipótesis del ensayo mental (Corbin, 1972; Epstein, 1980). El ensayo
mental es una técnica psicológica que se utiliza en el ámbito deportivo
para facilitar el aprendizaje, mejorar las destrezas físicas y preparar
estratégicamente las competiciones. Es una forma de simulación en la
que se trabajan todos los sentidos para crear o recrear una experiencia
en la mente, en forma de pensamientos con imágenes, de una actividad
física en ausencia de práctica física simultánea (Atienza, 1991). Puede
ser empleada como entrenamiento complementario a la práctica física y,
como señalan Driskell, Cooper y Moran (1994), una vez se ha
aprendido la técnica debe practicarse con regularidad. En lo que a las
rutinas de preejecución se refiere, la hipótesis del ensayo mental
sostiene que estos comportamientos que el deportista repite de forma
sistemática actúan como detonantes de la práctica imaginada, lo que,
sin duda, favorece la preparación para la ejecución real.
307
Atención y concentración en el deporte
Así las cosas, habremos de concluir que el empleo de estrategias
atencionales resulta imprescindible en la práctica de la actividad física y del
deporte, ya que, a pesar del esfuerzo, la preparación física y la experiencia
acumulada, es muy difícil mantener un nivel óptimo de concentración durante
toda la ejecución deportiva, especialmente en las modalidades de larga duración
e intensidad. De hecho, como señalan Guallar y Pons, una cuestión que debe
quedar muy clara a los deportistas es que igual que se entrena un golpe o gesto
técnico para que salga correctamente y se tenga control sobre el mismo en
diferentes situaciones, lo mismo sucede con la concentración. “Cuando ya
sabemos lo que tenemos que hacer para concentrarnos, luego tenemos que
entrenar dicha técnica para adquirir control sobre la misma” (1996, p. 233).
Por este motivo, todo programa de entrenamiento en concentración que se
precie ha de tener como objetivo principal ayudar al atleta a detectar aquellos
factores que puedan interferir de forma negativa en el desarrollo de la ejecución
deportiva y familiarizarlo con la utilización de técnicas específicas que le
permitan mejorar su nivel de concentración, técnicas que, como hemos señalado
con anterioridad, deberán ser estructuradas en función de dos factores: las
características personales y las demandas propias de la actividad. La aplicación
continuada de estas técnicas durante los entrenamientos y la competición
ayudarán al deportista a tomar conciencia, primero de su capacidad para
centrarse en la tarea, segundo de los estímulos (internos o externos) que le
distraen con mayor frecuencia y, por último, de las exigencias atencionales
específicas de su modalidad deportiva. No olvidemos, pues, que tan importante
es controlar las técnicas de concentración como saber a que estímulos hay que
atender en la ejecución de un determinado deporte.
6.5.- RESUMEN
En el ámbito de la actividad física y del deporte, la atención y la
concentración son consideradas por los expertos como dos de las variables
psicológicas más importantes e influyentes en el logro del éxito deportivo.
Cuando un atleta está bien preparado físicamente y sus habilidades técnicas son
aceptables, el hecho de controlar los procesos atencionales facilita la ejecución
de la tarea y aumenta la probabilidad de que se produzca el éxito deportivo. Sin
embargo, igual que la preparación física, la atención y la concentración
requieren de un entrenamiento específico para poder mantenerse en unos niveles
aceptables e, incluso, mejorar. Por este motivo, el psicólogo ha de realizar un
exhaustivo estudio de las necesidades atencionales de cada atleta y de cada
especialidad, aportando estrategias que sirvan para optimizar el rendimiento.
308
Atención y concentración en el deporte
Aunque han sido varios los enfoques teóricos que han abordado el estudio
de la atención en el ámbito deportivo, sólo la Teoría de los Estilos Atencionales
de Nideffer y el Modelo Integral de la Atención de Boutcher han demostrado su
adecuación y su utilidad para el trabajo con deportistas. De hecho, cualquiera de
estas dos teorías –especialmente la de Nideffer- puede servir de marco de
referencia para que el sujeto defina su propio estilo atencional e identifique los
estilos atencionales más adecuados para la práctica de su disciplina deportiva.
Recordemos aquí que, según Nideffer (1976), existen cuatro estilos de foco
atencional: amplio-interno, amplio-externo, estrecho-interno y estrecho-externo,
cuatro estilos que, desarrollados de forma conveniente, permiten al deportista
desarrollar con garantías su actividad.
En cualquier caso, la experiencia viene a demostrar que es muy difícil
elegir el foco de atención adecuado, cambiar de un foco atencional a otro y
mantener la concentración en unos niveles óptimos durante un período de
tiempo prolongado. Por eso, es imprescindible que el deportista aprenda a
detectar aquellos estímulos que le distraen y le hacen perder la concentración y
comience a poner en práctica estrategias que le ayuden a recobrarla y a
mantenerla cuando sea necesario. Entre las muchas estrategias recomendables
para alcanzar este objetivo, habremos de destacar las siguientes: el ensayo
mental, el establecimiento de objetivos, la utilización de palabras clave, el
control visual, la expansión de la conciencia, el control de distractores, la
concentración en el presente y el establecimiento de rutinas, estrategias que,
convenientemente adaptadas a las características personales y a las exigencias
de la modalidad practicada, permitirán al atleta optimizar su rendimiento y
alcanzar el éxito deportivo.
6.6.- LECTURAS RECOMENDADAS
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