IMMANUEL KANT Emerich Coreth y Harald Schöndorf La Filosofía de los siglos XVII y XVIII clara dependencia de Leibniz. Por lo demás, durante esa época las Una nueva época del pensamiento filosófico se abre con Kant. Él es el centro de la filosofía moderna, al pretender superar críticamente y reducir a una unidad superior las dos corrientes de pensamiento predominantes en los siglos XVII y XVIII: el racionalismo y el empirismo. Alcanza con ello una \ nueva problemática del pensamiento: la reflexión «transcendental» sobre las condiciones previas que hacen posible cualquier conocimiento. Ese giro de Kant va a ser fundamental y marcará la pauta de la filosofía siguiente, no sólo del idealismo alemán, que directamente arranca del propio Kant, sino incluso para casi toda la cuestiones filosóficas ceden frente a sus intereses científico-naturales, como lo prueban distintos trabajos sobre problemas de física, geología, astronomía y otras ciencias. Filosóficamente jigüe moviéndose todavía en el campo de la metafísica racionalista, como se advierte en su trabajo de oposiciones a cátedra Principiorum primorum cognitionis metaphysicae nova dilucidatio (1755). En él recoge ya el tema fundamental de la labor filosófica de su vida; en la Crítica de la razón pura volverá, aunque de una forma crítica, sobre los primeros principios del conocimiento metafísico. filosofía poskantiana de los siglos XIX y XX. Después de Kant ya no es posible un pensamiento crítico-filosófico sin Kant. Entre 1755 y 1770 enseña como Privatdozent en Konigsberg filosofía, matemáticas, física, geología, mineralogía, pedagogía, etc. Pero ya en esa época sus intereses filosóficos vuelven al primer plano. Investiga la posibilidad de una teología y una moral naturales, al tiempo Vida y obras que se ocupa de cuestiones estéticas. En la fundamentación de su ética Immanuel Kant nació el 22 de abril de 1724 en Konigsberg muestra, bajo la influencia de Rousseau y de Shaftesbury, una (Prusia oriental). Era hijo de un talabardero, creció en el ambiente propensión a dejar de lado los problemas meramente especulativos y a modesto de una familia numerosa y fue educado en el espíritu severo buscar soluciones prácticas, con lo que se abre cauce la autonomía de del pietismo, primero por su propia madre, una mujer piadosa, y lo moral frente al conocimiento teorético. Especialmente importante, y después en el Gymnasium Fridencianum, famoso como «escuela característico de este período, es el escrito Der einzig mógliche pietista». Durante los años 1740-1746 estudia en la universidad de Beweisgrund zu einer Demonstrarían des Daseins Cotíes (La única Konigsberg filosofía, matemáticas, física y teología. Filosóficamente argumentación posible para demostrar la existencia de Dios, 1763), en estuvo influido por el racionalismo de Christian Wolff, a la vez que el experimentó una fuerte influencia de la física de Isaac Newton. concluye la realidad de Dios como fundamento objetivo de cualquier De 1746 a 1755 trabaja Kant como profesor particular en distintos lugares de la Prusia oriental. Su primera publicación, que Kant, partiendo de la posibilidad de unas cosas existentes, posibilidad. Todavía se puede reconocer aquí su dependencia respecto de Leibniz. Gedanken von der wahren Schatzung der lebendigen Krafte (Ideas El giro del período precrítico al período crítico en el sobre la verdadera valoración de las fuerzas vitales, 1747), está en pensamiento de Kant se verifica hacia el año 1770. Ya en el 3 escritoTraume eines Geistersehers (Sueños de un vidente, 1766) metafísica de las costumbres, 1785), Kritik derpraktischen Vernunft dejacasi de lado la metafísica tradicional. No obstante, es la metafísica (Crítica de la razón práctica, 1788), Kritik der Ur-teilskreft (Crítica de la de la que, según su propia confesión, «tengo la suerte de haberme fuerza del juicio, 1790), Die Religión innerhalb der Grenzen der blossen enamorado, aunque sólo pueda jactarme de haber recibido de ella Vernunft (La religión dentro de los límites de la mera razón, 1793) y escasos Metaphysik der Sit-ten (Metafísica de las costumbres, 1797). favores» (III, 367). Su tensa situación de «amante desgraciado» de la metafísica la mantendrá también más tarde. Kant no quiere destruir la metafísica, sino asentarla sobre nuevas bases críticas. Si no es posible como ciencia, ya se advierte aquí la tendencia a colocar la «fe moral» por encima de todo saber teórico y «poder salvar Durante su vida gozó ya Kant de alta estimación, aunque también se le discutiera. Enseñó hasta el año 1796. Y tras una vida en la que jamás abandonó Prusia oriental, murió a los ochenta años en Kónigsberg, el 17 de febrero de 1804. así la ingenuidad de esa fe de algunas sutilezas del razonamiento sofista» (II, 373). En 1770 Kant es nombrado catedrático de lógica y metafísica en la universidad de Kónigsberg. En su conferencia inaugural, De mundi CRÍTICA DE LA RAZÓN PURA La irrupción decisiva hacia el pensamiento crítico sensibilis atque intelligibilis forma et principüs (De la forma y principios transcendental se da en la obra capital de Kant, Crítica de la razón pura del mundo sensible e inteligible, 1770), vuelve a recoger su tema (CdlRP), que tras la incomprensión inicial pronto ejerció una influencia central. Por lo que respecta al mundo sensible defiende ya un idealismo enorme y se convirtió en una de las obras más importantes de la crítico, mientras que frente al mundo inteligible todavía sigue siendo un literatura filosófica universal. metafísico realista, siguiendo también en tal distinción a Leibniz. El mundo de los sentidos ofrece meras apariencias, aunque a la razón se le abre la verdadera realidad. En los años sucesivos la reflexión crítica 1. El problema básico penetrará también en el campo del conocimiento intelectual y llevará a La CdlRP plantea el problema fundamental de «cómo es posible Kant a comprobar la imposibilidad de la metafísica como ciencia. la metafísica como ciencia» (B 41). Plantear esa cuestión es asunto Durante muchos años trabajará intensamente en su obra capital Kritik exclusivo de la razón pura, es decir, de la razón que por sí sola se der reinen Vernunft (Crítica de la razón pura, 1781), cuyas ideas ocupa de sí misma. La palabra «pura» significa para Kant tanto como fundamentales intenta exponer de forma más breve y comprensible libre de contenidos empíricos y, por tanto, precediendo poco después en los Prolegomena (1783). Van apareciendo en una experiencia. secuencia rápida varias que destacan aposteriori. La diferencia está en la experiencia. Lo que procede de ésta Grundlegung zur Metaphysic der Sitien (Fundamentación de la es aposteriori; lo que le y sirve de base o que le precede como otras obras, entre las a cualquier En el mismo sentido contrapone Kant el a priori al 4 condición de su posibilidad es a priori. Se trata aquí de la esencia y griego krinein = separar). Hay que separar lo puro de lo impuro, lo que capacidad pura de la razón humana, es decir, apriorista o anterior a la es propio y exclusivo de la razón y responde a la misma, y todos los experiencia. otros contenidos empíricos. Con ello pretende Kant determinar las Razón pura equivale aquí a razón teorética. En la posterior Crítica de la razón práctica se trata también de la razón pura y al margen de la experiencia, pero no en tanto que teorética o especulativa —como prefiere decir Kant— que ha de obtener y asegurar un saber, sino en tanto que práctica; es decir, en tanto que ha de definir un comportamiento ético y de darle unas normas. Es la misma y única posibilidades y alcance, aunque también las limitaciones, de la razón. Así la CdlRP «no es una crítica de los libros y sistemas, sino de la misma capacidad racional, teniendo en cuenta todos los conocimientos a los que puede aspirar independientemente de cualquier experiencia, y por tanto la decisión sobre la posibilidad o imposibilidad de una metafísica» (A XII). razón en su función teórica y práctica. En ambos aspectos tiene que Mas, si con esto plantea Kant la posibilidad de la metafísica evidenciar su capacidad pura, anterior a toda experiencia. Así, pues, como ciencia, antes hemos de preguntarnos qué es lo que él entiende forzando las cosas, el verdadero título de la obra debería ser el de por metafísica y por ciencia. «crítica de la pura razón teorética (o especulativa)» (cf. B. Erdmann, en Kants WW III 556). a) ¿Qué es metafísica? Con ello no sólo recoge Kant la distinción clásica ya en la filosofía griega entre theoria y praxis —que en la edad media latina se tradujo por contemplatio (o speculatio) y actio—, sí que también la dualidad, referida a la razón, de intellectus theoreticus (o speculativus) e intellectus practicus, tradición que va desde Aristóteles a Tomás de En el problema sobre la posibilidad de la metafísica no arranca Kant de una definición. Lo que es o debe ser una metafísica lo supone según la concepción de su tiempo. Pero frecuentes referencias nos proporcionan una definición de la metafísica de acuerdo con su cometido real y con su peculiaridad formal. Aquino. Se trata de la razón pura, en tanto que se mantiene teorética o se hace práctica, respectivamente en el mero saber o referida a la actuación aunque «racional», es decir, al obrar moral. Aquí analiza Kant la razón pura en su función teórica. En cuanto al contenido declara Kant: Los «cometidos inevitables de la razón pura son Dios, la libertad y la inmortalidad. Pero la ciencia cuyo objetivo final es realmente el de llegar con todos sus medios a la solución de los mismos se llama metafísica» (B 7). Con otras palabras: «La metafísica tiene como objetivo específico de su Y eso ha de llevarlo a cabo una crítica de la razón pura. La palabra «crítica» no tiene todavía en Kant tanto el sentido negativo de oposición crítica cuanto el sentido neutro de distinguir y enjuiciar (del investigación sólo tres ideas: Dios, libertad e inmortalidad» (B 395). Se trata del hombre vivo que busca una orientación y sentido últimos y que «por la naturaleza de la general razón humana» (B 22) plantea unas 5 cuestiones «que con ningún uso experimental de la razón... pueden ser 873). Esta concepción de la metafísica como pura ciencia de razón está respondidas» (B 21), sino que sólo hallan una respuesta, más allá de enraizada en la tradición del pensamiento racionalista, desde el cualquier experiencia, en la fe metafísica en Dios, la libertad y la planteamiento cartesiano del ego cogitans con su pura visión racional, inmortalidad. pasando por el juicio analítico de Leibniz, hasta la filosofía oficial de Ch. Aunque Kant llegará a la conclusión de que la metafísica como ciencia no es posible, jamás discutirá que no sea posible «la metafísica como disposición natural (Naturan lage)» (B 22), y no sólo posible, sino real y necesaria. Las cuestiones metafísicas —y hasta una fe metafísica— responden a la naturaleza de la razón humana. Esa Wolff y de A.G. Baumgarten, que representan el trasfondo de Kant. La idea de una ciencia racional pura no sólo determina la cuestión kantiana de la posibilidad de la metafísica sino que marca además la dirección a todo el idealismo desde Fichte hasta Hegel. Cínicamente Schelling se saldrá de la misma en sus últimos años. disposición natural la fundamenta incluso Kant a priori en las ideas de la En concepto de metafísica, que Kant da por supuesto de una razón pura: mundo, alma y Dios. Desde la necesidad esencial de la manera acrítica en su CdlRP, ya estaba muy alejada desde hacía largo razón tenemos que pensar esas realidades, aunque con un saber tiempo de la tradición clásica. Para Aristóteles la metafísica aparecía estrictamente teórico nunca podamos conocerlas como tales realidades. bajo el título de «filosofía primera» y era la ciencia del «ser en cuanto Por ello Kant vuelve a recoger esa misma tríada en los postulados de la razón práctica: libertad, inmortalidad y existencia de Dios. Aunque la metafísica se demuestra imposible en el terreno del saber teorético, ciertamente que está referida a una fe práctica: «Tuve, pues, que eliminar el saber para dejar sitio a la fe» (B XXX). Cierto que eso parece una pérdida de la razón especulativa; pero «tal pérdida sólo afecta al monopolio de la escuela, en modo alguno el interés de los hombres» (B XXXII). Y en interés de los hombres jamás abandona Kant la metafísica —en el sentido susodicho de fe metafísica. En el aspecto formal entiende Kant la metafísica como «ciencia racional pura a priori». Es «un conocimiento racional especulativo totalmente aislado, que se alza por completo más allá de la enseñanza experimental, y ello a través de meros conceptos» (B XIV). Independientemente de cualquier experiencia, la metafísica «tiene que exponer en una unidad sistemática... un conocimiento puro a priori-» (B ser» (Met. IV, 1003 a 21s). Partiendo de la experiencia tiene que fundamentar al ser en cuanto tal y avanzar así hasta el fundamento ontológico divino de todo ente. Es una doctrina del ser (ontología) y una doctrina de Dios (teología), formando una «onto-teología» (cf. al respeto en tono crítico M. Heidegger 1957, 35-73; la palabra «ontoteología» procede del propio Kant, aunque referida únicamente a la prueba ontológica de Dios: B 660). Esta concepción de la metafísica penetra en la tradición aristotélico-escolástica. Aparece así en Tomás de Aquino, que mantiene la unidad de la doctrina del ser con la doctrina de Dios y que, superando a Aristóteles, refleja la conexión interna (In Met. Prooem. etc.). Y se advierte asimismo en la escolástica tardía de F. Suárez, cuyas Disputationes metaphysicae (1597) desarrollan la unidad sistemática de la doctrina (general) del ser y de la doctrina (natural) de Dios. Sólo en el siglo XVII se impone una evolución que conduce a la 6 desaparición de la unidad. A la fundamentación filosófica de los campos «Dios, la libertad y la inmortalidad», primero como las tres ideas de la ontológicos reales precede una doctrina formal del conocimiento y del razón pura y después como los tres postulados de la razón práctica; método y se designa como «filosofía primera» (Bacon), «ontosofía» todo ello en correspondencia objetiva con las tres disciplinas de la (Clauberg) o como «ontología» (Du Hamel). Con Chr.Wolff esa filosofía oficial a partir de Chr. Wolff (cf. B 873s). evolución llega a una conclusión sistemática. Establece una distinción entre metaphysica genera-lis y metaphysica specialis. La primera, denominada también ontología, es, en tanto que disciplina filosófica fundamental, la ciencia del ente en cuanto ente; y en ese sentido mantiene el; concepto tradicional de metafísica. Esa ontología tiene el cometido de derivar de los conceptos y principios primeros las leyes básicas generales para todos los objetos pensables. El enfrentamiento crítico de Kant con los problemas fundamentales de la metaphysica specialis ocurre por primera vez al tratar las ideas de la razón pura; es decir, en su dialéctica transcendental. Todo cuanto precede en la CdlRP, la estética y la analítica transcendentales, ocupa el sitio de lo que Wolff denominaba metaphysica generalis (cf. B 873). Pero en esa metafísica u ontología sólo se trata de la inteligencia o de la razón «en un sistema de todos los conceptos y principios La metafísica especial la divide Wolff en tres campos: básicos, que se refieren a los objetos, sin admitir unos objetos que cosmología, psicología y teología (natural). Esa trilogía estaba ya vendrían dados (ontología)» (B 873). «Ontología es la ciencia de las preparada tanto por Bacon, que a su vez hacía una división de la cosas en general; es decir, de la posibilidad de nuestro conocimiento de filosofía en doctrina de Dios, de la naturaleza y del hombre, como por la las cosas apriori o, lo que es lo mismo, independientemente de la doctrina de Descartes acerca de las substancias que,frente a la experiencia» (XVIII, N 5936). Es una ciencia racional pura que debe «substancia increada» (Dios), divide las substancias creadas en proporcionar la posibilidad del conocimiento de los objetos en general a «substancia corpórea» (res extensa) y «substancia pensante» (res partir de los puros conceptos y principios del pensamiento. cogitans; Prínc. I, 51s). La división escolar clara de la filosofía, que Wolff contribuyó a difundir, separa (por su contenido) la metafísica general de la particular; es decir, la doctrina del ente de la doctrina de Dios, y establece (de un modo formal y metodológico) racionalistamente la metafísica general como una pura ciencia de razón. Cuando sobre ese trasfondo Kant se pregunta por la posibilidad de la metafísica, está pensando inequívocamente en su «objetivo final» que es la metaphysica specialis. Lo que le interesa es la posibilidad de una cosmología, una psicología y una teología metafísicas. Así lo prueban las mismas cuestiones fundamentales por su contenido acerca de También aquí sigue de cerca Kant al racionalismo. Chr. Wolff todavía define la metafísica en el sentido de la tradición aristotélica como ciencia del ente en cuanto ente, aunque entendiendo todavía por tal una ciencia «de todas las cosas posibles en cuanto que posibles». Primordialmente no trata de la realidad sino de la posibilidad, no del ser real sino de la esencia posible. Ahora bien, para el racionalismo posibilidad no significa posibilidad ontológica sino posibilidad mental; es decir, trabajo mental sin contradicciones. La tarea de la metafísica general será establecer los primeros conceptos y principios básicos de un pensamiento sin contradicción de todos los objetos meramente 7 b) ¿Qué es ciencia? posibles. Desde tal concepción los discípulos de Wolff adoptarán La metafísica tiene la pretensión de ser una ciencia; más aún, posiciones diferentes. Unos van a definir todavía el objeto de la de ser la ciencia primera o fundamental. ¿Está justificada tal metafísica, de acuerdo con la tradición, como el ente en general (o algo pretensión? ¿Es posible la metafísica como ciencia? Todo esto supone parecido). Otros, por el contrario, y especialmente los wolffianos más la cuestión previa de qué es ciencia, de qué es lo que Kant entiende por jóvenes, ven en la metafísica la ciencia de los primeros principios, que ciencia. subyacen en todos los campos del saber y de las ciencias. La metafísica se ha transformado por completo de una doctrina del ente (contenidista) en una doctrina (formal) de los principios; la ontología pasa a ser una teoría del conocimiento, a la que incumbe fundamentar los primeros principios de todo conocimiento. Desde que a comienzos de la edad moderna la ciencia de la naturaleza encontró su método adecuado logrando así un progreso notable del conocimiento (desde Copérnico, Kepler y, Galilei hasta Newton), la filosofía estuvo siempre bajo el acicate y desafío de las ciencias naturales y acuciada por el anhelo de alcanzar un riguroso Entre los representantes de esta concepción se cuentan tanto carácter científico. Afán que es común tanto al racionalismo (Descartes, Martin Knutzen (1713-1751), profesor de filosofía de Kant en Spinoza, Leibniz) como al empirismo (de Hobbes a Locke y Hume). La Kónigsberg, como Alexander G. Baumgarten (1714-1762), cuyo diferencia estaba en que, mientras de un lado ocupa el primer plano el difundido manual (Metaphysica, Halle 1739) explicó Kant durante principio metodológico racional-deductivo de la matemática, del otro se décadas, incluso ya en su época crítica (cf. M. Wundt 1924). impone el elemento metodológico empírico-inductivo de las ciencias, La cuestión formulada por Kant acerca de la posibilidad de la metafísica apunta «en definitiva» a los campos objetivos de la metaphysica specialis: mundo, alma y Dios. Una metaphysica generalis tiene que echar las bases para ello; pero desde mucho tiempo antes, adquiriendo en ambos casos un valor absoluto. Para unos y otros la ciencia moderna, que hoy llamaríamos «exacta», se convierte en norma ideal de la ciencia en sí, y también de la filosofía —metafísica incluida— como ciencia. desde el racionalismo oficial de Wolff y también en Kant, ésta ya no se Esta norma del conocimiento científico campa durante largo entiende como una doctrina ontológica real sino como una doctrina tiempo por sus respetos. Su adversario más encarnizado es Pascal, que formal de los principios, que deberá fundamentarse en el pensamiento opone al «esprit de géometrie» el «esprit de finesse» y que se reclama puro de la razón al margen de la experiencia. Sobre esos principios de a una superior percepción e intuición del corazón. Lo que en Pascal era la metafísica general habrá que decidir si es posible una metafísica una mera exigencia intenta Leibniz llevarlo a cabo a su manera y especial en tanto que cosmología, psicología y teología filosóficas. superar la reducción a un conocimiento científico-natural. Frente a un pensamiento meramente cuantitativo defiende Leibniz otro de índole cualitativa, frente al puramente mecánico opta por otro ideológico, y 8 contra la reducción de todo el acontecer a unas leyes de la naturaleza Para él la ciencia es un concepto unívoco, y no ana- logo. Todas las generales y necesarias opta por la individualidad irreductible de las ciencias se reducen a un tipo normal de ciencia. Incluso la metafísica, mónadas. En el campo religioso y teológico, la teología de la época, en tanto que ciencia, se encuentra bajo la norma ideal de las ciencias racionalista en buena medida, suscita un movimiento contrario, a saber, exactas. el pietismo irracional que exalta el corazón y que tuvo amplias resonancias. En este sentido ciencia es para Kant esencialmente el conocimiento de lo general y necesario. Las ciencias no se limitan a Pero Kant, que procedía de la escuela racionalista de Wolff y constatar hechos particulares y aleatorios, sino que pretenden conocer que estaba bajo la presión de la mecánica universal de Newton y bajo la leyes con validez universal y necesaria. Ahí sigue dejándose sentir una influencia del empirismo crítico de Hume, se declara por completo a vieja idea de la tradición filosófica que se remonta al pensamiento favor del concepto moderno de ciencia. griego. Ya desde Platón y Aristóteles los objetos del saber seguro y de La ciencia es para él la matemática (aritmética y geometría) y la ciencia de la naturaleza (abarcando sobre todo la física en el sentido de la mecánica clásica). Son esas ciencias las que constituyen el tipo ideal de lo que ha de considerarse como científico. Si la metafísica pretende ser ciencia, tendrá que responder a esa norma ideal de la ciencia propiamente dicha. la ciencia verdadera no son las cosas o los sucesos concretos y cambiantes, sino única y exclusivamente las,esencias y las leyes esenciales universales y necesarias, y por lo mismo inmutables. De ahí que lo particular como tal, incluido el acontecer particular y casual de la historia, no puede considerarse como objeto verdadero y digno de la ciencia. La misma tendencia penetra, aunque en una forma totalmente distinta, en la concepción moderna de la ciencia. Cierto que la El que existan ciencias de otra índole no hace al caso. Cierto que desde tiempos antiguos existía la ciencia del derecho y la medicina, y especialmente desde el humanismo se cultivaban asimismo la investigación histórica, las ciencias del lenguaje y de la literatura, etc. Pero apenas si se había dado una reflexión teorético-científica y metodológica sobre las peculiaridades de esas ciencias, que sólo investigación natural parte de la observación y comprobación de hechos particulares; pero es preciso reducir inductivamente esos hechos y sucesos a lo general y necesario de las «leyes naturales», y explicarlos desde ahí. Se trata una vez más, conforme a la tradición clásica, de lo general y necesario, aunque con la distinción —agudamente introducida por Leibniz— de una generalidad y necesidad no metafísica sino física. llegaría en el siglo XIX (partiendo de Schleiermacher y pasando por Droysen y Dilthey hasta la discusión contemporánea sobre las ciencias del espíritu y de la naturaleza). Por entonces apenas si se tenía conciencia de la envergadura —unidad en la pluralidad— del concepto de ciencia. Kant no se plantea en modo alguno que la filosofía, y en especial la metafísica, es y tiene que ser una ciencia de tipo particular. El concepto kantiano de ciencia está bajo la definición esencial de un conocimiento universal y necesario. Y así, si la metafísica pretende ser ciencia, tendrá que proporcionar un saber de validez universal y necesaria. Y ello más aun que otras ciencias, porque ha de establecer unas leyes ilimitadamente universales e incondicwnalmente 9 necesarias, que valgan apriori de cualquier objeto posible de juicios a priori, y los principios sintéticos como juicios a posteriori. Los conocimiento. La posibilidad de la metafísica como ciencia tiene que principios analíticos son juicios universales y necesarios, cuya vigencia decidirse en la medida en que es posible ese conocimiento tan universal no depende de la experiencia respectiva, sino que precede a la misma y necesario. (a priori). Los principios sintéticos son afirmaciones fác-ticas, cuya validez no se percibe e intuye analíticamente, sino que deriva de la experiencia (a posteriori). Kant rompe dicho esquema remitiéndose al c) Juicios sintéticos a priorí La metafísica como ciencia sólo es posible si es posible la ciencia. La ciencia como saber regulado sólo es posible si, a su vez, puede darse un conocimiento válido universal y necesariamente. ¿Cómo es ello posible? En esta cuestión Kant se enfrenta tanto con el racionalismo como con el empirismo y llega a la doctrina de los juicios sintéticos a priori. hecho de que el conocimiento científico no puede fundamentarse ni en juicios analíticos ni en sintéticos a posteriori, sino exclusivamente en juicios sintéticos a priori. ¿Por qué? Juicios analíticos en el sentido racionalista de Leibniz y Wolff son juicios explicativos, no amplificativos. No hacen sino desarrollar de forma explícita lo que ya antes se sabía (de modo implícito), por lo que no aportan ningún progreso en el conocimiento. Ahora bien, cada Ya en la introducción a la CdlRP distingue Kant: «O el ciencia pretende ampliar el conocimiento, aportar un avance en el predicado B pertenece al sujeto A como algo que (de manera tácita) saber. Así, pues, el juicio analítico no basta como principio cognitivo de está incluido en el concepto A, o B está fuera por completo del las ciencias, y menos aún en tanto que principio de la metafísica como concepto A, aunque esté en conexión con él. En el caso primero yo ciencia, si es que pretende ampliar nuestro conocimiento más allá del llamo analítico al juicio, en el otro lo denomino sintético... Los primeros campo de la experiencia hasta las realidades de Dios, la libertad y la podrían designarse también juicios de explicación, y los otros de inmortalidad. Falla, por tanto, el planteamiento metodológico del ampliación» (B 10s). Leibniz consideró el juicio analítico como criterio pensamiento racionalista. de verdad y certeza. Desde entonces el racionalismo tuvo como principio de conocimiento el que cada afirmación hubiera de deducirse de unos principios analíticos o reducirse a los mismos. Eso es algo que discute el empirismo, que parte de la experiencia, la cual proporciona contenidos siempre nuevos que todavía no se encuentran en el sujeto de la frase, con lo que posibilita y reclama los juicios sintéticos. El juicio sintético se convierte así en el principio de conocimiento del empirismo. De conformidad con ello los principios analíticos se consideran como De otro lado se halla el juicio sintético, considerado hasta entonces en el empirismo de Locke y Hume como simple juicio experimental o, según dice Kant, como un juicio sintético a posteriori. La experiencia ofrece siempre algo particular y aleatorio (expresión que para Kant designa lo no necesario, es decir, lo contingente, lo meramente fáctico). Pero ciencia es para Kant ciencia esencialmente regulada. No sólo consigna hechos particulares y aleatorios, sino que quiere proporcionar conocimientos generales y necesarios. Eso es algo 10 que vale para la matemática y la ciencia de la naturaleza; pero vale la historia de la filosofía: el hecho de que en nuestro mundo sobre todo para la metafísica. Si ha de ser posible como ciencia, ha de cognoscitivo encontramos ideas de una vigencia universal y necesaria establecer en un conocimiento cierto unas leyes ilimitadamente que (para decirlo con Kant) no puede fundarse adecuadamente en la universales e incondicionalmente necesarias. singularidad y aleatoriedad de la experiencia, como las leyes lógicas, Kant advierte con toda claridad que lo particular y aleatorio de los contenidos de la experiencia en principio nunca puede fundamentar el carácter general y necesario de una ley. Aparece aquí el problema principal de la inducción. Una fundamentación empírico-inductiva sin más de las ciencias (como la matemática y la física) se demuestra imposible. Sería un contrasentido similar al de una metafísica inductiva (que se ha intentado y requerido desde F. Bacon y también en los tiempos modernos). El juicio sintético aposterion como mero juicio experimental no basta como principio de conocimiento para las ciencias, y menos aún para la metafísica. Con ello el principio empírico de conocimiento sucumbe también a la crítica de Kant. A ello opone él la doctrina de los juicios sintéticos a priori. Un juicio de esa índole no es, por una parte, analítico sino sintético; es decir, su predicado afirma un contenido que va más allá del concepto del sujeto. Por otra parte, tampoco es a posteriori sino a priori; o sea, la afirmación sintética no se fundamenta sólo en la singularidad y aleatoriedad de la experiencia:, sino en una idea o intuición (Einsicht) de validez universal y necesaria, anterior e independiente de la experiencia. Kant está persuadido de que; a) tenemos conocimientos de validez universal y necesaria; b) sólo así es posible la ciencia en general y la metafísica, si pretende ser ciencia; y c) tales ideas así de universales y necesarias sólo se pueden aprehender y expresar lógicamente en juicios sintéticos a priori. matemáticas, metafísicas, éticas y de otro tipo; todo lo cual representa ya en Platón un impulso decisivo para su doctrina de las ideas. Doctrina que se deja sentir en las veritates aeternae de Agustín y, por otra parte, en la teoría del intellectus agens de Aristóteles y de Tomás de Aquino. La misma conduce en Descartes a la doctrina de las ideae innatae, y en Malebranche a la contemplación de las ideas eternas en la mente de Dios. Penetra incluso con Hume en el principio empírico-sensista de la aceptación de una certeza intuitiva, por ej. de las leyes matemáticas (aritméticas y geométricas), que en sí mismas resultan evidentes con independencia del dato fáctico de la experiencia respectiva. Ése es justamente el problema que recoge Kant e intenta resolverlo mediante los juicios sintéticos a priori. Que tales juicios constituyen el contenido fundamental de las ciencias lo demuestra toda una serie de ejemplos. Una afirmación aritmética tan simple como 5 + 7 = 12 resulta un enunciado sintético, no analítico, porque 12 no está contenido ni en 5 ni en 7; y, sin embargo, su validez universal y necesaria no es a posteriori, sino que se intuye a priori (B 15s). Asimismo la ciencia de la naturaleza (física) descansa sobre juicios sintéticos a prion, por ej., «que en todos los cambios del mundo corpóreo la cantidad de materia permanece inmutable, o que en toda transmisión del movimiento la acción y la reacción tienen que ser siempre iguales. En ambos casos está clara no sólo la necesidad y con ella su origen a priori, sino también el que son juicios sintéticos» (B 17s). La ciencia sólo es posible cuando son posibles los juicios Con ello recoge Kant un problema antiquísimo, que recorre toda 11 sintéticos a priori. Mas para Kant no sólo es posible la ciencia, es decir, sintético a priori? ¿Qué se supone a priori en el hecho del conocimiento la matemática y la física, sino que también es real; es algo que da por en general? Es el problema que desde Kant se viene designando como supuesto. Así, pues, hay juicios sintéticos a priori que constituyen dicha la cuestión transcendental. Para el concepto y contenido de la filosofía ciencia. transcendental es básica la afirmación de que «yo tomo como Sí la metafísica ha de ser posible, debe fundamentarse en juicios sintéticos a priori. Y, más que todas las otras ciencias, la metafísica debe ampliar nuestros conocimientos más allá de la experiencia en su conjunto; por ello sus afirmaciones tienen que ser sintéticas. Pero a la vez tienen que ser absolutas e incondicionales alcanzando una universalidad y necesidad que afecta a todos los contenidos posibles y meramente pensables. Por ende sus afirmaciones no pueden ser a posteriori, han de ser a priori (cf. B 18). En la medida transcendental todo conocimiento, que se ocupa no tanto de objetos cuanto de nuestra forma de conocimiento de los objetos, en la medida en que éste debe ser posible a priori. El sistema de tales conceptos se llamaría filosofía transcendental» (B 25; cf. A 11s). No se trata del conocimiento de objetos sino de la forma misma del conocimiento, en tanto que es posible o está posibilitada a priori; es decir, se trata de las condiciones apriorísticas (precedentes) para la posibilidad de un conocimiento objetivo. en que los ejemplos de la matemática y de la física aducidos por Kant La afirmación de Kant, sin embargo, no es totalmente clara. pueden discutirse en un plano lógico o teorético-científíco, en esa ¿Hay que investigar sólo aquel conocimiento que es posible a priori —y medida habrá que estar de acuerdo con él en que la metafísica sólo es en la medida en que lo es— o bien todo el conocimiento de objetos posible como ciencia si existen los juicios sintéticos a priori en el sentido según sus condiciones apriorísticas? ¿Se trata sólo de «un conocer en que él los explica; y habremos de aceptar asimismo que hacen apriorista del conocimiento apriorístico» (Fr. Kaulbach 1969, 117) o de posibles un conocer apriorista de todo conocimiento objetivo? La pregunta no afirmaciones de una universalidad y necesidad metafísicamente absolutas. Se plantea así la cuestión de cómo son posibles los juicios sintéticos a priori: ¿Qué quiere decir a priori? ¿Cómo está constituido originariamente, antes de cualquier experiencia, un saber con validez universal y necesaria? deja de tener importancia, porque precisamente con esa distinción se logra la ampliación de la cuestión transcendental. Al comienzo era sólo la cuestión de cómo es posible un conocimiento (científico) universal y necesario con juicios sintéticos a priori. Esto conduce a una cuestión más amplia: la de cómo es posible a priori un conocimiento de los objetos. Pues se demuestra que todo conocimiento, desde la visión sensible hasta el pensamiento de la inteligencia y de la razón, está bajo d) La cuestión transcendental La cuestión del a priori plantea el problema transcendental en toda su anchura y profundidad. ¿Qué es lo que se supone en el juicio condiciones aprioristás de su posibilidad. Su fundamentación es tarea de la filosofía transcendental en su esencia de «investigación apriorista» (M. Heidegger, Sein und Zeit, 50). 12 La palabra «transcendental» la toma Kant de la tradición. La conciencia así de pura, sino siempre una conciencia ya objetivada; su metafísica escolástica, que sigue influyendo hasta en la escuela de intención primera se orienta hacia el objeto. Por ello empieza Kant por Wolff, (proprietates el objeto de la conciencia. En Kant (por lo general) «objeto» no significa transcendentales) del ente, la unidad, la verdad y la bondad, que vienen la «cosa en sí» supuesta realmente, sino el contenido consciente dadas con el ser del ente, por lo que competen necesariamente al ente objetivo; es decir, la cosa en tanto que aparece en mi conciencia, que como tal y pueden y deben predicarse de cada ente a priori (antes de está puesta como objetivo del conocimiento en la conciencia. El hecho cualquier experiencia). Kant asume ese concepto en la medida en que es que a mí me vienen dados unos objetos. Y la cuestión es cómo son entiende como necesarias a priori unas condiciones y determinaciones posibles a priori. ¿Qué condiciones de posibilidad suponen en el sujeto de todo objeto de conocimiento. Sólo que entiende esa necesidad de conocimiento? Para responder a esa pregunta emprende Kant un apriorista no como objetiva y ontológica (fundamentada en el ser del análisis transcendental del objeto, que se diferencia del análisis de ente), sino como una necesidad subjetiva o lógica (fundada en la forma contenido del objeto, tal como se había dado antes en el racionalismo y de conocimiento del sujeto). Transcendental equivale para él al en el empirismo. Allí se trataba de descubrir los elementos primeros y conocimiento de unas condiciones aprioristás de la posibilidad del más inmediatos del conocimiento, ya fueran las ideas innatas conocer. (Descartes) ya las simples impresiones sensibles (Locke y Hume). conocía como condiciones transcendentales «Por ello, transcendental y transcendente no son una misma cosa» (B 352). De transcendentes califica Kant los conceptos o afirmaciones que sobrepasan el campo de la experiencia posible, por lo que van más allá, en forma acrítica, de las fronteras de nuestro Semejan-" te análisis suponía un objeto constituido ya en la conciencia. La cuestión transcendental kantiana se orienta, en cambio, a la constitución del objeto en la conciencia: ¿En qué condiciones del sujeto puede llegar un objeto de conocimiento a estar dado? conocimiento. Y esto ocurre, según Kant, en cualquier aplicación De ahí que la cuestión transcendental apunte al sujeto. Se rige metafísica de los conceptos. Transcendental, por el contrario, se dice de por la idea de que todo conocimiento de un objeto supone el sujeto de un conocimiento que «sobrepasa» o transciende el objeto (no en una ese conocimiento. Conocimiento no es la mera recepción pasiva de un dirección objetiva sino subjetiva) por cuanto que se remonta a las dato objetivo, sino un proceso activo del sujeto, que en la propia condiciones aprioristas del conocimiento de un objeto (el propio Kant no realización del conocer pone el objeto en la conciencia. Por ello, el mantiene una terminología rígida a propósito de esta distinción en la objeto en la manera en que viene dado debe explicarse desde el sujeto. CdlKP; más consecuente es el uso lingüístico en los Prolegomena). Lo cual significa para Kant que no es el objeto el que condiciona'al Kant no procede, como por ejemplo Descartes, de un yo o de sujeto, sino a la inversa: es el sujeto quien condiciona el objeto. una pura conciencia (ego cogitans), que también encuentra de inmediato unos objetos de conciencia. Nosotros no tenemos una e) El giro copernicano 13 Con ello emprende Kant una revolución del pensamiento, que él absoluto (Fichte), de Espíritu infinito (Hegel). Kant mantiene la finitud del mismo compara con el giro de Copérnico: «Hasta ahora se admitía que sujeto. Pero de ello parece seguirse una contradicción: la de que el todo nuestro conocimiento tenía que orientarse hacia los objetos; pero sujeto determina así su objeto, pero como sujeto finito que es está todos los intentos de constituir a priori algo más allá de los mismos referido a un conocimiento receptivo del objeto. Contradicción que Kant mediante unos conceptos con los que ampliar nuestro conocimiento soluciona diciendo que el sujeto no condiciona al objeto tal como éste fracasaron con tal supuesto. Se intentó, en efecto, afrontar mejor las es en sí, sino como se le aparece (al sujeto). En tanto que sujeto finito tareas de la metafísica suponiendo que los objetos deben regirse según nunca puede productivamente hacer que brote una cosa en sí ni nuestro conocimiento, lo cual concuerda mejor a priori con la deseada conocerla en una visión originaria y creativa —en su im Ent-stand—. posibilidad de un conocimiento de los mismos, que puede establecer Puede sí determinar el objeto dado de antemano y acogido —ais algo sobre los objetos aun antes de que nos vengan dados. Ocurrió Gegen-stand— en la medida en que se le manifiesta; es decir, en tanto aquí como con las primeras ideas de Copérnico, que al no poder que puede aparecer sobre la concepción apriorista del conocimiento explicar los movimientos celestes satisfactoriamente con la hipótesis de humano. De lo cual sigúese para Kant que nosotros no conocemos el que todo el ejército estelar giraba alrededor de quien las contempla, objeto como es en sí sino sólo como se nos aparece; dicho de otro intentó una mejor explicación haciendo que girase el contemplador y modo, no como cosa en jísino cual mera manifestación o fenómeno. dejando que las estrellas descansaran» (B XVI). La esencia del conocimiento humano, y por tanto finito y ¿Qué es lo que se sigue de este cambio en la manera de receptivo, exige que el objeto me venga «dado»; tengo que poder pensar? Hasta entonces se suponía que el objeto condicionaba al encontrarlo y asumirlo. Un conocimiento receptivo es esencialmente sujeto. En tal supuesto, como piensa Kant, no se puede entender el a para Kant una visión (Anschauung); en ella se me muestra lo que está priori del conocer, en el que únicamente puede fundamentarse la dado. La capacidad de visión es la sensibilidad. Nosotros carecemos — validez universal y necesaria. Por eso parte Kant del supuesto de que y también en este punto se mantiene firme Kant— de una visión no es el objeto el que condiciona al sujeto, sino a la inversa. Pero el intelectual en el sentido de una pura contemplación espiritual de la sujeto es para Kant —que en esto se mantendrá siempre firme— un esencia. Sólo tenemos una visión sensible. Es la capacidad de un sujeto finito en tanto que humano, al que no le corresponde un conocimiento receptivo esencialmente propia de la inteligencia finita y conocimiento productivo (creador) sino receptivo. Nosotros conocemos subordinada a la misma. La visión sensible es la receptividad, mientras la cosa, según la fórmula de Heidegger, no como «ser en sí» (Im que la inteligencia es la espontaneidad del conocimiento finito: «Si a la Entstand) sino como «ob-jeto» (como algo que «está frente», als receptividad de nuestro ánimo para concebir representaciones la Gegen-stand) (Heidegger 1929, 28). Kant se distancia claramente del llamamos sensibilidad (Sinnlichkeit) en la medida en que de alguna idealismo posterior, que «eleva» el sujeto finito a la categoría de sujeto manera es afectada, a la capacidad de producir representaciones por sí 14 mismo, a la espontaneidad del conocimiento, hay que llamarla la segunda» (B 29)— subyace en la división de la obra: la estética inteligencia (Vers-tand). Nuestra naturaleza implica que la visión transcendental trata de la visión sensible bajo las formas aprioristas del (Anschauung) nunca pueda ser más que sensible (sinnlich)... Por el espacio y del tiempo. La lógica transcendental versa sobre el contrario, la facultad de pensar el objeto de una visión sensible es la pensamiento y se subdivide a su vez en dos partes: la analítica inteligencia (Verstand)... Sin la sensibilidad no se nos daría objeto transcendental, que estudia la inteligencia (con las categorías o puros alguno, y sin la inteligencia no se podría pensar ninguno. Las ideas sin conceptos intelectuales), y la dialéctica transcendental, que analiza la contenido están vacías, las visiones sin conceptos son ciegas. Por eso razón (con las ideas de la razón pura). es tan necesario hacer sensibles sus conceptos (es decir, añadirles el objeto de la visión) como hacer inteligibles sus visiones (o sea, reducirlas a conceptos)» (B 75; los subrayados están en el original). Sólo en la conexión de visión y pensamiento, es decir, de sensibilidad e inteligencia, surge el conocimiento. Para, Kant la consecuencia es que los conceptos de la inteligencia sólo pueden aplicarse a unos contenidos de visión sensible; con otras palabras, sólo pueden constituirse en un objeto del conocimiento cuando se les da un material adecuado de visión. El conocimiento en el campo de la visión sensible se llama experiencia. Si el conocimiento sólo surge en la síntesis de visión y pensamiento, sigúese que el conocimiento está fundamentalmente limitado al campo de la experiencia posible. Ello demuestra —anticipando ya la CdlRP— la doble limitación del conocimiento según Kant. De un lado está limitado en su origen al campo de la experiencia posible, que no puede superar. Y, del otro, incluso dentro de la experiencia, aparece limitado en su invalidez a la mera manifestación para mí, sin alcanzar el objeto como cosa en sí. 2. La visión sensible En la investigación de las fuerzas cognitivas procede Kant de un modo transcendental reductivo. El punto de salida lo constituye el objeto dado en la conciencia. Y mediante una reducción progresiva se cuestiona después cuáles son las condiciones de su posibilidad derivadas del sujeto. El movimiento va del posterius al prius, de lo posterior a lo anterior, debiendo así empezar por el dato de la visión sensible para explicar y fundamentar después el pensamiento de la inteligencia y de la razón. Ese proceso está regido por el principio básico de que todo conocimiento es una síntesis de lo múltiple (cf. B 103). El material vacío, y todavía desordenado, de las impresiones sensibles ha de reducirse a unidad. Sólo entonces se constituye el objeto, y se le «conoce» como objeto en su unidad. Con ello supone Kant que las cosas en sí afectan a nuestros sentidos y que producen una múltiple variedad de impresiones sensibles. Su unificación o modelación ordenada es cometido del sujeto Toda esta problemática la recorre la CdlRP en tres grandes apartados. El contraste de la visión y del pensamiento —de «las dos ramas del conocimiento humano... sensibilidad e inteligencia, de los objetos que nos son dados por la primera, pero que son pensados por cognoscente. Toda síntesis de lo múltiple supone un principio precedente de unidad, por el cual y sobre el cual acontece la unificación. De ahí que el proceso de conocimiento tenga que estar 15 condicionado y determinado por formas aprioristas, a las que por Los contenidos de la «sensibilidad externa», todos los objetos esencia les corresponde una función sintetizadora y creadora de percibidos desde fuera, se encuentran en el espacio. Se extienden unidad. espacialmente, están espacialmente yuxtapuestos unos a otros y Lo cual vale tanto para las formas de la visión sensible como también, y muy particularmente, para las categorías como conceptos intelectuales puros, que hacen posible una síntesis de visión y pensamiento y que por lo mismo son las que constituyen propiamente el objeto del conocimiento. Y, por fin, tienen una función sintetizadora también las ideas de la razón pura que, si bien de un modo no constitutivo sino meramente regulativo, refieren todos lo contenidos del conocimiento a unas unidades supremas —el mundo, el alma y Dios. El paso primero en la exposición de esta problemática lo da Kant en la estética transcendental: la doctrina de la visión sensible. El conocimiento humano es receptivo, y por ello está referido a la visión, que para Kant es la sensibilidad. En oposición, por ejemplo, a la inmediatez del conocimiento racional en Descartes y Leibniz y —más tarde— frente a la visión intelectual en Fichte y Schelling, no atribuye Kant inmediatez alguna al conocimiento racional, que viene posibilitado por una visión sensible. La sensibilidad es la capacidad de acogida esencialmente propia de la razón conocedora finita, y por ende receptiva. ¿Qué es lo que está puesto a priori en el sujeto para que se le pueda dar un objeto sensiblemente? La respuesta sólo se puede obtener del objeto en la medida en que se le reduce a sus condiciones de posibilidad. Se piensa el objeto con independencia de que ofrezca un ocupan un lugar determinado en el espacio general. Así, pues, siempre y necesariamente están bajo la forma del espacio. Por tanto, según Kant, el espacio no será el resultado posterior de una abstracción conceptual, sino la condición previa de la percepción empírica de una cosa extensa y de su incorporación al espacio común representado como una entidad. La pura representación espacial, anterior a cualquier experiencia, es la forma apriorista de la sensibilidad externa. Los contenidos de la «sensibilidad interna», es decir, todos los contenidos o sensaciones percibidos en mí mismo, ya no se encuentran en el espacio, pero sí en el tiempo como los objetos de una sensibilidad externa. Aparecen como un suceso temporal, se suceden unos a otros en el curso del tiempo y tienen un ahora determinado en la secuencia general de ese tiempo. Ello le induce a pensar a Kant que el tiempo no es el resultado posterior de una abstracción conceptual sino la condición previa para que nosotros percibamos empíricamente un acontecimiento temporal, el antes y el después de un cambio y para que incorporemos el acontecimiento particular en el tiempo representado como una unidad. La representación pura del tiempo, es decir, no empírica sino anterior a toda experiencia, es la forma apriorista no sólo de la sensibilidad externa, sí que también de la interna; es decir, la forma pura de una visión sensible en general. contenido particular determinado y empíricamente y con independencia Espacio y tiempo son en Kant, como formas puras de de que esté ya pensado en conceptos, sino sólo con vistas al hecho de representación proyectadas a priori, condiciones para la posibilidad de que, en general, es objeto de una visión sensible. ¿Qué supone como una visión sensible. Pero su importancia llega aún más lejos. Kant se tal? había planteado la cuestión de la posibilidad de la ciencia. La ciencia se 16 daba para él en la forma de la matemática y de la física. Y ahora al respecto. Yendo más allá de Kant cabría preguntar bajo qué comprueba —en los Prolegomena de modo más claro que en la condición pueden ser el espacio y el tiempo formas de la visión. ¿No CdlRP— que la matemática sólo es posible a través de las formas puras tiene que estar el mismo sujeto cognitivo determinado espacial y de una visión sensible. La geometría supone el espacio puro y no la temporalmente para poder ser afectado dentro del espacio y del visión espacial empírica, porque ésta con su carácter particular y tiempo? ¿Pueden acaso el tiempo y el espacio ser formas aprioristas de aleatorio nunca podría fundamentar la validez universal y necesaria de la visión si sólo son determinaciones formales de lo sensiblemente las leyes geométricas; lo que la geometría supone es la pura visible y no determinaciones reales del sujeto y del objeto de la visión representación apriorista del espacio, en la que construimos unas sensible? figuras geométricas con independencia de cualquier percepción particular y en la que podemos deducir sus leyes (las del círculo, las del triángulo, etc., etc.) con una necesidad universalmente válida. La 3. El pensamiento de la inteligencia aritmética, por su parte, no supone el espacio pero sí el tiempo; en todo Sólo en la síntesis de visión y pensamiento surge el caso este último no equivale a unos contenidos empíricos de conocimiento. «Las ideas sin contenido están vacías; las visiones sin percepción temporal, incapaces de fundamentar nada universal y conceptos son ciegas» (B 75). El contenido visto por los sentidos tiene necesario, sino que más bien es la pura representación apriorista del que ser «pensado» como ya determinado en el espacio y el tiempo, tiempo, en cuya secuencia radica la condición mínima para que sean para poder ser «conocidos» de hecho. Kant trata del pensamiento en la posibles la pluralidad o la multiplicación, el número y la numerabilidad lógica transcendental, y concretamente en el apartado primero que es la en general (Prolegomena, § 6-13). analítica transcendental, sobre los conceptos y principios fundamentales Las formas puras del espacio y del tiempo se demuestran como de la inteligencia. las condiciones de la matemática pura en tanto que ciencia, mientras que la pura ciencia de la naturaleza supone ya el pensamiento en sus a) Las categorías de la inteligencia puros conceptos intelectuales. Todo conocimiento es síntesis de lo múltiple. Ya la visión Ahora bien —como subraya explícitamente Kant—, espacio y tiempo son formas puramente subjetivas de la visión sensible; sólo tienen una validez subjetiva, no objetiva. Kant da por supuesto que solas las manifestaciones para nosotros, no las cosas en sí, están determinadas por el espacio y el tiempo; lo que son y cómo son nos sigue siendo desconocido, sin que podamos hacer ninguna afirmación sensible era una síntesis del múltiple material perceptivo bajo las formas unitarias del espacio y del tiempo. Pensar es ante todo una síntesis, ahora del múltiple contenido de la visión ordenado ya espacial y temporalmente, que debe ser reducida a la unidad de un concepto. La síntesis como unificación fáctica supone un principio precedente de unidad. En el pensamiento de la inteligencia estos principios de la 17 unidad son los «conceptos intelectuales puros», calificados por Kant incluso en su fundamento lógico, la doctrina del juicio. Su fallo principal como «categorías» con expresión tomada de Aristóteles, aunque en un está en que se queda casi por completo en lo formal, sin abrazar ningún sentido distinto. Aquí se supone a la vez que ningún tipo de unidad o de contenido, por ejemplo en las categorías de la relación, que sólo afectan universalidad viene dado en el contenido de la experiencia como tal ni objetivamente a la substancia y la causalidad (los problemas de Hume), es descubierto a posteriori. La unidad tiene que ser establecida a priori. dejando de lado otras relaciones. Son categorías del pensamiento Y eso lo llevan a cabo las categorías. científico-natural de aquella época. Así como la matemática supone Porque la síntesis del pensamiento, la ordenación del contenido de la visión bajo un concepto se da en el juicio, deduce Kant las categorías de las diferentes formas de juicio. Entre los juicios distingue él: 1) por la cantidad: generales, especiales y particulares; 2) por la calidad: afirmativos, negativos e indefinidos; 3) por la relación: categóricos, hipotéticos y disyuntivos; 4) por la modalidad: problemáticos (posibles), asertivos (reales) y apodícticos (necesarios). Sin asentir a la fundamentación de tales distinciones y aun sin seguir la derivación de las tablas categoriales desde la doctrina del juicio, indicamos brevemente las categorías de Kant. Son cuatro los grupos con tres miembros cada uno; a saber, las categorías 1) de la cantidad: unidad, pluralidad y universalidad; 2) de la calidad: realidad, negación y limitación; 3) de la relación: inherencia y subsistencia (substantia et accidens), causalidad y dependencia (causa y efecto), comunión (acción recíproca entre el agente y el paciente); 4) de la modalidad: posibilidad-imposibilidad, existencia-no ser, necesidadcasuali-dad (cf. B 106). como condición de su posibilidad las puras visiones de espacio y tiempo, así también según Kant la ciencia natural (física) sólo es posible como ciencia bajo la condición de los puros conceptos intelectuales. Su sistema está por ello totalmente proyectado a la posibilidad de la física. No entran en consideración otros contenidos de la experiencia, como los del ser viviente y sobre todo personal ni los del acontecer interpersonal. Y todavía es más importante otra cuestión: ¿Retornan con los conceptos intelectuales puros de Kant las «ideas innatas», sólo que, a diferencia de Descartes, para el pensador de Konigsberg son magnitudes meramente formales, que para su realización contenidista están referidas a la visión sensible? Kant respondería que no. Las categorías no son formas mentales innatas, totalmente terminadas y dadas de antemano; más bien las produce espontáneamente la inteligencia, una vez que ha reducido a conceptos mediante el pensamiento el contenido de la visión. «La síntesis de algo múltiple... es lo primero que produce un conocimiento» (B 103). «Sólo que el realizar esa síntesis de conceptos es una función que corresponde a la Cierto que Kant alimenta la pretensión de que con sus categorías ha «agotado plenamente la función de la inteligencia y ha respondido de forma adecuada por completo a su capacidad» (B 105). Pero pronto su tabla categorial fue criticada, rechazada o reelaborada (por Fichte, Hegel y otros). Hoy se considera en buena parte superada, inteligencia, proporcionándonos con ello el conocimiento primero en un sentido propio» (B 103). «Ahora bien, la síntesis pura, presentada de un modo general, proporciona el concepto intelectual puro. Mas yo entiendo por tal síntesis aquella que... descansa sobre un fundamento 18 de unidad sintetizadora..., una síntesis de conceptos» (B 104). No es el transcendental de los mismos y la diferencio de la deducción empírica, concepto el que produce la síntesis, sino la síntesis la que produce el que señala la forma en que puede obtenerse un concepto mediante la concepto; es decir, la espontaneidad del pensamiento, que tiene que experiencia y la reflexión sobre la misma, y por ende no afecta a la reducir a unidad el material múltiple de la visión, es la que se procura legitimidad sino al hecho por el que nace la posesión» (A 85, B 117). los conceptos —mediante el proceso del juicio. Hay conceptos empíricos que derivan de la experiencia. Pero Sin embargo, las categorías responden a las funciones de la suponen unos conceptos puros que no proceden de esa experiencia. La inteligencia puramente aprioristas que crean unidad en el contenido experiencia en cuanto síntesis de pensamiento y visión sólo es posible múltiple de la visión, «por lo que se denominan conceptos intelectuales sobre la base de conceptos intelectuales puros. Así, pues, la deducción puros, que a priori pasan a los objetos» (B 105). Al menos unas ciertas transcendental es la representación de los conceptos intelectuales estructuras funcionales de pensamiento se dan a priori según Kant, a puros como «principios de la posibilidad de la experiencia» (B 168). las que responden en el proceso del pensamiento juzgante los Sólo bajo la condición de unos conceptos puros de la inteligencia es la conceptos intelectuales puros como principios de la síntesis de lo experiencia posible. «Nosotros no podemos pensar ningún objeto sino a múltiple. través de unas categorías; ni podemos conocer ningún objeto pensado sin las visiones que corresponden a esos conceptos. Ahora bien, todas nuestras visiones son sensibles; y ese conocimiento, en tanto que viene b) La deducción transcendental Los conceptos intelectuales puros no derivan de la experiencia, pero tienen que valer para los contenidos de la experiencia. ¿Cómo y por qué es ello posible? Esta pregunta se la formula Kant en la «deducción de los conceptos intelectuales puros». Es una pieza central de la CdlRP que en la segunda edición apareció totalmente reelaborada y muy ampliada; fue algo que a Kant le costó singular esfuerzo. dado el objeto del mismo, es empírico. Pero conocimiento empírico es experiencia. Por consiguiente, no nos es posible ningún conocimiento a priori sino sólo de objetos de experiencia posible» (B I65s). Kant distingue entre pensar y conocer. El mero pensamiento proyecta la posibilidad del objeto, mientras que el conocer capta la realidad del mismo. El pensamiento del objeto posible se da en puros conceptos intelectuales; pero todavía está vacío y no contiene ningún La palabra deducción la toma Kant del lenguaje jurídico de su objeto real. El pensar se traduce en conocer, cuando le viene «dado» tiempo. La prueba no de un hecho (quid facti) sino de un derecho (quid un objeto. Y le viene dado sólo a través de una visión sensible. Es decir, iurís) se llamaba deducción. Aquí se trata de la quaestio iuris, de la que como síntesis de pensamiento y visión sólo es posible el competencia o de la pretensión jurídica (cf. B 116) de los conceptos conocimiento de objetos de la experiencia; con otras palabras, de intelectuales puros: «Por ello llamo a la explicación del modo en que los contenidos conceptos a priori pueden referirse a unos objetos la deducción conceptualmente. que están dados de forma visiva y pensados 19 Con ello queda probado, según piensa Kant, no sólo que el Si entre ambos ha de llegarse a la unidad, tienen que estar ya concepto puro es la condición para que sea posible cualquier originariamente unidos. Se requiere un tercer elemento de mediación, experiencia, sino también y a la vez que el concepto intelectual puro que contiene la definición tanto del uno como del otro: un concepto sólo se refiere a unos contenidos de visión sensible, y que, por lo traducido a pura sensibilidad, un concepto sensibilizado. Y la pura mismo, el conocimiento surge fundamentalmente sólo en el ámbito de la sensibilidad significa tiempo. De ahí que la sensibilización de un experiencia posible. ¿Está realmente demostrado? ¿No supone Kant concepto sea una temporalización; es decir, la traducción del concepto realmente —aquí y desde mucho tiempo atrás— como demostrado lo a la dimensión pura del tiempo, la proyección del concepto al horizonte que hay que demostrar? La cuestión crítica es de capital importancia, temporal puro. Al concepto sensibilizado, y por ende temporalizado, lo porque afecta al resultado total de la CdlRP. llama Kant esquema transcendental o también determinación transcendental del tiempo (B 177ss). Ocupa una posición mediadora entre el concepto puro y la pura visión, respondiendo por tanto a una c) El esquematismo transcendental A Kant se le plantea otra cuestión grave: el concepto intelectual puro, ¿cómo puede referirse a contenidos de la experiencia, si no procede de la experiencia? Si ello es posible, el concepto tiene que estar ya originariamente referido a una visión sensible. La experiencia es síntesis de pensamiento y de visión. La síntesis empírica, como coincidencia fáctica del pensamiento con los contenidos de la visión sensible, sólo es posible mediante una síntesis pura; es decir, una síntesis puramente apriorista, y anterior a toda experiencia, de los elementos puros del pensamiento y de la visión. Aquí el problema de la síntesis a priori se extiende a todo el conocimiento: ya no se trata, como al comienzo, de unos juicios sintéticos apríori, sino de la síntesis a priorí que subyace en todo conocimiento como condición; es decir, la pura síntesis del pensamiento y de la visión puros. El pensamiento puro y libre de la experiencia se realiza en conceptos puros. La visión (sensible) pura está bajo la forma pura del tiempo. Por ello se requiere capacidad que está entre la inteligencia y la sensibilidad y que se llama imaginación transcendental. Siguiendo la tabla categorial, Kant desarrolla los esquemas o determinaciones temporales, que responden a los concretos conceptos intelectuales. Destacamos algunos de los más importantes: «El esquema puro de la magnitud (cantidad) es el número» (B 182). «El esquema de la substancia es la persistencia de lo real en el tiempo» (B 183). «El esquema de la causa... es lo real de lo que, aun puesto a capricho, siempre se sigue algo distinto» (ibid.), «El esquema de la comunión (interacción)... es la coexistencia de la determinación de uno con las de los otros, según una regla general» (B 183s). «El esquema de la posibilidad es la concordancia de la síntesis de diferentes representaciones con las condiciones del tiempo en general... El esquema de la realidad es la existencia en un tiempo determinado. El esquema de la necesidad es la existencia de un objeto en todo tiempo» (B 184). una síntesis pura del concepto puro y del tiempo puro. Estos ejemplos muestran que el esquema transcendental 20 proporciona a prion una regla sobre cómo una cosa en la experiencia unificación supone un principio de unidad. Por eso se plantea la sensible ha de convertirse en dato, para que se le pueda aplicar un cuestión de la unidad última y suprema, que hace posible de forma determinado concepto intelectual. Al ser el tiempo la forma de una decisiva el acontecer sintetizador de todo el conocimiento. visión sensible quiere decirse que el concepto puro se «traduce» a una determinación temporal. Ésta proporciona una imagen esquemática como norma proyectada de antemano sobre cómo debe aparecer algo en el tiempo para que pueda ser pensado bajo una determinada categoría. d) La apercepción transcendental La unidad, que subyace a toda síntesis, es el puro «yo pienso», que Kant llama apercepción transcendental. Entendiendo por ello la El problema del esquematismo lo desarrolla Kant de un modo consecuente y agudo. Pero ese problema sólo se plantea porque Kant supone que se dan conceptos intelectuales puros, que no proceden de identidad de la conciencia del yo, que se mantiene en medio de todos los cambios de la experiencia múltiple. Con ello vuelve a tomar Kant el arranque cartesiano del ego cogito, aunque con la diferencia de adoptar como punto de partida no el yo como pura conciencia todavía la experiencia y que, a pesar de ello, se aplican a la experiencia. descargada de objetos, sino que alcanza ese yo sólo de un modo Como resultado final de la deducción podemos consignar lo siguiente: reductivo, como condición transcendental de una conciencia objetiva. La palabra Apper-zeption la toma Kant de Leibniz, que distingue esa Todo conocimiento está constituido por la síntesis de apercepción como percepción de sí mismo (autoconciencia) de la mera pensamiento y visión. Nosotros pensamos en conceptos intelectuales percepción como conciencia de los objetos. Esa terminología, que se puros; nuestra visión es sensibilidad bajo la forma de tiempo. había hecho habitual en el racionalismo, adquiere en Kant un Los conceptos intelectuales puros sólo pueden referirse a contenidos de la visión sensible. Cualquier otro empleo de los conceptos, el transcendente por ejemplo, es inadmisible. significado estrictamente transcendental. Distingue un triple concepto del yo, que podemos simplificar El diciendo que se trata del yo empírico, el transcendental y el metafísico. conocimiento se limita fundamentalmente al campo de la experiencia El 310 empírico, llamado también «apercepción empírica» (B 132), posible. deriva de la autoexperiencia del sujeto. Descansa en la percepción Se ha ampliado el problema de la síntesis a priorí. De la cuestión inicial sobre la posibilidad de unos juicios sintéticos a priorí se ha pasado al problema de la constitución básica de todo el conocimiento. Ese conocimiento es posible a priorí por la pura síntesis de los elementos puros del pensamiento y de la visión. La síntesis como empírica, y por ende sensible, y acompaña a todas las manifestaciones externas que el yo percibe al tiempo que se mantiene en el campo de la mera manifestación. La autopercepción como sensibilidad interna está bajo la forma del tiempo. De ahí que el yo empírico sea cambiante en la secuencia temporal de las experiencias; no puede por lo mismo 21 constituir el fundamento último de la identidad de la autoconciencia. teológica) se designa «alma» y se entiende como una substancia El yo transcendental es el puro «yo pienso», que precede a toda experiencia «como unidad transcendental de la autoconciencia» (ibíd.). Sólo bajo su condición puedo (y debo) referir todos los contenidos del espiritual. Esta alma se convierte para Kant en una idea de la razón pura. Debemos pensarla, mas no podemos conocerla. Y esto nos lleva al apartado siguiente de la CdlRP. conocimiento a la unidad del yo y experimentarlos como «mis representaciones» (B 135), es decir, «vincular lo múltiple de las 4. La razón pura representaciones en una conciencia» (B 133). Así, la identidad originaria del yo es a la vez la condición última de la posibilidad de todo conocimiento. Si conocimiento —en general— es una síntesis de lo múltiple, supone como condición de la unificación una unidad precedente. Los principios de la unidad —en la visión sensible: espacio y tiempo; en el pensamiento de la inteligencia: las categorías— siguen representando todavía una pluralidad, y suponen por tanto una unidad última que sólo se alcanza en la apercepción transcendental; de ahí proceden las funciones sintetizadoras de la visión y del pensamiento y allí quedan referidas formando y condicionando la unidad de la A la analítica transcendental, que versa sobre el pensamiento de la inteligencia, sigue la dialéctica transcendental también, que se ocupa de la facultad suprema, de la razón pura. En ésta, que es la parte más amplia de la CdlRP —ocupa casi 400 páginas—, se aplica Kant a su verdadero problema, que es el de la posibilidad de una metaphysica specialis. Al hilo de la cuestión básica de si es posible la metafísica como ciencia, ya antes ha desarrollado Kant lo que respondería a una metaphysica generalis, no como una doctrina del ser sino como doctrina de los principios del conocimiento. Y estaba al servicio —como «objetivo final»— del problema de una metaphysica specialis, cuyos conciencia en la pluralidad experimental . temas capitales, «Dios, libertad e inmortalidad», estaban dados de Este transcendental último puro. punto de unidad No viene dado lo supone directamente Kant como —como antemano. en Descartes—, ni tampoco se hace patente mediante una visión intelectual —como supondrán después Fichte y Schelling—. No es reconocible ni determinable en sí mismo, en su ser real y actual. Aunque ciertos planteamientos señalan en ese sentido, Kant los vuelve a rechazar; el yo transcendental sigue siendo la condición formal pura del conocimiento: la-última condición posibilitadora de la unidad de la conciencia en la pluralidad de las experiencias. La distinción entre inteligencia y razón recoge tradiciones antiguas. Ya en Platón y Aristóteles se diferencia el conocimiento de la inteligencia (dianoia) de la visión de la razón (nous), que la escolástica latina traduce con los términos ratio (inteligencia) e intellectus (razón); esta distinción es importante en Tomás de Aquino, y también en Nicolás de Cusa y otros. Por variados que sean los modos con que se expone esa dualidad, lo cierto es que la inteligencia (rafia) es siempre la facultad inferior, ordenada a lo particular y finito, a lo dado Con ello el yo transcendental se distingue del que podemos llamar el yo metafísica, y que en la tradición metafísica (y también objetivamente, mientras que la razón (el intellectus} es la facultad 22 superior y vasta, cuya visión fundamenta a la vez que supera el realidades metafísicas: el mundo, el alma y Dios, conforme con las tres conocimiento intelectual y alcanza la verdad metafísica. disciplinas de la metaphysica specialis. Refutar esas conclusiones Después que el pensamiento racionalista reduce la razón a la inteligencia y llama «razón» a lo que propiamente es «inteligencia», engañosas y demostrar sus contradicciones será el cometido de la dialéctica transcendental. Kant recoge a su manera esa distinción. La razón es frente a la mera inteligencia la facultad superior, que está ordenada a la última totalidad a) Las ideas de la razón pura metafísica. Para Kant es imposible la metafísica como ciencia. Eso es algo En la distinción entre categorías e ideas se refiere Kant explícitamente a Platón y Aristóteles (B 370ss). Con Aristóteles entiende, aunque en un sentido diferente, por categorías los conceptos que se refieren únicamente a objetos de la experiencia. Su lugar es la inteligencia. Las ideas de la razón van más allá. «Platón se sirvió del término idea de tal modo que, como bien se ve, entiende por tal algo que nunca se toma exclusiva; mente de los sentidos, sino que incluso supera los conceptos de la inteligencia, de los que trató Aristóteles, ya que en la experiencia nunca se encuentra algo congruente con ello» (B 370). que ya ha demostrado antes en la analítica de la inteligencia: el conocimiento está limitado a la experiencia. Pero Kant no renuncia a la metafísica. Aquello que denominó al comienzo «metafísica como disposición natural» (B 22), lo fundamenta ahora en ideas de la razón pura. La regresión transcendental apuntaba desde el principio a condiciones que hicieran posible el conocimiento. Y lleva consecuentemente a la cuestión acerca de una condición última: lo incondicional como la «totalidad de las condiciones» (B 379). Esa totalidad pretende dominarla Kant con la división lógica de los juicios de relación (categóricos, hipotéticos, disyuntivos): «Habrá, pues, que Con la doctrina de las ideas de la razón pura acomete Kant el buscar primero un incondicional de la síntesis categórica en un sujeto, enfrentamiento crítico con los temas capitales de la metaphysica en segundo lugar (un incondicional) de la síntesis hipotética de los specialis. Y lo hace en la dialéctica transcendental. Esta palabra —del eslabones de una serie, y en tercer lugar (un incondicional) de la griego dialektike, derivado del verbo dialeges-thai = conversar, síntesis disyuntiva de las artes en un sistema» (B 379). dialogar— significa en la tradición el arte de la argumentación para la demostración o refutación de una cosa. Llega a ser casi equivalente de lógica, y especialmente de la lógica del pensamiento que saca conclusiones. Así, cuando Kant habla de dialéctica, piensa en la lógica de la conclusión, aunque en ella prevalece el sentido negativo de una «lógica de la apariencia» (B 349). Las ideas de la razón conducen a conclusiones engañosas, en las que creemos reconocer unas Desde ese planteamiento (que no deja de tener problemas, al menos por lo que se refiere a la «síntesis disyuntiva») se dan «tres clases» de ideas transcendentales, «de las que la primera es la unidad absoluta (incondicional) del sujeto pensante, la segunda la unidad absoluta de la serie de condiciones de la manifestación, mientras que la tercera contiene la unidad absoluta de las condiciones de todos los 23 objetos en general. El sujeto pensante es el objeto de la psicología (el conocimiento de un objeto. Eso, sin embargo, ya no se puede decir de alma); la suma de todas las manifestaciones (el mundo) es el objeto de las ideas. Lo que significan los conceptos de alma, mundo (en su la cosmología; y... la condición suprema de la posibilidad de todo cuanto conjunto) y, sobre todo, Dios, nunca es objeto de una visión sensible; de se puede pensar... (la esencia de todas las esencias) es el objeto de la ahí que no puedan constituir el conocimiento de un objeto real. teología. Así, pues, la razón pura proporciona la idea para una doctrina transcendental del alma (psychologia rationalis), para una ciencia transcendental del mundo (cosmología rationalis) y, finalmente, también para un conocimiento transcendental de Dios (theologia transcendentalis)» (B 391s). Éstas son las tres ideas de la razón pura, que aquí aparecen en el orden de alma, mundo, Dios. No obstante sí que tienen una función esencialmente reguladora por cuanto que refieren e incorporan todos los contenidos de la experiencia a unas unidades supremas. Eso es para Kant la razón, un verdadero pensamiento racional por encima del conocimiento de la inteligencia y fundamentado en la disposición natural de la razón humana. Pero eso sólo puede regular nuestro conocimiento, no No sólo corresponden a las tres disciplinas de la metaphysica constituir un conocimiento nuevo: no puede constituir objetos de un specialis sino también a las cuestiones fundamentales de la metafísica saber riguroso o científico, sino únicamente de una fe racional y con kantiana: Dios, libertad (mundo) e inmortalidad (alma). Y a la vez sentido. proporcionan una estructura mental, que retorna de continuo en el idealismo alemán: la oposición de sujeto (alma) y objeto (mundo) b) Paralogismos y antinomias requiere un punto de unión y un fundamento originario en el absoluto (Dios). Al igual que las categorías de la inteligencia, también las ideas Sobre esa base acomete Kant su enfrentamiento con la de la razón se asientan según Kant en la esencia más originaria de psicología, la cosmología y la teología tradicionales. Esos apartados los nuestro designa pensamiento. En modo alguno podemos pensar «racionalmente» ni entendernos a nosotros mismos y al mundo, sin referir todas las experiencias a esas magnitudes metafísicas que son el alma, el mundo y Dios. terminológicamente como «paralogismos» (alma), «antinomias» (mundo) e «ideal de la razón pura» (Dios). Los paralogismos de la razón pura contradicen una doctrina metafísica del alma (psychologia rationalis). Ésta arranca de la Según Kant, sin embargo, a las ideas no les compete una conciencia del yo y pretende sacar la conclusión de que en el mismo función constitutiva sino meramente reguladora del conocimiento. Si el subyace un «alma» como substancia espiritual o inmaterial, que en conocimiento se «constituye» esencialmente por la síntesis de tanto que substancia simple (que no consta de partes) es indivisible y pensamiento y visión, son las categorías pero no las ideas las que por tanto indestructible, y por ende inmortal, y que como substancia pueden constituir un conocimiento. Las categorías descubren un espiritual e intelectual es también persona. contenido adecuado de la visión sensible; con ello surge el Todas estas conclusiones de psicología filosófica se fundan, 24 según Kant, en la aplicación inadmisible del concepto de substancia, de anünomias kantianas fueron fundamentales para todo el idealismo, una categoría que sólo puede referirse a unos contenidos de la visión tanto en su contenido, por eliminar el conocimiento de un mundo en sí, sensible. El yo como substancia espiritual nunca es objeto de la visión como formalmente, ya que aquí se prefigura un pensamiento dialéctico susodicha. Por ello ni se le puede aplicar el concepto de substancia ni en el triple paso de tesis, antítesis y síntesis, que será determinante se pueden derivar del mismo otras afirmaciones acerca del alma. para el idealismo y que en Hegel se convertirá en el método absoluto. Y entonces sólo cabe formular la pregunta crítica: ¿Es que no Señalamos brevemente las antinomias, sin entrar de lleno en la obtenemos el concepto de substancia precisamente de la experiencia argumentación de Kant. Las antinomias derivan de las cuatro clases de interna? Cierto que Descartes se contentó en forma demasiado simple las categorías: 1) La antinomia de la cantidad. Tesis: «El mundo tiene con la conciencia directa de la substancia cogitans. La conciencia es un comienzo en el tiempo y está bien incluido en unos límites por lo que siempre, y en exclusiva, conciencia actual (Aktbewusstsein): cuando sé, respecta al espacio» (B 454); es decir, está limitado en el espacio y en sé que yo sé; cuando pregunto, sé que yo pregunto, que yo pienso. En el tiempo. Antítesis: «El mundo no ha tenido comienzo ni tiene tampoco la conciencia actual viene dada a la vez, aunque en forma atemática, limitaciones en el espacio, sino que es infinito tanto por lo que hace al una conciencia del yo. El acto de pensar, de preguntar o saber es un tiempo como al espacio» (B 455). 2) La antinomia de la calidad. Tesis; acontecimiento real —cosa que Kant difícilmente puede negar. «Cualquier substancia compuesta en el mundo consta de partes Pero si, según la teoría kantiana, el objeto se relativiza hasta ser una mera manifestación, el proceso actual del conocer no se puede relativizar a su vez a una mera manifestación. Pues ¿quién o qué conoce entonces? El acontecimiento real del conocer supone un sujeto real, un yo, que está en sí mismo, es decir, que existe como substancia. Kant no arranca nunca del acto real del conocimiento, de ahí que tampoco alcance jamás un sujeto real. Parte sólo del objeto como está dado en la conciencia, se pregunta por él de acuerdo con unos supuestos que lo condicionan y determinan formalmente, sin alcanzar el yo (sujeto) en su realidad y actualidad propias. simples, y en ningún sitio existe más que lo simple o lo compuesto de éste» (B 462); es la doctrina leibniziana. Antítesis; «En el mundo ninguna cosa compuesta consta de partes simples, y en ningún lugar del mismo existe nada simple» (B 463). 3) La antinomia de la relación (causalidad). Tesis: «La causalidad según las leyes de la naturaleza no es la única de la que pueden derivarse las manifestaciones del mundo en su conjunto. Es necesario admitir además una causalidad por libertad para explicación de la misma» (B 472). Antítesis: «No hay libertad alguna, sino que todo en el mundo sucede simplemente según las leyes de la naturaleza» (B 473); es decir, la oposición entre libertad y necesidad natural mecánica. 4) La antinomia de la modalidad. Tesis: Las antinomias de la razón pura se refieren a la idea del mundo (cosmología rationalis). Kant quiere mostrar aquí que se dan unas contradicciones inevitables, cuando se considera al mundo como un conjunto de cosas en sí y no sólo como manifestaciones para mí. Las «Al mundo pertenece algo que, o bien como parte suya o bien como su causa, es un ser simplemente necesario» (B 480). Antítesis: «En ningún lugar existe un ser simplemente necesario, ni en el mundo ni fuera del 25 mundo como causa suya» (B 481). Es ya la cuestión de la posibilidad más que idea; porque es «la idea no simplemente in concreto, sino in de un conocimiento filosófico de Dios, que Kant discute ampliamente a individuo; es decir, como una cosa singular únicamente determinable o renglón seguido. perfectamente determinada por la idea» (B 596). Con otras palabras: Kant resuelve las antinomias bajo un aspecto cuantitativo y bajo otro cualitativo. La idea del mundo significa (cuantitativamente) la «suma de todas las manifestaciones» (B 391); es'i decir, la totalidad absoluta de toda experiencia posible (cf. B 383), pero que nunca puede aprehenderse mediante una experiencia real. El mundo en ese sentido no es objeto de la experiencia, sino proyección pura de la razón. A la idea de mundo «no puede responder ningún objeto congruente que venga dado en los sentidos» (B 383). Ahora bien, como el conocimiento requiere la síntesis de pensamiento y visión, el universo no puede ser «conocido». La idea racional del mundo no penetra constitutivamente en nuestro conocimiento, sino que actúa sólo como reguladora en tanto que principio sintetizador de la unidad y del orden en la pluralidad de las una realidad concreta e individual, que está determinada en exclusiva por la idea, y en que la idea se manifiesta por ende de un modo puro y completo. Kant propone un ejemplo: sabiduría es una idea, pero «el sabio» es un ideal; es decir, un hombre que «coincide plenamente con la idea de sabiduría. Así como la idea proporciona la regla, así el ideal sirve... como modelo de la determinación permanente de la copia» (B 597). Nuestro ideal absoluto es Dios como «el ser originario (ens originarium)..., el ser supremo (ens summum)..., el ser de los seres (ens entium)» (B 606s), como la realidad más real (ens realissimum, B 604) y como la plenitud, la «totalidad de la realidad (omnitudo realitatis)» (ibíd.) y al mismo tiempo como lo absoluto en sí, es decir, como la totalidad incondicional de todas las condiciones de lo condicionado (cf. B 379). experiencias. A ello se suma el que nosotros nos representamos el No hay duda alguna de que Kant se afirma en la fe en Dios. La mundo (cualitativamente) como el conjunto de las cosas en sí. Pero, cuestión es saber si son posibles y como pruebas ale la existencia de como tal, el mundo es radicalmente incognoscible, por lo que en Kant Dios. Cierto que la decisión en contra ya estaba tomada en el fondo las antinomias sólo se resuelven en el sentido de que a) el mundo no es desde mucho tiempo atrás; pero Kant acomete una amplia crítica de las una realidad en sí sino una mera manifestación, y b) como conjunto de pruebas tradicionales de la existencia de Dios. todas las manifestaciones posibles el mundo no puede ser el objeto de una experiencia efectiva. En primer lugar trata Kant el argumento ontológico, debido a Anselmo de Canterbury, y que por ello se le conocía en general gomo prueba anselmiana. Es en Kant o en su tiempo cuando se empieza a c) El ideal de la razón pura designarlo —con no demasiado acierto— como prueba ontológica de Dios. Esa argumentación desde el concepto o esencia de Dios a su Bajo este título (B 595) estudia Kant la tercera y suprema idea, a saber, la idea teológica de «Dios», así como la posibilidad de una doctrina filosófica acerca de Dios (theologia naturalis). Ideal es aquí existencia se discutió ya en la edad media —Tomás de Aquino, entre otros, la rechaza resueltamente, mientras que Duns Escoto y otros más la admiten de nuevo— y en el campo del pensamiento racionalista 26 adquirió un nuevo prestigio por obra de Descartes, Spinoza, Leibniz, Allí se concluía de la perfección esencial de Dios su existencia real. Wolff, etc. Por razones similares a las del Aquinatense —que Kant no Aquí se procede a la inversa, y de la existencia necesaria del ser conocía— el filósofo de Konigsberg rechaza dicha prueba: se da con supremo se concluye su perfección ilimitada. Ambos procedimientos ella un salto del plano lógico (de lo cognoscible) al plano ontológico (del son falsos para Kant, porque ni de la esencia, del ser así, se sigue la ser); es decir, que del concepto de mi pensamiento concluyo una existencia ni, al revés, de la existencia sigúese la esencia. existencia real. Cuando Kant argumenta que cien táleros, tanto si existen como si no¡ son cien táleros justos, ni más ni menos, se le podría objetar que cien táleros reales son justamente por eso más que cien táleros sólo posibles. Lo que quiere decir es que la existencia no pertenece a la esencia. Una existencia real no es una determinación contenidista esencial («de ser así») como otros atributos. Del que nosotros pensemos a Dios como el ser supremo que existe necesariamente no se sigue que como tal exista también realmente. La crítica de Kant al argumento ontológico es, sin embargo, fundamental, porque —quizá de forma indebida— reduce al mismo todas las otras pruebas de Dios y con ello cree haberlas rebatido. Otro tanto cabe decir de la prueba ideológica de Dios o, como la llama Kant, de la prueba fuicoteológica. Arranca del orden y finalidad del acontecer natural; es decir, de una experiencia con un contenido determinado. Kant cornenta al respecto: «Esta prueba merece en todo tiempo mención considerada. Es, en efecto, la más antigua, la más clara y la más adecuada a la común razón humana. Estimula al estudio de la naturaleza, al igual que del mismo saca su existencia cobrando así una fuerza siempre renovada» (B 651). «Por ello no sólo sería desolador sino también totalmente inútil pretender escapar de algún modo al prestigio de esta prueba...» (B 652). Mas, a pesar de la alta estima que Kant siente por dicha prueba, no puede reconocerla como Mientras que el argumento ontológico se establece de un modo argumento científicamente válido. El concepto de finalidad, como el puramente racional, con anterioridad a cualquier experiencia, las otras concepto de causa, está referido a la mera manifestación. Toda pruebas de la existencia de Dios arrancan de la experiencia, de la finalidad es algo que nuestro conocimiento incorpora al mundo, algo experiencia general, todavía indeterminada (argumento cosmológico) y que proyectamos sobre él. Pero no va más allá del mundo fenoménico, de (argumento nada puede afirmar sobre una estructura finalista (teleológica) de la fisicoteológico). El argumento cosmológico concluye, del hecho de que realidad que existe en sí; y, por tanto, no puede tampoco proporcionar existe algo, la existencia de un ser absolutamente necesario. Lo cual ninguna prueba en favor de la existencia de Dios: la experiencia determinada en su contenido supone la causalidad. Pero Kant discute que el concepto de causa pueda aquí aplicarse de un modo legítimo. Se trata de una categoría de la inteligencia y, por lo mismo, referida a una visión sensible, limitada a la experiencia posible y a la mera manifestación. Además, ese argumento contiene «de manera velada» (B 637) la prueba ontológica. También este argumento lo reduce Kant a la prueba ontológica de Dios. «De la admiración por la grandeza, la sabiduría, el poder, etc., del creador del mundo (B 657) se pasa a la «aleatoriedad» (contingencia) de las cosas de este mundo y de ahí a la causa absolutamente necesaria del mundo, «y del concepto de la necesidad 27 absoluta de la causa primera al concepto perfectamente determinado o Ahora se abre paso la idea de que esa inmediatez no se da, sino que determinante de lo mismo, a saber, de una realidad que todo lo abarca» todo conocimiento está mediatizado; es decir, está condicionado a (B 657). «Así, en la prueba fisicoteológica subyace la cosmológica, y en priori. Y esa mediatización es la que se intenta eliminar mediante una ésta la tv prueba ontológica..., y como fuera de esas tres vías no queda reflexión transcendental. abierta ninguna otra a la razón especulativa, la única que queda posible... es la prueba ontológica» (B 658); pero ésta no es posible. Pero ¿por qué no avanza Kant más en esta cuestión? ¿Por qué limita el conocimiento a una experiencia posible y a una mera Con ello queda definitivamente demostrado para Kant que la manifestación? ¿Por qué no es posible en consecuencia la metafísica? metafísica, ahora en el sentido supremo de doctrina filosófica de Dios, Vamos a analizar críticamente los aspectos más importantes y que no es posible como ciencia. Pero sí que sigue siendo una disposición afectan sobre todo al contenido y valor del conocimiento. natural y, como se demostrará, continúa siendo también, si no objeto de un saber teórico, sí ciertamente contenido de la fe práctica. a) El contenido del conocimiento Se plantea aquí la cuestión de si Kant explica la plenitud y 5. Valoración de la CctlRP variedad de cuanto nosotros experimentamos en nuestro conocimiento. Kant quiere superar el racionalismo y el empirismo, reduciendo ¿Y es que ni tan siquiera se da, según su teoría, nuestro mundo a unidad pensamiento y experiencia, inteligencia y visión sensible. Para cognitivo? Lo que surge con ella es «algo» espacial y temporalmente él no existe un pensamiento puro (racionalista) sin la aportación unido, pensado según unas categorías (¿cuáles?) y reducido a unas sensible, ni experiencia sensible (empirista) sin pensamiento. Pese a lo unidades últimas de las ideas. ¿Qué es ello? ¿Existen las cosas con cual, queda curiosamente encadenado a esas dos formas de pensar. que tratamos, los hombres que nos salen al encuentro? No existe Por una parte, hay conceptos e ideas del pensamiento puros nuestro plural y múltiple mundo cognitivo, sino a lo más, y en aspiración, (racionalista) que preceden a toda experiencia y que por lo mismo no se el mundo formal y abstracto de la ciencia natural, es decir, de la física obtienen por abstracción: a pesar de lo cual su validez (empirista) está mecanicista de su tiempo. Kant construye sobre el subsuelo de las limitada al campo de la experiencia. Metodológicamente supera, sin puras formas visivas del espacio y del tiempo el instrumentarlo embargo, el pensamiento filosófico de la época anterior mediante la conceptual de la física; o, dicho de otro modo, de una conexión cuestión transcendental de las condiciones del conocer, y alcanza con funcionalmente necesaria del acontecer natural. Con ello no abarca la ello un grado de reflexión notablemente superior, que será decisivo para pluralidad de formas cualitativas de nuestro mundo, de la vida y, menos la época posterior. Hasta entonces se buscaba un planteamiento en los aún, del ser y acontecer libre, espiritual y personal. Desaparece toda la contenidos del conocimiento dados de una manera directa y evidente. dimensión de la experiencia personal y de la relación interpersonal; y 28 con ello queremos decir que no sólo no se tiene en cuenta y menos aún por lo que se dejará de lado la cosa en sí. se analiza, sino que no puede tener sitio alguno en el mundo cognitivo de Kant. Que no está previsto, que «no sucede», el que yo me b) La validez del conocimiento encuentre con otra persona, con la que hablo, en la que creo y confío y en la que reconozco a un ser personal semejante a mí. El conocimiento es en todo caso una realización activa del Supone, además, Kant que el contenido de las sensaciones sensibles ofrece un material totalmente desordenado y caótico, que sólo puede ser reducido a unidad y orden mediante formas aprioristas. El viejo binomio conceptual materia y forma, derivado de Aristóteles pero entendido ontológicamente, lo aplica Kant de tal modo, que (objetivamente) sólo se da la mera materia totalmente amorfa, siendo por el contrario cualquier ordenamiento de ese material el logro (subjetivo) de unas formas aprioristas. Materia y forma se ordenan al objeto y al sujeto. ¿Puede surgir así el conocimiento? ¿Cuál es la condición para que unos contenidos de visión sensible sean reducidos a ese concepto intelectual determinado, se incorporen al mismo? ¿No deben estar a su vez determinados y conformados? ¿No supone el conocimiento unidades de orden y formas de sentido en la realidad dada? ¿No supone la síntesis (subjetiva) de lo múltiple en el conocimiento una síntesis (objetiva) de lo múltiple en la realidad? Y a todo ello se suma el problema de la cosa en sí. Como condición de la visión sensible supone Kant que una cosa en sí «afecta» a nuestros sentidos. Con ello se introduce una relación causal. El propio Kant habla de que las cosas «actúan» sobre nuestros sentidos. Ahora bien, para el pensador de Kónigsberg la relación de causa y efecto es una categoría que sólo se puede predicar de manifestaciones sensibles, pero no de cosas en sí. Lo cual representa una evidente contradicción en la que tropezará el idealismo posterior, sujeto, que se constituye el objeto en la conciencia. Así, pues, cuando Kant se pregunta por las condiciones de posibilidad del conocer, retorna a la pura subjetividad en tanto que hace posible a priori el objeto y alcanza al sujeto sólo en tanto que condición formal y determinación del objeto respectivo constituido en la conciencia. No entra en consideración el yo (o sujeto) en su ejecución real y actual; por ello ya Fichte irá resueltamente más allá de Kant. Conocer no es sólo un condicionar formal ni el determinar ordenante y unifícador de un contenido dado sensiblemente, sino que es además una actividad real —autorrealización— del sujeto cognoscente. Eso por lo que surge el mundo fenoménico ¿es a su vez una mera manifestación para mí o es la autoexperiencia de una realidad? Con la visión meramente formal, Kant se cierra el camino al real «ser en sí» dado en una autorrealización. Con ello queda relativizada, subjetivizada, la validez del conocimiento por parte de Kant. Se convierte en una manifestación para mí. Sobre el trasfondo de la imagen científica del mundo dominante en aquella época, se deja sentir ahí la idea audaz de que la concepción mecanicista de un acontecer mundano que discurre necesariamente según las leyes de la naturaleza no alcanza en modo alguno la realidad auténtica, sino que representa la mera manifestación según las leyes de nuestro conocer. La verdadera realidad es algo totalmente distinto: eli! mundo de la libre actuación ética. Es ésta una concepción que recoge la 29 vieja herencia de Platón, el cual ya distinguía entre la apariencia del distinto y superior, desde el que todo aparece de manera diferente, con mundo sensible y el verdadero ser del mundo espiritual . lo que nuestro conocimiento se relativiza en su vigencia. Pero si Para Kant esa distinción estaba ya preparada de una manera más concreta tanto por Leibniz —que consideraba el mundo aparente, material y cuantitativo como mera apariencia frente a la realidad espiritual y cualitativamente determinada de las mónadas— como por Hume, para quien la totalidad de la experiencia sensible se resolvía en nosotros alcanzamos algo (intensivamente) con una validez incondicional, y por tanto insustituible y de un modo no relativizable, ya sea el propio «yo pienso» o el «yo pregunto», llego a saber que «es» así y antes de todas y cada una de las cosas que puedan «ser» tiene una «validez» (intensiva) absoluta. una manifestación puramente subjetiva sin alcanzar la verdadera La limitación del conocimiento desaparece a su vez en el propio realidad. Se conecta ahí extrañamente el pensamiento racionalista con Kant, que en la CdlRP hace afirmaciones con pretensiones de valor. el empirista, y todo junto conduce a Kant. Sólo que él identifica Pretende decir lo que realmente ocurre cuando surge el conocimiento. simplemente el saber teorético con el conocimiento científico-natural y Si por su alcance (experiencia) y valor (manifestación) se relativiza, las lo reduce a pura manifestación. afirmaciones sobre el tema ya no pueden relativizarse a su vez, so pena Kant estudia sólo el objeto de la experiencia; que para él no sólo significa una visión sensible sino también el pensamiento. Pero el pensamiento es para él, en un plano meramente formal, el subsumir un de que carezcan de todo sentido. La teoría cognoscitiva de Kant no puede aplicarse a sí misma sin destrozarla. Supone, por tanto, un horizonte de valor más amplio e incondicional. contenido bajo un concepto, mediante el juicio. Y éste es una «conexión Kant ha planteado la cuestión transcendental; lo que es correcto de representaciones», no la posición afirmativa, la aseveración de que e importante. Mas no la ha expuesto de un modo lo bastante «es» así. Eso es ;ilgo que Kant no toma en consideración, como consecuente, ni alcanza las condiciones últimas y absolutas de la tampoco el que cada juicio comporte la pretensión de validez absoluta, posibilidad del conocimiento humano. De sus supuestos se deduce que por suponer —como condición de su posibilidad— el horizonte de una la metafísica como ciencia no es posible. Pero con ello la cuestión de la vigencia incondicional: el ser como realidad verdadera. posibilidad de la metafísica no se resuelve ni para Kant de una manera Kant relativiza el conocimiento tanto en su alcance (extensivamente) a la experiencia posible, como en su validez (intensivamente) condicionan en de mera forma manifestación. recíproca. Si Ambos nuestro aspectos conocer se está objetiva. Ya en la CdlRP persiste la metafísica no sólo como «disposición natural», sino de modo efectivo y necesario. En la Crítica de la razón práctica Kant supone una vez más que la metafísica no ha de fundamentarse en el saber teórico sino en la actuación práctica. (extensivamente) limitado a un campo limitado a su vez de alguna manera, nunca puede alcanzar una validez (intensiva) incondicional y absoluta; de ahí que siempre sea posible un punto de vista radicalmente CRÍTICA DE LA RAZÓN PRÁCTICA 30 En la introducción a su Lógica (1801) formula Kant estas a la experiencia. De ahí que en el sentido kantiano la CdlRPr es una preguntas: «1) ¿Qué puedo saber? 2) ¿Qué debo hacer? 3) ¿Qué fundamentación de la ética a la vez que un nuevo intento de puedo esperar? 4 ¿Qué es el hombre?» Y agrega: «A la pregunta fundamentación de la metafísica, aunque ahora desde la obligatoriedad primera responde la metafísica, a la segunda la moral, a la tercera la de lo moral, y por ende no mediante un saber teorético sino en la fe religión y a la cuarta la antropología. Pero en el fondo se podría reducir práctica. No vamos a seguir el contenido de la obra, sino que nos todo a la antropología, porque las tres primeras preguntas se refieren a limitaremos a una caracterización fundamental de la misma bajo el la cuarta» (IX, 25). Lo que le preocupa a Kant es el hombre, aunque doble aspecto de la ética y de la metafísica. específicamente no haya redactado una antropología filosófica —la Antropología en el aspecto pragmático (1798) apenas responde a ese propósito—. La obra se divide más bien en las cuestiones que afectan 1. Fundamentación de la ética al saber, al obrar y al esperar del hombre. La pregunta primera (¿Qué El trasfondo del problema está dado en la Critica de la razón puedo saber? = metafísica) la ha tratado Kant en la Crítica de la razón pura, En ella trataba ya de la posibilidad de conocer unas leyes pura. A la pregunta segunda (¿Qué puedo hacer? = moral) se aplica la universales y necesarias (de la ciencia primero y, si ésta era posible, de Crítica de la razón práctica citada en adelante (CdlRPr). Y a la tercera la metafísica como ciencia). Mas como la experiencia señala siempre dará respuesta en su escrito sobre la religión. algo particular y aleatorio, nunca puede proporcionar leyes universales y A propósito de la CdlRPr conviene advertir que, desde largo tiempo atrás, Kant venía ocupándose de cuestiones éticas, que una Fundamentación de la metafísica de las costumbres (Grundlegung zur Metaphysik der Sitien, 1785) había precedido a la CdlRPr (1788), la Grundlegung der Sitien (Metafísica de la moralidad, 1787) seguirán las teorías kantianas sobre el derecho y la virtud. Pero el verdadero cometido de la CdlRPr es proporcionar una fundamentación crítica de la ética desde un punto de vista filosófico-transcendental. La razón es práctica en la medida en que no se ordena a un saber teorético sino a una actuación práctica-moral, para darle unas normas obligatorias y para responder, por tanto, a la pregunta de qué debo hacer. También aquí se trata de una razón pura, que desde sí misma tiene que determinar un deber moral con un pensamiento ajeno necesarias; éstas sólo pueden fundamentarse a priori, desde la razón pura. También aquí retorna una vez más el problema de lo universal y necesario: las leyes morales tienen que ser universalmente válidas, obligatorias para todos los hombres y todas las acciones, y necesarias en el sentido de una obligatoriedad incondicional. Tampoco esa universalidad y necesidad pueden derivar nunca de la experiencia, sino sólo a priori de la razón pura y ajena a la experiencia. Además, el conocimiento teórico se limita a la mera manifestación, sin alcanzar la cosa en sí. Cierto que Kant ha rebajado toda la imagen científica del mundo a un mero mundo de manifestaciones o fenoménico; pero no cuestiona en modo alguno que la actuación moral práctica de la personalidad que se determina a sí misma libremente no es sólo manifestación sino una realidad verdadera. 31 El ser en sí, una realidad absolutamente válida, no ya un mundo conducta, prescribe directamente esa conducta. Ese imperativo es (fenoménico) que se aparece a los sentidos, sino una realidad categórico. No afecta a la materia de las actuaciones ni a lo que de ella (nouménica) inteligible, es algo tan evidente para Kant que lo supone pueda seguirse, sino a la forma y principio de los que ella misma se como algo que se impone sin más. ¿Cómo sería posible y cómo se sigue, y lo esencialmente bueno de la misma consiste en la intención, podría pensar con sentido una manifestación, aunque sólo fuera cualquiera que sea el resultado que se siga. Ese imperativo puede relativamente denominarse el de la moralidad» (IV, 416; los subrayados son válida, si no estuviera referida a una realidad absolutamente válida y se diferenciara de la misma? Pero si el saber teorético sólo alcanza a la manifestación (para mí), mientras que la actuación práctica es una realidad (en sí), sigúese que esa actuación práctica y moral no está determinada por un saber originarios). En la CdlRPr —y como «ley fundamental de la razón pura práctica»— Kant lo formula así: «Obra de tal modo, que la máxima de tu voluntad pueda valer siempre, al mismo tiempo, como principio de una legislación universal» (A 54). teorético, ni las normas obligatorias del obrar pueden establecerse Ese precepto es formalmente, no por la determinación del mediante el conocimiento y la ciencia (tal como Kant los entiende). Si contenido, la forma general de una ley ética. «En efecto, la razón pura, existen el deber y el obrar morales, lo hacen sólo por una en sí misma práctica, es aquí inmediatamente legisladora. La voluntad autofundamentación autónoma, mediante una autolegislación de la es pensada, como independencia de condiciones empíricas, por razón pura. consiguiente, como voluntad pura, como determinada por la mera forma de la ley, y ese motivo de determinación es considerado como la suprema condición de todas las máximas» (A 55). De lo cual puede ya a) Ética formal La exigencia de lo moral no deriva de la experiencia; por lo que una ley moral nunca puede estar fundamentada por el contenido y objeto. La ley básica moral, en la que se expresa la obligatoriedad absoluta como tal, sólo puede estar determinada a priori, es decir, al margen de la experiencia, y por tanto de un modo puramente formal y no material. La ley ética formal, aunque absolutamente obligatoria, la llama Kant el imperativo categórico. Ya en la Fundamentación de la metafísica de las costumbres escribe: Frente a un imperativo hipotético «hay un imperativo, que sin poner como condición y fundamento ningún sacarse una primera caracterización de la ética kantiana: es una ética apriorista, y por ende esencialmente formal y no material. En contra se alza la protesta, sobre todo de Max Scheler, que arranca del campo de la fenomenología de los valores (Der Formalismus in der Ethik und die materiale Wertethik, 1913, 41954). Éste, frente a una ética puramente formal, reclama una ética material, o lo que es lo mismo, fundamentada en unas cualidades axiológicas de contenido. Tras múltiples discusiones, y aun reconociendo lo justificado del propósito de Scheler, su objeción hay que rechazarla en el fondo principalmente por dos razones: otro propósito que haya de lograrse mediante una determinada 1) La ética de Kant no se queda en algo meramente formal, es 32 también material. Más que en la CdlRPr desarrolla Kant en los otros un hecho, un factum, que «ha de verse como dado» (A 56); mas «no un escritos éticos los contenidos del deber moral. El mismo imperativo hecho empírico, sino el hecho único de la razón pura» (ibíd.). El categórico apunta a un contenido: la igualdad del otro como persona. imperativo En él subyace la idea de que «el hombre y cualquier ser racional en fundamentar ninguna obligatoriedad, ni ninguna legislación exterior, que general (como persona) existe como meta de sí mismo, y no como al ser una ligadura impuesta desde fuera iría contra el libre albedrío y, simple medio para cualquier otro uso...», y que «en todas sus por tanto, contra la libertad de un obrar moral. «La autonomía de la actuaciones... siempre ha de ser considerado a la vez como meta» (IV, voluntad es el único principio de todas las leyes morales y de los 428). De donde se sigue una transformación del imperativo categórico: deberes conformes con las mismas; toda heteronomía del capricho, en «Obra de tal modo que, tanto en tu persona como en la persona de cambio, no sólo no funda obligación alguna sino que más bien es cualquier otro, emplees siempre la humanidad como meta y no contraria al principio de la misma y de la moralidad de la voluntad. En la meramente como un medio» (IV, 429). De ahí se derivan ya unas independencia de toda materia de la ley (a saber, de los objetos consecuencias de contenido muy concreto y amplio para el obrar moral. deseados) y al mismo tiempo, sin embargo, en la determinación del 2) Con la fundamentación formal de la ética, Kant quiere subrayar, no obstante, que el carácter incondicionalmente obligatorio de lo moral nunca se ha de fundamentar empíricamente ni por experiencias axiológicas de cualquier tipo que sean, sino sólo a prion y formalmente, de modo que pueda responder a la esencia de la pura razón práctica. Frente a todos los utilitarismos y hedonismos (Locke, Hume) y frente a moral no supone una experiencia, que no podría albedrío por medio de la mera forma legisladora universal, de que una máxima tiene" que ser capaz, consiste el principio único de la moralidad. Aquella independencia, empero, es libertad en el sentido negativo, mientras que esta propia legislación de la razón pura, y como tal práctica, es libertad en sentido positivo. Así, pues, la ley moral no expresa nada más que la autonomía de la razón pura práctica» (A 58s). todas las concepciones estéticas de la moral (Shaftesbury), en Kant Autonomía significa, según ello, libertad: a) en el sentido vuelve a irrumpir el conocimiento de una obligatoriedad incondicional de negativo de independencia tanto con respecto a condiciones o lo moral, que no puede ser contrapesado ni eliminado por ningún otro motivaciones materiales y empíricas del obrar como con respecto al tipo de valores (lo útil, lo placentero o lo bello). En este sentido Kant es capricho de una legislación exterior, porque la mera heteronomía no el Sócrates de la edad moderna. puede fundamentar la obligación moral, sino que ha de suponerla; b) en el sentido positivo como la autolegislación de la razón pura práctica, única que en sí y por sí puede comprometer moralmente. b) Ética autónoma Así, pues, Kant defiende una ética autónoma y no heterónoma. La obligación moral no se puede fundamentar teoréticamente ni puede deducirse de la conciencia de libertad, sino que es simplemente Lo cual no significa en modo alguno para el propio Kant el capricho y arbitrariedad ajenos a toda norma. Lo único que pretende demostrar es 33 que nada empírico, ni la experiencía propia ni la legislación exterior, razón...» (A 155). Es la dignidad del hombre como persona. «La ley puede constituir la obligatoriedad absoluta como tal, si ésta no responde moral es santa (inviolable). Cierto que el hombre es bastante poco como condición transcendental de todo deber concreto, empírico y santo; pero la humanidad en su persona tiene que serle santa. En toda fáctico, a la pura razón práctica, que se obliga a sí misma. la creación todo puede ser empleado sólo como medio, únicamente el hombre, y con él toda criatura racional, es fin en sí mismo. Él es, en efecto, el sujeto de la ley moral, que es santa...» (A 155s). Cierto que el c) Ética del deber hombre pertenece al mundo sensible y está sometido a sus leyes. Pero La ética de Kant está bajo la idea del deber. Y es el supremo concepto moral en el que se expresa el carácter absoluto de la moralidad. A este respecto tiene Kant unas palabras sublimes y hasta casi patéticas: «¡Deber! Nombre sublime y grande, tú que no encierras nada amable que comporte una lisonja, sino que reclamas sumisión aunque sin amenazar con nada que despierte aversión natural en el ánimo y lo asuste para mover la voluntad, sino que simplemente estableces una ley que halla por sí misma acceso al ánimo y que se gana una veneración, incluso contra la voluntad, por sí misma (aunque no siempre la observancia); tú, ante quien todas las inclinaciones enmudecen, aunque en secreto obren contra ti, ¿cuál es el origen digno de ti, dónde se halla la raíz de tu noble ascendencia, que rechaza al mismo tiempo pertenece al mundo inteligible, en el que se da el querer y el obrar y ha de realizarse la «ley santa». Si nos preguntamos cómo percibimos la ley moral, la respuesta de Kant llega clara. Cierto que habla de un «asentamiento moral», del «sentimiento de respeto a la ley moral» (A 133). Pero ese sentimiento es «producido simplemente por la razón» (A 135). El conocimiento del deber moral en su obligatoriedad absoluta no es asunto de una experiencia emocional, de un «sentir intencional» (Scheler) o cosas similares, sino que es una idea directa de la razón pura práctica: en tanto que hombre, es decir, como ser racional que obra libremente, echo de ver que estoy obligado a un comportamiento racional y humanamente recto; es decir, a una conducta moral. orgullosa todo parentesco con las inclinaciones, y de cuya raíz es condición indispensable que proceda aquel valor que sólo los hombres De lo cual se sigue que para Kant sólo la ley como tal puede ser el motivo de un obrar moral. Distingue claramente entre legalidad y pueden darse a sí mismos?» (A 154). moralidad: «Si la determinación de la voluntad ocurre de conformidad A esa pregunta acerca del origen del deber —aunque excluyendo cualquier heteronomía— responde el propio Kant: «No es ninguna otra más que la personalidad; es decir, la libertad e independencia del mecanismo de toda la naturaleza, aunque considerada al mismo tiempo como la facultad de un ser que está sometido a unas leyes puras prácticas y peculiares, dadas por su propia con la ley moral, pero sólo mediante un sentimiento de cualquier clase que sea... y, por tanto, no por la ley misma, entonces la acción encerrará ciertamente legalidad, pero no moralidad* (A 126s). En tal caso la acción puede decirse que «es moralmente buena según la letra, pero no según el espíritu (la intención)» (A 127 nota). La verdadera moralidad sólo se alcanza cuando se cumple la ley exclusivamente por 34 ella misma, y las acciones «se llevan a cabo sólo por deber y por Kant define un postulado de la razón pura práctica como «una respecto a la ley, no por amor y propensión a lo que las acciones han proposición teórica, pero no demostrable como tal, en cuanto depende de procurar» (A 145). inseparablemente de una ley práctica incondicionadamente válida a De acuerdo con ello podemos calificar la doctrina moral de Kant como ética del deber, y desde luego en varios sentidos. a) Kant reconoce la peculiaridad absolutamente vinculante del deber moral, b) Pero somete todo el campo del obrar moral al deber estricto; moralidad es a la vez cumplimiento del deber; no hay ninguna realización libre de unos valores morales, que vaya más allá del deber. Y c) reconoce como verdaderamente moral en sí, es decir, no sólo legal sino moral, sólo una acción que viene motivada exclusivamente por el deber hacia la ley. Es éste un rigorismo ético, que ya entonces se consideró demasiado estrecho (cf. Fr. Schiller acerca del deber y de la propensión en el escrito Über Anmut und Würde, 1793). priori» (A 220). Lo cual significa con mayor precisión: a) Por su contenido el postulado es una proposición teórica y no práctica; es una afirmación, no una orden o mandato, b) Pero tal proposición teórica no es demostrable; es decir, no se puede probar científicamente y de forma rigurosa en el plano del mero conocer, c) Va necesariamente ligado con una ley moral práctica, que tampoco se puede demostrar teóricamente pero que tiene una validez a priori, por lo que puede probarse desde esa ley. Que «depende inseparablemente» de la misma significa que está en una conexión lógicamente necesaria con la ley práctico-moral. Mas como dicha ley moral no es a su vez demostrable teóricamente, tampoco lo es aquello que está en conexión lógica con ella. Y si se afirma la validez incondicionada de la ley moral, las afirmaciones conectadas con ella no pueden demostrarse, pero sí «postularse» de un 1. Nueva fundamentación de la metafísica modo racional. En la CdlRP Kant se planteó el problema de la metafísica, que Para la demostración de los postulados parte Kant de la se demostró imposible sobre la base de un conocimiento teorético; es distinción entre motivo y objeto del obrar moral. El único motivo decir, como ciencia propiamente dicha. Cierto que la metafísica se determinante de una verdadera acción moral (y no simplemente legal) mantenía como disposición natural, fundamentada incluso en las ideas sólo puede serlo la ley como tal ley. El objeto es aquello que no puede de la razón pura, pero que no podía constituir ningún conocimiento. En determinar ciertamente el acto moral pero que es producido por él; con la CdlRPr ensaya Kant una nueva fundamentación de la metafísica, lo cual no es el motivo sino el efecto del obrar moral. Ese objeto es para ahora desde el obrar práctico-moral. El enfoque, sin embargo, no es Kant —y en esto enlaza con la tradición clásica— el «bien supremo» nuevo; se encuentra ya al final de la CdlRP, aunque ahora lo desarrolla (summum bonum, cf. A 214s). Consta necesariamente de dos por completo con la doctrina de los postulados de la razón práctica. elementos: santidad y felicidad, estando el segundo elemento subordinado al primero (como su consecuencia), pero perteneciendo como elemento integrante a la totalidad del bien supremo: «sólo en esa a) Postulados de la razón práctica 35 subordinación es el bien supremo el objeto total de la razón pura alma» (A 220). Como postulado de la razón práctica se deriva la práctica» (A 214). inmortalidad del alma, que Kant entiende como un proceso infinito de De lo cual deduce Kant los postulados: 1. La ley se dirige a la realización aproximadora a la perfección moral. voluntad, y supone por lo mismo la capacidad de una libre 3. En tercer lugar el obrar moral reclama, no como motivo sino autodeterminación para el obrar moral; es decir, la libertad de voluntad, simplemente como efecto, el logro de la felicidad. Con ello recoge Kant el libre albedrío. La libertad es para Kant algo que no viene dado la idea fundamental de la eudaimonía (beatitudo), motivo permanente directamente, ni que se percibe psicológicamente mediante una desde la antigüedad griega, como meta del obrar moral; sólo que con la percepción interna; de ser así sería un contenido empírico que se diferencia de que para Kant esa felicidad nunca puede ser un motivo manifestaría sensiblemente. Directamente, como «hecho de la razón sino sólo el objeto operativo del obrar moral. ¿Qué significa esto? «La pura práctica» lo único que viene dado es la ley moral. Condición que felicidad es el estado de un ser racional en el mundo, al cual, en el hace posible su realización es el libre albedrío. Kant lo concibe de un conjunto de su existencia, le va todo según su deseo y voluntad; modo rígidamente transcendental: como condición posibilitadora del descansa, pues, en la concordancia de la naturaleza con el fin total que obrar moral. Y como tal está en conexión necesaria con la ley, y puede él persigue y también con el fundamento esencial y determinante de su por tanto demostrarse como postulado de la razón pura práctica. voluntad» (A 224). Ahora argumenta Kant: la felicidad como 2. El postulado segundo deriva de la santidad, cuya realización ordena la ley moral. Kant entiende la santidad no en un sentido religioso sino puramente moral: como perfección ética. «Pero la adecuación completa de la voluntad a la ley moral es santidad, una perfección de la cual no es capaz ningún ser racional en el mundo sensible en ningún momento de su existencia. Pero como ella es exigida, no obstante, como prácticamente necesaria, no puede ser hallada más que en un progreso que va al infinito hacia aquella completa adecuación, y, según los principios de la razón pura práctica, es necesario admitir tal progresión práctica como objeto real de nuestra voluntad. Este progreso infinito, sin embargo, sólo es posible bajo el supuesto de una existencia y personalidad duraderas en lo infinito del mismo ser racional (que se llama la inmortalidad del alma). Así, pues, el bien supremo prácticamente sólo es posible bajo el supuesto de la inmortalidad del concordancia entre el acontecer natural y nuestro querer moral no la podemos producir nosotros mismos, porque no somos los autores del mundo ni del acontecer natural. Por ello se requiere una causa suprema, que está por encima de nosotros y de la naturaleza, que a su vez está determinada por un querer moral y que tiene el poder de operar la concordancia del acontecer natural con el querer moral. «Así, pues, la causa suprema de la naturaleza... es un ser que por razón y voluntad es la causa (por consiguiente, el autor) de la naturaleza, es decir, Dios. Por consiguiente, el postulado de la posibilidad del bien supremo derivado (del mundo mejor) es al mismo tiempo el postulado de la realidad de un bien supremo originario, esto es, de la existencia de Dios» (A 225s). Por tanto, la felicidad supone la existencia de Dios como postulado de la razón práctica. Después de haber fundamentado Kant al principio la ética 36 desde la pura autonomía de la razón, ahora introduce a Dios como salvaguarda de la felicidad; pero lo hace como fundamento último de un sentido incondicionalmente válido de todo anhelo y obrar moral. cosmológica del mundo. Inmortalidad del alma significa la persistencia de un último sujeto de la conciencia, tanto del conocer teorético como sobre todo del obrar práctico; es decir, la existencia de la substancia real de la personalidad que se mantiene idéntica a sí misma. Esa substancia b) Postulados e ideas espiritual-personal la llamamos alma. Después de que en la CdlRP la Los postulados de la razón práctica responden exactamente a las ideas de la razón pura (teórica). La CdlRP señala el cometido de la metafísica con las palabras «Dios, libertad e inmortalidad». De ahí derivan, como consecuencia de las tres disciplinas de la metapbysica idea del alma había permanecido vacía sin un contenido adecuado de la visión sensible, y por tanto sin poder constituir un conocimiento de la realidad, ahora encuentra en la práctica una realización que teóricamente había permanecido inalcanzable. specialis a partir de Wolff, las tres ideas de la razón pura: alma, mundo y Dios, que en el lenguaje del subsiguiente idealismo forman una unidad subjetiva, objetiva y absoluta. Según la CdlRP kantiana, esas magnitudes metafísicas sí deben ser «pensadas», mas no pueden ser «conocidas»; en nuestro conocimiento tienen sólo una función reguladora, pero no constitutiva. Ahora, en la CdlRPr retorna esa misma trilogía correspondiendo incluso literalmente a los cometidos de la La existencia de Dios es aquí la correspondencia evidente. El postulado práctico «proporciona significación al concepto que la razón especulativa, si bien podía pensar, tuvo empero que dejar indeterminado como simple ideal transcendental, al concepto teológico de ser primero (en un sentido práctico...) como superior principio del bien supremo en un mundo inteligible...» (A 240). metafísica: libertad, inmortalidad y existencia de Dios.. Esta conexión Las ideas de la razón pura vienen recogidas de nuevo en los certifica la coherencia interna y propósito metafí-sico consecuente de postulados de la razón práctica. La metafísica, teóricamente imposible, Kant. se realiza en la práctica: no en el saber sino en la fe. Libertad significa causalidad, independientemente de la necesidad de una causalidad natural mecánica, y por tanto no en el c) Saber y creer mundo de meras apariencias (fenoménico), sino en la realidad inteligible (nouménica). Si para la razón teorética la idea del mundo no se podía objetivar en unos contenidos correspondientes a la visión, y menos aún realizarse en un conocimiento de las cosas en sí, ahora la razón práctica descubre una realidad inteligible, que está en sí y válida, y ello en el campo del obrar práctico-moral. Con ello se colma la idea Saber significa para Kant ciencia, y más exactamente —ya que se limita a una experiencia posible— ciencia empírica. En su marco no es posible la metafísica. Eso está claro; pero en el londo lo único que quiere decir es que magnitudes metafísicas iomo «Dios», y también la totalidad del «mundo» y el «alma» espiritual nunca se encuentran empíricamente, no pueden ser «objetos» de una ciencia empírica. Pero 37 ahora Kant rebaja todo el saber, en el sentido de la imagen científica del fenoménico y al atribuir, por otra, el conocimiento de una realidad mundo (de su liempo), a una pura manifestación; es un saber que en metafísica a la mera fe, se abre una tensión que es un agarradero para modo alguno alcanza la verdadera realidad. Con ello se abren nuevas la crítica contra Kant. Lo teórico no puede hacerse práctico ni lo práctico dimensiones. «Así, pues, yo hube de eliminar el saber para dejar sitio a convertirse en teórico; con otras palabras, el saber teórico no puede la fe» (CdlRP, B XXX). Las verdaderas dimensiones de la realidad sólo determinar el obrar práctico, y la fe y acción prácticas no alcanzan se alcanzan con la fe. importancia alguna para el conocimiento. ¿No es acaso la misma razón El hombre no es sólo un ser que sabe, que conoce teóricamente, sí que también un ser que vive sobre todo prácticamente y que obra conforme a una moral. Ello abre un nuevo acceso a la la que es teórica o práctica? ¿No debe encontrar su unidad? El propio Kant reconoce el problema, aunque no puede resolverlo, como lo demuestra sobre todo su crítica del juicio. metafísica, porque una vida humana en general y sobre todo un obrar moral, en definitiva sólo es posible y tiene sentido con la fe en «Dios, la CRÍTICA DEL JUICIO libertad y la inmortalidad». Kant hace especial hincapié en el primado de la razón práctica frente a la pura razón teórica: aquélla es la facultad superior, por cuanto que significa «la ventaja del interés» de la una «en cuanto que a este interés... está subordinado el interés de la otra» (A 215s). Si el mundo inteligible (que es en sí) se abre a los postulados de la razón práctica con unas dimensiones metafísicas, ello no significa saber sino creer. La dualidad de una razón teórica y práctica determina en Kant una oposición entre dos mundos totalmente diferentes. El mundo del conocimiento teorético es el simple mundo de la manifestación. El mundo del obrar práctico-moral constituye la verdadera realidad inteligible. El mundo fenoménico o de la manifestación está regido por la causalidad necesaria de la naturaleza, mientras que el mundo inteligible lo está por la libre causalidad del obrar moral. En ambos casos la que Para Kant no se trata de una fe religiosa, como pudiera ser la fe en la revelación cristiana, sino el tener por verdadero «en el sentido moral, es decir, una fe racional práctica pura-» (A 263). Porque debo y quiero obrar moralmente, afirmo sus supuestos, aunque teóricamente no puedo demostrarlos en sentido estricto. Esa fe es una «necesidad de la razón pura práctica» (A 257), que se funda en el deber moral, aunque la fe misma no es un deber moral (A 260). Pero la fe práctica no es un legisla a priori es la razón. En el mundo empírico de las manifestaciones piensa el objeto desde conceptos intelectuales puros; es decir, desde «conceptos naturales» en una conexión causal necesaria. Mediante la ley, asimismo apriorista, del obrar moral, a la razón práctica se les abre desde «conceptos de libertad» una realidad determinada en forma totalmente distinta, esto es, suprasensible, que existe en sí y que se rige por un obrar libre. capricho discrecional, sino una fe racional en tanto que fe de razón, como el obrar moral sobre el que descansa es asimismo racional. Que Kant haya visto esa tensión como un problema lo demuestra la Crítica del juicio (CJ), en la que intenta superar esa Al considerar Kant, por una parte, limitado el saber al mundo 38 oposición. El obrar moral debe, por tanto, actuar sobre el mundo de la finalísticamente, para poner una conexión coherente dentro de la experiencia, y lo suprasensible debe realizar sus objetivos en el mundo multiplicidad de la experiencia. La finalidad se puede entender subjetiva de los sentidos. Así, pues, la naturaleza debe poder pensarse de tal y objetivamente. Es meramente subjetiva, cuando significa una relación modo que su regularidad necesaria deje espacio al libre orar; la de concordancia del objeto con el sujeto cognoscente; esto es, cuando necesidad del mundo sensible tiene que compaginarse con la libertad el objeto produce placer o dolor. Es objetiva, cuando no está referida al del obrar moral. sujeto, sino que el objeto ha de realizar unos «fines naturales». A la La fuerza del juicio es la facultad mediadora, que debe establecer la síntesis entre la razón teórica y la razón práctica, superar la tensión entre el necesario acontecer natural del mundo de los finalidad subjetiva de lo bello y sublime apunta la «fuerza estética del juicio»; a la finalidad objetiva del acontecer natural tiende la «fuerza teleológica del juicio». fenómenos y la libertad del obrar moral en el mundo suprasensible. Después que la razón en su función teorética se ha reducido a mera 1. La fuerza estética del juicio inteligencia y sólo en el uso práctico llega a ser realmente ella misma, también se puede decir que, en este sentido, se trata de la mediación entre inteligencia y razón, Kant entiende por fuerza del juicio «la facultad de pensar lo particular como contenido en lo general» (B XXV). «Dado lo universal..., resulta determinante la fuerza del juicio... que subsume en él lo particular. Pero si sólo está dado lo particular, en lo que ella ha de encontrar lo universal, entonces la fuerza ' del juicio es meramente reflexiva (B XXVI). El cometido de la CdlRP era, partiendo de unos conceptos y principios generales, establecer el contenido empírico particular. Aquí se trata de la fuerza del juicio reflexiva, que arrancando de lo particular ha de elevarse hasta lo universal. Pero ello supone un «principio transcendental», que sólo la fuerza del juicio reflexiva «puede darse a sí misma como ley» (B XXVII), para «enjuiciar» las cosas. Su concepto fundamental es la finalidad: «El principio de la fuerza del juicio... es la finalidad de la naturaleza (B Desde largo tiempo atrás venía ocupándose Kant de la cuestión estética, y hasta había pensado escribir una crítica del gusto; la primera parte de la misma es la CJ. El término «estética» no se emplea aquí en el mismo sentido que en la CdlRP, sino con el significado corriente de una doctrina de lo bello (y sublime). Cuando por su forma un objeto puede producir «placer» en el sujeto percipiente, cuando es percibido como bello provoca complacencia, tenemos una finalidad subjetiva. La complacencia es así un juicio estético mediante el «gusto». Lo bello se distingue tanto de lo agradable como de lo moralmente bueno. Pues, lo meramente agradable produce placer, mas no complacencia; y el bien moral reclama atención, no complacencia. Tanto lo agradable como lo bueno van «ligados a intereses» (B 7ss, 10ss). Por el contrario, «la complacencia o desagrado (estético) se da sin ningún interés; el objeto de tal complacencia se llama bello (B 16). No se piensa en conceptos, sino que se capta en el sentimiento de placer; pese a lo cual es objetivo, XXVIII). y por tanto universal y necesariamente válido: «Bello es lo que, sin un Debemos pensar los objetos de la naturaleza como ordenados concepto, agrada en general» (B 32); o dicho más exactamente, «lo 39 que, sin que intervenga un concepto, se conoce como objeto de una ejemplos— sólo puede entenderse como un acontecer ideológico. Lo complacencia necesaria» (B 68). cual supone una razón ordenadora: no una razón humana sino la razón Por encima de lo bello está lo sublime con su carácter propio de divina. ilimitado (B 75). La naturaleza puede ser sentida como bella, mas no La teleología se convierte en «propedéutica de la teología» (B como sublime, «porque lo verdaderamente sublime no puede estar 309). Pero la realidad de Dios sigue siendo fundamentalmente contenido en ninguna forma sensible, sino que afecta únicamente a las incognoscible estando a los principios de la CdlRP; por eso, tampoco ideas de la razón que, aun sin que sea posible una representación aquí pasa Kant adelante. Nuestro Conocimiento sigue limitado al mero adecuada de las mismas, justamente por esa inadecuación, que cabe mundo de la manifestación, que nosotros pensamos desde «conceptos representar sensiblemente, estimulan y excitan el ánimo» (B 76s). Así, naturales», no desde «conceptos de libertad», por lo que no podemos lo bello se ordena a los objetos sensibles de la inteligencia, mientras reconocer ninguna finalidad objetiva. Si pese a ello, pensamos el mundo que lo sublime apunta a las ideas suprasensibles de la razón. Sublime como ordenado finalísticamente, es un pensamiento de las cosas como es lo que supera nuestra facultad de representar y comprender: la st estuvieran establecidas con un fin, no un conocimiento de la finalidad grandeza ilimitada, lo simplemente bueno. Sobrepasa la visión y real. Kant se debate aquí con un problema que no -logra resolver, representación sensibles; pero también le compete una validez porque ya en la CdlRP había cerrado el acceso a una solución. Ya no universal y necesaria, aunque «directamente vaya contra el interés de consigue armonizar necesidad con libertad, mundo sensible de la razón los sentidos» (B 115). «Sublime es aquello que simplemente con poder teorética con el mundo inteligible de la razón práctica. pensarlo evidencia una facultad del ánimo que supera cualquier norma de los sentidos» (B 85). El contenido más valioso de la CJ es la teoría kantiana de lo bello y sublime, que va a influir en la estética de los clásicos (Schiller, Goethe) y de los idealistas (Schelling, Hegel) de múltiples formas. Pero 2. La fuerza teleológica del juicio en conjunto la CJ es la obra más problemática entre los escritos importantes de Kant. El problema que expresamente se había La fuerza teleológica del juicio abraza tanto la finalidad subjetiva como la objetiva. Kant admite que nosotros enjuiciamos la naturaleza con un ordenamiento final. Las mismas leyes de la naturaleza inanimada, que conocemos en la matemática y la física, aparecen con una finalidad, y de manera muy especial la vida de los organismos, las propuesto solucionar, a saber, superar la dualidad de la razón teórica y práctica, de necesidad y libertad, quedó sin resolver en modo alguno. También el concepto de finalidad sigue siendo una idea de nuestro pensamiento que no sobrepasa el mundo fenoménico ni alcanza la realidad. relaciones de las partes con el todo, la mutua relación de causa y efecto, de medio y fin. Todo esto —que Kant ilustra con muchos Con ello retorna Kant de nuevo a la mera CdlRP sin recoger ni explotar las dimensiones metafísicas de la misma. El problema sigue 40 pendiente, y va a servir precisamente de punto de arranque para su desarrollo ulterior en el idealismo. divinos» (B 158; cf. B 138, etc.). No que la obligación moral pueda derivar originariamente de Dios, porque eso sería para Kant una heteronomía que contradice la FILOSOFÍA DE LA RELIGIÓN autonomía del querer moral. Pero sí que en un segundo momento la ley moral puede entenderse «a la vez»; como mandato de Dios. Cuanto Su filosofía de la religión la expone Kant en el denominado Religionsschrift: La religión dentro de los límites de la mera razón (Reí.). Difícilmente encontraremos otro campo en el que Kant se muestre tan dependiente del espíritu de la ilustración coetánea. Una tendencia propia de la ilustración en general fue la de reducir la religión a mera Dios desea de nosotros no es un campo específico de deberes religiosos como la oración, la adoración cultual, la liturgia eclesial, todo eso lo rechaza Kant con palabras duras como superstición y adulación, que son formas religiosas degeneradas. Y es ahí donde se echa de ver claramente la influencia de la crítica religiosa de Hume. razón, entender la religión racional principalmente desde su utilidad práctica y fomentar la acción moral. Y así podemos también caracterizar la filosofía religiosa kantiana con las dos palabras claves de «razón» y «moral». Por decidido que se muestre Kant en el rechazo de las falsificaciones reales o supuestas de la religión externa, no deja de hablar con respeto y veneración de la religión cristiana. Sobre todo en la introducción a la edición segunda de La religión dentro de los límites de Frente a la fe en una revelación divina, con la ilustración irrumpe el deseo de fundamentar la religión únicamente en la razón natural. Es lo que ocurrió ya con los «librepensadores» ingleses Toland, Tindal, Collins y otros, más tarde en Francia por obra principalmente de Voltaire y Rousseau, y luego en Alemania con Reimarus y Lessing. En Kant se deja sentir claramente la misma tendencia a admitir sólo aquello que el pensamiento racional puede ver y demostrar naturalmente, dejando de lado o dando una interpretación distinta a cuanto supera la penetración de la razón natural. Lo que no pudo lograr la CdlRP lo consigue la CdlRPr, a saber: un acceso a Dios: la existencia divina es un postulado de la razón práctica. Ello hace posible considerar la ley moral como un mandamiento de Dios. De ahí que la religión sea para Kant «el cumplimiento de todos los deberes humanos como mandamientos la mera razón (1794) delimita claramente una religión (filosófica) racional frente a una religión revelada (teológica). Ambas constituyen círculos concéntricos, de los que «una esfera más amplia de la fe... incluye la otra más estrecha» (B XXII). Kant pretende mantener abierta una mera religión racional para la dimensión ulterior de la fe cristiana, que no es sólo una «religión natural» (B 236ss) sino una «religión culta» (B 247ss). Su respeto y veneración a Jesucristo es tal que, cuando habla expresamente de él y de su doctrina, hasta se retrae de nombrarlo, aludiendo simplemente al «Maestro» o al «Fundador» de la religión cristiana. Kant se limita, sin embargo (filosóficamente), a la religión «dentro de los límites de la mera razón». Y en ese sentido para él la religión es una moral. Lo verdaderamente decisivo es la acción práctico-moral. Así explica también Kant la fe cristiana, cuyas doctrinas sólo han de exponerse en 41 el plano moral. «Esa exposición puede hacer que nosotros mismos influencia amplia y profunda, a la vez que suscitaba numerosos aparezcamos frecuentemente forzados en el respeto al texto (de la enfrentamientos. Los problemas que dejó pendientes se convierten en revelación), y que a menudo lo estemos realmente, y, sin embargo, con los planteamientos decisivos para el subsiguiente idealismo. Aunque el sólo que sea posible que el texto lo admita, ha de preferirse la pensamiento de Kant está guiado esencialmente por el deseo de unidad exposición literal que o bien no contiene nada en favor de la moralidad o en la pluralidad, es evidente que deja sin resolver contradicciones que incluso se opone a sus estímulos» (B 158). Y a este propósito fundamentales. Y éstas van a convertirse en las fuerzas motrices de la plantea Kant la cuestión de «si la moral ha de exponerse según la Biblia evolución posterior del pensamiento. Tales serán las relaciones entre o es la Biblia la que ha de exponerse conforme a la moral» (ibíd., nota). visión y pensamiento (Reinhold), entre razón teórica y práctica (Fichte), Para la recta interpretación de su filosofía religiosa hay que tener en cuenta su trasfondo concreto y personal. Kant llevó una vida moral severa, fue un hombre modesto y consciente de sus deberes, sumamente amable y dispuesto a ayudar a todos, una de las figuras humanamente más atractivas en la historia de la filosofía moderna. Y en el fondo fue un cristiano creyente. Pero tenía escaso sentido para los y sobre todo las relaciones entre sujeto y objeto; esto es, de una parte (la subjetiva) el yo empírico y el transcendental, y de la otra (la objetiva) la cosa en sí y su manifestación, así como el afán del pensamiento por superar la dualidad de sujeto y objeto hasta alcanzar un supremo (absoluto) punto de unidad y un fundamento originario (Fichte, Scheliing, Hegel). actos específicamente religiosos y sus formas de expresión. Ello se Pero a la vez, y en parte ya antes de esa evolución hacia el debía sobre todo a la exagerada educación religiosa en la escuela idealismo alemán (en el que aún hemos de entrar directamente), se pietista de Kónigsberg con su exceso (hoy impensable) de meditaciones llega a un enfrentamiento apasionado en favor y en contra de Kant, no y prácticas religiosas y en general con la experiencia de una violencia sólo del lado de la vieja filosofía oficial, sino también a resultas de la religiosa oficial, contra la que él se defendía. Todo ello le forzó a un nueva concepción romántica que se alza como movimiento de reacción distanciamiento crítico frente al ejercicio práctico y externo de la religión, contra la ilustración. y especialmente frente a las prácticas eclesiásticas. Kant evitaba entrar en una iglesia, si no se lo imponía el deber oficial. Pese a lo cual conservó el respeto a la religión y mantuvo una religión racional abierta a la fe revelada cristiana. EN FAVOR Y EN CONTRA DE KANT Al principio, la CdlRP de Kant mereció escasa atención y apenas si fue entendida. Su difusión se debió principalmente a K.L. Reinhold Valoración Toda la obra filosófica de Kant ejerció ya en su tiempo una (1757-1823), un seguidor entusiasta del filósofo de Konigsberg, que publicó una serie de cartas sobre la filosofía kantiana (en el «Deutscher Merkur», 1786-1787). A raíz de las mismas Reinhold 42 fue nombrado, en 1787, profesor de filosofía en Jena, convirtiendo cuales coinciden en señalar ya la nueva dirección del pensamiento y aquella ciudad en epicentro de la filosofía kantiana y de su vastago, la sentimiento románticos. filosofía idealista. Sucesor de Reinhold en Jena fue Fichte, en 1794, y ajena acudieron en 1798 Schelling y en 1801 Hegel. Y allí fue sobre todo donde se operó la ulterior evolución de la filosofía kantiana hasta convertirse en el idealismo alemán. Friedrich Heinrich Jacobi, nacido en 1743 en Dusseldorf, fue empresario y profesor particular, llegando en 1807 a presidente de la Academia de Ciencias de Munich, donde murió en 1819. No elaboró un sistema filosófico, pero en sus numerosos; escritos tomó posiciones Pero a la vez Kant seguía influyendo en toda la vida intelectual frente a los movimientos filosóficos de su tiempo a la vez que aparece especialmente con sus escritos posteriores, como la CdlRPry la CJ. Los como defensor de una filosofía del sentimiento y de la fe. Gran clásicos alemanes recogen ideas suyas, sobre todo Friedrich Schiller resonancia obtuvo su escrito Über die Lehre des Spinoza, in Bríefen an que, por ej., en su escrito Üher Anmut und Würde (De la elegancia y Mases Mendelssohns (Sobre la doctrina de Spinoza en sus cartas a dignidad, 1793) recoge ciertas ideas estéticas, aunque sin compartir el Moses Mendelssohn, 1785), en que comunica la confesión de Lessing a rigorismo ético de Kant. También Heinrich Kleist y otros están influidos favor del spinozismo, sistema al que califica de panteísta y, en por Kant. definitiva, de ateo. Con Hume se enfrenta en el escrito David Hume Pero pronto se deja sentir la crítica a la filosofía kantiana. F.H. Jacobi (1743-1819) es uno de los primeros en descubrir la contradicción que implica la cosa en sí kantiana. Le sigue C.E. Schulze (1761-1833), profesor de Gotinga, que en su escrito Aenesidemus (1792) hace una dura crítica a Kant oponiéndole un punto de vista escéptico. Con él se enfrenta, a su vez, Fichte en su famosa Aenesidemus-Rezension (1794), uno de los primeros escritos de Fichte y en el que superando a Reinhold expone su propio punto de vista. Por entonces Fichte, al igual über del Glauben oder Idealismus und Realismus (David Hume sobre la fe o idealismo y realismo, 1787), con Fichte en Sendschreiben an Fichte (Carta abierta a Fichte, 1799), y con Schelling en la obra Von góttlichen Dingen (De las cosas divinas, 1811). Con su filosofía fideísta, que no se fundamenta en la visión racional sino en un sentimiento irracional, Jacobi se convierte en el filósofo del romanticismo, sobre el que influye; notablemente, a la vez que anticipa los planteamientos de la posterior filosofía de la vida y de la existencia. que Reinhold, estaba convencido de ser un seguidor fiel y consecuente No menos importante es Johann Georg Hamann, que como de Kant, aunque iba mucho más lejos que él. Como quiera que fuese, Kant, nació en Konigsberg, en 1730, trabajó allí como funcionario y ya en los años noventa del siglo XVIII la filosofía de Kant ocupa el trabó amistad con Kant, Herder y Jacobi; murió en 1788 durante un centro de enfrentamiento espiritual! de la época. viaje a Münster. Este original y profundo mistico cristiano fue saludado Entre los adversarios de Kant, no sólo como críticos de su filosofía sino también como las fuerzas contrarias en la vida intelectual de la época, destacan sobre todo Jacobi, Hamann y Herder, todos los ya en su tiempo como «el Mago del Norte». Fue un adversario decidido de la ilustración racionalista, recurre en contra de Kant a las fuerzas creadoras del sentimiento y desarrolla una concepción del lenguaje viva 43 y orgánica que va más allá de la mera función designativa de la lengua, individualidad. Pese a lo cual, Herder no desarrolla un sistema personal la fundamenta en la doctrina cristiana del Logos y se ve «en el lenguaje maduro y completo. la madre de la razón y de la revelación». «La razón es lenguaje, ¿ogos», es «el órgano a la vez que el criterio de la razón». Ésta concepción lingüística encontrará su desarrollo en la obra de Herder, de W.,von Humboldt y de Schleiermacher, y ejercerá una influencia decisiva sobre el romanticismo de su tiempo a la vez que cobrará renovada validez en la hermenéutica y en la filosofía del lenguaje de nuestros días. Al igual que Hamann, de quien fue amigo, Herder pone especial énfasis en el lenguaje, que fundamenta en la naturaleza humana y que, por ello, es de origen divino. La lengua hace de intermediaria entre la impresión sensible y el pensamiento. Espacio y tiempo son conceptos experimentales, la materia y la forma del conocimiento responden a la misma unidad vital y a la inmediatez de toda la vivencia humana, cuyo contenido previamente dado se refleja y tiene su expresión en el En la misma dirección apunta Johann Gottfried Herder, nacido lenguaje. Tan importantes como son los planteamientos lingüístico- también en Prusia Oriental (Mohrungen, 1744). Concluidos los estudios filosóficos de Herder es escasa la comprensión que muestra hacia la teológicos en Konigsberg, trabajó como párroco evangélico, profesor y problemática de Kant, que él rechaza abiertamente, pero que pronto predicador de la corte, siendo al final de su vida superintendente alcanzó una gran influencia y que conduciría a la formación del general de Weimar, donde murió en 1803. En Konigsberg fue alumno idealismo alemán. de Kant durante su período precrítico; pero rechazó enérgicamente la filosofía crítica y hasta escribió una Metakritik zur Kritik der reinen Vernunft (Metacrítica a la crítica de la razón pura, 1799). Contrapone LA RENOVACIÓN KANTIANA especialmente al dualismo kantiano de contenido empírico y forma A la muerte de Kant (1804) pronto su filosofía pasa a un apriorista, de necesidad de la causalidad natural y libertad del obrar segundo plano; durante varias décadas queda arrinconada por otras moral, un desarrollo orgánico-unitario de la naturaleza y del espíritu, de corrientes de pensamiento. De una parte, y aunque arrancando tal modo que la evolución histórica de la humanidad (Ideen zur ciertamente del propio Kant si bien superándolo en todas las Philosophie der Geschichte der Menschheit, Ideas para la filosofía de la direcciones, se desarrolla el pensamiento idealista (Fichte, Schelling, historia de la humanidad, 1784-1791) dentro de la evolución del Hegel). De otra parte, y como reacción crítica a ese pensamiento, está acontecer natural se fundamenta en el espíritu. Con ello se acerca, el avance del positivismo (Comte) y del materialismo (Büchner, Vogt, alentado por las ideas de G. Bruno, a la filosofía de Spinoza, a la que Moleschott), que en los hegelianos de izquierda conduce a la crítica corrige, sin embargo, con su convencimiento de un Dios personal (Gott. atea de la religión (Feuerbach) y más tarde al materialismo dialéctico Gesprache über Spinozas Systems, Dios. Conversaciones sobre el (Marx y Engels). En líneas generales la primera mitad del siglo XIX se sistema de Spinoza, 1787), recogiendo de Leibniz la idea de la caracteriza por un descenso del pensamiento filosófico. 44 En contra se alza el grito de Zurück zu Kant! ¡Vuelta a Kant! Ya plantea el problema de los valores. la obra kantiana de Kuno Fischer (en su Geschichte der neueren Philosophie, 1852-1877) contribuye notablemente a una nueva 1. La escuela de Marburgo comprensión de Kant. Pero es Otto Liebmann con su escrito Kant und die Epigonen (1865) el que da el impulso decisivo para la renovación Los representantes principales de la escuela de Marburgo son kantiana, con la exhortación que se repite al final de cada uno de los H. Cohen y P. Natorp; y de ella salieron, aunque para seguir caminos capítulos: «Así, pues, hay que volver a Kant.» totalmente personales, E. Cassirer y N. Hartmann. Se impone entonces una renovación kantiana, que pronto será a) Herman Cohen (1842-1918), profesor de Marburgo, es el conocida como neokantismo y que va a convertirse en uno de los fundador de dicha escuela. Se ocupa sobre todo de Kant; entiende la movimientos intelectuales más poderosos durante muchas décadas, crítica kantiana como una teoría de la experiencia (Kants Theorie der llegando hasta mediados del siglo XX. Una serie de obras importantes Erfahrung, 1871), desarrollando a partir de la misma un sistema propio sobre Kant (debidas a K. Fischer, H. Cohén, F. Paulsen, H. Vaihinger, de lógica, ética y estética (System der Philosophie, 3 vols., 1902-1912). K. Vorlánder y otros) investiga su filosofía. Pero al mismo tiempo el Tomando también a Kant como punto de partida desarrolla asimismo neokantismo evoluciona en varias direcciones. una teoría de las ciencias matemáticas de la naturaleza sobre la idea En general se mantiene la tesis de Kant sobre la imposibilidad de la metafísica; Kant pasa por ser unilateralmente un antimetafísico (tal es la concepción que se abre paso primero por obra de F. Paulsen y más tarde, sobre todo por obra de M. Wundt y de M. Heidegger). Pero si ni existe ni puede existir una metafísica, ¿qué es entonces la filosofía, cuando los campos objetivos empíricos son tarea de las ciencias particulares? La respuesta será: La filosofía no tiene ningún campo objetivo propio; su función está en la «teoría de la ciencia», esto es, en la reflexión teórico-cognitiva y metodológica sobre las ciencias positivas. central de un «idealismo lógico»: es un idealismo porque pretende dejar fuera la cosa en sí; sin un material de percepción previamente dado y que procede transcendental de del fuera, es preciso conocimiento o, investigar dicho la constitución más exactamente, del conocimiento matemático-científico de la naturaleza. No se trata del conocimiento de objetos individuales concretos, sino sólo de las condiciones generales, y formales por ende, de un conocimiento científico. Por lo mismo no es un idealismo metafísico sino lógico el único que investiga las condiciones aprioristas formales de la experiencia, aunque rechazando cualquier metafísica como imposible. Aquí discrepan las dos escuelas más importantes del neokantismo: la escuela de Marburgo se ocupará de una teoría de las ciencias exactas de la naturaleza, en tanto que la escuela de Baden va a centrarse en una teoría de la historia y de las ciencias de la cultura o, como se dirá muy pronto, de las ciencias del espíritu, en las que se b) Junto a Cohén, el representante más ilustre de la escuela de Marburgo es Paul Natorp (1854-1924), que también fue profesor en dicha ciudad. Defiende igualmente un idealismo lógico (Die logischen Grundlagen der exakten Wissenschaften, Las bases lógicas de las 45 ciencias exactas, 1910); en ese sentido interpreta la doctrina platónica (Kantkrítik und Kantinterpretation, 1924; Kant und das 20. jahrhundert, de las ideas como un puro a priori lógico del pensamiento (Platons 1954, etc., etc.) estudiando asimismo la filosofía del derecho y del Ideenlehre, 1903), ocupándose además de problemas psicológicos y Estado. sociopedagógicos (Sozialpadagogik, 1899). De la escuela de Marburgo salió Ernst Cassirer (1874-1945), 2. La escuela de Baden que luego sería profesor en Hamburgo y desde 1934 en Nueva York. Va más allá del puro pensamiento científico-naturalista y penetra en los problemas del lenguaje, del pensamiento mítico-religioso y de la visión artística. Su obra principal Philosophie der symbolischen Formen (3 vols., 1923-1929) todavía sigue siendo hoy de gran importancia en el contexto de la problemática del lenguaje y de la hermenéutica. Otras obras notables son: Substanzbegriff und Functionsbegriff, 1910; y Das Erkenntnisproblem in der Philosophie und Wissenschaft der neueren Zeit (El problema del conocimiento en la filosofía y la ciencia modernas, 3 vols., 1906-1920). La escuela de Badén —llamada también escuela del suroeste alemán, y representada sobre todo en las universidades de Heidelberg y Friburgo— defiende otra corriente del pensamiento neokantiano. En Marburgo se estudiaba una teoría de las ciencias naturales, aquí en cambio lo que más importa es una teoría de las ciencias de la historia y de la cultura (llamadas, a partir sobre todo de W. Dilthey, «ciencias del espíritu»). Los representantes más destacados de esta escuela fueron W. Windelband y H. Rickert; aunque sus planteamientos han tenido una repercusión mucho más amplia en la discusión filosófica de las últimas décadas. c) Del neokantismo marburgués procede también Nicolai Hartmann (1882-1950), que fue profesor en Berlín y Gotinga, y que pronto se abrió caminos propios. Se libera por completo del idealismo lógico y se adentra en un realismo del conocimiento (Metaphysik der Erkenntnis, 1921). Hasta mediados del presente siglo se le consideró uno de los filósofos alemanes más importantes, aunque su análisis categorial se adentra ya en el campo de las ontologías modernas y su ética está en conexión con el problema de la filosofía de los valores. Símbolo evidente todo ello de cómo había superado el neokantismo marburgués. a) Wilhelm Windelband (1848-1915), profesor en Heidelberg, es sobre todo un historiador de la filosofía que publicó obras notables sobre la filosofía de la antigüedad (1888) y de la edad moderna (2 vols., 1878-1880), así como una historia sugerente de las ideas bajo el título de Lehrbuch der Geschichte derPhilosophie (Manual de historia de la filosofía, 1892). En el campo de la teoría científica a él se debe la distinción establecen entre ciencias generalizadoras o «nomotéticas» (que leyes generales) y ciencias individualizantes o «ideográficas» (que describen e intentan comprender lo singular), expuesta en su obra Geschichte und Naturwissenschaft (Historia y El último pensador que mantuvo la tradición en la propia Marburgo fue Julius Ebbinghaus (1885-1981), que fue profesor allí desde 1930. En numerosas obras se ocupó del pensamiento kantiano ciencia de la naturaleza, 1894). Con ello se pone de relieve la diferencia básica entre dos tipos de ciencia esencialmente distintos. La 46 peculiaridad de las ciencias histórico-culturales —junto a las ciencias de manifestaciones históricas han de entenderse desde los valores, se la naturaleza— se perfila así como un problema que tendrá numerosas plantea la cuestión de la esencia del valor, del deber, y con ello el repercusiones en la época siguiente. problema ético. b) Ese problema lo recoge Heinrich Rickert (1863-1936), que fue profesor en Heidelberg. También él analiza la Ya Windelband se había referido al problema en esa dirección. diferencia Es un idealista en las filas kantianas. El conocimiento no tiene que metodológica entre ciencia de la naturaleza y ciencia de la cultura (del aprehender una realidad objetiva. Una afirmación no es verdadera espíritu), en obras como Die Grenzen der natur wissenschaftlichen porque se corresponda con la realidad, sino porque tiene que ser Begriffsbildung (Los límites de la formación del concepto científico- pensada así; es decir, porque responde, y en la medida en que lo hace, natural, 1896-1902) y Kulturwüsenschaft und Naturwissenschaft a leyes aprioristas del conocer. No es el deber el que se fundamenta en (Ciencia de la cultura y ciencia de la naturaleza, 1899). Esto era algo la verdad, sino que es la verdad la que se funda en el deber. Y lo mismo que hasta entonces no se había formulado de modo explícito. En Kant y cabe decir en el terreno ético: cuando tengo que hacer algo, el deber no a lo largo del siglo XIX la ciencia exacta de la naturaleza había sido la se apoya en la validez objetiva de la acción, sino que la bondad cabalga norma ideal del verdadero conocimiento científico. sobre un deber apriorista. Verdadero y bueno es lo que se ha de pensar Los planteamientos para comprender las ciencias históricas en o hacer. su peculiaridad y autonomía se encuentran por primera vez en J.G. Y con ello se plantea el problema del deber, de los valores, que Droysen (Grundriss der Historík, 1868) y más tarde sobre todo en W. Rickert afronta resueltamente, pero que se encuentra en un contexto y Dilthey (Einleitung in die Geisteswissenschaften, Introducción a las en una problemática más amplios. ciencias del espíritu, 1883 y Der Aufbau der geschichtlichen Welt, La construcción del mundo histórico, 1910). 3. El problema de los valores En este contexto se halla también Rickert, que ciertamente rechaza el concepto de ciencia del espíritu y habla de la ciencia de la historia y de la cultura, pero haciendo la importante distinción de que la naturaleza ha de explicarse por medio de leyes, mientras que la historia y la cultura histórica han de comprenderse desde los valores. La distinción entre «explicar» (Erklaren, de la naturaleza) y «comprender» (Verstehen, de la historia) deriva de Droysen, aunque ya la había preparado Frie-drich Schleiermacher; y Windelband la formula al contraponer ciencias nomotéticas y ciencias ideográficas. Mas si las El problema lo había ya planteado Kant con su distinción tajante entre saber teórico y obrar práctico. Si la experiencia sólo alcanza la manifestación fenoménica y ésta no puede determinar el obrar moral ¿cómo se constituyen los contenidos de la obligatoriedad moral? Si existe una ley moral, aunque sea formal-apriorista, ¿qué debemos hacer (objetiva, realmente)? La misma pregunta se formula también desde el pensamiento empírico-positivista de la época: Si el conocimiento está limitado a la mera comprobación de hechos 47 empíricos, de ello no puede seguirse una obligatoriedad moral; pero si un carácter normativo para lo que es o debe ser. hemos de obrar moralmente, ¿de dónde derivan los contenidos de la obligación moral? Hay que advertir, no obstante, que la «validez» o «vigencia» no se limita al fenómeno axiológico, sino que afecta también a las leyes a) Mucho antes del neokantismo, el problema lo abordó lógicas del pensamiento, como son las normas estéticas. Bernhard Hermann Lotze (1817-1881), profesor en Gotinga, pero que murió en Bolzano (1781-1848) se reclama asimismo en su lógica y teoría de la Berlín. Es un metafísico (Metaphysik, 1841) que sigue en muchos ciencia a una validez objetiva. La cual supone que se aprehende el ser aspectos a Leibniz sin compartir, sin embargo, su racionalismo; acepta o la realidad en el sentido del pensamiento positivista y mecanicista: el la doctrina de las mónadas, enseña la animación universal de la ser es ajeno al valor, por lo que no pueden darse normas del obrar. naturaleza y sostiene la existencia de una mónada central e infinita, que Pero, como existen valores y normas objetivos del obrar, resultan es Dios transcendente y personal. Defiende un teísmo cristiano frente a ajenos al ser y se sitúan en el campo completamente diferente que es el todas las formas de panteísmo y ateísmo de su tiempo. Sus esfuerzos campo del «valer» (Gelten). Con no demasiado acierto se ha calificado por mantener la validez incondicionada de los valores y del deber esta morales frente a cualquier tipo de relativización le llevan a plantearse la entendiendo por tal una dualidad de ser y valor, de ser y validez. filosofía de los valores, que será recogida una y otra vez después de él. Su planteamiento puede compendiarse en tres conceptos: valor, vigencia y sentimiento (Wert, Gelten, Fühlen). concepción como dualismo axiológico (Wertdualismus), De lo dicho sigúese asimismo la distinción entre conocer y sentir (Erkennen-Fühlen). Para Lotze la inteligencia conoce el ser, y la razón siente el valor. Vuelve a entrar asi el viejo binomio de inteligencia Cuando aquí y en la filosofía posterior de los valores se y razón, que ya Kant y Hegel habían recogido; pero con la variante de establece una y otra vez la distinción neta entre ser y valor, no se que la inteligencia permanece ligada al ser, ajeno a los valores, de un piensa sólo en valores éticos (bondad, justicia, etc.), aunque estos conocimiento positivo científico-matemático, en tanto que la razón va entren también y en primera línea. Tales valores no «son» sino que más allá adentrándose en el campo de los valores vigentes. Pero la «tienen vigencia» (gelten); con otras palabras, no existen como cosas razón no capta los valores con un conocimiento racional, sino con un en sí reales, sino que tienen una manera propia de ser, aunque sea sentimiento irracional, pero entendido como una facultad perfectamente objetiva, que se caracteriza como vigencia o validez (Geltung). objetiva e intencional. Sigúese de ahí la distinción entre ser y valer. Una cosa Quedan echadas así las bases de la filosofía de los valores, individual y concreta «es» o «existe»; pero una frase, un juicio o una ley que, sin embargo, plantea muchas cuestiones todavía sin resolver, tanto lógica no «es», sino que «vale» o cuenta. Lo mismo ocurre con un valor, en el plano (objetivo) de la manera de ser de la «validez» (Gelten) de y especialmente un valor ético; pertenece a una esfera completamente los valores, como en el (subjetivo) de la singularidad del «sentir» distinta, aunque también ésta tenga una relación con el ser, esto es, (Fühlen) esos valores. Estas cuestiones van a ser recogidas y 48 desarrolladas de múltiples formas. b) En la escuela de Baden, y en el contexto de las ciencias de la historia y de la cultura, plantean el problema de los valores ya W. Windelband, pero sobre todo H. Rickert, quien establece esta distinción: la naturaleza tiene que explicarse por medio de leyes, mientras que la historia y las culturas históricas han de entenderse desde los valores. último de un conocimiento verdadero es la evidencia, es decir, la visión directa de un contenido objetivo, así se da también una cuasievidencia, no reductible, del sentimiento axiológico en el «amor caracterizado como correcto». El amor, el sentimiento del valor, sabe espontáneamente de su propia rectitud y sabe, por ende, directamente que capta valores objetivamente válidos. Unas y otros forman ámbitos totalmente distintos. Cuando Rickert los Pero cuál sea el fundamento objetivo de los valores y la forma caracteriza con el amplio concepto del ser, no deja de manejar un en que objetivamente preceden el acto valorativo es algo que Brentano concepto onto-lógico equívoco, ya que abarca tanto el ser existente (las deja sin aclarar. Insiste más bien en el aspecto subjetivo (psicológico) cosas reales y particulares) como ser no existente (valores y normas del sentimiento valorizador, sin explicar el aspecto objetivo. De ahí su con vigencia). La validez de los valores se entiende, en un sentido propia evolución: mientras que al principio insistía en mantener la platónico, como una esfera ontológica ideal y suprarreal, aunque con validez objetiva de los valores, después fue cayendo poco a poco en un carácter normativo. Pero los valores han de entrar en el mundo real, subjetivismo y psicologismo carente de fundamentación objetiva. tienen que realizarse en él, por cuanto que es el acto valorativo del hombre el que realiza el valor, siendo el hombre el «nudo ontológico» que enlaza el mundo ideal con el real. d) Alexius Meinong (1853-1921) depende claramente de su maestro Brentano. Fue profesor en Graz y fundador de la escuela de dicha ciudad. En paralelismo con la fenomenología de E. Husserl, que c) Franz Brentano (1838-1917), sobrino del poeta Clemens. también había sido discípulo de Brentano, desarrolla Meinong una Brentano, se ordenó sacerdote católico abandonando después su teoría del objeto. Pero también se ocupa del problema de los valores ministerio y la Iglesia: fue profesor de filosofía en Würzburgo y Viena, (Psychologischethische vivió en Florencia como profesor particular y murió en Zurich. Fue un Investigaciones psicológico-éticas sobre la teoría del valor, 1894) y pensador que abrió nuevos cauces a la filosofía y psicología de su habla de la «presentación emocional» que no es un acto racional, sino tiempo (Psychologie vom empirischen Standpunkte, Psicología desde un acto emocional, del sentimiento, aunque no puramente subjetivo: una perspectiva empírica, 1874; Vom Ursprung sittlicher Erkenntnu, Del está determinado objetivamente; esto es, en analogía con el acto de origen del conocimiento moral, 1889, y otras obras). También él se hace conocimiento «presenta» valores intencionalmente objetivos. eco del problema axiológico. La comprensión de los valores es asunto del sentimiento y no del conocimiento racional. Así como el conocimiento está intencionalmente referido al objeto, así también el sentimiento del ánimo está referido a un objeto. Y al igual que el criterio Untersuchungen zur Werttheorie, Es éste un punto que recoge y desarrolla la escuela fenomenológica, por obra especialmente de Max Scheler (1877-1928), que fue profesor en Jena, Munich y Colonia. Sus obras más importantes son: Der Formalismus in der Ethik und die materiale Wertethik (El 49 formalismo en la ética y la ética material de los valores, 1913-1916), moral. Por el contrario, el presentar los valores como cualidades Vom Umsturz der Werte (De la subversión de los valores, 1919) y objetivas, aunque ideales, equivale a un idealismo platónico de Wesen und Formen der Sympathie (Esencia y formas de la simpatía, esencialidades generales. Del otro lado (subjetivamente), resulta no 1923). Las cosas reales son ajenas a los valores, pero se hacen buenas menos problemático el sentimiento axiológico intencional. El deber en la medida en que se realizan en ellas determinados valores. Las moral no sólo se siente emocionalmente, sino que se conoce de una cualidades axiológicas constituyen un verdadero reino de orden ideal, y forma intelectual, Su vigencia vinculante se afirma incluso contra el les corresponde una «última independencia del ser». Así como la peso del sentimiento. fenomenología enseña la inmediatez de una visión esencial, así también, según Scheler, la captación inmediata de los valores llega por un «sentimiento intencional». Con ello quiere significar, de modo similar a Brentano y Meinong, de una parte un acontecer emocional y no racional y, de otra, un acto intencional que aprehende unos valores dados y válidos objetivamente. El último filósofo de importancia que defiende esa teoría En este sentido Dietrich von Hildebrand (1889-1976), que arranca de las posiciones de Scheler, emprende una corrección a fondo. Fue profesor en Munich, Viena y Nueva York. Para él los valores no se entienden como cualidades axiológicas ideales, sino como cualidades ontológicas reales, y no se aprehenden mediante un sentimiento emocional sino por la visión intelectual (Christliche Ethik, 1959). axiológica es Nicolai Hartmann, que partiendo del neokantismo marburgués llega hasta un pensamiento ontológico realista. En su Ethik (1925) muestra su dependencia de Scheler. También para él (y en el aspecto objetivo) el ser carece de valores; éstos no se fundamentan en el ser, sino que constituyen una esfera propia de esencialidades ideales frente a la realidad real, como ámbito de cualidades axiológicas con validez objetiva. Por otra parte (y en el aspecto subjetivo), la captación de los valores no es para él asunto del conocimiento racional sino del sentimiento emocional, aunque intencional, al que se abren esas cualidades axiológicas. Una filosofía axiológica de este tipo suscita muchos más problemas de los que puede resolver. De un lado (objetivamente), presupone una concepción del ser positivista, incapaz de proporcionar fundamento a valores vinculantes, y menos que menos a un deber Todo este complejo de problemas es herencia de Kant: sobre el trasfondo de su teoría del conocimiento (CdlRP) se esfuerza el neokantismo por encontrar una metodología de las ciencias naturales (escuela de Marburgo), de la historia y de la ciencia de la cultura (escuela de Badén), y ahí aflora el problema de los valores. La filosofía de los valores (desde Lotze a Scheler y a Nicolai Hartmann) se enfrenta con la ética formal de Kant (CdlRPr) y quiere abrir un nuevo acceso a las cualidades axiológicas de contenido que, sin embargo, sólo se demuestra posible mediante el retorno a una fundamentación ontólógico-antropológica de los valores, de su vigencia y obligatoriedad moral.