CUADERNOS DE ESTUDIO del Ministerio Público de Costa Rica N° 9 Revista Especializada en Criminología y Derecho Penal PODER JUDICIAL Ministerio Público de Costa Rica Unidad de Capacitación y Supervisión 2006 IMPRIMATUR 1. Artículos publicables: La revista solo publicara aquellos artículos de investigación que tengan interés doctrinal en el área de las ciencias jurídicas penales o conexas. esta revista ([email protected]). En caso de que se envíen impresos, el documento deberá acompañarse de una copia en disquete. 2. Extensión: Se recomienda una extensión no menor a 10 páginas, ni mayor a 100, salvo que la propia naturaleza de artículo lo amerite. 10. Consejo Editorial: Los materiales aprobados serán publicados en el siguiente número de la Revista. En caso de que existan dos documentos pendientes del mismo autor, se le invitará a elegir. 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Envío de materiales: Pueden enviase por correo electrónico a la dirección indicada en “Artículo1. Se entiende por Carrera Profesional el reconocimiento de un incentivo económico, 6. Indice: No es necesario aportar índices ni sumarios. 3 con base en el grado académico, cursos de capacitación, la experiencia profesional, las publicaciones, la labor docente en la Escuela Judicial, experiencia en organismos internacionales y la responsabilidad por el ejercicio de la función judicial, para los funcionarios y empleados que presten sus servicios en puestos que exijan como mínimo el bachillerato universitario. Artículo 2. La Carrera Profesional tiene como objetivos básicos: (...) Fomentar el aporte intelectual de los profesionales judiciales mediante la producción de publicaciones relacionadas con su profesión. Artículo 10. Los factores a reconocer por concepto del incentivo de Carrera Profesional son los siguientes: Grados académicos, estudios adicionales, cursos de capacitación, participación en cursos en condición de instructor, experiencia profesional, experiencia docente en la Escuela Judicial, experiencia en organismos internacionales, publicaciones y responsabilidad por el ejercicio de la función judicial. Artículos 11. Los factores precitados, para efecto de reconocimiento en la Carrera Profesional, se valorarán en puntos de la siguiente forma: (...) Cinco puntos por cada libro, hasta un máximo de 40 puntos. Un punto por cada ensayo, hasta un máximo de 40 puntos. Artículo 17. Se reconocerá la autoría de los libros y ensayos incluidos en publicaciones de reconocido prestigio en los casos que: Tengan relación con la especialidad del puesto; Hayan sido autorizados por un Consejo Editorial; No sean trabajos requeridos para la obtención de grados académicos o el cumplimiento de requisitos de estudio; Tratándose de publicaciones en toros idiomas, el interesado debe de aportar la respectiva traducción al español. El profesional deberá indicar en su solicitud, si es el caso, lo señalado en el inciso c) anterior. Artículo 30. El reconocimiento de los puntos asignados para los libros y ensayos, si estos han sido escritos por mas de un autor, se hará distribuyendo proporcionalmente el número de puntos correspondientes entre coautores, de acuerdo con las disposiciones de este reglamento. Articulo 31. No percibirán lo correspondiente a horas instructor, docente o publicaciones, quienes por la naturaleza de su trabajo, tales actividades se configuren como tareas propias del cargo, o bien, quienes reciban ya alguna retribución por estos conceptos”. CUADERNOS DE ESTUDIO del Ministerio Público de Costa Rica Revista Especializada en Criminología y Derecho Penal Reflexiones sobre la Ley contra la corrupción y el enriquecimiento ilícito en la función pública, a un año de su entrada en vigencia. Propuestas de reforma M.Sc. Juan Carlos Cubillo Miranda N° 9 7 El “recurso” de casación por cuestiones de hecho en que se recibe nueva prueba (Comentarios al fallo de la Corte Penal Internacional y al proyecto de ley presentado a consideración de la Corte Plena) Lic. Miguel A. García Martínez 15 La prevención del delito: un cambio paradigmático M.Sc. Mario Alberto Sáenz Rojas 31 Política de persecución penal del Ministerio Público de Costa Rica: la crisis heredada de una política criminal basada en el Derecho Penal “moderno” M.Sc. Saúl Araya Matarrita 41 Informática y protección de la intimidad: en referencia al delito de violación a las comunicaciones electrónicas Lic. Guillermo Sojo Picado 59 En juicio, por qué se debe y se puede ampliar, o corregir, la acusación Lic. José Alberto Rojas Ch. Lic. Miguel Ángel García M. 75 Lineamientos generales para la configuración de una política criminal democrática en el Ministerio Público Lic. Luis A. Chang Pizarro 83 El comiso en los delitos contemplados en la Ley de Sicotrópicos. Análisis de los problemas más comunes en la materialización del comiso en los procesos judiciales Lic. Luis Alonso Bonilla Guzmán 99 SEPARATA: I. II. DOCUMENTOS RELATIVOS AL XXX ANIVERSARIO DEL MINISTERIO PÚBLICO DE COSTA RICA 129 DOCUMENTOS DEL CONSEJO DE MINISTERIOS PÚBLICOS CENTROAMERICANOS 167 5 REFLEXIONES SOBRE LA LEY CONTRA LA CORRUPCIÓN Y EL ENRIQUECIMIENTO ILÍCITO EN LA FUNCIÓN PÚBLICA, A UN AÑO DE SU ENTRADA EN VIGENCIA. PROPUESTAS DE REFORMA1 M. Sc. Juan Carlos Cubillo Miranda Las investigaciones de corrupción que se iniciaron en el Ministerio Público en el año 2004 nos deben poner a reflexionar sobre el problema de la corrupción, pero no de actos de corrupción que se dieron aisladamente sino de la existencia en nuestra sociedad de un sistema de corrupción. Pero cual es la diferencia entre un sistema normativo con actos de corrupción y un sistema de corrupción? El Fiscal de la Corte Penal Internacional Luis G. Moreno Ocampo establece que: “Un sistema normativo con casos de corrupción es un sistema en el que la expectativa es que no haya corrupción, la expectativa es que las reglas se cumplan y que si alguien comete un acto de corrupción, será un acto aislado, extraño, que deberá ser castigado y que, posiblemente, sea castigado. Un sistema de corrupción es un sistema normativo distinto, en el que la expectativa es que la corrupción es una parte posible y probable de las conductas, que lo probable es que sean muchos los que las comentan, que es muy probable que no se persigan esas conductas y que finalmente, es muy probable que no se castiguen nunca”.2 Entonces para efectos de este ensayo nos vamos a ocupar del sistema de corrupción en que los actos de corrupción son parte probable y posible de las conductas. La corrupción planteada de esta manera debemos combatirla con muchas herramientas ya que este fenómeno excede el alcance del derecho penal. Para ello se requiere de la ayuda de los ciudadanos que deben ser muy exigentes con el tema del control de la corrupción, unos sistemas de control muy activos y unos políticos muy comprometidos con el problema. En esta lucha que lejos de apostar por la preven- 1 Ponencia presentada en las jornadas Ministerio Público-Contraloría General de la República-Procuraduría General de la República: “Reflexiones sobre la ley contra la corrupción y el enriquecimiento ilícito en la función pública a un año de vigencia”, Auditorio Colegio de Abogados, 29 y 30 de noviembre, 2005. 2 Moreno Ocampo Luis G. “La corrupción es una forma de abuso de poder” en Pena y Estado: Corrupción, Revista Latinoamericana de Política Criminal, 1995, Editorial del Puerto SRL, No. 1, p. 211. El autor señala como un ejemplo de un sistema de corrupción generalizado el siguiente: “Vas conduciendo tu auto y te para un policía en Suecia, vos esperas que ese policía se comporte correctamente, que te sancione correctamente, que no sea injusto, etc., tenés una serie de expectativas. Te para un policía en la Argentina o en Colombia o en Guatemala y tenés la expectativa de que te va a coimear. En este caso se aplica la categoría de Reisman, no sabés si se va a aplicar el código práctico o el sistema mítico, tenés todas las expectativas de que se aplique el código práctico, pero no estás seguro y por eso es difícil la previsibilidad de la vida en nuestros países. No podés sacar plata y dársela directamente para seguir el viaje, como si fuera un peaje. Tenés que esperar algún mensaje que te indique cuál es el sistema normativo que se va aplicar, si el sistema mítico o el código práctico”. (Coimear: “Arg. Y Chile. Dinero con que se soborna”. Diccionario Moderno Océano, Langenscheidt, España, p. 187). 7 Cuadernos de Estudio del Ministerio Público de Costa Rica N° 9 -Revista Especializada en Criminología y Derecho Penal- ción normativa con un aumento en las penas debe tender más a la prevención. La criminología nos ha enseñado desde hace tiempo que el puro aumento de las escalas penales no sirve para disminuir la comisión de conductas delictivas. Un posible autor no se pregunta a través del cálculo de riesgo si va a recibir 4 o 5 años de cárcel, sino las posibilidades de ser descubierto. Entonces la solución al problema de la corrupción no es el castigo. Debemos apostar por la transparencia en la gestión, abrir los registros y la documentación a todo el mundo, particularmente a los periodistas e investigadores. 3 La Ley contra la corrupción y el enriquecimiento ilícito en la función pública, N° 8422, constituye un valioso instrumento para la prevención y detección de la corrupción que podemos calificar en palabras de Hassemer como una prevención técnica y organizativa. Óptica desde la cual voy a señalar algunas posibles reformas que podrían ser de interés para mejorar este instrumento, así como su respectivo Reglamento4. Ello lo desarrollamos en dos apartados: El primero que denominamos prevención técnica y el segundo relacionado con la prevención normativa que establece la ley, específicamente los delitos de tráfico de influencias, peculado: sobreprecio irregular. I. Prevención técnica Hassemer establece en su conferencia “Posibilidades jurídicas, policiales y administrativas de una lucha más eficaz contra la corrupción”5 tres tesis que nos ayudan a comprender, prevenir y detectar la corrupción evitando el aumento de las escalas penales y la utilización de métodos de investigación que restrinjan más los derechos fundamentales- por ejemplo las intervenciones telefónicas: a. La corrupción como corazón de la criminalidad organizada. El autor sostiene que la nueva cualidad de los instrumentos de lucha contra la corrupción presupone una concepción diferente de la organización criminal, lo que no es la constatación tradicional de que la criminalidad estaría organizada internacionalmente y estructurada profesionalmente sino que, la corrupción es aquello que le da a la criminalidad organizada una nueva cualidad. Es decir, la criminalidad clásica –aún organizada- no cambia la división entre los delincuentes y los que luchan en su contra. Ahora en la corrupción la criminalidad se dirige hacia un campo que debe combatirse a si mismo. b. La corrupción no se puede combatir solo con cambios en el Derecho Penal y 3 “Considerar a la corrupción como un crimen oculta que no se trata de casos, sino de sistemas organizativos que producen casos de corrupción. La corrupción estructural. Es un problema económico, porque produce una reasignación de recursos encubierta a favor de sectores improductivos, que genera más pobreza y desequilibrio social y un grave problema político. Ya que deslegitima el sistema representativo. Criminalizar la corrupción permite que los líderes políticos, terminen desentendiéndose del asunto pasándole el problema a la justicia” Moreno Ocampo. Op. Cit. p. 205. 4 Reglamento a la Ley Contra la Corrupción y el Enriquecimiento Ilícito en la Función Pública N° 32333 del 12 de abril del 2005. 5 Hassemer Winfried, Posibilidades, policiales y administrativas de una lucha más eficaz contra la corrupción. En Pena y Estado, Op. Cit. pp. 149 a 154. 8 Cuadernos de Estudio del Ministerio Público de Costa Rica N° 9 -Revista Especializada en Criminología y Derecho Penal- Procesal, son necesarios otras estrategias a largo plazo. Se propone establecer estrategias a largo plazo tendentes a atacar las condiciones en las cuales florece la corrupción. Así por ejemplo: economización de nuestra sociedad, quebrantamiento de normas sociales y pérdida de la decencia. • Cualquier esfuerzo del ente para descubrir donde se podrían desarrollar los comportamientos corruptos; regulación del deber de denunciar hechos corruptos con la posibilidad de reforzar con una sanción, lo que evita que el funcionario se mezcle cada vez más en una relación de corrupción. 8 c. El combate de la corrupción presupone una prevención técnica y organizativa. Establece el autor que tradicionalmente se ha enfocado la lucha a la criminalidad organizada desde la perspectiva normativa6. En su planteamiento propone lo que denomina la prevención organizativa o técnica cuya meta principal no es la modificación de las normas penales, sino las relaciones de conexiones organizativas o técnica. • Traslado de funcionarios. • Separación entre los departamentos de planificación, supervisión, ejecución y auditoria interna. Hassemer entiende este tipo de prevención de la siguiente manera: “...Para enfatizarlo nuevamente, mi intención es impedir que, mediante nuevas amenazas penales, ampliación de las escalas penales o a través de la introducción de nuevos métodos de investigación, se restrinjan aún más los derechos fundamentales oponiendo a ello instrumentos efectivos, no normativos, sino técnicos u organizativos”7. Dentro de estos instrumentos efectivos en el combate de la corrupción señala: 6 Siguiendo esta tesitura nuestra Ley y su respectivo reglamento contra la Corrupción y el Enriquecimiento Ilícito en la Función Pública establecieron varios instrumentos preventivos, efectivos no normativos para el combate de la corrupción: 1. Declaración jurada sobre la situación patrimonial En el artículo 11 de la Convención Interamericana contra la corrupción del 29 de marzo del año 1996 y que entró en vigor en nuestro país mediante Ley 7670 del 17 de abril de 1997 se establece en el artículo III punto 4 que los Estados Partes convienen en considerar la aplicabilidad de medidas, dentro de sus propios sistemas institucionales, destinadas a crear, Hassemer señala que esta prevención se realiza a través de las normas y restringiéndose los derechos fundamentales al elevar a las escalas panales y se amplían las amenazas penales, lo que implica una “demolición” de los espacios de libertad para los ciudadanos. Hassemer, Op. Cit. p. 150. 7 Hassemer, Op. Cit. p. 152. 8 Lo que se denomina corrupción pasiva. 9 Cuadernos de Estudio del Ministerio Público de Costa Rica N° 9 -Revista Especializada en Criminología y Derecho Penal- mantener y fortalecer: “Sistemas para la declaración de los ingresos, activos y pasivos por parte de las personas que desempeñen funciones públicas en los cargos que establezca la ley y para la publicación de tales declaraciones cuando corresponda”. 9 En este orden de ideas, el artículo 21 de la Ley CCEI establece como medida preventiva la obligación de un determinado número de funcionarios públicos de declarar su situación patrimonial10. Lo cual es detallado y ampliado en el artículo 55 del reglamento. Ahora bien, no obstante la valiosa ayuda que puede brindar este instrumento en las investigaciones del Ministerio Público, en el Reglamento a la Ley se restringe esa posibilidad a los Fiscales para que puedan tener acceso directo a dichas declaraciones, ya que, en el numeral 76 se introdujo que la confidencialidad de las declaraciones cede a solicitud del Ministerio Público, pero ahora vía reglamento, por medio del Fiscal General. Aspecto que no se encuentra contemplado en el art. 21 de la Ley11 y que por no ser adecuado para combatir la corrupción debe replantearse 12. 9 Sobre este tema la Convención de Naciones Unidas contra la Corrupción en el artículo 8 inciso 5 establece en igual sentido: “Cada Estado Parte procurará…establecer medidas y sistemas para exigir a los funcionarios públicos que hagan declaraciones a las autoridades competentes en relación, entre otras cosas, en sus actividades externas y con ejemplos, inversiones, activos y regalos o beneficios importantes que puedan dar lugar a un conflicto de intereses respecto de sus atribuciones como funcionarios públicos”. 10 El artículo 21 de la Ley CCEI establece: “. —Funcionarios obligados a declarar su situación patrimonial. Deberán declarar la situación patrimonial, ante la Contraloría General de la República, según lo señalan la presente Ley y su Reglamento, los diputados a la Asamblea Legislativa, el presidente de la República, los vicepresidentes; los ministros, con cartera o sin ella, o los funcionarios nombrados con ese rango; los viceministros, los magistrados propietarios y suplentes del Poder Judicial y del Tribunal Supremo de Elecciones, el contralor y el subcontralor generales de la República, el defensor y el defensor adjunto de los habitantes, el procurador general y el procurador general adjunto de la República, el fiscal general de la República, los rectores, los contralores o los subcontralores de los centros de enseñanza superior estatales, el regulador general de la República, los superintendentes de entidades financieras, de valores y de pensiones, así como los respectivos intendentes; los oficiales mayores de los ministerios, los miembros de las juntas directivas, excepto los fiscales sin derecho a voto, los presidentes ejecutivos, los gerentes, los subgerentes, los auditores o los subauditores internos, y los titulares de las proveedurías de toda la Administración Pública y de las empresas públicas, así como los regidores, propietarios y suplentes, y los alcaldes municipales. También declararán su situación patrimonial los empleados de las aduanas, los empleados que tramiten licitaciones públicas, los demás funcionarios públicos que custodien, administren, fiscalicen o recauden fondos públicos, establezcan rentas o ingresos en favor del Estado, los que aprueben y autoricen erogaciones con fondos públicos, según la enumeración contenida en el Reglamento de esta Ley, que podrá incluir también a empleados de sujetos de derecho privado que administren, custodien o sean concesionarios de fondos, bienes y servicios públicos, quienes, en lo conducente, estarán sometidos a las disposiciones de la presente Ley y su Reglamento. El contralor y el subcontralor generales de la República enviarán copia fiel de sus declaraciones a la Asamblea Legislativa, la cual, respecto de estos funcionarios, gozará de las mismas facultades que esta Ley asigna a la Contraloría General de la República en relación con los demás servidores públicos”. 11 Así el numeral 24 establece. “Confidencialidad de las declaraciones. El contenido de las declaraciones juradas es confidencial, salvo para el propio declarante, sin perjuicio del acceso a ellas que requieran las comisiones especiales de investigación de la Asamblea Legislativa, la Contraloría General de la República, el Ministerio Público o los tribunales de la República, para investigar y determinar la comisión de posibles infracciones y delitos previstos en la Ley. La confidencialidad no restringe el derecho de los ciudadanos de saber si la declaración fue presentada o no conforme a la ley”. 12 Ver artículo 5 inciso 3 de la Convención de las Naciones Unidas contra la corrupción que establece: “Cada Estado Parte procurará evaluar periódicamente los instrumentos jurídicos y las medidas administrativas pertinentes a fin de determinar si son adecuados para combatir la corrupción”. 10 Cuadernos de Estudio del Ministerio Público de Costa Rica N° 9 -Revista Especializada en Criminología y Derecho Penal- “Tráfico de influencias. Será sancionado con pena de prisión de dos a cinco años, quien directamente o por interpósita persona, influya en un servidor público, prevaliéndose de su cargo o de cualquier otra situación derivada de su situación personal o jerárquica con este o con otro servidor público, ya sea real o simulada, para que haga, retarde u omita un nombramiento, adjudicación, concesión, contrato, acto o resolución propios de sus funciones, de modo que genere, directa o indirectamente, un beneficio económico o ventaja indebidos, para sí o para otro. Otro aspecto que llama la atención es el artículo 13 del reglamento de la Ley CCEI que regula el trámite a seguir ante las denuncias anónimas, indicando claramente que “No se dará trámite a las denuncias que sean presentadas en forma anónima” y solo en casos excepcionales podrán abrirse investigaciones –a nivel administrativo- de oficio. Lo anterior rosa con lo que indica la Convención de las Naciones Unidas contra la corrupción en el artículo 13 inciso 2 que regula la participación de la sociedad. Este numeral indica: “Cada Estado Parte adoptará medidas apropiadas para garantizar que el público tenga conocimiento de los órganos pertinentes de lucha contra la corrupción mencionados en la presente Convención y facilitará el acceso a dichos órganos, cuando proceda, para la denuncia, incluso anónima...”. Con igual pena se sancionará a quien utilice u ofrezca la influencia descrita en el párrafo anterior. Los extremos de la pena señalada en el párrafo primero se elevarán en un tercio, cuando la influencia provenga del presidente o del vicepresidente de la República, de los miembros de los Supremos Poderes, o del Tribunal Supremo de Elecciones, del contralor o el subcontralor generales de la República, del fiscal general de la República, del defensor o el defensor adjunto de los habitantes, del superior jerárquico de quien debe resolver o de miembros de los partidos políticos que ocupen cargos de dirección a nivel nacional”. II. Prevención normativa En el capítulo V de la Ley CCEI se introducen una serie de delitos que por los montos de las penas – solo por ejemplo en el caso de la malversación que paso de tener una pena de multa a una escala de hasta 8 años de prisión- nos permiten afirmar que en esta ley se pretendió a través del aumento de escalas penales realizar una fuerte prevención normativa. Sin embargo si reflexionamos en alguno de estos delitos encontraremos que en algunos casos presentan dificultades probatorias que los hacen casi inaplicables y en otros casos se viene a regular en una norma aparte una conducta ya contemplada en la principal, con una pena menor. 1. Tráfico de Influencias El numeral 52 de la Ley Contra la Corrupción y el Enriquecimiento Ilícito en la Función Pública: El tipo objetivo del delito de trafico de influencias exige –entre otros elementos descriptivos del tipo- que la acción desplegada por el sujeto activo “genere directamente o indirectamente, un beneficio económico o ventaja indebidos, para sí o para otro”. Entonces, lo que se requiere para la perfección del delito es que se 11 Cuadernos de Estudio del Ministerio Público de Costa Rica N° 9 -Revista Especializada en Criminología y Derecho Penal- consiga el beneficio que se persigue, pues el elemento descriptivo del tipo indica “de modo que genere” y no se refiere a que “pueda” generar, como sucede en la legislación española13, lo que hace que sea muy difícil probarlo. razón de su cargo; asimismo, con prisión de tres meses a dos años, el funcionario público que emplee, en provecho propio o de terceros, trabajos o servicios pagados por la Administración Pública o bienes propiedad de ella. 2. Peculado: sobreprecio irregular Esta disposición también será aplicable a los particulares y a los gerentes, administradores o apoderados de las organizaciones privadas, beneficiarios, subvencionados, donatarios o concesionarios, en cuanto a los bienes, servicios y fondos públicos que exploten, custodien, administren o posean por cualquier título o modalidad de gestión” Si analizamos estos dos delitos nos encontramos con una contradicción con la supuesta prevención normativa que pretendió la Ley al aumentar las escalas penales. En este sentido el numeral 64 de la Ley CCEI establece una reforma al delito de peculado muy importante al incluir en el segundo párrafo la participación como autores del delito de peculado a los particulares, gerentes y administradores de organizaciones privadas. Aspecto que ya se encontraba regulado en el artículo 49 del Código Penal que regula la comunicabilidad de las circunstancias.14 Veamos lo que establecen los delitos en comentario: Artículo 354. Peculado “Será reprimido con prisión de tres a doce años, el funcionario público que sustraiga o distraiga dinero o bienes cuya administración, percepción o custodia le haya sido confiada en Artículo 49 de la Ley CCEI. -Sobreprecio irregular “Será penado con prisión de tres a diez años, quien, por el pago de precios superiores o inferiores -según el caso- al valor real o corriente y según la calidad o especialidad del servicio o producto, obtenga una ventaja o un beneficio de cualquier índole para sí o para un tercero en la adquisición, enajenación, la concesión, o el gravamen de bienes, obras o servicios en los que estén interesados el Estado, los demás entes y las empresas públicas, las municipalidades y los sujetos de derecho privado que administren, exploten o custodien, fondos o bienes públicos por cualquier título o modalidad de gestión”. 13 Alfonso Serrano Gómez, Derecho Penal Parte Especial, Madrid, tercera edición, Editorial Dykinson, 1998, p. p. 741, 743 14 Establece este artículo: “Comunicabilidad de las circunstancias. Artículo 49. Las calidades personales constitutivas de la infracción son imputables también a los partícipes que no las posean, si eran conocidas por ellos. Las relaciones, circunstancias y calidades personales cuyo efecto sea disminuir o excluir la penalidad, no tendrán influencia sino respecto a los partícipes en quienes concurran. Las circunstancias materiales, que agraven o atenúen el hecho solo se tendrán en cuenta respecto de quien, conociéndolas, prestó su concurso”. 12 Cuadernos de Estudio del Ministerio Público de Costa Rica N° 9 -Revista Especializada en Criminología y Derecho Penal- La escala penal regulada en el delito de peculado es de 3 a 12 años de prisión, si embargo en los delitos de sobreprecio irregular se establece una pena de 3 a 10 años La inconsistencia que nos encontramos a manera de ejemplo es la siguientes: Que pasa con un funcionario público que pague precios superiores a los establecidos por un bien o servicio para la administración? Se le aplicará el delito de peculado o el de sobreprecio irregular? Concluyo que tipificar el sobreprecio irregular resultaba innecesario ya que esta acción se encuentra regulada dentro del delito de peculado. Recor- demos que el bien jurídico tiene dos funciones: Limita el poder estatal de castigar y garantiza al ciudadano de no ser sancionado a menos que lesione o ponga en peligro los bienes tutelados por el ordenamiento jurídico penal. Para concluir debemos señalar que, a pesar de las críticas que podamos hacer a la Ley respecto a la necesidad de evaluarla técnicamente para propiciar reformas, debemos resaltar que este instrumento es un avance desde la perspectiva de una prevención que no es la clásica normativa para el combate de la corrupción. BIBLIOGRAFÍA Código Penal revisado y actualizado por Ulises Zúñiga Morales, 16 edición, San José, Costa Rica, IJSA, noviembre de 2004. Convención de las Naciones Unidas contra la Corrupción, Resolución de la Asamblea Genera No 58/4 del 31 de octubre de 2003 y que entrará en vigor el día 14 de diciembre del año 2005. Convención Interamericana contra la Corrupción, adoptada en Caracas, Venezuela el 29 de marzo de 1996 y aprobada en Costa Rica mediante Ley Nº 7670 del 17 de abril de 1997. Convenciones, Leyes y Reglamentos. Dall’Anese, Francisco. Derecho Penal: Lo científico y lo político, Democracia, Justicia y Dignidad Humana, Homenaje a Walter Antillón Montealegre, San José Costa Rica, Editorial Jurídica Continental. Diccionario Moderno Océano. Langenscheidt, España. Hassemer Winfried. Posibilidades, policiales y administrativas de una lucha más eficaz contra la corrupción. En Pena y Estado: Corrupción, Revista Latinoamericana de Política Criminal, 1995, Editorial del Puerto s. r. l. N° 1. Ley Contra la Corrupción y el Enriquecimiento Ilícito en la Función Pública Nº 8422 del 6 de octubre del año 2004 y publicada en La Gaceta 212 de 29 de octubre de 2004. Moreno Ocampo, Luis G. “La corrupción es una forma de abuso de poder” en Pena y Estado: Corrupción, Revista Latinoamericana de Política Criminal, 1995, Editorial del Puerto s. r. l. No. 1. Reglamento a la Ley Contra la Corrupción y el Enriquecimiento Ilícito en la Función Pública N° 32333 del 12 de abril de 2005. Serrano Gómez, Alfonso. Derecho Penal Parte Especial, Madrid, tercera edición, Editorial Dykinson, 1998. 13 EL “RECURSO” DE CASACIÓN POR CUESTIONES DE HECHO EN QUE SE RECIBE NUEVA PRUEBA (COMENTARIOS AL FALLO DE LA CORTE PENAL INTERNACIONAL Y AL PROYECTO DE LEY PRESENTADO A CONSIDERACIÓN DE LA CORTE PLENA) Lic. Miguel A. García Martínez Según se establece en el Pacto de San José, o Convención Americana de Derechos Humanos, lo resuelto por la Corte Interamericana de Derechos Humanos tiene fuerza vinculante para los Estados parte, llegándose a asimilar sus pronunciamientos, por algunos, a los fallos de la Sala Constitucional. Recientemente, con el propósito de dar, se dice, “efectivo cumplimiento a lo establecido por la Corte Interamericana de Derechos Humanos, en el caso: Herrera Ulloa Vs. Costa Rica, sentencia de 2 de julio de 2004”; en la sesión de Corte Plena de fecha trece de diciembre de 2004, número: 38, artículo XIII, se presentó a consideración una propuesta de la Sala Tercera de la Corte Suprema de Justicia, elaborada en forma conjunta con los jueces del Tribunal de Casación, para reformar varios artículos del Código Procesal Penal vigente, para solventar diversos problemas que se afirma se señalan en el fallo con respecto a nuestro recurso de casación. El aspecto que nos interesa resaltar, por ahora, es que el fallo de la Corte Interamericana de Derechos Humanos establece, según muchos y tal y como se afirma en las consideraciones expuestas ante la Corte Plena por quien somete a consideración el proyecto de ley, que el recurso a que se hace referencia en el artículo 8. 2. h del Pacto de San José, es a favor del imputado y debe permitir un examen amplio (integral) del fallo, agregando: “...tanto de cuestiones de hecho, como de derecho...”, posibilitándose así el conocimiento de nuevas pruebas (o nuevos hechos) por parte del superior. No obstante, como demostraremos, tal afirmación no es acertada, no está contenida tal exigencia en el fallo de la Corte, como veremos a continuación. I. Consideraciones En el fallo de la Corte se indica: “...157. El artículo 8. 2. h. de la Convención Americana dispone que durante el proceso, toda persona tiene derecho, en plena igualdad, “de recurrir del fallo ante juez o tribunal superior”. 158. La Corte considera que el derecho de recurrir del fallo es una garantía primordial que se debe respetar en el marco del debido proceso legal, en aras de permitir que una sentencia adversa pueda ser revisada por un juez o tribunal distinto y de superior jerarquía orgánica. El derecho de interponer un recurso contra el fallo debe ser garantizado antes de 15 Cuadernos de Estudio del Ministerio Público de Costa Rica N° 9 -Revista Especializada en Criminología y Derecho Penal- que la sentencia adquiera calidad de cosa juzgada. Se busca proteger el derecho de defensa otorgando durante el proceso la posibilidad de interponer un recurso para evitar que quede firme una decisión que fue adoptada con vicios y que contiene errores que ocasionarán un perjuicio indebido a los intereses de una persona. 159. La Corte ha indicado que el derecho de recurrir del fallo, consagrado por la Convención, no se satisface con la mera existencia de un órgano de grado superior al que juzgó y condenó al inculpado, ante el que este tenga o pueda tener acceso. Para que haya una verdadera revisión de la sentencia, en el sentido requerido por la Convención, es preciso que el tribunal superior reúna las características jurisdiccionales que lo legitiman para conocer del caso concreto. Conviene subrayar que el proceso penal es uno solo a través de sus diversas etapas, incluyendo la tramitación de los recursos ordinarios que se interpongan contra la sentencia. 160. El artículo 31. 1 de la Convención de Viena sobre el Derecho de los Tratados de 1969 indica que: “...un tratado deberá interpretarse de buena fe conforme al sentido corriente que haya de atribuirse a los términos del tratado en el contexto de estos y teniendo en cuenta su objeto y fin...”. 161. De acuerdo al objeto y fin de la Convención Americana, cual es la eficaz protección de los derechos humanos, se debe entender que el recurso que contempla el artículo 8. 2. h. de dicho tratado debe ser un recurso ordinario eficaz mediante el cual un juez o tribunal superior procure la corrección de decisiones jurisdiccionales contrarias al derecho. Si bien los Estados tienen un margen de apreciación para regular el ejercicio de ese recurso, no pueden establecer restricciones o requisitos que infrinjan la esencia misma del derecho de recurrir del fallo. Al respecto, la Corte ha establecido que “no basta con la existencia formal de los recursos sino que estos deben ser eficaces”, es decir, deben dar resultados o respuestas al fin para el cual fueron concebidos... 164. La posibilidad de “recurrir del fallo” debe ser accesible, sin requerir mayores complejidades que tornen ilusorio este derecho. 165. Independientemente de la denominación que se le de al recurso existente para recurrir un fallo, lo importante es que dicho recurso garantice un examen integral de la decisión recurrida... 167. En el presente caso, los recursos de casación presentados contra la sentencia condenatoria de 12 de noviembre de 1999 no satisficieron el requisito de ser un recurso amplio de manera tal que permitiera que el tribunal superior realizara un análisis o examen comprensivo e integral de todas las cuestiones debatidas y analizadas en el tribunal inferior...”. II. Declaración y parte resolutiva Dentro de los puntos resolutivos, la Corte declara: “2. Que el Estado violó el derecho a las garantías judiciales consagrado en el artículo 8. 1 16 Cuadernos de Estudio del Ministerio Público de Costa Rica N° 9 -Revista Especializada en Criminología y Derecho Penal- de la Convención Americana sobre Derechos Humanos en relación con el artículo 1. 1 de la misma, y en el artículo 8. 2. h. de la Convención Americana en relación con los artículos 1. 1 y 2 de dicho tratado, en perjuicio del señor Mauricio Herrera Ulloa, en los términos señalados en los párrafos 172, 174, 175 y 167 de la presente Sentencia”. Por tanto, la Corte dispone: “5. Que dentro de un plazo razonable, el Estado debe adecuar su ordenamiento jurídico interno a lo establecido en el artículo 8. 2. h de la Convención Americana sobre Derechos Humanos, en relación con el artículo 2 de la misma, en los términos señalados en el párrafo 198 de la presente Sentencia”. 174. Los magistrados de la Sala Tercera de la Corte Suprema de Justicia debieron abstenerse de conocer los dos recursos de casación interpuestos contra la sentencia condenatoria de 12 de noviembre de 1999 porque, considera esta Corte, que al resolver el recurso de casación contra la sentencia absolutoria de 29 de mayo de 1998, los mismos magistrados habían analizado parte del fondo, y no solo se pronunciaron sobre la forma. Los párrafos citados en la parte declarativa y dispositiva de la sentencia, de interés, son los siguientes: 175. Por las anteriores consideraciones, la Corte concluye que los magistrados de la Sala Tercera de la Corte Suprema de Justicia, al resolver los dos recursos de casación interpuestos contra la sentencia condenatoria, no reunieron la exigencia de imparcialidad. En consecuencia, en el presente caso el Estado violó el artículo 8. 1 de la Convención Americana en relación con el artículo 1. 1 de la misma, en perjuicio del señor Mauricio Herrera Ulloa. “172. Como ha quedado probado, en el proceso penal contra el periodista Mauricio Herrera Ulloa se interpuso el recurso de casación en dos oportunidades (supra párr. 95. r y 95. w). La Corte observa que los cuatro magistrados titulares y el magistrado suplente que integraron la Sala Tercera de la Corte Suprema de Justicia al decidir el 7 de mayo de 1999 el recurso de casación interpuesto por el abogado del señor Félix Przedborski contra la sentencia absolutoria, fueron los mismos que decidieron el 24 de enero de 2001 los recursos de casación interpuestos contra la sentencia condenatoria por el abogado defensor del señor Mauricio Herrera Ulloa y apoderado especial del periódico “La Nación”, y por los señores Herrera Ulloa y Vargas Rohrmoser, respectivamente (supra párr. 95. y). 167. En el presente caso, los recursos de casación presentados contra la sentencia condenatoria de 12 de noviembre de 1999 no satisficieron el requisito de ser un recurso amplio de manera tal que permitiera que el tribunal superior realizara un análisis o examen comprensivo e integral de todas las cuestiones debatidas y analizadas en el tribunal inferior. Esta situación conlleva a que los recursos de casación interpuestos por los señores Fernán Vargas Rohrmoser y Mauricio Herrera Ulloa, y por el defensor de este último y apoderado especial del periódico “La Nación”, respectivamente (supra párr. 95. w), contra la sentencia condenatoria, no satisficieron los requisitos del artículo 8. 2 h. de la Convención Americana en cuanto no permitieron un examen integral sino limitado. 17 Cuadernos de Estudio del Ministerio Público de Costa Rica N° 9 -Revista Especializada en Criminología y Derecho Penal- 198. Por otro lado, este Tribunal considera que, dentro de un plazo razonable, el Estado debe adecuar su ordenamiento jurídico interno a lo establecido en el artículo 8. 2. h. de la Convención Americana, en relación con el artículo 2 de la misma”. Como puede observarse, se indica en esta parte declarativa y resolutiva, que en el trámite del recurso de casación no se respetó el principio de imparcialidad de los juzgadores, y se indica en el párrafo 167 que no se realizó un examen integral de todas las “...cuestiones debatidas y analizadas en el tribunal inferior...”. Esto refuerza aun más la tesis de que la Corte, en ninguna parte del fallo, menciona, establece o requiere que para satisfacer la exigencia del Pacto de San José sobre la existencia de un recurso, el conocimiento del superior deba extenderse a la posibilidad de evacuar nueva prueba y discutir nuevos hechos, no discutidos o debatidos ante el inferior, que por ende no formaron parte de la sentencia, tal y como se pretende en la reforma que se propone. Debemos reiterar, por la importancia del punto, que los párrafos pertinentes y transcritos de los considerandos del fallo, así como de su parte declarativa y resolutiva, en definitiva, no puede extraerse o derivarse que se considere necesario por la Corte Interamericana de Derechos Humanos un recurso que admita la revisión en casación de cuestiones de hecho (análisis de nuevas pruebas sobre el mismo), es más, claramente indica lo contrario, que debe ser: “...un recurso ordinario (y luego indica que no importa el nombre, es decir si ordinario, o es extraordinario, o de casación) eficaz, mediante el cual un juez o tribunal superior procure la corrección de decisiones jurisdiccionales con- trarias a derecho...lo importante es que dicho recurso garantice un examen integral de la decisión recurrida...”. Se concluye que el fallo de la Corte establece que el recurso debe ser admisible (no formalista) y además se estima necesario que el conjunto de hipótesis en que sea dable recurrir el fallo sea amplia, permitiendo un examen integral de todas las cuestiones debatidas, “...con el propósito de poderse enmendar los yerros o resoluciones contrarias a derecho...” (es obvio que se refiere a la errónea aplicación en el fallo de la ley procesal o sustancial, por la forma o por el fondo); además reitera en sus consideraciones que “...el recurso es para atacar o impugnar una decisión judicial que no se encuentra firme, en caso de sentencia condenatoria...”.A fin de cuentas todo recurso es eso, un medio para impugnar resoluciones jurisdiccionales que no se encuentran firmes y que causan agravio. Esta apreciación del recurso, como medio de impugnación de una resolución no firme, es y ha sido pacífica en doctrina y jurisprudencia. Todo recurso, a fin de cuentas, sea ordinario, o extraordinario (como casación) es a ello a lo que tiende (vigilar la aplicación del derecho por un superior, sea por forma o fondo). No menciona la Corte en sus considerandos, ni en el por tanto, que el “recurso” a que se alude en el Pacto de San José, debe ser de tal amplitud que permita al superior el análisis de nuevos hechos o nuevas pruebas para demostrar la comisión o no del delito; pues esto, claramente, produciría un examen no ya de una resolución judicial y con respecto a su adecuación al derecho, sino un nuevo proceso de cognición, ajeno incluso a la revisión de los 18 Cuadernos de Estudio del Ministerio Público de Costa Rica N° 9 -Revista Especializada en Criminología y Derecho Penal- yerros de la resolución impugnada1. Acorde a lo expuesto, según lo dispuesto en los artículos 448 y 449 del Código Procesal Penal hoy vigente, en el trámite del recurso de casación el tribunal puede convocar a una audiencia oral y ordenar la recepción de las pruebas que sean útiles para determinar si se dio un quebranto a la ley procesal, pero no se pueden introducir elementos probatorios para demostrar la comisión, o no, del delito. Cuando se afirma, en el párrafo 159 apuntado supra, que: “...Para que haya una verdadera re- 1 visión de la sentencia, en el sentido requerido por la Convención, es preciso que el tribunal superior reúna las características jurisdiccionales que lo legitiman para conocer del caso concreto. Conviene subrayar que el proceso penal es uno solo a través de sus diversas etapas, incluyendo la tramitación de los recursos ordinarios que se interpongan contra la sentencia...”; sin duda se refiere a la necesidad de que los Magistrados que ya habían conocido del asunto en otra oportunidad, deben inhibirse (carecen de facultades jurisdiccionales). También el fallo, en este párrafo 159, es claro el Tal mención, sobre los hechos, la hace el perito Héctor Faúndez Ledesma, a folio 22, que dice: “El derecho a recurrir del fallo ante un nuevo tribunal superior conforme al derecho internacional de los derechos humanos implica varios elementos. En primer lugar, el Comité de Derechos Humanos en su comentario general número 13 señaló que en los casos de apelación a tribunales de segunda instancia es importante observar el procedimiento que lleva a cabo el tribunal a fin de otorgar las garantías judiciales previstas en el artículo 14 número 1 del Pacto. En segundo lugar, este derecho previsto en el artículo 8. 2. h de la Convención Americana implica también la determinación de qué es lo que se va a examinar o revisar por el tribunal de segunda instancia, ya que tiene que haber una revisión plena tanto del derecho como de los hechos. El recurso de casación no constituye un recurso superior de conformidad con el artículo 8 de la Convención. Esto también lo ha dicho la Corte en el caso Castillo Petruzzi y otros en cuanto a las condiciones y los requisitos que debe cumplir un recurso de revisión”. En igual sentido el perito Carlos Tiffer Sotomayor, según consta a folios 24 y 25 del fallo, expresó: “...El derecho de recurrir del fallo ante un juez o tribunal superior consagrado en el artículo 8 de la Convención Americana significa que el acusado tiene derecho a que se revise íntegramente el fallo en el ámbito de los hechos, en el ámbito del derecho y, particularmente, en el ámbito de la pena. El debido proceso forma parte de este derecho. El único recurso que procede contra una sentencia condenatoria en el sistema costarricense es el recurso extraordinario de casación. El recurso de casación no es un recurso pleno ni corresponde al derecho contenido en el artículo 8 de la Convención Americana. No permite una revisión integral del fallo tanto en los hechos como en el derecho. La revisión que hace el Tribunal de Casación Penal es muy limitada y se restringe exclusivamente al derecho. El recurso de casación deja por fuera tres aspectos importantes: la revalorización de la prueba; las cuestiones fácticas; y además está limitado solamente a las pretensiones de los motivos de las partes que lo invocan. A pesar de que en Costa Rica ha habido avances para desformalizar el recurso de casación, este sigue siendo un recurso formalista y limitado. Costa Rica tiene que ampliar y desformalizar el mencionado recurso, variar su finalidad para convertirlo en un recurso que haga justicia en el caso concreto, sin sacrificar la oralidad. A partir de 1990, por el pronunciamiento 528 de la Sala Constitucional de Costa Rica, se comenzó a desformalizar el recurso de casación a raíz de las recomendaciones de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, la cual solicitó a dicho Estado que modificara su legislación. La Sala Constitucional dijo que debía desformalizarse el recurso, pero los avances deben ser mayores. En el presente caso la revisión realizada por la Sala Tercera de la Corte Suprema de Justicia de Costa Rica fue una revisión limitada propia del recurso de casación. Dicha Sala no pudo cuestionar el aspecto fáctico y debió aceptar los hechos establecidos por el tribunal sentenciador...”. No obstante, pensamos, que estos son pronunciamientos de peritos, no forman parte del fallo, no son vinculantes. Además, cuando se refieren a que no pudieron conocer o modificar los Magistrados (ante recurso de casación) de los hechos, se alude a que en el fallo se alegó que había quedado como hecho demostrado el dolo del acusado (de publicar o realizar la conducta típica), sin embargo es falso que los Jueces de la Sala no pueden entrar a valorar tal aspecto, por ejemplo si se afirmara que la existencia del dolo no era posible de ser derivada de prueba, o que se llegó a efectuar la misma producto de una errónea valoración probatoria, por ejemplo; es decir si el punto se atacara por la forma, solo en el recurso de casación por el fondo no es posible modicar los hechos. Interesa destacar, de igual forma, que los peritos no señalan límite, o dicen que pruebas si o cuales no, nuevas, (o aspectos de valoración de pruebas) se deben evacuar. 19 Cuadernos de Estudio del Ministerio Público de Costa Rica N° 9 -Revista Especializada en Criminología y Derecho Penal- fallo en establecer que los Estados son libres en cuanto a la regulación del recurso, pero no se puede alterar su esencia (que permita como mínimo revisar los yerros de derecho, por errores de forma o fondo), o poner restricciones (formalismos) para acceder al mismo. Esta última cita es de vital importancia, pues también reafirma que la Corte estima que se cumple con lo establecido en el Pacto de San José, con la existencia de un recurso, en los términos que viene exponiendo y al que se pueda acceder sin restricciones y capaz de producir efectos (que no sea declarado inadmisible y no exista pronunciamiento). ¿Entonces de dónde se extrae, por algunos, que el fallo de la Corte Interamericana de Derechos Humanos, establece que se debe interpretar que el recurso a que debe tener acceso el acusado condenado debe también poder incluir hechos o pruebas nuevas, si esto, más bien, está en contra de lo que conocemos en materia procesal penal como un “recurso”, e incluso tal postulado resulta divergente de los considerandos de la parte declarativa y resolutiva del fallo de la Corte? Reiteramos, hasta la saciedad, que en ninguna parte del fallo se hace alusión que el “recurso” a que alude el Pacto de San José, debe ser de tal amplitud que permita el análisis de hechos nuevos o nuevas pruebas, ello solo se menciona, aparte de los dos peritajes, en el “Voto concurrente razonado del juez Sergio García Ramírez a la sentencia de la Corte Interamericana de Derechos Humanos en el caso Herrera Ulloa vs. Costa Rica, de 2 de julio de 2004”, el que, como dijimos, no forma parte de las consideraciones y disposiciones que la Corte, en pleno, incluso en el folio noventa y seis, al final de la sentencia, se indica que se “acom- paña” o adjunta al fallo el voto razonado de García Ramírez, resultando palmario que este no forma parte de la sentencia, incluso esta redactado a título personal. Por tanto, este voto adjunto, o que acompaña al fallo, no puede tener fuerza vinculante para nuestro Estado (que debe facultar, en su esencia y los términos indicados por la Corte, el recurso), por lo que resulta errónea la posición de muchos procesalistas. Con el propósito de que se compare este voto adjunto con los considerandos y parte resolutiva del fallo, por su importancia, nos permitimos transcribirlo, en lo que interesa. “...28. Hay otras cuestiones recogidas en la Sentencia dictada en el Caso Herrera Ulloa vs. Costa Rica, que deseo examinar en este Voto. Una de ellas es la referente al recurso intentado para combatir la resolución judicial dictada en contra de la víctima. La Convención Americana dispone, en materia de garantías judiciales, que el inculpado de delito tendrá derecho a “recurrir del fallo ante juez o tribunal superior” (artículo 2. h). Esta garantía concurre a integrar el debido proceso legal, extendido por la Corte a todos los supuestos de enjuiciamiento, no solo a los de carácter penal, y que en mi concepto puede proyectarse también al sistema de protección judicial previsto en el artículo 25 del Pacto de San José, si se entiende que este recurso, con entidad propia que le distingue del procedimiento al que se refiere el artículo 8, debe ajustarse igualmente al régimen del debido proceso legal, con lo que esto implica. 29. En el orden del enjuiciamiento es bien conocido el sistema de doble instancia, con mayor o menor amplitud de conocimiento en el caso de la segunda, enderezada a reexaminar la materia que nutrió la primera y a con- 20 Cuadernos de Estudio del Ministerio Público de Costa Rica N° 9 -Revista Especializada en Criminología y Derecho Penal- firmar, modificar o revocar, con apoyo en ese reexamen, la sentencia en la que esta culminó. También existe la posibilidad de someter a control la resolución definitiva, esto es, la dictada en la segunda instancia --exista o no plazo legal para intentar el control--, a través de un medio impugnativo que permite examinar la conformidad de ese pronunciamiento con la ley que debió aplicarse, en el doble supuesto del error in judicando y el error in procedendo. Otra cosa es el proceso extraordinario en materia penal --o, si se prefiere, recurso extraordinario-- que autoriza, en contadas hipótesis, la reconsideración y eventual anulación de la sentencia condenatoria que se ejecuta actualmente: comprobación de que vive el sujeto por cuyo supuesto homicidio se condenó al actor, declaratoria de falsedad del instrumento público que constituye la única prueba en la que se fundó la sentencia adversa, condena en contra de dos sujetos en procesos separados cuando resulta imposible que ambos hubiesen cometido el delito, etcétera. Evidentemente, este remedio excepcional no forma parte de los recursos ordinarios para combatir la sentencia penal definitiva. Tampoco forma parte de ellos la impugnación de la constitucionalidad de una ley. 30. En este punto debemos preguntarnos qué es lo que pudiera exigirse del recurso mencionado en el artículo 8. 2 h) de la Convención, dentro del criterio de máxima protección de los derechos del individuo y, por lo tanto, conforme al principio de inocencia que le sigue acompañando mientras no se dicta sentencia firme, y del derecho de acceder a la justicia formal y material, que reclama la emisión de una sentencia “justa” (inclusive condenatoria, aunque con un contenido punitivo diferente del que pareció adecuado en primer término). ¿Se trata de una revisión limitada, que pudiera dejar fuera aspectos verdaderamente relevantes para establecer la responsabilidad penal del sujeto? ¿Basta con una revisión limitada, que aborde algunos aspectos de la sentencia adversa, dejando otros, necesariamente, en una zona inabordable y por lo mismo oscura, no obstante la posibilidad de que en estos se hallen los motivos y las razones para acreditar la inocencia del inculpado? 31. La formulación de la pregunta en aquellos términos trae consigo, naturalmente, la respuesta. Se trata de proteger los derechos humanos del individuo, y entre ellos el derecho a no ser condenado si no se establece suficientemente la realización del hecho punible y la responsabilidad penal del sujeto, y no solo de cuidar, en determinados extremos, la pulcritud del proceso o de la sentencia. Por lo tanto, ese recurso ante juez o tribunal superior --que sería superior en grado, dentro del orden competencial de los tribunales-- debe ser uno que efectivamente permita al superior entrar en el fondo de la controversia, examinar los hechos aducidos, las defensas propuestas, las pruebas recibidas, la valoración de estas, las normas invocadas y la aplicación de ellas, inclusive en aspectos tales como la individualización de la pena o medida (que abarca la sustitución pertinente), como resulte justo en consideración de la gravedad del hecho, el bien jurídico afectado, la culpabilidad del agente y los otros datos que concurren al ejercicio de la individualización (atenuantes y agravantes o elementos de referencia que guían el razonado arbitrio judicial). 32. Es evidente que esas necesidades no se satisfacen con un recurso de“espectro” reducido, y mucho menos --obviamente-- cuando se prescin- 21 Cuadernos de Estudio del Ministerio Público de Costa Rica N° 9 -Revista Especializada en Criminología y Derecho Penal- de totalmente de cualquier recurso, como algunas legislaciones prevén en el caso de delitos considerados de poca entidad, que dan lugar a procesos abreviados. Para la plena satisfacción de estos requerimientos, con inclusión de los beneficios de la defensa material del inculpado, que traiga consecuencias de mayor justicia por encima de restricciones técnicas que no son el mejor medio para alcanzarla, sería pertinente acoger y extender el sistema de suplencia de los agravios a cargo del tribunal de alzada. Los errores y las deficiencias de una defensa incompetente serían sorteados por el tribunal, en bien de la justicia. 33. Con respecto a la sentencia dictada en el Caso Castillo Petruzzi, un Juez de la Corte produjo un Voto concurrente razonado en el que se refirió a este asunto, inter alia, aunque lo hiciera a propósito de la inobservancia del recurso en la hipótesis de un juicio militar: “no se respetó el derecho de las víctimas a una segunda instancia (porque los organismos que intervinieron en la revisión de la sentencia) no se desempeñaron como tribunales que reexaminaran la totalidad de los hechos de la causa, ponderaran el valor del acervo probatorio recaudaran las pruebas adicionales que fueran menester, produjeran, de nuevo, una calificación jurídica de los hechos en cuestión a la luz de las normas penales internas y fundamentaran argumentativamente es calificación” (Voto concurrente del Juez Carlos Vicente de Roux Rengifo, correspondientes a la Sentencia del Caso Castillo Petruzzi y otros, del 30 de mayo de 1999). 34. En el presente caso se hizo uso del recurso de casación, único que contiene el sistema procesal del Estado, por cuanto fue suprimido el recurso de apelación, con el que se inte- gra la segunda instancia. De ninguna manera pretende la Corte desconocer el papel que ha cumplido, en una extensa tradición procesal, y la eficacia que ha tenido y tiene el recurso de casación --no obstante tratarse, generalmente, de un medio impugnativo excesivamente complejo y no siempre accesible a la generalidad de los justiciables--, sino ha tomado en cuenta el ámbito de las cuestiones que, conforme al Derecho positivo, se hallan abarcadas por un régimen concreto de casación y están sujetas, por lo mismo, a la competencia material del tribunal superior. En la especie, la casación no posee el alcance que he descrito supra, sub 30, y al que se refirió la Sentencia de la Corte Interamericana para establecer el alcance del artículo 8. 2 h) del Pacto de San José. Es posible que en otras construcciones nacionales el recurso de casación --que también presenta diferentes desarrollos-- abarque puntos que regularmente corresponden a una apelación, además de la revisión de legalidad inherente a aquel. 35. Desde luego, estoy consciente de que esto suscita problemas importantes. Existe una fuerte y acreditada tendencia, que se acoge, por ejemplo, en el excelente Código Procesal Penal Modelo para Iberoamérica, compuesto por un selecto grupo de juristas, que opta por prescindir de la doble instancia tradicional y dejar subsistente solo la casación, como medio de control superior de la sentencia. Esta opción se sustenta, entre otros argumentos, en el alto costo de la doble instancia y en la necesidad de preservar el principio de inmediación procesal, que no siempre impera en la apelación, bajo sus términos acostumbrados. Para retener los bienes que se asignan a la doble instancia seguida ante un juzgador monocrático, primero, y otro colegiado, después, cuyos integrantes 22 Cuadernos de Estudio del Ministerio Público de Costa Rica N° 9 -Revista Especializada en Criminología y Derecho Penal- pueden significar, colectivamente, una garantía adicional de sentencia justa, aquella opción contempla la integración plural del órgano de única instancia...”. Es manifiesto que este voto concurrente, propugna por dar competencia a los jueces de casación (mediante ese “recurso”) para que, sin estar firme el fallo (sin tratarse del procedimiento de revisión), puedan hacer llegar nuevos hechos, o nuevas pruebas, con el propósito de ser valoradas; concretamente aquellas pruebas tradicionalmente admitidas en el procedimiento de revisión (es decir aquellas que hacen evidente que el delito no lo cometió el imputado, o el mismo no existe, como por ejemplo: el que aparezca la persona que se creía muerta; condenatoria por falsedad de documentos usados en el fallo o condenatoria por falso testimonio de testigos esenciales; etc.), con el propósito de resolver el superior sobre el fondo (hechos). Resultando que, consecuencia de lo expuesto, el recurso de casación ya no será propiamente un recurso (corrección de yerros de derecho por el superior, contra una resolución judicial no firme, por fondo y forma), sino que debería llamarse de diversa forma y es, en definitiva, un nuevo proceso de cognición o juicio (lo constituye, en mi criterio, más bien, una segunda instancia, a pesar de que el autor del voto concurrente niega que se implante la misma). Y en todo caso, tal posición, el mismo Juez que redacta el voto adjunto a la sentencia, razonado, admite su posición como controvertida en doctrina. Como habíamos indicado, a los fines de satisfacer, se dice, las disposiciones del fallo de la Corte, se elaboró por la Sala Tercera un proyecto de ley, cuyo problema es que estima como vinculante este voto adjunto al fallo y que incluso es contrario a los considerandos y parte resolutiva y declarativa, expuestos supra, el proyecto fue sometido a consideración de la Corte Plena, en Sesión número: 38 del trece de diciembre de 2004, artículo XIII, y en dicho Proyecto se establece: Que la Corte Penal Internacional, en su resolución y con carácter vinculante, obliga al Estado a variar su legislación procesal interna atinente al recurso de casación, con el propósito de cumplir con lo establecido en el Pacto de San José (art. 8. 2. h), debiendo permitirse en casación, y establecer como motivos válidos para presentar el recurso o incluso casar el fallo, las hipótesis en que se autoriza acceder al procedimiento de revisión. (Permitiéndose así, por ejemplo, acceder a conocer nuevos hechos o nuevas pruebas, que después de la condena “...evidencien que el hecho no existió, que el condenado no lo cometió, o que el hecho cometido encuadra en una norma penal más favorable...”). En principio nos parece deseable la posibilidad que se plantea, de poder valorar en casación, en circunstancias excepcionales, las diversas hipótesis que se plantean en el procedimiento de revisión, sin que el acusado deba esperar a que la sentencia este firme, con el propósito de plantear el procedimiento, es así que si por ejemplo, luego de la condena (no firme): aparece el que se temía asesinado, se da la declaratoria de falsedad ideológica de prueba documental utilizada en el fallo de forma esencial, sentencias contradictorias, etc. Refundiendo así, en un solo momento, lo atinente a casación y a revisión, como se propone en el Proyecto de Ley elaborado por la Sala Tercera. No obstante, estimamos, la solución no se presenta viable en nuestro medio y en don- 23 Cuadernos de Estudio del Ministerio Público de Costa Rica N° 9 -Revista Especializada en Criminología y Derecho Penal- de tenemos un procedimiento no escrito y en el que la inmediación es fundamental con el propósito de apreciar y valorar la prueba; ni concordamos con el proyecto de ley presentado a consideración de la Corte Plena en la sesión de comentario, entre otras razones, por las siguientes: vieron ahí, solo con lo escrito), lo cierto del caso es que estaría vertiendo un pronunciamiento (de fondo, tal como se menciona en el voto adjunto), violentándose, si se da el reenvío, el non bis in idem, ello por cuanto: si se afirma, por ejemplo, que la nueva prueba “evidencia”, (es decir hace evidente, lo que implica que algo es patente, claro, manifiesto, para todos), que el imputado no cometió el delito (que es la hipótesis en que se declara con lugar el recurso), no nos explicamos a que se va a ordenar un reenvío (pues si se casa el fallo, por el más alto Tribunal, por establecerse que la inocencia es evidente, es decir: “claro o patente, manifiesto para todos”, no se ve la necesidad de nuevo pronunciamiento, o juzgamiento), es más en el caso de reenvío el imputado podría afirmar que ya fue juzgado, o existe un pronunciamiento judicial (que aunque no se intitule sentencia, sino como un voto de la Sala anulando la sentencia en que se le condenó) es vertido por el superior del que dictó el fallo y en el mismo se afirmó que se demostró la inocencia. Igual sucede si el pronunciamiento de la Sala o Tribunal de Casación afirmara en su resolución que la nueva prueba recibida “en alzada” hace posible, (hipótesis que no es la de ley para revisar y en el futuro para casar la sentencia), establecer que el imputado no cometió el delito (contrario a lo indicado en sentencia), ordenándose el reenvío, por considerarse que se requiere nueva valoración de esta nueva prueba y la recibida (por que la misma podría evidenciar su inocencia); podría alegar el imputado, creemos que con justa razón, que se violentaron sus derechos pues ya fue juzgado (hubo certeza o duda) y no puede violentarse el non bis in idem. a. A pesar de que se indique por el exponente, en dicha Sesión de Corte Plena, que muchos ordenamientos procesales, de los más modernos del mundo, optaron por unificar la casación y la revisión, es lo cierto que solo se cita el caso de República Dominicana (y un Proyecto de Ley de la Federación Argentina). Que sepamos, más bien, como lo indica el propio autor del voto concurrente, la tendencia es la eliminación de la doble instancia y dejar solamente el recurso de casación, dada la relevancia de la inmediación y los problemas económicos de la misma. No conocemos de ningún otro país que adoptara tal sistema. b. El voto concurrente, contrario a lo que se indica por el exponente en dicha Sesión, no forma parte de la sentencia, ni se comprende por que el mismo debía ser vinculante, si incluso es contrario a lo expuesto en el fallo, según vimos. Ningún Pacto Internacional habla de la Segunda Instancia como un derecho humano fundamental del acusado, y ni en este voto, ni otros que hemos analizado se indica ello. c. Si la Sala o Tribunal de casación entran a conocer del fondo del asunto, pronunciarse sobre hechos o pruebas nuevas (suponiendo que ello es posible y que pueda valorar estas en conjunto con las recibidas en el juicio, a pesar de que los jueces no estu- 24 Cuadernos de Estudio del Ministerio Público de Costa Rica N° 9 -Revista Especializada en Criminología y Derecho Penal- d. En las hipótesis en las que, en casación, se alega una preterición ilegal de prueba, la Sala o Tribunal de Casación simplemente incluyen hipotéticamente la misma y evalúan la posibilidad de que la misma tuviera la virtud de venir a variar el dispositivo y, si la prueba era decisiva, se casa el fallo ordenándose el reenvío, pero esta hipótesis es bastante diversa a la propuesta, puesto que los jueces no entran a conocer el fondo, la prueba misma, ni la deben en sí valorar (como si la hubieran recibido y tenido inmediación con la misma), es simple y llanamente una operación mental, abstracta. No es este el examen que se pretende en casación, según entendemos, por la reforma propuesta y en el voto adjunto al fallo de comentario. objetar o recurrir a casación por errores en apreciación de prueba que cometiera la misma Sala, en el procedimiento, ni tendría recurso lo por ella resuelto. f. e. Además al Tribunal de juicio que recibe de nuevo la causa, en reenvío, en estas hipótesis, por decirlo así, ya “le marcaron la cancha”. La propuesta, según entendimos, opta siempre por el reenvío, aunque como vemos, no sabemos para que (si ya se afirmó por el superior que es evidente la inocencia). Tal vez se ordena el reenvío por que si la Sala o Tribunal de Casación dictan una resolución que se intitula sentencia (suponiendo que ello es posible, sin haber estado en la recepción de prueba en el Tribunal), lo cierto del caso es que la víctima también, según los pactos internacionales, tienen y deben tener la posibilidad de recurrir el fallo o a una segunda instancia (incluso el mismo redactor del voto adjunto razonado menciona este derecho de la víctima, supra, en el numeral 33) y ello no lo permitiría. No habría equilibrio procesal. En estas hipótesis no habría casación. No se podría 25 En nuestro medio, se afirma, la casación va a ser incluso mucho más abierta de lo que es hoy (se solicitará al recurrente la corrección o subsanación de defectos o errores), por lo que es de suponer que todos los recursos deben ser admitidos y requieren una resolución o pronunciamiento sobre el fondo, todas las hipótesis o solicitudes de “casar” el fallo dada la existencia de “nueva prueba, o nuevos hechos”, como sucede en revisión, sin que se de una prognosis valorativa previa sobre la potencialidad o cualidad de la “nueva prueba” de “hacer evidente” la inocencia, serán admitidas, la prueba (aunque sea una tontera) deberá evacuarse. Aparte del tremendo gasto y desgaste (pues hay que nombrar magistrado instructor, etc. y, sin duda, casi todo condenado alega y pedirá nueva prueba), tendremos el grave problema de la amenaza a testigos que declararon en juicio para que cambien su versión, o menores dolidos por la condena impuesta que son presionados para declarar otra cosa en la Sala (una mayor revictimización de las víctimas) y, por que no, abogados inescrupulosos que guardaron una prueba que sabía existía y decidieron no presentarla, jugarse el chance (pues saben que la pueden presentar después, en casación), y como el acusado fue condenado, ahora si, indicarla (en caso de salir absuelto nunca se conocería). Prueba nueva, se ha interpretado, es cualquier prueba que no fue conocida, presentada u ofrecida, en el juicio y la novedad de la misma no radica en el cono- Cuadernos de Estudio del Ministerio Público de Costa Rica N° 9 -Revista Especializada en Criminología y Derecho Penal- cimiento (previo) que sobre ella tuviera (o no) por la parte promovente. vo, diverso y completo procedimiento “de cognición” (en realidad la cualidad de una prueba de “hacer evidente” algo es algo bastante difícil de ubicar, puesto que todo puede y debe ser sometido a discusión y es objeto de apreciación, por ejemplo: si aparece viva la persona que supuestamente fue asesinada, es de suponer que debe constatarse adecuadamente su identificación, no será suficiente para alguno presentar una cédula de identidad deteriorada o con años de antigüedad, alguna vez se podría alegar que hay gemelos (o trillizos) que incluso se debe recurrir a pruebas de ADN (pero si son gemelos idénticos no habrá diferencias en este); no hay discusión en verdades consensuadas, lógicas, o matemáticas, como la afirmación de que el todo es mayor a la parte, o que dos más dos son cuatro; ni pueden ser discutidas verdades consensuadas dispuestas legalmente, como que todos son iguales ante la ley, pero los hechos “la evidencia, o que es lo evidente” es algo siempre discutible (sujeto a controversia, verificación, etc.). La sentencia no podrá quedar firme sino hasta mucho después de dictada, si es que ello algún día sucede, en contra del principio de justicia pronta, cumplida. g. No solo existe el problema de la ausencia de inmediación de los integrantes de la Sala o del Tribunal de Casación, sino que incluso la nueva prueba será recabada por un instructor, el que hace constar el acto por escrito, realizado en forma no pública, y luego relata a los co-jueces lo apreciado (debe formar parte el instructor de los jueces que resolverán, según se propone en la reforma), resultando un proceso escrito, sin inmediación, sin publicidad. h. Además la nueva prueba, por sí, o unida a la recibida en juicio (en la que tampoco estuvieron los que resuelven) es la que puede o debe “evidenciar” la inocencia. Uno de los más graves problemas lo constituye la circunstancia de que, en muy raras, o contadas, ocasiones una prueba “per se”, sin necesidad de constataciones ulteriores con el propósito de verificarla (o al relacionarla con la restante prueba), pueda evidenciar o hacer evidente algo. Se priva al Ministerio Público o al querellante de la posibilidad de ofrecer, en una audiencia inicial de este procedimiento, o de hacer llegar nueva prueba, según el proyecto de ley, solo existe la posibilidad de ser ofrecida la misma por el acusado, en principio, (no obstante pensamos en que es posible utilizar por las partes el solicitar evacuación de prueba para mejor resolver), pero aquí tenemos a una odiosa desigualdad. En todo caso, la verificación o constatación y evacuación de la prueba nueva (ofrecida o presentada) implicará, en la generalidad de los asuntos, la necesidad de atraer nuevas probanzas, realizándose un nue- i. 26 Pareciera, incluso, inconstitucional el Proyecto de Ley de Reforma, pues implica arrancar la potestad de juzgar al Tribunal de sentencia (único capacitado para establecer o tener por demostrada, o no, la culpabilidad, cuestión que la Constitución establece debe realizar el juez de juicio), atentando contra el principio del Juez Natural; esto por cuanto la Sala o el Tribunal de Casación tendrá facultades extraordinarias y para conocer el fondo o entrar a Cuadernos de Estudio del Ministerio Público de Costa Rica N° 9 -Revista Especializada en Criminología y Derecho Penal- penal todo se podía probar por cualquier medio lícito, salvo lo referente al estado civil de las personas; en tales hipótesis nos encontramos ante una tasación legal de prueba (no cabe prueba o valoración, o discusión, en contrario), por lo que en definitiva la sala no valoraba en realidad nada. Así las cosas estimamos que, si ya existe en nuestro medio un procedimiento de revisión, no vemos que necesidad hay de implantar, o establecer como causales de casar el fallo, las mismas hipótesis del procedimiento de revisión. Es claro que uno de ellos es un recurso y, el otro, por mucho que algunos lo quieran calificar como “recurso”, es un procedimiento. valorar hechos o pruebas (no solo revisar los yerros que de derecho por forma y fondo de la sentencia), pasando a realizarse un nuevo juicio. j. k. La verdad, la demostración de la culpabilidad, es algo siempre opinable, discutible. La hipótesis fáctica que se acusó, según el fallo, quedó acreditada, se le asigna a los jueces de juicio el poder de determinar si esta demostrada la hipótesis de la acusación, por una cuestión de poder, a los “juzgadores de la causa”, es a ellos (y no a otros) a los que corresponde el pronunciamiento (toca velar simplemente por que los juzgadores respetaran las garantías en su quehacer, en su camino de establecer que esta y que no está demostrado, cual es la verdad). Es evidente que, otros juzgadores, tal vez incluso recibiendo (hipotéticamente) las mismas pruebas, podrían llegar a tener una conclusión diversa; un ejemplo de ello lo es el Juez que salva el voto (también de forma razonada o fundada). l. Se cita por el exponente que somete a consideración de la Corte Plena el Proyecto de Ley, que con anterioridad ya recibíamos nueva prueba que no constaba en proceso y se resolvía, citando el ejemplo de la consecución de la certificación del registro civil, con el propósito de probar la edad de la víctima, en ciertos delitos sexuales y en los que es un requisito objetivo del tipo el que la misma tenga cierta edad o menos; pero el ejemplo, pensamos, no resulta válido, pues cuando eso se hacía la única forma que establecía la ley para probar la edad de las personas (que forma parte de su estado civil) lo era por medio del Registro, es decir en materia 27 Es necesario que se ponga fin, por alguien con autoridad, a la controversia que se suscita en el proceso penal, encargado de decidir, con exclusividad cual es la verdad (veredicto, cosa juzgada) y además que esa autoridad salvaguarde el equilibrio entre las partes procesales; es cierto que la cosa juzgada (la verdad o demostración de culpabilidad) plasmada en sentencia, en materia penal puede ser revisada, pero también es cierto que, si se permite que la discusión (el proceso) continúe luego de dictado el fallo (con reclamos sobre hechos y nuevas pruebas) y de esta forma se traslade la potestad decisoria del caso (de conocimiento y resolución) a otra autoridad “superior” ello implica una expropiación de la potestad de decidir a quien corresponde (a pesar de que su resolución es conforme a derecho) e implica un procedimiento cognitivo en alzada sesgado, mucho más imperfecto (escrito, sin inmediación), por parte de quien luego tomará la decisión (no parece legítimo). Esto atenta además en contra de la seguridad Cuadernos de Estudio del Ministerio Público de Costa Rica N° 9 -Revista Especializada en Criminología y Derecho Penal- jurídica, pues no saben las partes (ni el propio juez) que vendrá luego y, además, por que se constatará que la sentencia del juez de juicio, no será más que una resolución provisional (semejante al auto de apertura a juicio), pues tendremos un proceso muy parecido al civil (escrito, con apelación en alzada), en fin con segunda instancia. Aunque no obstante el expositor que somete a consideración de la Corte Plena refiere que no es lo planteado una segunda instancia (e incluso indica que el problema de la segunda instancia ya fue discutido y se encuentra superado desde la promulgación del Código Procesal anterior), opinamos que lo sugerido si se erige como una segunda instancia. Curiosamente, pese a que el expositor del proyecto de ley a la Corte Plena, reitera, que esto no una segunda instancia (lo que se propone en el proyecto), la Sala Constitucional (contrario a lo que venía estableciendo de que el recurso de casación cumplía con las exigencias del Pacto, siempre que el mismo no fuera formalista) ha indicado: “VOTO N° 2234-05. Se evacua la consulta en el sentido de que el derecho a la doble instancia en materia penal es un elemento integrante del debido proceso. Estése a lo resuelto en la sentencia número 2001-09384 de las catorce horas cuarenta y seis minutos del diecinueve de setiembre del dos mil uno, devuélvase el expediente objeto de esta consulta al tribunal de origen para que continúe con el trámite correspondiente. El Magistrado Vargas pone nota”. “VOTO N° 1532-05. Se evacua la consulta en el sentido de que el derecho a la doble instancia en materia penal es un elemento in- tegrante del debido proceso. Estése a lo resuelto en la sentencia número 2001-09384 de las catorce horas cuarenta y seis minutos del diecinueve de setiembre del dos mil uno, devuélvase el expediente objeto de esta consulta al tribunal de origen para que continúe con el trámite correspondiente. El Magistrado Vargas pone nota”. Si el proyecto no instaura, o no desea instaurar, tal como se afirma por el exponente de motivos del mismo a la Corte Plena, una “doble instancia” e incluso si se reconoce que ese punto ya se discutió sobradamente en nuestro país y no se considera viable, cómo es que la Sala Constitucional establece, en resoluciones vinculantes, que es necesaria una doble instancia, que la misma forma parte del debido proceso? Será que, entonces, el proyecto, no cumple con los requerimientos de brindar en la legislación que propone un debido proceso? Más bien, pareciera ser, que hay una imprecisión terminológica, en lo que atañe a la doble instancia (cual es el alcance de la misma, al parecer la Sala Constitucional la considera un recurso, simplemente)? Los votos citados no están redactados ni firmados. Tampoco, que sepamos, la Sala Constitucional, ha establecido cuáles son los criterios emitidos por la Corte Interamericana de Derechos Humanos, a los que debe adecuarse la aplicación del recurso de casación en nuestro país (los que se exponen el proyecto, o los que aquí mencionamos), según así lo ha dispuesto, pues al respecto solo contamos con el extracto de un voto (que aun no esta redactado o firmado), en que se afirma: “VOTO N° 14715-04: Se evacua la consulta en el sentido de que el derecho a la doble 28 Cuadernos de Estudio del Ministerio Público de Costa Rica N° 9 -Revista Especializada en Criminología y Derecho Penal- instancia en materia penal es un elemento integrante del debido proceso y el recurso de casación debe adecuarse en su aplicación a los criterios emitidos por esta Sala y la Corte Interamericana de Derechos Humanos, sin rigor formalista. En lo restante estése a lo resuelto en la sentencia número 2001-09384 de las catorce horas cuarenta y seis minutos del diecinueve de setiembre del dos mil uno, devuélvase el expediente objeto de esta consulta al tribunal de origen para que continúe con el trámite correspondiente. El Magistrado Vargas pone nota”. Se debe aclarar que el voto: 09384-2001, simplemente alude a que “...V. A la fecha existen más de diez años de desarrollo jurisprudencial en esta materia, que repiten una y otra vez, los temas ya definidos con claridad en la sentencia que desarrolla los alcances generales del debido proceso y sus derivados, de tal forma que -estima esta Sala- se han creado las condiciones necesarias para que, en aplicación del sentido y lógica de las sentencias 01185-95 y 01739-92 ya citadas, los jueces competentes, puedan aplicar esa jurisprudencia vinculante en los términos expuestos-, a los juicios que con motivo de recursos de revisión por violación al debido proceso, sean sometidos a su conocimiento...”. Pero no menciona este voto del 2001 el derecho a la doble instancia como integrando el debido proceso, ni de dónde surge tal afirmación, puesto que en los votos que cita (01739-92 y 01185-95) tampoco se menciona a la doble instancia como integrante del debido proceso, ni se afirma que el recurso de casación (doble instancia) deba tener un alcance diverso del que conocemos. 29 LA PREVENCIÓN DEL DELITO: UN CAMBIO PARADIGMÁTICO 1 M.Sc. Mario Alberto Sáenz Rojas2 I. Introducción Al abordarse el ámbito de la prevención, se destaca que la labor que a este corresponde se encuentra totalmente fuera de la esfera penal y, por el contrario, debe orientarse a la luz de una nueva concepción de la prevención como eje reflexión-acción-reflexión en la cotidianidad de los sujetos sociales, quienes radicados en una formación social de carácter periférico-dependiente, se ven atravesados por un multicolor de condiciones que no corresponden al derecho penal, y es allí, precisamente, fuera del derecho penal, donde se ha de iniciar el trabajo preventivo. En una sociedad como la costarricense, en la cual la percepción de inseguridad que poseen los y las habitantes, fomentada por la distorsión de los llamados “mass media”3 ha producido una creciente reacción social autoritaria que apoya la violencia institucionalizada y justifica las estrategias que de ella se derivan para el abordaje de esta situación (Fournier, 1999; Llobet, 1998; Sáenz, 2004); evitar la criminalidad se ha traducido en sinónimo, en la opinión pública, de aumentar el número de policías, incrementar las penas privativas de libertad y adoptar medidas extremas como la tortura o la pena de muerte. II. Pena y prevención A este respecto, este trabajo intenta replantear, desde una perspectiva criminológica, centrada en el aporte de las ciencias sociales, el concepto de prevención del delito, pero de una prevención realmente eficaz, ya no ubicada en encontrarle una finalidad a la pena o en servir de justificación a la prisión. En el ámbito de la criminalidad, tradicionalmente el derecho penal se ha referido a dos formas de prevención: la prevención general (positiva y negativa) y la prevención especial (positiva y negativa). Con el transcurrir del tiempo, estas modalidades han demostrado su ineficacia e ineficiencia, pues la pena como medida ejem- 1 Este trabajo es una ampliación y adecuación con formato de artículo del trabajo elaborado para el curso de posgrado de “Temas Profundizados de Sociología Criminal”, dentro de la Maestría en Criminología de la Universidad Estatal a Distancia, elaborado durante el segundo cuatrimestre de 2002. 2 Psicólogo, Ministerio de Justicia, M.Sc. en Criminología. Apdo. Postal 1871-1100. E-mail: [email protected] 3 Léase, “medios masivos de difusión” y, en este sentido, “difusión” se utiliza en sustitución del término “comunicación”, por considerársele más acertado. A este respecto, el lector interesado puede referirse a: Guinsberg, E. (1988). Control de los medios, control del hombre. México D. F. : Pangea editores, Universidad Metropolitana de Xochimilco. 31 Cuadernos de Estudio del Ministerio Público de Costa Rica N° 9 -Revista Especializada en Criminología y Derecho Penal- plarizante no ha evitado el hecho de que nuevos sujetos infrinjan la ley ni ha evitado la reincidencia, quienes han sido sometidos a una pena no han sido resocializados y, ni siquiera, el aislarlos en la prisión permite señalar que el delito se previene, ya que la prisión misma es el lugar donde los “ilegalismos” abundan por doquier. Tal como señala Rotman (1998), en el ámbito de la prevención del delito se ha efectuado una similitud del concepto de prevención con el plano de la salud pública y apunta que la “prevención primaria” se ha identificado con la acción previa a la ejecución de los ilícitos, con el propósito de evitarlos, la “prevención secundaria” se relaciona con una intervención del sistema penal una vez que el hecho se ha producido y, la “prevención terciaria” con la rehabilitación. Esta propuesta no solo es una extrapolación de un modelo desarrollado en el campo de la salud, sino que es un enfoque positivista enraizado en el modelo médico-sanitario tan criticado por Del Olmo (1988)4. Asimismo, Alejo (1995) destaca que este tipo de nociones han demostrado múltiples limitaciones, entre las cuales merecen citarse: que están centradas en el tratamiento; que fomentan una concepción individualista, puesto que su acción se desarrolla en una estancia receptiva-pasiva, donde el profesional espera a los usuarios que lleguen demandando su servicio; que trabajan con un formato clínico individualizado y, por último, que han fracasado en el desarrollo de acciones preventivas. En este sentido, la justificación moralista de la prevención para sustentar la existencia de las penas privativas de libertad al estilo de Walker (1980), es un esfuerzo de legitimación por medio del discurso jurídico-penal. Sin embargo, tal como apunta Zaffaroni (1998), esta visión fundamentada en un derecho penal moralista solo es una “actitud histérica”, mediante la cual se niega el problema de la deslegitimación del discurso jurídico-penal y del sistema mismo, dándose por sentado que ante tal negación el problema de deslegitimación desaparece. Los elementos apuntados anteriormente obligan a cuestionar la finalidad preventiva de la pena, puesto que, si dichos propósitos no se cumplen, pareciera que, argumentar la prevención para justificar la privación de libertad u otro tipo de penas, es ni más ni menos que un velo que intenta ocultar la esencia de la pena. Por tanto, el concepto de prevención debe descentrarse de la simplista acepción de evitar y pasar a definirse desde un eje epistemológico y ontológico distinto. Así, pues, prevenir es “... la capacidad que posee el ser humano y su grupo social para anticipar (pre-ver, pre-venir) la posible presencia de hechos que les puedan ocasionar bienestar o daño, permitiéndoles así crear y/o fortalecer participativamente, con antelación, los conocimientos, actitudes, estrategias, habilidades, valores y acciones, que les ayudarán a impedir o minimizar el daño previsto o a fortalecer el logro del bienestar esperado” (Parra, 1994: 31)5. 4 En este sentido, la autora realiza un análisis de los diferentes modelos de comprensión del fenómeno droga, enfatizando en los modelos ético-jurídico y médico-sanitario, así como en sus implicaciones preventivas. De su trabajo se destacan importantes críticas a ambos modelos, así como su fracaso en el abordaje de este fenómeno. 5 La cursiva es mía. 32 Cuadernos de Estudio del Ministerio Público de Costa Rica N° 9 -Revista Especializada en Criminología y Derecho Penal- III. Situación socio-económica y prevención De esta manera, del análisis expuesto por Carranza (1997) para la región centroamericana, se establece con claridad que, precisamente en momentos en que la pobreza se incrementa en la región, también aumentan las tasas de delitos contra la propiedad, situación que pareciera concordar con la disminución del consumo per cápita y similar aumento de delitos en países desarrollados. En este mismo sentido, Barreto y Álvarez (1987) encontraron en México una correlación alta y positiva entre las variables vinculadas con la crisis económica y el aumento de la criminalidad convencional. Esta situación, necesariamente ha de remitir la política criminal no al derecho penal, sino, por el contrario, al ámbito de la política social. Esto es, que el combate a la pobreza, que en la región alcanza dimensiones dramáticas, debe constituirse en un elemento central de cualquier propuesta seria de prevención del delito. Es así como, debemos ubicar la prevención en un marco de integralidad que promueva el mejoramiento de la calidad de vida de las personas. Lo anterior nos lleva a poner atención a lo apuntado por el mismo autor (Carranza, 1997) en relación con el incremento de las tasas de delitos contra la vida, que contrario a lo sucedido en países industrializados, corre parejo con el incremento de la pobreza. Esto necesariamente implica la revisión del trabajo desarrollado por las instituciones públicas de bienestar social, así como la asignación de 6 recursos presupuestarios para la atención de esta problemática en diversos ámbitos, tales como: acceso a vivienda digna y adecuado desarrollo urbano, a educación, a servicios sanitarios de calidad, a servicios públicos (agua potable, electricidad), a empleo justamente remunerado y a la canasta básica, entre otros. En este sentido, “...el delito como problema se encuentra en un contexto más amplio. Una política de seguridad que no se base en una política que de manera eficaz, combata el desempleo, la pobreza y la falta de vivienda con los resultantes problemas de desigualdad social, marginalidad, exclusión social y racismo, está condenada a tener solo efectos limitados, efectos secundarios no deseados y muchos fracasos”6 (Bonner, 1997: 55). IV. Prevención y armas de fuego Aunado a lo anterior, y en relación con este tipo de delitos (delitos contra la vida), se ha dado una proliferación en el comercio, la tenencia y la portación de armas de fuego entre los habitantes (Carranza, 1997). Esto conlleva, en el ámbito de la prevención, a la necesidad de tomar medidas urgentes de carácter legal que permitan mayores controles sobre el tema de las armas de fuego. De acuerdo con Carranza (1997), actualmente existen en el mundo dos posturas con respecto a la tenencia y portación de armas de fuego; una de ellas se orienta hacia la restricción de las armas de fuego, salvo excepciones muy calificadas; mientras tanto, la otra postura se La cursiva es del original. 33 Cuadernos de Estudio del Ministerio Público de Costa Rica N° 9 -Revista Especializada en Criminología y Derecho Penal- orienta hacia la permisividad, donde rige el libre comercio y el fácil acceso a las armas por parte de la ciudadanía. Lo importante de esta clasificación, según se deduce del planteamiento del mismo autor, es que aquellos países que se han adherido a la primera postura descrita exhiben las tasas de homicidios más bajas del mundo, en contraposición con los países permisivos, donde las tasas de homicidios alcanzan los niveles más altos en el orbe. Partiendo de que la vida de las personas es el bien jurídico tutelado por excelencia, pareciera que el tomar medidas de control en el campo de las armas de fuego no solo es un aporte a la prevención del delito, sino también, un imperativo de carácter ético, el cual ha sido también planteado por la Organización Panamericana de la Salud en relación con la franja poblacional joven (McAlister, 2000). De hecho: “Un reciente estudio realizado en Cali, Colombia, ofrece pruebas de que el control de armas personales puede reducir las tasas de homicidios. Comenzando en 1993, la alcaldía procuró aplicar una política de ‘desarme personal’ en horas seleccionadas y en las zonas de alto riesgo. Anunció que portar armas de fuego estaba prohibido durante las tardes y noches de los fines de semana y que la policía quedó autorizada para hacer registros en busca de armas. Debido a los temores generalizados de tiroteos, la mayoría de los ciudadanos apoyaron la política y, claramente, se redujo el número de muertes ocasionadas por armas de fuego durante las semanas en que la restricción se puso en práctica” (McAlister, 2000: 41)7. 7 V. Prevención y policía civilista Otro elemento que ya ha sido destacado, es el manejo de la policía administrativa. De hecho, Nuttal y Baxter (1997) refieren cómo la introducción de medidas policiales especiales (como el establecimiento de patrullas en las ciudades, por ejemplo) parece estar relacionado con la disminución en la incidencia de delitos en ciertas ciudades urbanas de Inglaterra y no que esta disminución obedeciera al efecto disuasorio de una sentencia severa. Esto permite ubicar a la policía civilista en el plano de la prevención y no de la represión y, por ende, en el lugar del respeto a los Derechos Humanos. Así, pues, para Núñez (1997) una policía que cumpla sus funciones abarcaría: el auxilio y la protección a la población, el aseguramiento de la custodia y la conservación de los bienes en peligro, la vigilancia y la protección de las instalaciones de organizaciones públicas y otros bienes de estas, el velar por la seguridad y la protección de personas importantes y, la prevención de la comisión de hechos delictivos. Esto se puede traducir de la siguiente manera: “La acción preventiva de la policía es el conjunto de acciones que pueden llevar a cabo en un espíritu de preservación y asistencia, a fin de evitar, por una parte, que ciertas personas caigan o reincidan en la delincuencia, y por otra, que ciertas personas se conviertan en víctimas de infracciones” (Núñez, 1997: 158). En este sentido, es destacable el papel de la policía como agente preventivo en la violencia intra- El famoso epidemiólogo colombiano Rodrigo Guerrero, quien además fue el alcalde que puso en práctica dicha medida, informó a partir de un sistema de vigilancia epidemiológica de la violencia diseñado durante su administración, que la reducción en las tasas de mortalidad durante la aplicación de la medida fue de un 20% (cfr. / McAlister, 2000). 34 Cuadernos de Estudio del Ministerio Público de Costa Rica N° 9 -Revista Especializada en Criminología y Derecho Penal- familiar, mediante una adecuada y oportuna intervención (Batres, 1997); o bien, poniendo en práctica, por ejemplo, planes de presencia policial en la calle (Núñez, 1997). Al analizar el caso particular de Costa Rica, cabe mencionar el ejemplo de la policía municipal de San José, pues se ha caracterizado por el patrullaje en las calles, la capacitación en materia de violencia domestica y derechos humanos, así como la organización de grupos deportivos y recreativos entre jóvenes consumidores de drogas que residen en zonas de conflicto. Al respecto, Campos (2001) señala que el objetivo central de la policía municipal es preventivo y no represivo, ya que tanto su naturaleza como la legislación que la regula nunca le atribuyen un lugar en el proceso de represión del delito; más aún, su función estaría en lo que Rotman (1998) denomina evitación de oportunidades para que el delito ocurra, ya que su presencia disuadiría a ciertos sujetos de cometer infracciones a la ley penal. conduce al tema de la profesionalización de la policía y, por ende, a su capacitación en temas como violencia intrafamiliar, derechos ciudadanos y, en particular, de niños, niñas y adolescentes, justicia penal juvenil, explotación sexual comercial de personas menores de edad, etc., los cuales se constituyen en campos propicios para ejercer una función eminentemente preventiva. Con respecto a las organizaciones municipales es de suma relevancia el papel que les asigna el nuevo Código Municipal vigente y su relación con los postulados y experiencias positivas y eficaces de seguridad urbana en otras latitudes (Bonner, 1997; Waller, 1997). Este ejemplo nos pone ante dos dilemas; en primer lugar, la preparación y equipamiento de la policía y, en segundo, el papel a desempeñar por los gobiernos locales (municipios). Bonner (1997) sugiere que la comunidad como entorno resulta el mejor contexto organizativo para establecer una política de prevención del delito, debido a que la naturaleza y magnitud de la delincuencia y la inseguridad varían de manera considerable de un barrio al otro. Esto apunta a los niveles de especificidad que deben tener las políticas de prevención, los cuales serían asumidos en mejor forma por las unidades administrativas de gobierno más particulares, como es el caso de los municipios. En relación con el primer aspecto, es destacable señalar que “...una deficiente estructura de las instituciones policiales, una escasa formación o una penuria de medios, tanto personales como materiales, hacen que la eficacia y el rendimiento de la policía sea muy bajo, lo que conlleva asimismo el incremento de la delincuencia” (Núñez, 1997: 156). Esto Para que este planteamiento sea realmente eficaz “la ciudad ha de ofrecer una amplia base social y administrativa para la armónica integración de todos los proyectos e iniciativas en el contexto de una garantía integral de seguridad” 8 (Bonner, 1997: 56). Lo anterior sería congruente con la función de los gobiernos locales y, además, permitiría que los propios 8 La cursiva es del original. 35 Cuadernos de Estudio del Ministerio Público de Costa Rica N° 9 -Revista Especializada en Criminología y Derecho Penal- vecinos de una comunidad puedan trabajar en la definición y resolución de sus problemas. Por otra parte, se ha referido que la experiencia en Australia ha demostrado que, en el plano de la prevención del delito, “los remedios lógicos implican métodos integradores con acciones en materias como salud y bienestar, empleo y capacitación, vivienda, transporte público, deporte y recreación, asuntos aborígenes, derecho penal y actividad policial” (Waller, 1997: 65). En este contexto, para el mismo autor, la prevención del delito debería dirigirse principalmente a atenuar aquellas circunstancias que aumentan el riesgo para que una persona infrinja la ley penal, especialmente aquellas que ya han cometido delitos. De esta manera, la planificación, la movilización de recursos y las acciones preventivas podrían dirigirse mediante consejos municipales de prevención, los cuales se han constituido en una experiencia beneficiosa y una lección por aprender. VI. Prevención, familia y escuela Por último, se debe rescatar que para obtener mejores resultados en la prevención del delito y en la seguridad de los y las habitantes se debe pasar de un modelo de prevención centrado en el derecho penal y en la represión, a un modelo centrado en la construcción de una verdadera cultura de prevención; o sea, un modelo donde la prevención se convierta en un valor cultural. 9 Lo anterior remite a que “las funciones de la familia y de la escuela para lograr un proceso de socialización no violento son fundamentales, pero para que estas instituciones cumplan su cometido se requiere corregir, paralelamente, las relaciones interpersonales que suelen darse en su interior, eliminando el ejercicio autoritario y abusivo del poder en las relaciones jerárquicas, etarias y de género” (Carranza, 1997: 37). Tal como estas instancias socializadoras son planteadas en la prevención de otros problemas psicosociales (v. gr. el consumo de drogas9), se constituye en un ámbito idóneo para la formulación de valores y normas de interacción social, debido a su papel moldeador de la personalidad infantil. En este nivel, cabe resaltar la experiencia denominada “Red Nacional de Jóvenes para la Prevención de la Violencia en el Sector de Educación Secundaria”, programa impulsado desde finales de 1998 por el Ministerio de Justicia (Delgado, Ortiz, Umanzor y Céspedes, s. f.); este ha capacitado a los y las jóvenes en materia de derechos humanos, Código de la Niñez y la Adolescencia, programa alternativo a la violencia y violencia por razones de género, entre otras temáticas. De hecho, el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) ha sugerido un grupo de estrategias en el ámbito educativo, a saber: desarrollo de programas educativos que enseñen destrezas para la resolución de conflictos, im- Cfr. Burkhart, G. (marzo, 2001). “Intervenciones preventivas en la primera infancia en Europa”; Adicciones 13 (1): 89-100/ Mendes, F. J. (setiembre, 1999). Drogadicción y Prevención familiar: una política para Europa; Adicciones 11 (3): 193-200/ Recio, J. L. (setiembre, 1999). Familia y escuela: agencias preventivas en colaboración; Adicciones 11 (3): 201-207/ Sáenz Rojas, M. A. (setiembre, 2001). Evaluación de Proceso de un Programa de Prevención de Drogas en la Escuela Primaria Costarricense; Adicciones 13 (3): 323-334. 36 Cuadernos de Estudio del Ministerio Público de Costa Rica N° 9 -Revista Especializada en Criminología y Derecho Penal- plantación de programas de estudio y textos escolares no discriminatorios, intervenciones en el plano cognitivo (control de la ira y el enojo, autocontrol cognitivo, razonamiento moral y desarrollo de empatía social), mejoramiento del ambiente escolar, desarrollo de programas educativos técnicos que reduzcan la incidencia de la “deserción escolar” y mejoren sus oportunidades para incorporarse al proceso productivo, mejoramiento de la coordinación interinstitucional (centros de salud, agencias policiales y organismos de asistencia social), así como la implantación de programas de mediación entre los y las estudiantes (Buvinic, Morrison y Shifter, 1999). Al analizar este planteamiento, podemos prever que los niños y las niñas que sean criados bajo estos principios, estarían relacionándose entre sí, cuando adultos, en forma igualitaria, lo que daría pie a pensar en la disminución de situaciones como la violencia domestica y el abuso sexual de personas menores de edad Pero en la medida en que estos patrones de socialización se fundamenten en la tolerancia y la equidad, también se podría presuponer que disminuirían otras situaciones donde dominan la agresión y la irracionalidad, y se tendría un Estado más preocupado por un desarrollo social que beneficie a todos y todas sus habitantes. VII. A manera de discusión De tal manera, es que se parte de un cambio paradigmático que se dirija a enfocar la prevención del delito bajo una perspectiva de respeto a la integralidad de los principios apuntados en la Declaración Universal de los Derechos Humanos, donde se refiere que “toda persona tiene derecho a un orden social y económico en el que se puedan disfrutar plenamente los derechos y libertades consagrados en la Declaración” (citado por Núñez, 1997: 156). Esto de alguna manera obliga a los Estados a asegurar las condiciones de equidad en el plano socioeconómico que permitan que la igualdad planteada en el papel, se convierta en una igualdad real. Lamentablemente, en nuestra sociedad globalizada impera una desmedida preocupación por el crecimiento económico, la competitividad, el libre mercado y la acumulación de capital, doctrina que bajo el dominio político de corrientes neoliberales, han dirigido a nuestro país hacia el empobrecimiento de la clase media y el ensanchamiento de la brecha social existente entre quienes más poseen y quienes nada tienen. Lo cierto es que, se hace necesario un cambio de paradigma, donde la prevención deje de ser concebida desde el derecho penal y pase a serlo desde la óptica de las ciencias sociales, pues solo atacando las raíces mismas del acto ilícito se podría hablar de prevenir, ya que sería la única intervención posible que permita la acción previa a la ocurrencia de los hechos. En este sentido, se resalta que la acción represiva no previene, por el contrario, refuerza la violencia institucionalizada de un Estado que se arroga el derecho de vigilar y castigar, expropiando a las víctimas del conflicto (Foucault, 1991). Como se ha señalado de manera insistente, aumentar las penas privativas de libertad no previene; en Costa Rica se han incrementado y, sin embargo, los delitos continúan suscitándose, quizás con más violencia que antes. La prisión no resocializa, ni rehabilita, ni reeduca, y las altas tasas de reincidencia lo demuestran. Y, aunque sirve para aislar al sujeto (prevención 37 Cuadernos de Estudio del Ministerio Público de Costa Rica N° 9 -Revista Especializada en Criminología y Derecho Penal- disponen de otra alternativa que la de ese discurso en esa versión de ‘derecho penal de garantías’ (o ‘liberal’ si se prefiere) para ensayar la defensa de quienes caen en los engranajes del sistema penal como procesados, criminalizados o victimizados” (Zaffaroni, 1998: 17-18). especial negativa), lo cierto es que la prisión misma es el sitio donde probablemente más ilícitos ocurren, lo cual no resulta algo novedoso, sino una verdad que ya nadie niega. Quizás lo más llamativo sea que la corriente minimista o garantista se haya involucrado en esta discusión, buscando algún sentido a la pena, pues partiendo de que: “El discurso jurídico-penal se revela como falso en forma innegable, pero atribuir su permanencia a mala fe o a formación autoritaria sería un simplismo que agregaría una falsedad a otra. Estas explicaciones personalizadas y coyunturales olvidan que quienes se colocan en posiciones ‘progresistas’ y se percatan de la gravedad del fenómeno también producen el discurso jurídico-penal falso, porque no Esta fuerte crítica del maestro Zaffaroni refuerza la necesidad urgente de un cambio paradigmático al concebir la prevención del delito, pues independientemente que en esta concepción se ubiquen “garantistas” o “moralistas”, la trampa del discursos legitimador seduce y atrapa, y tras las críticas “progresistas” se sigue aceptando, concientes o no de ello, el hecho de que la pena previene y, por tanto, se continúa reproduciendo un falso discurso, fundamentado en algo aún más grave, un falso debate. BIBLIOGRAFÍA Alejo Alejo, H. (1995). Nociones de prevención desde el campo de la salud. San José: Instituto sobre Alcoholismo y Farmacodependencia. Bareto Rangel, G. y Álvarez Gómez, A. J. (1987). Crisis económica y criminalidad. México D. 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Saúl Araya Matarrita “...una política que en el fondo está expresando una falta de política...; una política que es política en la medida en que proviene y se impone desde el poder, pero que no es política en cuanto refleje una programación, unos lineamientos sólidos, coherentes y sostenidos”. Tocora, Fernando Resumen El presente artículo atiende dos tareas: la primera es la consideración sobre qué tan independiente es el Ministerio Público al formular su política de persecución penal, tomando en cuenta su entorno orgánico-político-sistemático; la segunda es una pincelada sobre lo que sucede cuando el Ministerio Público asume una política prosecutoria en el seno de la realidad nacional costarricense: qué lo influencia, qué lo determina, qué lo caracteriza. Para responder a la primera pregunta se abordan los límites de definición de esa política prosecutoria: el normativo, el interpretativo, el administrativo, el de coordinación y el que implican los grupos de presión. Para responder a la segunda pregunta se hace referencia a lo que Hassemer ha llamado Derecho penal “eficaz”, que caracteriza definitivamente la política de persecución penal que hoy día le conocemos al Ministerio Público de muchos países, influencia de la que el nuestro no escapa. Entre ellas se destaca el ilusionismo penal, la metodología casuística para abordar el fenómeno delictivo, la falta de sistemática y coherencia en las acciones, el ocurrencismo, la orientación de la acción criminológica hacia las consecuencias del delito y no hacia sus causas, la búsqueda de una eficacia que impresione a los grupos que conforman ese entorno orgánico-político-sistemático, entre otros. Asimismo se propone un “de previo a diseñar una política de persecución penal”, donde se hacen varias recomendaciones importantes sobre qué debe tenerse en cuenta al realizar ese labor, para, finalmente, advertir sobre las tentaciones de construir políticas de persecución que tiendan a la “eficacia” pero irrespeten los derechos fundamentales, como respuesta ante la crisis del sistema. I. Introducción No cabe duda de que al Ministerio Público le ha sido encomendada, en razón de la política criminal diseñada por el legislador, una labor de persecución de los delitos que necesariamente deberá adecuarse a la fuente de la que emanan sus atribuciones; y tampoco la cabe de que, como órgano de un poder del 41 Cuadernos de Estudio del Ministerio Público de Costa Rica N° 9 -Revista Especializada en Criminología y Derecho Penal- Estado y como agencia del sistema penal, le corresponde al Ministerio Público delimitar internamente el cómo de esa política. Sin embargo, el diseño metodológico de esa política persecutoria no comporta un poder absoluto para la agencia persecutora, pues está limitado por una serie de valladares propios de la organización de todo Estado de Derecho; ni tampoco le reserva un umbral libre de influencia de los círculos de políticas dentro de los que se encuentra inscrita de un modo concéntrico, donde el gran círculo exterior es la política general del Estado, un segundo círculo interior es la política criminal, un tercero más hacia lo interno es la política de persecución penal; queda un cuarto círculo de política, la de investigación delictiva, el más interno, el menos poderoso, el que tiene menos capacidad de influir de abajo hacia arriba, en una verticalidad que a la par que transmite su propia ideología umbilica sus propias crisis. Este trabajo trata sobre la ausencia de una política de persecución penal por parte del Ministerio Público de Costa Rica y el impacto que ello ha tenido sobre nuestro país; hace una revisión de cómo esa política de persecución, hasta la fecha, ha respondido al modelo que Hassemer ha llamado “Derecho penal ´eficaz´” y no a un acuerdo sistemático con el resto del conjunto de administración de justicia penal. Adicionalmente se hacen algunas propuestas sobre los principios y límites que informan o deberían informar el diseño de esa política. II. Límites obligados de la política de persecución penal Aparece, en primer lugar, el gran límite normativo, constituido por aquellas disposiciones constitucionales legales o administrativas que estructuran el sistema, las cuales, a su vez, se organizan jerárquicamente según el principio de resistencia normativa o de imponibilidad de las normas; este primer límite, por ejemplo, determina la necesaria observancia de los principios, derechos y garantías constitucionales y de derechos internacionales al momento de diseñar el cómo perseguir. Los otros sublímites normativos ubicados dentro de este gran límite, son de menor jerarquía normativa pero de igual importancia, pues se caracterizan por ser normas programáticas, desarrolladoras de los principios constitucionales y de Derecho Internacional, tales como: el rito para perseguir –Código Procesal Penal, Ley de Justicia Penal Juvenil–; el catálogo de desviaciones, con sus modos de valorarlas y castigarlas –Código Penal, Ley Forestal, Ley de Armas, Ley de Psicotrópicos, Ley de Protección de la Vida Silvestre, Ley de Zona Marítimo-Terrestre, mismas que, junto a muchas otras, forman el universo típico de nuestro bloque normativo–; la organización de las agencias del sistema persecutor –Ley Orgánica del Poder Judicial, Ley Orgánica del Ministerio Público, Ley Orgánica del Organismo de Investigación Judicial, Ley Orgánica de la Procuraduría General de la República, Ley de Reorganización Judicial, aparte de otras leyes orgánicas de agencias conexas–. Un segundo gran límite es el interpretativo o jurisprudencial. Al momento de diseñar las políticas prosecutorias no pueden ignorarse las limitaciones que se yerguen con la majestad erga omnes de las interpretaciones de la Sala Constitucional, ni las que implican los criterios –no vinculantes ni uniformes pero persistentes– de los órganos jurisdiccionales de administración de justicia –Sala Tercera, Tribunal de Casación Penal, tribunales penales–, todos los cuales, si 42 Cuadernos de Estudio del Ministerio Público de Costa Rica N° 9 -Revista Especializada en Criminología y Derecho Penal- bien no predefinen la política de persecución penal, sí cumplen una función orientadora o limitadora; de algún modo la controlan. Un tercer gran límite, el administrativo, reclama su cuota de poder en el diseño de las directrices prosecutorias. Dada la ubicación del Ministerio Público costarricense dentro del Poder Judicial, se puede hallar otro conjunto de órganos cuyas pulsiones de naturaleza jurídico-administrativa afectan la política de persecución penal directa o indirectamente –Consejo Superior del Poder Judicial, Corte Plena, Comisión de Asuntos Penales–; en razón de sus dictados, ellos ejercen o pueden ejercer una función orientadora o limitadora respecto de las posibilidades de actuación funcional del Ministerio Público. Esto resulta una hibridización extraña si se toma en cuenta que el Ministerio Público tiene independencia funcional. Los comandos generados por estas instancias en relación con la definición de la prosecución hacen necesaria la discusión transparente de la naturaleza jurídica, la identidad y la relación administrativo-jurídica del Ministerio Público con el Poder Judicial como poder del Estado. Algunas agencias conexas a la labor de persecución no tienen poder limitador respecto al cómo de la política de persecución penal, pero la necesidad de definir con ellas una agenda coordinada de actuación en cualesquiera de los plazos corto, mediano o largo, las convierte en un punto de referencia obligatorio, que va más allá de las pretensiones de poder que permitiría una comprensión de la dirección funcional como una política indiscutible y, por lo tanto, imponible. De hecho, tales órganos no pueden emanar directrices opuestas al primer gran límite, pero las que emanan a lo interno de sus subestructuras pueden entorpecer, opacar o permitir el éxito de la estructura prosecutoria. Aquí encontramos subconjuntos de disposiciones administrativas e interpretativas de la acción persecutoria –sin gran valor de oposición ante la norma cúspide de la pirámide kelseniana–, ejecutivas, organizativas, logísticas o de otro tipo, usualmente dirigidas a los subordinados bajo el nombre de circulares, directrices, memorandos u otros comandos de dirección de las actuaciones de los funcionarios que les están sujetos orgánicamente. Una mala comprensión de la función de estas subestructuras daría al traste con el manejo integral del subsistema persecutor, pues tienen funciones neurales o musculares que pueden tanto rigidizar como lubricar la capacidad de acción del Ministerio Público. Mal podría una política de persecución penal sentirse tan autónoma que se autodefina sin tomar en cuenta las políticas de actuación de órganos concomitantes a su labor; es el caso de instituciones conexas a la labor prosecutoria, como la que realizan el Patronato Nacional de la Infancia (PANI), la Defensoría de los Habitantes, el Ministerio de Seguridad Pública, el Ministerio de Justicia, el Ministerio del Ambiente y Energía (MINAE), la policía judicial de investigación u Organismo de Investigación Judicial (OIJ), el conjunto de laboratorios forenses, la Procuraduría General de la República y otros órganos del Estado. En relación con estas agencias, la definición de la política de persecución penal adquiere entonces un carácter integrador, sistemático, lo que le resta independencia a la definición de una política nacional persecutoria por parte de la Fiscalía General de la República. A este grupo de órganos les podemos considerar como un cuarto gran límite, el de coordinación. 43 Cuadernos de Estudio del Ministerio Público de Costa Rica N° 9 -Revista Especializada en Criminología y Derecho Penal- Se puede hallar un quinto gran límite. Un poco más hacia el rincón, en el ámbito de la informalidad, sin poder de vinculación respecto del Ministerio Público, digámoslo así: sin voto pero con voz, con una efectividad a menudo pretoriana, sobrevive entre el silencio asistencial, el “lobby” político o la pancarta callejera –según su propia autoestima- una abigarrada familia de grupos de presión (niñez, adolescencia, grupos de género, comunidades organizadas, ambientalistas, ciudadanía, defensores de los derechos de los migrantes, ONG, sector diplomático, cámaras de productores, comerciantes, propietarios, sindicatos, colegios profesionales, asociaciones, fundaciones, universidades públicas y privadas, institutos públicos desconcentrados, descentralizados o autónomos y todos aquellos que aglutinan peticiones de los llamados derechos humanos de la tercera generación). Se convierten en el último tornillo de la vuelta de tuerca que, siempre que convenga, aparecen liderados por un enlace mediático (los medios de comunicación) hasta darle a la política de persecución una contextura, un tamaño, un relieve, una estatura o una característica gremial particular; de tal modo que si, al conceptualizarla, no se tiene una identidad definida, las diversas tendencias improntan la identidad –o la desidentidad –de la política prosecutoria, retratando de paso el libre juego democrático en el que con harta sistematicidad los perdedores y los ganadores son los mismos. A este podríamos llamarle el quinto gran límite o límite de grupos de presión. No tienen poder de decisión, pero usualmente dirigen su acción hacia los legisladores, procurando el cambio en el primer gran límite –el normativo– y en el mejor nivel de resistencia –el constitucional– para hacer valer sus intereses y trans- formarlos en derechos, desde donde pueden obligar al subsistema persecutorio a respetar su derecho a no ser molestados o a ser protegidos en sus intereses o bienes jurídicos. Como resulta un obvio correlato, de más está decir que los grupos desorganizados de las poblaciones urbanas y rurales marginales, cuya educación y oportunidades no han sido dirigidas para la aglutinación democrática con capacidad de organización, demostración y petición, quedan excluidos del poder de maniobra sobre la política de persecución penal y más bien se convierten en la clientela cautiva del sistema, contra la cual se dirige el peso de algunos grupos de interés aglutinados y formalmente admitidos. Las limitaciones para el diseño interno de una política de persecución penal no acaban en el reconocimiento de los límites infranqueables, porque esa dinámica democrática está enmarcada dentro de un gran ejercicio dinámico, intangible, invisible, etéreo: el ideológico, en el que entran a participar una serie de agencias propias del sistema penal (policías, judicatura, órganos especializados –medicatura y laboratorios forenses, órganos victimológicos o de protección de derechos humanos, por ejemplo–, grupos de presión, medios de comunicación, cámaras, sindicatos, administración penitenciaria, agencias nacionales e internacionales de seguimiento a políticas internas relacionadas con derechos humanos, organizaciones no gubernamentales con labor conexa a la penal); ejercicio de presión en el que todos tienen algo que decir y un sector del poder colectivo que desean controlar o seguir controlando. Todo este juego está dirigido al control de tres intereses humanos que, por su naturaleza esencial, son fuente constante de tensiones en el cuerpo social: la propiedad, 44 Cuadernos de Estudio del Ministerio Público de Costa Rica N° 9 -Revista Especializada en Criminología y Derecho Penal- la libertad y el poder; este último como tuétano que hace posibles las conexiones entre propiedad y libertad: poder para tener, poder para ser, poder para hacer, poder para obligar a dejar de hacer. Lo que importa de ese espectro de posibles, es lo que se le vuelve imposible al Ministerio Público; lo que importa es qué le queda para configurar una política de persecución penal que pueda decirse autónoma, independiente, con identidad y sello personal histórico, como no sean las simples directrices en materia puramente administrativa y seudotécnica; política persecutoria timorata ante el qué dirán las otras agencias –que a su vez son sistemáticamente excluyentes entre sí– y por lo tanto tibia en su configuración y propuestas, ayuna de proposiciones sistemáticas que respondan de un modo coherente y también ideológico, a circunstancias, coyunturas y estructuras histórico-político-económico-socio-culturales y de estricto poder; esto es más dramático cuando se tiene en cuenta que la falta de identidad coherente del Ministerio Público atraviesan multiaxialmente el fenómeno criminológico de su cotidianeidad, hasta hacer de la política de persecución penal arte de brujería, donde quien desea hacer sus armas queda siempre expuesto al riesgo de aprendiz -excepción hecha del Derecho Penal “eficaz”, con su toque mágico y su efecto ilusionista, que hace a muchos aplaudirle como brujo de las artes y soluciones a los problemas de la criminalidad, aunque bien es sabido que el Derecho Penal “eficaz” es más prestidigitador que maestro-. De ahí que, si algo le queda al Ministerio Público en el diseño de esa política de persecución penal es la aplicación del principio de oportunidad en materia de selección y tratamiento de las historias que ingresarán a la arena punitiva. También le quedan algunos espacios, igualmente pequeños y controlados por el gran límite interpretativo o jurisprudencial –para evitar el desborde funcional de la agencia–relativos al cómo de la persecución: medidas cautelares en la fase preparatoria; posibilidades de alternar la persecución con institutos reparadores como tercera vía, en la fase intermedia; petición del quantum de la pena en la fase de juicio; disconformidad con la resolución judicial final; oposiciones o admisiones en la casuística ejecutiva de la pena. De modo, pues, que al momento de llevar a cabo su gestión, el Ministerio Público sale a la palestra con algún grado de aturdimiento, por lo que se ve tentado a hacer una política de persecución ingenua ante los objetivos de las políticas de seguridad y orden, e ingenua frente a los fines simbólicos que le han sido confiados al Derecho Penal “eficaz”. Termina haciendo una política que responda a la presión del momento, que contente a los diversos sectores, que haga una finta aquí y un tiro allá, aunque la característica principal de la gestión sea la ausencia de una política integrada, sistemática, coherente y planificada, acorde al garantismo y al minimismo de la reacción, descriminalizadora y humanista, al tiempo que igualitaria, segura, adecuada al individuo, atravesada por el eje de la proporcionalidad. Esta multitud de identidades trae aparejada su desidentidad: se lucha contra la amenaza permanente de no tener una política que le dé rostro a esta agencia, aun cuando tenerla implique no satisfacer las pretensiones de algunos de sus pretendientes, o quizá de ninguno. En consecuencia, la historia de la política de persecución penal del Ministerio Público de 45 Cuadernos de Estudio del Ministerio Público de Costa Rica N° 9 -Revista Especializada en Criminología y Derecho Penal- se les ocurre algo para arreglar el problema, opiniones y ocurrencias que son la semilla del siguiente proyecto de ley y quizá de una ley penal más: piénsese en el caso de nuestros proyectos de ley, convertidos en ley posteriormente, donde se prohibió el uso de vidrios con cierto porcentaje de polarizado, el uso de cascos cerrados de motocicleta y, hace poco, la prohibición de que en una motocicleta vaya un acompañante, porque es el que puede disparar; ello sin hacer referencia a decisiones administrativas de bancos públicos que prohíben a sus clientes ingresar al banco con casco de motocicleta, gorras o sombreros, o hacer uso de sus celulares u otros medios de comunicación mientras están en fila ante los cajeros); Costa Rica es un relato del esfuerzo por no preguntarse por ella; historia caracterizada, por una parte, por ser una labor apagafuegos ante la ingente labor encomendada en relación con los recursos disponibles y, por otra, por una ausencia de lucha ante las macroestructuras que constantemente la limitan y hasta le imposibilitan –como objetivo definido– lograr su propia construcción. III. La influencia del derecho penal “eficaz” en la política prosecutoria Esta historia de ningún modo está disociada de la experiencia del Derecho Penal “eficaz”, cuyas características clásicas, entre otras, pueden identificarse en: • • • la metodología casuística de abordaje del fenómeno delictivo (basada en el asombro y la indignación públicos, la opinión de los mass media y la ausencia del estudio estadístico); el activismo antidelictivo pero carente de sistemática (un niño que aparece muerto después de un secuestro permite proponer un proyecto de ley para acusar directamente por homicidio a los secuestradores, aunque no se conozca el vínculo entre el secuestro y la muerte; mañana otra que castigue gravemente a quien críe conejos y se los ofrezca a niños si se puede sospechar que tenía fines libidinosos al ofrecerlos; si pasado mañana la oferta no es de conejos sino de mascotas de perros o gatos, la ley habrá de ser reformada para que contemple ese nuevo elemento del tipo objetivo); • • • el opinismo y el ocurrencismo apagafuegos (transformados en artículos en los medios de comunicación, donde todos opinan y a todos 46 la orientación de la acción hacia el enfrentamiento de las consecuencias pero no de las causas de la criminalidad (prevención del daño mediante la norma punitiva que castiga el peligro de la eventual acción damnífera, pero no prevención de las acciones indeseables mediante la educación y la igualdad de oportunidades a los sectores más vulnerables); la eficacia como tarjeta de presentación ante los hechos aislados pero graves que disparan la acción de las agencias del Estado en cualquier dirección (que las estadísticas muestren más casos resueltos, más ladrones en la cárcel, más asesinos en serie identificados); la intención de sujetar al legislador al circunstancialismo normativo que luego quiebra al sistema por su falta de propuestas genéricas e inespecíficas (en nuestro país, llevarse de su casa a un niño o una niña Cuadernos de Estudio del Ministerio Público de Costa Rica N° 9 -Revista Especializada en Criminología y Derecho Penal- que luego aparecen muertos hace legislar para imponer una pena mayor que el homicidio simple; pero que se mueran muchas personas porque una industria vendió culposamente agua, sustancias alimenticias o medicinales en mal estado puede implicar solo una multa y eso no escandaliza a nadie); el dolo y la culpa han dejado de existir en la psique de los socios del pacto social para convertirse solamente en repudio, quizá porque se desprecia más el dar muerte a otros cuando se trata de hacer dinero que cuando se trata de satisfacer la libido. De paso, el panóptico que controla nuestra sexualidad sigue en pie. • • la judicialización de la política o la politización de lo judicial (convirtiendo la arena política en parte del espectáculo judicial y a este último en un ingrediente amenazante de las pretensiones políticas, o bien instituyendo a personajes claves de los intereses políticos en los altos puestos de la magistratura, con el propósito de obtener votos de mayoría que convengan a sus asuntos, todo ello con el consiguiente desgaste del presupuesto que debería destinarse a fines más nobles); el ilusionismo penal como respuesta ante la presión de los diversos sectores del sistema que claman por seguridad y orden, que aplauden ante el endurecimiento de penas y la multiplicación de factores de control –más cárceles, más policías, más jueces, más perros, más motocicletas, más sirenas– que al fin y al cabo es la parte visible del sistema y lo que hace a la gente sentirse segura. Ilusionismo, sí, porque se crea la falsa sensación de que entre más policías hay más seguridad, cuando en realidad se roba menos al menudeo en la calle, pero se vacían las arcas del Estado al por mayor, dentro de los grandes edificios importantes; ilusionismo, porque el efecto multiplicador de vaciar las arcas del Estado en relación con las obras sociales a que estaba destinado ese patrimonio es mucho más alto que el que desencadena el ladrón que pega un cadenazo; ilusionismo, obvio, porque se supone que entre más altas las estadísticas de asuntos juzgados se hizo mayor justicia, o que entre más encerrados haya en las cárceles, el sistema está trabajando mejor. IV. De previo a diseñar una política de persecución penal Para diseñar una política prosecutoria adecuada no a las exigencias de los grupos de presión sino a la totalidad de factores en juego, es necesario, en primer lugar, que se tome en cuenta la necesaria dependencia de la política de persecución penal elaborada por el Ministerio Público, respecto de la política criminal (diseñada por el legislador en coordinación con el Poder Judicial para el área de justicia penal exclusivamente) y respecto de la política general del Estado (pragmatizada por el Consejo de Gobierno para todas las áreas de acción del Estado, incluido el servicio público de justicia), todo ello en el marco de respeto a un Derecho Penal mínimo, de garantía, con rostro humano y apegado al respeto de los derechos humanos reconocidos internacionalmente, estén o no estén positivizados en nuestro Derecho. En segundo lugar, evidenciar que la política de persecución penal está influida por las características criminológicas de la política criminal (abordaje del autor de un hecho punible, explicación de la génesis y estructura de la acción 47 Cuadernos de Estudio del Ministerio Público de Costa Rica N° 9 -Revista Especializada en Criminología y Derecho Penal- humana no querida, elaboración del catálogo de desviaciones, modo de operación y razón de ser del proceso de conocimiento de la desviación, equilibrio de la persecución respecto de todos los sujetos involucrados en el conflicto, ajuste del poder de los perseguidores, los defensores y los juzgadores, sistematización del reproche en términos de quantum, tipo de pena, proporcionalidad y finalidad de la misma), política criminal que en la actualidad costarricense responde al modelo del “Derecho Penal eficaz”. Evidenciar ese vínculo tiene una razón de ser: es desmitificando el discurso represivo que se esconde detrás del Derecho Penal como instrumento de poder, como se pueden sentar las bases para no seguir duplicando la dosis cuando se demostró que la medicina no es efectiva. En tercer lugar, aportar algunos principios generales para la elaboración de una política de persecución penal por parte del Ministerio Público costarricense, de modo que evite zigzaguear entre los encantos fáciles del Derecho Penal “eficaz” y las “difíciles” propuestas del humanismo, el garantismo y el minimismo de la reacción. La ubicación sistemática de la política de persecución penal dentro de la política criminal, y de esta dentro de la política general del Estado, determinan las características de todo programa del Ministerio Público, sin que importe cuál quiera ser. Ninguna política de persecución penal puede ser autónoma más que en cierto sentido, pues está determinada por otras esferas dentro de las cuales se encuentra inserta. Para toda política de persecución penal hay un espacio de intangibilidad, que le viene dado por todos los institutos que no puede cambiar porque le está vedado, dado que la fuente de creación de estos está fuera del marco de acción del órgano que detenta la política de persecución penal. Estas otras políticas le comunican a la prosecutoria sus asertos, su visión de mundo y sus crisis. Hay una política más, que opera a modo de un cuarto círculo interior concéntrico en el dibujo del poder y por lo mismo no tiene poder de contestación de abajo hacia arriba: la política de investigación delictiva, gobernada, de algún modo, por el concepto de dirección funcional creado con la reforma de 1998 al sistema penal costarricense. La política de investigación delictiva es el conjunto de decisiones sobre qué, a quién y cómo investigar, que desarrolla la policía judicial en el abordaje de los diversos delitos. Hasta antes de la reforma, en la experiencia costarricense, la política de investigación delictiva no había sido atada a las vicisitudes propias de la estructuración del poder de castigar. He aquí una explicación para su actual convulsión y crisis de poder, cuando se le dice a esa política que tiene que sujetarse a la política de persecución penal. Dicho de un modo más claro: la política de investigación delictiva no va a la deriva en el sistema punitivo, y tampoco es una zona oscura dentro del bloque normativo costarricense: está circunscrita dentro de la política de persecución penal, y por eso debe respetar el marco prosecutorio establecido por el Ministerio Público (aun dentro de un sistema mixto como el nuestro), pues la política criminal costarricense ha apostado por un sistema acusatorio, por lo que las propuestas persecutorias inquisitivas o selectivas, diseñadas desde el escritorio policial, han tenido que ceder espacio a los niveles que protegen los derechos humanos, propugnan por una mínima reacción y hacen valer el principio de proporcionalidad (razonabilidad, racionalidad, adecuación, utilidad, necesariedad, pertinencia de la reacción del Estado ante conductas estimadas como disvaliosas por el legislador). 48 Cuadernos de Estudio del Ministerio Público de Costa Rica N° 9 -Revista Especializada en Criminología y Derecho Penal- El cuarto término, la política de investigación delictiva, viene a ser el subcírculo concéntrico interno en el dibujo total del poder de diseñar el qué, el a quién, el cómo y el para qué de la persecución. Entre más externo se encuentre el círculo, mayor poder de decisión tendrá sobre el diseño de la política. Si la política general del Estado, que es el círculo exterior, decide que nuestro país respetará tal o cual instrumento internacional sobre derechos humanos de cualquier generación, el círculo de política criminal debe autoajustarse; con este reajuste sobreviene necesariamente el de la política de persecución penal, el que a su vez condiciona el modo de investigar del cuarto círculo. Si el cuarto círculo desea intervenir todas las comunicaciones telefónicas para la eficaz persecución de los crímenes se encontrará con que la política de persecución penal se lo impide y aunque esta quiera hacerlo también, hallará un reparo en la política criminal, que opera como contralor de legalidad en el primer y segundo gran límite (el legal y el jurisprudencial). Desde la perspectiva de este estudio, entonces, en cuanto al diseño de políticas de persecución delictiva, existe una relación de abajo hacia arriba, así: política de investigación delictiva, política de persecución penal, política criminal, política general del Estado. De arriba hacia abajo se impone un mayor nivel de resistencia u oponibilidad. Es por ello necesario que la política general del Estado responda a la protección de derechos constitucionales y a la promoción del individuo, especialmente de los derechos humanos involucrados en toda política criminal. Igualmente queda evidenciado que las crisis de identidad que puedan encontrarse en el pináculo del diseño, permean necesariamente al resto del conjunto hacia abajo; y, en el mismo sentido, las crisis de ajuste en el modelo inferior produ- cen incompatibilidades y colisiones con las propuestas del sistema. V. La tentación de diseñar políticas prosecutorias “eficaces” como respuesta a la crisis del sistema Ante la imposibilidad de atender su propia crisis y obligado por la vocación legal de su finalidad persecutora, el Ministerio Público se ve en la necesidad de dar algún tipo de respuesta aceptable por los grupos ubicados en el nivel de presión gremial. Para demostrar la necesidad de crear una política de persecución penal de mano dura, evidencian los ejemplos repugnantes que acontecen a diario en los delitos contra la propiedad, la vida, la libertad sexual, preferiblemente los relacionados con sectores vulnerables de la sociedad: mujeres, niños, ancianos. Las páginas amarillistas de los medios de comunicación magnifican la crisis y contribuyen a crear un sentimiento de inseguridad en los pequeños o medianos sucesos, si bien a menudo dejan de señalar las grandes violencias contra los programas sociales, económicos y educativos –por citar estos tres– en que incurren quienes vacían las arcas del Estado, evaden el pago de impuestos con todo tipo de sofismas, o desvían los fondos que deberían destinarse a prevención social en gastos inadmisibles. Sin embargo, es difícil que la política de persecución penal esté dirigida por una política criminal tendiente a controlar el gasto público, o a criminalizar el abuso en la disposición patrimonial del Estado. En la experiencia costarricense sobre política criminal es más fácil encontrar penas por estafa mayor de hasta doce años de cárcel, que hallar una propuesta legislativa para hacer un control ordenado del gasto público, excepción hecha de la reciente Ley de control interno. 49 Cuadernos de Estudio del Ministerio Público de Costa Rica N° 9 -Revista Especializada en Criminología y Derecho Penal- Es evidente que el catálogo de conminaciones tiene una clientela cautiva. La política persecutoria no está dirigida contra los grupos detentadores del poder económico, social o político, porque esos grupos son precisamente quienes deciden qué es Derecho Penal. No obstante, en un caso de una evasión fiscal que recientemente se investiga (año 2004) contra unos comerciantes por ¢3. 900 millones, se dejaron de pagar impuestos que permitirían construir una carretera cero huecos desde San José hasta cualquiera de las dos fronteras, con Nicaragua o Panamá (alrededor de 300 kilómetros de distancia cada una). Estas delincuencias no reciben un trato persecutorio proporcional a su gravedad porque el sistema a su vez está cargado de menudencias que le impiden caminar. ¿Y el principio de oportunidad? De poco sirve si se toma en cuenta que el Proyecto de Reforma Penal N°11871 que estaba hace un par de años en discusión en la Asamblea Legislativa propone reformas para crear tantos nuevos delitos que cualquier política de persecución penal se volvería loca por no poder entender cuál es el discurso que se sigue. Obsérvese la siguiente cita extraída de un estudio realizado por una comisión de fiscales costarricenses para analizar el proyecto de reforma al Código Penal: “En relación con los delitos económicos, se evidencia un amplio margen de imprevisión normativa, pues existen problemas detectados a nivel nacional, respecto de conductas lesivas de intereses patrimoniales tanto singulares como colectivas y no reciben ninguna tutela punitiva, a pesar del daño que producen tales acciones. En este sentido se evidencia la proliferación de tipos en otras áreas y la ausencia en esta, por lo que muchas acciones de delitos macroeconómicos quedan por la libre (casas de apuestas, sistemas económicos off-shore, jineteos de dinero, vaciamiento de empresas, transferencias electrónicas, etc.). Estas actividades ponen en peligro la actividad bursátil, económica, política, financiera, crediticia y de otros órdenes del país y sin embargo los delitos que se pueden cometer en esas áreas no se describen adecuadamente, a pesar de ser actividades macroeconómicas cuyo efecto recae siempre sobre la totalidad de la población nacional; en tanto que actividades microeconómicas, como el hurto de cosas o una estafa personal, reciben penas mayores, que en este último caso pueden llegar hasta 30 años de encierro. Solo por ejemplo: el reproche de la quiebra culposa de una empresa, sin que importe su tamaño ni el daño causado a la economía nacional, es actualmente de 6 meses a 2 años y se mantiene en el proyecto. En tanto que la falta de pago o atraso en el pago de servicios (mora) es también de 2 años. O sea: según el Proyecto, un delito de quiebra que tiene carácter macroeconómico tiene el mismo reproche que el que se impone a una persona que deje de pagar un recibo de la luz, del agua o del teléfono. Y el Proyecto llama a esos delitos macroeconómicos “delitos contra el orden socioeconómico”. Es evidente que este Proyecto trae “la mano cargada” contra los mismos sectores que son clientela cautiva de la represión penal y presenta una gran lenidad con respecto a sectores productivos y económicos con actividades ilícitas de gran impacto social. Otro ejemplo en materia de delitos económicos: El proyecto crea el delito de publicación y autorización de balances falsos (271), con penas que no pasan de los 3 años de cárcel, sin que importe el daño colectivo que se puede causar con esos balances en actividades bursátiles que afectan a la totalidad del orden económico nacional. Sin embargo, si una persona pura y simple estafa a 50 Cuadernos de Estudio del Ministerio Público de Costa Rica N° 9 -Revista Especializada en Criminología y Derecho Penal- otra, se le imponen 10 años de cárcel, aunque la estafa sea realizada contra el patrimonio de una única persona mediante el “timo del amor”, el “timo de la guitarra”, o el “timo de la lotería”. la sociedad ante la violencia y el delito no solo puede deberse a una dramatización pasajera de la violencia, sino también a una falta absoluta de ideas” (Hassemer, 1994, p. 84). Pero el Proyecto no se queda ahí: indica que si la estafa es agravada la persona recibirá hasta 30 años de cárcel. Y la estafa puede ser agravada si un ciudadano presenta a una entidad de crédito una información incompleta o falsa sobre, por ejemplo, su residencia o su ingreso mensual. Esto evidencia el desbalance de poder y de represión que existe en los tipos penales y en las poblaciones hacia las que el Proyecto se dirige”. (Ministerio Público, 2003, pp. 4 y ss). La propia madurez de la criminalidad elabora sus modos de organización, estructuración y complejidad, por lo que todos escalan: la violencia que irrespeta los bienes jurídicos personales y colectivos y la violencia que se institucionaliza ante todos los que parezcan representar un peligro. El Derecho Penal elabora su propio discurso en términos de “eficacia” de la persecución, lo cual no estaría mal si no fuera porque para lograr esa eficacia es necesario pisotear los derechos y garantías constitucionales duramente consolidados desde la experiencia liberal clásica. La acción de los ministerios públicos con facilidad se dirige a los focos más llamativos: los violentos, porque son los que tienen mayor acogida en las cajas de resonancia del sistema sociocultural: los medios de comunicación. Estos potencian el sentimiento de inseguridad de los ciudadanos mediante la nota roja, la que pocas veces tiene un fin moralizante –como algunos suponen-, siendo que más bien se dirige a la explotación del morbo social, a la necrofilia, a la mezcla de compasión-asombro-satisfacción que produce en el individuo el poder observar la tragedia ajena, el castigo de los culpables inmediatos y la satisfacción de sentirse indemne ante ese miedo. Los medios de comunicación se convierten en tribunas desde las cuales se educa a la gente para asumir el modelo punitivo como la única respuesta, con mucha mayor fuerza y eficacia que cualquier convicción dogmática de las academias sobre el principio de residualidad del Derecho Penal. En tal dirección, opina Hassemer que la excesiva utilización del instrumento penal “pone de relieve que una actitud mezquina y represiva de En nuestro país, la ignorancia de esos derechos universales históricos se ve descrita por las ocurrencias pintorescas de más de uno y más de una, quienes suponen que cualquier buena intención debe convertirse en ley de la República, como por ejemplo, prohibir que los motociclistas usen cascos cerrados porque permiten ocultar la identidad al momento de cometer un delito; prohibir el uso de vidrios polarizados en los automóviles porque permiten ocultar “lo que sucede dentro”; o más recientemente y para hazmerreír de nuestra cultura sociojurídica: prohibir que más de una persona transite en motocicleta porque precisamente fueron dos motociclistas los que asesinaron fríamente a una periodista, de tal modo que si solo se permitiera al conductor, este no podría conducir y disparar a la vez (como si un motociclista solo no pudiera detenerse y disparar al lado de una ventana de un automóvil que espere una luz verde o haga un alto cualquiera). Por supuesto, no se ha hecho una medición criminológica cualitativa ni cuantitativa respec- 51 Cuadernos de Estudio del Ministerio Público de Costa Rica N° 9 -Revista Especializada en Criminología y Derecho Penal- to de la incidencia del uso de motocicletas en todos los tipos de delito. Los gritos ciudadanos puestos al cielo se confunden con los otros gritos de los mismos ciudadanos que están siendo victimizados por nuevas y viejas formas de delincuencia. Sin embargo las administraciones municipales del Estado permiten cuanto tipo de organizaciones de inversionistas pidan patente para máquinas tragamonedas, casinos y juegos de azar, que pueden funcionar fácilmente como máquinas lavadoras de dinero procedente del narcotráfico internacional, pero la política criminal no propone proyectos de ley al respecto porque no tiene plantilla de criminólogos para estudiar los alcances del fenómeno, o bien porque implicaría meterse con los peces gordos y ello hace peligrar los puestos y la seguridad del salario mensual o la próxima pensión por retiro. La eficacia implica, así, una sorda tensión entre el irrespeto a los derechos constitucionales y legales –sustantivos o procesales- y el éxito en la investigación del delito. En nuestro país las calles cuentan ahora con modernas cámaras de vigilancia en zonas de aglomeración pública, para poder identificar a robadores y ladrones callejeros, desposeedores de a mil pesos que quizá lo terminaron siendo porque a nadie se le ocurrió ni implementó un programa de abordaje social y educativo preventivo cuando eran niños y adolescentes en estado de riesgo social. Cabe advertir que no existen cámaras colocadas en los hogares fragmentados por la falta de ingreso, el consumo de alcohol y drogas como alternativas escapistas a una realidad ajena y dura, ni cámaras de vigilancia comunitaria para ver a los adolescentes reunidos todas las noches en la esquina negativa, donde aprenden más rápidamente los lazos violentos y las técnicas criminales para la siguiente supervivencia. Muy poco puede la política de persecución penal costarricense marcar un hito esclarecedor e inteligente en la realidad nacional, si se sigue viendo al individuo de un modo lombrosiano, cuando ya la Criminología desde hace casi medio siglo se dio cuenta de que era más importante estudiar los elementos sociocriminógenos propios de las relaciones primarias y secundarias de socialización fragmentadas, que estudiar si la tendencia a la criminalidad se trae o se hereda; nuestra política de persecución penal se contenta con que la policía –que le está supuestamente adscrita bajo el tenor de la dirección funcional– les recete a las comunidades más presencia policial, más casetas, más perreras y más sirenas, aunque mezquinamente les deniegue más facilidades escolares, más educación para la contención familiar, más intervención preventiva integradora, en lo social y en lo jurídico. Es por eso que el Derecho Penal encuentra en los valladares del Derecho Constitucional, de los derechos humanos, del procedimiento y del proceso penal garantista un escollo incómodo que todos los días le hace más difícil su trabajo, por lo que la tentación de evitarlo hasta donde sea impunemente posible va de la mano de la eficacia. Dada la indiferencia ante los condicionantes etiológicos de la criminalidad, se buscan expedientes facilistas para paliar los negativos efectos de todo tipo de violencia, de ahí que sea más fácil que los grupos de presión recurran al modelo de la eficacia del Derecho Penal, para garantizar la seguridad tan ansiada de los habitantes. No obstante, aun cuando destináramos la mitad del presupuesto nacional a pagar los servicios de más policías, fiscales y jueces, perros, detectores, cárceles, cámaras de vigilan- 52 Cuadernos de Estudio del Ministerio Público de Costa Rica N° 9 -Revista Especializada en Criminología y Derecho Penal- cia, uniformes y sirenas, no podríamos disminuir ni en un grado las estadísticas de violencia nacional, porque estaríamos solo atendiendo a las consecuencias del delito y no a sus causas; para la Criminología estudiosa, hace tiempo que la etiología delictiva es multifactorial, multiaxial, pluricondicionada. La creciente aparición y las manifestaciones de las barras bravas –por citar un ejemplo de actualidad en nuestro país– no solo en el fútbol sino también en las actividades comunales, en las quemas de Judas para Semana Santa, en las manifestaciones de barriadas contra casetas y autos de la policía, son solo un índice de la inasistencia a sectores de niños, adolescentes y adultos jóvenes –el futuro del país- que hoy son la semilla de la violencia que las siguientes generaciones de criminólogos tendrán que explicar. Inversamente, si destináramos ese presupuesto a la educación, a la promoción social, personal y colectiva, a la creación de empleo y oportunidades deportivas, de trabajo comunal, a la facilitación de una opinión que sí conduzca al cambio material, solo por decir unos cuantos rubros de acción social, los resultados se verían en menos de un decenio. De hecho, Costa Rica y Panamá aun muestran índices de macroviolencia mucho menos profundos que el resto de Centroamérica. Sin embargo, los datos a nivel centroamericano respecto de la promoción de las personas, son más bien escasos y los que hay a nivel mundial no dejan un panorama esperanzador. Veamos este recorte del periódico costarricense La Nación: “Worldwatch recurre siempre a estadísticas para reflejar las desigualdades. Algunas resultan desafiantes: mientras la élite de consumidores de primera la componen 1.700 millones de personas propietarias de varias televisiones, teléfonos e internet y otros productos que les facilitan el acceso a la cultura, otros 2.800 millones viven con menos de $1 diario. Más de 1.000 millones carecen de acceso al agua potable; el 12 por ciento de la población que habita en Norteamérica y Europa consume el 60 por ciento de los bienes y servicios mundiales”. (La Nación, 2004, p. 25-A). Entre tanto, los mecanismos de la eficacia son clásicos dondequiera que reina hasta ahora el Derecho Penal “eficaz”: • • • • • • • 53 Políticas de cero tolerancia o mano dura en delitos de impacto y de violencia, o solo respecto de cierto tipo de individuos o franjas etarias, pero no en delitos económicos o ambientales que tienen efectos multiplicadores muchísimo más complejos, extendidos y duraderos. Observación sistemática de los delincuentes en sede policial Creación de listas “voluntarias” con datos identificativos de posibles sospechosos en delitos de resistencias masivas. Utilización de confidentes policiales en lugares de población flotante y comunidades. Redadas (nunca se ha practicado una redada en una institución pública, una política o una económica). Creación de leyes inconstitucionales o que rozan de algún modo los derechos y garantías individuales del modelo de Estado liberal. Más cárceles, ahora con nueva administración privada. Cuadernos de Estudio del Ministerio Público de Costa Rica N° 9 -Revista Especializada en Criminología y Derecho Penal- • • • • • Más policías, más jueces, más fiscales, menos defensores, más privatización de la defensa. • Creación de instrumentos técnico-jurídicos para la agilización del sistema, como el procedimiento abreviado, el criterio de oportunidad por colaboración con la administración de justicia (testigo de la “Corona”), con la sensible disminución de garantías. Robustecimiento de las etapas preliminares (preparatoria en nuestro país) e intermedias de la investigación, pero descuido de las impugnaticias y, especialmente, de la ejecución de la pena, donde es palmaria la inexistencia o el debilitamiento de la asistencia social postpenitenciaria a exconvictos, excondenados o expurgados del sistema carcelario. Al fin y al cabo, la resocialización es un asunto carcelario; no postcarcelario. Endurecimiento de penas. Promoción de la imagen de figuras clave que muestran el rostro duro del sistema en la persecución delictiva multitudinaria con políticas de mano dura y cero tolerancia: directores de órganos policiales de acción o investigación, ministros, jefes de cárceles, fiscales generales, fiscales provinciales antimilicias, antiterroristas y anti-otros; jueces y fiscales de hierro; y en los países con menos culto a la imagen personal se practica un realce de la imagen del órgano, cuyas iniciales aparecen en todas las fotografías periodísticas y tomas televisivas, para enviar un mensaje de eficiencia persecutoria y omnipresencia. • • • 54 Creación y difusión de leyes antiterrorismo, antinarcotráfico, antiviolencia familiar, antihomicidios en serie, antidelitos sexuales, etc. –todas de impacto– aunque luego sean inoperantes por falta de asignación de recursos, entorpecimiento del sistema, excesiva burocratización, anquilosamiento procedimental, fueros parlamentarios, fueros diplomáticos, fueros políticos, fueros inconfesados que operan detrás del texto expreso de la ley pero que son conocidos como “técnica del lobby”. Cambios de nomenclatura y semántica de leyes, reglamentos y decretos que no producen cambios en la realidad inmediata, pero que hacen tal alambique que impiden la interpretación ortodoxa para la generalidad de los casos, por lo cual alientan interpretaciones jurisprudenciales y dogmáticas donde casos semejantes se interpretan de modo diferente, dependiendo del cliente. Interacción expedita de los datos personales informatizados, entre agencias que persiguen directamente la comisión de delitos, aun cuando no se haya verificado un debido proceso contra la persona (no haya recaído sentencia), o aun cuando la información implique un detalle de puras sospechas de actividad peligrosa o participación en grupos de resistencia civil o en grupos constitucional o legalmente permitidos (sindicatos, asociaciones, grupos de presión e interés, etc.). Esta tecnocratización de la acción policial se hace aun violando los más elementales derechos humanos a la intimidad de los datos personales. Publicación de listas de los más buscados, puntualización noticiera de los arrestos de Cuadernos de Estudio del Ministerio Público de Costa Rica N° 9 -Revista Especializada en Criminología y Derecho Penal- • los delincuentes más violentos o más requeridos por los órganos policiales (sujetos que a menudo hacen mucho daño a las personas pero son inocuos contra el sistema), pero que ayudan a que el sistema muestre la máscara impactante, para esconder el verdadero rostro del fracaso contra los grandes delincuentes, aquellos cuya criminalidad incluye profesionales, políticos, diplomáticos, ex gobernantes, sujetos con autoridad e influencia, cuyas acciones delictivas sí tienen un enorme efecto multiplicador en el sistema de vida colectivo. • • Judicialización de los medios de comunicación colectiva de todo tipo (impresos, televisivos, radiales, computadorizados). A saber, que un alto porcentaje de lo comunicado está referido a fuentes judiciales que producen impacto en el consumidor de esos servicios privados de comunicación, lo que produce una excesiva atención y cobertura noticiosa del foro penal. “Déficit de funcionamiento” –como los llama Hassemer– del sistema prosecutorio o punitivo, atribuibles a una patología normal de cualquier sistema humano (lo que es humano en sus causas, es humano en sus consecuencias), pero que en realidad esconden las verdaderas desigualdades, tales como: • Búsqueda de chivos expiatorios en los delitos grandes con una pretendida igualdad ante la ley, quienes luego terminan recibiendo beneficios en la ejecución de la pena bajo cualquier alegato de enfermedad que no prosperaría con los demás delincuentes comunes. • • • • • 55 Legitimación o desvalorización de la violencia de cuello azul contra inmigrantes, desplazados económicos, vagos, maleantes, merodeadores, adictos, barras de aficionados del fútbol, trabajadores y trabajadoras del sexo. Ataques megarresonantes contra pequeños y medianos delincuentes, sin que se toquen los grandes intereses y los espacios neuro-estructurales de la delincuencia organizada (narcotráfico, blanqueo de dinero, fuga de capitales, vaciamiento de arcas del Estado o de empresas privadas que eluden los pagos legales a sus trabajadores y trabajadoras que por años han cotizado para su seguro de enfermedad, retiro, educación, desocupación, etc. , por solo citar unos ejemplos). Colocación de sebos en lugares públicos para atraer delincuentes contra la propiedad o reincidentes bajo una política de “limpieza” de las calles. Publicación de estadísticas de casos juzgados, asuntos resueltos, que impresionan por el número pero que nada dicen del aspecto cualitativo de los datos. Activismo sin actividad, mediante la organización de seminarios, conferencias, talleres, actividades de capacitación realizadas por o para las agencias involucradas en la prosecución, en los que se habla de todo pero no se llega a mucho, excepto a la entrega de un certificado de participación. Políticas de persecución penal inexistentes pero pletóricas de activismo, que aparecen Cuadernos de Estudio del Ministerio Público de Costa Rica N° 9 -Revista Especializada en Criminología y Derecho Penal- enlistadas con nombres rimbombantes en programas estructurales de las policías y ministerios públicos, que no comportan una relación de compromiso e identificación con las necesidades reales de prevención social integral y protección de bienes jurídicos. • • • • Aumento de la represión a todo tipo de protesta colectiva con intereses reivindicativos, retratándola como si fuese combate a la criminalidad. Esto incluye políticas criminales inflacionistas, que crean tipos penales para castigar con privación de libertad desde la incitación a huelga o paro de labores (Costa Rica derogó este tipo penal hace varios años) hasta la interrupción del transporte público (Costa Rica lo instauró como política criminal penal hace pocos años, a propósito de las protestas de la ciudadanía por la venta de los activos del Estado a compañías extranjeras). Conversión de las contravenciones en delitos o agravación de las penas contravencionales con privación de libertad graduada, a partir, por ejemplo, de experiencias aisladas de ciudadanos que llegaron a cometer homicidio por el ruido excesivo producido por el radio de un vecino. • • • • • Falta de información y de conocimientos a la población sobre interpretación de los fenómenos criminológicos. Ausencia de continuidad en las acciones emprendidas. Inexistencia de coordinación entre las agencias del sistema, aunque todas muestran tanto objetivos como programas y logros en sus programas anuales de trabajo, y al cierre anual todo se ha cumplido o se logró el objetivo. Carencia de responsabilidades precisas e individualizadas personal u orgánicamente por el incumplimiento de programas y objetivos, o por la gestión discontinua, mal planificada o infundada. Orientación de los programas de acción antidelictiva hacia los programas políticopartidistas, de grupos, de impacto social, de mass media. Como corolario, resulta oportuno citar una segunda advertencia que hace Hassemer a quienes propugnan por un Derecho Penal eficaz: “Pero sobre todo debe tenerse en cuenta, que un Derecho penal contundente tiene también sus costos y se paga con la renuncia a principios políticamente valiosos y difíciles de mantener (...). Actualmente estamos viviendo una dramatización de la violencia y la amenaza. Ante esta situación se está elaborando una Política criminal que tiende a hacer del Derecho penal, endureciéndolo y reestructurándolo, un instrumento de direccionismo estatal. En caso de necesidad se considera que Simbolismo de las actuaciones, de los programas, de la persecución; todo llevado al plano de la semiología jurídica pero no al de la materialidad que promueva la identificación del ciudadano con los órganos creados para su protección. Potenciación de la sensación de peligro y de la necesidad de prevención, para legitimar las actuaciones abusivas en contra de los derechos ciudadanos. 56 Cuadernos de Estudio del Ministerio Público de Costa Rica N° 9 -Revista Especializada en Criminología y Derecho Penal- los principios que caracterizan nuestra cultura, no deben ser tenidos en cuenta o considerarse vigentes. El provecho que de ello se obtiene es escaso y los costes muy altos: a la larga, un Derecho penal así concebido perderá su fuerza de convicción”. (Hassemer, 1994, p. 97). Vale acotar que, en razón de la dependencia sistemática que debe existir entre la política de persecución penal y la política social, es necesario admitir que la criminalidad está más asociada a la pobreza como manifestación del paradigma socioeconómico, que a otro tipo de paradigmas que atraviesan el fenómeno criminológico –como las proclividades personales-1 La lucha contra la pobreza y no contra los pobres, es un factor indiscutible en toda política social del Estado democrático, en donde el pluralismo, la participación ciudadana, la promoción de las oportunidades y la no exclusión de personas, son los derroteros propios de toda política social, los cuales se reflejan en el modo de perseguir las conductas no queridas. A la política criminal se le hace cierta la famosa y añeja frase de von Liszt: “La mejor política criminal es una buena política social”. BIBLIOGRAFÍA Al día (periódico) (1999). Costa Rica, 29 de noviembre, pág. 6. Chirino Sánchez, Alfredo (1999). “Elementos para el diseño de una política de persecución del Ministerio Público”. En: Política de persecución penal y elementos de gestión del Ministerio Público. Costa Rica, Unidad de Capacitación y Supervisión, Ministerio Público. Hassemer, Winfried (1994). “El destino de los derechos del ciudadano en un Derecho penal ´eficaz´”. En: Revista de Ciencias Penales N° 8. Costa Rica. La Nación (periódico) (2004). Costa Rica. Domingo 18 de abril, p. 25-A Ministerio Público de Costa Rica. Comisión del Ministerio Público para el análisis del Proyecto de Reforma al Código Penal (2003). Observaciones criminológicas y técnico-jurídicas al Proyecto de Código Penal N°11871. Costa Rica, Imprenta Judicial. Sandoval Huertas (2003). “La región más oscura y más transparente del poder estatal: a propósito de la regulación disciplinaria para las cárceles colombianas”. En: Universidad Estatal a Distancia. Antología de política criminal. Costa Rica, EUNED. Tocora, Fernando (1997). Política Criminal Contemporánea, Colombia, Temis. Zaffaroni, E. R. (2000). El proceso penal. Sistema penal y derechos humanos. México, Porrúa. Zúñiga Rodríguez, Laura (2003). “Política Criminal”. En: Universidad Antología de Política Criminal. Costa Rica, EUNED 1 En ese sentido se puede ver el numeral 3 de los Principios rectores en materia de prevención del delito y justicia penal en el contexto del desarrollo y de un nuevo orden económico internacional, recomendados por el VII Congreso de las Naciones Unidas sobre Prevención del Delito y Tratamiento del Delincuente. 57 INFORMÁTICA Y PROTECCIÓN DE LA INTIMIDAD: EN REFERENCIA AL DELITO DE VIOLACIÓN A LAS COMUNICACIONES ELECTRÓNICAS Lic. Guillermo Sojo Picado I. Introducción Este ensayo examina el delito previsto en el numeral 196 bis del Código Penal costarricense bajo el nomen iuris de violación a las comunicaciones electrónicas. Igualmente estudia la tutela al ámbito de la intimidad personal que se protege con esa norma. Dicha norma tuvo su origen en una propuesta de reforma que fue impulsada en su momento por la Procuraduría General de la República, mediante la cual también se introducen algunos otros delitos en el Código Penal; tales como el fraude informático (217 bis del C. P.) y la alteración de datos y sabotaje informático (229 bis del Código Penal). Sin embargo, el texto original respecto de ese 196 bis, redactado por la Procuraduría General, no fue aceptado en su totalidad por la Asamblea Legislativa, y por ende, algunos aspectos que contemplaba el proyecto original quedaron sin regulación legal. He estructurado el ensayo, analizando primero la protección que nuestro ordenamiento, confiere a la intimidad, y al derecho a la propia imagen, la que inclusive tiene - como veremos rango constitucional (sección I), y que también encuentra desarrollo en otras normas legalespara luego hacer una análisis del tipo penal enunciado, entre ellos su origen, (sección II), el bien jurídico tutelado (Sección III). Igualmente se abordan algunos aspectos de tipicidad, antijuricidad y culpabilidad (Sección IV). Finalmente, haré una exposición comparativa con respecto al Capitulo de los Delitos contra La Autodeterminación Informativa que contempla el Proyecto de Código Penal presentado en este momento en la Asamblea Legislativa. Considero que el numeral 196 bis del actual Código Penal es insuficiente e incompleto, toda vez que no se regulan muchos aspectos importantes, notados especialmente ante la influencia de las tecnologías de la información, y la expansión de las comunicaciones debido a la informática y telemática, como si se regula, v. g. , en España. Se plantea igualmente que el legislador al introducir esta reforma, tuvo la oportunidad de regular otra serie de aspectos, pero por una deficiente técnica legislativa - al igual que sucedió con el llamado delito informático - la modificación pese a sus buenas intenciones, contiene omisiones importantes. En el proyecto de reforma al Código Penal, se establece un capítulo de Delitos en contra de la Autodeterminación Informativa y establece algunas figuras que en definitiva buscan una mejor tutela al derecho a la intimidad e introduce mejoras en la regulación de estas conductas. Sin embargo, igualmente existen falencias que el Proyecto de Código Penal no corrige desaprovechándose una vez más la coyuntura para establecer una mejor legislación en tan importante materia. II. Intimidad y protección penal. Derecho a la propia imagen La intimidad forma parte de los derechos individuales que tutela nuestro ordenamiento. 59 Cuadernos de Estudio del Ministerio Público de Costa Rica N° 9 -Revista Especializada en Criminología y Derecho Penal- especial, aprobada por dos tercios de la totalidad de los Diputados, determinará cuales otros órganos de la Administración Publica podrán revisar los documentos que esa ley señale en relación con el cumplimiento de sus competencias de regulación y vigilancia para conseguir fines públicos. Asimismo, indicará en que casos procede esa revisión. No producirán efectos legales, la correspondencia que fuere sustraída ni la información obtenida como resultado de la intervención ilegal de cualquier comunicación”. Tan es así que funge como un derecho fundamental que se encuentra establecido en la propia Constitución Política. Efectivamente el numeral 24 de la Constitución Política costarricense, establece: “Se garantiza el derecho a la intimidad, a la libertad y al secreto de las comunicaciones. Son inviolables los documentos privados y las comunicaciones orales escrita, orales o de cualquier otro tipo de los habitantes de la República. Sin embargo, la ley, cuya aprobación y reforma requerirá de los votos de dos tercios de los Diputados de la Asamblea Legislativa, fijará en que casos podrán los Tribunales de Justicia ordenar el secuestro, registro o examen de los documentos privados, cuando sea absolutamente indispensable para esclarecer asuntos sometidos a su conocimiento. Igualmente, la ley determinará en cuáles casos podrán los Tribunales de Justicia ordenar que se intervenga cualquier tipo de comunicación e indicará los delitos en cuya investigación podrá autorizarse el uso de esta potestad excepcional y durante cuanto tiempo. Asimismo señalará las responsabilidades y sanciones que apliquen ilegalmente esta excepción. Las resoluciones judiciales amparadas en esta norma deberán ser razonadas, podrán ejecutarse de inmediato. Su aplicación y control serán responsabilidad indelegable, de la autoridad judicial. La ley fijará los casos en que los funcionarios competentes del Ministerio de Hacienda y de la Contraloría General de la República, podrán revisar los libros de contabilidad y sus anexos para fines tributarios y para fiscalizar la correcta utilización de los fondos públicos. Una ley Existen igualmente otra gran cantidad de normas, que de un modo u otro tutelan el derecho a la intimidad, entre ellas la Ley Sobre Registro, Secuestro y Examen de Documentos Privados e Intervención de las Comunicaciones. Dicha Ley no solo establece que es competencia de los Tribunales de Justicia el “… autorizar el registro, el secuestro o el examen de cualquier documento privado, cuando sea absolutamente indispensable, para esclarecer asuntos penales sometidos a su conocimiento”, sino que también regula lo que se debe entender como documento privado, entre ellos “… la correspondencia epistolar, por fax, télex, telemática o cualquier otro medio; los videos, los casetes, las cintas magnetofónicas, los discos, los disquetes, los escritos, los libros, los memoriales, los registros, los planos, los dibujos, los cuadros, las radiografías, las fotografías y cualquier otra forma de registrar información de carácter privado, utilizados con carácter representativo o declarativo, para ilustrar o comprobar algo”. Sobre el derecho sobre legal a la intimidad también puede consultarse, el numeral 12 de la Declaración Universal de Derechos Humanos, 5 y 10 de la Declaración Universal de Derechos 60 Cuadernos de Estudio del Ministerio Público de Costa Rica N° 9 -Revista Especializada en Criminología y Derecho Penal- Humanos, el 17 del Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos, el 11 de la Convención Americana de Derechos Humanos, el 16 del la Convención de los Derechos del Niño. Sobre la protección civil de la intimidad, concretamente sobre el derecho a la imagen, puede verse también el artículo 47 del Código Civil. Igualmente, existen otra serie de regulaciones con respecto al examen de documentos privados y por su gran cantidad no transcribimos dada la naturaleza de este artículo. (cf. en este sentido, la enumeración tanto de legislación ordinaria como de reglamentos en: CHINCHILLA CALDERÓN, 2004, p. 32 a 38). El derecho a la intimidad, concretado, no exclusivamente a través del derecho a la inviolabilidad del domicilio, sino en general a la vida privada, a la imagen y al secreto de las comunicaciones, es un derecho regulado constitucionalmente, y desarrollado profusamente en la legislación ordinaria. Ese derecho lo define SERRANO ALBERCA, recogiendo la opinión de BAJO FERNÁNDEZ, como sigue: “Dentro de los derechos primarios esenciales que posee la persona individual como persona física, considerada en forma aislada, destacan los denominados derechos de la personalidad, que son aquellos que conceden un poder a las personas para proteger la esencia del ser humano y sus más importantes cualidades. Si bien es cierto, como reconoce la doctrina, que la extensión y el contenido de estos derechos de la personalidad son diversos, se suelen reconocer como tales entre otros, el derecho a la intimidad personal y a la propia imagen que afectan, en general a la intimidad de la persona, a lo que se ha dado en llamar su vida privada, y en cuya esfera se encuentran el derecho a la imagen, el derecho a la inviolabilidad del domicilio y de las comunicaciones (postales, tele- gráficas y telefónicas) y el derecho al honor”. (SERRANO ALBERCA, 2001, p. 331 citado por RUEDA MARTÍN, 2004, p. 20). Asimismo el autor ROMEO CASABONA, entiende por intimidad aquellas manifestaciones de la personalidad individual o familiar, cuyo conocimiento o desarrollo quedan reservadas a su titular, o sobre las que ejerce alguna forma de control cuando se ven implicados terceros, entendiendo por tales tanto los particulares como los poderes públicos. En opinión de CUERVO, la elaboración constitucional que sirve de procedente a la constitucionalización del derecho a la intimidad, concebido como “the right to be let alone”, fue concebida por el juez Cooney, y no es otra cosa que el derecho a ser dejado en paz, a ser dejado solo, y se originó en 1890, cuando WARREN y BRANDEIS publicaron un artículo sobre “The Right to Privacy”. (cf. UNED, Materiales de Estudio para el doctorado en derecho, 2005) Algunas Constituciones Políticas, entre ellas la Española regulan de manera expresa el derecho a la intimidad e inclusive establecen la necesidad de que sea la legislación ordinaria la que regule el uso de la informática para garantizar el honor y la intimidad personal y familiar. Dada la importancia que reviste, transcribo el numeral 18 de la Constitución Española, el cual indica: “1- Se garantiza el derecho al honor, a la intimidad personal y familiar y a la propia imagen. 2- El domicilio es inviolable. Ninguna entrada o registro podrá hacerse en él sin consentimiento del titular 61 Cuadernos de Estudio del Ministerio Público de Costa Rica N° 9 -Revista Especializada en Criminología y Derecho Penal- o resolución judicial, salvo el caso de flagrante delito. 3- Se garantiza el secreto de las comunicaciones y, en especial de las postales, telegráficas y telefónicas, salvo resolución judicial. 4- La ley limitará el uso de la informática para garantizar el honor y la intimidad personal y familiar de los ciudadanos y el pleno ejercicio de su derecho”. (cf. CONSTITUCIÓN POLITICA, Madrid. 2004, Revisión realizada por la Letrada de las Cortes Generales Mercedes Araujo Díaz de Terán. Novena Edición, Setiembre del 2004, Imprenta Nacional del Boletín Nacional del Estado. Madrid.) A su vez, normas de carácter transnacional recientes como el Tratado que establece una Constitución para Europa (Unión Europea) contienen normas que regulan el derecho a la intimidad en sus diversas manifestaciones, e igualmente el derecho a obtener protección ante el uso indebido de datos personales (habeas data), en cuanto se regula, en el numeral II- 67, lo siguiente: “Toda persona tiene derecho al respeto de su vida privada y familiar, de su domicilio y de sus comunicaciones”, e igualmente, en el numeral II- 68 a la protección de datos de carácter personal, en cuanto se dice que: “1- Toda persona tiene derecho a la protección de los datos de carácter personal que la conciernan” así como que estos datos se traten “… de modo leal, para fines concretos y sobre la base del consentimiento de la persona afectada o en virtud de otro fundamento legítimo previsto por la ley. Toda persona tiene derecho a acceder a los datos recogidos que la conciernan y a obtener su ratificación”. (cf. “Tratado por el que se establece una Constitución para Europa”. En: Documentación. Aula Iberoamericana. Consejo General del Poder Judicial de España. Escuela Judicial, octubre - Diciembre 2004, p- 67). De modo que la definición y los diversos aspectos que contempla el derecho la intimidad, no es una cuestión sencilla, y que como lo ha reconocido el Tribunal Constitucional Español, contempla la existencia de un ámbito propio y reservado frente a la acción y el conocimiento de los demás, necesario, según las pautas de nuestra cultura, para mantener una calidad mínima de la vida humana. (cf. RUEDA MARTÍN, 2004). En otros términos, lo que tutela el derecho a la intimidad, es “… un derecho al secreto, a ser desconocido, a que los demás no sepan qué somos o que hacemos, vedando que terceros o poderes públicos, decidan cuales son los lindes de nuestra vida privada pudiendo cada persona reservarse un espacio reservado la curiosidad ajena, sea cual sea el contenido de ese espacio”. (en este sentido, resoluciones del Tribunal Constitucional Española del 15/07/ 1999, 15/05/ 2000, 22/4/2002 y 14/10/2002. En otro voto, se dijo por este Tribunal, lo siguiente: “Los derechos fundamentales y el derecho a la intimidad lo es, son derechos de mayor valor… La intimidad es, probablemente, el último y más importante reducto, con el derecho a la vida, a la integridad y a la libertad a la persona humana, de las mujeres y de los hombre todos. Si en él se introducen quiebras sin la suficiente justificación, puede romperse el equilibrio y la cimentación en el que se sustenta el edificio social en cuanto sostenedor, a su vez, del Ordenamiento, que nace y vive para defender a la persona”. (Tribunal Constitucional Español, auto 610- 1990). 62 Cuadernos de Estudio del Ministerio Público de Costa Rica N° 9 -Revista Especializada en Criminología y Derecho Penal- En este mismo sentido también la Sala Constitucional costarricense se ha ocupado del derecho a la intimidad, y lo ha definido como “… el derecho del individuo a tener un sector personal, una esfera privada de su vida, inaccesible al público salvo expresa voluntad del interesado”. (votos 678- 91 y 5376- 94). Debe indicarse entonces que la protección a la intimidad encuentra previsión en diversas normas, y ha sido objeto de desarrollo jurisprudencial, especialmente de la Sala Constitucional. En lo que hace a la protección positiva concretada en normas penales, nos interesa – siempre dentro del contexto del surgimiento de la informática y de las nuevas tecnologías de la información - referirnos al Libro II Título VI “ Delitos contra el ámbito de intimidad”, concretamente al artículo 196 bis del Código Penal. De seguido nos referimos a estos aspectos. III. El delito de violación a las comunicaciones electrónicas 1. Origen del numeral 196 bis del Código Penal costarricense las diversas modalidades en que a criterio del legislador se manifiesta la criminalidad por ordenadores, tuvo su origen en una preocupación por esa materia y se tradujo en un Proyecto de Ley proveniente de la Procuraduría General. Dicho Proyecto, también tuvo como antecedente el encuentro de Ministros de Justicia del Continente Americano que se realizó en Costa Rica en febrero del 2000, y en que se planteó el creciente fenómeno de la delincuencia informática. (cf. CHINCHILLA SANDÍ, ibidem). En esa reforma se planteó la necesidad de introducir tres adiciones al Código Penal; esto es los artículos 196 bis, 217 bis, agregar un inciso 5 al numeral 229 y finamente una adición al numeral 9 de la Ley Sobre Registro, Secuestro y Examen de Documentos Privados e Intervención de las Comunicaciones, que fundamentalmente pretendía ampliar el abanico de los delitos a los cuales se les aplicaría la intervención de las comunicaciones, agregando los delitos que estén vinculados al uso de comunicaciones telemáticas o electrónicas. En cuanto a adicionar un numeral 196 al Código Penal, el contenido propuesto por la Procuraduría General de la República, decía lo siguiente: Según han indicado algunos (CHINCHILLA SANDI, 2004, p. 95), fue en octubre del 2001, que se logró incorporar la primera reforma al Código Penal en la que se describen tres conductas, antes no regulados en el Código Penal: la primera dirigida a regular el delito de la violación en las comunicaciones electrónicas (artículo 196 bis) - que es tipo penal al que se limita este breve ensayo - el siguiente relacionado con el fraude informático (art. 217 bis), y por ultimo el ilícito de alteración de datos o sabotaje informático (art. 229 bis). Estas reformas al Código Penal, que tuvieron como finalidad regular “Artículo 196 bis. Violación de las comunicaciones electrónicas. Será reprimido con pena de uno a cuatro años la persona que, para descubrir los secretos o vulnerar la intimidad de otro, sin su consentimiento, se apoderare de sus mensajes de correo electrónico o cualesquiera otro tipo de telecomunicación de tipo remoto, documentos magnéticos, intercepte sus telecomunicaciones, o utilice artificios técnicos de escucha, transmisión, grabación, o reproducción 63 Cuadernos de Estudio del Ministerio Público de Costa Rica N° 9 -Revista Especializada en Criminología y Derecho Penal- de sonido o de la imagen o de cualquier otra señal de comunicación telemática para lograr ese objetivo. cediere datos reservados de personas jurídicas, sin el consentimiento de sus representantes”. Las mismas penas se aplicarán al que, sin estar autorizado, accese, se apodere, utilice, modifique o altere, en perjuicio de tercero, datos reservados de carácter personal o familiar de otro que se hallen registrados en ficheros o soportes informáticos, electrónicos o telemáticos, o en cualquier otro tipo de archivo o registro público o privado, ya sea en perjuicio del titular de los datos o de un tercero. Sin embargo, el texto que se propuso no fue acogido en su totalidad, sino que fue recortado, con las consecuencias que luego habremos de considerar más adelante, especialmente en cuanto la norma definitivamente aprobada, no solo deja sin regular una serie de aspectos, sino que -como dice CHINCHILLA SANDÍ- hace incurrir en errores al momento de interpretar los elementos descriptivos y normativos del tipo. Se impondrá la pena de prisión de dos a cinco años, si se difunden, revelan o ceden a terceros los datos o hechos descubiertos o las imágenes captadas a que se refieren los números anteriores. 2- Reforma parcial del Código Penal de 1971 por Ley N° 8184 del 24 de octubre de 2001. Adición del numeral 196 bis al Código Penal. Regulación actual Será castigado con las penas de prisión de uno a tres años, el que, con conocimiento de su origen ilícito y sin haber tomado parte en su descubrimiento, realizare la conducta describe el párrafo anterior. En lo conducente a los fines de este ensayo, el numeral 196 bis del Código Penal, que regula la figura de violación de comunicaciones electrónicas, indica lo siguiente: “Será reprimida con pena de prisión de seis meses a dos años, la persona, que para descubrir los secretos o vulnerar la intimidad de otro, sin su consentimiento, se apodere, accese, modifique, altere, suprima, intercepte, interfiera, utilice, difunda o desvíe de su destino, mensajes, datos o imágenes contenidas en soportes: electrónicos, informáticos, magnéticos, y telemáticos. La pena será de uno a tres años de prisión, si las conductas descritas en el párrafo anterior, son realizadas por personas encargadas de los soporte: electrónicos, informáticos, magnéticos y telemáticos”. Si los hechos descritos en los párrafos 1 y 2 de este artículo se realizaren por las personas encargadas o los responsables de los ficheros, soportes informáticos, electrónicos o telemáticos, archivos o registros, se impondrá pena de prisión de dos a seis años. Si los hechos descritos en este artículo se realizaren con fines lucrativos, la pena será de cuatro a siete años. Lo dispuesto en este artículo será aplicable al que descubriere, revelare o 64 Cuadernos de Estudio del Ministerio Público de Costa Rica N° 9 -Revista Especializada en Criminología y Derecho Penal- De seguido procedo a analizar algunos aspectos de esta figura, entre ellas el bien jurídico tutelado y los aspectos de tipicidad, antijuricidad y culpabilidad. IV. El bien jurídico tutelado en el delito de divulgación de las comunicaciones electrónicas Este delito se ubica en el capítulo del Código Penal relativo a los delitos en perjuicio de la intimidad, y como tal protege este bien jurídico y como vimos en el punto II, tiene acordado rango constitucional y se concreta en diversas normas legales. El concepto “intimidad” es de difícil precisión, pero básicamente se le relaciona con aquellas manifestaciones de la personalidad individual o familiar, cuya reserva y conocimiento compete a su titular y respecto del cual puede exigir la exclusión o la implementación de determinados controles, de los particulares; o bien, del poder del Estado. Para algunos, la definición más idónea que ha dado la doctrina respecto del concepto de intimidad es la que brinda ROMEO CASABONA. Dice este autor que dicho término engloba aquellas manifestaciones de la personalidad individual o familiar cuyo conocimiento o desarrollo quedan reservados a su titular o sobre las que ejerce algún tipo de control cuando se ven implicados terceros, e incluso los mismos poderes públicos. En consecuencia, el derecho a la intimidad supone también el reconocimiento de esa reserva o de ese control que puedan llegar a ejercer terceros. Para ROMEO CASABONA, la intimidad así entendida encuentra tres cauces principales de protección penal. En primer lugar la protección de la intimidad como reducto de la manifestación de la personalidad en la vida privada. En segundo lugar, la protección de la intimidad en su manifestación de confidencialidad compartida. Finalmente - y en tercer lugar - la protección de la intimidad en relación con el procesamiento y comunicación de datos a través de las modernas tecnologías de la información y de la comunicación (TIC). (ROMEO CASABONA, citado por RUEDA MARÍN, 2004, p. 28). En nuestro medio el derecho a la intimidad en su definición ha sido objeto de los pronunciamientos de la Sala Constitucional. Igualmente existe abundante jurisprudencia proveniente del Tribunal Constitucional Español al desarrollar el contenido de la previsión 18 de al Constitución Española, citado supra. Así la Sala Constitucional costarricense ha señalado que el derecho a la intimidad tiene un contenido positivo que se manifiesta en múltiples formas, como por ejemplo: el derecho a la imagen, el domicilio y la correspondencia. Para la Sala el derecho a la vida privada se puede definir como la esfera en la cual nadie puede inmiscuirse. La libertad de la vida privada es el reconocimiento de una zona de actividad que es propia de cada uno y el derecho a la intimidad limita la intervención de otras personas o de los poderes públicos en la vida privada; esta limitación puede manifestarse tanto en la observación y captación de la imagen y documentos en general, como en las escuchas o grabaciones de las conversaciones privadas y en la difusión o divulgación posterior de lo captado u obtenido sin el consentimiento de la persona afectada. El derecho a la intimidad está protegido por normas penales que tipifican como delitos el descubrimiento y la revelación de secretos. (Sala Constitucional Voto 4463- 96). Existen otra gran cantidad de resoluciones de las Sala Constitucional sobre el derecho a la intimidad, y que tratan este tema desde situaciones particulares, tales como la 65 Cuadernos de Estudio del Ministerio Público de Costa Rica N° 9 -Revista Especializada en Criminología y Derecho Penal- el derecho de rectificación y el derecho a ser informado de los datos registrados acerca de la persona. Dentro de este aspecto individual, se encuentra el derecho a que los datos registrados sean utilizados exclusivamente para la finalidad concreta para la que han sido obtenidos. En el artículo 18. 4 de la C. E. se establece que “la ley limitará el uso de la informática para garantizar el honor y la identidad personal y familiar de los ciudadanos y el pleno ejercicio de sus derechos, y de este precepto un sector doctrinal ha extraído el derecho fundamental a la libertad informática o autodeterminación informativa. El fundamento de ese mandato es el peligro real y efectivo que la acumulación informática de datos sobre las personas puede representar sobre la libertad y derechos de los ciudadanos, y en especial, sobre la vida privada”. (RUEDA MARTÍN, 2004, p. p. 29- 30). delimitación de los aspectos que comprende el domicilio de las personas (Voto 3567- 96), o respecto de las potestades de las autoridades para ordenar pruebas en sede penal cuando medie una intervención corporal (extracción de muestras de semen, test falométricos para medir la capacidad de erección del pene, o masaje prostático) en que se requiere el consentimiento de la persona y la fundamentación de la resolución que así lo ordene. (cf. voto 2893- 96 Sala Constitucional). Existe otra gran cantidad de votos sobre el derecho a la intimidad y que no solo desarrollan el concepto, sino que hacen referencia a casos concretos. (sobre este punto, se puede consultar algunos de estos votos en: Constitución Política de La República de Costa Rica, Anotada, Concordada y con Jurisprudencia Constitucional. San José, Costa Rica. IJSA. Asamblea Legislativa Octubre 1999, en particular los votos anexos al artículo 24 constitucional). En España, se discute sí el delito relativo a la violación de las comunicaciones electrónicas protege la intimidad, o bien un derecho a la protección de los datos personales, pues se ha dicho que una tutela exclusiva la intimidad no es suficiente. En este sentido la autora María Ángeles Rueda Marín, comentando las posiciones de Morales Prats, Romeo Casabona y Espín, señala que: “Los constitucionalistas han señalado que dentro de los aspectos esenciales en la relación informática / derecho cabe destacar el aspecto individual, y que se refiere a la protección de los derechos del individuo frente al sistema de proceso de datos que comprenden la protección de la privacidad y el derecho de acceso de datos (habeas data), cuyos corolarios son En otros términos, la intimidad no es otra cosa que aquella esfera reservada para sí por el propio individuo y en los aspectos más básicos de su autodeterminación como persona. (STC 99- 1994). Modernamente en lo que se refiere a los delitos en que media la utilización de computadoras, se habla de una tutela a un derecho a la libertad y la autodeterminación informativa. En realidad, lo importante es extender esa tutela a todos los datos de carácter personal, pues como dice RUEDA MARTÍN, parafraseando a ROMEO CASABONA, el bien jurídico intimidad, deviene en insuficiente para la protección y tutela penal, especialmente en lo que se refiere al tratamiento que se dan a los datos por parte de las nuevas tecnologías de la información. (RUEDA MARTÍN, 2004, p. 30). Otros abogan por sostener que 66 Cuadernos de Estudio del Ministerio Público de Costa Rica N° 9 -Revista Especializada en Criminología y Derecho Penal- el bien jurídico tutelado en este delito es la libertad informática. Sin embargo, otros, indican que existen muchas discusiones en torno al concepto de delito informático - denominado por otros como computer crime o computer Kriminalitat – que no es más que aquel delito cometido por medios informáticos, y que se constituyen en nuevas formas de comisión de conductas ya descritas en sede penal, rechazando incluso la existencia de un bien jurídico autónomo para esta clase de delitos. (REINA ALFARO, 2001. p. 25). nuevo reto. Esto ha hecho que “… la doctrina constitucional se haya ocupado de un nuevo derecho con un nuevo ropaje en la era tecnológica; se trata nada menos que del derecho a la privacidad y la dignidad en el ropaje de la hoy muy discutida y analizada “autodeterminación informativa”.” (cf. Sala Constitucional Voto 5802 de las 15.36 horas del 27 de julio de 1999). Igualmente se ha dicho que: “La protección del derecho a la intimidad ha evolucionado con el desarrollo de los medios de información y comunicación, cuyo nivel de complejidad ha permitido el archivo de cantidades de datos cada vez más grandes sobre las personas y ha abierto la posibilidad de procesar esa información con un alto grado de precisión y en muy poco tiempo, por lo que, con este avance sus ataques no solo se tornan más frecuentes, sino también más graves. Actualmente, el desarrollo de la informática ha hecho que los medios con que cuenta el Estado como los particulares en el almacenamiento y transmisión de información adquieran dimensiones que hasta hace poco eran insospechadas. Los datos reservados y clasificados en bases de datos o en cualquier otra forma de almacenamiento de información pueden ser utilizados con distintos fines, provocando una lesión a principios básicos constitucionales no solo por producir nuevos contextos para la información sino por permitir una imposibilidad de control de las informaciones que los ciudadanos han entregado en la confianza que sean utilizados de determinada forma. Este conflicto, que puede ser enmarcado en forma general como un conflicto entre No faltan quienes traten de precisar el bien jurídico del delito objeto de estudio, como la libertad informática, comprensiva de la posibilidad de controlar los datos personales por parte del interesado. (RUEDA MARTÍN, 2004, p. 31). Lo importante es destacar que ese concepto de autodeterminación informativa - que se relaciona directamente con el control de la información que se tiene de una persona, en registros públicos o privados, y que son almacenados mediante medios informáticos - si bien no tiene un reconocimiento expreso (salvo claro está que se apruebe el Proyecto de Código Penal, según veremos infra), es una manifestación del derecho a la intimidad. En este sentido, la Sala Constitucional ha sostenido que en la medida en que el ciudadano pueda ejercer el control de las informaciones que sobre él circulan en todos los ámbitos, en esa misma medida deja de ser una simple pieza del poder. Ese control a la información que en todos los ámbitos se tiene del individuo, debido fundamentalmente al gran desarrollo que han tenido las nuevas tecnologías de la información y la comunicación, ha colocado al derecho a la intimidad y la privacidad del individuo ante un 67 Cuadernos de Estudio del Ministerio Público de Costa Rica N° 9 -Revista Especializada en Criminología y Derecho Penal- intereses públicos y privados, no puede ser resuelto a través de la prevalencia del interés general sobre el particular, no solo porque conduciría a negar al individuo como una parte indispensable de la sociedad sino porque a este debe dotársele de la posibilidad de controlar la información que sobre él se maneja”. (mismo voto citado anteriormente). De lo anterior se concluye que para la Sala Constitucional, se reconoce el derecho a la autodeterminación informativa como manifestación del derecho a la intimidad. (cf. votos 5802- 99, 1345- 98, y 4147- 00, citados en Dictamen de la Procuraduría General de la República C- 0372002 del 8 de febrero del 2002, con ocasión de la consulta del ICE sobre el control y grabación de las llamadas “call center”). Esta posición de la Sala Constitucional tiene su razón de ser, pues nuestro sistema jurídico no tiene reconocido de manera expresa la autodeterminación informativa, pero si un derecho a la intimidad, del cual se extrae aquel. Lo anterior no sucede - según también lo indicamos líneas arriba - en el caso español en que expresamente la Constitución reconoce el numeral 18. 4 que “...la ley determinará el uso de la informática para garantizar el honor y la intimidad personal y familiar de los ciudadanos y el pleno ejercicio de sus derechos”. Sin embargo, es factible sostener y entender que la autodeterminación informativa como un derecho autónomo si deriva de la Constitución Política costarricense, expresamente de los numerales 20, 24 y 33, tal y como, por ejemplo, lo ha reconocido la Procuraduría General de la República en el dictamen referido. En suma, ese surgimiento de la nuevas tecnologías de la información y comunicación, así como el desarrollo cada vez más rápido de las compu- tadoras y medios de comunicación, hacen que el individuo esté, hoy más que nunca, expuesto al control de sus datos, y por ende, es necesario regular la posible divulgación de secretos por medio de la informática. Autores como MORALES PRATS han llegado de afirmar que la tutela del derecho a la intimidad, entendido como libertad informática o habeas data, ante la información de datos personales representa uno de los intereses difusos, lo cual lleva en criterio de otros autores a sostener que la intimidad como bien jurídico está hoy mas que nunca en peligro, esto en cuanto “...son muchos los ordenadores en que aspectos muy importantes de nuestra existencia aparecen incorporados y no sabemos hasta donde puede llegarse en este sentido y del peligro real que con ello comportará, teniendo en cuenta el célebre aforismo de que allí donde esta la información está el poder”. (RUIZ VADILLO, p. 59). En este sentido, y dada esa trascendencia del bien jurídico intimidad, es que este ensayo tratará algunos de los elementos del delito de “violación de comunicaciones electrónicas” previsto en el numeral 196 bis del Código Penal en los elementos típicos. V. Elementos del tipo penal de la violación de comunicaciones electrónicas El artículo 196 bis del Código Penal establece: “Será reprimido con pena de prisión de seis meses a dos años, la persona que, para descubrir los secretos, o vulnerar la intimidad de otro, sin su consentimiento, se apoderare, accese, modifique, altere, suprima, intercepte, interfiera, utilice, difunda o desvié de su destino, mensajes, datos, e imágenes contenidas en soportes: electrónicos, informáticos, magnéticos, telemáticos. La pena será de uno a tres años de 68 Cuadernos de Estudio del Ministerio Público de Costa Rica N° 9 -Revista Especializada en Criminología y Derecho Penal- prisión, si las acciones descritas en el párrafo anterior, son realizadas por personas encargadas de los soportes: electrónicos, informáticos, magnéticos y telemáticos” (así reformado por Ley 8148 del 26 de octubre del 2001, publicado en La Gaceta del 21 de noviembre del 2001). De una lectura simple de esta norma, se observa que contiene gran cantidad de errores de técnica legislativa. Es un tipo penal reiterativo, incompleto y mal redactado. Este tipo penal está compuesto por la realización de diez conductas o verbos descriptivos, todos dolosos, y mediante los cuales se comete la acción: apodere, accese, modifique, altere, suprima, intercepte, interfiera, utilice, difunda o desvíe. Dichas acciones deben recaer sobre mensajes, datos e imágenes contenidas en soportes electrónicos, informáticos, magnéticos, y telemáticos. Pese a la gran cantidad de verbos que pretenden ser comprensivos de una mayor cantidad de acciones, el legislador olvida la reaceptación de la información, y la venta de información contenida en esos soportes, lo cual ya es un enorme vacío legal. 1. El tipo objetivo El sujeto activo de este delito puede ser cualquier persona, ya que el tipo no requiere ninguna condición especial para su autoría. Lo único que hace es aumentar la pena, en el caso de que la acción o las acciones las cometa la persona encargada de los soportes. Se puede decir que esta esa una agravante por la condición privilegiada que tiene el sujeto. El sujeto pasivo de la figura es aquella persona titular de la materialidad de los mensajes, datos e imágenes. Igualmente que sea el titular del contenido de esos mensajes, datos e imágenes. Se trata de un delito de los que la doctrina ha denominado como mixto alternativo (RUEDA MARTÍN, p. 40. 2004), toda vez que se configura con la realización de cualquiera de las conductas o bien con algunas de ellas. Véase que el tipo penal no contempla la retención de los mensajes, datos e imágenes. Ese apoderamiento, no es limita únicamente al aspecto material, sino que puede contemplar aquel que ocurre de modo virtual, y como dice la doctrina - dado el sistema que se utilice - le permita al sujeto activo reproducir la imagen, el mensaje, etc. , mediante el fotografiado, escaneo, etc. Algunas legislaciones contemplan el apoderamiento de mensajes de correo electrónico, como sucede en el caso del numeral 157. 1 del Código Penal español. En el caso costarricense tal supuesto está contemplado en artículo 196 bis cuando nos habla de “mensajes” en general. Se puede decir entonces que este delito es una figura de mera actividad, y que se consuma con la realización de algunas de las conductas ahí previstas, siempre y cuando exista el dolo del autor de violar las comunicaciones electrónicas, vulnerar la intimidad ajena, y faltando la autorización del que puede disponer de ese bien. Es importante destacar que es un delito de acción pública, sin que sea necesaria la denuncia del ofendido, pues no se trata de un delito perseguible a instancia privada conforme el numeral 18 del Código Procesal Penal. Es un delito instantáneo que se consuma en el preciso momento en que se lleva a cabo cualquiera de las acciones descritas. El objeto material del delito sobre el recae la acción, es con respecto a soportes electrónicos, informáticos, magnéticos o telemáticos. 69 Cuadernos de Estudio del Ministerio Público de Costa Rica N° 9 -Revista Especializada en Criminología y Derecho Penal- Quiere el legislador adecuar ese objeto material sobre el que recae la acción a las novedosas técnicas que van surgiendo, y obviamente se incluyen disketes, cds, tarjetas magnéticas, cintas de video y audio. 2. El tipo subjetivo Está constituido por el dolo, es decir por la conciencia y voluntad de realización de los elementos del tipo objetivo. Aparte del dolo se exige la realización de cualquiera de los verbos definitorios; esto es, apodere, accese, modifique, altere, suprima, intercepte, utilice, difunda o desvié) de mensajes, datos e imágenes contenidos en soportes, y con la finalidad de descubrir secretos vulnerar la intimidad de otro. Algunos autores han criticado - tal y como sucede en España con el numeral 197 del Código Penal - que señale que las finalidades de las acciones descriptivas sean descubrir secretos o vulnerar la intimidad de otros toda vez que se dice que bastaba con indicar la vulneración a la intimidad que engloba el descubrir secretos. Así lo ha entendido por ejemplo el Tribunal Supremo Español en sentencia 23/10/ 2000. (cf. RUEDA MARÍN, p. 50. 2004). En suma el delito de violación de las comunicaciones electrónicas, en cuanto al elemento subjetivo del tipo requiere que las acciones ahí previstas se hagan con la finalidad de descubrir secretos o vulnerar la intimidad de otro. mentación en forma paulatina y espaciada a lo largo de los años, siendo que se ha dicho que se trata de un solo delito, pero con un grado de reprochabilidad mayor, y por ende, ha impuesto una pena intermedia al mínimo legal. (Sentencia 28/11/2003 Audiencia Provincial de Baleares, cf. RUEDA MARTÍN, 2004, p. 64). VI. El proyecto de reforma al Código Penal con respecto a la autodeterminación informativa y derecho a la intimidad. Reforma al delito de violación de las comunicaciones electrónicas En realidad tal y como lo hemos visto el artículo 196 bis es defectuoso en su redacción, deja por fuera algunas hipótesis tal como sucede con la retención y venta de la información. Es importante destacar que la información como tal, especialmente aquella que pueda implicar algún beneficio patrimonial, es un bien sumamente valioso. Es preciso regular el intercambio y venta de información. Sin embargo, en la actualidad existe un Proyecto de Ley en la Asamblea Legislativa que - sin que por ello estemos diciendo que sea un dechado de perfección - si por lo menos introduce un capítulo relativo a la autodeterminación informativa. De seguido haré una breve referencia a este proyecto, el cual establece en esa materia los siguientes delitos: Finalmente el delito previsto en el 196 bis del Código Penal, es posible que se cometa en concurso con otras figuras, entre ellas la violación de domicilio o bien las falsedades documentales. En la jurisprudencia española se documenta el caso - por ejemplo - del sujeto activo que se ha venido apoderando de docu- “ARTÍCULO 192. Tratamiento ilícito. Será sancionado con pena de prisión de uno a cuatro años quien dé tratamiento sin previo consentimiento del afectado a comunicaciones, imágenes, datos, soportes informáticos, programas de cómputo 70 Cuadernos de Estudio del Ministerio Público de Costa Rica N° 9 -Revista Especializada en Criminología y Derecho Penal- no destinados a la publicidad, los haga públicos sin la debida autorización aunque le hayan sido dirigidos, será sancionado con pena de prisión de seis meses a dos años. o bases de datos, no públicos o notorios, que pongan en peligro o dañen el ámbito de intimidad del afectado o de otra persona física o jurídica. La pena anterior se aumentará en un tercio cuando la conducta se cometa en las siguientes circunstancias: ARTÍCULO 194. Uso ilícito de registros informáticos. Quien sin autorización y con peligro o daño para la intimidad de otro, utilice los registros informáticos de este, o ingrese por cualquier medio a su banco de datos o archivos electrónicos o digitales, será sancionado con pena de prisión de uno a tres años y multa de treinta a cien días. 1) Mediante la vulneración de elementos físicos de protección o manipulando los programas informáticos de seguridad. 2) Si media ocultamiento, desvío, supresión, adulteración o daño de las imágenes, datos o comunicaciones. ARTÍCULO 195. Divulgación de secretos. Quien teniendo conocimiento de un hecho respecto del que deba jurídicamente guardar secreto, lo revele sin justa causa, de modo que pueda causar perjuicio, será sancionado con pena de prisión de uno a cuatro años. 3) Cuando intervenga la interceptación de transmisiones a distancia. 4) Cuando se propalaren los datos, imágenes o comunicaciones mediante su publicación, transmisión o retransmisión. Igual pena, se aplicará a quien con conocimiento de su origen ilícito, use, difunda o revele la información obtenida. 5) Con fines sexuales, comerciales o de lucro. ARTÍCULO 196. Utilización de la imagen o nombre de otra persona. Quien, en los casos no autorizados por ley, utilice por cualquier medio la imagen o el nombre de otra persona, sin su consentimiento, será sancionado con la pena de treinta a cien días multa En la pena anterior incurrirá también el que contando con la autorización del afectado recolecte datos personales, comunicaciones o imágenes y los desvíe para un fin distinto para el que fue autorizado su tratamiento. ARTÍCULO 197. Circunstancias de agravación. Los extremos de las penas de los artículos anteriores se aumentarán en un tercio, cuando la conducta se realice: 1) Por un servidor público con motivo ARTÍCULO 193. Propalación. A quien hallándose legítimamente en posesión de comunicaciones, imágenes o datos 71 Cuadernos de Estudio del Ministerio Público de Costa Rica N° 9 -Revista Especializada en Criminología y Derecho Penal- o con ocasión de sus funciones, cualquiera que sea su grado de participación; reaceptación de la misma, cuando lo cierto es que estas hipótesis son frecuentes aún cuando no existan denuncias al respecto, sino una enorme cifra negra. 2) Con desobediencia a la autoridad; 3) Con el fin de establecer discriminaciones creando perfiles que revelen la ideología, religión, creencias, salud física y mental, origen étnico o vida sexual, o la víctima fuere un menor o un incapaz. 4) Por las personas encargadas o responsables de los ficheros, soportes informáticos, archivos o registros; y 5) Con el fin de establecer perfiles discriminatorios de personalidad. ARTÍCULO 198. Inhabilitación. En todos los casos previstos en este capítulo, si el hecho es realizado en todo o en parte, bajo cualquier grado de participación, por un servidor público o un profesional titular, se impondrá a los autores y partícipes la pena de inhabilitación para el ejercicio de cargos públicos, y la suspensión de la licencia, permiso, u autorización para ejercer el oficio, arte, o actividad en que se produjo el hecho, hasta por cinco años”. Como vemos el proyecto de nuevo Código Penal es extenso en cuanto a delitos en perjuicio de la autodeterminación informativa, y recoge algunas situaciones que antes no estaban reguladas. Mejora- aunque no del todo - la violación de las comunicaciones electrónicas. Uno de los aspectos que no contempla es el relativo a la retención de información o la Los registros bancarios de datos personales, sea porque el titular los suministra o bien porque se utilizan procedimientos solapados para su recolecta, es una realidad hoy día. ¿Quién no ha sido localizado para ofrecerle una tarjeta de crédito, donde inclusive lo llaman a su propio teléfono celular, siendo la pregunta del inquirido: ¿pero quién les dio mis datos? VII. Conclusiones El manejo de la información y su manipulación es hoy un tema de creciente actualidad. Especialmente cuando las modernas tecnologías de la información son cada vez más sofisticadas y van siempre a la vanguardia. Por otra parte conforme se inventan medios de control de esa información a los fines de que no exista una intromisión en el ámbito de la intimidad de las personas, también surgen los medios ilícitos para vulnerarlos. Cada vez surgen más los ladrones profesionales de la información y cada vez las personas van perdiendo terreno en ese ámbito de intimidad. En el medio laboral son frecuentes los métodos de espionaje por medio de video vigilancia y de control de los sistemas de correo electrónico de los trabajadores. La recopilación de información es cada vez más sutil, y cada vez esa información tiene un precio mucho mas alto, y cuyo trasiego se hace de modo abierto o solapado. Quien - por ejemplono se ha visto sorprendido cuando le llaman a su celular ofreciéndole un producto o una tarjeta de crédito, sin haya dado expresamente la información sobre su numero de celular o 72 Cuadernos de Estudio del Ministerio Público de Costa Rica N° 9 -Revista Especializada en Criminología y Derecho Penal- dirección de su casa. Recientemente el New York Times, manifestaba la preocupación por la proliferación de la tecnología de información inalámbrica conocida como Wi- Fi, y que ha alterado la forma como millones de estadounidenses se conectan a la Internet, al permitirles usar conexiones de alta velocidad en su casa y en lugares públicos sin mayor esfuerzo. Pero a la vez se informa que aún cuando ello tiene alguna ventaja, los criminales del ciberespacio usan esas conexiones para la difusión de pornografía infantil, fraude, amenazas de muerte, robo de identidad y de tarjetas de crédito. De modo que siempre la tecnología de la información implica un progreso, pero también surgen cada vez los delitos con mayor sofisticación, y por ende de mucho más difícil prueba en estrados judiciales. En el caso del delito de violación de las comunicaciones informáticas, es muy importante regular la venta, el trasiego y la recepción de información, especialmente aquella relacionada con aspectos privilegiados como el estado de cuentas de tarjetas de crédito, operaciones bancarias o relativas a datos personales, solo por citar algunas. BIBLIOGRAFÍA LIBROS Chinchilla, Carlos. (2004). Delitos Informáticos. Elementos Básicos para Identificarlos y su Aplicación. San José: Ediciones Farben. 152 p. Davara, Miguel. (1997). Manual de Derecho Informático. Madrid. Editorial Aranzadi. 936 p. Rodríguez, Luis y Cobos, Miguel Angel. Derecho Penal. Parte Especial. (1997). Madrid. Servicio de Publicaciones de la Universidad Complutense de Madrid. 171 p. Rueda, María de los Ángeles. (2004). Protección Penal de la Intimidad Personal e Informática. (Los delitos de descubrimiento y revelación de secretos de los artículos 197 y 198 del Código Penal). Barcelona. Ediciones Atelier. Justicia Penal. 140 p. Tiedemann, Klaus. (1999). Temas de Derecho Penal Económico y Ambiental. Lima. Ediciones Idemsa. 410 p. CONSTITUCIONES Ramírez, MARÍNa y Fallas, Elena. (1999). Constitución Política de la República de Costa Rica (Anotada, concordada y con jurisprudencia constitucional). Investigaciones Jurídicas S. A. San José. Tomos I y II. Constitución Española y Reglamento del Congreso de los Diputados. (2004). Madrid. Novena Edición Setiembre de 2004. Imprenta Nacional. 478 p. Consejo General del Poder Judicial. Constitución de la Unión Europea. En: Documentos del Aula 73 Cuadernos de Estudio del Ministerio Público de Costa Rica N° 9 -Revista Especializada en Criminología y Derecho Penal- Iberoamericana.. Octubre- Diciembre 2004. p. 67 LEYES Código Penal de Costa Rica. Revisado y Actualizado por Ulises Zúñiga Morales. Investigaciones Jurídicas. Enero 2005. Código Procesal Penal. San José Costa Rica, Investigaciones Jurídicas. Año 2002. Ley de Registro, Secuestro y Examen de Documentos Privados e Intervención de las Comunicaciones. Ley 7425. Investigaciones Jurídicas. Marzo del 2004. Anotada y Concordada por Rosaura Chinchilla Calderón. PROYECTOS DE LEY Expediente Legislativo 11. 871. Nuevo Dictamen de la Comisión de Asuntos Jurídicos al 22/4/2004. Proyecto de Reforma al Código Penal. ARTICULOS DE REVISTA Y PERIODISTICOS Reyna, Luis Miguel. (2001). “Aproximación al Estudio de la Criminalidad Mediante Computadoras”. En: Revista de la Asociación de Ciencias Penales de Costa Rica. San José. N° 19. p. p. 15- 30. Schereiber, Wolfang. (2000). “La Delincuencia Asistida por Ordenador”. En: Revista Autocapacitese del Ministerio Público de Costa Rica N° 6. Año 2000. Cuervo, José. (2005). “Delitos Informáticos: Protección de la Intimidad”. En: Materiales de Estudio Uned. Programa de Doctorado en Derecho. Sánchez, Álvaro. (2005). “ Espionaje en el Ciberespacio”. En: Materiales de Estudio Uned. Doctorado en Derecho. Seth, Schiesel. (abril 2005). “Expansión de Internet inalámbrica abre espacio a los ladrones”. En: Periódico New York Times. Reproducido en Periódico La Nación, Costa Rica. Sábado 2 de abril del 2005. p. 9. 74 Cuadernos de Estudio del Ministerio Público de Costa Rica N° 9 -Revista Especializada en Criminología y Derecho Penal- EN JUICIO, POR QUÉ SE DEBE Y SE PUEDE AMPLIAR, O CORREGIR, LA ACUSACIÓN Lic. José Alberto Rojas Ch. Lic. Miguel Ángel García M. I. Importancia de la acusación La acusación es el marco fáctico, límite mínimo y máximo, sobre el que se debe pronunciar el juez (constituye la acción y correspondiente pretensión del órgano requirente, o de la parte querellante); es el objeto sobre el cual gira el proceso (la razón de ser del proceso mismo). Se afirma, en dicha acción, que una persona ha cometido un delito (se le imputa a través de los hechos el mismo, a título de autor o partícipe). Constitucional y legalmente, la demostración de la comisión de los hechos (la culpabilidad), corresponde establecerla, con exclusividad, al juez competente o de la causa (único que puede afirmar que se tiene por demostrados los hechos), habiéndose dado la celebración de un juicio previo (a través de un debido proceso); pues solo así corresponde la imposición y ejecución de la sanción penal correspondiente (la que constituye el efecto jurídico de la comprobación de la comisión de un delito, al ser el hecho acusado típico, antijurídico y culpable); correspondiendo, por ende, también al juez en forma exclusiva la aplicación de la ley sustantiva. La acción, tentativamente, en base a los hipotéticos hechos que imputa, pretende o solicita que los mismos se reconozcan o se establezcan como demostrados (ciertos o verdaderos), de ahí que el actor ofrece las pruebas oportunas con el propósito lograr dicho pronunciamiento, la correspondiente aplicación de la ley sustantiva y consecuentemente la sanción penal. La sentencia no puede exceder el marco fáctico hipotético contenido en la acción, o modificarla sustancialmente. Ne procedat iudex ex officio. Es decir, el juez, o la sentencia, sin instancia o acción, no puede fallar (el aparato jurisdiccional sin acciones que les sean sometidas, estaría paralizado). La acusación o acción, es el presupuesto base, previo, para reclamar la acción jurisdiccional. Se reitera que los hechos contenidos en la acción (imputados) son el objeto procesal y de conocimiento del juez, sobre lo que versa el juicio. Tampoco el Juez, o la sentencia, puede recortar los hechos acusados, o no pronunciarse sobre algunos de ellos, pues tal accionar implica el no pronunciamiento del juez natural de uno o varios asuntos que se le someten a su consideración por el actor (caso Allen por ejemplo). En síntesis, la acusación, o la acción es el presupuesto base para que, en forma legítima, pueda conocer el juez de un asunto, debiendo resolverlo; la acción es el objeto sobre el cual gira el proceso, su punto medular (no hay proceso jurisdiccional, sin acción). No siendo lícito que la actividad jurisdiccional, de oficio, incluya aspectos o hechos no contemplados en la acción (constituyéndose el juez en parte); ni que 75 Cuadernos de Estudio del Ministerio Público de Costa Rica N° 9 -Revista Especializada en Criminología y Derecho Penal- la actividad jurisdiccional deje de pronunciarse sobre todo, o parte de ellos. La acción (o acusación) no solo es el presupuesto o requisito de la actividad jurisdiccional y lo que marca el mínimo o máximo de elementos fácticos hipotéticos sobre los que gira el proceso y de los que se pronunciará el juzgador; es también una garantía para el acusado, en el sentido de que, por contener la misma el objeto sobre el que gira el proceso, la prueba y sobre lo que se resolverá (y debe resolverse), la acción debe permitir ejercitar en forma adecuada la defensa de lo afirmado en ella (no hay posibilidad de defensa si no se sabe que se acusa, la defensa versa esencialmente sobre hechos, así como la acción), la valoración sobre la “corrección” o “incorrección” del derecho sustantivo, o tipo penal en que se subsumen los hechos, no tiene relevancia (pues, como se indicó, la aplicación de la ley sustantiva corresponde con exclusividad al juez de la causa)1. La acción o acusación, se reitera versa sobre hechos, los que, como tales, son susceptibles de ser circunstanciados (cuando, cómo, dónde se dan la acción o acciones acusadas), por ende es posible su refutación o comprobación, establecer su verdad o falsedad (La acusación no debe contener en lo posible valoraciones o 1 juicios de valor); las circunstancias que rodean los hechos deben ser especificadas de tal manera que permitan el derecho de defensa (su refutación), es decir no ser afirmaciones etéreas o montadas en el aire. La precisión de la circunstanciación variará caso a caso (en caso de menores de edad y de reiterados abusos sexuales a veces la ubicación temporal es difícil,, no obstante la ubicación del lugar es más precisa, generalmente el niño dice en mi casa, o en la casa de él), pero lo importante es que esa precisión lograda sea lo mayormente posible y que la misma, en alguna medida, permita el ejercicio del derecho de defensa. Resulta claro, por lo expuesto, que la acción (previa, la requisitoria, lo que se pide) es lo que mueve (o excita, como se decía antes) la actividad jurisdiccional, así como es ella lo que faculta el derecho de defensa (de lo que se defenderá el acusado); es lo que otorga competencia y obliga al juzgador a fallar. II. Estando ejercida la acción por unos hechos, al aparecer nuevos hechos durante el debate, ¿es posible la ampliación de la acusación? Hipótesis en que ello es posible El Código Procesal Penal establece: Art. 346: “Nueva Calificación Jurídica. Si en el curso de la audiencia el tribunal observa la posibilidad de una calificación jurídica que no ha sido considerada por ninguna de las partes, podrá advertir al imputado sobre esa posibilidad, para que prepare su defensa”. Nótese que el artículo habla de que el juez “podrá” realizar tal advertencia (tal facultad, en la práctica, muy poco se realiza, por el temor de los juzgadores de adelantar criterio), si la misma no se efectúa no violenta el derecho de defensa, esto por cuanto el párrafo 2) del Art. 365 del Código Procesal establece que: “En sentencia, el tribunal podrá dar al hecho una calificación jurídica diferente de la acusación o querella...”.Esto por considerarse que el objeto del proceso, se repite, es el hecho histórico investigado y no la calificación del mismo (En ese sentido: Llobet Rodríguez, Javier. Proceso Penal Comentado; art. 346); se intiman hechos (que es de lo que puede defenderse el acusado, en principio, no calificaciones legales). 76 Cuadernos de Estudio del Ministerio Público de Costa Rica N° 9 -Revista Especializada en Criminología y Derecho Penal- El artículo 347 del Código Procesal, establece: “Ampliación de la Acusación. Durante el juicio el fiscal o el querellante podrán ampliar la acusación mediante la inclusión de un hecho nuevo o una nueva circunstancia que no haya sido mencionado en la acusación o querella, que modifica la calificación legal o integra un delito continuado. En tal caso deberán, además, advertir de la calificación jurídica contenida en la acusación. En relación con los hechos nuevos o circunstancias atribuidas en la ampliación, se recibirá nueva declaración al imputado y se informará a las partes que tendrán derecho de pedir la suspensión del juicio para ofrecer nuevas pruebas o preparar la defensa. Los hechos o circunstancias sobre los cuales verse la ampliación quedarán comprendidos en la acusación”. Ampliar la acusación es modificar la misma, hacerla de mayor tamaño, en este caso con un hecho (o hechos, según el último párrafo del numeral citado) nuevo. Resulta claro que el “hecho” o “hechos nuevos”, tienen que tener una relación con la acusación previa, a fin de cuentas “ampliar” es: “Extender, dilatar...”. (DRAE. 21 Edición), una cosa (en nuestro caso los hechos acusados); no podemos afirmar que unos hechos (cosas) vienen a “ampliar” (extender o dilatar los hechos ya narrados o lo existente) si son cosas (o hechos) completamente independientes o ajenas (existen diferencias sustanciales entre ellas, no hay conexidad alguna); de igual forma no se puede “ampliar” lo que no era existente (la acusación que no describe o imputa ningún hecho). Lo que se amplía, debe tener una relación con lo ampliado. III. ¿Qué tipo de relación deben tener los hechos (nuevos) con respecto a los hechos ya acusados, para estimar que los mismos resultan constitutivos de una “ampliación”? Es decir, ¿será suficiente que exista una conexidad temporal y espacial? ¿Será necesario que el acusado (o acusados) sea el mismo? ¿Resulta indispensable que el bien jurídico sea el mismo, más bien, para la consideración de si un hecho que es susceptible de ser ampliado (así como cuándo hacerlo)? ¿Será necesario tener en cuenta el hecho descrito en el tipo base y que la modificación (ampliación) fáctica no sea sustancial con el propósito de modificar la calificación legal y constituya la misma simplemente una causa de agravación? Con el anterior Código de Procedimientos Penales, solo se podía ampliar la acusación con hechos que constituyeran una circunstancia de agravación, que no importara un cambio en la calificación jurídica (estimándose que la ampliación fáctica susceptible de ser realizada era solo aquella que dejaba incólume el hecho típico o figura base de la acusación); también se permitía ampliar la acusación con aquellos hechos que integrarían con la acusación un hecho, o delito continuado. Los “hechos” nuevos que permitían integrar la acusación eran aquellos que tenían una relación jurídica con los hechos acusados (“causales de agravación”), o que integraban un delito continuado. No se podía, con el Código anterior, pasar de acusar un hurto a un robo, por ejemplo, a pesar de que fue hasta el debate que la ofendida 77 Cuadernos de Estudio del Ministerio Público de Costa Rica N° 9 -Revista Especializada en Criminología y Derecho Penal- informó que el acusado, al perseguirla ella, la amenazó con un cuchillo para poder marcharse con el bien; o no se podría pasar de lesiones graves a un homicidio (algunos pensaban que tampoco de lesiones leves a graves); pues tales modificaciones importaban un cambio de calificación jurídica (se afirmaba que por ende era una modificación sustancial). de índole patrimonial, establecidos en el artículo 77 del Código Penal, sino que se refiere a todos aquellos actos reiterados, que afectan el mismo bien jurídico tutelado, efectuados por el autor con la misma finalidad y misma víctima (ej: tocó la vulva de la menor en una ocasión; en debate la niña refiere que la tocó en tres ocasiones). El nuevo Código Procesal, es más amplio que el anterior, al establecer (contrario a lo que se disponía) que los hechos (nuevos) pueden venir a constituir “una nueva calificación legal”, por ende, no es menester que entren a formar parte del hecho o hechos acusados (ampliándolos) como una causa de agravación (tipo de relación), o como delito continuado; sino que pueden constituir hechos, jurídicamente independientes y hasta pueden modificar (jurídicamente) de forma sustancial los hechos acusados, variando la calificación legal. No obstante, insistimos en la necesaria relación, también jurídica, entre el hecho que se acusó y lo que se amplia. (La común esencia o sustancia de los hechos acusados con respecto a los hechos nuevos, para poder considerar que pueden constituir una “ampliación” en los términos expuestos, ya no lo constituye la circunstancia de que se mantenga la calificación legal, con las causales de agravación del delito base, o circunstancias que integren un delito continuado). La relación existente (comunidad de esencia o sustancia) entre los hechos acusados y los “nuevos hechos” descubiertos en el juicio, en las hipótesis fácticas que pudieran venir a constituir causales de agravación, o de delito continuado, es una relación jurídica bastante fácil de descubrir y en las que, sin duda, sigue cabiendo la ampliación. En el Código actual (así como en el anterior) los hechos nuevos, que son susceptibles de venir a constituir una ampliación de la acusación, son aquellos que constituirían una causa de agravación; también podrían ampliarse hechos que vinieran a formar parte de un delito continuado. Debe quedar claro que, cuando el Código (actual o anterior) habla de delito continuado, no se esta limitando a los delitos La cuestión a dilucidar, es si se podría ampliar la acusación, vista la modificación legal, con cualquier tipo de hechos nuevos, que importaran una “nueva calificación legal”, cualquiera que esta sea (sin relación con el hecho acusado). Por ejemplo: en el debate María narra que el acusado también violó a su hermana menor. Juan refirió que un año antes de que Pedro le hurtara la billetera este le disparó e hirió, dejándole incapacitado por tres meses, todo por una tentativa de robo. Pues al parecer existe un vacío legal al respecto. Sin duda el hecho o hechos deben estar “relacionados” con el hecho o hechos acusados, pero: ¿Que tipo de relación? La relación a ser establecida también debe ser también una relación jurídica (la misma no puede ser antojadiza). En primer lugar el acusado (o acusados) debe (n) ser los mismos; en segundo lugar los hechos acusados deben estar relacionados jurídicamente (por ejemplo: el acusado violó a María, se acusa dicho hecho, pero en el juicio 78 Cuadernos de Estudio del Ministerio Público de Costa Rica N° 9 -Revista Especializada en Criminología y Derecho Penal- María indica que, a raíz de dicho hecho, tres días después de haber sucedido el mismo y de poner la denuncia, el acusado se presentó a su casa y la amenazó de muerte para obligarla a que no se presentara al médico forense ni al juicio; o bien se acusa a “X” de robar en casa de María y luego, en el juicio, se establece que al ir saliendo de la casa, con los bienes en su poder, le pegó un golpe a Y, que le botó los dientes, además se logró establecer que el arma utilizada en el hecho para amedrentar a los testigos es un arma prohibida AK 47). La relación jurídica en los hechos, pensamos, surgirá al establecerse la existencia de un concurso de delitos (ideal, pues nos encontramos ante una sola acción) y hasta en algunos casos de concurso material (si la víctima es la misma y el acusado aprovecha las circunstancias dadas o producidas por el hecho anterior y que si esta acusado2); o en las hipótesis en que los delitos se encuentran en una relación de medio a fin (subsunción); además, por supuesto, existirá dicha relación en los casos citados en que median circunstancias de agravación y delito continuado. Un ejemplo en que resulta posible ampliar la acusación en la hipótesis en que la víctima es la misma, e iguales las circunstancias espaciales y temporales, lo que es aprovechado por el acusado para cometer otro delito (hecho) que no había sido acusado, es 2 el caso del sujeto que es acusado de violar a una mujer, amenazándola con arma y luego, al retirarse, le quita el reloj y los aretes del desapoderamiento se informa en juicio (habría no obstante un concurso material). Por último las hipótesis en que los (nuevos) hechos (delitos) tienden a buscar la impunidad del hecho acusado (ej.: coacción). También podríamos pensar que podría ampliarse la acusación en hipótesis tales como el cambiar de lesiones leves a graves, o bien lesiones graves a homicidio (en donde el esencia la acción o hechos acusados siguen siendo los mismos, sea a la misma hora, mismo lugar, Juan atropelló y lesionó, etc.), en donde el bien jurídico y la acción son iguales y, lo que cambia, es la consecuencia (hecho) de la acción, o resultado (o pasar de hecho tentado a consumado). No debe confundirse la corrección de la acusación con la ampliación de la misma, aunque la ley, en el numeral de comentario, en principio, no parece distinguir. La ley establece que se pueden ampliar la acusación por nuevos hechos o “nuevas circunstancias”, es evidente que en el juicio, al establecerse en el mismo la inmediación, contradicción, etc. , en cantidad de ocasiones es en dicha fase que se logra La víctima es parte en el proceso, aunque no en sentido estricto según algunos, al igual que el Ministerio Público o el imputado, es evidente que, procesalmente, la acumulación de causas requiere identidad de las mismas, esto en los casos de concurso material, igual sucede en los casos de delito continuado. No obstante, pensamos, que en los casos de concurso ideal, o subsunción, la identidad de las víctimas puede ser diferente (aumentar) aunque claro, en la medida de lo posible, las mismas deben participar e informárseles; igual sucede con los concursos ideales en que se afectan bienes jurídicos difusos. Por ejemplo: Pedro conducía un bus, se estrelló, en el debate se determinó que además de cinco ofendidos por lesiones leves, resultó lesionada otra persona (que no esta mencionada en la acusación), ni presentó acción civil resarcitoria, pero ya se mencionaba como posible ofendido en el parte de tránsito (su dictamen médico legal, en principio establecía que el hecho en su perjuicio fue una contravención, pero luego se amplió el mismo y si constituye un delito de lesiones). 79 Cuadernos de Estudio del Ministerio Público de Costa Rica N° 9 -Revista Especializada en Criminología y Derecho Penal- una mayor precisión espacio-temporal de la acción (o hechos acusados), se logra una mejor circunstanciación de los mismos; incluso se descubren en la audiencia oral, a menudo, (en especial en casos de menores), errores temporales que hacen que los hechos acusados no se encuentren acordes con el marco histórico (espacial o temporal) logrado; en dichas hipótesis, si los hechos no pueden enmarcarse en la acusación debe estar pronto el actor (Ministerio Público o querellante) a efectuar la corrección del caso, pues de otro modo no le quedaría al Tribunal más que absolver (pues no es cierto que el hecho acusado se diera en las circunstancias fácticas y temporales acusadas), corregir, oficiosamente, el Tribunal las fechas en que los supuestos hechos ocurrieron, moviéndolas para que calcen con las fechas en que (según la prueba) sucedieron los mismos es modificar sustancialmente la acusación (pues los hechos acusados, aunque las acciones sean las mismas, no corresponden a las circunstancias que se infieren de las pruebas en juicio) y violenta el principio de “ne procedat iudex ex officio” (el juez se convierte en parte). Además impide, al realizarse la modificación oficiosa y, generalmente en sentencia, el adecuado derecho de defensa. También debe estar listo el fiscal para, de ser necesario, ampliar la acusación por hechos nuevos, pues de lo contrario el juez no puede tenerlos por demostrados y verter una sentencia condenatoria. El artículo de comentario establece que los hechos o circunstancias deben ser “nuevos”, a que se refiere la novedad? Sin duda nuevas son las circunstancias y los hechos, que surgen en el debate (o no se conocen con anterioridad), pero resulta necesario cuestionarse si podríamos considerar como hechos nuevos aquellos que se conocían con anterioridad (constaba por ejemplo en el dictamen médico legal, o el fiscal tuvo conocimiento del mismo antes del juicio); la novedad lo es con respecto a lo que se acusó a lo que se conocerá en el juicio, no con respecto a lo que se conocía por las partes, o no, antes del juicio (igual sucede en revisión, procede la misma cuando aparezca nueva prueba o nuevos hechos que evidencien que el acusado no cometió el delito, la circunstancia de que el acusado supiera de la existencia de la prueba, o del hecho, antes del juzgamiento, no hace que las mismas no sean nuevas). Cuando se amplía la acusación, lo que se introducen son hechos nuevos en la misma (entran a formar parte de la misma). Cuando se corrige la acusación, se circunstancia el hecho acusado, y así como no se puede ampliar lo que no existe, tampoco se puede decir que se corrige (o circunstanciar) una acusación que no realiza imputación alguna (inexistente). Lo que procedería en este caso es que el Juez absuelva, pues la acción o objeto procesal carece de hechos constitutivos de delito imputados a título de autor o participe a persona alguna; nada obsta para que se vuelva a efectuar la acusación, sin que ello implique una violación al principio de non bis in idem, que requiere identidad de sujeto, objeto y causa. “Ampliar” la acusación, cuando esta última no imputa “nada”, o bien ampliar con hechos que no tienen ninguna relación con lo acusado (en el sentido expuesto), en realidad es iniciar procesos nuevos, en un momento procesal que la ley no lo admite (Solo se puede ampliar y corregir la acusación en las hipótesis de ley, según lo dijimos antes). Todo lo anterior independientemente de que se le conceda el derecho de defensa al acusado 80 Cuadernos de Estudio del Ministerio Público de Costa Rica N° 9 -Revista Especializada en Criminología y Derecho Penal- (enterarlo de la nueva acusación, y darle oportunidad de suspensión del debate para preparar defensa y ofrecer pruebas), puesto que el Tribunal conoce de la acusación originalmente formulada por el Ministerio Público y esto es lo que excitó el órgano jurisdiccional (le dio competencia), tal es el objeto del proceso penal, por ley puede y debe conocer lo referente a esa causa, o de las ampliaciones que de la misma, conforme a la ley, se pudieran realizar, pero no podría conocer de causas ajenas al objeto procesal o acusación que excitó al órgano jurisdiccional y le dio su competencia, por cuanto ello constituiría una violación al Principio de Juez Natural, y por ende se violentaría el debido proceso; por lo que aún en el caso de que el defensor del imputado no se oponga, o incluso exprese su conformidad, el defecto no se subsana (art. 178 inciso 1° del Código Procesal Penal). La ley procesal es de orden público y, por mucho que las partes estuvieran de acuerdo en la aceptación o realización del proceso (o aspectos esenciales del mismo) contra legem, tal voluntad no puede modificar, el procedimiento, ni podría la voluntad de las partes otorgar competencia al juzgador que carece de ella (por mucho que las partes estuvieran de acuerdo en que un juez unipersonal juzgara y fallara un asunto que no le compete, por corresponder el mismo a un tribunal, ello no le daría competencia a este para conocer del asunto). Si el hecho pasa de un hurto, por ejemplo, a un robo agravado, dada la ampliación, debe declararse incompetente el juzgador de juicio unipersonal (no retrotraer el asunto). No se pretende, con el presente ensayo, agotar el tema, ni mucho menos, puesto que el mismo de por sí es complejo, en especial por la indeterminación de la ley, pero consideramos que a través de lo expuesto se han dado ciertas pautas con el propósito de cumplimentar (o interpretar en forma amplia) la norma aplicable (por deberse efectuar una interpretación amplia al versar sobre una facultad de las partes en el proceso) y tratando de respetar un debido proceso. Como siempre, caben otras interpretaciones. E incluso, desde nuestra posición (partir de las pautas dichas), las posibilidades de interpretación (indeterminación) son amplias (cuando hay concurso ideal, cuando material, etc.), quedando a juicio de los operadores si comulgan con lo dicho y, en último término, si correspondía o no la ampliación o corrección. En todo caso, a los señores Fiscales, se les propone que, en caso de duda, procedan a efectuar todas las correcciones que consideren oportunas (el Tribunal verá si caben), igual sucede con las ampliaciones; de igual forma, se les recuerda que deben hacer reserva de casación (o plantear revocatoria), en caso de que no se admitiera la corrección o ampliación (además debe considerarse la posibilidad de realizar otra y nueva acción penal, por nuevos hechos o delitos). 81 LINEAMIENTOS GENERALES PARA LA CONFIGURACIÓN DE UNA POLÍTICA CRIMINAL DEMOCRÁTICA EN EL MINISTERIO PÚBLICO1 Lic. Luis A. Chang Pizarro “Las luchas por los derechos no son solamente una garantía de efectividad de la democracia. Son también una forma de democracia política, paralela a la institucional y representativa...o, si se quiere, de contrapoder social, bajo la forma de democracia directa”. Luigi Ferrajoli 1. Principales corrientes criminológicas y su influencia en Latinoamérica No podríamos dejar de enunciar en este foro regional, aun cuando sea de manera apresurada, los principales pensamientos criminológicos que han influenciado los sistemas penales en América Latina2, y que aún dominan en la actualidad según se trate del régimen político en donde operan estos. Lo anterior, a fin de presentar los fundamentos esenciales que nos han llevado a decidirnos por el proyecto de política criminal que más se ajusta a nuestra realidad republicana. En el desarrollo de esta breve reseña histórica, haremos alusión a las relaciones intrínsecas entre Criminología y Derecho Penal, pues aparte de que estas conforman las fuentes principales del sistema de control social, revelan también el trasfondo real de los procesos de criminalización, fenómeno que trataremos con especial atención en esta ponencia. Iniciaremos con la concepción positivista. Esta se introduce a mediados del siglo pasado, en el ámbito penal-criminológico europeo, al calor de las condiciones históricas y económicas propiciadas por la Revolución Industrial y el resquebrajamiento del capitalismo liberal clásico. Esta tendencia criminológica propugnaba como objeto exclusivo de análisis del derecho penal y la criminología, la simple lucha contra la criminalidad. El aporte del derecho penal en ente campo, se enmarcaba dentro del plano normativo, mientras que la criminología, ca- 1 El presente trabajo fue ampliado mediante notas al pie de página, en las que se reproducen algunos de los valiosos aportes del Profesor Alfredo Chirino Sánchez, en su conferencia titulada “Elementos para el diseño de una Política de Persecución del Ministerio Público”, dictada en el Hotel Amón Plaza, para el Consejo Fiscal ampliado del 30 de julio de 1999. 2 Para ampliar sobre este tema consultar a Baratta (Alessandro), Criminología Crítica y crítica del Derecho Penal, Siglo XXI, México, 1985; Bergalli (Roberto), Crítica a la Criminología (Hacia una teoría crítica del control social en América Latina), Editorial Temis, Bogotá, Colombia, 19822; Del Olmo (Rosa), América Latina y su Criminología, Siglo XXI, México, 1981; y Huertas Sandoval (Emiro), Sistema Penal y Criminología Crítica, Editorial Temis, Bogotá, Colombia, 1985. 83 Cuadernos de Estudio del Ministerio Público de Costa Rica N° 9 -Revista Especializada en Criminología y Derecho Penal- lificada de auxiliar del primero, enfrentaba el problema desde la óptica meramente etiológica, es decir su contribución consistía en la identificación y explicación de las “causas del fenómeno de la criminalidad”, con independencia del entorno económico, político y social de un país determinado. Los presupuestos positivistas tendían primordialmente a la justificación y sostenimiento del status quo, impuesto por los grupos minoritarios y hegemónicos que detentaban el poder de definir los procesos de criminalización, es decir, el poder de delimitar la creación, juzgamiento y castigo de los delitos, especialmente aquellos que amenazaban los intereses de estos centros de poder. Los presupuestos de esta corriente se pueden resumir del modo siguiente: • • • • • • Adopción plena de los métodos y principios de las ciencias naturales Interpretación mecanicista de la sociedad ocupaba únicamente de aquellos individuos calificados como criminales por la legislación penal de la época. A partir de las falacias positivistas aludidas, la criminología y el derecho penal formularon y aplicaron conceptos que negaban la esencia misma del ser humano, así como el desconocimiento de principios democráticos esenciales. En efecto, el positivismo diseñó y puso en práctica “teorías del delito” que implementaron conceptos tales como el de peligrosidad, defensa social, antropología criminal, y patología criminal. Tales postulaciones resultaron del mayor agrado y aceptación de los Estados despóticos del momento, pues contribuían a la justificación de las peores degeneraciones autoritarias, consumadas en defensa de los intereses de los poderosos. No solo hablamos de los Estados de corte fascista, sino que de todos aquellos gobiernos tiránicos que se prevalieron de tales propuestas para reprimir cualquier manifestación colectiva en defensa de las libertades y derechos fundamentales del ser humano. Determinismo social Interpretación de la criminalidad como calidad patológica de ciertas conductas humanas. Las propuestas positivistas, como ya se expresó, no tenían más objeto que el de legitimar y reproducir los esquemas políticos establecidos por los grupos minoritarios que detentaban el poder, esto es, para seleccionar o descartar lo criminal. En síntesis, tal corriente de pensamiento sirvió para perpetuar y encubrir las injustas relaciones sociales de dominación. Como antes señalamos, la criminología positivista cumplía apenas una función de auxiliar del Derecho Penal, y en tal virtud se encontraba subordinada a este, pues dependía absolutamente del texto legal para desarrollar su objeto de estudio, en otras palabras, se No puede soslayarse en la exposición, el origen y fundamento de esta corriente de manifiesto corte autoritario, pues no solo logra introducirse a fines del siglo pasado en Latinoamérica, con gran acogida dicho sea de paso, sino que también aún se mantiene vigente en la mayo- Presunta neutralidad de la ciencia Presunta “armonía social natural” 84 Cuadernos de Estudio del Ministerio Público de Costa Rica N° 9 -Revista Especializada en Criminología y Derecho Penal- ría de los sistemas penales de la región. Basta realizar un muestreo de las resoluciones judiciales locales, para evidenciar el fuerte arraigo de los postulados positivistas. Dichosamente los altos magistrados del Tribunal y Sala de Casación Penal, han venido librando una importante lucha por la erradicación de estos esquemas culturales, que lamentablemente -debemos decirlo- aún se defienden por algunos jueces costarricenses. A diferencia del derecho penal positivista que se arraigó profundamente en los sistemas penales regionales, la criminología fue casi abandonada tanto en su aspecto científico como en el académico. Situación diferente e incluso paradójica, se presentó en el ámbito penal-criminológico norteamericano, pues en la década de los treintas se empiezan a sentar los fundamentos de lo que luego se denominaría la Criminología Liberal. Esta última propuesta, habría de allanar el camino para la Criminología Crítica, de la cual extraemos algunos de sus postulados esenciales para formular los lineamientos generales para la política de persecución del Ministerio Público. La Criminología Liberal propuso abandonar los postulados positivistas que sustentaban el autoritario Derecho Penal de autor, así como reemplazar los métodos y principios de las ciencias naturales que resultaban obviamente inapropiados para el discernimiento de un fenómeno social como es la criminalidad. En tal sentido, esta corriente doctrinal proponía sustituir el objeto de estudio de la criminología positivista, por uno centrado en los conflictos sociales, procurándose con ello desechar la ilusoria existencia de un paraíso edénico y autorregulado socialmente. Se introduce así una modificación sustancial al objeto de estudio criminológico, ya no restringido al tema de las personas etiquetadas de “delincuentes”, sino extendido al fenómeno de la “desviación”. En este mismo sentido, vale destacar la independencia del pensamiento criminológico liberal respecto del Derecho Penal, en la medida que defendía el aserto científico de que la “criminalidad” o “desviación”, lejos de constituir “expresiones patológicas” de sus autores, son el resultado de procesos sociales de criminalización. No obstante los avanzados planteamientos de la Criminología liberal, por razones de orden coyuntural, esta no logra adquirir la suficiente capacidad crítica para cuestionar y denunciar las nefastas y clasistas relaciones de dominación patrocinadas por el positivismo. Los fundamentos del pensamiento liberal son traídos a Latinoamérica en los setentas, generándose con ello un renacimiento científico de la criminología, en algunos países, solo que en esta ocasión, bajo la nueva perspectiva funcionalista. Si bien la criminología liberal ejerció una influencia importante en la región, al menos en el campo de la investigación científica y en el área académica, el derecho penal latinoamericano continuó bajo la sombra de la ideología positivista. A pesar del estancamiento del Derecho Penal, cabe rescatar el notable impacto que tuvo la difusión del aporte liberal y garantista en la doctrina y jurisprudencia latinoamericanas. Mientras en Latinoamérica se abría paso la corriente liberal en los ámbitos señalados, surge en la misma década de los setentas, un acentuado enfrentamiento en el ámbito penal-criminológico en Estados Unidos y en el viejo continente, con ocasión del empeoramiento de las contradicciones sociales de esa época. En efecto, frente a las tendencias 85 Cuadernos de Estudio del Ministerio Público de Costa Rica N° 9 -Revista Especializada en Criminología y Derecho Penal- positivistas que impulsaban el mantenimiento del “status quo”, así como el recrudecimiento de las penas privativas de libertad, a través de las campañas o leyes de “seguridad ciudadana y orden”, las que incluso han resurgido últimamente como temas “insoslayables” en las campañas políticas, las otras tendencias liberales se esforzaban por evidenciar la manipulación implícita de los procesos formales e informales de criminalización. 1.1. Fundamentos de la Criminología Crítica 1. 1. a). Esta corriente del pensamiento contemporáneo al igual que la posición liberal supera el paradigma etiológico o causal-explicativo de la criminalidad. Se abandonan entonces, las improcedentes especulaciones sobre el “origen” de la criminalidad o la desviación en cuanto supuesta “patología” de ciertas conductas humanas, para concentrarse en el análisis de los procesos de criminalización adelantados por los grupos hegemónicos de la sociedad. La criminología crítica se encargará de explicar el cómo y el por qué ciertas personas son calificados como “delincuentes” o “desviados” (selección positiva), mientras que otros se libran de esas calificaciones (selección negativa). Esta innovación en el objeto de estudio constituye un cambio paradigmático, pues se defiende el aserto de que la etiqueta de criminal no tiene relación directa con la eventual dañosidad social de ciertas conductas, ni posee calidad ontológica alguna, pues todo se reduce a un calificativo generado por la selección realizada por los poderosos en tutela de sus intereses. En pocas palabras, tales calificativos obedecen entonces a la desigual distribución del poder y la riqueza dentro de la sociedad, lo cual tiende a polarizarse, si se toma en cuenta que los mecanismos positivistas que habrían de prevenir y reaccionar ante tales conductas, por el contrario, contribuyen a reproducir y mantener los mismos procesos de criminalización. En punto a la inteligencia de esta clase de “procesos”, debe entenderse que pueden promoverse tanto por las instituciones de carácter penal que conforman el “sistema de reacción social formal”, como por los sectores sociales no-penales que integran el “sistema de reacción social informal” (prensa, sistema educativo, familia, iglesia, asociaciones comunales, etc.). Ambos procesos de criminalización son indisolublemente dinámicos, en tanto se orientan e influyen de manera recíproca y constante. Precisamente por eso se emplea el concepto de sistema, pues dentro de la teoría general de sistemas, se sobreentiende la inter-relación dinámica de los diferentes elementos que conforman la estructura y le dan sentido lógico a uno de estos. 1. 1. b). Los procesos de criminalización que se adelantan, tanto por reacción social formal, como por reacción social informal, configuran tan solo una parte de un fenómeno más amplio, cual es “el control social”, entendido este como la totalidad de instituciones, sectores sociales y sistemas normativos, a través de los cuales y mediante estrategias de socialización y procesos selectivos, se procura la aceptación y mantenimiento del orden social vigente y sus valores. 1. 1. c). La Criminología Crítica identifica y analiza al margen de las definiciones legales, las conductas socialmente dañinas, esto es, las que, frente a determinadas condiciones objetivas, afectan los intereses de los grupos sociales mayoritarios y más desvalidos del conglomerado social. 86 Cuadernos de Estudio del Ministerio Público de Costa Rica N° 9 -Revista Especializada en Criminología y Derecho Penal- 1. 1. d). El análisis de los procesos de criminalización y los comportamientos socialmente lesivos, tiene su punto de partida en la valoración de las condiciones históricas y materiales. Ello facilita la denuncia de las múltiples falacias e injusticias camufladas bajo dichos procesos, y la formulación y dinámica configuración de una política criminal alternativa. 3 sectores que integran el sistema de control formal, responden a los intereses de los distintos poderes estatales a que pertenecen, en otros términos, sus estructuras obedecen al diseño democrático surgido de un sistema republicano, en síntesis, un sistema de frenos y contrapesos, para el equilibrio y control recíprocos. 2. Adopción de las premisas esenciales de la Criminología Crítica 3. Cuatro presupuestos esenciales para la política criminal de un Estado de Derecho4 Tal y como lo propone la perspectiva crítica, las salidas o alternativas para la transformación democrática de los procesos de criminalización contemporáneos, han de buscarse y escogerse por los grupos sociales directamente afectados o interesados, valorando su concreto entorno, y a través de la relación dialéctica entre teoría y práctica, es decir mediante la formulación y configuración de la política criminal. Asimismo, se acepta que un proyecto de política criminal alternativa no puede más que limitarse a la proposición de pautas genéricas de acción, pues la constante superación de los procesos de criminalización es apenas una condición necesaria del programa a realizar. En síntesis, el “proyecto” elegido, también denominado política criminal alternativa, no es ni puede ser completo y detallado, pues estará siempre constituido por pautas tentativas y genéricas, las que por la misma dinámica de las contradicciones sociales, resultan siempre superables. Lo anterior, fundamentalmente porque los diversos A) Efectiva vigencia del principio de igualdad. Este principio en que se funda el Estado no es una realidad, sino que se trata tan solo de un programa o aspiración proyectada normativamente. La criminología crítica ha demostrado la existencia de una desigualdad en los procesos de criminalización, por lo que esta debe superarse a través de la redistribución del poder que la define. Esta desigualdad obliga a considerar al propio sistema de control penal como criminalizador y criminógeno, es decir, abusa de la violencia, por lo que se requiere su constante revisión. La manera de resolver esta desigualdad es promoviendo la formulación de una política criminal que tenga como punto de partida el mundo real, de ahí la importancia de utilizar la metodología apropiada para el estudio de los fenómenos sociales. 3 Sobre los conceptos formulación y configuración de política criminal, consultar Binder (Alberto), Justicia Penal y Estado de Derecho, Editorial AD-HOC SRL, primera edición, Buenos Aires, Argentina, 1993, pp. 54-59. 4 Ver Bustos Ramírez (Juan),“Política Criminal y Estado”, en la Revista de Ciencias Penales, número 12, año 1996, pp. 3-9. 87 Cuadernos de Estudio del Ministerio Público de Costa Rica N° 9 -Revista Especializada en Criminología y Derecho Penal- B) Respeto al derecho humano a la libertad. Una política criminal que tiene como fundamento el derecho consustancial e inalienable del hombre a la libertad, no puede mantenerse con el desconocimiento de la misma, como tampoco puede convertir a la persona en mero instrumento del Estado. La persona es un ente autónomo con derechos y garantías inherentes a la condición de ser humano, de ahí la importancia fundamental de la relación entre la persona y el Estado, en tanto que este debe cumplir una función de servicio en favor y para la felicidad de aquella. En efecto, en todo sistema republicano y democrático el ser humano es el origen y fin de la actividad estatal, la cual debe programarse para la justicia, seguridad y bienestar de la persona. El programa político criminal entonces, ha de estar dirigido a establecer el máximo de espacios de libertad de las personas dentro del sistema. Una política criminal en relación con la seguridad ciudadana, en cuanto esta última no es sino la condición básica de la libertad, no puede servir justamente para afectar la libertad. La seguridad ciudadana no puede ser pretexto para enfrentar la alarma social o situaciones de emergencia, pues ello siempre ha desembocado en la violación constante y sistematizada de los derechos fundamentales. No hay equivalencia entonces, entre seguridad ciudadana y libertad. poder de definir el fenómeno de la criminalidad, a través de una efectiva participación de todos los sectores involucrados, no solo a nivel representativo o institucional, sino que también bajo la forma de democracia directa, como lo sugiere Luigi Ferrajoli. Debe procurarse entonces, la atenuación o reducción de la criminalidad mediante una descentralización real, que conduzca a formas plebiscitarias que coadyuven a la solución pacífica de los conflictos sociales. En este mismo sentido, debe promoverse como regla general la restitución de la solución del conflicto a los protagonistas de este, así como las medidas alternas a la persecución penal. Por último, como la socialización del poder de definir implica a su vez un control del control, se debe propiciarse las instancias comunitarias participativas que ejerzan un control popular sobre los poderes de definición. D) Intervención del sistema penal como “extrema ratio”. La política criminal de un Estado de Derecho, demanda una organización jurídico social diseñada en función de la felicidad y bienestar de la persona. Por tanto, el sistema de control penal debe entenderse como una cuestión de extrema y estricta necesidad, ello por cuanto el mismo genera violencia. Lo dicho, no implica su legitimación, pues de lo que se trata es hacer explicable el sistema desde la óptica de la política criminal, cuya finalidad es la solución pacífica de los conflictos sociales. De ahí que en la base misma del sistema reside su propia deslegitimación, pues la C) Socialización del poder de definir lo criminal. La política criminal de un Estado democrático, exige una socialización o redistribución equitativa del 88 Cuadernos de Estudio del Ministerio Público de Costa Rica N° 9 -Revista Especializada en Criminología y Derecho Penal- El ordenamiento jurídico patrio permite el desarrollo del “proyecto”. Nuestra Constitución Política, los tratados internacionales en materia de derechos fundamentales, y el nuevo Código Procesal Penal, así como los precedentes de la Sala Constitucional relacionados con el garantismo penal, ofrecen suficiente sustento lógico y jurídico como para configurar una política criminal razonable, humanizada y democrática. No obstante, vale advertir que la lucha por el fortalecimiento de las garantías individuales frente al poder penal del Estado, así como la democratización y humanización del sistema penal, no tiene límite, término o plazo; requiere una renovación constante. otorga el ordenamiento jurídico, para lo cual el Código Procesal Penal de 1996, resulta un instrumento de innegable trascendencia. En efecto, mediante el nuevo código se trata de corregir los vicios de la derogada legislación procesal, como fue la instrucción judicial a cargo de un “juez fenómeno”, que asumía alegremente el papel de acusador oficial, sin olvidar la triste memoria de sus arbitrarias legitimaciones de las actuaciones unilaterales de la policía judicial o administrativa, todo ello - claro está -, en franco detrimento de la jurisdiccionalidad. Para poner fin a tales entuertos, y en tributo a los principios de Juez Natural y de separación de funciones, es que se otorga la investigación penal preparatoria al Ministerio Público. Por otro lado, se procura dar primacía al principio político criminal de solución de los conflictos sociales, mediante la aplicación de las medidas alternas a la persecución penal, como son la conciliación, la suspensión del proceso a prueba y especialmente los criterios de oportunidad. Estos últimos para posibilitar la descriminalización de los delitos fútiles y el abandono de la persecución penal en aquellos asuntos donde resulte inútil el reproche jurídico penal. Paralelamente, se procura con la regulación de los criterios de oportunidad, el uso racional de los recursos judiciales para la persecución efectiva de los crímenes trascendentales para la sociedad, como son los delitos contra el medio ambiente, la corrupción en la función pública y algunas formas de crimen organizado. Dentro del mismo sistema de control formal entonces, puede encontrarse una de las vías iniciales para la aplicación del proyecto de política criminal alternativa. Será tarea principal de los operadores del sistema, el procurar la ampliación de los espacios democráticos que Otro tipo de implementaciones para la política criminal alternativa, requieren en cambio la modificación normativa, en particular la orientada hacia la reducción del ámbito de acción del sistema penal, a fin de complementar y armonizar la ley procesal penal con la sustantiva. Efec- violencia ejercida sobre las personas, revela una insuperable contradicción con la realización de los fines no violentos consagrados en la carta magna. En razón de lo expuesto, el Ministerio Público debe concentrarse en la persecución de aquellos delitos que afecten bienes jurídicos esenciales o fundamentales para la convivencia social, salvaguardando así los principios constitucionales de lesividad y proporcionalidad, los cuales resultan indispensables para hacer realidad la reducción del ámbito de acción del sistema penal. 4. Viabilidad normativa para el “proyecto de política criminal alternativa” 89 Cuadernos de Estudio del Ministerio Público de Costa Rica N° 9 -Revista Especializada en Criminología y Derecho Penal- tivamente, una reducción de la intervención estatal aún más acentuada, puede lograrse mediante la promulgación de un nuevo Código Penal informado por los principios políticocriminales que se han enunciado. Esto es, un código que por un lado, despenalice múltiples conductas que no ameritan sanción, y que por otro, sancione otras de gran lesividad social que sí justifican una reacción penal, pero que en el pasado no fueron objeto de selección positiva, precisamente por resguardar los intereses de los grupos hegemónicos que ejercieron el poder de definir los procesos de criminalización. Como se colegirá, resulta urgente la regulación del principio de lesividad en el Código penal, así como la reforma legal a la regulación de los criterios de oportunidad, en el sentido de otorgar al Ministerio Público la potestad de vincular al órgano jurisdiccional, en los supuestos de insignificancia y colaboración esencial en criminalidad grave, violenta, organizada, o de tramitación compleja. 5. Propuestas genéricas del “proyecto de política criminal” para el Ministerio Público5 5.a En el ámbito del control formal 5.a.1) Intervención mínima del sistema penal La política criminal formulada que dominó en nuestro país antes de la promulgación del Código Procesal Penal de 1996, se basó pri- 5 mordialmente en la pena de prisión, lo que ocasionó entre otros múltiples problemas, la saturación de los centros penitenciarios con las previsibles secuelas del hacinamiento, gravísimas violaciones a los derechos humanos, y elevados costos para el sistema, sin dejar de lado los trastornos psicológicos y otras enfermedades de muchos reclusos. Aun cuando algunas agencias internacionales difundían los avances científicos de la criminología crítica, al amparo incluso de los mismos principios republicanos y democráticos, las políticas regionales, sin excepción, continuaron optando por las propuestas positivistas del endurecimiento de las penas de prisión como exclusiva solución al fenómeno de la criminalidad, las campañas y leyes de seguridad y orden, y la restricción de la libertad durante el proceso penal. Algunos sectores estatales, sin embargo, a través de la promulgación de la nueva legislación procesal posibilitaron, al menos como “programación político-criminal”, una importante disminución de la intervención punitiva estatal, regulándose así algunas de las propuestas más importantes de la Criminología crítica, como son la descriminalización, desjudicialización, y la aplicación de las medidas alternas a la persecución penal para solución de conflictos sociales. De esta forma, se palió considerablemente el craso error de responder siempre con soluciones penales a todo género de conflictos, sentándose así las bases para la aplicación de un Derecho Penal Mínimo, tarea que en parte Sobre otras propuestas complementarias consultar Carranza (Elías),“Política Criminal y Humanismo en la Reforma de la Justicia Penal”, Sub-director de ILANUD. (Revista de Ciencias Penales N° 6), pp. 19-25. 90 Cuadernos de Estudio del Ministerio Público de Costa Rica N° 9 -Revista Especializada en Criminología y Derecho Penal- importante corresponde llevar a cabo al Ministerio Público, en su nuevo papel de “motor del proceso”. Las siguientes son las propuestas para el Ministerio Público dentro del ámbito del control formal: • guarda de los derechos fundamentales del imputado, la realización de la paz comunitaria y el uso racional de los recursos judiciales. En torno a este último extremo, cabe realizar la advertencia de evitar a toda costa el incursionar en el peligroso terreno de la “eficiencia” numérica que tiene por objeto el simple descongestionamiento judicial.6 Además resulta ineludible aclarar en este punto, que a pesar de compartirse el ideal de la preeminencia o caracterización de la víctima y victimario como principales sujetos y protagonistas del proceso penal, dado su mayor interés en la resolución del conflicto, el fiscal debe salvaguardar la justicia y el interés colectivo, defendiendo el ámbito excepcional de tutela que el legislador quiso conceder al Estado, para asegurar el esclarecimiento y castigo de los crímenes de trascendencia social, sin interferencia de otro tipo de intereses.7 Promover y aplicar de modo generoso y razonable las medidas alternas a la persecución penal, como son algunos criterios de oportunidad, la conciliación, la suspensión del proceso a prueba, el pago adelantado de la multa, la reparación integral del daño, y la conversión de la acción penal pública en privada. Dentro de este capítulo, no puede marginarse la gran utilidad de la suspensión del proceso a prueba, en punto al beneficio adicional que podrían obtener las comunidades, a través de las reglas conductuales y los planes de reparación ofrecidos por los acusados que optan por este instituto. Todo ello, procurando siempre la armonía y salva- 6 “En cuanto a las decisiones de carácter persecutorio del Ministerio Público debe argumentarse que en un primer vistazo, estas pueden coincidir o distanciarse de un determinado modelo ideal de política criminal, así como también puede definir, en dirección contraria a esta política, algunos aspectos sobre los cuales se concentrará con el objetivo de que su función se cumpla con eficiencia. Ahora bien, hay que advertir que esta preocupación por la “eficiencia” resulta también consecuente con los fines de seguridad que también persigue el Estado de Derecho...Sin embargo, otra lectura de esta persecución de la eficiencia se puede hacer desde un punto de vista meramente cuantitativo, estadístico si se quiere. La primera lectura que aquí sugerimos resulta ser una consecuencia de la función constitucional de la administración de la justicia, como requisito del acuerdo social de vivir bajo el sistema de Estado de Derecho. La segunda lectura, la cuantitativa o la meramente referida a la tramitación operativa lleva el concepto de eficiencia como un criterio de carácter administrativo, que acarrea el riesgo de observar todo el proceso como una herramienta de desahogo de casos, o de facilitación operativa de expedientes, porque esto convierte a los objetivos y fines del Estado de Derecho en aspectos secundarios, desvirtuando el juicio oral y acabando, en general, con fines democráticos que resultan valiosos a esta forma de organización política, como el principio de igualdad, el principio de proporcionalidad y hasta el principio de culpabilidad, solo para mencionar los más directamente afectados”, Conferencia titulada “Elementos para el diseño de una Política de Persecución del Ministerio Público”, dictada por el Prof. Dr. Alfredo Chirino Sánchez, en el Consejo Fiscal ampliado del 30 de julio de 1999, en el Hotel Amón Plaza, San José Costa Rica. 7 “...La víctima, el victimario y los terceros afectados, deben convertirse en los protagonistas fundamentales de la resolución del conflicto que es suyo y los afecta preponderantemente a ellos. Se trata de oír y satisfacer las pretensiones del ofendido, tanto como de proteger y garantizar los derechos personales del ofensor. Creemos sin embargo indispensable mantener cierto número de conductas que por su dañosidad y trascendencia social no pueden dejarse en manos únicamente de los afectados directos”. Ver Arroyo Gutiérrez (José Manuel), El sistema Penal ante el Dilema de sus Alternativas, Gráfica Brenes, San José, Costa Rica, 1995, p. 97. 91 Cuadernos de Estudio del Ministerio Público de Costa Rica N° 9 -Revista Especializada en Criminología y Derecho Penal- • • Concentración de recursos y esfuerzos en la efectiva y eficiente persecución de los crímenes altamente lesivos para la sociedad, esto es aquellos que afectan bienes jurídicos esenciales y fundamentales para la convivencia social, como podrían ser algunos delitos que reúnan los orientadores adjetivos de grave, violento y de ejecución organizada, contra los cuales se han dispuesto además una serie de mecanismos legales para reprimirlos.8 Aseguramiento del efectivo ejercicio de los derechos que la nueva legislación procesal acuerda a la víctima, incluyéndose obviamente los grupos defensores de intereses difusos que puedan coadyuvar con el Ministerio Público en la solución del conflicto social. (por ejemplo las Asociaciones defensoras del medio ambiente). 5.a.2) Máxima reducción de la pena privativa de libertad El Ministerio Público debe salvaguardar el derecho fundamental a la libertad, haciendo realidad el principio de intervención mínima del sistema penal. Unicamente deberá acudirse a la pena de prisión para casos extremos. Institutos como la suspensión del proceso a prueba o los criterios de oportunidad fundados en la insignificancia, pena natural o inutilidad del reproche 8 jurídico penal, pueden implementarse para la consecución de esta finalidad. 5.a.3) Aplicación restrictiva de la medida cautelar de prisión preventiva El Ministerio Público debe redimir el derecho fundamental a la libertad y el principio de inocencia, a través de mecanismos o medidas cautelares sustitutivas de la prisión preventiva, es decir que no impliquen el encarcelamiento del afectado. Debe tener especial cuidado en gestionar la medida de prisión preventiva, cuando cumpla estrictamente con los requisitos exigidos por la ley. Todo lo anterior, sin perjuicio de implementar medidas para la simplificación, celeridad y desformalización de los procesos, labor en la cual vale advertir, los nuevos jueces penales tienen una gran cuota de responsabilidad, por lo que resulta urgente el diálogo para lograr así la realización del programa constitucional de justicia pronta y cumplida. 5.a.4) Fortalecimiento de las garantías individuales frente a la actividad punitiva estatal Para coadyuvar con un equitativo desarrollo económico y social en el país, el Ministerio Público debe contribuir a la transformación del sistema de justicia penal en un instrumento idóneo de control y disuasión, que contribuya eficazmente al mantenimiento de la paz y el or- “Una reducción al mínimo de la represión penal comienza precisamente en la concentración del trabajo fiscal a los temas más sensibles para la convivencia, a los ataques más serios a las condiciones de vida en sociedad, y, por ende, en muchos casos, a una mayor concentración en la tutela de bienes jurídicos colectivos... la concentración del trabajo del fiscal debe estar en aquellas áreas que mayormente pongan en peligro la vida de convivencia tal y como la entendemos, donde figuran, por supuesto la delincuencia ambiental y la delincuencia económica a grandes niveles. Precisamente allí donde nuestro sistema penal siempre ha mostrado más debilidad”. Conferencia del Dr. Chirino Sánchez, supra citada. 92 Cuadernos de Estudio del Ministerio Público de Costa Rica N° 9 -Revista Especializada en Criminología y Derecho Penal- den, a la atenuación de las desigualdades aún vigentes, y a la protección de los derechos humanos (política criminal configurada).9 El órgano fiscal, consecuentemente ha de fortalecer su función de promotor de justicia y contralor de los derechos fundamentales. 5.a.5) Fortalecimiento de la dirección funcional sobre la policía En el marco de un sistema procesal como el nuestro, acentuadamente acusatorio según el decir de algunos entendidos en la materia, surge como incuestionable premisa lógica, doctri- 9 nal y normativa, la investigación penal preparatoria en cabeza del Ministerio Público. El paso necesario de los aludidos planos al de la praxis forense, constituye una de las metas prioritarias del órgano requirente en el nuevo reparto que le asigna la lozana legislación procesal. La realización de esta delicada y esencial función en el ámbito del ejercicio de la acción penal, demandará del Ministerio Público la implementación de un plan de acción que garantice una eficiente dirección funcional sobre la policía judicial. Un componente esencial que debe contemplar el referido plan, es el “Reglamento de Dirección Funcional sobre la policía”, obra El principio de protección de bienes jurídicos, conocido también como principio de ofensividad o lesividad (“nullum crimen sine injuria”) ha sido objeto de especial atención y análisis en sentencias de vieja data de nuestra Sala Constitucional. Así por ejemplo, en el voto constitucional número 0525 de las 14:24 horas del 3 de febrero de 1993, se consideró al bien jurídico como fundamento del ius puniendi estatal, y por ende, elemento insoslayable de interpretación para los demás órganos jurisdiccionales, pues a criterio del alto Tribunal, “Al disponerse constitucionalmente que “las acciones privadas que no dañen la moral o el orden público, o que no perjudiquen a tercero, están fuera de la acción de la ley” -Art. 28- se impone un límite al denominado ius puniendi, pues a cada figura típica ha de ser inherente una lesión o peligro de un valor ético social precisamente determinado; en otros términos, puesto que no basta que una conducta u omisión “encaje” abstractamente en un tipo, es también necesaria una lesión significativa de un bien jurídico”. En este mismo sentido y en un voto más reciente (número 6410-96 de las 15:12 horas del 26 de noviembre de 1996), la Sala Constitucional sostuvo: “Los bienes jurídicos protegidos por las normas penales son relaciones concretas y fundamentales para la vida en sociedad...Para el Estado implica un límite claro al ejercicio del poder, ya que el bien jurídico en su función garantizadora le impide, con fundamento en los artículos 39 y 28 constitucionales, la producción de tipos penales sin bien jurídico protegido y, en su función teleológica, le da sentido a la prohibición contenida en el tipo y la limita. Estas dos funciones son fundamentales para que el derecho penal se mantenga dentro de los límites de la racionalidad de los actos de gobierno, impuestos por el principio republicano-democrático. El bien jurídico al ser el “para qué” del tipo se convierte en una herramienta que posibilita la interpretación teleológica (de acuerdo a los fines de la ley) de la norma jurídica, es decir, un método de interpretación que trasciende del mero estudio formal de la norma al incluir en él el objeto de protección de la misma, cuya lesión constituye el contenido esencial del delito”. Tal es la relevancia que cobra este importante principio para la formulación de una política criminal del Ministerio Público, que el Prof. Chirino Sánchez advierte precisamente acerca de la deslegitimación que podría sufrir esta política de persecución, en virtud del eventual olvido del papel que debe cumplir la Teoría del bien jurídico, “...en la aplicación del principio de insignificancia y de bagatela en el nivel de los criterios de atipicidad y de oportunidad, como también cuando se le niega el papel al tipo penal como herramienta de garantía, y no se le interpreta como una fórmula legal con vinculaciones normativas de evidente entidad. También en el nivel de la antijuricidad material se puede generar esta incomprensión cuando se entiende que el desvalor del resultado es su único contenido y no se entiende la vinculación evidente entre antinormatividad y antijuricidad. El principio de culpabilidad también puede degradarse cuando se olvida la evidente necesidad de analizar la proporcionalidad de la persecución penal, del reproche del injusto al autor y de la posterior medición de la pena. Estas funciones políticocriminales de los diversos estratos o niveles de la teoría del delito, bien pueden definir los límites exteriores de la política de persecución del Ministerio Público, y hará bien este último cuando se concrete a replantear la necesaria utilización de la teoría del delito como traducción práctica e inmediata de una política criminal de vocación constitucional...”. Conferencia del Dr. Chirino Sánchez, supra citada. 93 Cuadernos de Estudio del Ministerio Público de Costa Rica N° 9 -Revista Especializada en Criminología y Derecho Penal- en la cual contribuyeron de forma generosa oficiales del Organismo de Investigación Judicial y Fiscales del Ministerio Público, con el objeto de cristalizar una labor coordinada, en equipo y respetuosa, entre los sujetos procesales encargados de la investigación penal preparatoria. Sin pretensión alguna de menguar la importancia a las normas legales que se refieren a la dirección funcional, pues configuran las bases principales del reglamento en cuestión, estimamos que el fiel cumplimiento de este convenido ordenamiento interno -cuyo acatamiento es obligatorio según circular conjunta de los jerarcas del O. I. J. y Ministerio Público- facilitará en gran manera al órgano acusador su función de “dominus de la investigación” y contralor de la policía judicial. ser tomada en cuenta por una política criminal democrática. De ahí que el ejercicio del control punitivo ha de realizarse bajo la premisa de última o “extrema ratio”, y en tal virtud, siempre sujeto a constante crítica y revisión. Por todo lo anterior, resulta esencial el resguardo que debe realizar el Ministerio Público de los límites legales al poder de definir lo criminal, algunos de los cuales se erigen igualmente como presupuestos del proyecto de política criminal alternativa. Estos son los siguientes: a. Derecho humano a la Dignidad de la persona; b. Derecho humano a la Libertad, c. 5.a.6) Democratización y humanización del sistema penal Principio de la socialización del poder de definir el fenómeno de la criminalidad, d. Principio de Igualdad, Si convenimos en que la Política Criminal consiste básicamente en el poder de definir los procesos de criminalización, así como de dirigir y organizar el sistema social en relación con dicho fenómeno social, debe entenderse que -dentro del marco determinado por la democratización del sistema- tal poder asume la forma de facultad que confieren las personas para su propio servicio. Ahora bien, si admitimos igualmente que el ejercicio del control penal implica violencia, lo que se contrapone a la finalidad democrática de solucionar los conflictos mediante formas no violentas, es indiscutible entonces una ilegitimidad de origen en el control penal, que debe 10 e. Principio de Protección de bienes jurídicos 10, y f. Principio de Intervención solo indispensable del control penal. La humanización de la reforma de la justicia penal implica cerrar la brecha entre la legislación primaria y la secundaria en materia de derechos humanos (Política criminal formulada), y la realidad de su funcionamiento (Política criminal configurada). El divorcio entre programa normativo y realidad, o entre formulación En este sentido consultar, Ferrajoli (Luigi),Derecho y Razón, Teoría del garantismo penal, Editorial Trotta S. A., Traducción de Perfecto Andrés Ibañez y otros, Madrid, España, 1995, pp. 946-948. 94 Cuadernos de Estudio del Ministerio Público de Costa Rica N° 9 -Revista Especializada en Criminología y Derecho Penal- y configuración de la política criminal, es una grave paradoja, que el Ministerio Público debe ayudar a resolver. 5.b En el ámbito del control social 5.b.1) Alianzas estratégicas con movimientos progresistas11 La democracia no es sino la síntesis o producto de una constante tensión entre el poder político representativo, y el poder social-directo, cuando este ejerce las libertades en función de alteridad y oposición. Por ello, “democracia representativa” y “democracia directa” están intrínsecamente relacionadas, siendo una el soporte necesario de la otra. La democracia directa, que es la que nos interesa destacar aquí, se manifiesta en la lucha organizada y colectiva de las libertades. Cuando esto último acontece, llega a convertirse progresivamente en formas de poder o contra-poder social, revestidas de la fuerza legítima y necesaria para negociar, presionar, orientar y controlar a los sectores estatales. De este modo, se logran las transformaciones sociales y se impide la arbitrariedad del Poder Estatal. La democracia entonces, permite el desarrollo pacífico de los conflictos y las transformaciones institucionales y sociales, al legitimar y valorar por igual todos los puntos de vista externos y las dinámicas sociales que las expresan. En efecto, la democracia legitima el cambio a través del diferendo y el conflicto. 11 Para ser consecuentes con el reconocimiento y legitimidad de la democracia directa, en el campo de las grandes transformaciones sociales, el Ministerio Público deberá promover la participación de la sociedad civil, a fin de lograr la consolidación de verdaderos procesos democráticos. Además deberá aunar esfuerzos para la superación de los actuales procesos de criminalización, con el especial cuidado de elegir correctamente los movimientos o grupos de presión con los que vaya a coordinar esta labor de equipo. No obstante lo dicho, no podríamos dejar de señalar aquí, que el Estado no puede evadir su responsabilidad de distribuir estratégicamente los recursos humanos y materiales suficientes, entre los diferentes sub-sistemas que integran el Control Formal. Estos recursos lamentable y tradicionalmente se han extrañado en la Judicatura y en el Ministerio Público. Decimos que es obligación estatal de urgente cumplimiento, en la medida que la prevención del delito y la justicia penal contribuyen a la realización de las metas del desarrollo nacional. Mientras esto no ocurra, y se continúe con el pensamiento positivista de favorecer presupuestariamente al subsistema policial en detrimento del judicial, bajo la ilusoria creencia de que con ello se reducirá la criminalidad, el Ministerio Público tendrá que utilizar temporalmente los recursos que otros sectores faciliten. Por ello, se requiere la máxima intervención de las instituciones y recursos sociales, para garantizar una adecuada participación de la comunidad en la efectiva configuración de una política criminal democrática, lo cual “La política de persecución penal debe construirse a nivel corporativo pero debe hacerse de tal forma que la comunidad pueda controlar el contenido de la política e incluso coadyuvar a su formulación. Tal cosa se ha venido logrando en la apertura del Ministerio Público en los foros dirigidos a las diversas comunidades del país, con el propósito de escuchar los reclamos populares y someterlos al suave tamiz del principio de legalidad y sus derivados”, Conferencia del Dr. Chirino Sánchez, supra citada. 95 Cuadernos de Estudio del Ministerio Público de Costa Rica N° 9 -Revista Especializada en Criminología y Derecho Penal- representa uno de los objetivos primordiales de este foro regional. En este sentido, la Fiscalía debe promover las alianzas estratégicas para la interacción y colaboración de los organismos gubernamentales y no gubernamentales, los mismos sectores de la justicia penal, y en general las fuerzas organizadas de la sociedad, para garantizar así una capacidad de respuesta idónea ante el fenómeno de la criminalidad y su prevención. 5.b.2) Legitimación pública del “proyecto de política criminal” Toda pretensión democrática debe contar con la transparencia social en sus fundamentos y objetivos; de allí la necesidad de legitimar públicamente los “Lineamientos Generales para la configuración de una Política Criminal Democrática en el Ministerio Público” que se han desarrollado en esta asamblea. 12 Por 12 ello, hoy se ha presentado a las fuerzas vivas de la comunidad, nuestra perspectiva para su análisis y discusión, pues no existe pretensión alguna de defender el programa como algo acabado y rígido, por el contrario se pretende en primer lugar, escuchar a los diferentes líderes invitados a esta actividad para su posterior análisis, así como estimular a los mismos y al público presente para que consulten, orienten, reflexionen y hasta discrepen de nuestras propuestas en aras del mejoramiento de la política criminal del Ministerio Público. En este sentido, debe considerarse de trascendental valor parcon el propósito buscados, la realización de actividades diversas, tales como reuniones de análisis de conflictos, encuentros bilaterales, seminarios, publicaciones, conferencias, y en fin, todas aquellas vías que permitan la participación activa del pueblo. Agradezco la paciencia y atención que me han brindado. Real Academia Española, 19 Edición, Madrid 1970, pág. 424. 96 Cuadernos de Estudio del Ministerio Público de Costa Rica N° 9 -Revista Especializada en Criminología y Derecho Penal- BIBLIOGRAFÍA Arroyo Gutiérrez (José Manuel), El sistema Penal ante el Dilema de sus Alternativas, Gráfica Brenes, San José, Costa Rica, 1995, p. 97. Baratta (Alessandro), Criminología Crítica y crítica del Derecho Penal, Siglo XXI, México, 1985. Bergalli (Roberto), Crítica a la Criminología (Hacia una teoría crítica del control social en América Latina), Editorial Temis, Bogotá, Colombia, 1982. Binder (Alberto), Justicia Penal y Estado de Derecho, Editorial AD-HOC S. R. L. , primera edición, Buenos Aires, Argentina, 1993. Bustos Ramírez (Juan), “Política Criminal y Estado”, En: Revista de Ciencias Penales, número 12, año 1996. Carranza (Elías), “Política Criminal y Humanismo en la Reforma de la Justicia Penal”, Revista de Ciencias Penales, N° 6. Del Olmo (Rosa), América Latina y su Criminología, Siglo XXI, México, 1981. Chang Pizarro (Luis), Criterios de Oportunidad en el Código Procesal Penal, Editorial Jurídica Continental, San José, Costa Rica, 1998. Chirino Sánchez (Alfredo), “Elementos para el diseño de una Política de Persecución del Ministerio Público”, conferencia dictada en el Consejo Fiscal ampliado del 30 de julio de 1999, en el Hotel Amón Plaza, San José Costa Rica. Ferrajoli (Luigi), Derecho y Razón. Teoría del garantismo penal, Editorial Trotta S. A., Traducción de Perfecto Andrés Ibañez y otros, Madrid, España, 1995. Huertas Sandoval (Emiro), Sistema Penal y Criminología Crítica, Editorial Temis, Bogotá, Colombia, 1985. 97 EL COMISO EN LOS DELITOS CONTEMPLADOS EN LA LEY DE SICOTRÓPICOS. ANÁLISIS DE LOS PROBLEMAS MÁS COMUNES EN LA MATERIALIZACIÓN DEL COMISO EN LOS PROCESOS JUDICIALES Lic. Luis Alonso Bonilla Guzmán I. Introducción II. Noción, etimología y objeto El tema del instituto jurídico del comiso ha sido muy poco abordado nacional e internacionalmente, además, en la jurisprudencia patria han sido muy limitados los análisis de esa figura y su inclusión en las resoluciones de casación generalmente se restringe a los aspectos relativos a la falta de fundamentación del comiso en las sentencias de los tribunales y a la no inclusión de terceros interesados (generalmente propietarios registrales de bienes) dentro del proceso. El diccionario de la Real Academia Española de la Lengua define “comiso” o “decomiso” (los considera sinónimos) así: “...pena de perdimiento de la cosa en que incurre el que comercia con géneros prohibidos...pérdida del que contraviene a algún contrato en que se estipuló esta pena...cosa decomisada o caída en comiso convencional”1. Una posible causa del trato tan marginal que ha tenido el presente tema en nuestro medio, es la falta de definición respecto a su naturaleza jurídica, de ahí que, es necesario abordar ese aspecto antes de analizar la problemática de la materialización del comiso. Lo anterior ha motivado el presente estudio, con el fin de fomentar la discusión de los escollos más frecuentes con que se topan los operadores del aparato de administración de justicia, al intentar materializar el comiso en las sentencias judiciales. Etimológicamente comiso proviene de la locución latina “commisum”, que según se extrae del Diccionario Latino-Español Sopena2 tiene diferentes acepciones, tales como crimen, falta, delito, pecado, secreto, depósito y, en lo que interesa, confiscación, comiso o embargo: “...commissum cadere, Ulp. , incurrir en la confiscación” 2. En Costa Rica se utiliza el término “decomiso” para referirse al “secuestro”, sin embargo técnicamente la primera locución es sinónimo de comiso; a pesar de eso, en adelante se utilizará la palabra decomiso –en algunas ocasiones- en referencia al secuestro, únicamente para no caer en confusión, pues así es el uso incluso 1 Real Academia Española, 19 Edición, Madrid, 1970, pág 424. 2 Diccionario Latino-Español, Agustín Blanquez Fraile, Ed. Ramón Sopena S.A., Barcelona, España, 1967, pg. 406. 99 Cuadernos de Estudio del Ministerio Público de Costa Rica N° 9 -Revista Especializada en Criminología y Derecho Penal- en sentencias de los Tribunales, la Sala de Casación Penal y la Sala Constitucional, así como en los textos nacionales; pero se pretende dejar por sentado que, lo correcto es no utilizar el término decomiso como sinónimo de secuestro. En Latinoamérica han surgido algunas inquietudes sobre el tema del comiso, al respecto, Jorge Enrique Valencia M.3 ha expresado que, legendariamente se ha entendido por comiso el acto de secuestro, ocupación y pérdida a favor del Estado de todos los efectos e instrumentos del delito; lato sensu implica la incautación definitiva y consecuentemente la pérdida del derecho de propiedad de los elementos, cosas e instrumentos que se pusieron al servicio del delito, de los efectos que se deriven directa o indirectamente de él, o de los beneficios de cualquier orden que signifiquen un provecho para el autor o los coautores o partícipes del injusto penal. Parece innecesario advertir, que esas cosas, objetos, cuerpos o dineros encontrados en poder del agente o de los coautores o partícipes que carezcan de relación causal con el planeamiento, organización, desarrollo, asistencia y ejecución del crimen, no pueden ser materia de incautación, pues de lo contrario se estaría ante un abuso y extralimitación, cuyo exceso debería reprimirse punitivamente. Por su parte, Eugenio Zaffaroni4 analiza el instituto del comiso definiéndolo como una pena accesoria que se limita al decomiso (lo que se entiende en nuestro entorno como comiso) de los instrumentos del delito y al de los efectos provenientes del mismo; respecto a los prime- ros “son los que el autor utilizó dolosamente para cometer el delito. Puesto que la tipicidad presupuesta se reduce a la dolosa, puede tratarse tanto de cosas que pertenecen al autor como a los partícipes, dado que los únicos que quedan excluidos son los terceros no responsables...”. , sobre los efectos, “...son cualquier mercancía (legal o ilegal en cuanto a su tenencia y circulación) obtenida mediante el injusto, sea que se encuentre en el mismo estado o en otro diferente (como valor o uso de cambio), o sea, que la mercancía se convierta en dinero u otro valor, o que con el dinero se adquiera mercancía u otro valor, o sea que se trata de los efectos provenientes de un delito sin distinguir que sean los efectos inmediatos o mediatos del ilícito...”. En la legislación costarricense es posible que un Tribunal decrete el comiso en caso de negligencia por parte del propietario del bien utilizado por el sujeto activo del delito, según dispone el artículo 94 de la Ley 8204 sobre Estupefacientes, Drogas de uso no Autorizado y Actividades Conexas: “El tribunal o la autoridad competente dispondrá la devolución de los bienes, productos o instrumentos al reclamante, cuando se haya acreditado y concluido que:...c)El reclamante desconocía, sin mediar negligencia, el uso ilegal de bienes, productos o instrumentos o cuando, teniendo conocimiento, no consintió de modo voluntario en usarlos ilegalmente...e) El reclamante hizo todo lo razonable para impedir el uso ilegal de los bienes, productos o instrumentos”. Lo anterior implica que la devolución de bienes decomisados no es automática, sino que deben 3 Revista de Estudios de Derecho Penal, pág. 163-164, Gama Impresoras, Bogotá, 1983. 4 Derecho Penal (Parte General), Zaffaroni, Eugenio R., Ed. Ediar, Buenos Aires, Argentina, año 2000, pgs. 943-944. 100 Cuadernos de Estudio del Ministerio Público de Costa Rica N° 9 -Revista Especializada en Criminología y Derecho Penal- verificarse varios presupuestos contenidos en la norma, los que analizados podrían significar la comisión de otros delitos (legitimación de capitales, favorecimiento y fraude de simulación) por parte de quien detenta la propiedad formal del bien secuestrado u objeto de comiso (propietario registral, por ejemplo). En Costa Rica el comiso está contemplado en el artículo 103 del Código Penal y su descripción y alcances en el artículo 110; además, en la Ley 6106 del siete de noviembre de mil novecientos setenta y dos (decreto ejecutivo número 8539 del veinticinco de abril de setenta y ocho) se reglamenta el instituto jurídico del comiso, en relación con los instrumentos y provecho de la generalidad de los delitos. En el ámbito internacional, referente a los delitos relacionados con el narcotráfico, existen previsiones específicas del decomiso y de su objeto en el artículo 5°.1 de la Convención de las Naciones Unidas contra el Tráfico Ilícito de Estupefacientes y Sustancias Psicotrópicas suscrita en Viena, el veinte de diciembre de mil novecientos ochenta y ocho (suscrita y ratificada por Costa Rica), en que se establece que: “Cada una de las Partes adoptará las medidas que sean necesarias para autorizar el decomiso: a) Del producto de los delitos tipificados de conformidad de conformidad con el párrafo 1 del art. 3°, o de bienes cuyo valor equivalga al de ese producto; -b) De estupefacientes y sustancias psicotrópicas, los materiales y equipos u otros instrumentos utilizados o destinados a ser utilizados en cualquier forma para cometer los delitos tipificados de conformidad con el párrafo 1 del art. 3°”. La Ley 8204 sobre Estupefacientes, Drogas de uso no Autorizado y Actividades Conexas, en su artículo 83, regula: “Todos los bienes muebles e inmuebles, vehículos, instrumentos, equipos, valores, dinero y demás objetos utilizados en la comisión de los delitos previstos en esta Ley, así como los diversos bienes o valores provenientes de tales acciones, serán decomisados preventivamente por la autoridad competente que conozca de la causa; lo mismo procederá respecto de las acciones, los aportes de capital y la hacienda de personas jurídicas vinculadas con estos hechos”; el artículo 87 de la misma Ley dispone el comiso de esos bienes mencionados en el artículo 83. Antes de la promulgación de la Ley 8204, esa normativa era aplicable únicamente al narcotráfico y delitos conexos, pero en la actualidad se aplica a “delitos graves”, los cuales se entienden –de acuerdo con el artículo 1 de la misma Ley- como los delitos punibles con una pena privativa de libertad de cuatro años o más. Tomando en consideración las anotaciones anteriores, se puede definir el comiso, en función de sus efectos, así: instituto jurídico que dispone para las personas condenadas por delitos (o detentadores de propiedad diferentes al condenado, de conformidad con el presupuestos del artículo 94 incisos c) y e) de la Ley 8204, en caso de los bienes o efectos utilizados en la comisión del delito -instrumenta celeris), la pérdida, a favor del Estado, de todos los bienes o efectos utilizados para cometer el delito o provenientes de los caudales económicos obtenidos mediante la realización del injusto penal. III. Naturaleza jurídica Dentro del ordenamiento jurídico costarricense, la primera referencia sobre el comiso se 101 Cuadernos de Estudio del Ministerio Público de Costa Rica N° 9 -Revista Especializada en Criminología y Derecho Penal- encuentra en el artículo 103 del Código Penal5: “Todo hecho punible tiene como consecuencia la reparación civil, que será determinada en sentencia condenatoria; esta ordenará:...3) El comiso”; pero es el artículo 110 del mismo cuerpo normativo el que explica los alcances del instituto: “El delito produce la pérdida a favor del Estado de los instrumentos con que se cometió y de las cosas o valores provenientes de su realización, o que constituyan para el agente un provecho derivado del mismo delito salvo el derecho que sobre ellos tengan el ofendido o terceros”. En el Código Procesal Penal, está incluido el comiso en el “Título II Ejecución Civil”, artículo 465: “Cuando en la sentencia se ordene el comiso de algún objeto, el tribunal le dará el destino que corresponda según su naturaleza, conforme a las normas que rigen la materia. En su caso los instrumentos con que se cometió el delito, serán remitidos al Museo Criminológico de la Corte Suprema de Justicia” . Las normas del Código Penal antes citadas están ubicadas en el título VII sobre las consecuencias civiles del hecho punible; por su parte, el artículo 103 C. P. comprende la responsabilidad civil derivada del hecho punible. Es importante considerar que, la restitución y la reparación de daños e indemnización de perjuicios se constituyen como verdaderos efectos provenientes de un hecho punible causante de un daño privado. Por su parte, el Código Procesal Penal es congruente con esa fijación, al ubicar el comiso en el título de la ejecución civil. Rosa María Abdelnour 6 critica la ubicación del instituto del comiso en el título y artículo correspondientes a las consecuencias civiles del delito, e inicia analizando la naturaleza del comiso desde su carácter de obligaciones “ex lege” (de acuerdo con la Ley o, por disposición de Ley), mientras que la restitución y reparación de daños e indemnización son obligaciones “ex delicto”. Desde esa óptica, cuando se comete un delito productor de un daño privado, el lesionado con ese hecho tendrá derecho a verse resarcido de los daños padecidos, por lo tanto, la consecuencia natural será la de enmendar los efectos dañosos del ilícito, bien sea restituyendo el bien sustraído o reparando los daños y perjuicios generados por el mismo; sin embargo, el comiso opera no como consecuencia natural de la infracción causante del daño, sino por imposición de la misma Ley; por supuesto, la restitución y la reparación e indemnización, están reglamentados por la Ley, pero se trata de consecuencias naturales del hecho delictuoso productor del daño, previstas por esta; pero en el caso del comiso su institución se da por mandato expreso de la Ley, sin que sea consecuencia natural de la infracción productora del daño privado. 5 C. R Leyes, decretos, etc., Código Penal, 9 Edición, San José, C. R., IJSA, enero 2000. 6 Abdelnour, Rosa María, La Responsabilidad Civil derivada del Hecho Punible, San José, Ed. Juricentro, 1984, pgas. 359414. 102 Cuadernos de Estudio del Ministerio Público de Costa Rica N° 9 -Revista Especializada en Criminología y Derecho Penal- El comiso está mal ubicado –según Abdelnourporque no tiene carácter reparador, ni siquiera cuando el mismo Estado sea el ofendido; por ejemplo, al damnificado no le interesa que la ganzúa con que forzaron la puerta de su casa para robar, sea enviada al Museo Criminal, al igual que el arma de fuego con que fue herido, pero, al Estado, defensor de la sociedad, sí le interesa que la droga con que traficaba el delincuente sea destruida. De esta forma, plantea su crítica e hipótesis 7: “El comiso no es sanción civil sino penal. Sea que conforme a su naturaleza no puede ubicársele dentro de las consecuencias civiles del hecho punible”. No obstante lo anterior, con el Código Penal vigente el comiso pasó de ser consecuencia penal a consecuencia civil 8, debido principalmente a las discusiones en torno al Código Penal Tipo para Latinoamérica; durante esa discusión unos aludían al carácter administrativo policivo del instituto, otros al carácter de pena, otros pensaban que era una medida de seguridad y otros lo colocaban como una medida de orden procesal, finalmente primó la opinión de situar el comiso con un carácter penal, pero no como una pena y fuera de las consecuencias civiles del hecho punible, desechándose la idea de este fenómeno como una medida de carácter procesal, como se le concibió en una ocasión, sin embargo, se le incluyó en el título “Responsabilidad Civil Derivada del Delito”, con ello no solo se desvirtúa la naturaleza del instituto, sino que se provoca su previsión –en algunos códigos latinoamericanos- como efecto de la responsabilidad civil ex delicto; posiblemente, aunque el espíritu de los juristas participantes no era concebir el comiso como consecuencia civil del hecho punible, esto surgió al no haber acuerdo. La autora plantea una discusión sobre 9 la conveniencia de que el comiso sea una sanción civil, de conformidad con los principios que caracterizan esta medida y la responsabilidad civil ex delicto. El autor MARÍNo Henao Ospina (Universidad de Externado, Colombia), considera el comiso como un fenómeno de naturaleza compleja10, que tiene un alcance funcional muy amplio, pues, aún cuando cumple tarea de pena, en el tanto restringe o suprime un derecho subjetivo de quien ha sido declarado responsable de infracción penal, también cumple otras funciones, tales como la de restitución, cuando se devuelve a su legítimo propietario los bienes que le fueron sustraídos o usados sin su culpa; compensación, cuando se utilizan los elementos o el producto de su remate en la reprensión del delito; policivas y de aseguramiento, cuando se destruyen elementos peligrosos, tóxicos o inmorales, e inclusive, para finalidades meramente procesales, como las probatorias y cautelares. El profesor español Jose Ignacio Gallego 11, al referirse a la naturaleza jurídica del decomiso (comiso) considera: “A la vista de la nueva con- 7 Ob. Cit., pág. 360. 8 Ibid. Pág. 367. 9 Ob. Cit., págs 370 a 373... 10 Revista Derecho Penal y Criminología, artículo: “El Comiso: Análisis de la Institución”, vol 4 # 15, pgas. 178-179. 11 Delitos de Terrorismo y Narcotráfico (Estudios de Derecho Penal Especial), primera edición, Ed. Jurídica Bolivariana, Bogotá, 2002, págs. 384-385. 103 Cuadernos de Estudio del Ministerio Público de Costa Rica N° 9 -Revista Especializada en Criminología y Derecho Penal- figuración legal como consecuencia accesoria, parece que se puede afirmar que nos encontramos ante una consecuencia jurídica de carácter penal, pero que no nos encontramos ni ante una pena, ni ante una medida de seguridad”. Respecto a la nueva configuración penal menciona que, en España el comiso es una medida que se encuentra recogida en la regulación penal desde 1827 y que su concepto era el de privación con carácter definitivo de algún bien por decisión de un Tribunal; pero en la nueva regulación del comiso en el Código Penal en materia de tráfico de drogas, se considera esa medida como una consecuencia accesoria. Antes de eso se consideraba como una pena accesoria consistente en privar al delincuente de los instrumentos utilizados en la comisión de delitos, así como los efectos de su conducta ilícita, sin embargo, eso fue muy cuestionado, pues se advirtieron las dificultades de considerar que el comiso fuera una pena, y que fuera accesoria, principalmente por no obedecer a ninguno de los fines de la pena, ni de las medidas de seguridad, de ahí que, ya en el año ochenta se propuso considerar el comiso como consecuencia accesoria, cuyo fundamento radica en la peligrosidad objetiva de la cosa, y tiene como fin, impedir su futura utilización en otros delitos, incluso por personas distintas al sujeto activo del ilícito original. Tales razonamientos son interesantes, en el tanto, el artículo 374 del Código Penal español es una transposición del artículo 5°1 de la Convención de Viena, al igual que los artículos 83 y 84 de la Ley 8204 sobre Psicotrópicos costarricense. 12 Es digna de atención, la referencia que hace el autor de cita 12 : De lege ferenda algún autor había propuesto, en su día, distinguir, como se hace en los países del ámbito germánico (Alemania, Suiza y Austria), entre el comiso (Einziehung) de los instrumenta o producta sceleris, y la confiscación de la ganancia (verfall- que propiamente supone la pérdida de la ganancia-); y mantener el comiso de la ganancia como pena accesoria, si bien adaptando su contenido a las exigencias inherentes a toda pena”. Con esa distinción no habría dificultad para separar los objetos que implican un peligro objetivo (instrumenta sceleris) y las ganancias (producta sceleris), diferenciándose claramente entre las consecuencias jurídicas (en cuanto a los instrumentos utilizados en el delito) y la pena accesoria (en cuanto a las ganancias producto del delito), facilitándose también la conciliación entre las discusiones técnico-doctrinales y la legislación. En los Tribunales de Costa Rica se concibe el comiso como pena accesoria, cuando con arreglo a la legislación vigente, conveniente o no, pero vigente al fin, es un efecto de la responsabilidad civil derivada del hecho punible. Es una sanción civil que debe reglamentarse en la ley de fondo y no en la ley procesal, como ocurre con el embargo y el secuestro. En tratándose de los delitos y las normas referentes al comiso (83 y 84) incluidos en la Ley de Psicotrópicos (8204), lo correcto es entender el instituto del comiso, al igual que en España, como una consecuencia jurídica del hecho pu- Ob. Cit. Delitos de Terrorismo... 104 Cuadernos de Estudio del Ministerio Público de Costa Rica N° 9 -Revista Especializada en Criminología y Derecho Penal- nible y no como una pena accesoria, puesto que al igual que el artículo 374 del Código Penal español, los artículos 83 y 84 son una transposición del artículo 5°1. de la Convención de Viena, por lo tanto, el espíritu de la norma es el mismo y son de recibo los argumentos, en el sentido de que el instituto del comiso no obedece a ninguno de los fines de la pena, ni de las medidas de seguridad y su posición como consecuencia accesoria se fundamenta en la peligrosidad objetiva de la cosa, y tiene como fin, impedir su futura utilización en otros delitos, incluso por personas distintas al sujeto activo del ilícito original. Así las cosas, sea técnicamente correcto o no, en el ordenamiento jurídico costarricense el comiso es una consecuencia patrimonial derivada de la comisión de un delito y no una pena. En otro orden de ideas, la diferencia entre el decomiso (secuestro) y el comiso, de conformidad con la legislación nacional es evidente y se define claramente en una resolución de la Sala Constitucional (voto número 2133-90) con motivo de un recurso de inconstitucionalidad contra el artículo 31 de la Ley 7233 sobre Estupefacientes, Sustancias Psicotrópicas, Drogas de uso no autorizado y Sustancias Conexas, a saber, se entiende por decomiso la medida accesoria de carácter patrimonial, consistente en la privación de los instrumentos o efectos del injusto penal, en cuanto fueron destinados para cometerlo, o constituyen por sí mismos un ilícito penal, a efecto de cumplir con los fines y objetivos del proceso penal, específicamente, la verificación de la verdad 10 real y la reparación pecuniaria de los daños causados; mientras que, como se indicó anteriormente, el comiso es la pérdida a favor del Estado, de los instrumentos del delito (instrumenta sceleris) y de los efectos provenientes de este (producta sceleris). Luego, la misma resolución alude al carácter procesal de los institutos regulados por los artículos 103 y 110 del Código Penal, diferenciando el comiso de las condenas pecuniarias. Es importante distinguir entre comiso y confiscación13, porque esta última consiste en la toma por el Estado de la integridad del patrimonio del condenado (prohibido por el artículo 40 de la Constitución Política de Costa Rica), mientras que el comiso recae únicamente sobre los bienes con que se cometió el delito y los que provienen de su realización, que constituyen para el agente activo, un provecho derivado del mismo injusto penal. IV. Finalidad del comiso Los fines de ese instituto jurídico se pueden deslindar principalmente en los de carácter general y particular. Desde un óptica general, lo que se pretende es evitar el desarrollo de la actividad delictiva, al decretarse la pérdida, a favor del Estado, de todos los bienes o efectos utilizados para cometer el delito o provenientes de los caudales económicos obtenidos mediante la realización del injusto penal. Constitución y Derecho Penal, Luis Paulino Mora Mora/Sonia Navarro Solano, San José, Costa Rica, Corte Suprema de Justicia, Escuela Judicial, 1995, págs. 187-190. 105 Cuadernos de Estudio del Ministerio Público de Costa Rica N° 9 -Revista Especializada en Criminología y Derecho Penal- Desde el punto de vista particular, consiste en no permitir que el delincuente utilice el provecho de su delito y evitar que los instrumentos utilizados en el injusto penal, se continúen utilizando por el mismo sujeto activo o por otros. Esos objetivos adquieren especial relevancia en los delitos relacionados con el narcotráfico, debido a que generalmente los narcotraficantes se unen en organizaciones ilícitas que utilizan grandes caudales económicos para desarrollar la actividad delictiva, de ahí que, una de las mejores formas de afectar su desarrollo es persiguiendo eficazmente esos caudales económicos y procurar que sean utilizados –como exige la Ley- para la represión y prevención de esos delitos. El artículo 83 dispone: “Todos los bienes muebles e inmuebles, vehículos, instrumentos, equipos, valores, dinero y demás objetos utilizados en la comisión de los delitos previstos en esta Ley, así como los diversos bienes o valores provenientes de tales acciones, serán decomisados preventivamente por la autoridad competente que conozca de la causa; lo mismo procederá respecto de las acciones, los aportes de capital y la hacienda de personas jurídicas vinculadas con estos hechos”. De acuerdo con lo anterior, el objeto del comiso se puede clasificar de la siguiente forma: • V. Ley 8204 sobre estupefacientes, drogas de uso no autorizado y actividades conexas La Ley 8204 sobre estupefacientes incluye algunas reformas respecto a sus predecesoras, principalmente en la regulación y sanción de las actividades financieras, relacionadas con capitales provenientes de delitos graves, definidos estos por el articulo 1, como las conductas que constituyan un delito punible con pena privativa de libertad de cuatro años o más; otra novedad es la normativa que permite la disposición de los bienes objeto de comiso por parte del Estado, aun ante la eventualidad de que no se identifique al propietario o este los ha abandonado, entre otros presupuestos. 14 • Bienes, objetos y efectos utilizados en la comisión de algún delito grave (instrumenta sceleris). Comprende los bienes muebles e inmuebles (vehículos, casas, edificios, etc); dinero, valores o equipos que tienen como destino financiar los aspectos logísticos necesarios para la realización de alguno de los delitos de cita; patentes, derechos, mobiliario, local y activos de puntos comerciales que han sido utilizados como “fachada”, para ocultar el origen de los bienes obtenidos por medio de delitos graves14. Bienes o valores provenientes de tales acciones y acciones, los aportes de capital y la hacienda de personas jurídicas vinculadas con estos hechos, o sean, las ganancias o el provecho obtenido mediante el delito (producta sceleris) Esta es una posición particular que aún no ha tenido eco en nuestros Tribunales, sin embargo la someto a discusión, pues es nuestro criterio que los bienes obtenidos mediante una actividad lícita utilizada para ocultar una actividad ilícita, es perfectamente –de acuerdo con la normativa vigente– susceptibles de comiso. 106 Cuadernos de Estudio del Ministerio Público de Costa Rica N° 9 -Revista Especializada en Criminología y Derecho Penal- El artículo 86 de la Ley que nos ocupa, regula una serie de obligaciones con que deben cumplir las entidades financieras, a efecto de facilitar la investigación de los delitos de legitimación de capitales y conexos, en lo que respecta a la conservación de evidencia y de valores, de manera tal que, se facilite el posterior comiso de los bienes producto de los injustos penales de cita: “Si con ocasión de hechos o ilícitos contemplados en la presente Ley, se inicia una investigación de parte de las autoridades competentes, toda entidad financiera o que sea parte de un grupo financiero, tendrá la obligación de resguardar toda la información, los documentos, valores y dineros que puedan ser utilizados como evidencia o pruebas dentro de la investigación o en un proceso judicial… en cuanto a los dineros o valores que se mantengan depositados o en custodia, deberá proceder a su congelamiento o al depósito en el Banco Central de Costa Rica e informar a las autoridades de las acciones realizadas. Las obligaciones anteriores nacen a partir del momento en que las entidades reciban de las autoridades, un aviso formal de la existencia de una investigación o de un proceso penal judicial, o de que las entidades interpongan la denuncia correspondiente…”. En la práctica, los entes financieros toman esas precauciones con base en órdenes judiciales para que suministren información o para que se congelen o transfieran los fondos 15 a cuentas del Instituto Costarricense sobre Drogas (ICD). En otro orden de ideas, el artículo 90 de la Ley 8204 establece: “Si transcurrido un año del decomiso del bien no se puede establecer la identidad del autor o partícipe del hecho o este ha abandonado los bienes de Interés económico, los elementos y los medios de transporte utilizados, la autoridad competente ordenará el comiso definitivo de dichos bienes, los cuales pasarán a la orden del Instituto para los fines previstos en esta Ley…así mismo, cuando transcurran más de tres meses de finalizado o cerrado el proceso penal sin que quienes puedan alegar interés jurídico legitimo sobre los bienes de interés económico utilizados en la comisión de los delitos previstos en esta Ley, hayan hecho gestión alguna para retirarlos, la acción del interesado para interponer cualquier reclamo caducará, y el Instituto podrá disponer de los bienes, previa autorización del tribunal que conoció de la causa. Para tales efectos, se seguirá lo dispuesto en el artículo 89 de esta Ley. Del texto del artículo 90 se entiende que su aplicación es solo para los bienes o efectos utilizados en el delito, no así para el producto del delito. Evidentemente ese no era el espíritu de la norma (ver artículo 93), sin embargo, no queda más remedio que aplicarla tal y como está15. En la redacción de una reforma a la actual Ley de Psicotrópicos, se incluye en una norma en una norma similar al artículo 90, los bienes producto del delito. 107 Cuadernos de Estudio del Ministerio Público de Costa Rica N° 9 -Revista Especializada en Criminología y Derecho Penal- Anteriormente se mencionó que la devolución de bienes a terceros no opera de manera automática, sino que debe analizarse por parte de las autoridades competentes la verificación de los presupuestos que califican al tercero interesado de buena fe. Al respecto interesa el análisis de los artículos 83, 93 y 94 de la Ley 8402. con el fin de hacer valer sus derechos no solo sobre los bienes que fueron instrumento, sino sobre los bienes producto del delito. Eso adquiere mayor sentido al observarse el artículo 94, que dispone los presupuestos para que un reclamante de bienes pueda ser considerado como tercero de buena fe: El artículo 83 dispone en su párrafo segundo: “Los terceros interesados que cumplan los presupuestos del artículo 94 de esta Ley, tendrán tres meses de plazo, a partir de las comunicaciones mencionadas en los artículos 84 y 90 de la presente Ley, para reclamar los bienes y objetos decomisados, plazo en el cual deberán satisfacer los requisitos legales que se exijan, para cada caso, sin perjuicio de lo dispuesto en los artículos anteriores”. “El tribunal o la autoridad competente dispondrá la devolución de los bienes, productos o instrumentos al reclamante, cuando se haya acreditado y concluido que: a) El reclamante tiene interés legítimo respecto de los bienes, productos o instrumentos. b) Al reclamante no puede imputársele autoría de ningún tipo ni participación en un delito de tráfico ilícito o delitos conexos objeto del proceso. c) El reclamante desconocía, sin mediar negligencia, el uso ilegal de bienes, productos o instrumentos o cuando, teniendo conocimiento, no consintió de modo voluntario en usarlos ilegalmente. d) El reclamante no adquirió derecho alguno a los bienes, productos o instrumentos de la persona procesada, en circunstancias que, razonablemente, llevan a concluir que el derecho sobre aquellos le habría sido transferido para efectos de evitar el posible secuestro y comiso. e) El reclamante hizo todo lo razonable para impedir el uso ilegal de los bienes, productos o instrumentos”. El numeral 93 establece: “Las medidas y sanciones referidas en los artículos precedentes a este capítulo, se aplicarán sin perjuicio de los derechos de los terceros de buena fe (...) Conforme a derecho, se les comunicará la posibilidad de apersonarse en el proceso, a fin de que hagan valer sus derechos, a quienes puedan alegar interés jurídico legítimo sobre los bienes, productos o instrumentos”. El artículo 93 no puede observarse aisladamente, sino en relación con el artículo 90, en lo que respecta a los bienes susceptibles de comiso en situaciones especiales, tales como el abandono por parte del propietario no autor del delito o el no reclamo oportuno luego de finalizado el proceso; lo anterior por cuanto, no tendría sentido –conforme establece el artículo 90- que únicamente los instrumentos sean susceptibles de comiso, cuando el artículo 93 incluye la obligación de comunicar a estos terceros la posibilidad de apersonarse al proceso, Es importante tener en cuenta que, de los incisos c) y e) del artículo 94 se desprende la posibilidad de que una persona que no participó en el delito pueda perder los bienes, productos e instrumentos de su propiedad en caso de mediar negligencia o de que no hiciera todo lo 108 Cuadernos de Estudio del Ministerio Público de Costa Rica N° 9 -Revista Especializada en Criminología y Derecho Penal- razonable para impedir el uso ilegal de estos. Nótese que en el inciso e) se menciona: “…el uso ilegal de los bienes, productos o instrumentos…”, o sea, que incluso el producto del delito, aunque pertenezca a un tercero (por ejemplo en el caso de socios comerciales), puede ser utilizado en la comisión o desarrollo de un injusto penal y ser susceptible de comiso; lo cual es acorde con la posibilidad de perseguir capitales de negocios lícitos utilizados como fachada de actividades ilegales, aún cuando los socios de los delincuentes no participen en el delito, pero actúan de manera negligente, que es diferente a las acciones conscientes de un legitimador de bienes (de ser conscientes de las actividades ilícitas, su actuar encuadraría en el delito de Lavado de Activos, previsto por el artículo 69 de la Ley 8204). d. No se solicita el comiso de bienes que han sido secuestrados. e. No se secuestran ni se persiguen bienes que podrían ser susceptibles de comiso. 2. Errores atribuibles a los jueces a. En la etapa preliminar cometen errores en la anotación de bienes (por ejemplo, consignan erróneamente el número de matrícula de un vehículo o el número de finca de un bien inmueble) o en ocasiones rechazan la anotación o tardan demasiado para realizarla, lo que provoca que una vez que se emite el decreto de anotación el bien ya ha sido traspasado. Se ha dado el caso de un Juez Penal que dio audiencia a las partes (entiéndase imputados y sus defensores) por una solicitud del Ministerio Público para anotar bienes y congelar cuentas bancarias, lo que evidentemente atenta contra el sentido común, porque de haber caudales económicos importantes en dichas cuentas bancarias, los imputados hubieran tenido la posibilidad de distraer esos fondos. VI. Principales problemas en la materialización del comiso 1. Errores atribuibles al Ministerio Público a. No se solicita la anotación registral de los bienes muebles e inmuebles. Este error provoca que, aun cuando en sentencia se decrete el comiso, los bienes ya han sido traspasados a terceros, lo que generalmente torna imposible la persecución del bien. b. En las sentencias por procedimiento abreviado omiten referirse al comiso de bienes y cuando lo hacen, no fundamentan adecuadamente. b. No se comunica a terceros la posibilidad de apersonarse al proceso para reclamar sus derechos sobre bienes secuestrados o perseguidos por el ente acusador. c. c. No se fundamenta adecuadamente la solicitud de comiso ante al Tribunal. 109 En las sentencias de juicio ordinario no se fundamenta adecuadamente lo relativo al comiso (ver voto número 821-F-96, de la Sala Tercera). Cuando se decreta el comiso, lo hacen parcialmente y dejan de lado muchas posibilidades de comisar bienes. Cuadernos de Estudio del Ministerio Público de Costa Rica N° 9 -Revista Especializada en Criminología y Derecho Penal- d. En los casos de ejecución de sentencias del extranjero, existe una gran inercia y lentitud por parte de los órganos encargados. 3. Problemas inherentes a las tácticas utilizadas por los sujetos activos del delito, para dificultar la persecución de los bienes por parte del Estado a. Los sujetos activos del delito inscriben los bienes a nombre de terceros (testaferros), con el fin de ocultar su origen ilícito o su uso y protegerlos de un eventual comiso. b. Es común que haya bienes embargados o prendados, lo que dificulta ponerlos a disposición del Estado, por haber terceros de buena fe con prelación sobre esos activos. 4. Dificultades derivadas de lagunas normativas y de las diferentes interpretaciones normativas en casación y revisión de sentencias a. Hay problemas de inseguridad jurídica, derivados de la circunstancia de que, aun cuando haya sentencia firme sobre el comiso, en revisión se podría ordenar la devolución de bienes. b. La Ley no define claramente a quién corresponde –al Fiscal o al Juez o a cualquiera de ellos- realizar la anotación registral de los bienes. c. Es normal la dificultad para aplicar las normas a los presupuestos de hecho, cuando se intenta demostrar el nexo causal entre el bien y el delito (ver voto número 821-F-96, de la Sala Tercera). VII. El comiso de bienes relacionados con delitos previstos en la Ley 8204 (o en leyes precedentes) en la jurisprudencia La Sala de Casación Penal ha mantenido posiciones diversas en cuanto con el propósito de no comunicar a los terceros sobre la posibilidad de reclamar sus derechos durante el proceso penal. Primero consideraban, cuando estaba en vigencia el Código de Procedimientos Penales y aún con el Código Procesal Penal vigente, que ese error implicaba una nulidad absoluta, por lo tanto, ordenaban la devolución del bien a quien demostrara ser su legítimo propietario, sin reenvío para una nueva sustanciación; sin embargo, la tendencia actual es diferente, por cuanto, si una sentencia presenta un problema de fundamentación del decreto de comiso, la Sala Tercera en las últimas resoluciones ha ordenado el reenvío incluso en los casos en que se trata de bienes inscritos en el Registro Nacional, cuyo titular no formó parte del proceso, sea que, en la actualidad los señores Magistrados cambiaron de opinión respecto a la esencialidad del vicio procesal y también ha resuelto sin lugar, pretensiones de la defensa aún en el caso de que nunca se le permitió a un tercero de buena fe participar durante el proceso. Como ejemplo de la primera posición está el voto número 821-F-96 de la Sala Tercera de la Corte Suprema de Justicia, de las once horas con cincuenta minutos del veintitrés de diciembre de mil novecientos noventa y seis, que en lo que interesa indica: 110 Cuadernos de Estudio del Ministerio Público de Costa Rica N° 9 -Revista Especializada en Criminología y Derecho Penal- “…Del estudio del expediente se deduce que la propietaria registral del vehículo… no figuró dentro del proceso, a pesar de que en sentencia se ordena el comiso de este, con lo que se afectó el derecho de defensa. No es posible que se ordene la incautación de un bien cuyo propietario no ha sido llamado ni oído como parte en el proceso –debido a lo cual ha estado en absoluta indefensión- pues ello atentaría contra la garantía recogida en los artículos 39 y 41 de la Constitución Política… por otra parte, y a efecto de analizar el fundamento de la decisión judicial, el fallo –además de referir que los encartados… y transportaron la cocaína decomisada en el referido automotor- no establece vínculo alguno entre estos y… propietaria de aquel, con el objeto de establecer la relación de esta con los autores del ilícito, lo que eventualmente justificaría la aplicación de la norma sustantiva del artículo 31 de la Ley sobre estupefacientes…En consecuencia, lo procedente es anular la sentencia impugnada pero únicamente en cuanto decretó el comiso del vehículo mencionado y, por estimarse que en esta situación concreta concurrió una nulidad absoluta, debe el a-quo ordenar su inmediata restitución a quien corresponda…” (el destacado es nuestro). tidos por el sujeto activo, en los que medió la utilización del bien en discusión. En el mismo sentido, el voto de la Sala Tercera, número 1522-99, de las nueve horas con veinticinco minutos del veintiséis de noviembre de mil novecientos noventa y nueve, dispuso: “…En concreto la inconformidad del recurrente se centra en dos aspectos, a saber, que al ordenarse el comiso de algunos bienes los jueces no explicaron por qué se estimó que los mismos fueron adquiridos con dinero ilícito, y en segundo lugar se refiere a la situación relativa al vehículo … (que en principio aparece registrado a nombre de un tercero), extremos sobre los cuales se emitirá el pronunciamiento. Dentro del primer supuesto se encuentran los siguientes bienes: (i) 4. 500 dólares estadounidenses en efectivo…bienes muebles y un vehículo…En lo que atañe a todos estos bienes, su comiso se sustenta en que los mismos son el producto de la actividad ilícita que se investigó, sin que se justifique de ningún modo el por qué se consideró tal cosa, lo que constituye un grave vicio de fundamentación. En lo que respecta al vehículo … si bien es cierto en el fallo de instancia sí se expusieron razones en virtud de las cuales se concluyó que el mismo fue utilizado por el señor … para el transporte de droga, no se razonó o consideró siquiera quién es su propietario registral ni su supuesta vinculación como parte dentro de este proceso, todo lo cual también constituye un grave defecto procesal. En relación a los requisitos del comiso, se ha insistido en el cuidado que ha de tenerse al ordenarlo, sobre todo el estricto cumplimiento de ciertas exigencias De resolución antes mencionada se desprende un problema adicional, aludido anteriormente en los puntos correspondientes a errores de Jueces y problemas inherentes a la estrategia de ocultamiento de bienes por parte del sujeto activo en los delitos, cual es la dificultad para demostrar el vínculo entre el dueño del activo y el delito, o el conocimiento que tiene ese propietario del bien, sobre los actos ilícitos come- 111 Cuadernos de Estudio del Ministerio Público de Costa Rica N° 9 -Revista Especializada en Criminología y Derecho Penal- en la decisión, con el fin de no afectar derechos prevalentes de terceros, y además en dar la debida oportunidad de defensa a quienes sean sus propietarios…De conformidad con lo expuesto, en el caso que nos ocupa se advierte que en efecto los jueces incurrieron en el yerro reclamado, pues en realidad no justificaron de manera adecuada la oportunidad y legalidad de la medida adoptada en relación a los bienes que se citaron. Nótese que en el fallo no se analizó el porqué se estimó que esos bienes incautados fueron adquiridos con dinero proveniente del comercio de drogas, ni se estableció con certeza quién era la persona propietaria o titular registral del citado vehículo …. Así las cosas, únicamente en cuanto se refiere al comiso de los bienes descritos anteriormente, resulta necesario decretar la nulidad del fallo. En vista de que, según se explicó, la investigación realizada no se ocupó de establecer en concreto si los citados bienes en efecto fueron adquiridos con dinero proveniente del comercio de drogas, ni se estableció con certeza quién era la persona propietaria o titular registral del citado vehículo…el tribunal de instancia deberá hacer la respectiva devolución o entrega de los mismos a quien comprueba ser su legítimo propietario…”. Dejando de lado las falencias de la anterior resolución, en cuanto al error de incluir dentro de los mismos parámetros a los bienes registrales y a otros bienes tales como dinero, teléfonos celulares y otros bienes muebles (esto provocó que no se reenviara el asunto para una nueva sustanciación ni en el caso del dinero decomisado, lo que culminó con la devolución de varios millones de colones al narcotraficante), lo que interesa es tomar en consideración la importancia de fundamentar el comiso y de comunicar a los terceros interesados durante el proceso la posibilidad de apersonarse a reclamar sus derechos. La resolución de la Sala Tercera, número 20021323, de las doce horas con veinte minutos del veinte de diciembre de dos mil dos, ilustra el cambio radical de la política jurisprudencial respecto al reenvío en caso de la no inclusión dentro del proceso, del propietario registral de un bien que se pretende comisar: “…Ahora bien, en tratándose del comiso del vehículo…la situación es distinta. Analizando el fallo, esta Sala observa que los Juzgadores no valoraron la existencia de un contrato prendario realizado en torno al citado automotor, limitándose a indicar que: “…a la fecha la deuda tendría que estar cancelada…”, suposición no respaldada en probanza alguna. Así las cosas, para evitar dictar resoluciones que puedan afectar los intereses de terceros, se acoge este extremo del recurso, anulando el fallo impugnado en cuanto decretó el comiso del vehículo … Se ordena remitir el proceso a conocimiento del mismo Tribunal, para que conforme con las reglas establecidas en el artículo 359 del Código Procesal Penal, determine y fundamente si procede o no decretar el comiso en torno a este bien…”. Una resolución posterior de la Sala Tercera es más explícita en cuanto a los requisitos procesales para decretar el comiso, especialmente lo que respecta a la no afectación a los intereses de terceros (Sentencia: 00548 de las 8:50 horas del 03 de junio de 2005): 112 Cuadernos de Estudio del Ministerio Público de Costa Rica N° 9 -Revista Especializada en Criminología y Derecho Penal- “V. [...] Ciertamente el comiso constituye una consecuencia civil del hecho punible que será determinada en sentencia condenatoria, según establece el artículo 103 del Código Penal, consistente en la pérdida a favor del Estado de los instrumentos con que se cometió el delito y de las cosas o valores provenientes de su realización, o que constituyan para el agente un provecho derivado del mismo ilícito, quedando a salvo, los derechos que sobre ellos tengan el ofendido o terceros – (artículo 110 del mismo cuerpo legal)-, principio que recoge también el artículo 93 de la mencionada Ley 8204, aplicable al caso en cuestión, al indicar que las medidas y sanciones referidas en los artículos precedentes – refiriéndose al decomiso y comiso de los bienes utilizados como medio o provenientes de los delitos previstos en esa Ley – se aplicarán sin perjuicio de los derechos de los terceros de buena fe, a quien se les comunicará la posibilidad de apersonarse en el proceso, a fin de que hagan valer sus derechos, pudiendo alegar interés jurídico legítimo sobre los bienes, productos o instrumentos, lo que le permitirá a la autoridad competente o al Tribunal, disponer su devolución, cuando se haya acreditado y concluido que: a) el reclamante tiene interés legítimo respecto de los bienes, productos o instrumentos; b) al reclamante no puede imputársele autoría de ningún tipo ni participación en un delito de tráfico ilícito o delitos conexos objeto del proceso; c) el reclamante desconocía, sin mediar negligencia, el uso ilegal de bienes, productos o instrumentos o cuando, teniendo conocimiento, no consintió de modo voluntario en usarlos ilegalmente; d) el reclamante no ad- quirió derecho alguno a los bienes, productos o instrumentos de la persona procesada, en circunstancias que, razonablemente, llevan a concluir que el derecho sobre aquellos le habría sido transferido para efectos de evitar el posible secuestro y comiso; e) el reclamante hizo todo lo razonable para impedir el uso ilegal de los bienes, productos o instrumentos – (artículo 94 idem)-. En la sentencia cuestionada, el Tribunal de instancia ordenó el comiso del vehículo marca Nissan Sentra, color gris, modelo 1988, placas..., que era utilizado por el justiciable para almacenar y transportar la droga que luego trasegaba entre los consumidores finales, así como sobre el teléfono celular marca Nokia 2220, serie ..., utilizado para recibir llamadas de adictos que le solicitaban droga y por medio de ese servicio telefónico podía saber el lugar dónde se encontraba el “cliente”, y bien se trasladaba hasta el lugar en el vehículo mencionado, o en su defecto le indicaba al requirente el sitio donde se podían encontrar con el fin de llevar a cabo la venta de drogas, remitiendo los Juzgadores al acápite de fundamentación descriptiva del fallo, específicamente a las declaraciones de los oficiales de policía... y ..., así como a las actuaciones ocurridas en fechas 4, 9 y 10 de junio de 2004, donde se determinó la utilización de ambos bienes en la forma relatada. Ordenó también el Tribunal el comiso de las joyas y el dinero decomisado durante el allanamiento que se practicó el 10 de junio de 2004, estableciendo que eran producto de la actividad delictiva desplegada por el justiciable, como único medio de ganarse la vida, en el tanto no se determinó que tuviera una activi- 113 Cuadernos de Estudio del Ministerio Público de Costa Rica N° 9 -Revista Especializada en Criminología y Derecho Penal- constituye un grave defecto procesal. Como en otras oportunidades lo ha indicado esta Sala, la disposición que resuelve decretar el comiso, debe cumplir con determinados requisitos, con el objeto de no afectar derechos preferentes de terceros, pues tratándose de propietarios diversos de quienes intervienen en el proceso en condición de imputados, debe otorgárseles la debida oportunidad de defenderlos – (ver voto número 512-01, de las 14:32 horas del 31 de mayo de 2001, Sala Tercera)-. Sobre este mismo aspecto se ha señalado – en lo conducente que: “...Ha sido el criterio de esta Sala que tratándose del comiso de bienes, los juzgadores deben ser muy cautos y celosos al momento de adoptar tal decisión, pues con ello se podría afectar no solo los derechos y garantías de los acusados, sino también los intereses de terceras personas ajenas al proceso. Así, en este tipo de asuntos, para definir la privación absoluta y definitiva de un bien se debe en primer lugar- determinar con certeza que el mismo proviene del tráfico de drogas, o bien, es utilizado en dicha actividad, y -en segundo lugar- se debe establecer quién o quiénes son los propietarios de esos bienes, para determinar su relación con el hecho delictivo, ya que solo si han sido utilizados en el tráfico de drogas por sus propietarios o con la aceptación tácita o directa de estos, podría ordenarse el comiso. Para tales efectos, además, debe tenerse como parte en el proceso a los propietarios de los bienes susceptibles de ser confiscados, a fin de no afectar los derechos de todas aquellas personas que no tienen ninguna relación con el ilícito. No basta, por tanto, la mera dad lícita remunerada que le permitiera adquirir tales bienes, concluyendo el Tribunal que la gran cantidad de joyas decomisadas era signo inequívoco de que al imputado le pagaban con este tipo de bienes la droga que este vendía a sus “clientes”, pues resultaba obvio que no manejaban dinero efectivo, lo que los obligaba a desprenderse de tales objetos para satisfacer su necesidad de droga – (ver folios 236 y 237)-. Si bien es cierto, el Tribunal logró vincular los bienes comisados con la actividad de narcotráfico comprobada al convicto, razonando adecuadamente su decisión, omitió considerar dentro de su fundamentación intelectiva sobre el particular, la circunstancia atinente al vehículo placas ..., marca Nissan Sentra, color gris, modelo 1988, el cual registralmente al parecer le pertenece a la señora ..., madre del imputado ..., quien en tal condición se presentó ante el Juzgado Penal de Grecia el 8 de julio de 2004, solicitando el depósito provisional del referido automotor – (ver folios 69 y 70)-, gestión que fue rechazada por la autoridad jurisdiccional mediante resolución de las 13:00 horas del mismo día, argumentando que ya se había entregado en depósito judicial al Instituto Costarricense sobre Drogas –(ver folios 66, 71 y 72)-. Sin embargo, no consta que en el fallo de instancia se razonara o considerara sobre la posibilidad de que otra persona diferente al imputado, en este caso su madre, fuera en realidad la legítima propietaria registral del vehículo comisado, así como la eventual vinculación de esta última con el delito que motivó la sumaria, por lo que obviamente nunca se tuvo a dicha persona como parte dentro del proceso, lo que 114 Cuadernos de Estudio del Ministerio Público de Costa Rica N° 9 -Revista Especializada en Criminología y Derecho Penal- probabilidad o presunción respecto a ello, sino que se requiere la certeza, pues de aceptarse la posibilidad del comiso a partir de probabilidades o presunciones estaríamos violentando los principios que informan el debido proceso, como lo son: el principio de legalidad, de inocencia, de defensa, de juicio justo, de culpabilidad, etc...”.(ver voto número 865-97 de las 10:20 horas del 22 de agosto de 1997, Sala Tercera). Recapitulando sobre lo anteriormente establecido, debe indicarse, que en el caso de comentario, si bien es cierto los Jueces de mérito determinaron que el referido vehículo había sido utilizado por el justiciable dedicándolo a la actividad de narcotráfico, a efecto de determinar con absoluta certeza la privación definitiva de dicho bien, debieron acreditar quién era su legítimo propietario, dado que se tenía conocimiento dentro del proceso que otra persona, diferente al convicto, reclamaba su propiedad registral, con el propósito de tenerla como parte y no afectar sus derechos, si no tenía relación con el delito, por lo que al omitir pronunciamiento sobre el particular, incurrieron en el vicio reclamado por el impugnante, al no justificar de manera adecuada la oportunidad y legalidad de la medida adoptada con relación al comiso del vehículo tantas veces mencionado. En consecuencia, se declara parcialmente con lugar el motivo invocado, solo en cuanto se refiere al comiso del aludido automotor, placa número 273770. “ (los destacados no son del original). Sobre el mismo tema, hay resoluciones –excepcionales eso sí- de la Sala de Casación Penal, que incluso declaran sin lugar reclamos en los que se alega que no se le dio oportunidad a un tercero de buena fe, para que durante el proceso detentara sus derechos. El argumento de la Sala Tercera, consiste en que dicho tercero (acreedor hipotecario) puede realizar el reclamo por otra vía y tiene prelación sobre el bien, además, no incide tal situación en el derecho de defensa detentado por el impugnante. También se ha señalado claramente en las últimas resoluciones de la Sala Tercera, quiénes pueden ser considerados como “terceros interesados” y, dentro de esta clasificación no se comprende al núcleo familiar, ni siquiera cuando hay menores de edad de por medio. Esta posición es acertada, puesto que, las expectativas de derecho que tienen los menores o herederos, incluso los cónyuges (tratándose de bienes gananciales), no son presupuestos que estén contemplados como excepción dentro de las normas especiales que permiten el comiso, de ahí que, no se pueden interpretar de manera amplia los artículos 3 y 6 de la Convención sobre los Derechos del Niño, y 5 del Código de la Niñez y la Adolescencia. En esencia, considera la Sala de Casación Penal, que es irrelevante que la propiedad provenga del acervo familiar, o que los justiciables no tuvieran otros bienes raíces (este último punto es contrario a lo resuelto por la Sala Tercera anteriormente, mediante la resolución 2004-024, de las 9:40 horas del 23 de enero de 2004, que será analizada adelante), en el tanto, la necesidad de dictar esa medida confiscatoria es impuesta por una ley especial, tanto por el origen de los bienes, como por el uso que se les ha dado, de ahí que, no es válido argumentar que se perjudica a los hijos de los 115 Cuadernos de Estudio del Ministerio Público de Costa Rica N° 9 -Revista Especializada en Criminología y Derecho Penal- más sustancias prohibidas, al igual que los artefactos típicos de la venta y distribución de drogas, como los son una romana y objetos para cortar marihuana (folio 857, 863-864). D) Otro tanto fue descubierto en el cuarto del menor S. (hijo de los endilgados), en el que fueron encontrados objetos similares (folio 856). E) como si ello no fuera suficiente, en el patio de la casa fue encontrado un sembradío de marihuana, con plantas que alcanzaban hasta un metro de altura, las cuales estaban debidamente cuidadas y anegadas (folios 856 y 863). Entonces no es cierto que el negocio ilícito que se desenvolvía por parte de los justiciables, en sitios distintos a la casa de habitación y el terreno ocupado por esta. Antes bien, se demuestra que allí no solo se vendía droga, sino que se almacenaba y hasta se producía. En consecuencia, no hay prueba alguna cuya dimensión se haya subestimado o sobredimensionado al respecto, ni infracción alguna a la sana crítica se ha cometido. Por lo demás, el que no se hubiera notificado del proceso penal al acreedor hipotecario (el Instituto Nacional de Seguros), es algo que no causa afectación alguna a la defensa de los endilgados, sino que en el peor de los casos solo a ese acreedor, cuyo derecho, de todas maneras, está debidamente inscrito y tiene prioridad sobre cualquier medida de incautación que se haya emitido. () III. El segundo reclamo es de fondo. En este se reprocha la errónea aplicación de los artículos 83 y 87 de la Ley sobre estupefacientes, sustancias psicotrópicas y drogas de uso no autorizado, así como 3 y 6 de la Convención sobre los Derechos del Niño, y 5 del Código de la Niñez y la Adolescencia. Esto, por cuanto no se logró demos- acusados y que ello debe impedir que se imponga la medida de comiso prevista por la ley en mención, dado que, la misma no contempla excepción de esa naturaleza. Al respecto la resolución número 2005-01216, de la Sala Tercera de la Corte Suprema de Justicia, dictada a las nueve horas tres minutos del veintiséis de octubre del dos mil cinco, dispuso: “No lleva razón el recurrente: La referencia probatoria que hace ciertamente apoya su alegato, pero es parcial e incompleta. En efecto, existe una gran cantidad de prueba que demuestra a todas luces que, más allá del estado dubitativo que el recurrente pretende presentar, hay seguridad de que los acusados utilizaban el inmueble en que se ubicaba la casa para almacenar y vender droga. Así, podría enlistarse los siguientes: A) antes de efectuarse el allanamiento y gracias a los seguimientos policiales, se pudo proceder a la detención de sujetos que venían saliendo del sitio, los cuales fueron hallados en posesión de droga (folios 855-856). Esto, que podría dar lugar a vacilación sobre si provenían de dicha vivienda, se aclara cuando a través de las intervenciones telefónicas se demostró que el negocio de suministro del estupefaciente era profuso, así como por el dicho de otros testigos y los hallazgos hechos durante la diligencia policial. B) precisamente hubo prueba testimonial (véase la declaración de Vélez Soto, a folio 850), que afirmó que fue en ese sitio al que se hizo presente para retirar la marihuana que había comprado, procediendo en la bodega anexa a la casa a entregarla. C) cuando se procede al allanamiento, efectivamente aparecen en esa instalación 116 Cuadernos de Estudio del Ministerio Público de Costa Rica N° 9 -Revista Especializada en Criminología y Derecho Penal- trar que los imputados contaran con otros bienes o tuvieran lujos. En esa dirección, hace un elenco de las actividades económicas lícitas de Gamboa Leiva y Fallas Fallas. Todo para demostrar que su patrimonio era ajeno a la actividad ilegal que desempeñaban y, nuevamente, que no se demostró que fuera allí donde la realizaban, ya que su comercio era o de entregas al lugar que lo solicitaba el cliente. Dice que dictar el comiso significaría extender los efectos punitivos a los hijos de la pareja, lo cual se contrapone a la legislación y normas convencionales que acusa como inobservadas. No es de recibo el reclamo. En el presente asunto, a efectos de que el comiso dictado tenga cabida o no, es irrelevante que la propiedad proviniera del acervo familiar, o que los justiciables no tuvieran otros bienes raíces. La necesidad de dictar esa medida confiscatoria la impone la ley especial, tanto por el origen de los bienes, cuanto (como en este caso) por el uso que se les ha dado. Como se explicó en el considerando precedente, se logró demostrar en el fallo que la casa y la propiedad eran empleadas para la producción, almacenamiento y venta de alucinógenos y estupefacientes. Siendo así, se imponía decretar el comiso de ese bien inmueble, de conformidad con el artículo 83 de la Ley de Estupefacientes, que a la letra dispone: “ Todos los bienes muebles e inmuebles, vehículos, instrumentos, equipos, valores, dinero y demás objetos utilizados en la comisión de los delitos previstos en esta Ley, así como los diversos bienes o valores provenientes de tales acciones, serán decomisados preventivamente por la autoridad competente que conozca de la causa; lo mismo procede- rá respecto de las acciones, los aportes de capital y la hacienda de personas jurídicas vinculadas con estos hechos”. En cuanto al tema, no es válido argüir que se perjudica a los hijos de los acusados y ello debe impedir la medida que impone la ley en mención, toda vez que la misma no contempla excepción de esa índole al respecto. Por consiguiente, como puede comprobarse, sí existe una adecuación de los hechos a la normativa aducida. En efecto, independientemente del origen de esos bienes, lo cierto es que se logró acreditar inobjetablemente que estaban siendo empleados en las actividades prohibidas por la Ley de Estupefacientes, la cual, sin contemplar como circunstancia de excepción la situación familiar del propietario que la ha empleado en esos fines ilícitos, determina que deba ser decomisada en definitiva. Sin lugar el recurso. (...) IV. Por su parte, el defensor de Gamboa Leiva interpuso otro recurso, el cual consiste en un solo motivo. En este se reprocha la inobservancia de la sana crítica en cuanto al comiso del inmueble ya citado. Se arguye que de la prueba evacuada en el proceso, no se pudo desprender que ese bien tuviera por origen la venta de drogas, sino que provenía de una herencia; y que, por otro lado, tampoco se pudo acreditar que fuera empleado para desarrollar la actividad reprimida. En fin, dice, la decisión del a quo afecta a toda la familia. Como se puede ver, los tres puntos que contiene este recurso ya fueron evacuados en los dos párrafos que anteceden, en los cuales se explicó por qué se tuvo por demostrado que el inmueble sí estaba siendo empleado para el tráfico de drogas, por qué en este asunto era irrelevante su origen y cuál es 117 Cuadernos de Estudio del Ministerio Público de Costa Rica N° 9 -Revista Especializada en Criminología y Derecho Penal- el alcance de la norma que impone su comiso. Siendo de ese modo, debe estarse a lo allí dispuesto. Sin lugar la casación” (los destacados no son del original). ches podría prosperar. Si bien es cierto el recurrente lleva razón en el punto a) del motivo, pues no existe ningún elemento probatorio del que pueda concluirse que el inmueble en cuestión haya sido adquirido con dinero proveniente del narcotráfico, ello en nada vendría a menoscabar el comiso que se decidió en sentencia. Al respecto se tiene que la razón que justificó tal extremo del fallo fue más bien que dicha propiedad, misma que el imputado adquirió por donación (lo que excluiría cualquier posible derecho de gananciales, el que de cualquier modo no surgiría hasta después de disuelto el vínculo matrimonial, durante el cual cada cónyuge tiene libre disposición sobre los bienes que aparecen a su nombre), fue utilizada por este para desarrollar su actividad ilícita de venta de drogas, con lo cual se cumplen los presupuestos del artículo 87 de la Ley N° 8204, todo lo cual aparece debidamente razonado en la sentencia (cfr. folio 231, línea 26 en adelante). Asimismo, el Tribunal de juicio sí explicó con toda claridad el por qué llegó a concluir que el dinero incautado durante el allanamiento era el producto de la venta de “crack”: “...En relación al dinero estimamos estos juzgadores que la presencia de compradores al menudeo en esa morada descrita por los testigos, el valor de las “piedras de crack” en mil colones cada una según se comprobó en la precompra y operativo final y su composición en billetes de bajas denominaciones y monedas, sin lugar a dudas hacen concluir que es el producto de la venta de “piedras de crack” al menudeo, actividad a que se estaba dedicando el imputado en su casa de habitación...”. (cfr. Sobre los mismos aspectos, tiene relevancia la resolución número 2005-0 1013 de la Sala Tercera de la Corte Suprema de Justicia, dictada a las once horas veinte minutos del dos de setiembre de dos mil cinco: “...IV. CUARTO Y QUINTO MOTIVOS (forma): Falta de fundamentación del comiso. Con cita de los artículos 83, 84 y 87 de la Ley N° 8204; 51 a 55 de la Constitución Política; la “Ley de Derechos del Niño”, y la “Ley de Protección de la Mujer”, en los motivos cuarto y quinto se denuncia una evidente falta de fundamentación en cuanto a los presupuestos del comiso de la propiedad inscrita a nombre del imputado bajo el Folio Real N° 2111521-000, y del dinero hallado durante el operativo final. El reclamo se concreta en los siguientes argumentos: a) Dicho inmueble no fue adquirido por medio del narcotráfico, ni existe prueba de ello; b) Tampoco es un medio de narcotráfico; c) En este inmueble habitan la esposa y los dos hijos menores de edad del imputado, siendo estos terceros interesados a los cuales nunca se les dio ninguna participación dentro del proceso, con lo cual se les deja sin ninguna protección “...de conformidad con el Código de la Niñez y adolescencia, Código de la Mujer, Derechos del Niño, y otras...”. (cfr. folio 250, líneas 4 a 6); d) Tampoco existe prueba de que el dinero pertenezca al narcotráfico, y no se sabe de dónde dedujo el Tribunal tal extremo. Ninguno de los repro- 118 Cuadernos de Estudio del Ministerio Público de Costa Rica N° 9 -Revista Especializada en Criminología y Derecho Penal- folio 232, líneas 9 a 14), sin que en ello se advierta vicio lógico alguno. Lo anterior da cuenta de lo carentes de razón que resultan los alegatos b), c) y d). Por último, es necesario aclarar que si bien el comiso de la propiedad (donde, según afirma el recurrente, viven la conviviente y los dos hijos menores de edad del imputado) vendría a generar a estas personas un problema familiar, ello no significa que sean terceros interesados a quienes debió dárseles audiencia dentro del proceso, pues resulta claro que ninguno de ellos tendría un derecho reconocido sobre ese bien. Tal y como se explicó, esa casa de habitación fue adquirida por el imputado a título gratuito (donación), de donde su compañera ni siquiera tendría un derecho de gananciales, mismo que -en todo caso- no surgiría sino hasta que se disuelva esa relación de hecho, lo que ni siquiera se da en este caso. Con base en lo anterior, se declaran sin lugar ambos motivos” (los destacados no son del original). La discusión sobre la posibilidad de examinar en Revisión el tema del comiso, no es para nada pacífica, porque tanto en la Sala de Casación Penal, como en la Sala Constitucional, hay resoluciones que toman posiciones diversas. Existe reiterada jurisprudencia de la Sala Tercera que ha admitido conocer del punto dentro del procedimiento de revisión, por infracción al debido proceso, cuando el reclamo lo plantea y afecta a una persona condenada penalmente, por tratarse, el comiso –estiman los magistrados en algunos votos- de un tema estrechamente ligado a la materia penal y que constituye, independientemente de la denominación legal, un extremo sancionatorio que impone el deber ineludible de fundamentación, de conformidad con los artículos 39 y 41 de la Constitución Política. Tal posición se fundamenta en resolución de la Sala Constitucional número 9384-01, de las 14:30 horas del 19 de septiembre de 2001 y ha sido expuesta en sentencia de Revisión número 00888, de las 08:46 horas del 17 de agosto de 2005, emitida por la Sala Tercera de la Corte: “III [...] El tema que se trata en el alegato que se admitió, relativo a la fundamentación del comiso, fue considerado por la Sala Constitucional en el precedente 5326-98 de las 9:06 horas del 24 de julio de 1998 como integrante del debido proceso. Aún cuando en un fallo posterior la misma Sala Constitucional estimó que lo relativo al comiso no alcanza a ser cubierto por la garantía de doble instancia del artículo 8. 2 de la Convención Americana sobre los Derechos Humanos, específicamente en el precedente 4638-99 de las 15:45 del 16 de julio, por tratarse de consecuencias civiles del hecho punible y por lo tanto de un punto que no es Otro aspecto en el que no se ha seguido una única línea jurisprudencial, es la posibilidad de analizar en el procedimiento de Revisión el tema del comiso. Al respecto, algunas resoluciones han anulado en revisión sentencias en lo que respecta a los bienes decretados en comiso, lo que evidentemente representa una gran inseguridad jurídica; sin embargo, también hay resoluciones que indican que no procede examinar ese asunto en revisión, debido a que el comiso es una de las consecuencias civiles del hecho punible y, de acuerdo con la normativa que rige el procedimiento de revisión, únicamente se pueden examinar aspectos relacionados con la condena penal. 119 Cuadernos de Estudio del Ministerio Público de Costa Rica N° 9 -Revista Especializada en Criminología y Derecho Penal- susceptible de ser conocido en revisión, el primero de los precedentes de ese órgano y con sustento en él, reiterada jurisprudencia de esta Sala, ha admitido conocer del punto dentro del procedimiento de revisión por infracción al debido proceso, cuando el tema lo plantea y afecta al sujeto penalmente condenado, por tratarse, el comiso, de un tema que está estrechamente ligado a la materia penal y constituir, más allá de la denominación del legislador, de un extremo sancionatorio que impone el deber ineludible de fundamentación por exigencia constitucional en los numerales 39 y 41, especialmente cuando el comiso afecta además al acusado, sujeto con legitimación para gestionar el procedimiento de revisión del fallo, de modo que se omite la consulta preceptiva y el caso se resolverá con el precedente inicialmente citado, de conformidad con lo dispuesto por la propia Sala Constitucional en la resolución 9384-01 de las 14:30 horas del 19 de setiembre de 2001. “ (los subrayados no son del original). “II. El procedimiento de revisión resulta improcedente. En efecto, el reclamo se refiere al comiso que se realizó de un arma de fuego propiedad del imputado ..., siendo que, conforme reiterada jurisprudencia de la Sala Constitucional de la Corte Suprema de Justicia se ha determinado que el tema del comiso no es una materia que pueda ser sometida al procedimiento de revisión, por cuanto “... de conformidad con lo dispuesto en los artículos 103 y 110 del Código Penal el comiso es una de las consecuencias civiles del hecho punible, junto con la restitución y la reparación e indemnización de daños y perjuicios. Esto conlleva a entender que no es posible por la vía del procedimiento de revisión de la sentencia autorizado por el artículo 408 inciso g), entrar a conocer aspectos del fallo ajenos a la condena penal del imputado. El citado numeral 408 establece claramente que la revisión procederá contra las sentencias firmes y a favor del condenado o de aquel a quien se le haya impuesto una medida de seguridad y corrección, lo cual implica necesariamente que lo único que puede discutirse por la vía de su inciso g), es lo relacionado con la condena penal, y no con las consecuencias civiles de la comisión del ilícito, cuya posibilidad de revisión y enmienda se agota, en nuestra legislación, con el recurso de casación”. (Sala Constitucional, #2001-08565 de las 15:42 horas del 28 de agosto de 2001, la negrita y el subrayado se suplen). En tal sentido, “...el proceso de revisión no alcanza para revisar y enmendar las decisiones de naturaleza civil que el Tribunal haya emitido puesto que esas cuestiones tienen un cauce natural que es el recurso Según se aprecia, la Sala Tercera se apoya en precedentes de la Sala Constitucional, anteriores a los más recientes, en este caso, resolución de la Sala Constitucional número 5326-98 de las 9:06 horas del 24 de julio de 1998, que considera el tema del comiso como integrante del debido proceso, aunque la resolución número 4638-99 de las 15:45 del 16 de julio de 1999 dispone que, por tratarse de consecuencias civiles del hecho punible, no es un punto susceptible de ser conocido en revisión. Sobre ese particular, la resolución número 01204, del 26 de octubre de 2005, de la Sala Tercera de la Corte Suprema de Justicia, dispuso: 120 Cuadernos de Estudio del Ministerio Público de Costa Rica N° 9 -Revista Especializada en Criminología y Derecho Penal- “IV. [...]Como se ha indicado de forma reiterada por esta Sala, el comiso, según lo define la Sección Única del Título VII, Libro Primero del Código Penal, en sus artículos 103 y 110, es una de las consecuencias civiles del hecho punible, junto con la restitución y la reparación e indemnización de los daños y perjuicios. Así lo contempla también el Código Procesal Penal, en sus numerales 465 y 466 que disponen la ejecución civil del fallo cuando se decrete el comiso. Conlleva la perdida a favor del Estado de los instrumentos con que se cometió, lo mismo que las cosas o valores provenientes de su realización, o bien, de aquellos otros que hayan constituido para el agente un provecho derivado de esta actividad. En igual sentido, la Ley sobre Estupefacientes, Sustancias Psicotrópicas, Drogas de Uso No Autorizados y Actividades Conexas, Ley No. 7786 citada (Artículos. 81 y siguientes), establece que serán comisados todos los bienes muebles e inmuebles, vehículos, instrumentos, equipos, valores, dinero y demás objetos que se hayan utilizado en la comisión de los delitos previstos en este cuerpo normativo, así como los diversos bienes o valores provenientes de tales acciones, por la autoridad que conozca de la causa. Agregando además, que la perdida en este caso se hará en favor del Centro Nacional de Prevención contra la Droga (CONADRO), o bien, de acuerdo con la nueva nomenclatura, a favor del Instituto Costarricense sobre las Drogas, tal y como lo indica el artículo 87 de la vigente ley sobre esta materia, Ley No. 8204, publicada en La Gaceta No. 8 del 11 de enero del 2002. Lo que se adecua también a lo dispuesto en Convención de casación para ser conocidas, mientras que la razón de ser y objeto del recurso de revisión por debido proceso recogido en el artículo 408 inciso g) del actual Código Penal, busca exclusivamente la protección del ciudadano respecto de las sanciones penales que deba sufrir. Así se ha señalado entre otras en las sentencias número 1466-2002 de las catorce horas treinta y un minutos del trece de febrero de dos mil dos y 9376-2001 de las catorce horas treinta y ocho minutos del diecinueve de setiembre de dos mil uno”. (Sala Constitucional, # 2005-05301, de las 14:58 horas del 4 de mayo de 2005, la negrita y el subrayado son suplidas; cfr. en igual sentido los votos # 2001-05727 de las 14:31 horas del 27 de junio del 2001 y # 2001-012213 de las 14:44 horas del 28 de noviembre de 2001, entre otros). Acorde con lo antes expuesto, lo alegado respecto al comiso, resulta inadmisible como tema de revisión, y en todo caso es un aspecto que no tiene incidencia alguna en relación con la culpabilidad del acusado, la prueba del ilícito o las garantías constitucionales que se tutelan en el procedimiento de revisión. En razón de lo expuesto, se declara inadmisible el procedimiento de revisión interpuesto por ... (artículos 408 y 411 del Código Procesal Penal). “ (los subrayados no son del original). Como se ha indicado en líneas precedentes, es muy importante la fundamentación sobre el origen del dinero decomisado. Los parámetros para la correcta fundamentación de ese extremo, se aprecian claramente en lo resuelto por la Sala Tercera, mediante el voto número 00617, de las 10:00 horas del 04 de junio de 2004: 121 Cuadernos de Estudio del Ministerio Público de Costa Rica N° 9 -Revista Especializada en Criminología y Derecho Penal- contra el Tráfico Ilícito de Estupefacientes y Sustancias Sicotrópicas, o Convención de Viena, que al referirse al comiso, llamado en ella “decomiso” (Arts. 1. f), establece en su artículo 5 párrafo 1°, punto b), que “Cada una de las Partes adoptará las medidas que sean necesarias para autorizar el decomiso:...b) de...los materiales y equipos u otros instrumentos utilizados o destinados a ser utilizados en cualquier forma para cometer los delitos tipificados de conformidad con el párrafo 1 del artículo 3”. De ahí que, continua diciéndose en esta última que, antes de tomarse dicha decisión, “Cada una de las partes adoptará también las medidas que sean necesarias para permitir a sus autoridades competentes la identificación, la detección y el embargo preventivo o la incautación del producto, los bienes, los instrumentos o cualesquiera otros elementos a que se refiere el párrafo 1 del presente artículo, con miras a su eventual decomiso” (Art. 5, párrafo 2). En el caso sub-judice, el Tribunal de Juicio, luego de analizar la prueba existente en contra de los imputados, y acreditar que ambos, con pleno dominio funcional del hecho, poseían y transportaban en una panga droga con la finalidad de negociarla, ordenan el comiso del dinero que portaban el día de su detención, por acreditarse la procedencia ilícita del mismo. No existe en la sentencia impugnada, como argumenta el licenciado ..., una reversión en la carga de la prueba, sino que el a quo, dado que el imputado libremente optó por brindar una declaración a su favor, se dio a la tarea de explicar el por qué resultaba inverosímil la versión con que el encartado ... procuró explicar la posesión del dinero al momen- to de su detención (ver folios 178 a 181 y del 189 a 190 del expediente). La defensa de ... señala, que los juzgadores no fundamentaron debidamente la decisión en este extremo, pues se limitaron a ordenar dicha medida sin exponer las razones de hecho y de derecho para ello. La queja en este punto no resulta atendible, pues consta en el fallo cuáles fueron los motivos por los cuales, de manera suficiente, se resuelve ordenar el comiso del dinero en poder de dicho imputado. Al respecto, como bien se aprecia en la sentencia de mérito, se tiene como cierto que el dinero decomisado el ocho de diciembre del 2002 provenía de la ilícita negociación de estupefacientes, actividad a la que, tal y como quedó acreditado en sentencia, se dedicaban los dos coimputados en este asunto. Esta sola circunstancia, como lo explica el Tribunal al ordenar esta medida, era suficiente y justificativa del por qué se tomó dicha decisión. Así, en lo que interesa, se dice claramente en la sentencia impugnada: “...la prueba fue plena, idónea, indubitable y contundente , para asegurar con fundamento en ella , con la certeza jurídica requerida, que ... portaba ese dinero porque fue ganancia que obtuvo de la venta de cinco kilos de cocaína, tal y como se hubo cerciorado la policía antidrogas, a través de las informaciones que les brindaba la Juez Penal, obtenida de la intervención telefónica comentada , que resultó cierta al ser atrapados ... y su compinche ... , cuando venían de llevar a cabo la venta en cuestión. Casualmente el quantum del dinero decomisado, concuerda con la ganancia que obtendrían de esa venta, dado que el kilo de cocaína de un setenta y cinco por ciento de pure- 122 Cuadernos de Estudio del Ministerio Público de Costa Rica N° 9 -Revista Especializada en Criminología y Derecho Penal- cocaína base (crack) a consumidores finales desde su vivienda situada en urbanización .... El principio constitucional de proporcionalidad aplica no solamente a la sanción penal impuesta a quien resulte condenado por la comisión de un delito, sino también abarca a las consecuencias civiles y administrativas que se deriven de dicha pena. En este caso, dado el perfil socioeconómico de la imputada, acceder al comiso solicitado equivaldría a proceder a extender los efectos punitivos con fines claramente confiscatorios en desmedro del único patrimonio de la sentenciada, lo que vulnera ostensiblemente el principio de proporcionalidad de carácter constitucional. Distinto es el caso, de los autores y partícipes condenados por narcoactividad que cuentan con múltiples bienes muebles e inmuebles y gozan de una boyante situación financiera fruto precisamente de su ilícita actividad. En ese supuesto no cabe duda ninguna que resulta constitucionalmente proporcional adoptar la medida del comiso, puesto que la afectación al bien jurídico tutelado ha sido en mayor escala y ello se evidencia con el lucro obtenido que les ha permitido obtener los bienes que se incautan. Por lo expuesto, se declara sin lugar el recurso...”. za, lo obtendrían a quinientos cincuenta mil colones el kilo, para venderlo, como en efecto lo hicieron en cuatrocientos cincuenta mil colones el kilo , siendo cinco kilos los transados...”.Sentencia del Tribunal de Juicio de Puntarenas número 419-P-2003. Considerando folio 190 del expediente. Según se colige, no es cierto que el extremo del fallo con respecto al comiso se encuentre ayuno en motivación, pues en los párrafos transcritos se aprecia, sin mayor dificultad, los fundamentos de hecho y de derecho por los que se adopta dicha medida. Por lo expuesto, se declara sin lugar el recurso en este motivo. “ (el subrayado es suplido). También en nuestro medio se han dado casos extremos, en que a pesar de que se verifican –procesalmente y a nivel probatorio- todos los presupuestos para el decreto del comiso, la Sala Tercera resuelve declarar sin lugar un recurso de casación interpuesto por el Ministerio Público, en relación con la no aplicación de los artículos 83 y 84 de la Ley 8204 por parte del Tribunal de Juicio, que consideró que no era procedente el comiso de un bien inmueble. La resolución de la Sala Tercera, mediante resolución número 2004-024, de las 9:40 horas del 23 de enero de 2004, dispuso: “El alegato no es de recibo: el comiso es una consecuencia civil del hecho punible, los numerales 83 y 87 de la ley N° 8. 204 sobre estupefacientes...que se aduce erróneamente aplicados al caso concreto ameritan un análisis ante los supuestos de facto que presenta esta causa particular. Resulta ostensible que la justiciable es una persona de escasos recursos económicos que se dedicaba a la venta de No se pretende, en el presente análisis, la inobservancia del principio de proporcionalidad, sin embargo se considera que la aplicación de ese principio en el caso antes citado, excede su ámbito de cobertura y lesiona groseramente el principio de legalidad, pues aduciendo argumentos propios de un garantismo extremo se ignora lo dispuesto por la norma y se abre un peligroso “portillo”, que permitiría a los Tribu- 123 Cuadernos de Estudio del Ministerio Público de Costa Rica N° 9 -Revista Especializada en Criminología y Derecho Penal- nales en el futuro –invocando el principio de proporcionalidad- aplicar erróneamente ese principio a todo tipo de situaciones en que medie la condición socioeconómica de los imputados; ejemplos claros de casos con circunstancias similares son los siguientes: el caso de un transportista de drogas que solo posee el vehículo en que transporta el alijo; el pescador artesanal que solo posee la lancha en la que recoge la droga en el mar y en fin, todos los casos de vendedores de droga que poseen solo la vivienda que utilizan para el expendio de las sustancia ilícitas y que, como en el caso de la resolución antes mencionada, son reincidentes (anteriormente esa persona utilizó el mismo inmueble para cometer el mismo delito); en ese caso es necesario considerar un elemento adicional: se trata de una casa de bien social, subvencionada por el Estado, lo que implica que, fue un derecho de posesión brindado bajo condiciones muy especiales, entre las que destaca el fin de residencia familiar. Si ese fin se cambia por el propietario, utilizando el inmueble para fines comerciales o para arrendamiento, son causales suficientes para que pierda la titularidad, con mucho más razón si se utiliza la morada para expender droga y no como residencia, pues en ese caso, la sentenciada residía en otro lugar y utilizaba la casa en discusión únicamente para vender drogas. VIII. Recomendaciones para paliar los problemas en la materialización del comiso 1. De ser pertinente (dependiendo del caso y de la relevancia material de los bienes, de acuerdo con el principio de proporcionalidad), realizar un estudio patrimonial durante la investigación (antes de la de- tención del imputado), con el fin de poder solicitar la anotación de bienes desde el momento en que se solicita la medida cautelar del encartado. 2. Desde el momento en que se solicita la anotación registral de los bienes, se debe comunicar a los terceros la posibilidad de apersonarse al proceso para reclamar sus derechos, además, en la acusación y solicitud de apertura a juicio se debe indicar claramente los datos de identificación de los terceros y, solicitar expresamente que se les tenga como parte. 3. La adecuada fundamentación de la solicitud de comiso ante el Tribunal, por parte de los Fiscales ha sido generalmente desatendida, pues se preocupan únicamente por lo relativo a la pena, pero no fundamentan y a veces ni siquiera solicitan el comiso de bienes que han sido secuestrados y se mantienen en ese estado hasta que finaliza el debate y no es sino, hasta que la sentencia adquiere firmeza, que se devuelven esos activos. No se puede dejar de lado que el problema de la fundamentación del comiso generalmente tiene su origen en deficiencias investigativas, lo que al final repercute en los argumentos efectivos que son planteados en la etapa plenaria. Por eso, el primer paso se debe dar en la etapa preliminar: valorar la pertinencia procesal de decomisar los bienes (si es evidente que no existen posibilidades objetivas de comiso, no se debería realizar el secuestro del activo); valorar si es necesario un estudio patrimonial para establecer la propiedad del bien, la participación de testaferros, la existencia de ingre- 124 Cuadernos de Estudio del Ministerio Público de Costa Rica N° 9 -Revista Especializada en Criminología y Derecho Penal- sos lícitos, etc.; -decidir, una vez con el informe contable, si existen posibilidades objetivas de solicitar el comiso. Una vez delimitado el objeto de comiso, se deben incluir los aspectos inherentes a la utilización del bien en el delito, o los aspectos relativos al origen de los fondos con que se adquirió el activo, en el cuadro fáctico de la pieza acusatoria, pues de otra forma se dificultaría el posterior comiso, debido a que el Tribunal correría el riesgo de sobrepasar en sentencia, los límites fácticos de la acusación al decretar el comiso. Salvados los aspectos anteriores, se deben delimitar los dos presupuestos de comiso: Bienes muebles o inmuebles, instrumentos o efectos, utilizados en la comisión del delito y –Provecho o ganancia producto del delito. En cuanto a los bienes utilizados en el delito, son comunes los presupuestos que se indican a continuación, para eventualmente argumentar una solicitud de comiso: • • Es susceptible de comiso, el vehículo utilizado en el transporte de drogas pertenece a un tercero, sin embargo, la posesión del bien era ostentada por el imputado; el tercero dijo en juicio que en realidad el carro no le pertenecía y que, estaba a su nombre por un favor que hizo al imputado, por que este es extranjero indocumentado (también se da el caso de que el transpaso no se había hecho efectivo en el Registro Público). actuó negligentemente al permitir la actividad ilícita. • • • El tercero propietario de los bienes utilizados en la comisión del delito no mostró interés en la recuperación del activo, por lo tanto es de aplicación el artículo 90 de la Ley 8204. La pesa electrónica decomisada estaba impregnada de droga. En el vehículo decomisado se detectaron residuos de droga. Respecto a los bienes adquiridos con dinero proveniente de los delitos de marras, son comunes los presupuestos que se indican a continuación, para argumentar la solicitud de comiso: • • • El inmueble utilizado para vender drogas pertenece registralmente a un tercero que era consciente del uso ilegítimo que se le daba y a pesar de esa circunstancia 125 El imputado no tenía actividad lucrativa lícita y el bien fue adquirido durante el espacio temporal comprendido por la investigación. El dinero decomisado en la casa del imputado por venta de drogas a consumidores, era en su mayoría de baja denominación, típico de la moneda común utilizada por los adictos al adquirir droga, además, estaba ubicado cerca de la droga decomisada. El dinero en moneda norteamericana (cinco mil dólares americanos), decomisado al chofer del camión que cargaba cien kilogramos de cocaína y pretendía cruzar la frontera norte, es una cantidad que -de acuerdo con las reglas de la experiencia común en este tipo de casos- corresponde al pago realizado por el transporte de droga por Centroamérica. Cuadernos de Estudio del Ministerio Público de Costa Rica N° 9 -Revista Especializada en Criminología y Derecho Penal- IX. Conclusión El tema del comiso es muy amplio y complejo, a pesar de esto ha sido tratado muy marginalmente, lo que constituye un error de gran magnitud, ya que esa indiferencia repercute en los fines de ese instituto jurídico: desde un óptica general, evitar el desarrollo de la actividad delictiva al decretarse la pérdida, a favor del Estado, de todos los bienes o efectos utilizados para cometer el delito o provenientes de los caudales económicos obtenidos mediante la realización del injusto penal; y desde el punto de vista particular, no permitir que el delincuente utilice el provecho de su delito y evitar que los instrumentos utilizados en el injusto penal, se continúen utilizando por el mismo sujeto activo o por terceros; otro objetivo de importancia es que los caudales económicos que perciba el Estado producto del comiso, en delitos contemplados en la Ley 8204, sean utilizados en la prevención y represión de esos injustos penales. Para lograr una eficaz materialización del instituto jurídico del comiso, en las sentencias de los Tribunales, en primer lugar se debe definir claramente su naturaleza, pues del estudio que nos ocupa ha quedado en evidencia que aún no está muy claro este extremo. Seria oportuno hacer una propuesta para que se varíe la ubicación de la norma y una solución interesante es dividir, como se hace en Alemania y otros países de corte germánico, entre los objetos que implican un peligro ob- jetivo (instrumenta sceleris) y las ganancias (producta sceleris), diferenciándose claramente entre los que tienen naturaleza de consecuencias jurídicas (lo que implicaría la pérdida de los instrumentos utilizados en el delito) o de pena accesoria (lo que implicaría la pérdida de las ganancias producto del delito). Consecuencia directa de esa falta de definición en cuanto a la naturaleza jurídica del comiso, son las resoluciones poco afortunadas de los Tribunales y en algunos casos de la Sala de Casación Penal, lo que afecta evidentemente la seguridad jurídica. Dejando de lado esos aspectos, que de momento no son solucionables, es esencial que los Fiscales del Ministerio Público pongan más cuidado para evitar errores tales como no solicitar la anotación registral de los bienes muebles e inmuebles decomisados; no comunicar a terceros la posibilidad de apersonarse al proceso para reclamar sus derechos sobre bienes secuestrados o perseguidos; no fundamentar adecuadamente la solicitud de comiso ante al Tribunal; no solicitar el comiso de bienes que han sido secuestrados; no secuestrar ni perseguir bienes que podrían ser susceptibles de comiso, entre otros; además, los jueces de las diferentes etapas procesales deben poner más atención a la correcta anotación de los bienes y a la resolución oportuna de las solicitudes de inmovilización de cuentas bancarias y anotación, entre otros; así como, la correcta fundamentación del comiso en las sentencias. 126 Cuadernos de Estudio del Ministerio Público de Costa Rica N° 9 -Revista Especializada en Criminología y Derecho Penal- SEPARATA: I. DOCUMENTOS RELATIVOS AL XXX ANIVERSARIO DEL MINISTERIO PÚBLICO DE COSTA RICA II. DOCUMENTOS DEL CONSEJO DE MINISTERIOS PÚBLICOS CENTROAMERICANOS 127 Cuadernos de Estudio del Ministerio Público de Costa Rica N° 9 -Revista Especializada en Criminología y Derecho Penal- I. DOCUMENTOS RELATIVOS AL XXX ANIVERSARIO DEL MINISTERIO PÚBLICO DE COSTA RICA 129 FORMULACIÓN DE POLÍTICAS DE PERSECUCIÓN PENAL EN UN ESTADO DEMOCRÁTICO DE DERECHO Palabras del Dr. José María Tijerino Pacheco al recibir el premio “Francisco Chaverri Rodríguez”, en el marco de la celebración del XXX Aniversario del Ministerio Público costarricense, el 28 de setiembre de 2005 Si recibir un premio por la trayectoria personal como fiscal es motivo de gran satisfacción, cuando el premio lleva el nombre de un fiscal de la talla de don Francisco Chaverri Rodríguez y es otorgado por el Consejo Fiscal del Ministerio Público de Costa Rica la satisfacción se agiganta. Gregorio José Ramírez o Juanito Mora, el Ministerio Público. ¡¿Cómo no sentirme especialmente honrado ante la conjunción de estas dos felices circunstancias?! Esto es así, en primer lugar, debido a que don Francisco Chaverri se entregó por completo a organizar nuestro ministerio público y estuvo en la línea de fuego, hombro con hombro, con nosotros, su bisoño cuerpo de fiscales, a quienes él supo infundir coraje y conciencia de la valía de la naciente institución en el marco de una democracia como la costarricense. Su prematura muerte no pudo impedir que dejara en quienes tuvimos el honor de servir bajo sus órdenes la indeleble impronta de su recia personalidad y gallardía. Al agradecer con profunda emoción este homenaje, bullen en mi pensamiento algunas reflexiones que brevemente quisiera compartir con Uds. Todas las cuales están relacionadas con la significación de un ministerio público en una sociedad democrática y surgen del ejemplo de don Francisco Chaverri y de quienes me precedieron en el cargo de fiscal general, de mi propio aprendizaje como fiscal que fui durante casi 19 años y de innumerables días de labores a la par de hombres y mujeres de ejemplar abnegación, todos ellos fiscales rectos, valientes y estudiosos, que fueron apoyados decididamente por secretarios y escribientes laboriosos y esforzados. El segundo motivo para que la satisfacción sea elevada en esta ocasión es la circunstancia de que quien otorga el premio es un ministerio público que, en la madurez de sus treinta años, ha llegado a obtener el reconocimiento abrumador de la ciudadanía y el aplauso internacional. Cuando mayor ultraje había sufrido la conciencia cívica, cuando se quebrantaba la fe en la institucionalidad costarricense, se irguió con arresto de paladín, como otrora lo hicieran La primera reflexión es la de que el ministerio público de una sociedad democrática debe tomar en serio los derechos y garantías consagrados en la Constitución y los instrumentos internacionales. En su defensa y respeto el ministerio público debe ser intransigente. Por ningún motivo y bajo ninguna circunstancia pueden admitirse atropellos a la dignidad humana ni menoscabo de la personalidad de los imputados. 131 Cuadernos de Estudio del Ministerio Público de Costa Rica N° 9 -Revista Especializada en Criminología y Derecho Penal- La experiencia señala que los fiscales no están exentos del fenómeno conocido como deformación profesional; que es fácil apasionarse en la persecución de los delitos, que la sensación de impotencia ante las argucias y artimañas del criminal avezado o la prepotencia del que goza de poder político o económico es mala consejera, y que muchas veces se presenta la tentación de forzar un poco la interpretación de una garantía para obtener la prueba que hace falta. Por otra parte, sobrará quien diga que bajo el manto del celo por el respeto a la Constitución puede ocultarse la sensiblería propia de fiscales a medio formar; que la sociedad clama por la severa represión de los delitos. Es cierto que no hay derechos ni garantía absolutos y que una incompleta formación jurídica puede conducir al hipergarantismo; pero debe quedar claro que hay un fondo irreductible en toda garantía, una línea que no puede traspasarse, un punto más allá del cual la única respuesta sólo puede ser el non possumus, ¡No podemos! La segunda reflexión es la de que en una sociedad democrática el ministerio público no tiene color político, ni credo religioso, ni bandería de ninguna clase, ni puede estar sujeto a los intereses de nadie. Grande es el poder del fiscal; pero más grande aún cuando no espera nada del poder político, ninguna ventaja, ninguna recompensa, ninguna muestra de gratitud. Lo buscarán algunos, ansiosos por ganarlo para su causa, y otros, recelosos de que sus adversarios lo hagan instrumento suyo, llegarán a él cohibidos, sin atreverse a confiar sus temores para no ofender el decoro del funcionario. El fiscal deberá mantener distancia con los primeros y anticiparse discretamente a sus halagos para disuadirlos, y deberá tranquilizar a los segundos manifestando claramente que no está dispuesto a servir a ningún interés mezquino, que sólo actúa con base en pruebas irrefutables. La tercera reflexión es la de que en una sociedad democrática no pueden tolerarse reductos de impunidad, por encumbrados que éstos se hallen. Es aquí donde se encuentra la principal tarea del fiscal general, son estos los casos que reclaman su particular atención. Ante ellos el fiscal general actuará con prudencia y firmeza. Prudencia para no comprometer el éxito de la investigación, ni afectar innecesariamente el buen nombre de las personas, ni crear en la ciudadanía expectativas que luego no llegarán a concretarse. Firmeza, para vencer todos los obstáculos que inevitablemente el privilegio y el poder interpondrán. Una cuarta reflexión es la de que el ministerio público debe tener independencia funcional en relación con cualquier otro centro de poder, ya se trate del propio Estado o de cuerpos represivos internacionales o de otros estados. Esto no significa hacer de la institución un feudo, cuyo jerarca no rinde cuentas a nadie. No. El ministerio público en una sociedad democrática es una institución pública sometida a todos los controles administrativos y al escrutinio de la ciudadanía, a quien representa en la persecución de los delitos. Pero no puede admitirse que desde el exterior del ente se pretenda fijar su política de persecución; ni se decida quién ingresa al órgano, quién debe ser promovido, quién debe cesar, ni que el cumplimiento de sus funciones pueda estar condicionado a la buena o mala voluntad de terceros. Mucho menos puede permitirse el atropello al ordenamiento jurídico patrio para congraciarse con órganos de gobiernos extranjeros. 132 Cuadernos de Estudio del Ministerio Público de Costa Rica N° 9 -Revista Especializada en Criminología y Derecho Penal- La quinta y última reflexión es la de que en una sociedad democrática debe haber un ejercicio racional de la acción penal. El ministerio público debe priorizar el empleo de sus recursos humanos y materiales en atención al grado de perjuicio social producido por cada hecho delictivo. Es irracional investigar y perseguir con el mismo celo al carterista y al que saquea el tesoro público. Esto no significa que los delitos comunes no deben ser atendidos, sino que su atención no debe ir nunca en detrimento de una eficaz persecución de los delitos de mayor impacto social. La racionalidad en el ejercicio de la acción penal también se manifiesta cuando se evita la persecución a ultranza, es decir la persecución desproporcionada, ciega a las circunstancias personales de los imputados y las víctimas, la persecución que raya en lo inhumano. Si al cabo de treinta años el Ministerio Público goza de un lugar de privilegio en la consideración de los costarricenses es porque ha seguido de cerca este derrotero. Si se me honra este día otorgándome el premio “Francisco Chaverri Rodríguez” es porque el Consejo Fiscal estima que he procurado ser fiel a este ideario. Por mi parte creo que sólo cumplí mi deber. Es de justicia reconocer ante Uds. el apoyo recibido por mi esposa, Olga Cristina, y mis hijos María Catalina y José María. Ellos mejor que nadie saben cuántas renuncias, cuántas zozobras, cuánto sacrificio acarrea para toda la familia el cargo de fiscal general. A ellos y a todos Uds., muchas gracias. 133 ELEMENTOS PARA LA DEFINICIÓN DE LA POLÍTICA DE PERSECUCIÓN PENAL EN UN ESTADO DEMOCRÁTICO DE DERECHO. LA EXPERIENCIA DE LA JUSTICIA PENAL JUVENIL Por: M.Sc. Mayra Campos Zúñiga Es un placer y un honor compartir esta mesa redonda, en especial, si consideramos el motivo de la misma: El treinta aniversario del Ministerio Público. En virtud del poco tiempo asignado para exponer algunas ideas sobre un tema muy amplio, voy a estructurar mi exposición a partir de la experiencia de la definición de las políticas públicas, la política criminal y de persecución penal en materia penal juvenil. Reseñaré algunos conceptos y los elementos, entre los que incluyo presupuestos básicos, al momento de definir una política de persecución penal dentro de un Estado democrático. Y en la segunda parte me referiré a la experiencia de la definición de esas políticas en materia penal juvenil. Para dimensionar el tema a tratar debemos partir de la distinción conceptual entre políticas públicas, política criminal y política de persecución penal. Conceptos que se encuentran interrelacionados dentro del sistema político costarricense, que se sustenta en los postulados de un Estado Democrático de Derecho. Es decir, un sistema que se establece valores esenciales. El concepto de la sociedad costarricense como un Estado Democrático de Derecho no sólo se da por su estructura política, sus instituciones, su sistema normativo, sino por tener como centro del sistema al ser humano, no como un medio sino como un fin en sí mismo.1 En el cual prevalece el respeto de los derechos humanos dentro de todo el accionar del sistema político, como lo señala ALCÁNTARA entendido este último como el conjunto de los elementos institucionales, actores institucionalizados, valores de los individuos, grupos sociales, la cultura política, dentro de un sociedad ubicada en un espacio y tiempo determinado y dentro del escenario internacional.2 El concepto de políticas públicas, siguiendo a ALCÁNTARA, puede concebirse como “productos del sistema político”3, las cuales nos son productos antojadizos, sino que deben responden a dos factores: a las demandas y al apoyo que existe dentro de la estructura social, así como de la capacidad al momento de tomar decisiones y acciones las autoridades. 1 Como lo apunta Bustos Ramírez, Juan : “una política criminal que tiene como fundamento la libertad, no puede partir desconociéndola y convirtiendo a las personas en meros instrumentos o sujetos de tutela”. En: Política Criminal y Estado. Revista de Ciencias Penales, Nº12, diciembre de 1996, San José, Costa Rica, p.4 2 Alcántara, Manuel. GOBERNABILIDAD, CRISIS Y CAMBIO, 1995. p.56. Sin más datos. 3 Op.ci.,p.106 135 Cuadernos de Estudio del Ministerio Público de Costa Rica N° 9 -Revista Especializada en Criminología y Derecho Penal- La política criminal, la vamos a definir como aquella política “referida al ámbito de acción del sistema de justicia penal”4.Como bien lo señala ARAYA MATARRITA, “... la política criminal es solo parte de la política general del Estado, tanto que la definición y la praxis de la concepción de Estado atraviesa necesariamente el servicio público que este le preste a la ciudadanía en el subsector administración de justicia penal.”5 Por ello, el Ministerio Público no define la política criminal, esta la define el Estado a través de la promulgación de la leyes, el Ministerio Público, lo que hace –siguiendo a este mismo autor- es “interpretar” la política criminal, y “ le da forma en el caso concreto”.6 Política de persecución que tiene como límite la “política criminal, (...) el Derecho Constitucional y los derechos humanos.”7 Política que debe tener como norte la solución del conflicto, conforme al artículo 7 del Código Procesal Penal. Comparto con ARAYA, que una política criminal y una política de persecución social, debe estar orientada a una función social, de lo contrario “ deviene en disfuncional”. Aunque como lo reconoce este mismo autor, esto es difícil, considerando las condiciones, sociales, económicas y culturales de nuestras sociedades, y sobre todo el planteamiento de políticas públicas con un corte “populista-electoral”. En cuanto al tema de la mesa redonda. Po- demos mencionar que en la formulación de la política de persecución penal, confluyen una serie de elementos, factores que desde los dogmáticos hasta aspectos prácticos de la realidad costarricense. Esta definición de la política de persecución penal por parte del Ministerio Público, debe sustentarse en diversos principios, entre ellos, como lo plantea BUSTAMANTE, en el principio de legalidad, principio de exclusiva protección de bienes jurídicos, principio de culpabilidad del hecho, principio de proporcionalidad.8 Por su parte, ARAYA MATARRITA amplia dichos principios, señalando que en la formulación de una política de persecución deben contemplarse los principios de: transparencia (conocimiento de los operadores que actúan dentro del subsistema y de la comunidad), principio de concentración en las formas de criminalidad no convencional (delincuencia que afecta bienes jurídicos colectivos), principio de orientación a la víctima, principio de aplicación mínima de la pena privativa de libertad, principio de aplicación restringida de la prisión preventiva, principio de racionalización de la prevención (contrario a la tendencia del Derecho penal moderno), principio de control de la discrecionalidad persecutoria (bagatela y delincuencia no convencional), principio de control de la investigación policial (dirección funcional).9 Además de estos principios, debe considerar 4 Carranza, Elías. La Política Criminal y Humanismo en la Reforma de la Justicia Penal. En Revista de Ciencias Penales, Nº6, diciembre de 1992. ABC, Ediciones S.A. San José, Costa Rica, p.19. 5 Araya Matarrita, Saúl (2005). Política de persecución penal del Ministerio Público de Costa Rica: la crisis heredada de una política criminal basada en el Derecho Penal “moderno”. Tesis para optar el Grado de Maestría en Criminología. UNED, San José, Costa Rica.p.17 6 Op.cit.,p.17 7 Ibidem 8 Bustamante Roberto (2003). Política de persecución criminal del Ministerio Público. Una primera aproximación al tema. Cuadernos de Estudio del Ministerio Público, Nº8, 2004. 9 Araya Matarrita, op.cit.,cfr. p.92-100 136 Cuadernos de Estudio del Ministerio Público de Costa Rica N° 9 -Revista Especializada en Criminología y Derecho Penal- los paradigmas actuales de la criminología, el abolicionismo, el nuevo realismo de derecho (Ley y Orden), el garantismo penal o Derecho Penal Mínimo. En el caso de los países latinoamericanos, se ha acogido el Garantismo Penal.10El paso de la criminalidad callejera convencional a la criminalidad de “cuello blanco” o no convencional. La introducción de nuevos mecanismos de control social (modelo justicia (parte del supuesto que delito es un mal social “por lo cual es inútil identificar sus causas) y que lo que corresponde es desarrollar mecanismos de control (“más poder para la policía, leyes más duras, sentencias de prisión más largas, establecer la pena de muerte, aplicar la pena de exilio, el arresto domiciliario y la deportación (...). En otras palabras, se imponía un control social duro)”11, el modelo comunitario, que da preponderancia a la prevención, el desarrollo de la seguridad comunitaria, se da una delegación de la seguridad en entes privados. Este cambio da lugar a el modelo de justicia privada, en que se involucran el varias elementos: contexto económico (delitos versus pérdida económica), la orientación preventiva (identificación de faltas) y con sanciones económicas (no otorgamiento de un crédito), el control electrónico (“la capacidad de controlar y vigilar las conductas de los ciudadanos que circulan dentro de sus límites; con la peculiaridad de que este control se considera asunto privado”12Esto se refleja en nuestro país, con el auge de las grandes corporaciones, los llamados “malles” o centros comerciales, etc. Sin dejar de lado, el control social salvaje, que es aquél que ejercen ciertos grupos que aplican la justicia por su propia mano, con el linchamiento de delincuentes reincidentes.13 Además, de estos PRINCIPIOS, PARADIGMAS Y MECAMISMO DE CONTROL SOCIAL, siguiendo a ARAYA MATARRITA, existen otros elementos que deben ser considerados al momento de formular una política de persecución penal, en el carácter vinculante de la jurisprudencia de la Sala Constitucional, las limitaciones de carácter administrativo (recursos del servicio público-limitaciones presupuestarias), la necesidad de entablar coordinaciones interinstitucionales, ya que dentro del Estado, las instituciones definen políticas públicas en campos que se interceptan con el derecho penal. Otro elemento, los grupos de presión y por último, la jurisprudencia de los tribunales. Desde el punto de vista dogmático, en esa definición de la política de persecución penal, debe contemplar que la política criminal del Estado costarricense, se ido ajustando a las tendencias del Derecho Penal Moderno, en el que la característica más relevante ha sido el efecto expansivo a ámbitos no propios del Derecho Penal, y con una estrategia represiva, y el avance desmedido del discurso de la “seguridad ciudadana”, para justificar la construcción de tipos penales sin cumplir los requisitos mínimos de tipicidad y de protección de bienes jurídicos fundamentales. Por último, para agravar la situación, me 10 Del Olmo, Rosa (1998). La criminología en la cuarta época: del saber al Poder. CONAMAJ. San José, Costa Rica, p.14 11 Ibid, p.18 12 Del Olmo, op.cit.,p.22 13 Ibid,p.33 137 Cuadernos de Estudio del Ministerio Público de Costa Rica N° 9 -Revista Especializada en Criminología y Derecho Penal- cuestionó como definir una política de persecución penal, cuando la percepción social de la criminalidad no se sustenta en “estudios de la realidad, sino por las encuestas de opinión?14 ¿Y cómo se plasma todos estos principios, paradigmas, tendencias, factores externos e internos en una política de persecución penal?. Voy a exponer la experiencia en materia penal juvenil. Con la aprobación de la Convención de los Derechos del Niño, la vigencia de la Ley de Justicia Penal Juvenil en el año 1996 y del Código de la Niñez y la Adolescencia en el año 1998, el Estado Costarricense asumió una nueva política criminal en el campo de la justicia penal juvenil. Política criminal que plasmó en las reformas legales, una serie de principios tales como el intervención mínima en sus dos sentidos: penando sólo lo que necesite ser sancionado y la imposición excepcional de la pena privativa de libertad, el principio de tipicidad legal y legalidad de las sanciones, principio de lesividad y la finalidad pedagógica de la pena, prevención especial y general. Esta política criminal, es parte de un gran proceso de transformación dentro de la Concepción de la niñez y de la adolescencia, su condición de personas. Y estableció como PRINCIPIO RECTOR E INTERPRETADOR, EL INTERÉS SUPERIOR DE LA PERSONA MENOR DE EDAD. En el campo de la Niñez y de la Adolescencia, 14 el sistema costarricense ha generado una serie de decisiones de tienden a materializar los derechos humanos de las personas en las personas menores de edad,. Por ello ha establecido como política general, cuyo eje transversal lo constituye el principio mencionado del interés superior. Entre los puntos más relevantes de dicha política pública plasmados en la Agenda Nacional para la Niñez y la Adolescencia 20002010, están: “1° Los niños, niñas y adolescentes constituyen una prioridad para Costa Rica y especialmente para el Gobierno. 2° Los niños, niñas y adolescentes representan casi el 40% del total de la población y que ellos y ellas requieren de protección y defensa de sus derechos. 3° Costa Rica tiene una larga trayectoria en materia de derechos de los niños y niñas; (...) y fue uno de los primeros países en ratificar la Convención Internacional sobre los Derechos del Niño de 1990.(...) 4° En 1998 se aprobó el Código de la Niñez y la Adolescencia, en el cual se establecen los principios y las responsabilidades que como Estado se tienen en relación con estas poblaciones, y que es urgente su implementación. 5° En el citado Código las distintas instituciones y grupos no gubernamentales tienen establecidas funciones y tareas específicas. (...) 6º...7ª... 8° La seguridad ciudadana es prioritaria para Issa, El Khoury Henry, (1998). Política criminal y penas alternativas (las políticas criminales del estado costarricense), en Cuatro Temas sobre Política Criminal, CONAMAJ, P.77 138 Cuadernos de Estudio del Ministerio Público de Costa Rica N° 9 -Revista Especializada en Criminología y Derecho Penal- el Gobierno de la República, y que en la primera fase de su infancia, el niño o niña, a través del contacto con su familia y subgrupo de referencia, incorpora en su estructura cognitiva la definición de hábitos sociales y de comportamiento en general, que son determinantes para prevenir su vulnerabilidad a asumir conductas delictivas 9° El desarrollo social y económico del país depende, además de una justa distribución de la riqueza, de la inversión que se haga para garantizar el mayor desarrollo humano posible de sus niños, niñas y adolescentes.”15 Estos nuevos puntos destacan un proceso decisional, con metas de corto y largo plazo. Decisiones que no sólo afecta el actuar de las instituciones públicas y privadas, sino que afecta la definición de la política criminal y por ende, la política de persecución penal juvenil no solo dentro del Ministerio Público sino la actuación de los distintos actores, en especial, el área jurisdiccional. En esta definición de las políticas públicas, se debe tomar en cuenta, el marco jurídico, que en el campo de la justicia juvenil, no sólo contempla la legislación ordinaria, Código de la Niñez y la Adolescencia (1998), sino la Ley de Justicia Penal Juvenil (1996), y el Bloque de Constitucionalidad, en la que se incluye la Convención de los derechos del Niño aprobada por Costa Rica, en el año 1990, la estructura organizativa e infraestructura social (material y humana), los recursos económicos para darle contenido económico y por último, la toma de conciencia y apoyo social, que la política definida, representa los intereses, valores de la mayoría dentro de la sociedad costarricense.16 Concretando esta definición de políticas públicas en el campo de la justicia juvenil, en Costa Rica, se ha determinado que: “Conceptualmente la violencia juvenil puede ser abordada desde distintas perspectivas: como rebeldía propia de la adolescencia, como manifestación de una identidad poco constructiva, como demostraciones de presión grupal, como conductas antisociales propiamente dichas. Por tanto se requiere elaborar un marco conceptual que determine claramente los tipos y niveles de violencia y que permita proponer políticas y programas que logren disminuir drásticamente esta problemática, que cada día se vuelve más severa.17 (Agenda Nacional para la Niñez y la Adolescencia, 2000)” Por ello, se ha planteado las siguientes metas: Metas a largo plazo “1 Disminuir la violencia juvenil para combatir esta problemática desde la familia, el centro educativo y la comunidad. 2. Garantizar el cumplimiento de los derechos y 15 Agenda Nacional para la Niñez y la Adolescencia. Metas y compromisos. 2000-2010. 16 PALLADARES, Francesc, (1988) los enumera como: “Las normas jurídicas, los servicios, los recursos financieros y la persuasión”. Las políticas públicas: El sistema político en acción. Revista de Estudios Políticos. N° 62, p.144. 17 Agenda Nacional APRA la Niñez y la Adolescencia. 2000-2010. 139 Cuadernos de Estudio del Ministerio Público de Costa Rica N° 9 -Revista Especializada en Criminología y Derecho Penal- la adecuada atención de toda la población que presenta conflictos con la ley, de acuerdo a lo establecido en la Convención de los Derechos del Niño, la Ley de Justicia Penal Juvenil y las propuestas para el mejoramiento de la justicia menor de edad como sujeto social de derecho. 1.7-Haber logrado que el 100% de las comunidades cuenten con Juntas de Protección, Comités Tutelares y otras organizaciones de base comunitaria. Acciones prioritarias a corto plazo (Metas Intermedias) 1.8-Haber desarrollado proyectos específicos dirigidos a la población que presenta problemas de adicción, abandono, callejización, violencia intrafamiliar y otros. 1.1-Contar a corto plazo con espacios y mecanismos de coordinación interinstitucional que garanticen el cumplimiento de los derechos fundamentales de la población que se encuentra en situación de violencia. 1.9-Haber garantizado la seguridad a casos especiales a través de las alternativas de protección. 1.2- Contar a corto plazo con un diagnóstico situacional sobre violencia y delincuencia juvenil de acuerdo al enfoque de protección integral. 1.3- Llegar a identificar proyectos existentes en organizaciones públicas privadas y comunitarias relacionados con la prevención y la atención a la niñez y adolescencia en el área de violencia juvenil. 1.4-Haber logrado consolidar espacios de coordinación interinstitucional en el desarrollo de: Campañas con medios de comunicación; Espacios de participación alternativos y propositivos con el sector educativo, familia y comunidad. 2.1-Que el 100% de la población penal juvenil tenga garantizado el cumplimiento de sus derechos. 2.2-Contar con espacios y mecanismos de coordinación interinstitucional que garanticen la atención integral a la población acorde a sus características y necesidades. 2.3-Contar con redes sociales que garanticen el cumplimiento de los principios socioeducativos establecidos para la población en la Ley de Justicia Penal Juvenil. 2.4-Que el 100% de los funcionarios que integran el sistema de justicia penal juvenil se capaciten en temáticas acordes a su labor. 1.5- Ejecutar y elaborar a nivel interinstitucional estrategias tendientes a desarrollar una cultura de prevención en el ámbito de la violencia juvenil 2.5-Crear un sistema de información uniforme e integrado que permita el planteamiento de políticas y lineamientos en el sistema de justicia penal juvenil. 1.6- Haber logrado el desarrollo de acciones que permitan promover la ejecución de un modelo de atención acorde al enfoque de persona 2.6-Favorecer la investigación y sistematización en el sistema de justicia penal juvenil. 2.7 Brindar un soporte efectivo por medio de pro- 140 Cuadernos de Estudio del Ministerio Público de Costa Rica N° 9 -Revista Especializada en Criminología y Derecho Penal- yectos específicos acordes con las sanciones impuestas y las características de la población. 2.8-Crear un modelo de atención para la población penal juvenil”18 Dentro del campo específico del Ministerio Público la Fiscalía General, mediante la Circular 07-2004, estableció una serie de lineamientos de política de persecución penal, coherente con la política criminal plasmada por el legislador en la normativa y las políticas públicas vigentes en la sociedad costarricense. De ahí que no es de extrañarnos que se admitan las soluciones alternativas en una forma más amplia que en el penal de adultos. Igualmente, que se de una mayor amplitud en la aplicación del procedimiento abreviado. En el campo la penas, se utilice con mayor frecuencia las sanciones no privativas de libertad y no la privativa de libertad, lo anterior atendiendo a la finalidad pedagógica y no meramente al carácter retributivo de la pena. Incluso que se haya planteado un programa especial para los ofensores sexuales juveniles. Se ha definido claramente, que en el caso de los consumidores de droga, más que una persecución penal, se aborde como un problema de salud, por lo que los casos se remiten al Patronato Nacional de la Infancia con el fin de que dicha entidad, dicte la medida de protección necesaria,. Asimismo, que en el caso de los hechos de- 18 lictivos cometidos por personas inimputables, no se les aplica el derecho penal, y por ende, las medidas de seguridad, sino que se remiten también al ámbito administrativo para su respectiva atención terapéutica. En el caso de las personas menores de edad que cometen el “delito de obstrucción en la vía pública”, se ha analizado que más que un delito, tal situación evidencia un problema social de explotación laboral infantil, por lo que en la práctica se les aplica criterio de oportunidad y se coordina con los entes respectivos. Con Patronato Nacional de la Infancia si es de una edad menor de 12 años y con la Oficina de Erradicación del Trabajo Infantil si es mayor de esa edad. Además de otras medidas de carácter organizativo vinculadas a la especialización de los funcionarios, su capacitación, la dotación de recursos humanos y materiales. Esta política de persecución penal, tiene como eje transversal, el reconocimiento de los Derechos Humanos de las personas menores de edad, el principio del Interés Superior, así como las políticas públicas generales y las políticas públicas que han emitido entidades como el PANI, Consejo Nacional de Niñez y Adolescencia, la Caja Costarricense Seguro Social, el Instituto Costarricense de Drogas, entre otras. Quiero cerrar esta exposición con una pregunta: ¿ es posible la formulación de una política de persecución penal que tenga como Agenda Nacional para la Niñez y la Adolescencia. Metas y compromisos.2000-2010. 141 Cuadernos de Estudio del Ministerio Público de Costa Rica N° 9 -Revista Especializada en Criminología y Derecho Penal- eje central el respeto de los derechos humanos de las personas involucradas en un proceso penal, bajo los principios de intervención mínima, despenalización a través de la aplicación de criterios de oportunidad, la negociación de penas bajas, la potencialización 19 de las salidas alternas, sin que ello genere el “grito airado de las multitudes” que se sienten inseguras por el avance de la delincuencia tanto convencional como no convencional?.19 Muchas Gracias. DEMOCRACIA, SOCIEDAD Y Para el año 1998 ISSA se preguntaba: ¿Cómo llegar a formas de reacción social más acordes con los derechos inalienables de las mujeres y de los hombres sin provocar el grito airado de las multitudes que se sienten desprotegidas con sólo escuchar ideas tales como menor prisión en algunos delitos, despenalización de conductas que pueden ser resueltas por otras ramas del derecho, conciliación y penas alternativas al encierro?. Op.cit., p.77 142 ESTADO SOCIAL DE DERECHO Por Fernando Cruz Castro, Magistrado de la Sala Constitucional ¿Qué relación tienen estas definiciones socio-políticas, especialmente la democracia y el Estado Social de Derecho, con el Ministerio Público? Se deben acotar los componentes que ligan estos conceptos y la pretensión de lo que puede ser el Ministerio Público como promotor de Justicia. 1- Funciones del Ministerio Público. En el contexto de una sociedad democrática, la Fiscalía debe una función trascendental: Como promotor de justicia debe tener una vocación constitucional en relación a las acciones de amparo y de inconstitucionalidad. Debe examinarse si la Fiscalía tiene la solidez institucional y la independencia política para emprender acciones judiciales que promuevan la vigencia efectiva de los derechos fundamentales. Me parece que la misión del Ministerio Público no sólo abarca la dimensión penal, sino que debe, además, promover, con amplitud, la justicia y los derechos fundamentales. Este es no es un tema irrelevante, porque la promoción de los derechos individuales se convierte, por propia definición y por sus efectos prácticos, en factor que modera y racionaliza el ejercicio del poder. En un sistema político como el costarricense, de orientación presidencialista, en el que la acción de los partidos políticos se desenvuelve anómicamente, existe una peligrosa e inconveniente concentración de poder. ¿Puede ejercer plenamente el Ministerio Público su misión de promotor de justicia, en el sentido más amplio, si el sistema político propicia una concentración excesiva de poder? No dudo que pueden existir algunas manifestaciones de ingobernabilidad, pero estoy convencido que el sistema presidencialista que vivimos, con partidos políticos que ejercen funciones públicas sin el control que se requiere, con instituciones descentralizadas bajo la tutela del poder ejecutivo, configura un aparato de poder, a secas, cuya visibilidad es muy deficiente. En un estado democrático de derecho, el poder debe ejercerse con la mayor transparencia posible, con mecanismos de control y de contención para todas las instancias de gobierno. Se debe hacer una radiografía del poder que se ejerce en Costa Rica para identificar los nervios del poder real, cuyo alcance y contenido no tiene mucha relación con las divisiones formales que contiene la Constitución. En nuestros Estados, dicho en términos generales, ¿cuáles son los verdaderos nervios del poder, quién gobierna nuestros países? Quién gobierna Costa Rica, se preguntaba don Oscar Arias en un interesante libro que publicó hace varias décadas. Porque hablar del estado de derecho, de la democracia, sin saber, sin tener una idea exacta, del poder real que ejerce la elite del poder, de los verdaderos protagonistas que definen la orientación política del Estado, puede convertirse en un ejercicio formal, que ignora los límites infranqueables que enfrentan instituciones como el Ministerio Público. Planteo como supuesto fundamental que el contexto de un Ministerio Público que esté más 143 Cuadernos de Estudio del Ministerio Público de Costa Rica N° 9 -Revista Especializada en Criminología y Derecho Penal- cercano a la promoción de la Justicia debe ser un régimen semi-parlamentario, con partidos políticos que funcionen con una estructura jurídica y política que permita ubicar mejor las instancias efectivas de poder e influencia. No importa dónde se ubique, institucionalmente, el Fiscal General, en muchas ocasiones no es ni Fiscal, ni General de mucho, probablemente sabrá que tiene un poder muy acotado, limitado por los poderes fácticos, por los reales, por los formales, por los policiales, por los militares, en fin, por muchos poderes reales, que se ejercen y que asfixian la democracia y el estado social de derecho. Digamos que esta es la macro visión del contexto de la estructura de poder que debe rodear a un Ministerio Público, no sólo como acusador penal, sino como actor que cumple una importante misión en la defensa de los derechos fundamentales. Que esta es al fin y al cabo, su misión política más trascendente y que de manera muy limitada ejerce el Ministerio Público de Costa Rica. Empero, respecto de otros países, es importante plantearse el alcance, el contenido y los límites de una verdadera Procuraduría de Justicia, que arrastra el estigma de ser el abogado del Estado, que en un sistema presidencialista como el que predomina en Latinoamérica, es como decir, el abogado del Presidente. Dentro de esta vocación constitucional, el Ministerio Público debería oponerse a las leyes que lesionan derechos fundamentales, señalar su crítica a la perversión del sistema penal, que en muchas ocasiones resulta ser la respuesta “más cómoda y engañosa” frente a problemas sociales tan graves como la pobreza y la marginalización. ¿Tendrá capacidad para hacerlo? ¿Podrá la Fiscalía plantear acciones de inconstitucionalidad por la existencia de delitos inexcarcelables o por la criminalización de actos que reprimen el ejercicio de derechos fundamentales? Estos interrogantes son difíciles de responder, en una atmósfera internacional en que todo parece resolverse por la fuerza, la guerra preventiva, el libre comercio de los países más ricos, la tortura del enemigo o la invisibilización de los sospechosos. Estos interrogantes señalan los condicionantes políticos de una Fiscalía que debe hacer algo más que encarcelar a pobres y marginados. Dejando atrás este vistazo sobre la maquinaria real del poder, no me detengo en el tema del Estado social, porque es un reto que daría espacio para muchos planteamientos, especialmente en horas en que parece que no es importante el estado social, sino el estado privado de Derecho, ese mundo en que la ley de oferta y demanda, resolverá los desequilibrios. Me agrada mucho hablar de las leyes de mercado, porque la realidad me demuestra que en muchas ocasiones no existe el reinado del consumidor. Este es un punto que lo dejo de lado, no porque no sea importante, lo es, sino porque estimo que respecto del Ministerio Público no tiene un efecto inmediato, sin ignorar, por supuesto, que en la creación de poderes fácticos y poco transparentes, el tema de la privatización y reducción del Estado tiene especial trascendencia. Por el momento, el Ministerio Público parece estar a salvo de la privatización, pero bien podría ser que en alguna investigación del INCAE o de alguna universidad de Chicago, se pueda plantear esta posibilidad en la búsqueda permanente de la eficiencia y quizás dentro de treinta años, hablemos de las políticas de persecución de la empresa Castigo S. A. 144 Cuadernos de Estudio del Ministerio Público de Costa Rica N° 9 -Revista Especializada en Criminología y Derecho Penal- 2- El control sobre la policía de investigación. Conforme a lo que sería un estado democrático de derecho, el Ministerio Público debería tener el control sobre una policía de investigación. Alguna fórmula se debe buscar para darle a la Fiscalía el auxilio de unos agentes de investigación. Este es el “GRAN DORADO” de la mayor parte de los Fiscales Generales. Dicen que deben investigar, pero casi nunca cuentan con una policía de investigación. La realidad de los países centroamericanos demuestra que la policía es más importante que la Fiscalía. ¿Por qué será? Evidentemente, en un Estado dominado por la concentración de poder y la opacidad, a quién le puede interesar tener un Fiscal que sea como la encarnación del Quijote, que busca la verdad y pretende deshacer entuertos y defender a los débiles. No parece ser una misión que rinda muchos frutos políticos. A veces hasta me pregunto: Al ciudadano común le interesa una Fiscalía que actúe siempre guiada por el principio de justicia e igualdad. Habría que hacer una evaluación de la cultura política y comprobar que el ciudadano común lo guían muchos intereses y valores que son contradictorios. Bueno, de todas maneras, tenemos un Fiscal General que en muchos de nuestros países tiene poca ingerencia sobre la actividad policial. acciones de investigación eficaces. Pero no puede ignorarse que un delito que se ejecuta desde el poder, no es fácil de investigar y enjuiciar, especialmente cuando se trata de figuras políticas de alguna relevancia. Peor aún si los poderes se ejercen a través de partidos políticos de perfiles imprecisos y con muy pocos elementos de control. Organizaciones políticas que se financian en forma confusa y difusa. 3- Los condicionantes de la Fiscalía frente a los delitos ejecutados desde el poder. Examinando las capacidades reales de la Fiscalía, debo reconocer que en el imaginario colectivo se asume que el Ministerio Público, tiene capacidad para darle respuesta a los delitos de enriquecimiento ilícito, que en gran medida, son delitos de poder. Es decir, se asume, como presupuesto incuestionable, que frente a la delincuencia no convencional, en el amplio sentido de la palabra, la Fiscalía pueden realizar 5- El modelo procesal acusatorio y la política de persecución. Tradicionalmente el Ministerio Público ha tenido una debilidad en recursos materiales e institucionales. Los motivos de estos condicionantes son variados e históricamente complejos. Sin embargo, se dio un paso importante con el modelo de enjuiciamiento introducido en 1998, que le asignó la dirección funcional de la investigación a la Fiscalía, en el contextote un modelo de enjuiciamiento predominantemente acusatorio. Este es un tema 4- Pocos recursos para investigar las diversas formas de crimen organizado, especialmente la corrupción. ¿Cuánta capacidad existe para que desde el Ministerio Público se investigue una modalidad de crimen organizado como es la corrupción, la explotación sexual comercial, el tráfico de influencias, la financiación ilegítima de campañas políticas o las mega contrataciones estatales.? Este interrogante se está desarrollando ahora, pero las limitaciones en recursos humanos, en conocimientos y en recursos materiales, son importantes, no pueden minimizarse. Históricamente el Ministerio Público enfrenta graves limitaciones en la investigación de los delitos cometidos desde posiciones de poder, que no son siempre las formales, sino que abarca, también, las que se ejecutan desde aparatos de poder para - estatales, como son los partidos políticos. 145 Cuadernos de Estudio del Ministerio Público de Costa Rica N° 9 -Revista Especializada en Criminología y Derecho Penal- muy polémico en muchos países, porque la investigación encierra muchas complejidades y la policía de investigación tiene mayor poder que el que formalmente se le asigna. En estas investigaciones no sólo tiene trascendencia la acumulación de información, sino su sistematización y la necesidad de desarrollar una estrategia en la que los datos se organizan conforme al diseño de un perfil previamente definido. 6- El control político como respuesta paralela frente a los abusos de poder y el enriquecimiento ilícito. Pero no pueden apostarse todos los esfuerzos a la judicialización de la corrupción, pues existe el peligro de caer en la coartada judicial, que consiste en atrapar el tema en la persecución y enjuiciamiento judicial, debilitando e invisibilizando la eficacia que tiene el control político, que es el tinglado natural en el que debe dilucidarse y evaluarse cualquier manifestación del abuso de poder. El sistema judicial, además de sus naturales, razonables e históricas limitaciones, no puede lidiar, en solitario, con una actividad de investigación y represión de delitos que se ejecutan al amparo de una estructura que controla los centros neurálgicos, quizás ocultos, como ocurre muchas veces, de poder. Jueces y Fiscales, a pesar de su poder formal, nada despreciable, poco pueden hacer frente a los infractores que controlan, sistemática y organizadamente, el aparato político, que es como decir, el aparato de poder. La ingenuidad en esta materia, es el mejor aliado de la impunidad. Desde el punto de vista político, el Ministerio Público debe cumplir su misión, pero sin ignorar sus limitaciones, lo que requiere la intervención de otras instancias, de naturaleza política, que deben ejercer, la difícil misión que corresponde al control político. Los abusos de poder, las desviaciones en su ejercicio, deben ser evaluados, predominantemente, mediante los variados instrumentos que brinda el control político, que exige, en todo caso, un juicio de reproche o de justificación. Ni los jueces, ni los fiscales, tienen plena capacidad para lidiar con una discusión y polémica que estos procesos desencadenan. Se da la paradoja que son procesos judiciales, que inciden en el ejercicio del poder político y que tendrán, en alguna medida, tarde o temprano, una respuesta política, una polémica para lo que no están preparados ni les corresponde asumir, a jueces y fiscales. La función judicial no está preparada para entrar en una polémica a la que están acostumbrados quienes actúan en la arena política. El papel de la Fiscalía debe visualizarse con mayor modestia, sin devaluar su función. Deberán asegurar la vigencia de derechos fundamentales, pondrán a prueba la eficacia del sistema, pero no pueden asumir la respuesta política, el control político inevitable, que debe originarse en los espacios en donde el poder, el enfrentamiento público, la dinámica de la controversia y el acceso a los ciudadanos, es una tarea cotidiana. En otras palabras, la Fiscalía debe estar a la altura de las circunstancias, pero no puede sustituir, de ninguna manera, las funciones de control político que debe asumir, inevitablemente, la ciudadanía y con mayor razón, los partidos políticos, el parlamento y los miembros del Poder Ejecutivo. No puede ignorase que las normas punitivas, tienen limitaciones, exigencias de legalidad que crean espacios que no son penalmente punibles, pero que sí lo pueden ser desde una 146 Cuadernos de Estudio del Ministerio Público de Costa Rica N° 9 -Revista Especializada en Criminología y Derecho Penal- perspectiva ética o moral. El propio proceso, con sus formalidades y su liturgia, deja muchos elementos de control al poder, que no pueden dilucidarse en la arena judicial, sino que deben enfrentarse y valorarse desde las instancias de control político de cara a la opinión pública 7- Independencia de la Fiscalía y medios de comunicación. El Ministerio Público debe realizar su función, defendiendo su independencia, especialmente cuando los juicios sobre esta materia adquieren una trascendencia pública innegable, en el que los medios de comunicación pública intervienen, introduciendo una variación cualitativa importante en la naturaleza tradicional del control social formal. Ya no sólo es el proceso judicial, sino que surge otro escenario de enjuiciamiento: el juicio de la opinión pública que no es libre, sino que valora los hechos conforme a la realidad que definen los medios de comunicación. 8- La asimetría estructural en la persecución y el principio de igualdad. El derecho penal no tiene ningún efecto mágico, la represión, a pesar de su espectacularidad, se aplica selectivamente, criminalizando al débil e inmunizando al poderoso. No se trata de una tendencia subjetiva, es una tendencia estructural. Si vemos el derecho penal con sus limitaciones y miserias, quizás podamos ver mejor el futuro de estas leyes contra la corrupción y el enriquecimiento ilícito. Al Ministerio Público le corresponde tratar de corregir la discriminación estructural que provoca el sistema penal. Es aquí en donde un principio tan sencillo como el de igualdad, sufre muchas variaciones y presiones. 9- Comprobar el abuso de poder y el enriquecimiento ilícito sin violentar el principio de legalidad. Hay muchas limitaciones en el desarrollo de una política de persecución contra la gran criminalidad. Casos como el que refiere Vargas Llosa en relación con el enjuiciamiento de Luis Bedoya Vivanco, son muy ilustrativos sobre las luces y sombras de la acción penal. A Bedoya Vivanco se le atribuía recibir dinero de los famosos “vladivideos”, sin embargo, la instancia constitucional se planteó una pregunta escalofriante: ¿el dinero que repartía Montesinos provenía de fondos del Estado? Su respuesta fue negativa, porque no se podía tener certeza sobre tal extremo. Este es un tema complejo, determinar de dónde provienen los fondos, es un reto grande, desde el punto de vista jurídico-constitucional, porque el abuso de poder se nutre de fondos ilegítimos, pero que no provienen, directamente de fondos públicos. Pero surge, otro interrogante: ¿qué ocurre si la persona que ejerce un poder informal no tiene una posición de poder oficial? Si asumimos una visión tradicional del poder, sólo se sancionaría el abuso que provenga del ejercicio de una potestad estatal formal. ¿Qué ocurre si el enriquecimiento se hace al amparo de un poder significativo, pero que no está vinculado con el ejercicio formal de funciones públicas? Esto nos plantea la necesidad de asumir una visión amplia de las palancas que definen el ejercicio de la autoridad política efectiva. Quizás replantear con humildad las limitaciones de la acción represiva en estos fenómenos y crear otras vías de control, como el control político. Es decir, sin el control político, al Ministerio Público se le encomienda una misión perversa, vencer en todos los terrenos a los poderes ocultos, los que no son evidentes, los reales. El fracaso puede ser estrepitoso, porque en un estado democrático de derecho debe quedar claro que el control político es el medio natural de control de los poderes fácticos. A la par del Ministerio Público, deben existir instrumentos de control 147 Cuadernos de Estudio del Ministerio Público de Costa Rica N° 9 -Revista Especializada en Criminología y Derecho Penal- político que no le atribuyan a la Fiscalía una misión imposible. Es un tema fascinante, porque tiene relación con la ética, la filosofía política y las ambiciones que motiva a los seres humanos, como bien decía Maquiavelo: Los deseos humanos son insaciables, pues la naturaleza humana desea y quiere todo(…)de aquí surge (..) una eterna insatisfacción (…)..” 20. El diseño de una política criminal y de una política de persecución que controle los deseos insaciables del ser humano, quizás es un objetivo que impone límites, visiones realistas y enfoques multidisciplinarios. A veces la política tiene sus propios instrumentos para resolver los temas y el derecho penal puede resultar un instrumento demasiado exigente e ineficaz. 10- La vulnerabilidad de la Fiscalía. El Ministerio Público es muy vulnerable. Gravita sobre una sola persona, el Fiscal General. Su designación es en muchas ocasiones el resultado de algunos compromisos; esto asegura su even- 20 tual neutralización y domesticación. Por esta razón considero que la Fiscalía debe actuar en el contexto de un Estado en el que resulte difícil concentrar el poder, que los poderes ocultos, estén muy reducidos, que el funcionario estatal tenga la dignidad de la que ha sido despojado, que exista una verdadera estabilidad en el puesto y que muchos actores, tanto en el ámbito político como institucional, realicen labores de control de la autoridad, abandonando el espejismo penal y la solución simplista en la que se asume que el control penal dará una eficaz y contundente respuesta al abuso de poder y al estado sumergido. Curiosamente, encontrarán ustedes en muchos países que a pesar de los poderes de los Fiscales, éstos, por instinto de supervivencia, se abstienen de ejercerlos. Bien decía un estimable colega que en muchas ocasiones, en muchos sistemas judiciales, el tema no es el del Ministerio Público, sino que en realidad la Fiscalía se ha convertido en un: “Misterio Público”. Es una expresión de Maquiavelo de la que Garzón Valdés infiere que todo agente sujeto a obligaciones es corrompible y todo sistema normativo es potencialmente corrupto. Garzón Valdés, Ernesto. “Acerca del concepto de corrupción”-publicado en la obra titulada: “La corrupción política”- Alianza Editorial. España. 1997. p.57. 148 XXX ANIVERSARIO del Ministerio Público de Costa Rica “Un Ministerio Público para una justicia democrática” Semblanza de los Ex Fiscales Generales de la República PODER JUDICIAL SAN JOSÉ, COSTA RICA SETIEMBRE 2005 UNIDAD DE CAPACITACIÓN Y SUPERVISIÓN 149 Cuadernos de Estudio del Ministerio Público de Costa Rica N° 9 -Revista Especializada en Criminología y Derecho Penal- fecha en que ocurrió su deceso, cuando aun estaba a cargo del Ministerio Público. Participó en las jornadas del Colegio de Abogados para la discusión del por entonces nuevo Código de Procedimientos Penales de 1975. Ya como Jefe del Ministerio Público, tuvo que enfrentar la entrada en vigencia de la nueva normativa procesal, la reorganización de los tribunales para hacer frente a las previsiones de las nuevas leyes, el nuevo tipo de juicio oral y público y la coordinación con un Organismo de Investigación Judicial en ciernes y con una Defensa Pública recién organizándose. JOSÉ FRANCISCO CHAVERRI RODRÍGUEZ, 1975-1976 Don Jose Francisco Chaverri Rodríguez fue el primer Jefe del Ministerio Público costarricense. Nació el 17 de junio de 1918 en el centro de Grecia, Alajuela. Hijo de Jose Joaquín Chaverri Zúñiga y María Josefa Rodríguez Solera. Estudió en la Escuela Buenaventura Corrales, en el Colegio Seminario, en el Liceo de Costa Rica y finalmente en la Facultad de Derecho de la Universidad de Costa Rica. Se casó con doña Grace Gould Rodríguez, con quien procreó cuatro hijos: Marcela, Alejandro, Sonia y Paul. En el campo laboral se desempeñó como abogado privado en las áreas civil y laboral. Posteriormente se dedicó a la función pública, donde destacó como Auditor General, Procurador General de la República (1966-1968), Ministro de Trabajo (1969) y finalmente Jefe del Ministerio Público, puesto que ejerció a partir del 1° de julio de 1975 y hasta el 17 de diciembre de 1977, JORGE ROJAS ESPINOZA, 1977-1982 Don Jorge Rojas Espinoza fue el segundo Jefe del Ministerio Público de Costa Rica. Nació en Atenas, en 1918. Se casó con la Sra. María Eugenia Aguilar Mirambell en 1952. Estudió en las Escuelas de Atenas, Livia Hernández de Saravia y José Carlos Umaña. Pos- 151 Cuadernos de Estudio del Ministerio Público de Costa Rica N° 9 -Revista Especializada en Criminología y Derecho Penal- teriormente en el Instituto de Alajuela, donde obtuvo su Bachillerato en 1936. Los estudios de Derecho los hizo en la Facultad de Derecho de la Universidad de Costa Rica, concluyendo su licenciatura en 1944. Posteriormente estudió Derecho Administrativo en la Universidad de Buenos Aires, Argentina. activamente en el anteproyecto de Ley Orgánica del Ministerio Público. Don Jorge Rojas Espinoza tiene en la actualidad 87 años. Don Jorge Rojas Espinoza fue diputado a la Asamblea Nacional Constituyente, que creó la Constitución Política de la República de Costa Rica, del 7 de noviembre de 1949, la cual aun nos rige. Don Jorge Rojas Espinoza ha sido profesor ad honorem de educación cívica, magistrado del Tribunal Supremo de Elecciones, Regidor y Presidente de la Municipalidad de Atenas, Vicepresidente de la Junta Directiva del Colegio de Abogados que logró la adquisición de las instalaciones actuales de dicho Colegio. FERNANDO CRUZ CASTRO, Sobresalió, además, en el campo deportivo, en el que fue seleccionado de fútbol nacional en varias ocasiones, campeón invicto de la primera competición centroamericana en San José en 1941, jugador del Alajuela Junior en 1936, jugador de la Liga Deportiva Alajuelense entre 1937 y 1946, campeón de fútbol en los años 1939, 1941 y 1945, y participó en partidos internacionales dentro y fuera del país en alrededor de 57 ocasiones, incluyendo su integración en renombrados equipos nacionales de fútbol como Gimnástica Española, La Libertad, Orión, Cartaginés, Herediano y Liga Deportiva Alajuelense. En el Poder Judicial se desempeñó como juez en la ciudad de Limón, Magistrado de la Corte Suprema de Justicia y posteriormente Jefe del Ministerio Público, entre 1977 y 1984. Participó 1984-1986 Don Fernando Cruz nació el 25 de enero de 1949. Es hijo de Claudio Cruz Zaniboni y Jetty Castro Durán. Realizó sus estudios de primaria y secundaria en el Colegio La Salle. Los universitarios en la Universidad de Costa Rica y el posgrado en la Universidad Complutense de Madrid. Toda su vida profesional la ha dedicado a la función judicial. Ingresó al Poder Judicial en 1972, de los cuales once años ejerció como fiscal del Ministerio Público, ocupando todos los puestos de la jerarquía de aquella época. Durante ocho años fue juez integrante de un tribunal de juicio. Durante diez años integró el Tribunal de Casación Penal y en octubre 152 Cuadernos de Estudio del Ministerio Público de Costa Rica N° 9 -Revista Especializada en Criminología y Derecho Penal- de 2004 fue designado magistrado de la Sala Constitucional. Fue designado Jefe del Ministerio Público de 1983 a 1986. En dicho período, sus logros más importantes fueron la creación de la Unidad Especializada contra la Corrupción, que inició su trabajo con el caso del Fondo Nacional de Emergencias, el Hospital Iberoamericano, la contaminación con el 245T (herbicida cancerígeno utilizado por algunas compañías en nuestro país), y con algunos peculados importantes en el sector público. Su lucha se materializó en lo que hoy es la Unidad de Delitos Económicos, Corrupción y Tributarios. En esos difíciles momentos, prefirió seguir el adagio de Cicerón, que el mismo don Fernando Cruz cita: “La cortesía nos procura amigos; la verdad enemigos”. El período de don Fernando Cruz se caracterizó por la lucha contra la corrupción que comenzaba a configurarse como un delito estructurado, el cual alcanzaba las esferas pública y privada, no solo en Costa Rica, sino también en América Latina. Procuró la coordinación del trabajo entre fiscales y agentes policiales, asumiendo la investigación de los casos importantes. Con esto se anticipó al modelo vigente, en el que el Fiscal investiga y el juez controla la constitucionalidad del procedimiento. Puso mucha energía en la pretensión de convertir al fiscal en un investigador, en un funcionario que preparara su acusación y que la defendiera apropiadamente en el debate. Le concedió especial importancia al objetivo de que el Fiscal demostrara espíritu crítico y acuciosidad en el ejercicio de la función acusatoria. Además, trató de que el proceso fuera un espacio de discusión real de los temas de fondo, erradicando el procedimentalismo y la conversión de la forma en un valor sin contenido constitucional. EDUARDO ARAYA VEGA, 1986-1989 Don Eduardo Araya Vega es graduado de la Facultad de Derecho de la Universidad de Costa Rica desde el año 1977, como Abogado con especialidad en Ciencias Penales. Ingresó a laborar al Poder Judicial en el año 1975 como funcionario del Organismo de Investigación Judicial hasta 1977 en que inició sus labores como Agente Fiscal de Limón; posteriormente fue nombrado Fiscal de Juicio en San José. En el año 1985 fue designado por la Corte Plena como Juez Integrante del Tribunal Superior Primero Penal de San José, cargo que desempeñó hasta mediados de 1986, cuando fue designado por la Corte como Jefe del Ministerio Público, cargo que desempeñó hasta octubre de 1989, año en que se retiró por renuncia. 153 Cuadernos de Estudio del Ministerio Público de Costa Rica N° 9 -Revista Especializada en Criminología y Derecho Penal- Entre 1986 y 1987 participó en seminarios latinoamericanos sobre el Proceso Penal Mixto Moderno celebrados en República Dominicana y Ecuador bajo el patrocinio del Instituto Latinoamericano para la Prevención del Delito y Tratamiento del Delincuente. De 1990 a 1994 ocupó el cargo de Viceministro de Gobernación y Policía dentro del Poder Ejecutivo. De 1998 a 2002 se desempeñó como Viceministro de Economía Industria y Comercio, así como Viceministro de Gobernación y Policía. Paralelamente a dichas funciones, se destacó como docente en el área del derecho penal, en la Universidad Autónoma de Centroamérica. Actualmente realiza labores de abogado y notario en el ejercicio privado de la profesión y es consultor legal de varias empresas nacionales. Como Jefe del Ministerio Público, y posteriormente como Viceministro de Gobernación y Policía, participó a título de representante de Costa Rica en varias reuniones de policía del continente americano, en temas de lucha contra el narcotráfico y el blanqueo de capitales, actividades que se desarrollaron bajo el auspicio del Departamento de Estado de los Estados Unidos de América y de la Agencia de Lucha contra las Drogas. En el año 1990 fue nombrado Presidente del Grupo de Expertos encargados de preparar el Reglamento modelo sobre lavado de activos relacionados con tráfico ilícito de drogas, grupo que trabajó bajo el auspicio y coordinación de la Comisión Interamericana para el Control del Abuso de Drogas de la Organización de Estados Americanos. Durante su gestión como Jefe del Ministerio Público, su más importante aporte se dio en la lucha contra el narcotráfico, lucha que se materializó en la creación de la Unidad Especializada de Narcotráfico, en el año 1989. De mención especial es el gran apoyo que desde su cargo dio a las comisiones legislativas que investigaron la problemática del narcotráfico en nuestro país. Esta coordinación permitió el seguimiento de varias causas penales que en ese momento histórico resultaron de impacto a nivel nacional. Se estableció también, durante su gestión, la coordinación funcional con las diversas secciones del Departamento de Investigaciones Criminales del Organismo de Investigación Judicial, mediante la asignación de fiscales para coordinar las causas más importantes. JOSÉ MARÍA TIJERINO PACHECO, 1990-1995 Don Jose María Tijerino nació en la ciudad de San José de Costa Rica, el 11 de noviembre de 1947. Sus padres fueron José María Tijerino 154 Cuadernos de Estudio del Ministerio Público de Costa Rica N° 9 -Revista Especializada en Criminología y Derecho Penal- Rojas, de nacionalidad nicaragüense, y Clara Pacheco Chaverri, de nacionalidad costarricense. Su infancia y adolescencia transcurrieron en Chinandega, República de Nicaragua. Realizó estudios de Derecho en la Facultad de Derecho de la Universidad de Costa Rica, los cuales culminó en 1976, y luego se doctoró en la Universidad de Valencia, en España, en 1988. Casó con Olga Picado Gatgens, con quien procreó dos hijos: María Catalina y Jose María. Ingresó al Ministerio Público como primer agente fiscal de Cañas, Guanacaste, en 1976. Posteriormente desempeñó los cargos de agente segundo fiscal de Alajuela, fiscal de juicio en esa misma provincia, fiscal quinto de juicio de San José, subjefe del Ministerio Público, juez coordinador del Tribunal Superior Tercero Penal de San José. Juró el cargo como quinto Fiscal General de la República el 2 de enero de 1990, y lo desempeñó hasta el 2 de abril de 1995, fecha en que fue efectiva su renuncia para pasar a desempeñarse como consultor internacional en sistemas de justicia penal. La idea central de su gestión como Fiscal General fue “Un Ministerio Público para una sociedad democrática”, que se manifestó en un acentuado celo por que la investigación policial se efectuara con absoluto respeto a las garantías constitucionales, por que no hubiera acepción de personas en la persecución de los delitos, por priorizar la persecución de los delitos de mayor lesividad social, por defender la independencia y el ámbito de competencia del Ministerio Público en sus relaciones con cualquier otro centro de poder, nacional o extran- jero. Durante su gestión fue creada la Fiscalía Agraria y Ambiental, así como la Unidad de Casación Penal. Como profesor de derecho procesal penal en la Facultad de Derecho de la Universidad de Costa Rica procuró atraer al Ministerio Público a sus más destacados alumnos. Impulsó el Programa de Formación de Fiscales, en el cual fue, él mismo, uno de los capacitadotes tanto en el campo del derecho procesal penal como en el de la técnica del juicio oral. En su desempeño profesional ha fungido como • • • • • • 155 Subdirector Técnico del Proyecto de Reforma y Modernización Normativa en Nicaragua, entre marzo de 1999 y julio de 2005; Responsable de programación de cursos de capacitación judicial y capacitador de jueces, magistrados de apelaciones, abogados litigantes, en el área penal, en Nicaragua y Honduras; Responsable de programación de cursos de capacitación en Derecho Procesal Penal y capacitador de abogados en ejercicio liberal en Honduras durante 1997. Consultor en el área de justicia penal en Panamá, El Salvador, Bolivia, Honduras, Guatemala y Nicaragua desde 1989. Corredactor del anteproyectos y proyectos de Código Procesal Penal de Costa Rica, Honduras y Nicaragua. Abogado en ejercicio liberal ante los Tribunales de la República de Costa Rica desde 1995. Cuadernos de Estudio del Ministerio Público de Costa Rica N° 9 -Revista Especializada en Criminología y Derecho Penal- En el área docente, se ha destacado como profesor de derecho procesal penal, así como de posgrados y ha sido invitado a dictar conferencias, charlas y cátedras en varias universidades, tanto en Costa Rica y Nicaragua como en otros países. Ha recibido diversas menciones honoríficas por su desempeño como docente, tanto en Costa Rica como fuera de ella y ha publicado numerosos libros y artículos en revistas especializadas en derecho penal. En este último puesto debió enfrentar el cambio de legislación procesal, afrontando también la implementación y organización del Ministerio Público para asumir la Ley de Justicia Penal Juvenil, materia que por vez primera en la historia costarricense tendrían que atender los fiscales. Logró incluir al Ministerio Público como un componente del Proyecto de Fortalecimiento dentro del Programa de Modernización de Justicia Corte-BID, y dejó visualizada la línea de trabajo que hoy día se ejecuta. El sistema de Unidades Especializadas del Ministerio Público fue diseñado en algunos casos, y en otros consolidado en su gestión. Además de ellas, creó una Oficina de Descongestionamiento a nivel nacional, la Unidad de Inspección Fiscal, la Unidad de Capacitación y Supervisión, la Unidad de Trámite Rápido para el descongestionamiento del circulante en el Ministerio Público. CARLOS ARIAS NÚÑEZ, En 1998 le tocó enfrentar la avalancha de expedientes que venían de los juzgados de instrucción por el cambio de legislación. Diseñó y ejecutó el sistema de audiencias públicas masivas para la aplicación de medidas alternas. 1996-2003 Don Carlos Arias fue Fiscal General de la República entre 1996 y 2003. Se graduó como abogado con especialidad en Derecho Penal en la Universidad de Costa Rica. Toda su carrera profesional la desempeñó en el Poder Judicial, donde ocupó los cargos de alcalde mixto, inspector judicial, inspector general judicial, agente fiscal, fiscal de juicio y, finalmente Fiscal General de la República. Ejecutó, conjuntamente con diversas instituciones, varios proyectos en el marco de la suspensión del procedimiento a prueba, como la reforestación de la cuenca del Río Zapote, en Upala; el proyecto de construcción de senderos y puentes sobre el Río Celeste, en Guatuso; el proyecto ecoturístico Volcán Tenorio. Terminó su gestión en el año 2003, año en que se acogió a su jubilación. 156 XXX ANIVERSARIO del Ministerio Público de Costa Rica “Un Ministerio Público para una justicia democrática” Don José Francisco Chaverri Rodríguez, PRIMER JEFE DEL MINISTERIO PÚBLICO DE COSTA RICA Semblanza del padre de familia, el funcionario público, la institución histórica y el Estado PODER JUDICIAL SAN JOSÉ, COSTA RICA SETIEMBRE 2005 UNIDAD DE CAPACITACIÓN Y SUPERVISIÓN 157 costarricenses, con sus pantalones cortos y sus cuadernos de escuela. Lo mandaron a educarse a la Escuela Buenaventura Corrales; después al Colegio Seminario, para que luego obtuviera su Bachillerato en el Liceo de Costa Rica. El, después, decidió estudiar Derecho en la Universidad de Costa Rica, adonde se distinguió en las luchas, conquistas y pensamiento de su tiempo. Era la dura época de los años 39´s y 48´s, guerras internacionales y domésticas, con momentos dramáticos en el mundo y angustiosos en Costa Rica. de Costa Rica El ejercicio profesional como abogado lo iniciaría en 1949, y ahí se destacó como abogado civil y laboral, para luego entregarse al área penal. Semblanza del padre de familia, el funcionario público, la institución histórica y el Estado Casó con doña Grace Gould Rodríguez y en una vida matrimonial de 35 años procreó a cuatro hijos: Marcela, Alejandro, Sonia y Paul. POR SAÚL ARAYA MATARRITA Setiembre, 2005 Después de haber ejercido privadamente la abogacía, el genio de “Don Chico” fue “robado” por el Estado costarricense, quien comenzó a distinguirlo en puestos de alta responsabilidad, como el de Auditor General en la Caja Costarricense de Seguro Social. Después como Procurador General de la República, entre 1966 y 1968 (su hermano mayor, Paul Chaverri, había sido el Primer Procurador General de la República). JOSÉ FRANCISCO CHAVERRI RODRÍGUEZ Primer Jefe del Ministerio Público Cuando el Ministerio Público de Costa Rica entró en funciones, hace treinta años, el primer nombramiento como Jefe de ese órgano recayó en don Jose Francisco Chaverri Rodríguez. Don Jose Francisco, cariñosamente conocido como “Chico” en el área profesional, o como “Panco”, en el área más familiar, fue nuestro primer Jefe. Había nacido el 17 de junio de 1918, en el centro de Grecia, Alajuela. Sus padres, don Jose Joaquín Chaverri Zúñiga y doña María Josefa Rodríguez Solera lo vieron correr como un güila más entre otros niños También fue Ministro de Trabajo en la administración del profesor Trejos Fernández (1966-1970). Y tan de trabajo era, que una vez estaba agachado, haciendo el oficio de jardinero, con su vestido de peón, cuando lo llegó a buscar una personalidad muy importante, que le preguntó: 159 Cuadernos de Estudio del Ministerio Público de Costa Rica N° 9 -Revista Especializada en Criminología y Derecho Penal- -“¿No me da razón de don Francisco Chaverri?” - “Para servirle” –le contestó don Chico. - “Gracias. Pero yo busco a Don Francisco Chaverri, el Ministro de Trabajo”. -“ Pues ese soy yo”. A los días sacaron un artículo periodístico sobre él, en el que decían: “He aquí un verdadero Ministro de Trabajo”. Posteriormente, un 30 de junio de 1975, fue destacado por la Corte Suprema de Justicia como Primer Jefe del Ministerio Público de Costa Rica, función que asumió a partir del primero de julio de 1975. Al día siguiente, lo entrevistaron periodistas de La Nación, a quienes les dijo: “He recibido la noticia de mi nombramiento como Jefe del Ministerio Público [con mucha preocupación]. No puedo recibirla de otra manera, porque al honor de haber sido elegido por la Corte Suprema de Justicia se une la responsabilidad de un cargo que no ha existido antes en nuestro medio ni ha sido desempeñado por persona alguna en nuestro país; y porque del buen desempeño de ese cargo depende, en gran parte, los frutos que se esperan de un nuevo y moderno código de procedimientos penales que a partir del primero de este mes empezó a aplicarse gradualmente en el país”. La ética de don Jose Francisco Chaverri Rodríguez no solo fue conocida en la función pública. Cuando llevó asuntos jurídicos privados, su honorabilidad era tal que grandes empresas costarricenses, que incluso competían comer- cialmente entre sí, le llevaban sus asuntos para que se los defendiera: la Librería Lehmann, la Universal, la Imprenta Trejos, el periódico La Nación, La Prensa Libre, La República. Su integridad era notoria. La conocía hasta el policía del parque. Una vez se metieron a robar a la casa de don Francisco, en Barrio Aranjuez,. El ladrón encontró un pantalón tendido en el alambre y solo eso pudo llevarse, porque don Chico se levantó y lo ahuyentó. Como no tenía nada en las bolsas, el ladrón dejó abandonado el pantalón en las inmediaciones del Parque Nacional. Ahí lo encontró el policía, quien pudo ver en la pretina la etiqueta de lavandería con el nombre de don José Francisco Chaverri. -“Hasta la puerta de su casa se lo vengo a entregar, -le dijo el policía a don Chico-, no sea que a algún mal pensado se le ocurra algo que no es...”. De cómo tuvo que renunciar a sus intereses personales para dedicarse a los públicos, solo lo pueden responder hombres de su talle y fuste. Más impresionante es cómo prefirió dejar los rentables asuntos privados para servir a la función pública, de por sí sacrificada, criticada, exigente, no tan bien pagada y de alta responsabilidad, sobre todo en lo que se refería a echar las bases de una institución tan delicada, como es el Ministerio Público. Tanto para él como para su familia representó un enorme sacrificio personal y económico, al tener que dejar su bufete y cartera de clientes para servir al país. Cuenta su señora esposa, doña Grace Gould, que pasó de un salario holgado como penalista en casación, a un salario público. Era Procurador y luego Ministro, y cuando cedió el cargo 160 Cuadernos de Estudio del Ministerio Público de Costa Rica N° 9 -Revista Especializada en Criminología y Derecho Penal- de Ministro por razones funcionales, quedó en un salario de tres mil colones mensuales. Sus amigos lo llegaban a visitar. Le ofrecían ayuda y dinero. Hasta un lote le ofrecieron un día. Su ética y su deseo de lucha no le permitían aceptar. En cambio sí aceptó un lapicero que le regalara un día el famoso “Gato Félix”, a pesar de que, como Jefe del Ministerio Público, Don Chico Chaverri estaba “en la acera contraria”. Aceptó el lapicero y lo donó como primer objeto para cuando se abriera un Museo Criminológico en el Poder Judicial. Con la misma entereza hacía frente tanto a las necesidades de su familia como a las de aquel órgano recién nacido en el sistema de justicia penal. Sobre ese Ministerio Público, decía, lleno de fe, don Francisco Chaverri: “Se trata de organizar una oficina a la cual le corresponde el punto de arranque del nuevo código, o sea, del nuevo procedimiento legal en el juzgamiento de los delitos. Con una buena organización y una labor eficiente y constante, deberán desaparecer muchos de los inconvenientes del sistema actual, que ha dado lugar a tantas quejas, algunas por la tardanza en los juzgamientos, y otras por las situaciones de indefensión o de injusticia que se han producido a veces, con los procedimientos del código derogado. El sistema del nuevo código puede considerarse como el más avanzado y moderno y se encuentra establecido en los países de mayor adelanto en el derecho penal. Si los que tene- mos la responsabilidad de ponerlo en práctica no fracasamos ni desmayamos en el trabajo, el país podrá recibir muy pronto los beneficios de este nuevo ordenamiento procesal, que ha instituido por primera vez no sólo el juicio oral y público, sino el juicio continuo, en que la sentencia deberá producirse inmediatamente después de terminado el debate”. Al año de haber iniciado funciones el Ministerio Público que conocemos hoy día, se generaron análisis y observaciones del primer aniversario del entonces “nuevo” proceso penal. En la primera Revista Judicial que publicara la Corte Suprema de Justicia, en 1976, se lee: “El mes de junio de 1975 fue un mes de gran tensión, de inquietante espera y de profunda emoción para el Poder Judicial. Igualmente fue el mes en que se promulgaron trascendentales disposiciones legales que habrían de enrumbar todo el aparato de este Poder por el camino de su mayor evolución y revitalización. Se estudiaron, durante ese mes, por el Poder Legislativo y el Poder Ejecutivo, las medidas finales para poner en vigencia el nuevo Código Procesal Penal, ya promulgado en el año 1973. Motivo de especial estudio, de análisis y aun de controversia fue la creación y ubicación del Ministerio Público. Después de una larga y meditada ponderación de esta materia por parte de los tres Poderes del Estado, se dio al asunto del Ministerio Público una solución totalmente nacional. Dispúsose crearlo como un organismo integrante del Poder Judicial. Ya con anterioridad, en el año 1974, se había tomado una resolución semejante en la materia de la Policía Judicial al crearse el Organis- 161 Cuadernos de Estudio del Ministerio Público de Costa Rica N° 9 -Revista Especializada en Criminología y Derecho Penal- mo de Investigación Criminal como un cuerpo integrante del Poder Judicial. Si revisamos las correspondientes legislaciones de otros países, y observamos las distintas ubicaciones que a tales compartimientos se ha dado en ellas, concluiremos necesariamente que sólo en Costa Rica la Policía Judicial y el Ministerio Público dependen de la Corte Suprema de Justicia, prueba inequívoca esto, tanto de la correcta organización política de nuestro país, como del grado de desarrollo y responsabilidad alcanzados por el Poder Judicial. Ha pasado desde entonces un año que ha sido de muy ardua y difícil labor para la alta jerarquía judicial. Simultáneamente, con la creación del Ministerio Público, debió atender la Jurisdicción al crecimiento de la Defensa Pública (...), transformó y creó nuevos órganos jurisdiccionales en todo el país para cumplir con la vigencia del nuevo sistema procesal y tuvo que resolver, desde los prosaicos problemas de la instalación material, hasta las muy complejas dificultades de la transformación y adaptación de la mentalidad de sus antiguos funcionarios y empleados a nuevos principios y a nuevos procedimientos, al igual que proveyó la formación del nuevo personal. Por fortuna esta labor, como la esperaba confiado el país, ha sido cumplida en su muy difícil fase inicial. La evolución del Poder Judicial y el perfeccionamiento del nuevo proceso penal continuarán. El ejemplo de lo que pudo ser realizado en el año que comentamos nos dará la confianza, seguridad y optimismo necesarios al perfeccionamiento de esta empresa de eminente interés y servicio públicos”. Por entonces, el entorno del sistema de administración de justicia penal no podía ser más difícil. Se estrenaba un nuevo código de procedimientos penales, recién se había creado el OIJ, se estructuraba inicialmente el Ministerio Público, se reorganizaban los tribunales penales, se delineaba la Defensa Pública, se creaban oficinas y personal nuevos, se capacitaba al personal, se adquiría equipo, planta física e instalaciones en todo el país; se trataba de cambiar la mentalidad de los funcionarios para adecuarla a los nuevos aires y, como si fuera poco, el Código de Procedimientos Penales ni siquiera se podía aplicar en todo el territorio nacional por falta de infraestructura administrativa. Solamente se podía aplicar en la ciudad de San José y en los cantones de Montes de Oca y Curridabat. En los demás lugares del país tenía que seguir rigiendo el Código anterior a 1975, por lo que había que restablecer su vigencia, y seguir siendo aplicado por jueces y alcaldes. En Pérez Zeledón, por su especial circunscripción, había que aplicar los dos códigos. La duplicidad de sistemas procesales obligaba a dictar reglas de competencia que contemplaran la aplicación de ambos sistemas, el viejo y el nuevo. En ese contexto de desafíos, a don Jose Francisco Chaverri Rodríguez le correspondió presidir a un Ministerio Público que el primero de julio de 1975, asistió al primer juicio penal, oral y público celebrado en el país. Un 20 de diciembre de 1977, cuando estaba en ejercicio de su cargo como Jefe del Ministerio Público, apenas dos años después de haber asumido la ingente tarea de darle un rostro y una identidad a este órgano, fallece Don Chico Chaverri. Tenía 59 años. La República lo retrató así: 162 Cuadernos de Estudio del Ministerio Público de Costa Rica N° 9 -Revista Especializada en Criminología y Derecho Penal- “Sorpresivamente, en plena flor de vida, falleció el Lic. Francisco Chaverri Rodríguez, uno de los abogados que en los últimos años han dejado más honda huella en el foro nacional. Hace pocos días el Tercer Congreso Jurídico Nacional aprobó una reforma integral al Código de Procedimientos Penales, en la que participó muy activamente el Lic. Chaverri. Inmediatamente después de clausurado el Congreso Jurídico, don Francisco formó parte de una nueva comisión que el lunes de la semana pasada inició la revisión del Código Penal y de todas las leyes represivas conexas. Con esto se quiere señalar la permanente inquietud que el Lic. Chaverri tuvo por el mejoramiento del Derecho positivo”. Y La Nación editorializaba: “La muerte de un ciudadano de la talla del Lic. José Francisco Chaverri Rodríguez, cuando transitaba apenas por la cima de su vida y rendía a su pueblo los mejores frutos de su talento y de su experiencia de jurista eminente, es uno de esos golpes de los que cuesta mucho al país recuperarse. Y si esa pérdida irreparable ocurre, como en el caso del Lic. Chaverri Rodríguez, en los comienzos mismos de una empresa institucional que cambia desde sus bases la estructura de la justicia y en cuya organización y orientación participaba de manera prominente el desaparecido, la adversidad adquiere entonces dimensiones nacionales”. Don Alberto “Beto” Cañas, reconocido político y pensador nacional, le reconocía: “Yo conozco a Francisco Chaverri desde los años de Universidad. Nunca hemos tenido ideas, simpatías ni militancias políticas comunes. Siempre hemos estado en tiendas o aceras opuestas, en lo que a política se refiere. Pero nada seremos si no estamos dispuestos a admitir que frente a nosotros, en otras trincheras ideológicas, hay hombres de bien. Y Francisco Chaverri es uno de ellos. Lo fue como estudiante, cuando lo conocí. Lo ha sido como profesional, y todo el mundo lo sabe. Su presencia en el Ministerio Público, es –y cualquier abogado autenticará lo que voy a decir- una garantía para los ciudadanos. Para todos, se entiende”. A la muerte de don Chico, muy conmovido, Enrique Benavides escribió: “Dimos todas las luchas juntos. La lucha romántica de los años mozos por el sueño socialista; la de las reformas sociales de los años cuarenta; la de la libertad contra el intervencionismo asfixiante del Estado; la de la justicia para los pobres diablos falsamente inculpados; y la de la humanización del sistema penal del país que aún librábamos cuando lo sorprendió la muerte”. A “Panco”, sus hijos lo recuerdan jugando con los seis nietos, a quienes les inventaba juegos imaginativos y los ponía a competir. Se trenzaba en dramáticas jugadas de ajedrez con sus hijos y sacaba tiempo de quién sabe dónde para jugar naipe y juegos de mesa con el resto de la familia, en la finca de sus amores en San Joaquín de Flores, adonde escapaba los fines de semana y adonde vivían los rituales familiares de la fraternidad, siempre que la función pública no dispusiera otra cosa. Era tan competitivo con sus hijos, sobrinos y nietos, que hasta para jugar “trecillo” no se dejaba ganar por ellos. Quienes compartieron con él, cuentan que con la misma pasión peleaba un juego de canicas que la implementación de un nuevo código de 163 Cuadernos de Estudio del Ministerio Público de Costa Rica N° 9 -Revista Especializada en Criminología y Derecho Penal- procedimientos penales o la información que había que dar a la víctima para que pudiera poner bien una denuncia. Quizá murió Jose Francisco Chaverri Rodríguez. Porque “Panco” o “Chico Chaverri”, ese que se imaginó un Ministerio Público funcionando en un modelo de Estado democrático y constitucional de Derecho, ese niño que se hizo hombre y luego prohombre; ese que llegó a la categoría de profesional emérito, ciudadano honrado y funcionario público desinteresado, vive no solo en el corazón de sus seres queridos, sino en el palpitar inconsciente de instituciones que, como el Ministerio Público, son piedra fundamental en el edificio de valores de nuestra identidad nacional. 164 Cuadernos de Estudio del Ministerio Público de Costa Rica N° 9 -Revista Especializada en Criminología y Derecho Penal- II. DOCUMENTOS DEL CONSEJO DE MINISTERIOS PÚBLICOS DE CENTRO AMÉRICA (CMPCA) 165 Documentos del Consejo de Ministerios Públicos de Centro América (CMPCA) ACTA DE LA SESIÓN EXTRAORDINARIA DEL CONSEJO DE MINISTERIOS PÚBLICOS DE CENTRO AMÉRICA EN EL MARCO DE LA CELEBRACIÓN DEL XXX ANIVERSARIO DEL MINISTERIO PÚBLICO DE COSTA RICA EN SAN JOSÉ, COSTA RICA, SALÓN DE EXPRESIDENTES DE LA CORTE SUPREMA DE JUSTICIA 28 DE SETIEMBRE DE 2005 167 Cuadernos de Estudio del Ministerio Público de Costa Rica N° 9 -Revista Especializada en Criminología y Derecho Penal- ACTA DE LA SESION EXTRAORDINARIA DEL CONSEJO DE MINISTERIOS PÚBLICOS CENTROAMERICANOS EN EL MARCO DE LA CELEBRACIÓN DEL XXX ANIVERSARIO DEL MINISTERIO PÚBLICO DE COSTA RICA San José, 28 de setiembre de 2005. Salón de Ex Presidentes de la Corte Suprema de Justicia de Costa Rica. En integración del Consejo de Ministerios Públicos Centroamericanos, se encuentran reunidos los Fiscales Generales de: NICARAGUA, Dr. Julio Centeno Gómez actas de que se disponen, por si alguno desea tener copia. Se propone al pleno de los Fiscales Generales de la República los siguientes puntos de la agenda HONDURAS, Dr. Leonidas Rosa Bautista 1. Dar lectura al Acta que se celebró en la ciudad de San Salvador, para efectos de hacer una remembranza EL SALVADOR, Dr. Belisario Artiga Artiga 2. Discutir los avances sobre la Orden de detención administrativa centroamericana COSTA RICA, Dr. Francisco Dall`Anese Ruiz 3. Nombrar nuevo Fiscal General de la República que presida el Consejo de Centro América Inicia la sesión el Presidente del Consejo, Dr. Belisario Artiga Artiga, Presidente del Consejo: Interviene el Dr. Francisco DAll`Anese Ruiz, Fiscal General de la República de Costa Rica Esta sesión reúne algunas características especiales, porque tenemos la celebración del XXX Aniversario del Ministerio Público de Costa Rica. Debemos aprovechar esta oportunidad para pedir que se incluya como tercer punto sobre lo que puede significar un convenio en este sentido. Tenemos por primera vez al Fiscal General Honduras, Dr. Leonidas Rosa Bautista, a quien le damos la bienvenida. Por esa razón queremos hacer algunas remembranzas de lo que venimos planteando desde la última reunión fecha mayo 2004 en San Salvador, donde se firmó una declaración de San Salvador, donde se levantaron Reconocimiento del Consejo de Ministerios Públicos centroamericanos es el tercer punto. Todos los Fiscales Generales de la República están de acuerdo. La agenda queda del siguiente modo: 1. Dar lectura al Acta que se celebró en la ciudad de San Salvador, para efectos de hacer una remembranza 169 Cuadernos de Estudio del Ministerio Público de Costa Rica N° 9 -Revista Especializada en Criminología y Derecho Penal- 2. Discutir los avances sobre la Orden de detención administrativa centroamericana que combatimos los delitos, especialmente los de carácter transnacional. 3. Reconocimiento del Consejo de Ministerios Públicos Centroamericanos Tanto en Europa como en Centro América, y en toda América, tenemos problemas con los tratados de extradición, que dificultan la aplicación de justicia a personas localizadas en otros países. 4. Nombrar nuevo Fiscal General de la República que presida el Consejo de CA PUNTO 1 LECTURA DEL ACTA ANTERIOR Ricardo Novoa Arciniegas, Secretario del Consejo, lee el acta. Se guarda copia para su archivo. De seguido se da lectura a la DECLARACION DE SAN SALVADOR. Se guarda copia para su archivo. PUNTO 2 ORDEN DE DETENCIÓN ADMINISTRATIVA CENTROAMERICANA. BELISARIO ARTIGA, Fiscal General de la República de El Salvador: Se trata de capitalizar la experiencia europea, conocida como la “euroorden”, tema conocido en la Organización Iberoamericana de Ministerios Públicos, donde se fue conociendo paulatinamente de su implementación en Europa, que ya es un hecho, y con la visión de Centro América de integrarse poco a poco, se ha creído importante conocer este tema, para que la integración no sea solo económica sino también de las instituciones Precisamente en San Salvador se propuso realizar un esfuerzo serio con el objeto de dar curso a estas inquietudes, y poder también globalizar, de alguna manera, e integrar la persecución de la delincuencia, ya que los delincuentes en nuestros países sencillamente “se pasan el río”, como usamos decir. Tenemos casos recientes de todos los países centroamericanos en esta temática. Así las cosas, desde la perspectiva de nuestro Consejo de Ministerios Públicos de Centro América, le ha faltado a este Consejo un reconocimiento de parte de los gobiernos, para poder tener la fuerza que da ese Consejo y capitalizar nuestros esfuerzos. Este tema lo llevamos a Guatemala y también en El Salvador se hicieron esfuerzos con el órgano ejecutivo para que abanderara esta temática de la orden de detención centroamericana. La idea es que los gobiernos de Centro América puedan elevarlo a la categoría de Tratado. Hay algunas dificultades para la lectura de este documento. Aquí estaba el proyecto original. Las partes que están tachadas son las partes en las que hay acuerdo que no deben ir. Los textos subrayados y en negrilla fueron analizadas por el grupo de trabajo que está en consulta. El texto normal es el que no ha sufrido cambios. 170 Cuadernos de Estudio del Ministerio Público de Costa Rica N° 9 -Revista Especializada en Criminología y Derecho Penal- Este documento requiere del esfuerzo académico de nuestras fiscalías para prever algunas cosas prácticas que pueden ocurrir en la implementación de este proyecto. La idea, entonces, es que en sus países puedan Uds. Hacer los contactos con sus respectivas cancillerías, ponerse a disposición de acuerdo a la metodología de cada país, y hacer las propuestas de cambio de acuerdo con su orden constitucional. También que la Presidencia del Consejo de Ministerios Públicos de Centro América pueda resumir todas las propuestas y hacerlas de conocimiento de los Fiscales Generales centroamericanos para tener un documento uniforme. El documento supera el tema de la extradición. Es más práctico y requiere revisar el ordenamiento legal de cada país para que no haya muchos valladares constitucionales que dificulten la aprobación de este Tratado. Por de pronto, el proyecto, en forma resumida, es para implementar ordenes de detención administrativas con autorización judicial y para delitos cuya pena privativa de libertad sea mayor a 3 años. Esos son los dos pilares en los que se fundamenta la orden de detención administrativa, y así funciona en Europa. En Europa, la orden de un juez puede hacerse efectiva en el resto de países de ese grupo, y tendrá eficacia administrativa en esos países. La persona es así remitida en muy poco tiempo. En Centro América esas órdenes de captura no deben afectar la soberanía ni la seguridad del país requerido, no puede tratarse de delitos políticos, ni tener fundamento de raza, sexo o religión. Las circunstancias particulares de nuestros países para la persecución delictiva presenta problemáticas de tipo constitucional. Es ahí donde tenemos que hacerles aportes a nuestras Cancillerías lo más pronto posible, para que esto pueda ser una realidad. Esto permitirá cerrar cercos a los delincuentes, sobre todo en delitos de carácter transnacional. En El Salvador estamos felices de que esto pueda llegar a ser un Tratado. Queda el micrófono abierto a los comentarios. Fiscal General de la República de Honduras: Quiero expresar nuestra complacencia efusiva con don Francisco Dall`Anese Ruiz y el Ministerio Público de Costa Rica por arribar a su XXX Aniversario. Nosotros estamos llegando a los 11 años. Esos 19 de diferencia marcan un ejemplo en nuestro Ministerio Fiscal. Aparte de congratularnos les agradecemos lo que hemos compartido a lo largo de estos años. En relación con la orden de captura yo tuve una experiencia en el Ministerio de Relaciones Exteriores. Hay ya una aprobación de todos los países centroamericanos en tomar una decisión sobre esto. El punto final es encontrar el mecanismo técnico jurídico para implementar esto sin darle la formalidad, esa era la discusión principal, de un tratado que requiera aprobación, de congresos. Ahí estaba el debate planteado. 171 Cuadernos de Estudio del Ministerio Público de Costa Rica N° 9 -Revista Especializada en Criminología y Derecho Penal- Desde el ángulo de los Ministerios Públicos podemos aportar al documento en los aspectos prácticos. que por dos vías se puedan hacer llegar las propuestas al convenio). Fiscal General de la República de Nicaragua: Podemos dividir esto en dos partes: 1. El respaldo a la iniciativa en términos concretos. Creo que es un mecanismo facilitador en la lucha contra el crimen transnacionalizado en el área centroamericana 2. Nuestro aporte técnico-jurídico a esta iniciativa para encontrar una viabilidad que permitiera de acuerdo al respeto al derecho interno de cada país, el funcionamiento de órdenes de detención con aprobación judicial para la captura de personas perseguidas por delitos. Con respecto a la primera no hay problema. Con respecto a la segunda, la idea es que todos aportásemos al Consejo, para que se puedan incorporar los elementos técnico-jurídicos que uniformen. Así ayudaremos a las Cancillerías para que esto se haga posible. Se trató de hacer referencia al Tratado de Asistencia Legal Mutua, y encontrar por ese camino evitar la discusión de procesos complejos en el tiempo y el espacio para hallar el instrumento internacional. Se trata de buscar una salida que sea más rápida que seguir por todo el proceso de creación de un instrumento internacional nuevo. (Que se haga llegar la propuesta al SICA, propone el Fiscal General de la República de Honduras, pero que además cada Ministerio Público haga su esfuerzo con el Ministerio de Relaciones Exteriores propio para El tema es sensible y urgente para Centro América El Consejo de Fiscales de Centro América fue uno de los inspiradores de esta iniciativa. La idea es darle a nuestros ministros las ideas y aportes que aquí podamos tener. SE trata de tocar puntos dogmáticos que en nuestras Constituciones son sumamente sagrados, como la extradición de sus nacionales. Estoy de acuerdo en evitar todo el trámite de las leyes engorrosas para lograr resultados a nivel centroamericano. Estoy de acuerdo en que se logre algo aquí para luego llevarlo a nuestras respectivas instancias. (Presidente Fiscal General de la República El Salvador: El Fiscal General de la República de Nicaragua mencionaba lo del art. 5, sobre la extradición de nacionales. En esto difiero y avanzo un poco en el tema de la extradición, lo que estamos tratando es de reclamar a los nacionales que han huido de nuestra justicia y están escondidos en otros países. El tema que señala el Fiscal General de la República de Nicaragua ha sido tomado en cuenta en el proyecto, pero es un tema de importancia, porque se refiere a la extradición de nacionales de los propios países, que es distinto tema). Fiscal General de la República de Costa Rica, Francisco Dall`Anese Ruiz: Estoy plenamente de acuerdo en todo lo dicho excepto el tema de obviar el Tratado. Nuestra ley es muy rígida en el tema de integrar extranjeros. Solo se puede hacer mediante un 172 Cuadernos de Estudio del Ministerio Público de Costa Rica N° 9 -Revista Especializada en Criminología y Derecho Penal- tratado que tiene fuerza superior a la ley. Con todo lo engorroso que pueda ser una negociación internacional, convencer presidentes, cancilleres, congresos, etc. No veo otra vía para que Costa Rica pueda suscribir un convenio de este tipo. Me preocupa la ejecución para delitos de 3 años. Si 3 años es en Europa, aquí podemos bajarlo a 1 año. Nuestro territorio es más pequeño, aquí todos nos conocemos. Sería conveniente bajar las penas. Costa Rica tiene una serie de delitos con penas inferiores a 3 años que en el resto de Centro América sí tiene pena superior a 3 años, lo que nos deja en desventaja. Los prófugos de Costa Rica podrían irse al resto de Centro América porque no serían perseguidos, causando un problema al resto de países centroamericanos. Yo solicitaría que acordemos una fecha límite en la cual tengamos que entregar las observaciones a la Presidencia del Consejo, porque si no ponemos fecha esto se nos podría ir un tiempo mayor al que toma negociar todo un Tratado. Podríamos estar hablando de unos 90 días, a partir de hoy, tiempo suficiente para hacer los análisis y reservas de cada uno de los países. (Presidencia: La propuesta de ponernos un plazo para hacer observaciones es muy necesaria. Someto al pleno que aprobemos este plazo, para que cada Ministerio Público de Centro América haga sus observaciones y las haga llegar al Consejo. Todos están de acuerdo. Quedan 90 días a partir de esta fecha para hacer observaciones y hacerlas llegar a la Presidencia). Aprovechando que aquí hay técnicos de las delegaciones, hay que advertir que las partes tachadas del documento son eliminaciones ya acordadas. El texto subrayado en negrilla ya ha sido analizado. El texto normal no ha sufrido cambios al momento. PUNTO 3. RECONOCIMIENTO DEL CONSEJO DE MINISTERIOS PUBLICOS DE CENTROAMERICA. Fiscal General de la República de Costa Rica, Francisco Dall`Anese Ruiz. Se necesita que este órgano tenga autoridad., Actualmente solo tiene fuerza moral. Creo que este foro poco a poco se ha convertido en una necesidad para la discusión de problemas y soluciones. Me parece que en el tiempo puede llegar a solventar necesidades de los diversos países centroamericanos simultáneamente en el tema de criminalidad organizada. En los últimos días hemos descubierto redes de contrabando, mercancías y contrabando que va hasta Guatemala, yendo desde Panamá. Hay asaltos simulados en El Salvador solo para cobrar los seguros. Podemos de ahí pasar al tema de drogas, blanqueo de capitales bancarios obtenidos del narcotráfico. Se trata de obtener una política de persecución penal unida, con medios, con metas, que podamos trabajar en tiempo real, simultáneamente, en distintos procesos. Pienso que lograremos darle una lucha más frontal a la delincuencia. 173 Cuadernos de Estudio del Ministerio Público de Costa Rica N° 9 -Revista Especializada en Criminología y Derecho Penal- De momento, el conocimiento personal ha sido lo que nos ha ayudado. Nos hemos hablado de sospechosos que van en avión, por medio de llamadas telefónicas que nos hacemos los Fiscales Generales de la República. Hemos tenido a nivel policial y fiscal algunos seguimientos de entregas vigiladas de drogas hasta Nicaragua en cooperación con la policía y fiscales de Nicaragua. Todo sobre la base de la confianza y la buena fe, porque tenemos conocimiento personal los unos de los otros. En el momento en que haya nuevos fiscales, deberán romper el hielo y adquirir confianza. Si no se crean los mecanismos formales adecuados, y no se crea una política de persecución penal a nivel centroamericano, tendremos problemas para la persecución del crimen organizado a nivel centroamericano. Tenemos que encontrar un reconocimiento jurídico por parte de nuestros países, para encontrar un documento de política de persecución penal internacional a nivel centroamericano. Esa es la propuesta, muy informal. La idea sería designar a alguien para establecer la forma como se pueda lograr este compromiso a nivel centroamericano, para darle seguimiento en las próximas sesiones del Consejo, y luego institucionalizar este órgano y que exista un presupuesto económico para las diversas actividades que se deben realizar. A la fecha no existe presupuesto económico y se requiere un mínimo de soporte financiero. Francisco Dall`Anese Ruiz: Entre más organismos nos vayan reconociendo, más autoridad vamos teniendo. Lo que quiero es iniciar una discusión que no tiene que cerrarse en este Consejo, pero tal vez para la siguiente sesión, donde nos reunamos en algún país centroamericano, podamos avanzar con esta precisión. Fiscal General de la República Honduras: La sugerencia es que el Sr. Fiscal de Nicaragua que tiene la presidencia Pro Tempore haga alguna gestión para que en la próxima agenda de esa Presidencia se cree el mecanismo para incorporar dentro de la estructura del sistema de integración la participación de los Ministerios Públicos en los temas que tengan que ver con la política de persecución penal. Ahí iniciaríamos un proceso para institucionalizar la instancia de los Ministerios Públicos en los temas de persecución. Fiscal General de la República de Nicaragua: El Sr. Fiscal General de la República Honduras tiene toda la razón. Debemos principiar por nuestro sistema de integración centroamericana. Una reforma del protocolo podría ser posible para que los Ministerios Públicos tengamos representación en eso. Yo haré con todo gusto las gestiones, pero deseo estar respaldado por los Fiscales Generales de la República centroamericanos. Yo me encargaría de hablar con el Ministerio de Relaciones Exteriores Nicaragua para que ello se toque en la próxima cumbre centroamericana. También se puede tocar en la cumbre regional continental de Ministros de Justicia. Insisto en pedir que el Sr. Presidente de esta Comisión nos ayude a canalizar esto, y yo con mucho gusto lo propondré como Presidente. Se puede tratar de incorporar a Panamá en estas negociaciones, por medio del SICA. 174 Cuadernos de Estudio del Ministerio Público de Costa Rica N° 9 -Revista Especializada en Criminología y Derecho Penal- PUNTO CUATRO: NOMBRAR NUEVO FISCAL GENERAL DE LA REPÚBLICA QUE PRESIDA EL CONSEJO DE MINISTERIOS PÚBLICOS DE CENTRO AMÉRICA Palabras del Presidente, Sr. Belisario Artiga. (El Presidente del Consejo de MPCA, Sr. Belisario Artiga, termina su período como Fiscal General de la República de El Salvador, por lo que se debe nombrar nuevo Presidente del Consejo de MPCA). Considera que debe capitalizarse la experiencia de quienes ya han estado en el Consejo de MPCA, por lo que propone para Presidente el Sr. Fiscal General de la República de Costa Rica, Dr. Francisco Dall`Anese, quien es el anfitrión. Deseo de una vez expresar mi reconocimiento al trabajo del Fiscal General del Ministerio Público de Costa Rica, Dr. Francisco Dall´Anese, ahora que el Ministerio Público está celebrando treinta años, y no hay mejor ocasión que esta para reconocer la lucha que el Sr. Fiscal General de Costa Rica tiene contra la criminalidad y la corrupción. Don Francisco DAll`Anese nos ha acompañado en el Consejo, conoce los temas que hemos venido tratando, tiene la fuerza, el empuje y la vitalidad para llevar a cabo lo que hemos acordado esta mañana. También propongo al Dr. Julio Centeno, actual Secretario del Consejo, para que continúe como tal. Coincide el hecho de que la Presidencia Pro Tempore del SICA esté en manos del Sr. Centeno, por lo que podría hacerse un esfuerzo muy productivo en los próximos meses. Esa es mi propuesta. Se le cede la palabra al Fiscal General de la República de Costa Rica y al Fiscal General de la República de Nicaragua, para que indiquen si aceptan la propuesta de postulación . Fiscal General de la República de Costa Rica: Agradece la propuesta. Si Uds. Me conceden el honor de representarlos como Presidente del Consejo, estoy dispuesto a aceptar y con el compromiso de llegar las decisiones del Consejo hasta sus últimas consecuencias, así como otras necesidades que se requieran, sobre todo darle identidad al Consejo. Estoy dispuesto a aceptar la designación. Fiscal General de la República de Nicaragua: Gracias a todos los colegas. Quiero aprovechar la ocasión para agradecer al Dr. Artiga el tiempo que ha presidido esta institución. En el momento en que él recogió la bandera de este Consejo supo enarbolarla con prestancia y orgullo. Acepto el cargo. Quede incluido en el acta un reconocimiento para el Dr. Ricardo Novoa Arciniegas, como Secretario de Actuaciones, quien siempre me ha ayudado a preparar toda la información de estos Consejos. El tiene una base de datos de este Consejo. Que quede plasmado el esfuerzo que nuestro querido ex Magistrado ha hecho por este Consejo. No me queda más que hacer la transición del puesto de Presidente del Consejo de Ministerios Públicos de Centro América al nuevo Presidente, Dr. Francisco Dall`Anese Ruiz, Fiscal General de la República de Costa Rica. 175 Cuadernos de Estudio del Ministerio Público de Costa Rica N° 9 -Revista Especializada en Criminología y Derecho Penal- DECLARACION DEL CONSEJO: judiciales y administrativas. Se encomienda al Sr. Fiscal General de la República de Nicaragua, Dr. Julio Centeno, para que en nombre del Consejo inicie las gestiones pertinentes, aprovechando que en este momento Nicaragua ejerce la Presidencia Pro Tempore del SICA. Se deja acordado que se busquen los mecanismos necesarios para que el Consejo de Ministerios Públicos de Centro América tenga reconocimiento en otras instancias Se da por concluida la sesión, a las 10:15 horas del 28 de setiembre del 2005, en San José, Costa Rica, Edificio de la Corte Suprema de Justicia, Salón de Ex Presidentes de la Corte. Dr. Dall`Anese: Quiero agradecer al Dr. Artiga por todo su apoyo hasta el momento, y agradecerles a los demás colegas. Vamos a fortalecer las relaciones con la nueva Fiscalía General de Honduras. Dr. Julio Centeno Gómez Dr. Leonidas Rosa Bautista Fiscal General de la República de Nicaragua Fiscal General de la República de Honduras Dr. Belisario Artiga Artiga Dr. Francisco Dall`Anese Ruiz Fiscal General de la República de El Salvador Fiscal General de la República de Costa Rica 176 Cuadernos de Estudio del Ministerio Público de Costa Rica N° 9 -Revista Especializada en Criminología y Derecho Penal- ACTA REUNIÓN DE LA COMISIÓN TÉCNICA DE LA ASOCIACIÓN IBEROAMERICANA DE MINISTERIOS PÚBLICOS (AIAMP) Santiago de Chile, 1 y 2 de diciembre de 2005 En las fechas señaladas se realizó esta Reunión de la Comisión Técnica en las dependencias de la Fiscalía Nacional del Ministerio Público de Chile, participando los ministerios públicos de Argentina, Brasil, Canadá, Chile, Colombia, Costa Rica, España, México, Paraguay, Perú y Venezuela (se anexa el listado de los nombres de los participantes). La reunión fue presidida por el Presidente de la AIAMP, el Sr. Guillermo Piedrabuena. El Presidente, junto con dar la bienvenida a los delegados, expuso sobre la importancia de este encuentro en la coyuntura que atraviesa la AIAMP, cuya participación ha sido decreciente. Posteriormente y para tener a la vista lo abordado en los anteriores encuentros, se cedió la palabra al Sr. Juan Emilio Oviedo, Director de Asuntos Internacionales de la Fiscalía General del Estado de Paraguay, quien hizo un recuento de las actividades y compromisos efectuados en las dos últimas asambleas (Paraguay 2004 y Lima 2005) así como de los avances obtenidos conforme a las metas fijadas en dichas instancias. Tras esta recapitulación el Sr. Juan Pablo Glasinovic, Secretario Pro Témpore de la presidencia chilena de la AIAMP, esbozó su visión respecto del estado de la organización y las alternativas hacia delante. En síntesis se expuso la necesidad de que la AIAMP generase resultados más concretos de manera de revitalizarse y consolidar su posición frente a otras instancias que realizan actividades que pueden ser similares en algunos ámbitos. Se planteó que para estos efectos es indispensable trabajar en diversos frentes buscando alianzas estratégicas con otras instituciones. 177 Cuadernos de Estudio del Ministerio Público de Costa Rica N° 9 -Revista Especializada en Criminología y Derecho Penal- Tras esa exposición, el Presidente se refirió a las gestiones realizadas para participar en REMJA, mediante una carta al Secretario General de la OEA, y consultó a los presentes su opinión sobre el tema. Hubo acuerdo en persistir en que la AIAMP participe como observadora en la próxima REMJA que tendrá lugar probablemente el primer semestre del 2006 en República Dominicana, sin perjuicio de que los miembros que estén interesados gestionen ante sus propios gobiernos su admisión a esta instancia. Propuesta de Plan de Trabajo 2006 - 2010 Se expuso por parte de la Presidencia la necesidad de definir una agenda a largo plazo, de manera de concentrar la actuación de la AIAMP en torno a temas centrales anuales. La propuesta de la Mesa fue : a) Para el año 2006 se propone como tema central “La Relación entre Policías y Fiscales”, b) Para el año 2007 se propone como tema “La protección de victimas y testigos”. Para estos efectos se acordó mantener una acción coordinada, de manera de darle más fuerza a las solicitudes individuales. En ese sentido, las partes comunicarán a la Presidencia y a los otros las gestiones efectuadas y sus resultados. Se sugirió actuar antes de febrero teniendo a la vista la próxima convocatoria a la REMJA. c) Para el año 2008 se propone “la gestión al servicio de la persecución Criminal” d) Para el año 2009 “Capacitación en los Ministerios Públicos” El Presidente también abordó los temas de Autoridad Central y la Personería Jurídica de la AIAMP. e) Y como tema para el año 2010 se propone “Los Ministerios Públicos y la cooperación jurídica internacional” El Presidente de la Asociación instó por que cada uno de sus integrantes gestionara en su propio país la posibilidad de convertirse en Autoridad Central para la cooperación internacional en materia penal, procurando también mantener una acción coordinada para estos efectos. Los delegados aceptaron expresamente la propuesta para los dos primeros años, sin entrar en mayor discusión respecto a los temas planteados para los años siguientes. Se realizará entonces un Encuentro de Policías y Ministerios Públicos en Chile coincidente con la Asamblea General del 2006. En materia de Personería Jurídica, hubo un intercambio de opiniones sobre las distintas modalidades posibles y una revisión de lo que han hecho otras asociaciones. Se decidió seguir discutiendo el tema con motivo de la reforma de los estatutos. Ese mismo año y como tema del Primer Encuentro Regional para las Américas de la Asociación Mundial de Fiscales que tendrá lugar en Santiago, se abordará la Protección de Víctimas y Testigos. Este tema será profundizado por la AIAMP durante el 2007. 178 Cuadernos de Estudio del Ministerio Público de Costa Rica N° 9 -Revista Especializada en Criminología y Derecho Penal- Asimismo, los delegados establecieron que la capacitación es un medio estratégico para el desarrollo y fortalecimiento institucional y una adecuada proyección a la comunidad jurídica global, en tal sentido se propone constituir como grupo de trabajo a los mismos miembros de la Comisión Consultiva RECAMPI/Instituto Iberoamericano, y cuya coordinación, en este caso puntual, recaerá en Perú. Esto es sin perjuicio de los otros temas tratados por la AIAMP, que seguirán abordándose como parte de la agenda ordinaria. Desde un punto de vista metodológico se acordó formar grupos de trabajo para abordar estos temas. Quedaron constituidos los siguientes grupos : 1. Relación ministerios públicos – policías Argentina, Colombia, Brasil, Costa Rica, Chile Coordinador: Chile 2. Protección de víctimas y testigos Venezuela, México, España, Chile Coordinador: Chile en comento trabajaran durante el año calendario respectivo y someterán a consideración de la asamblea general los acuerdos adoptados y avances obtenidos en el tiempo intermedio. Inserción Internacional de la AIAMP En este bloque se hizo una revisión de las actividades de otras instituciones y de los vínculos actuales o potenciales de la AIAMP con las mismas. 1. AIAMP y la OEA (Reunión de Ministros y Procuradores Generales de las Américas, REMJA) Expuso el Sr. Pierre Gilles Bélanger, Coordinador del Grupo de Trabajo en Asistencia Jurídica Mutua y Extradición de REMJA, quien se refirió a los progresos realizados por esta instancia desde su constitución y la idea existente en el seno de la OEA de constituir un órgano permanente – AMERICAJUS – que apoye a los estados miembros a fin de mejorar la cooperación jurídica internacional en el hemisferio. 3. Cooperación jurídica internacional España, Brasil, Paraguay, Argentina, Chile, Colombia, México. Coordinador: Colombia Hubo consenso entre los delegados presentes en la necesidad de participar más activamente, tanto como AIAMP como miembros individuales, en las diversas instancias de REMJA y de la OEA, de manera de influir en la orientación del trabajo que ahí se realiza y posicionar los temas de interés concreto de nuestros ministerios públicos. 4. Gestión Costa Rica, Chile, Argentina, Perú, Paraguay Coordinador: Costa Rica 2. AIAMP y la Red de Capacitación para los Ministerios Públicos Ibero Americanos (RECAMPI) Se acordó expresamente cursar invitaciones a los miembros de AIAMP ausentes a la Reunión de la Comisión Técnica para que se incorporen a los grupos de trabajo ya creados. Los grupos Expuso la Dra. Adelaida Bolívar, Fiscal de la Nación del Perú y Presidenta de RECAMPI y del Instituto Ibero Americano de Ministerios Púlicos. 179 Cuadernos de Estudio del Ministerio Público de Costa Rica N° 9 -Revista Especializada en Criminología y Derecho Penal- Los delegados estuvieron de acuerdo que tanto la RECAMPI como el Instituto Ibero Americano tienen ámbitos de acción distintos, por lo que pueden ser complementarios para los propósitos de la AIAMP, de ahí la conveniencia de trabajar simultáneamente con estas dos entidades. continente, Chile será sede del Segundo Foro Regional para las Américas cuya temática será la “Protección de Víctimas y Testigos” y que tendrá lugar en Santiago en el mes de octubre o noviembre del 2006. Desde ya se invita a todos los miembros de la AIAMP a participar. Hubo también consenso en la importancia de profundizar en el área de la capacitación mediante un mayor trabajo conjunto. 4. AIAMP e Iber RED En su doble calidad de presidente de la RECAMPI y del Instituto Ibero Americano, Perú se comprometió a presentar a la AIAMP un proyecto de actividades de capacitación para el 2006, el cual se canalizará a través de la Comisión Consultiva (integrada por Canadá, México, República Dominicana, Argentina, Bolivia, España) Se refirió al tema la Sra. Luz María Fernández, de la Unidad de Cooperación Internacional y Extradiciones del Ministerio Público de Chile, quien hizo un análisis comparativo de tres instancias que trabajan el tema de la cooperación jurídica internacional en nuestra región: Fiscalía Virtual (AIAMP), Iber RED y REMJA. Para estos efectos se tomarán en cuenta las conclusiones del último encuentro del Instituto que tuvo lugar en Bogotá. Hubo consenso que el desafío de la AIAMP es articular criterios comunes y consistentes que inspiren su acción en cada una de estos mecanismos, sosteniendo posiciones homogéneas en su participación en los diversos foros que se refieren a la materia. Finalmente, se hizo también presente la circunstancia de renovar la directiva del Instituto Ibero Americano con motivo de la próxima Asamblea General Ordinaria Se acordó también hacer un seguimiento a los compromisos del Acuerdo de Quito (Fiscalía Virtual), propendiendo a una mayor utilización de este mecanismo en la medida de lo posible. 3. AIAMP y la Asociación Internacional de Fiscales (IAP) España sugirió reiterar a Iber RED la necesidad de separar la discusión de temas civiles y penales dentro de la organización para los efectos de la cooperación, tal como fue acordado en la reunión técnica celebrada en Paraguay, durante el mes de junio del presente año. Expuso el Sr. Marko Magdic, de la Unidad de Cooperación Internacional y Extradiciones del Ministerio Público de Chile, quien se refirió a la estructura, funciones y miembros de la Asociación Internacional de Fiscales (IAP). Planteó además las modalidades de incorporación y se instó a una mayor participación de los miembros de la AIAMP en esta instancia. Con el propósito de acercar a la IAP a nuestro 5. AIAMP y las Cumbres Iberoamericanas Abordó el tema el Sr. Jesús Tirado de la Fiscalía General del Estado de España, sugiriendo que la Presidencia de la AIAMP se dirija a la re- 180 Cuadernos de Estudio del Ministerio Público de Costa Rica N° 9 -Revista Especializada en Criminología y Derecho Penal- cientemente creada Secretaría General Ibero Americana para proponer trabajar en conjunto en temas de interés mutuo. 6. Sistema de comunicaciones Groove Se refirió a este tema el Sr. Juan Carlos García de la OEA. La Presidencia instó a los miembros presentes que aún no cuentan con esta herramienta a hacerse parte del sistema, de manera de aprovechar sus potencialidades para el trabajo de la AIAMP. 7. Pagina Web de la Asociación Iberoamericana de Ministerios Públicos El secretario Pro Témpore de la presidencia Chilena da cuenta de las gestiones efectuadas para el desarrollo de una pagina web de AIAMP la cual estaría concretándose aproximadamente en marzo del año 2006. Los miembros asistentes tomaron conocimiento de lo anterior sin manifestar reparos. 8. Estatutos AIAMP Se abre el debate con una presentación efectuada por Venezuela en la cual se propone una serie de modificaciones al articulado de los estatutos. Sin perjuicio de lo anterior, se debatió respecto a diversos temas que deberán orientar un reforma de estatutos, entre estos elementos se abordó la conveniencia o necesidad de contar con una secretaría permanente, la labor de los grupos de trabajo y el funcionamiento de la asociación. Se acordó proseguir con la elaboración de una propuesta solicitándose a Venezuela coordinar la compilación de las sugerencias de los miembros, para posteriormente tratar el tema en la próxima Asamblea General. 9. Asistencia Mútua Expusieron representantes de los distintos países en relación a las problemáticas de sus respectivas legislaciones internas en materia de extradición pasiva y conforme a ello los miembros presentes se comprometieron a realizar las gestiones necesarias para la adecuada cooperación internacional y la facilitación de los trámites internos. Sin perjuicio de las decisiones y acuerdos antes señalados la AIAMP continuará con el seguimiento de los temas de trabajo asumidos en reuniones anteriores. 181 Revisión y corrección de pruebas a cargo de la Unidad de Capacitación y Supervisión del Ministerio Público Poder Judicial Departamento de Artes Gráficas B. 30916