02 OPINIÓN JUEVES juventud rebelde 20 DE OCTUBRE DE 2016 LA TECLA DEL DUENDE [email protected] El Mundo EL filósofo español Fernando Savater es de esos pensadores que, sobre una montaña de erudición, sabe traducir a las más llanas palabras hondísimas reflexiones. Manos gentiles envían este pequeño comentario —¿o crónica?— suyo, originalmente titulado Sueño. La pasada noche decidí ver una película grabada desde hace meses, Las últimas horas, dirigida por Zak Hiditch. Es una reciente variación australiana del tema que desarrolló en 1959 Stanley Kramer en La hora final con un apabullante reparto encabezado por Gregory Peck y Ava Gardner, basada en el best-seller de Nevil Shute. La actual no me pareció mala, solo algo sosa pese a crímenes y orgías algo apáticas. El perfil bajo no es un defecto, pero al contar las catastróficas horas finales del planeta vividas por seres desesperados habría que ponerle más emoción. La verdad es que los relatos del fin del mundo sin una estafa salvífica postrera me resultan tónicos, sobre todo ahora. No me asustan. Recuerdo a Víctor Hugo, que cuando le preguntaron si temía el último día universal repuso: «¿El fin del mundo? Eso ya ha pasado muchas veces». O Borges, a la periodista que ufana le aseguraba que él nunca moriría: «Bueno, señorita, no nos pongamos pesimistas…». Entonces veo el reportaje sobre esa niña de cinco años aplastada por los escombros de un edificio bombardeado en Alepo, a la que rescatan aún con vida un grupo de agobiados voluntarios. Al principio llora con fuerza, luego se calla y en la camilla improvisada está dormida. Su cuerpecito machacado ha perdido toda facultad de movimiento. Ahora duerme y seguramente sueña. No con el fin del mundo, claro: eso lo ve cuando abre los ojos, a su alrededor, es la única realidad que ha conocido en su corta vida. Sucia de la cal y el polvo del derrumbe, llena de magulladuras, con lesiones internas, sueña con lo inaudito: el renacer del mundo, el alba de la compasión y la alegría. Solo por su pureza quisiera que durase el mundo. Para que siga soñando… (Publicado en El País). CANCIÓN PARA TODAS LAS QUE ERES No solo el hoy fragante de tus ojos amo/ sino a la niña oculta que allá dentro/ mira la vastedad del mundo con redondo azoro,/ y amo a la extraña gris que me recuerda/ en un rincón del tiempo que el invierno ampara./ La multitud de ti, la fuga de tus horas,/ amo tus mil imágenes en vuelo/ como un bando de pájaros salvajes./ No solo tu domingo breve de delicias/ sino también un viernes trágico, quién sabe,/ y un sábado de triunfos y de glorias/ que no veré yo nunca, pero alabo./ Niña y muchacha y joven ya mujer, tú todas,/ colman mi corazón, y en paz las amo. (Eliseo Diego) por OSVIEL CASTRO MEDEL [email protected] HAN llovido los años y, sin embargo, no he olvidado aquella película foránea protagonizada por el puertorriqueño Elmer Figueroa, es decir, Chayanne. Encarnó a un bailador santiaguero que, de visita en Estados Unidos, causaba sensación por sus contoneos. Si aquel filme persiste en mi mente,no es por su mala factura o por las danzas del boricua, sino por una escena simple. Al encontrarse por azar con un villaclareño, el saludo, lleno de euforia, fue: «¡Qué bolá, asere!». Grabé el pasaje en mi cerebro por todo el significado que encierra. No dudo que esa hubiera sido la frase empleada para el momento, aunque hay algo por encima del «qué bolá». Sucede que en disímiles lugares de «afuera» —incluso aquí mismo— se ha llegado a identificar lo cubano únicamente con el lenguaje «suelto», la gestualidad desmedida, el desenfado y la jocosidad. Pero también desde otras latitudes se ha emparentado la cubanía con símbolos implantados: la mulata voluptuosa, el ron, el tabaco y,si acaso,el sombrero de yarey. ¿Por qué en el mundo algunos nos verán así?, me he preguntado en una fecha como esta, Día de la Cultura Cubana, jornada gloriosa en que las gargantas de Bayamo sembraron el himno patrio, duradero hasta hoy. Y me he respondido que probablemente sea culpa de nosotros mismos. Porque muchas veces hemos dado esa imagen de «chachareadores» irreverentes o «mal hablaos», como dicen por ahí. Ha existido una construcción del cubano llena de «aseres», «moninas» y «consortes», «ambias» y «cúmbilas», «puras», «jevas», «locotas» y «ocambos», e, incluso, de brothers. Y, en un proceso paulatino, hemos ido estrechando nuestras representaciones de la cubanía y pasando por alto hechos, emblemas y figuras que deberían identificarnos, como cubanos, en el mundo. Sabemos que nuestros bailes, la cocina, el arte, la pelota... también forman parte de ella; mas no debemos estrecharla a lo uno o a lo otro. La cubanía es un concepto moldeable,perfectible,sintetizado en un conjunto de rasgos identitarios, formados en un largo proceso histórico, expresados en disímiles campos de la vida. Sin embargo, no deberíamos hablar de esta obviando a Martí, a Céspedes, a la historia o a nuestra bandera, como ocurre en ocasiones. O, peor aún, que la identifiquemos con grosería, como nos alertaba hace poco, en la Ciudad Monumento, el intelectual Luis Toledo Sande: «La grosería es profundamente anticultural, contraria a la mejor cubanía», decía él, en conferencia que merece ser conocida por el país completo. No se trata de renegar del «asere», ya pegado a nuestra cotidianidad. Pero hay tantas y tantas cosas en nuestra forma de ser... que es lastimoso que se nos vuelva solo «asere», baile, risa y jarana. La cubanía es, al final, un deseo, una voluntad. Es, como decía el sabio Fernando Ortiz, sentir el misterio de la trinidad cubana: misterio por amar y poseer esta tierra (no importa dónde estemos), misterio por venir de ella, misterio por darnos a ella. Y ese misterio resulta más ancho que el Toa y más largo que el Cauto, y no lo deberíamos estrechar nunca, ni siquiera con la más grave de nuestras sequías. ACUSE DE RECIBO JOSÉ ALEJANDRO RODRÍGUEZ [email protected] EL pasado 10 de agosto, y desde el municipio capitalino del Cerro, la doctora María Matilde Serrano Cisneros, cooperante cubana que retornó al país el 30 de abril de este año desde Cabo Verde, en África, narraba aquí sus avatares con una carga enviada por Air France dos días antes de su vuelo a la patria. Contaba la doctora que ya en Cuba, el 12 de mayo se le informó que su carga había arribado a los almacenes de Aerovaradero el 7 de ese propio mes. «Solo nueve días para cruzar mi carga el Atlántico y en más de tres meses ha sido imposible su recogida en la Aduana de Aerovaradero», enfatizaba. Desde entonces y hasta el 7 de agosto, cuando María Matilde me escribió, sus gestiones con Aerovaradero habían desbordado más de 20 correos electrónicos y cinco entrevistas. La primera de estas últimas fue el 12 de mayo, cuando el funcionario Abilio le informó que su carga ya estaba, pero por razones de seguridad habían cerrado y mudado los almacenes, por lo cual había un retraso en la entrega de ese mes. Así, supo que podía demorar unas tres semanas en recibirla. Pero habían pasado tres meses y todavía su carga no estaba lista. La última visita de la doctora fue el 19 de julio, y posteriormente se comunicó vía correo electrónico en cuatro ocasiones más. La última respuesta la recibió el 6 de DIRECTORA: Yailin Orta Rivera SUBDIRECTORES EDITORIALES: Herminio Camacho Eiranova, DIARIO DE LA JUVENTUD CUBANA Fundado por Fidel el 21 de octubre de 1965 Un misterio más ancho que el Toa Ricardo Ronquillo Bello y Yoerky Sánchez Cuellar SUBDIRECTOR DE DESARROLLO: Yurisander Guevara Zaila SUBDIRECTOR ADMINISTRATIVO: Enrique Saínz Alonso Faltó explicación agosto, de parte de Guillermo Suárez, quien le sugirió que se dirigiera y reclamara ante la dirección general de la empresa, pues ellos han informado en repetidas ocasiones a la dirección de la Terminal de carga y no han recibido respuesta. O que se presentara ante el especialista de Reclamaciones. María Matilde señalaba que conocía a cooperantes que viajaron y arribaron un mes después de su llegada, y antes de los 15 días recogieron sus cargas. «¿Acaso ya debo reclamar la pérdida de mis pertenencias?», manifestaba quien se sentía maltratada por lo que llamó «el deficiente trabajo y descontrol de la empresa». Al respecto, responde René de los A. Céspedes Naranjo, director general de Aerovaradero, que «la causa fundamental de la demora es la gran cantidad de cargas que ha recibido nuestra empresa, superior a la capacidad para la cual está diseñada». Y afirma que «ello ha dificultado el normal desarrollo de los procedimientos de trabajo en el proceso tecnológico de la actividad, derivándose el incumplimiento con los plazos normales de entrega de carga, y por consiguiente, una afectación en este sensible indicador de la calidad del servicio». Añade René que es tal el crecimiento de la demanda de envíos, que a pesar del apoyo de la Dirección de la Corporación de la Aviación Civil (Cacsa) y del Ministerio del Transporte, aún hay problemas objetivos que dificultan el desarrollo de la actividad de Aerovaradero. Confirma el Director general que el 13 de agosto se le confirmó a la doctora María Matilde la fecha del 16 de ese mes para realizar la extracción, la cual se hizo efectiva. Y agrega que, en nombre de esa entidad, se le ofrecieron disculpas a la cliente por las molestias ocasionadas. Concluye que «la dirección y los trabajadores de nuestra empresa tenemos focalizados los problemas, y se trabaja sobre ellos de manera constante en la búsqueda de alternativas para revertir la situación actual y poder ofrecer un servicio con la calidad que nuestro pueblo merece». Al final, agradezco la solución del problema, que apenas logró en días lo que llevaba tres meses dilatado, con la lógica molestia e incertidumbre de la clienta, que no es culpable de los problemas de Aerovaradero, y al menos requería las disculpas desde un principio y una información tranquilizadora de la entidad. Si la demanda de los servicios de envío de cargas hacia Cuba ha crecido ostensiblemente, por encima de la capacidad para la cual está diseñada, es lamentable que la respuesta no haya abundado en cómo enfrentarán el asunto con «la búsqueda de alternativas para revertir la situación actual». REDACCIÓN: Territorial y General Suárez, PIZARRA: 7882-0155, 7882-0346, 7882-0789 Plaza de la Revolución, La Habana, Cuba. TELÉFONO ATENCIÓN A LECTORES: 7881-8265 APARTADO: 6344 CORREO ELECTRÓNICO: [email protected] ZONA POSTAL: La Habana 6 ISSN: 0864-1412 CP: 10600 Impreso en el Combinado de Periódicos Granma. 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