La tarea de velar por el respeto recíproco

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OPINIÓN | 25
| Lunes 22 de diciembre de 2014
sociedad abierta. Si se pretende que la libertad y la tolerancia sean valores enraizados en la ciudadanía,
hay que dejar de ser meros espectadores y adoptar en consecuencia una actitud activa en su defensa
La tarea de velar por el respeto recíproco
Alberto Benegas Lynch (h.)
—Para La NaCION—
N
adie puede tirar la primera piedra, todos podemos
hacer las cosas mejor, pero hay algo que se hace cada vez más imperioso
analizar. Para este
propósito sugiero comencemos
con una cuidadosa reflexión sobre tres pensamientos de gran
calado, uno de Thomas Jefferson, otro de John Stuart Mill y,
por último, uno de José Ortega
y Gasset.
Jefferson ha dicho que “el
costo de la libertad es su eterna
vigilancia”, y Mill ha consignado
que “las malas personas requieren para lograr sus propósitos que
las buenas no hagan nada” (lo cual
ha sido también atribuido a Edmund
Burke, en el sentido de que “todo lo necesario para el triunfo del mal es que las
personas de bien no hagan nada”). En la
misma dirección ha sentenciado Ortega y
Gasset: “Si quiere aprovecharse de las ventajas de la civilización, pero no se preocupa
por sostener la civilización, se ha fastidiado
usted. En un dos por tres se queda sin civilización. Un descuido y cuando mira usted
en derredor todo se ha volatilizado”.
Como es sabido, la condición humana se caracteriza por el libre albedrío, por el propósito deliberado,
por la capacidad de elección; en otros
términos, por la libertad que diferencia al
hombre de todas las especies conocidas.
Ese espacio de libertad permite que cada
cual se encamine hacia sus proyectos de
vida personales sin la interferencia prepotente de otros. Ésa es, por otra parte, la definición de libertad: ausencia de coacción
por parte de otros hombres.
Hay infinidad de metáforas y extrapolaciones ilegítimas de otros campos a la esfera de las relaciones sociales. Se ha dicho
que no se es libre de bajarse de un avión en
pleno vuelo, que no se es libre de ingerir
arsénico sin sufrir las consecuencias, que
no se es libre de dejar el cigarrillo, pero estas consideraciones son aplicables a otras
áreas, como la biología o la física.
Cuanto más se cercene la libertad, naturalmente menor será el espacio que el
hombre pueda decidir y menor el radio
en el que pueda administrar su vida, hasta
llegar a sólo ser libre en el territorio de su
pensamiento si no se le inyectan sustancias
que le hagan perder el conocimiento o disminuir su capacidad analítica. La pérdida
de la libertad equivale a la pérdida de la vida
humana, convierte al hombre en un artefacto sujeto a manipulaciones.
Pues bien, la imprescindible libertad no
aparece por ósmosis, es la consecuencia
del esfuerzo sistemático de seres humanos
concretos que se preocupan y ocupan por
que ella tenga vigencia a través de normas
civilizadas. Cuando esto se descuida sobreviene el estrangulamiento de la libertad, es
decir, el estrangulamiento de la vida propiamente humana.
Esta faena de cuidar la libertad equivale a
la ardua tarea de vigilar y proteger el respeto recíproco que constituye el eje central de
la sociedad abierta. Faena que es responsabilidad ineludible de cada uno, no importa
a qué se dedique ni cuál sea su profesión;
todos estamos interesados en que se nos
respete.
Por tanto, no es pertinente que estas tareas vitales se endosen a otros. Es inadmisible que se actúe como si se estuviera en
la platea de un teatro, frente a un escenario
en el que los actores son los que asumen la
responsabilidad por lo actuado mientras
que los de la platea son simples espectadores. En nuestro caso, ese comportamiento
es inadmisible y de una irresponsabilidad
manifiesta.
Todos y cada uno somos responsables
de velar por nuestro entorno para que se
nos respete, como decimos, cualquiera sea
nuestra ocupación y cualquiera sea el lugar
geográfico en que estemos ubicados. resulta indignante escuchar a los que pontifican
en reuniones sociales lanzando críticas a
lo que ocurre, luego de lo cual se dedican
a sus arbitrajes, cuestiones personales o
simplemente a dormir la siesta de la vida.
Los intereses de cada uno serán muy legítimos, pero son insuficientes si no se dedica
algún tiempo a permitir que esos intereses
personales puedan realizarse en lugar de
delegar sobre los hombros de otros esa responsabilidad.
Los canales más fértiles para contribuir a
que se acepten los valores y principios que
permiten vivir en una sociedad abierta son
la cátedra, el libro, el ensayo y el artículo,
pero hay infinidad de vías y procedimientos
para ayudar a que se comprendan aquellos
valores y principios. Uno de los caminos es
el book club, esto es, la reunión periódica
de cinco o seis personas para discutir un
buen libro, en la que uno expone por vez y
los otros discuten, y al año siguiente cada
uno de los participantes forma un nuevo
grupo y así sucesivamente. Sin duda que
hay muchos otros métodos, pero en todo
caso no cabe la mala excusa de que hay personas capacitadas y preparadas sobre las
que debe recaer este trabajo; como queda
dicho, todos necesitamos el oxígeno vital
del respeto recíproco.
Cuando se aproxima el período electoral, las discusiones sociales y mediáticas se
concentran en torno de los candidatos que
mejor miden en las encuestas. Ya es sabido que los ciudadanos votarán al que, a su
criterio, es el menos malo. Pero el asunto
no da para más y no permite una discusión
de alto vuelo, está al nivel del zócalo y no
es nada conmovedora, por cierto. El tema
serio y medular estriba en indagar qué hace cada uno diariamente para revertir el
cuadro de situación, influyendo en ideas
que contrarresten lo que viene ocurriendo
y muestren horizontes con mayor riqueza
que la miseria del presente.
Principalmente, lo que se requiere es esfuerzo y constancia para estudiar, actualizarse y difundir los valores y principios del
respeto recíproco en el campo de la ética,
la historia, el derecho, la economía y la filosofía. Mirar para otro lado significa que
los distraídos son cómplices directos de lo
que sucede. No hay derecho al pataleo si no
se procede en consecuencia.
Constituye una retribución sumamente
gratificante cuando los estudiantes o lectores dicen que el alimento recibido les
ha hecho ver otra dimensión y otra perspectiva completamente distinta respecto
de los lugares comunes y archiaburridos
que se vienen repitiendo con machacona
insistencia a pesar de los reiterados fracasos que producen las visiones estatistas y
retrógradas.
Por otro lado, si bien las incomprensiones se deben a la alarmante apatía e indiferencia de gran cantidad de personas que,
como decimos, se ufanan en sostener que
la actividad de preservar y sostener los pilares de la sociedad libre la deben llevar a
cabo otros, también debemos hacernos la
autocrítica por la calidad del mensaje que
emitimos, al efecto de pulirlo y mejorarlo,
para lo cual debe mejorar la gimnasia de
la empatía, poniéndonos en los zapatos de
los interlocutores para tocar el espíritu de
personas de buena fe y honestas intelectualmente que simplemente no reciben
bien lo que se desea trasmitir.
No hay tal cosa como un bloque de conocimientos que integran un sistema terminado; muy por el contrario, todo está en
evolución en el contexto de asuntos que son
siempre provisorios y sujetos a refutación.
Pero, precisamente, para mantener abiertas de par en par puertas y ventanas e incorporar nuevos conocimientos y reducir
nuestra colosal ignorancia, se hace indispensable la libertad como marco irreemplazable, es el sine qua non de todo lo demás
y, nuevamente repetimos, para contar con
esto las personas tienen que sentirse responsables y actuar en consecuencia todos
los días.
Y no se trata de dedicarse a la política,
puesto que eso es poner la carreta delante
de los caballos. Los políticos son megáfonos de la opinión pública. Se trata de influir
sobre ésta para permitir que en la esfera
política se articulen discursos compatibles
con el espíritu liberal.
No tiene sentido sorprenderse de la decadencia de los valores: es una consecuencia
inevitable de la cantidad de gente que se
mantiene al margen y observa inerte hechos que se suceden sin solución de continuidad. Por eso la prueba definitiva para
los que se quejan es preguntarles qué hacen
cotidianamente para frenar la avalancha.
Si la respuesta es “nada”, la consecuencia
natural es lo que vemos en las noticias.
© LA NACION
El autor es economista. Su último libro
es El liberal es paciente (Caracas, 2014)
LÍNea directa
Obama abre una oportunidad única
José Miguel Vivanco
Dudas, muchas dudas,
no todas lingüísticas
—Para La NaCION / GDa—
E
WaSHINGTON
l giro radical en política exterior
del presidente Barack Obama hacia Cuba es una bocanada de aire
fresco que ofrece la posibilidad de
lograr avances genuinos en materia de derechos humanos, si el gobierno de Estados
Unidos actúa inteligentemente.
Quienes critican la decisión de Obama
de reanudar plenas relaciones diplomáticas con Cuba sostienen que Estados Unidos
abandonó su compromiso con la protección de los derechos humanos en la isla.
Otros afirman incluso que el nuevo enfoque de Obama premia a Cuba, al renunciar
al instrumento de presión que Estados Unidos supuestamente tiene ante el gobierno
autoritario cubano. Esta posición es profundamente errada.
La confusión surge de la propia retórica
desacertada del gobierno norteamericano,
empeñado en mantener un embargo a un
alto costo. Durante décadas, Washington
ha defendido tercamente que el embargo
era necesario para promover los derechos
humanos y el cambio democrático en la isla. Pero, en realidad, el embargo no ha contribuido en absoluto a mejorar la situación
de los derechos humanos en Cuba. Por el
contrario, ha impuesto privaciones indiscriminadas al pueblo cubano y ha blindado
al gobierno de Cuba de la crítica internacional.
En lugar de aislar a Cuba, esta política ha
aislado a Estados Unidos, al permitir que el
gobierno de Castro despertara simpatías en
el exterior y, a la vez, que Washington se quedara sin el apoyo de importantes aliados para promover derechos humanos en la isla.
No es sorprendente que defensores de
derechos humanos en Cuba y en el extranjero, así como la mayoría de los países en
la asamblea General de la ONU (188 de un
total de los 192 que votaron en una resolución de octubre) hayan instado reiterada-
mente a que concluya el embargo norteamericano.
Por otra parte, más allá de algunas reformas positivas implementadas en los
últimos años, el gobierno cubano sigue estando involucrado en abusos sistemáticos
destinados a castigar a críticos e impedir
el disenso.
En 2010 y 2011, el gobierno de Cuba liberó
a decenas de presos políticos a cambio de
que aceptaran exiliarse. Desde entonces,
ha apelado con menos frecuencia a sentencias prolongadas para castigar el disenso,
y ha distendido las draconianas restricciones para viajar que dividían familias e impedían que críticos pudieran salir de Cuba
y regresar a ésta.
No obstante, el gobierno cubano emplea
No deberíamos ser ilusos
y creer que los derechos
humanos van a mejorar
de la noche a la mañana
otras tácticas para reprimir a individuos y
grupos que critican al gobierno o reivindican derechos fundamentales.
En los últimos años, los arrestos arbitrarios y las detenciones breves han aumentado significativamente, lo cual con frecuencia impide que defensores de derechos
humanos, periodistas independientes y
otras personas puedan reunirse o trasladarse libremente. a menudo se practican
detenciones preventivas para evitar que las
personas participen en marchas pacíficas o
en reuniones para debatir sobre política. Es
común que los detenidos sufran golpizas,
reciban amenazas y permanezcan incomunicados durante horas o días.
El gobierno controla todos los medios de
comunicación existentes en Cuba y restrin-
Graciela Melgarejo
ge fuertemente el acceso a información que
provenga del extranjero, cercenando gravemente el derecho a la libertad de expresión. apenas una proporción ínfima de la
población tiene posibilidad de leer páginas
web y blogs independientes, debido al acceso limitado a Internet y su elevado costo.
En todo caso, seamos claros: la responsabilidad por la represión del disenso en
Cuba corresponde únicamente al gobierno
cubano. Sin embargo, el status quo le ha
permitido a ese gobierno explotar la política norteamericana del aislamiento para
mostrarse como una víctima.
La evidencia empírica demuestra que resultaba irracional seguir insistiendo en una
política que nunca logró los objetivos que se
había propuesto. La vía unilateral, una reliquia de la Guerra Fría, estaba agotada hace
décadas y precisamente por eso el comienzo
del desmantelamiento iniciado por la Casa
Blanca abre una oportunidad única.
La mejor alternativa para tener incidencia y promover los derechos humanos, independencia judicial, elecciones libres,
sindicatos independientes y la libertad de
expresión en Cuba es que el gobierno de Estados Unidos entienda que hay que trabajar multilateralmente. Si se involucra a las
principales democracias de la región en la
relación con Cuba, es mucho más probable
que esto obligue al gobierno cubano a mejorar su récord en derechos humanos. Da la
impresión que Obama así lo entiende.
No deberíamos ser ilusos y creer que la
situación de los derechos humanos en Cuba
va a mejorar de la noche a la mañana. Será,
por el contrario, un proceso largo y frustrante. Pero, sin ninguna duda, con la nueva política de Obama hacia Cuba, las condiciones
son mucho más favorables para romper el
hielo y empezar a ver avances.
El autor es director para las Américas de
Human Rights Watch
—La NaCION—
E
n 1977, se publicó un precioso libro
del ilustrador y humorista francés Sempé que se llamaba Tout se
complique (“Todo se complica”).
Jean-Jacques Sempé siempre fue mucho
más conocido por sus ilustraciones para
una serie de narraciones cortas infantiles,
Le petit Nicolas, escritas por otro francés
famoso, rené Goscinny.
El recuerdo del libro de Sempé de 1977
viene a cuento de que, por lo menos a juzgar por ciertas realidades, todo se complica para el español en nuestros días. En
primer lugar –los que hayan leído la muy
buena entrevista (http://bit.ly/1xtZRaX)
que el corresponsal de la nacion en España, Martín rodríguez Yebra, le hizo al
nuevo director de la raE, Darío Villanueva, ya se habrán enterado–, estamos ante
la que será la última edición del Diccionario en soporte papel.
Es cierto que transportar los dos tomos
del DRAE hasta la mesa de trabajo a veces
es tarea pesada, pero la comunidad hispanohablante es nostálgica y contradictoria.
También es cierto que los que no reciban,
por lo menos como regalo de Nochebuena, la reciente edición no se enterarán de
todos los cambios hasta que aparezca la
versión digital, “a principios del nuevo
año”, si es que aparece un patrocinador.
Porque se necesitará un patrocinador, y
un patrocinador que sea muy pudiente: la
academia arrastra una seria crisis económica como muchos de sus compatriotas.
Pero Villanueva se muestra optimista: la
raE también logrará ser “sustentable”.
Un ejemplo de cómo equilibrar finanzas y conocimiento lo da Fundéu. La
Fundación del Español Urgente (www.
fundeu.es) es una institución cuyo objetivo principal es divulgar el uso apropiado
o correcto, el buen uso, del español en los
medios de comunicación; nació en 2005
y es fruto de un acuerdo entre la agencia
EFE y el banco BBVa. De manera que también hay hoy patrocinadores (una tradición del Siglo de Oro español, cuando los
autores publicaban su obra con una introducción dedicada a exaltar largamente las
virtudes del generoso noble que la había
hecho posible).
Sin embargo, todos los participantes de
la inmensa comunidad que el español ha
ido formando a través de los siglos deberíamos hacer los deberes. a propósito de
las recomendaciones de Fundéu, la que
sigue es muy oportuna: “Blooper, alternativas en español”. En efecto, ¿cuántas “alternativas” hay en nuestro idioma equivalentes al extranjerismo blooper? Dice
Fundéu: “Error (garrafal), fallo (estrepitoso), pifia, metedura de pata o accidente
(embarazoso) son algunas alternativas en
español a blooper”.
La explicación se encuentra en el origen, como siempre: “De acuerdo con el
diccionario Merriam-Webster, un blooper
es un ‘error embarazoso, generalmente en
público’, concepto que en español puede
expresarse de muy diversas maneras: desde las ya apuntadas en la entradilla hasta,
según el contexto, cantada (a partir de la
acepción trece de cantar), planchazo,
tropezón bochornoso, caída embarazosa, entre otras muchas”.
En fin, que se puede elegir a gusto, porque a una palabra del inglés corresponden, en este caso, muchas otras del español, y cada una con su matiz diferenciador.
Una riqueza que no se mide en monedas,
pero que igualmente tiene valor.
© LA NACION
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Twitter: @gramelgar
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