Luciana Anapios Cátedra: Burucúa Comisión: Fabián Campagne Segundo cuatrimestre 2000 HISTORIA MODERNA -Parcial domiciliario- 1- Qué papel jugaron las siguientes variables en la transición del feudalismo al capitalismo entre los siglos XVI al XVIII en Europa: a)Mercado b)Renta de la tierra c)Manufacturas y producción artesanal 2- Estado y clases sociales en Europa Moderna La transición del feudalismo al capitalismo es uno de los temas más complejos de la historia moderna y uno de los tópicos alrededor de los cuales hay más discusiones y debates en la historiografía. El análisis de este período nos remite a un proceso multidimensional por la cantidad de variables sociales, políticas, culturales y económicas que intervienen, por la extensión territorial del fenómeno y por el lapso de más de doscientos años que abarca el mismo. En este trabajo se analizará específicamente el rol que jugaron en esta transición el mercado, la renta de la tierra y las manufacturas y producción artesanal tomando en cuenta las posiciones de diferentes autores. Mercado Para analizar el rol del mercado en la transición debemos comenzar con un breve comentario sobre el debate Sweezy-Dobb que giró alrededor de las causas de la transición del feudalismo al capitalismo. La hipótesis de Maurice Dobb es que esta se produce por causas internas dado que la necesidad de consumo de las clases nobiliarias lleva a una sobreexplotación del campesinado. Esto provocará fugas, rebeliones y mortalidad entre los sectores campesinos. El feudalismo no podrá reproducirse con la 2 mano de obra que permanece en el campo y esto provocará cambios en el sistema productivo. La tesis de Dobb es que la lucha de clases influyó, más que la moneda y el comercio, en la caída del feudalismo. Hacia 1950 Paul Sweezy presentará su crítica a la hipótesis de Dobb dando prioridad a las causas exógenas al feudalismo. El desarrollo de los enclaves urbanos llevó a la ampliación del mercado y al aumento del comercio al punto de destruir la economía agraria feudal. Las causas internas se subordinan a este fenómeno. Dobb responderá a esta crítica argumentando que la ciudad y concomitantemente el mercado y comercio que la acompañan no es incompatible con el feudalismo dado que a partir de ella se vehiculiza el comercio a larga distancia. En este intento de negar la incompatiblidad entre comercio y feudalismo, Astarita asegura que el consumo es un requisito del dominio de los señores y se inscribe en el mecanismo de las relaciones sociales dominantes y la lógica de dominación de clase. Tomaremos como eje la tesis de Dobb y Astarita para sostener que a lo largo del siglo XVI se dará un crecimiento del comercio, una expansión del mercado y un mayor impulso de las ciudades pero que, no obstante, este no fue un proceso externo al sistema feudal dado que estos procesos se desarrollaban en su interior. Citando a John Merrington, Perry Anderson sostiene que el debate causas externas-internas se resuelve demostrando que “…el feudalismo europeo - lejos de constituir una economía exclusivamente agraria- es el primer modo de producción de la historia que concede un lugar estructural autónomo a la producción y al comercio urbanos. En este sentido, el crecimiento de las ciudades en el feudalismo de Europa Occidental es una evolución tan “interna” como la disolución del señorío.”i (Ver notas al final del documento) Hacia el siglo XVI la agilización de las redes comerciales en el noroeste de Europa, el descubrimiento y conquista de América junto con la apertura de nuevas rutas hacia Asia permitieron una expansión del comercio y el mercado con un hiperfuncionamiento del sector financiero y de servicios y una suba de precios entre los que se encuentran en primer lugar artículos de primera necesidad. El crecimiento tendrá lugar en Inglaterra y Países Bajos donde se da una estructura agraria que, a través de cercamientos en Inglaterra y de una propiedad feudal poco desarrollada en Países Bajos, permitirá un sistema de explotación más intensivo y de rotación de cultivos. Peter Kriedte plantea que hay fenómenos que demuestran que este sigue siendo un sistema feudal entre los que destaca la importancia que continúa teniendo el mercado suntuario, la inexistencia de mercados internos significativos junto con la continuación de la extracción del excedente mediante mecanismos extraeconómicos. Pero por otro lado surgen mecanismos de acumulación nuevos: la expansión del mercado mundial se encuentra entre estos últimos. Autores como Immanuel Wallerstein, un férreo defensor de la tesis circulacionista y desarrollista y Andre Gunder Frank sostienen que en el siglo XVI aparece una economía-mundo basada en el modo de producción capitalista. Para Wallerstein fue la división del trabajo en la economía mundo y la revolución de los beneficios (la baja de los salarios frente a los precios) lo que permitió la acumulación de capital básico en el centro a través de la transferencia de materias primas por manufacturas de una región a otra con el resultado de desarrollo y subdesarrollo como aspectos relacionados de un mismo proceso. Otra de las tesis que fundamenta su posición teórica el la teoría de la dependencia según la cual subdesarrollo y desarrollo coexisten en el tiempo como necesidad del sistema mundial capitalista. Para Wallerstein el capitalismo no se define por el modo de producción dominante sino por su inserción en el sistema mundial y de este modo no ve 3 contradicciones con el trabajo forzado y servil que se da en la periferia y el trabajo libre en el centro. Esta es la esencia del capitalismo. Frente a esto, Astarita plantea que este estudio de dimensiones desmesuradas que propone Wallerstein implica una totalidad homogénea del mercado mundial que no es tal y deja fuera largos períodos de la historia que son vistos simplemente como preludio a algo que se da por supuesto como el establecimiento del sistema capitalista del siglo XVI. “La primera evidencia es que el desarrollo desigual entre regiones vinculadas mediante flujos de excedentes económicos, no es el efecto de una supuesta evolución prematura del capitalismo, sino que es un resultado de la variada tipología regional del feudalismo europeo.”ii Coincidir con esto no es restarle importancia al factor mercado en la transición, pero la oposición causas externas-internas oscurece el largo proceso de articulación de modos de producción diferenciados ya que “…el dominio del modelo de producción capitalista no sólo se realizó mediante la destrucción de otros modos de producción, sino también mediante su preservación.”iii Es aquí donde encontramos la riqueza del estudio de este largo período histórico. Sin embargo, este crecimiento de la economía europea que se da hacia el siglo XVI en el marco del sistema feudal encontrará sus propios límites. Eric Hobsbawm utiliza el concepto de “crisis de siglo XVII” para explicar por qué el crecimiento del siglo XVI no desembocó en la Revolución Industrial. Estos límites, estos obstáculos pueden resumirse en la inexistencia de una revolución agrícola que liberara la mano de obra campesina y produjera la separación entre productores y medios de producción y la no existencia de un mercado externo e interno significativos. Una balanza comercial deficitaria caracterizaba las relaciones entre Europa y los mercados de ultramar dada la escasa relevancia de las manufacturas europeas en el intercambio con América y Oriente. La crisis del XVII creará un mercado internacional monopolizado por una potencia hegemónica (Inglaterra) y esto a su vez abrirá el camino para crear “mercados en expansión” que impulsarán la revolución industrial de la mano de la producción algodonera. Renta de la tierra Para comprender el papel de la renta de la tierra en el proceso de transición debemos analizar brevemente la estructura de propiedad de la tierra y extracción del excedente en el sistema feudal. La soberanía fragmentada que implica el feudalismo se refleja en un doble status de la propiedad de la tierra: la propiedad eminente y el derecho de uso. La propiedad eminente en última instancia está en manos del Rey y mediante lazos de vasallaje crea una red de delegaciones de esa misma propiedad. Por otro lado podemos diferenciar el dominio útil de esa tierra, el derecho de uso, que dadas las características de la propiedad territorial en el feudalismo queda muchas veces en manos de campesinos. El señorío como unidad de producción durante el feudalismo se divide en dos: por una lado las tierras del dominio donde el señor tiene derecho de uso, propiedad eminente y jurisdiccional en razón de la delegación vasallática de un feudo. (aclaremos que esto no siempre se dio junto a partir de la edad moderna). Por el otro las tierras entregadas a censo donde el señor pierde el dominio útil que pasa a perpetuidad al campesino. En estas características, la extracción del excedente mediante mecanismos extraeconómicos se realiza de diversas formas. El señorío solariego comprende las rentas y censos fijos que se derivan de la propiedad eminente que detenta el señor en las tierras entregadas a censo que se pagan como reconocimiento a su dominio eminente. El señorío jurisdiccional expresa el carácter más arbitrario de la sujeción del campesinado 4 a la servidumbre. Comprende las rentas que vienen del derecho jurisdiccional: derecho a ejercer justicia (y así recaudar), monopolio sobre molinos y graneros, impuestos al consumo y cobro de peajes. En fin, permite la imposición de toda una amplia gama de cargas arbitrarias. Pierre Goubert confecciona una lista de las diferentes vías de extracción del excedente. Lo significativo en el proceso de transición es el peso cada vez menor que tendrá a través del tiempo la renta señorial como reconocimiento al titular del señorío y el peso cada vez mayor de la renta territorial o renta de la tierra pagada al propietario de esa tierra en la relación privada de arrendamiento, y no en virtud del cargo de titular del señorío. Este proceso cobra impulso a partir de la salida de la crisis del siglo XIV cuando se reduce la explotación directa del dominio(la reserva señorial) a través de corveas que implicaban la obligación del campesino del censive a prestar su fuerza de trabajo. A partir de aquí y sobre todo entre el siglo XVI y XVIII, irá cobrando cada vez más importancia el arrendamiento a corto plazo como mecanismo de extracción del excedente que es la renta de la tierra fija mientras dure el contrato (7 a 9 años) tras el que el señor volverá a recuperar el dominio útil de esas tierras. Los excedentes recolectados así serán cada vez mayores que los recolectados por la totalidad de las tierras entregadas a censo. Por otra parte, autores como Guy Bois, plantean que el feudalismo tiene un problema estructural ya que a una fase de expansión siguen fases de recesión, sucesivamente, pero que en determinado momento el volumen total de la renta feudal tenderá a la baja. Esto se explica por la ley de baja tendencial de la tasa de tributo (renta del censive más renta jurisdiccional). La tasa de rendimientos decrecientes implican una baja del tributo y la única forma de expansión que permite la comunidad campesina (caracterizada con fuertes elementos chayanovianos como fuerza autónoma a la que el contexto exterior no puede transformar) es extensiva. Esto determinará tierras marginales que producen cada vez menos a un costo cada vez mayor. Brenner propone otra explicación de los cambios a largo plazo en la historia. Este autor plantea que para superar la visión maltusiana que ve en el desequilibrio entre recursos y población la única explicación hay que ver qué pasa con las fuerzas productivas. El eje para explicar la transición es el papel de la lucha de clases en las transformaciones que se dan en el campo. Es el equilibrio de fuerzas entre las clases lo que determina la distribución de la renta y el cambio en la sociedad. Así, lo que diferencia las experiencias históricas de Inglaterra, Francia y Europa Oriental es el surgimiento o no del capitalismo agrario. Lo que permitió que esto se diera en Inglaterra y no ocurriera en Francia fue el equilibrio de clases en cada sociedad y la diferencia estructural de la estrategia del Estado (las bases agrarias que tendrá en Francia y no en Inglaterra). Hacia el siglo XVII ya hay capitalismo agrario en Inglaterra. La expropiación de tierras al campesinado (primero mediante iniciativa señorial y hacia 1700 con leyes del Parlamento) es acompañada por transformaciones en la producción que sólo podían realizarse mediante la descomposición de la comunidad campesina y la perdida de los derechos comunales que implicaban la fragmentación e intercalado de las parcelas y un tradicionalismo y rutina que impedían cualquier innovación. De acuerdo con Mantoux podemos concluir que “así las enclousures y el acaparamiento del suelo por los grandes terratenientes tienen como última consecuencia el poner a disposición de la industria una gran cantidad de fuerzas sin empleo. Es el aflujo de estas fuerzas vivas lo que hace posible el desembolbimiento de la gran industria.”iv Manufacturas y producción artesanal: 5 Para referirnos a manufacturas y producción artesanal en este largo proceso de transición necesariamente debemos hablar de industria domiciliaria o protoindustria. Este término fue acuñado hacia 1970 por Franklin Mendels para explicar el proceso de transición y este modelo clásico analiza la protoindustrialización como la primera fase del proceso de industrialización. De acuerdo con él, as características de la protoindustria que se expandirá con fuerza hacia la segunda mitad del siglo XVI y tendrá su auge en el siglo XVIII son: una expansión de industrias domésticas de producción artesanal en el campo, donde no hay concentración de trabajadores en el espacio, que produce tejidos baratos y livianos para mercados extraregionales o internacionales. Esto tendrá como consecuencia una revolución en las pautas demográficas ya que permite progresos con poca tierra; una liberación de la población de su base rural; una profundización de la especialización por regiones; y el debilitamiento de los gremios tradicionales que evitan la reproducción ampliada. El modelo clásico plantea un paso del verlocsistem (una variante en la que pequeños productores campesinos producen por encargo de un empresario comerciante que es propietario de parte o todos los medios de producción) al factorysistem (fábrica con una máquina de vapor). Esto se logró mediante la concentración de capitales, ampliación de las redes comerciales y un mayor entrenamiento empresarial que permitió esta primera fase como experiencia. Si bien este modelo explica de manera convincente el proceso de transición hacia el capitalismo (en lo referente a la producción manufacturera), deja afuera la necesidad de un proceso de acumulación primitivo (la separación de productores y medios de producción que permitieron los cercamientos). Peter Kriedte, enriquece este modelo y propone analizar la protoindustria como la segunda fase hacia la industrialización que implicó previamente la abolición de la servidumbre. Junto con autores como Schlumbohm insiste en que el papel de la protoindustria fue imponer masivamente las relaciones de producción asalariadas imprescindibles para el capitalismo industrial. Pero esto no fue condición suficiente para el surgimiento del capitalismo. La protoindustria tiene influencia en la abolición del feudalismo pero no en el despegue del capitalismo ya que puede coexistir con el mantenimiento de la estructura socioeconómica tradicional, como lo demuestran numerosos estudios de caso realizados en los últimos tiempos. Hará falta una revolución de las fuerzas productivas, además de la generalización de las relaciones de producción asalariadas, en el paso a la revolución industrial. Autores como Iradiel llaman la atención sobre los cambios en la estructura de la demanda que al orientarse a productos de calidad inferior producirá la decadencia de la industria de lujo tradicional y una ampliación del mercado. Carlos Astarita, a diferencia del modelo clásico y de los aportes de Kriedte, plantea que la protoindustria es una relación de producción capitalista donde hay una semiproletarización (aunque no analiza qué pasa con el sector que aún tiene acceso a los medios de producción). Por lo tanto se diferencia de quienes analizan la protoindustrialización como etapa de transición planteando que es la primera etapa del desarrollo capitalista. El aporte de estudios de caso realizados en las últimas décadas permiten afirmar que el modelo clásico de protindustrialización, entendido como un momento de la transición hacia el capitalismo se aplica sólo a algunas regiones de Europa Occidental (Flandes, algunas zonas de Inglaterra y Alemania). Estos estudios microhistóricos acotan el modelo general convirtiéndolo casi en una excepción. La protoindustrialización sería una forma más, transicional, de acumulación en el sistema feudal. Estos estudios son valiosos porque aportan matices y una mirada más ecléctica a los procesos de cambio 6 en la historia. Sin embargo, considero que los modelos generales son útiles porque permiten generar leyes generales para analizar los procesos de cambio en el largo plazo en regiones tan vastas como Europa. El historiador deberá cuidarse de no olvidar de que no se trata de leyes físicas sino que se aplican a las sociedades humanas con todo lo que tienen estas de común y diferente. 2- La gran discusión alrededor del carácter de clase gira en torno a si el Estado Absolutista fue la primera forma de Estado burgués; un estado con cierto grado de autonomía o un estado de clase de la nobleza feudal. En cuanto a la caracterización como Estado Burgués esto corresponde a un viejo paradigma (aunque retomado por algunos autores en los últimos tiempos). A la burguesía le resulta funcional el Estado Absolutista ya que le permite acumular y de esta forma renuncia al poder político. Este es un incipiente Estado burgués contra la nobleza feudal. Norbert Elias caracteriza como Estado árbitro entre la burguesía y la aristocracia al Estado Absolutista de los siglos XVI al XVIII. En su análisis el autor rechaza la lucha de clases como motor de la historia planteando que “las relaciones ambivalentes entre capas sociales de una y la misma asociación estatal y el hecho de que las capas sociales oscilen entre la dependencia recíproca y el antagonismo son (…) más frecuentes de lo que hasta ahora se ha mostrado. El ancien régime estaba lleno de tales relaciones ambivalentes.”v . Esta relación ambivalente se daría porque la nobleza necesita a los reyes, dada su debilidad financiera y para mantener a raya a la creciente burguesía y esta a su vez necesitaba al rey como protector frente a los privilegios de la nobleza. Que ninguna crezca demasiado es condición necesaria para asegurar el poder del monarca que debe ser árbitro para gobernar. Perry Anderson constituye una visagra entre la visión del Estado absolutista como Estado burgués o como estado árbitro entre nobleza y burguesía. El autor afirma que “los cambios en las formas de explotación feudal que acaecieron al final de la época medieval no fueron (…) insignificantes; (…) son precisamente esos cambios los que modifican las formas del Estado. El Absolutismo fue (…) un aparato reorganizado y potenciado de dominación feudal, destinado a mantener a las masas campesinas en su posición social tradicional a pesar y en contra de las mejoras que habían conquistado (…). El Estado Absolutista nunca fue un árbitro entre la aristocracia y la burguesía ni, mucho menos, un instrumento de la naciente burguesía contra la aristocracia: fue la nueva caparazón política de una nobleza amenazada.”vi . Esta es una crítica al análisis de Engels que lo veía como producto del equilibrio entre la vieja nobleza feudal y la nueva burguesía urbana. “Los señores que continuaron siendo propietarios de los medios de producción fundamentales en cualquier sociedad preindustrial fueron, desde luego, los nobles terratenientes. Durante toda la temprana edad moderna, la clase económica y políticamente dominante fue, pues, la misma que en la era medieval: la aristocracia feudal.”vii El Estado Absolutista es la única salida que encuentra Europa para superar la crisis del siglo XIV que trastocó la fuente de extracción del excedente de la nobleza en la dinámica de lucha de clases que resultó favorable al campesinado. La salida será la renta feudal centralizada en manos del Estado mediante la cual la nobleza ganará mayor poder económico y perderá poder político. Por eso Anderson plantea que el absolutismo fue un “aparato reorganizado y potenciado de dominación feudal”. Sin embargo, no minimiza el papel de la burguesía al plantear que fue justamente su creciente 7 importancia y el rol que jugará en la financiación de los estados (por la venta de cargos) lo que permitió las características del absolutismo en occidente. Por el contrario en oriente la ausencia de una burguesía urbana fuerte determinó el sometimiento del campesinado a la tierra (necesidad apremiante de la aristocracia terrateniente dada la relación desfavorable entre hombres y tierra.) Monsalvo Antón analiza la aplicación de la tesis de la renta feudal centralizada y reflota la idea de un Estado árbitro entre las clases. A partir de estudios de caso tratará de demostrar que la centralización impositiva no es tal ya que en algunas regiones de Francia el Rey permite que diferentes instituciones (Parlamentos, Estados Generales a nivel provincial) cooptados por grupos dominantes locales decidan sobre los impuestos. Si bien reconoce que en algunos casos sí se confirma el modelo Anderson, Monsalvo Antón insiste en que esos impuestos vuelven de diferentes maneras a manos de la nobleza. Pero su gran discusión con Anderson gira alrededor del carácter de clase del Estado. Monsalvo Antón plantea que el Estado siempre tiene un carácter de clase y por eso debemos buscar su composición pero hay que difernciar entre la determinación en última instancia y cierto grado de autonomía que adquiere el bloque hegemónico para gobernar. Tampoco acepta la idea de que en el ancien Régime la nobleza pierda poder político y gane poder económico. Economía y política no pueden disociarse en el período preindustrial ya que la extracción del excedente se realiza ejerciendo diferentes formas de poder político. La necesidad de recurrir a la compulsión extraeconómica hace que el Estado tenga que descentralizarse en los señoríos que son vistos como órganos del Estado, como unidades políticas y unidades de extracción del excedente. “(…) Se puede demostrar, en primer lugar, que las clases dominantes no pierden el poder político en al proceso de centralización, puesto que el nuevo estado central es el medio de seguir ejerciéndolo directamente, siendo las clases dominantes el único sujeto auténtico del nuevo estado, y no los reyes o los órganos de la monarquía.”viii Desde una perspectiva gamsciana, Monsalvo Antón utiliza el concepto de bloque dominante para analizar el carácter de clase del Estado Absolutista. En el período que nos ocupa, el Estado es el espacio donde se dirimen los conflictos entre la burguesía urbana, la nobleza y la Iglesia y al mismo tiempo el intermediador entre el bloque dominante y las clases dominadas. El Estado representa los intereses del bloque hegemónico y esto le permite un mayor grado de autonomía relativa. “La organización estatal, que es intrínsecamente tan poco monolítica como la estructura de clase que la determina proporciona unidad política al conjunto del bloque social hegemónico, garantizando la reproducción social. (…) Pero el estado no cumple este papel debido a su carácter exterior, sustantivo o de sencillo instrumento de la clase dominante señorial, sino en virtud de su autonomía relativa, tanto entre fracciones del bloque social como entre aparatos, y se expresa por la especificidad tanto del poder político que se realiza en el estado central como del personal del estado.”ix Entonces, ¿por qué es importante determinar el carácter de clase del Estado? Retomando a Brenner que ve en la lucha de clases el motor de cambio a largo plazo de la sociedad, podemos decir que el equilibrio de fuerzas entre las clases es el que determina la diferencia estructural de la estrategia que se dará el Estado paras salir de la crisis del siglo XIV. Hay tres formas que tendrá nobleza para continuar recaudando el excedente campesino: los tributos señoriales, la renta de la tierra o el impuesto estatal. En Inglaterra los recursos del Estado no tenían una base exclusivamente campesina ya que los impuestos se cobraban sobre campesinos, nobles y burgueses. La nobleza no pudo encontrar una vía estatal a la salida de la crisis como medio de solventar sus 8 ingresos porque esta rompe la estabilidad entre facciones de la nobleza y la monarquía. Fue el control de la tierra por parte de los señores lo que les permitió prescindir de la centralización estatal (Modelo Francés y Español) y de la coerción extraeconómica directa (Modelo de Europa Oriental). Por esa razón los señores intensificarán los mecanismos económicos de extracción del excedente basados en la renta de la tierra y se volcarán a la agricultura comercial en las tierras del Dominio. Fue la existencia de la gentry, una clase terrateniente de carácter aristocrático (no noble) que se integrará al bloque de poder hegemónico, lo que dio su carácter especial al Estado Inglés. Brenner plantea que luego de la revolución inglesa el Estado tomará un carácter de clase con la alianza entre nobleza y gentry, beneficiando a los grandes propietarios de tierras que impondrán una explotación racional, consolidación de la propiedad privada y la consiguiente proletarización del campesinado. “En Inglaterra era una Estado central eficaz pero barato lo que parecía convenir a las clases dominantes. La descentralización inglesa era también administrativa. La burocracia se mantuvo reducida. La estabilidad del sistema descansa en nobles locales, pequeños burgueses, “gentry”, terratenientes locales…”x . Fue esta estructura social lo que permitió una superación más precoz del sistema feudal. Es decir que fue el equilibrio de clases lo que permitió en Inglaterra la expulsión de la mano de obra del campo a través de los cercamientos. Fue también el equilibrio de la lucha de clases lo que dio a Europa Oriental el rasgo particular que tomó el estado absolutista donde el campesinado quedará sometido a la servidumbre y atado a la tierra. Pero aquí la debilidad de la burguesía urbana hizo necesario el recurso señorial de vivir del estado central. “El Estado Absolutista del este fue la máquina represiva de una clase feudal que acababa de liquidar las tradicionales libertades comunales de los pobres. Fue un instrumento para la consolidación de la servidumbre, en un paisaje limpio por completo de vida urbana o resistencia autónoma.”xi. El primer objetivo de los terratenientes no fue fijar el monto de las cargas sino atar al campesino a la tierra. Se volcarán a la agricultura comercial (cereales para Europa occidental) pero se dará en las reservas señoriales mediante prestaciones de trabajo. La debilidad de una burguesía urbana que pudiera modificar el carácter del Estado absolutista provocó que no se diera en oriente le fenómeno de la venta de cargos. La nobleza de servicios seguirá aferrada a su bastión. Lo que la impidió en Francia la solución al estilo Inglés fueron las bases de poder del Estado que estaban en el agro. El campesinado es fuerte en Francia y la vía oriental también será impracticable. Aquí se fortalecerán los mecanismos centralizados y las prerrogativas jurisdiccionales como vías de financiación para obtener rentas fiscales. Es decir que a nivel micro no se logra la extracción del excedente por lo que será el Estado el que cobre los impuestos que luego serán redistribuidos a la nobleza. Este es el modelo de la renta feudal centralizada que plantea Perry Anderson. El campesinado saldrá fortalecido por el resultado del proceso de lucha de clases a la salida de la crisis que produjo una caída demográfica y una disminución de las rentas señoriales. Los campesinos mantendrán sus derechos sobre la tierra y los señores acuden al Estado central para la obtención de los excedentes del campesinado que se dará a través de cargos remunerados en el ejército y la administración. El caso español a la salida de la crisis del siglo XIV, que analiza Monsalvo Antón, tiene grandes parecidos con el modelo Francés que plantea Perry Anderson, pero con las especificidades históricas propias de la sociedad castellana. Grandes sectores de la nobleza que no poseen tierras y un campesinado fuerrte dada la tradición de “Consejos” que se consolidó en el proceso de reconquista harán inviables las vías Inglesa y Oriental. Como consecuencia de la reconquista el campesinado tendrá acceso a la tierra por la necesidad de poblar el territorio. La nobleza tendrá que compartir con el 9 campesinado, la Iglesia, sectores de la oligarquía urbana y la monarquía la posesión de tierras (es aquí cuando Monsalvo habla de bloque de poder). Esta estructura socioeconómica determina que la única vía de extracción del excedente a la que puede recurrir la nobleza para salir de la crisis sea el impuesto estatal o renta feudal centralizada (dada la debilidad de los señores y la poca tierra en sus manos). A diferencia del caso francés, en España esto se sumará a una crisis política de la monarquía que deberá crearse una base de poder para legitimarse y responderá otorgando señoríos a titulares que no tendrán la propiedad de esas tierras. La única vía para su reproducción como clase será el impuesto estatal (la alcabala) que por una merced de la monarquía pasa a recolectarse a nivel local. NOTAS i Perry Anderson “El Estado Absolutista”, Madrid, SigloXXI, 1979. Pag. 15 Carlos Astarita “Análisis crítico de los modelos interpretativos dominantes sobre el intercambio desigual en la historia” Boletín de Historia Social Europea, Facultad de Humanidades, Universidad Nacional de La Plata, 1989. Pag. 35) iii Idem. Pag. 50 iv Paul Mantoux “Las modificaciones de la propiedad territorial” en La Revolución Industrial en el sigloXVIII , Madrid, Aguilar, 1962. Pag. 168 v Norbert Elias “La sociedad cortesana”, México, FCE, 1982. Pag. 239 vi Perry Anderson “El Estado Absolutista”, Madrid, SigloXXI, 1979. Pag. 12 vii Idem. Pag. 14 viii José María Monsalvo Antón “Poder político y aparatos de estado en la Castilla bajomedieval. Consideraciones sobre su problemática”. Stvdia Historica. Historia Medieval, IV, 2, Universidad de Salamanca, 1986. Pag. 113-114. ix Idem. Pag. 143 x Idem. Pag. 133 xi Perry Anderson “El Estado Absolutista”, Madrid, SigloXXI, 1979. Pag. 195 ii