XIV CONGRESO NACIONAL DE POBLACIÓN, AGE Sevilla 2014 IMPLICACIONES GEOPOBLACIONALES DEL SUBSIDIO DE DESEMPLEO AGRARIO Y LA RENTA AGRARIA EN EL MEDIO RURAL ANDALUZ. Eugenio CEJUDO GARCÍA Dpto. Geografía Humana. Universidad de Granada. E-mail: [email protected] Francisco Antonio NAVARRO VALVERDE Dpto. Geografía Humana. Universidad de Granada. E-mail: [email protected] José Antonio CAÑETE PÉREZ Dpto. Geografía Humana. Universidad de Granada. E-mail: [email protected] Resumen El Subsidio de Desempleo Agrario en Andalucía ha venido históricamente asociado y recordado que forma machacona, con fines puramente electoralistas y partidistas casi siempre, a situaciones de fraude, voto cautivo, marginalidad, población subsidiada, economía sumergida, etc. En este contexto, se olvida el origen que generó su aparición, las razones sociales y laborales que lo justificaron, su aval como medida ajustada a derecho por sentencia del Tribunal Constitucional, el carácter de prestación asistencial que tiene desde sus inicios, el tratamiento Especial de un sistema como el REASS -Régimen Especial Agrario de la Seguridad Social- claramente discriminatorio frente al Régimen General de la Seguridad Social al que se acogían en derecho los trabajadores de sectores como la industria o los servicios. Se obvian los cambios normativos que ha ido sufriendo el cobro de la prestación y la aparición, tras la reforma del 2002, de un sistema alternativo al Subsidio, condenado a su extinción tras la implantación de la Renta Agraria. Cambios que han tenido una profunda transcendencia en el número, composición por género, edad y perfil de los perceptores desde que se aprobó su puesta en marcha en 1984 hasta 2011, momento a partir del cual el REASS desaparece para integrarse como un Sistema más dentro del Régimen General, con los beneficios –históricamente reclamados- que ello conlleva para este colectivo; integración que no ha supuesto la desaparición de dicha prestación. Pero sobre todo, entendemos, se minusvalora el papel que ésta prestación está jugando en dos aspectos que nos parece cruciales, como son su aportación a la pervivencia de CAMBIO DEMOGRÁFICO Y SOCIO TERRITORIAL EN UN CONTEXTO DE CRISIS 637 XIV CONGRESO NACIONAL DE POBLACIÓN, AGE Sevilla 2014 territorios, marginales unas veces, básicamente agrarios siempre, de Andalucía y Extremadura, por un lado, y por otro, como mecanismo que asegura la percepción de una jubilación para un colectivo cada vez más envejecido y, especialmente, feminizado que ha participado históricamente en las labores agrarias sin que su trabajo haya sido “asegurado” y reconocido por tanto como generador de derecho al cobro de prestación alguna. Como aportación territorial más notable, este subsidio desempeña, y con mayor significación en zonas de campiña y de sierra de Granada, Jaén, Córdoba y Sevilla, con municipios de tamaño medio (2.000-5.000 hab.), y sobredependencia económica del cultivo del olivar, un papel esencial, disminuyendo el éxodo rural de jóvenes y mujeres y manteniendo las estructuras demográficas y territoriales. En el rural profundo la significación presenta otra dimensión que debe ser valorada en base al envejecimiento de la población y de los activos agrarios de estos territorios. Palabras clave: subsidio agrario; desempleo agrario; implicaciones poblacionales política pública; implicaciones territoriales subsidio de desempleo agrario; Andalucía. 1. INTRODUCCIÓN A nadie se le escapa que abordar el tema de los Trabajadores Eventuales Agrarios Subsidiados (TEAS), ya sean perceptores del Subido de Desempleo Agrario (SDA) ya sean de la Renta Agraria (RA), no se puede hacer sin retrotraernos, cuanto menos, a la situación socioeconómica que viven estos territorios tras el proceso de transición democrática; a la desigual incidencia regional de la desagrarización en base, fundamentalmente, a la estructura de la propiedad de la tierra; a los sistemas cultivo y de explotación de la tierra al vaciamiento que éstos sufren tras el éxodo rural. Aspectos todos ellos que confluyen en un mercado de trabajo agrario precario, eventual, con altísimas tasas de paro y fuertes diferencias territoriales, siendo Andalucía y Extremadura las CC.AA. más afectadas. Es, por tanto, en un contexto de necesidad social en la que se enmarca, en primer lugar, la protección por desempleo del colectivo de trabajadores eventuales agrarios. ´ Pero, más allá de esta cuantificable realidad, el SDA debe ser encuadrado, en segundo lugar, dentro de una estrategia global de desmovilización campesina que tiene como referentes en Andalucía tanto a éste como a la “reforma agraria” aprobada en Andalucía en 1985 a la hora de alejar al jornalero andaluz de dos de sus señas de identidad: la lucha por la tierra como reivindicación histórica y el abandono de la cultura del trabajo en favor de la “limosna del subsidio”. No en vano, las constantes movilizaciones campesinas solicitando CAMBIO DEMOGRÁFICO Y SOCIO TERRITORIAL EN UN CONTEXTO DE CRISIS 638 XIV CONGRESO NACIONAL DE POBLACIÓN, AGE Sevilla 2014 cada vez más fondos para el Empleo Comunitario – instaurado en 1971y precedente inmediato del SDA- como fórmula para paliar, temporalmente, la falta de trabajo en el sector agrario y como instrumento –ineficaz con el paso de tiempo- de orden público frente a ellas, terminaron generando la aparición del SDA en 1984. En tercer lugar, la protección por desempleo que supone el SDA de Andalucía y Extremadura para sus trabajadores eventuales ha venido siendo considerada, de forma mayoritaria, más como una dádiva que como un derecho al que accede un trabajador tras cumplir con los requisitos que la Administración, a través de la Seguridad Social, establece para el cobro de dicha prestación dentro del Régimen Especial Agrario de la S.S (REASS), diferente del General, claramente desfavorecedor en prestaciones y coberturas así como en los devengos por ellas percibidos y que se ha mantenido hasta 2012 (Romero, 2009: 597607). Finalmente, al amparo de los mecanismos de “fraude” -existentes por otra parte- en el cobro del SDA se ha trasladado una imagen absolutamente falsa de Andalucía y Extremadura hasta alcanzar el mito de tierra subsidiada, especialmente de la mano de políticos al fragor de campañas electorales. Tal consideración es radicalmente falsa (Anula y Díaz, 1997) porque los beneficiarios de subsidios son muchos, están en todos los sectores económicos y se encuentran repartidos por todo el territorio nacional e internacional. Sin ánimo de extendernos ¿Cómo hay que llamar hoy en día a los que cobran a través del régimen de pago único en la Unión Europea unas cantidades desorbitadas –en relación con las del Subsidio- por el simple hecho de haber tenido el privilegio en su día de recibir ayudas a la producción ligadas a la Política Agrícola Común? En este breve marco referencial, el volumen, la tipología, la edad, el sexo de los perceptores y su distribución territorial han ido cambiando a lo largo del tiempo. Además, la existencia y continuidad de estas ayudas han favorecido, sin lugar a dudas, la continuidad de la población de estos territorios, reduciendo la sangría migratoria y propiciando el mantenimiento de una estructura de los asentamientos mucho más equilibrada y uniforme, territorialmente hablando, que la de otras Comunidades Autónomas en las que el despoblamiento se ha cebado de forma irreversible, o casi, con sus territorios rurales. Partiendo de estas premisas, los objetivos que nos proponemos se centrarán en: a) Reseñar, brevemente, los cambios normativos básicos que han marcado el desarrollo de estas prestaciones por su importante carácter en explicativo. CAMBIO DEMOGRÁFICO Y SOCIO TERRITORIAL EN UN CONTEXTO DE CRISIS 639 XIV CONGRESO NACIONAL DE POBLACIÓN, AGE Sevilla 2014 b) Analizar la evolución de los perceptores de SDA y RA atendiendo a parámetros como su número, edad y sexo. c) Territorializar estas variables a nivel provincial y municipal. Las fuentes de información utilizadas para el trabajo con datos municipales, han sido, por una parte, los colectivos acogidos al SDA, proporcionados por el Servicio Público de Empleo Estatal (SPEE) y el Servicio Andaluz de Empleo (SAE) a través del Instituto de Estadística y Cartografía de Andalucía (IECA), y por otra parte, los nuevos perceptores de la RA, extraídos gracias al Servicio Andaluz de Empleo. Los datos a esta escala de análisis sólo se han podido obtener a partir del año 2000, no habiendo posibilidad de acceder a información anterior a esta fecha para el conjunto de los municipios de Andalucía. Para los análisis provinciales, en unos casos, y para el conjunto del colectivo objeto de estudio se han utilizado tanto los Anuarios como los Boletines mensuales de Estadísticas Laborales publicadas por el Ministerio de Empleo y Seguridad Social. Del mismo modo, se ha recurrido a la solicitud, para algunos aspectos concretos, de explotaciones a medida por parte de los Servicios de Estadística de la Seguridad Social. 640 2. LOS CAMBIANTES ASPECTOS NORMATIVOS La protección por desempleo del REASS se ha caracterizado por el elevado número de normas aplicables, las discontinuidades en su evolución y su perfil cambiante y, a veces, contradictorio. Se entiende como una prestación “no contributiva” o “asistencial” destinada a los trabajadores eventuales agrarios por cuenta ajena que se encuentren en situación de desempleo y que cumplan una serie de requisitos legalmente establecidos, lo que establece su carácter individual y regulado1.Cuando se cumple con estos requisitos, el agricultor tiene derecho a recibir una prestación que equivale al 80% del Indicador Público de Renta a Efectos Múltiples –IPREM- vigente. Ello equivale al cobro de 426 Euros/mes. El periodo máximo que puede cobrar varía entre los 180 y 360 días atendiendo a cuestiones relacionadas con la edad y las cargas familiares del perceptor así como al número de jornadas trabajadas y cotizadas en los doce meses previos a la situación de desempleo. 1 a) Estar dado de alta en el REASS en situación de alta o asimilada y al corriente del pago de la cuota establecida. b) Tener domicilio en algún municipio de Andalucía o Extremadura. c) Tener 16 o más años y no haber cumplido la edad mínima que da derecho a obtener una pensión contributiva de jubilación, salvo que el trabajador no haya cotizado lo suficiente para ello. d) Carecer, en el momento de la solicitud y durante la percepción del subsidio de rentas individuales anuales superiores a las del Salario Mínimo Interprofesional vigente y no superar el límite familiar de rentas establecido. e) Inscribirse como demandante de empleo y suscribir el compromiso de actividad. f) Tener cotizadas un mínimo de 35 jornadas en el REASS en los doce meses anteriores a la situación de desempleo. g) Haber percibido el subsidio en algunos de los tres años anteriores a la fecha de solicitud. CAMBIO DEMOGRÁFICO Y SOCIO TERRITORIAL EN UN CONTEXTO DE CRISIS XIV CONGRESO NACIONAL DE POBLACIÓN, AGE Sevilla 2014 Esta formulación actual es el fruto de varios cambios, importantes y coyunturales unos, trascendentes y determinantes otros. El más destacable se produce con el llamado “decretazo” de 2002 -RDL 5/2002 de 24 de mayo- impulsado por el Gobierno del Partido Popular. Justificado en la ampliación de la protección a otros colectivos, termina imponiendo la extinción del SDA ya que, a partir de ese momento, es necesario haber sido beneficiario del subsidio en alguno de los tres años naturales inmediatamente anteriores a la fecha de solicitud. En consecuencia desde el 27 de mayo de 2002, además de a otros colectivos, se imposibilita el acceso de nuevos perceptores al cobro de esta prestación. Las críticas políticas y las movilizaciones sociales emprendidas en Andalucía y Extremadura obligaron introducir algunas modificaciones que, finalmente, terminaron con el establecimiento de la Renta Agraria a través del RD 864/2006. Con ella se consolida la estructura del sistema de protección por desempleo para este colectivo en estos territorios. El SDA para los trabajadores que habían sido perceptores del mismo durante los tres años anteriores a la solicitud y la RA para el resto. 3. EVOLUCIÓN DEL NÚMERO DE PERCEPTORES DEL SDA Y RA La primera cuestión que debería quedar clara, aunque no haga falta insistir demasiado en ello, es que los perceptores de estas prestaciones son un porcentaje pequeño, variable y en los últimos años cada vez menor en relación con los beneficiarios de la Seguridad Social; fueron algo más del 20% entre 1986-90 y 1999-2001 y en 2011 apenas son el 7%. La evolución de los perceptores del SDA se refleja en la figura 1. En ella se muestra como su número se incrementó desde su implantación en 1984 -casi 200.000- hasta rondar los 300.000 en 1989 y 1990. A partir de esos momentos se produce su acelerado descenso hasta tocar suelo apenas superando los 200.000 en 1992. Entre este año y el 2003, cuando entra en vigor el llamado “decretazo”, sus valores que fluctúan entre los 220-225.000 perceptores. A partir de ese año se inicia el principio del fin de esta prestación. CAMBIO DEMOGRÁFICO Y SOCIO TERRITORIAL EN UN CONTEXTO DE CRISIS 641 XIV CONGRESO NACIONAL DE POBLACIÓN, AGE Figura 1. Evolución del número de perceptores del SDA. Sevilla 2014 Otro hecho evidente es que la inmensa mayor parte de los perceptores son andaluces y su significación se incrementa con el devenir de los años ya que, alcanzados los 40.000 en los años 1988-89, los extremeños desciende de Fuente: Anuarios y Boletines mensuales de Estadísticas Laborales del Ministerio de Empleo y Seguridad Social. Elaboración propia. forma casi constante hasta los 20.000 de 2011. Por otro lado, las tres curvas presentan un discurrir bastante similar entre ellas salvo por la mayor intensidad con la que los perceptores de Extremadura se incorporan en los primeros años, para posteriormente ir perdiendo peso dentro del conjunto –del 18,8% que representaron en 1984 se pasa al 12,56% en 1990, porcentaje que mantendrá, con ligeras variaciones, en el resto del periodo- (López, 2003). Esta simetría en las oscilaciones, además de permitir establecer fases en su trascurrir, tiene que ver con el hecho de que éstas vienen marcadas más por cambios normativos, favoreciendo o reduciendo el volumen de posibles beneficiarios, que por cuestiones ligadas al mercado de trabajo, al menos en este nivel general de análisis (Román, 2004; Sánchez y Vicéns, 2010). En base a ello se podrían diferenciar 4 fases –ver tabla 1-. - La primera, marcada por el ascenso de los efectivos, acumula una ganancia del 54,3% respecto a 1984. Dicho incremento es significativo en Andalucía y bastante menor en Extremadura -crecimiento del 65% en la primera y un 11% en la segunda-. - A partir de 1990 la vertical caída de los valores, hasta tocar suelo en 1996 a niveles de 1984, es lo que define a la segunda etapa. Este descenso se convierte en desplome en el caso extremeño donde los valores del años 1996 suponen el 69% de los registrados en 1984, en el caso andaluz se superan en un 7% los del año de inicio. En este contexto de fuerte descenso generalizado, los años 1992-94 ofrecen un pequeño repunte de los beneficiarios -en torno al 10%-, más importante en el caso andaluz que en el extremeño. - La tercera, a partir de 1997, señala un nuevo crecimiento hasta el año de 2002, momento en el comienza un nuevos descenso de los perceptores del SDA. Durante ese periodo los valores se van incrementando a una media anual del 5%. En esta etapa el comportamiento de las CC.AA. es similar con crecimientos constantes y en porcentajes bastante similares en ambas, un 15% para el caso de Extremadura y un 22,6% en Andalucía. CAMBIO DEMOGRÁFICO Y SOCIO TERRITORIAL EN UN CONTEXTO DE CRISIS 642 XIV CONGRESO NACIONAL DE POBLACIÓN, AGE Sevilla 2014 - La última es la que se inicia en 2002 y se prolonga hasta nuestros días, es la del inicio del fin de esta prestación por la constante desaparición física de sus menguantes perceptores. Tabla 1. Perceptores del SDA por provincia. Valores índice 1984=100 Almería Cádiz Córdoba Granada Huelva Jaén Málaga Sevilla Andalucía Badajoz 1984 100,0 100,0 100,0 100,0 100,0 100,0 100,0 100,0 100,0 100,0 1985 95,7 83,1 99,6 98,4 116,7 99,0 87,7 103,4 97,7 85,9 1986 151,1 97,3 120,4 135,7 172,6 123,0 110,5 128,2 124,2 99,2 1987 155,3 105,0 129,6 153,3 217,9 114,5 116,0 151,1 137,1 97,3 1988 180,9 108,7 154,3 173,6 272,6 128,0 123,5 167,4 154,4 99,2 1989 221,3 118,7 175,7 183,5 298,8 116,0 127,8 177,1 164,4 96,2 1990 223,4 111,4 176,5 187,4 303,6 109,0 132,7 181,7 165,1 85,5 1991 176,6 75,8 146,5 154,4 221,4 122,0 125,3 128,7 132,1 68,3 1992 157,4 66,7 135,2 130,2 156,0 115,5 112,3 98,2 111,5 63,0 1993 178,7 81,7 149,1 141,8 183,3 122,5 119,8 116,3 125,9 59,9 1994 168,1 85,4 152,2 140,1 196,4 120,0 116,0 120,4 127,5 60,7 1995 157,4 83,1 143,5 135,7 191,7 113,5 109,9 111,0 120,7 61,5 1996 144,7 76,3 129,6 130,2 159,5 99,5 104,3 92,2 107,3 56,9 1997 148,9 75,3 129,1 127,5 167,9 102,0 111,7 91,1 108,1 54,6 1998 163,8 74,0 137,4 126,4 167,9 110,0 117,3 100,2 113,7 52,7 1999 170,2 74,0 142,6 136,3 175,0 110,5 122,8 104,1 117,9 57,3 2000 180,9 79,9 148,3 139,0 203,6 117,5 121,6 114,2 125,3 63,4 2001 184,3 81,1 151,2 143,0 211,4 123,1 122,3 124,9 130,7 66,2 2002 180,3 77,3 146,5 132,5 202,5 123,9 113,4 121,0 125,7 66,1 2003 162,4 71,5 134,7 123,7 183,6 99,4 97,6 105,7 111,5 65,4 2004 152,5 66,3 126,5 123,3 176,8 118,9 94,6 98,8 109,1 63,0 2005 141,1 63,8 121,9 118,2 174,1 120,1 88,0 96,9 106,0 61,2 2006 128,6 61,0 119,1 111,1 161,3 112,5 87,0 99,1 102,8 58,7 2007 115,5 57,1 116,7 104,2 147,7 107,4 81,0 93,9 97,3 55,9 2008 109,9 53,0 111,5 97,8 139,5 105,3 76,1 88,0 92,1 53,9 2009 105,0 51,6 107,4 92,3 132,0 99,9 73,6 84,4 88,2 51,0 2010 99,2 50,3 104,1 88,5 125,5 97,5 71,0 82,6 85,4 48,9 2011 92,2 48,0 100,6 83,7 121,7 94,4 66,7 78,8 81,7 47,0 Fuente: Anuarios y Boletines mensuales de Estadísticas Laborales del Ministerio de Empleo y Seguridad Social. Elaboración propia. Cáceres 100,0 96,0 124,2 127,3 154,5 150,5 147,5 123,2 111,1 120,2 125,3 119,2 101,0 99,0 105,1 115,2 122,2 123,9 113,3 110,4 106,0 100,0 92,4 89,2 85,4 81,1 77,7 74,4 Extremadura 100,0 88,6 106,1 105,5 114,4 111,1 102,5 83,4 76,2 76,5 78,4 77,3 69,0 66,8 67,0 73,1 79,5 82,0 79,0 77,7 74,8 71,9 67,9 65,0 62,6 59,2 56,8 54,5 TOTAL 100,0 96,0 120,8 131,2 146,9 154,3 153,4 123,0 104,9 116,6 118,3 112,5 100,1 100,4 104,9 109,5 116,7 121,5 116,9 105,2 102,7 99,6 96,2 91,2 86,6 82,7 80,0 76,6 Junto al consenso sobre la explicación de carácter jurídico de esta periodización, no convendría minusvalorar la incidencia de otras razones. De un lado, el proceso de expansión de mercados de trabajo no necesariamente agrarios como las actividades directa e indirectamente ligadas a la construcción o al turismo que demandaron un volumen ingente de mano de obra poco cualificada pero más estable y mejor remunerada que en el sector agrario (Cansino, 2001; Cansino y Díaz, 1997). De otro, la importancia recurrente – figura 2- de las incidencias climatológicas -prolongados periodos de sequía, heladas, lluvias intensas, etc.- responsables no sólo de la reducción de la oferta de trabajo agrario sino también, y consecuencia de ello, de las variaciones respecto de la obligación de acreditar el número mínimo de peonadas requeridas, máxime en los casos en los que no se admiten las realizadas en los trabajos del PER para la solicitud de la prestación, como es el caso de la RA (Pita, 2001; Ministerio de Medio Ambiente, 2007). CAMBIO DEMOGRÁFICO Y SOCIO TERRITORIAL EN UN CONTEXTO DE CRISIS 643 XIV CONGRESO NACIONAL DE POBLACIÓN, AGE Sevilla 2014 Figura 2. Índice estandarizado de sequía pluviométrica de Andalucía 1950-2012. Fuente: REDIAM, Consejería de Medio Ambiente, Junta de Andalucía. Por último, el número de perceptores de RA se irá elevando desde 2003 –momento en el que entra en vigor- en paralelo a la reducción de los perceptores del SDA, de tal forma que en 2011 éstos representen 5,17% mientras aquellos son el 1,89% de los beneficiarios que reciben prestación por parte de la S.S. Además, estas tendencias antagónicas están acortando las diferencias entre los perceptores de SDA y RA al punto de suponer la segunda el 26,78% del conjunto de los TEAS en 2011. 3.1. ¿Dónde residen los perceptores del SDA del REASS? Los datos provinciales La respuesta la mostramos en la tabla 2. Sevilla destaca sobremanera por encima de las demás provincias al punto de suponer casi la quinta parte de los perceptores del SDA, oscilando entre el 26,88 de 1990 y el 23,35% de 2011. A ella le siguen Córdoba con valores en torno al 17%, Granada y Jaén en torno al 13%. El conjunto de las 4 incrementan su peso con el paso de los años desde el 54,55% en 1984 al 62,25% de 2011. En el extremo opuesto encontramos las provincias de Almería y Cáceres con un 4 y 5%, respectivamente. 1984 1985 1986 1987 1988 1989 1990 1991 1992 1993 1994 1995 1996 1997 1998 1999 2000 2001 2002 2003 2004 2005 2006 2007 2008 Almería 2,45 2,44 3,06 2,90 3,01 3,51 3,56 3,51 3,67 3,75 3,48 3,42 3,54 3,63 3,82 3,80 3,79 3,71 3,77 3,78 3,63 3,47 3,27 3,10 3,11 Cádiz 11,40 9,87 9,18 9,13 8,43 8,77 8,28 7,03 7,25 7,99 8,23 8,42 8,68 8,56 8,04 7,70 7,81 7,60 7,53 7,75 7,36 7,31 7,22 7,14 6,98 Tabla 2. Perceptores del Subsidio de Desempleo Agrario por provincias y CC.AA. (% sobre el total) Córdoba Granada Huelva Jaén Málaga Sevilla Andalucía Badajoz 11,97 9,47 4,37 10,41 8,43 22,70 81,21 13,64 12,42 9,71 5,31 10,74 7,70 24,46 82,65 12,20 11,94 10,65 6,25 10,60 7,72 24,09 83,49 11,21 11,83 11,07 7,26 9,09 7,46 26,15 84,88 10,12 12,58 11,20 8,11 9,07 7,09 25,87 85,36 9,21 13,63 11,26 8,47 7,82 6,98 26,04 86,48 8,50 13,78 11,58 8,66 7,40 7,30 26,88 87,44 7,60 14,27 11,90 7,87 10,33 8,59 23,75 87,26 7,58 15,43 11,76 6,50 11,46 9,03 21,24 86,35 8,19 15,31 11,52 6,88 10,94 8,66 22,63 87,68 7,01 15,40 11,22 7,26 10,56 8,27 23,11 87,54 7,00 15,26 11,42 7,45 10,50 8,23 22,39 87,10 7,45 15,50 12,32 6,97 10,35 8,79 20,90 87,05 7,75 15,40 12,03 7,31 10,58 9,39 20,59 87,50 7,42 15,68 11,41 7,00 10,92 9,43 21,69 87,99 6,85 15,60 11,79 6,99 10,51 9,46 21,59 87,45 7,13 15,21 11,28 7,63 10,48 8,79 22,21 87,20 7,40 14,90 11,14 7,61 10,54 8,48 23,33 87,31 7,43 15,00 10,74 7,57 11,03 8,18 23,48 87,30 7,71 15,34 11,14 7,63 9,84 7,82 22,81 86,11 8,48 14,75 11,37 7,53 12,06 7,77 21,84 86,31 8,37 14,66 11,25 7,65 12,55 7,45 22,10 86,44 8,39 14,82 10,94 7,33 12,17 7,63 23,36 86,74 8,31 15,32 10,83 7,08 12,26 7,49 23,37 86,60 8,36 15,43 10,70 7,05 12,67 7,42 23,07 86,42 8,50 Cáceres 5,15 5,15 5,30 5,00 5,42 5,03 4,96 5,17 5,46 5,31 5,46 5,46 5,20 5,08 5,16 5,42 5,40 5,25 4,99 5,41 5,32 5,18 4,95 5,04 5,09 CAMBIO DEMOGRÁFICO Y SOCIO TERRITORIAL EN UN CONTEXTO DE CRISIS Extremadura 18,79 17,35 16,51 15,12 14,64 13,52 12,56 12,74 13,65 12,32 12,46 12,90 12,95 12,50 12,01 12,55 12,80 12,69 12,70 13,89 13,69 13,56 13,26 13,40 13,58 644 XIV CONGRESO NACIONAL DE POBLACIÓN, AGE 2009 3,10 7,12 15,54 10,57 6,98 12,57 7,50 23,16 86,54 2010 3,03 7,16 15,57 10,47 6,85 12,68 7,48 23,42 86,67 2011 2,94 7,14 15,72 10,35 6,94 12,83 7,35 23,35 86,63 Fuente: Anuarios y Boletines mensuales de Estadísticas Laborales del Ministerio de Empleo y Seguridad Social. Elaboración propia. Sevilla 2014 8,41 8,33 8,36 5,05 5,00 5,01 13,46 13,33 13,37 Ahora bien, la evolución temporal de las diferentes provincias no es similar en todas ellas, lo que ha hecho que unas, como es el caso de Cádiz o Badajoz, pierdan protagonismo de forma clara con el paso de los años mientras que Córdoba, Jaén o Huelva muestren la situación contraria. Además la intensidad de dichos cambios ha sido dispar a lo largo del periodo analizado; sólo destacamos –un análisis en detalle excede este marco- que la reforma de 2002 incrementó el número de perceptores, en términos comparativos siempre, de Córdoba y, especialmente, de Jaén. ¿Qué reparto y evolución provincial se observa en los perceptores de RA? Muy similar, salvo algunos matices, al registrado en relación con el SDA. Por provincias la suma de Córdoba, Granada, Jaén y Sevilla suponen el 56,54% del total en 2003, valor que en 2011 alcanzará el 65,14%. Ello significa que dos tercios de los perceptores de RA tienen su lugar de residencia en alguna de estas cuatro provincias. Otro hecho a destacar es que, salvo Sevilla, las otras tres provincias muestran año a año ganancias, lo que hace que Jaén casi duplique sus valores entre 2003 y 2011 (8,20 y 15%, respectivamente). El resto de provincias van perdiendo importancia dentro del conjunto, siendo paradigmático el caso de Huelva que pasa del 12% al 7,17%. Finalmente, hemos de señalar la caída de perceptores de los años 2008-09 y la evolución positiva del 2010-11. Estas oscilaciones, que afectaron de forma diversa a las diferentes provincias, tienen que ver, en una primera aproximación, con los últimos años de sequía a los que siguieron fuertes precipitaciones e inundaciones que afectaron a la campaña de recogida de la aceituna, obligando a reducir el número de jornadas necesarias para el cobro de la prestación de 35 a 20 - RDL 2/2010 de 19 de marzo- y que afectaba, sobre todo, a los solicitantes de RA. El reparto municipal de los TEAS en 2000 y 2011 se puede observar en los mapas 1 y 2. En ellos, sin poder entrar en detalle en la distribución municipal, resaltan dos cuestiones. Por un lado, la significativa presencia de este colectivo en municipios de importante tamaño demográfico y en los que la actividad agraria sigue jugando un papel determinante -agrociudades-. Dichos municipios se sitúan a lo largo del Valle del Guadalquivir ligados a los cultivos de secano (cereal) de las campiñas sevillanas y cordobesas; a las grandes zonas olivareras de las Subbéticas así como a las zonas freseras, hortofrutícolas y vitícolas de Huelva y Cádiz. Por otro, la reducción de los colores más intensos que muestran los dos mapas son el reflejo de la progresiva reducción del número de efectivos que perciben estas CAMBIO DEMOGRÁFICO Y SOCIO TERRITORIAL EN UN CONTEXTO DE CRISIS 645 XIV CONGRESO NACIONAL DE POBLACIÓN, AGE Sevilla 2014 prestaciones, pudiéndose observar una disminución en las zonas ligadas a cultivos menos intensivos en mano de obra –campiñas cerealistas- y el mantenimiento en las zonas más ligadas al olivar, más intensivo en mano de obra, pese al intenso proceso de mecanización sufrido en ciertas labores muy demandantes de empleo como es el caso de la recogida. Mapas 1 y 2. Cifras absolutas de TEAS por municipio para los años 2000 y 2011 Fuente: www.seg-social.es/Internet_1/Estadistica. Instituto Estadística y Cartografía Andalucía. Elaboración propia. 3.2 Edad y sexo de los perceptores: la edad media se incrementa, la mujer es beneficiaria principal La figura 3 pone de manifiesto que las mujeres se incorporaron al cobro de esta prestación de forma más tardía que los hombres durante los 7 primeros años de implantación, momento a partir del cual las curvas se cruzan y se distancian definitivamente. Tras la reforma de 2003 se acentúa esta tendencia ya que se impide la incorporación de nuevos efectivos –mayoritariamente hombres- y además la obligación de haber percibido la prestación tres años antes de la nueva solicitud afectó en mayor medida a éstos que a aquéllas. Si atendemos a la edad de los perceptores –figura 4-, rápidamente se comprueba que el grupo predominante, como no podía ser de otra manera, es el comprendido entre los 25 y 54 años; por su parte los grupos de edad 16-19 y 20-24 años tienen una significativa importancia, sobre todo el segundo, hasta 1992, punto a partir del cual su tendencia decreciente es imparable hasta llegar a su desaparición tras la reforma de 2002. No en vano, estos dos grupos de edad llegaron a representar en los momentos de auge, 1991, el 27% del total; en 1996 se sitúan por debajo del 10 y de ahí a su desaparición es un constante declinar año a año. Por el contrario, la evolución del grupo de 55 y más años es diametralmente distinta. Si bien su presencia desde los primeros años ha sido significativa, aunque con valores inferiores a los de los jóvenes (entre el 20% y el 11%), su importancia CAMBIO DEMOGRÁFICO Y SOCIO TERRITORIAL EN UN CONTEXTO DE CRISIS 646 XIV CONGRESO NACIONAL DE POBLACIÓN, AGE Sevilla 2014 se va a ir incrementado tanto en términos absolutos como relativos, llegando a suponer en 2011 el 40% de los beneficiarios. Figuras 3 y 4. Perceptores del SDA según sexo y grupos de edad. Fuente: Anuarios de Estadísticas Laborales del MTIN. Elaboración propia. Es evidente que trayectorias diferentes de vida con objetivos distintos como la búsqueda de una jubilación más o menos cercana para unos, las alternativas laborales en otros sectores en expansión como la construcción y el sector servicios que ofrecen retribuciones mucho más altas y seguras que las agrarias para los colectivos jóvenes –lo que a la larga les alejará definitivamente de la posibilidad del cobro del subsidio-; las consecuencias de las reformas legales, en tanto que exigencias a la hora de cumplir el número de jornadas trabajadas y cotizadas así como los mínimos de rentas exigidas para poder percibir la prestación y, finalmente, los impedimentos del “decretazo” liberal de 2002, están en el origen de estas dispares trayectorias por grupos de edad (Díaz, 2006). Pero, ¿estas trayectorias vitales son iguales en el caso del hombre y la mujer? No. Se manifiesta si no antitéticas, sí enormemente dispares –figuras 5 y 6-. Es evidente que la incorporación del hombre a la prestación es “súbita” y se mantiene hasta 1990 mientras que la de la mujer es pausada y alcanza su cénit en el momento en que aparece el declive de los efectivos varones. Mientras la curva del hombre inicia un camino descendente y sin retorno a sus valores históricos de 1990, en la de la mujer, a pesar de las oscilaciones, los valores se mantienen en una franja que raras veces desciende de las 100.000 beneficiarias, aunque la tendencia iniciada tras la reforma de 2002, al igual que para todo el sistema, las aboca a desaparecer. Otro hecho a destacar es que el volumen de efectivos de más de 55 años se concentran de forma clara en las mujeres, llegando a duplicar a los masculinos de esa misma edad. El no haber salido del sistema bien por no poder al estar inmersas en la “rueda del temporerismo, trabajando como temporeras durante las campañas agrícolas y percibiendo posteriormente el subsidio agrario” (Nuevo, 2000, 92), bien por no querer en busca de unos ingresos mayores, agrarios o no agrarios, lo que acarrearía una movilidad CAMBIO DEMOGRÁFICO Y SOCIO TERRITORIAL EN UN CONTEXTO DE CRISIS 647 XIV CONGRESO NACIONAL DE POBLACIÓN, AGE Sevilla 2014 territorial a la que no siempre puede o quiere acceder y que la limita laboralmente (Camarero, 2009), y el objetivo último de una pensión de jubilación están en el origen de este predominio femenino, más allá de la componente “natural” de la pirámide de población de Andalucía y Extremadura (García y Cruz, 1995; Langreo, 2004; Cruces y Palenzuela, 2006). Figuras 5 y 6. Hombres y mujeres perceptores del SDA según grupos de edad. Fuente: Anuarios de Estadísticas Laborales del MTIN. Elaboración propia. Las consecuencias demográficas más claras y evidentes son el progresivo envejecimiento y feminización de este colectivo; las figuras 7 y 8 lo demuestran. En ellas se representan sus pirámides de población en 2011 y en 1996, primer año con datos desagregados quinquenalmente. Tanto el envejecimiento de la pirámide como su feminización son más que evidentes si tenemos en cuenta que ya en 1996 las mujeres superan a los hombres con el 51,36%, pasando en 2002 a ser el 58,57% y 63% del total en 2011 y, lo que es más evidente aún, que el colectivo femenino de 50 y más años representaba el 17,43% en 1996, el 22,47% en 2002 y en 2011 supone el 34,7%. Es decir, ha duplicado su importancia relativa en 15 años. Si a ese incremento le sumamos el otro 5% más para el caso de los hombres –del 15,16% de 1996 se pasa al 20,93% de 2011- es fácil entender los dos aspectos que estamos señalando: envejecimiento y feminización. Por el contrario, los menores de 30 años perceptores del SDA suponía el 25,79% en 1996 -13,47% hombres y 12,32 mujeres-, 17,91% en 2002 y al final del periodo analizado apenas llegan al 1,79% del total, lo que supone casi su extinción como perceptores del SDA. Como puede entenderse si la comparación de los colectivos que ahora estamos señalando la realizamos con los primeros años de implantación del SDA, las diferencias son mucho mayores, especialmente en los grupos de edad extremos. En efecto, mientras en 1984 el colectivo de menos de 25 años alcanzaba el 22,25%, siendo las mujeres el 1,99%, y los mayores de 55 años representaban el 15,6%, representando las mujeres el 1,44, en 2011 el colectivo menor de 25 no existe y el mayor de 55 años es casi el 38% y la mujer supone el CAMBIO DEMOGRÁFICO Y SOCIO TERRITORIAL EN UN CONTEXTO DE CRISIS 648 XIV CONGRESO NACIONAL DE POBLACIÓN, AGE Sevilla 2014 23,67%. Ni que decir tiene que las diferencias provinciales y autonómicas existen y son muy llamativas aunque no podamos abordarlas en esta comunicación. Figuras 7 y 8. Pirámides del total de perceptores del SDA 2011 y 1996. Fuente: Anuarios de Estadísticas Laborales del MTIN. Elaboración propia. En este contexto la inclusión de los perceptores de RA genera un proceso de rejuvenecimiento de la pirámide de edades bastante significativo -figura 9-. En efecto, lo primero que se puede observar, tomando como referencia el años 2005 –primero del que se disponen datos a este nivel de desagregación- es que los varones beneficiarios son muy jóvenes, resaltando especialmente el grupo 20-24, ya que es el presenta los mayores porcentajes dentro de su propio sexo. Uno de cada 5 hombres beneficiarios pertenecen a ese grupo de edad; si tomamos como referencia de población joven a los menores de 30 años el valor alcanzado por este colectivo es del 50,53%. Del mismo modo, si tomamos a la población de 50 y más años el porcentaje que alcanza en 2005 es del 17,51%. Dicho de otro modo, los perceptores son mayoritariamente jóvenes pero los tramos de mayor edad tienen una significativa representación. Por el contrario, para las mujeres la situación de partida es diferente en la medida en que participan con más fuerza los colectivos que se encuentra en una edad madura –si por tal entendemos al colectivo comprendido entre los 30 y 49 años, siendo más del 50% frente al 32 de los hombres. En definitiva, que en el caso de la mujer la incorporación a la percepción de la RA es más homogénea entre los diferentes grupos de edad hasta llegar a los 45 años, momento en el que su participación cae en picado. ¿Qué pasa con el devenir de los años? Una cosa que antes apuntábamos en nuestro análisis y que ahora podemos concretar. Nos referimos a la importante incorporación de efectivos masculinos a la percepción de la prestación como consecuencia de la crisis de la construcción. La prueba de ello queda reflejada en la importancia que adquieren los grupos de edad 20-24 y 25-29 -incluso al 16-19- que pasan a convertirse en hegemónicos en 2011. Es decir, la crisis de la construcción reconduce una parte de sus desempleados al CAMBIO DEMOGRÁFICO Y SOCIO TERRITORIAL EN UN CONTEXTO DE CRISIS 649 XIV CONGRESO NACIONAL DE POBLACIÓN, AGE Sevilla 2014 desempeño de la actividad agraria, el incremento de los perceptores de RA a los que estamos aludiendo es su lógica consecuencia. Esta misma situación se repite en el colectivo femenino aunque en su caso la edad de acceso es mayor. Así hasta 2009 el valor más alto de la serie para la mujer era el del grupo de edad de 20-24 años, desplazándose al siguiente, 25-29, a partir de esa fecha. El recurso a la actividad agraria y al posterior cobro de la RA por parte de este colectivo en estas edades puede encontrar su explicación en la necesidad de aportar ingresos a hogares en los que alguno o todos sus miembros se pueden encontrarse en paro, tal y como se ha comprobado para el varón. Figura 9. Pirámide del total de TEAS en 2011. Mapa 3.TEAS mujeres respecto de mujeres de 1564años 650 Fuente: Anuarios de Estadísticas Laborales del MTIN. Elaboración propia. Finalmente, en el mapa 3 representamos una variable que nos parece crucial desde la perspectiva desde la que se aborda el trabajo, como es la importancia municipal que representan las mujeres perceptoras de SDA o RA a nivel andaluz. De su distribución se aprende el capital papel que el cobro de estas prestaciones desempeña en la permanencia del colectivo femenino en los municipios pequeños y serranos –lo que se denomina rural profundo- y, por ende, con el mantenimiento de dichos asentamientos. Obsérvese, si lo comparamos con los anteriores, que la presencia de los grandes municipios campiñeses del Valle del Guadalquivir deja paso a los pequeños y montanos, demográfica y territorialmente hablando. Es cierto que es un colectivo que envejece –aunque se haya rejuvenecido en los últimos años a través de la RA- pero lo hace en sus municipios, pequeños unos, no tanto otros; unas veces serranos otras no, y eso es muy importante. 4. CONCLUSIONES El sistema de protección para los desempleados eventuales agrarios de la Seguridad Social a través del Subsidio de Desempleo Agrario y la Renta Agraria debe ser entendido, por un lado, como una fórmula de protección que da respuesta a los problemas sociales que en CAMBIO DEMOGRÁFICO Y SOCIO TERRITORIAL EN UN CONTEXTO DE CRISIS XIV CONGRESO NACIONAL DE POBLACIÓN, AGE Sevilla 2014 Andalucía y Extremadura generan la importancia de una actividad, como es la agraria, fuertemente demandante de trabajo pero con un marcado carácter temporal. Por otro, su tratamiento dentro de la protección social de la S.S. ha sido, hasta su desaparición en 2012, catalogado como especial y claramente discriminatorio en sus medidas y dotación financiera en relación con el Régimen General. Las modificaciones normativas han configurado, de forma cada vez más clara, dos tipos de colectivos. Uno, el perceptor del SDA, decreciente en su número, cada más envejecido y feminizado y, otro, el beneficiario de la RA, colectivo creciente, más joven pero igualmente compuesto, mayoritariamente, por mujeres. Se tratan de dos perfiles diferentes que responden a situaciones de vida distintas. Por un lado, el perceptor mayoritario, del SDA que tiene, como objetivo último, la percepción de una pensión de jubilación, cada vez más desligado del mercado de trabajo agrario, compuesto por mujeres de forma abrumadora, y que recibe la presentación durante todo el año al cumplir más de 55 años acogiéndose al sistema especial para el cobro del SDA. Por otro, el perceptor minoritario, de RA en el que la juventud es el elemento determinante así como, de nuevo, la significativa participación femenina pero a partir del grupo de edad 25-29 años. Ello se explica porque el varón joven se ha incorporado al cobro de la RA tras su incorporación al trabajo agrario, como alternativa a la crisis de la construcción. La importancia de la mujer en edades más tardías nos habla de una presencia previa mayor a la vez que de una estrategia de incremento de renta en familias vapuleadas por el desempleo personal o de otros miembros de la unidad familiar. Finalmente, el olivar se termina convirtiendo de forma progresiva en el determinante último que explica la distribución de los perceptores de estas prestaciones de ahí la cada vez mayor importancia de estos perceptores en las comarcas de las campiñas jiennenses o en las subbéticas cordobesas y granadinas. Por ello, opinamos que los requerimientos para conceder tal SDA deben ser revisados teniendo en consideración criterios demográficos, económicos, sociales y territoriales: ampliar y facilitar su cobertura entre los trabajadores agrícolas del rural profundo y montano; entre los colectivos desempleados de edad joven de ambos sexos para contribuir en mayor medida a la fijación poblacional y al reemplazo generacional; mejorar la formación y la cualificación de sus perceptores; la modernización del sector agrario, especialmente del subsector del olivar; y la búsqueda de nuevos yacimientos de empleo en los territorios más afectados por el desempleo estructural rural; son alternativas estratégicas esenciales. CAMBIO DEMOGRÁFICO Y SOCIO TERRITORIAL EN UN CONTEXTO DE CRISIS 651 XIV CONGRESO NACIONAL DE POBLACIÓN, AGE Sevilla 2014 BIBLIOGRAFÍA ANULA, C. y DÍAZ, E. (1997): “Mercado de trabajo y estrategias familiares: el caso de la Andalucía rural”, en Estudios Regionales, nº 48, pp. 1-26. 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