Olor, música y bolsas de papel: cómo seducir al cerebro para `pasar

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Olor, música y bolsas de papel: cómo seducir al cerebro para
‘pasar por caja’
experiencias a las que alude ese color, mientras que los
sinestéticos son la sensación física que provocan en el
consumidor. “El verde oliva, por ejemplo, produce
amargor”, señala Lisardo Mendo, responsable de Odos
Visual Merchandising. En cambio, el rojo crea apetito,
por lo que se emplea a menudo en establecimientos de
restauración. “Además, da una cierta sensación de euforia
que motiva a comer más rápido y, por tanto, dejar la mesa
pronto”, explica Mendo.
¿Por qué están perfumadas las tiendas de Oysho? ¿Qué
sentido tiene que Abercrombie&Fitch apenas ilumine sus
tiendas, sin dejar ver si quiera el producto? ¿Por qué se
apilan los jerséis, en lugar de mostrarlos en perchas? En la
lucha por destacar en las calles comerciales, los retailers
tienen una nueva arma, el neuromárketing que, en lugar
de apelar a la razón, utiliza los sentidos del cliente para
motivar la venta sin que el consumidor se dé cuenta.
El neuromárketing es una disciplina de la neurociencia que
estudia cómo actúa el cerebro humano para condicionar la
venta. Actúa en tres fases: incentivo, trabajo y
recompensa, explica Andrés de España, fundador de la
consultora especializada en neuromárketing 3 Dids. El
incentivo se refiere a los estímulos que recibe el cliente
para la compra desde el momento en que pisa el
establecimiento; el trabajo, a todas las tareas que tiene
que realizar para adquirir un artículo, y la recompensa, a
lo que recibe una vez ha hecho la transacción.
Cuando un consumidor entra en una tienda, todos sus
sentidos, desde el gusto hasta el tacto, se activan, y tienen
un impacto sobre cómo se comporta en el establecimiento.
El primer sentido que entra en acción es la vista: “cuando
un producto tiene volumen el cerebro lo asocia a un valor
mayor, por eso los jerséis, en lugar de colgarse, se apilan”,
explica De España
Aunque, a priori, en esta fase se enmarcarían también los
colores, Francesc Rufas, profesor de márketing de EAE
Business School, subraya que no pueden considerarse
parte de la disciplina del neuromárketing. “El
neuromárketing influencia la mente del cliente de manera
subliminal, pero el color es bastante evidente”, explica el
experto. Aun así, los colores sí tienen efectos psicológicos
y sinestésicos que pueden tener un impacto en la compra.
Los efectos psicológicos se refieren a las ideas o
En el sector de la moda, los colores del visual
merchandising son todavía más relevantes, porque
interactúan con los colores de los propios productos
expuestos. Por eso, los expertos recomiendan utilizar
colores neutros como el gris, que no afecta a la percepción
de los tonos de las prendas y causan una sensación de
tranquilidad que invita a pasear por la tienda y pasar más
tiempo en el establecimiento.
Otra de las herramientas clave para crear sensaciones de
manera subliminal es la iluminación. “El 60% del éxito de
una solución de tienda depende de la luz”, explica Lisardo
Mendo. Una luz fría se recomienda para iluminar artículos
brillantes, como coches o diamantes, si bien esa
iluminación no debe ampliarse al resto de la tienda si lo
que se comercializa son artículos, como joyas o ropa, que
irán después en contacto directo con la piel. En cambio, la
luz cálida invita a pasar más tiempo en la tienda y aumenta
las probabilidades de una potencial compra final.
Sin embargo, hay marcas que rompen con las normas de la
disciplina y optan por una iluminación más oscura que, en
ocasiones, ni siquiera permite apreciar el producto. Es el
caso, por ejemplo, de Abercrombie&Fitch, pionero en
algunos procesos como el uso del olor.
“Cuando todas las tiendas tienden a parecerse cada vez
más, la diferenciación también es un valor en alza, aunque
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signifique ir contra las reglas del neuromárketing”, apunta
Rufas. En el caso de Abercrombie&Fitch, la penumbra
crea un ambiente más íntimo y provoca sensaciones como
la sensualidad, en coherencia con otras acciones de la
marca, como utilizar modelos con el torso al descubierto
como reclamo de la tienda.
Evitar que el cerebro trabaje
En la segunda fase del proceso de compra, el trabajo, el
objetivo es evitar sobrecargar el cerebro del cliente, que
debe estar centrado en hacer las tareas necesarias para la
compra (mirar los productos, elegir uno, probarlo…). “El
cerebro es como un ordenador, si le envías demasiada
información, se sobresatura y deja de hacer la tarea”,
apunta De España.
Por eso es clave que el entorno en la tienda esté ordenado
y las letras de los rótulos estén en colores que contrasten
con el fondo, para evitar que el cerebro invierta el tiempo
en procesar toda esa información o en ordenar
mentalmente lo que no está en su lugar.
La última etapa es la recompensa, que llega una vez ya se
ha producido la transacción. El primer paso de esta fase es
la entrega de la bolsa “que suele ser pesada y entregarse
por encima del mostrador”, porque el cerebro lo asocia a
un mayor valor.
En esta etapa entran también en juego los olores y la
música, dos herramientas que han ganado popularidad en
los últimos años. “El olor y los sonidos ayudan a crear la
imagen de marca y a diferenciarla de sus competidores”,
señala Mendo.
Los tonos y las vibraciones de la música también pueden
causar emociones como euforia o tranquilidad y
condicionar la manera en la que el consumidor se
comporta en la tienda. En el primer caso, sirve para
motivar la compra por impulso; en el segundo, se utiliza
para alargar el tiempo de permanencia en la tienda.
Por último, el uso de difusores de olor es, de todas las
herramientas del neuromárketing, la menos desarrollada.
Se enmarca dentro de una estrategia de programación
neurolingüística (PNL), es decir, intenta fijar en el cerebro
del cliente ciertos estímulos cuando hace algo que le
gusta.
Cuando un cliente realiza una compra en una tienda, el
cerebro segrega serotonina, que da una sensación de
placer. En ese momento, el cerebro graba los olores y los
sonidos que percibe y los asocia a esa sensación. “El placer
es adictivo, así que, cuando vuelva a oler esa esencia en
concreto, el consumidor tendrá ganas de comprar de
nuevo”, apunta De España.
Sin embargo, el uso de los olores todavía está en su fase
más incipiente. “Salvo excepciones como Inditex, que
trabajan con los mejores especialistas en este campo, en
general, las marcas sólo se copian unas a otras y utilizan
los olores de manera muy tosca, creando incluso rechazo”,
explica Rufas.
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