¿SEGURIDAD PÚBLICA O SEGURIDAD CIUDADANA? Fernando Carrión M. [email protected] Ayer se inició en el Valle de Tumbaco un encuentro diseñado para construir acuerdos sobre el tema de la seguridad ciudadana en el Ecuador. Sin duda un evento relevante, que permitirá a un grupo de dirigentes y líderes ecuatorianos conocer el problema de la violencia y definir algunos elementos consensuados de política. Mas necesaria la reunión si el país vive un importante crecimiento y transformación de la violencia y se carece de una explícita estrategia de seguridad ciudadana. Por ello poco se ha hecho para involucrar a sectores, instituciones y organismos que tienen algún tipo de compromiso y responsabilidad con la problemática de la violencia y la seguridad. Lo que hemos tenido han sido propuestas aisladas que no abordan de manera sistemática y eficiente el conjunto de la violencia y se ha seguido operando con una concepción de “seguridad pública” en la que se asigna la prioridad a una fase del ciclo de la violencia: el control y a un objetivo central: el mantenimiento del orden público vigente (estado y mercado); por tal motivo, el énfasis ha sido policial y legal, incluso –en algunos casos- por encima de los derechos humanos. Esta perspectiva se ha innovado a través del proceso de privatización de la seguridad: guardianía privada, seguros, alarmas, justicia por la propia mano, etc. La ineficiencia de esta propuesta ha quedado demostrada con cifras y datos en Ecuador y el mundo. Sin embargo, en otras latitudes se han producido resultados interesantes, cuando se ha superado el concepto de la seguridad pública por el de seguridad ciudadana, en vista de que los principios históricos de la “guerra fría” que la inspiraron se han desvanecido. Así mientras la inseguridad va ligada a la desprotección, la seguridad ciudadana se refiere a la existencia de un orden ciudadano democrático que elimina las amenazas de la violencia en la población y permite la convivencia segura. Se trata de la existencia de una organización social a la cual el ciudadano pertenece y, por lo tanto, la defiende. Se refiere al reconocimiento que se hace del otro y sus derechos (el tema de la libertad) y en el límite, cuando hay un hecho violento, tiene que ver con la restauración del daño causado y el castigo al culpable, como disuasión. La seguridad ciudadana se diferencia de la seguridad nacional (externa) o pública (interna), en tanto éstas últimas se constituyen desde una concepción estado-céntrica y la primera desde una ciudadana. En suma, la seguridad ciudadana busca dar seguridad a la ciudadanía en el ejercicio público y privado de los derechos y deberes. Por eso se la obtiene en un estado social de derecho donde la libertad del “respeto al derecho ajeno” es legal, legítima y democrática (igualdad y diversidad). En suma, es la función socializadora que provee la sociedad y sus instituciones: la confianza. Una propuesta de este tipo es integradora y no excluyente. Por eso se requiere de nuevos actores para enfrentarla; entre los que están, por ejemplo, los municipios por ser las instituciones estatales más próximos a la sociedad; los medios de comunicación que son instancias de mediación y socialización fundamentales; las universidades en el campo de la formación, el análisis y la investigación; las cámaras de la producción en el ámbito de la generación de riqueza y empleo. Pero también, en la reforma de la Policía y del sistema legal. Además, paradójicamente, se requiere de una política económica que destine mas recursos a las políticas sociales que a las de seguridad; una política cultural que establezca bases de tolerancia, identitarias e integración social; políticas urbanas que fortalezcan el espacio público y atenúen la segregación urbana; políticas sociales que generen salud, educación y empleo.