China frente a Japón: ¿Un cambio potencial de la influencia económica en Asia? Una tras otra, las losas de metal al rojo vivo surgen de los ardientes estómagos de los hornos de Nippon Steel y son laminadas y estiradas para formar chapas largas y delgadas — perfectas para fabricar carrocerías de coches o bastidores para teléfonos móviles. ¿Su destino final? Cada vez con más frecuencia, la respuesta es China. Nippon Steel Corp. es una de las muchas empresas japonesas que se están beneficiando del llamado "Boom Chino". China tiene un creciente apetito de acero, materiales de construcción, teléfonos móviles, televisores de plasma y coches, y los japoneses trabajan horas extra para satisfacer esta demanda. A causa de la gran producción industrial, de la demanda de exportaciones y de las inversiones, en 2003 la economía china creció a una frenética tasa del 9,1%, el mayor índice de crecimiento desde 1997. Los exportadores japoneses respondieron aumentando sus exportaciones a China en un 33,2% hasta alcanzar una cifra récord de 62.900 millones de USD. Desde el año 2000, las exportaciones japonesas a China se han duplicado aunque todavía no llegan a alcanzar la mitad de las exportaciones a los EE.UU. La emergencia del mercado chino como motor del crecimiento asiático también está acelerando la migración de la producción desde Japón a China. El pasado diciembre Nippon Steel ha llegado a un acuerdo para una empresa mixta en asociación con el principal fabricante de acero chino, los cerveceros japoneses como Asahi se están introduciendo en el mayor mercado cervecero del mundo, y el fabricante de electrónica Matsushita, cuyas ventas de China se han triplicado desde 1998, y que recientemente transformó a China en el núcleo de su estrategia global. Las empresas japonesas – al igual que las americanas y europeas, que también están ganando dinero en China - apuestan a que esta tendencia seguirá, propulsada en parte por la construcción y otras oportunidades generadas por las Olimpiadas “Beijing 2008” y la Exposición Mundial “Shanghai 2010”. Hay estimaciones que manifiestan que el crecimiento chino reducirá algo su marcha en 2004 - al 8% o algo más. El “boom chino” es tan fuerte que está jugando un papel clave en el impulso de la recuperación del Japón, un rebote que muchos esperan que, finalmente sacará a la segunda economía mundial de la humillante depresión en la que viene languideciendo desde principios de los años 90. Jesper Koll, economista jefe de Merrill Lynch Japón, manifestó que las efímeras oleadas de crecimiento que se produjeron en Japón durante la pasada década o eran a menudo de carácter puntual, basadas por ejemplo, en las ventas de su industria de automoción a los Estados Unidos,. La rápida intensificación de los lazos corporativos entre la mayor economía asiática y su nación más populosa, y rentable, pone realmente a los japoneses un poco nerviosos. Algunos de sus motivos para ello, podrían ser los siguientes: • • • Todo el mundo, desde los directivos del sector del acero hasta los del Banco del Japón advierte del peligro de la inflación potencialmente desestabilizadora derivada de una recalentada economía china. Incluso los que se encuentran en la vanguardia del avance japonés sobre la economía de su vecino, manifiestan que la agitación social o política pronto podría convertir la gran expansión china en una bancarrota. Algunos también se preocupan de que Japón esté alimentando al monstruo que un día los superará económica y políticamente. Ya ocurre que China, cada vez con más aplomo, está socavando poco a poco la influencia del Japón sobre el resto de Asia, y Tokio ve con inquietud como se han recalentado las relaciones entre Beijing y Washington. Los lazos políticos entre Japón y China se están debilitando. Las repetidas visitas del primer ministro japonés Junichiro Koizumi a un santuario que honra a los muertos en la guerra - incluyendo a los arquitectos de la invasión japonesa sobre China en 1930 - han levantado protestas en Beijing. Los chinos también sospechan que su país es el objetivo de una cooperación militar más intensa entre Tokio y Washington. Pero Shimahara y muchos otros implicados en los negocios con China han llegado a la misma conclusión: Japón no tiene otra opción, sino vender a China. "China, más que un riesgo, es una oportunidad," dijo Yuki Iriyama, Director General de la división exterior de Nipón Steel. "Casi todos los sectores japoneses consideran a China como un gran mercado a la vista." La industria siderúrgica ilustra tanto las oportunidades como los riesgos de este mercado: • • • La demanda china ha ayudado a impulsar la producción japonesa durante la depresión que sufrió a mediados de los años 90, y en gran parte es responsable del aumento del 2,6% de la producción japonesa de acero en 2003. Incluso lo que es más importante, la gran demanda china de acero ha provocado una recuperación global de sus precios, permitiendo que alguna empresa como Nippon Steel realicen beneficios. Durante los seis meses anteriores al 30 de septiembre, la empresa anunció un beneficio neto del grupo de 348,5 millones de USD, que constituyen un resurgimiento si se compara con las pérdidas de 48,1 millones de USD sufridas en el mismo período del 2002. Algunos directivos de la empresa manifiestan que los embarques directos a China totalizan el 20% de sus exportaciones totales, alcanzando unos 2 millones anuales de toneladas, lo que coloca a China como el mayor de los mercados de exportación de Nippon Steel. La partida de más rápido crecimiento es la del acero enviado a terceros países para convertirlo en máquinas para su venta en China. Incluyendo dichas exportaciones indirectas, China absorbe el 40% de las ventas exteriores de Nippon Steel. Estas tendencias se reflejan en otras industrias. En Matsushita, por ejemplo, los componentes complejos como semiconductores y condensadores se fabrican en Japón, y luego se montan en teléfonos móviles en China. Fuente: Seattle Post-Intelligencer, 8 de febrero de 2004 Edición y traducción: InterChina Consulting