¡Venga tu Reino! ¿Dónde buscar la verdad? Estimado P. John: quiero aprender más sobre Dios pero no sé cómo distinguir una enseñanza buena de una mala. ¿Dónde puedo encontrar la verdad? Muy buena pregunta. Inicio citando a san Juan Pablo II: «La Iglesia desea servir a este único fin: que todo hombre pueda encontrar a Cristo, para que Cristo pueda recorrer con cada uno el camino de la vida, con la potencia de la verdad acerca del hombre y del mundo, contenida en el misterio de la Encarnación y de la Redención, con la potencia del amor que irradia de ella.» (Redemptor Hominis, n. 13). Así como los bebes experimentan un hambre apremiante por la comida que les permitirá crecer, los cristianos piadosos experimentan el ávido anhelo de conocer más sobre Dios y cómo vivir en comunión con Él. Sin embargo, en diferentes etapas de la vida y por diferentes razones, el anhelo puede disminuir, o lo podemos silenciar al concentrarnos en cosas que parecieran ser más prácticas que seguir a Cristo. Necesitamos estar atentos a eso. Amar a Dios con toda nuestra mente significa buscar constantemente el deseo de conocerlo mejor. Cuando nuestro conocimiento de Él se queda estancado, nuestro amor también se estanca. Vivimos en un mundo en el que hay que ir contra la corriente si se desea crecer espiritualmente. En el momento que nos detenemos, lo mundano nos jala hacia atrás. Ésta es la razón por la que san Pablo animaba a los cristianos en Roma, quienes ya habían recibido el regalo de la fe y del Espíritu Santo, a que continuaran buscando la renovación de sus mentes: «Y no os acomodéis al mundo presente, antes bien transformaos mediante la renovación de vuestra mente, de forma que podáis distinguir cuál es la voluntad de Dios: lo bueno, lo agradable, lo perfecto». (Romanos 12,2) ¿Cómo encontrar el alimento? En tiempos pasados, tener acceso al mensaje de Cristo muchas veces requería esfuerzos heroicos. Las copias de la Biblia eras muy pocas y la mayoría de la población no sabía leer. La fe era transmitida principalmente a través de la predicación y la enseñanza, a través de las celebraciones litúrgicas y el calendario litúrgico, a través del testimonio de hombres y mujeres consagrados y a través de las tradiciones locales. No obstante, aun en circunstancias difíciles, Dios es Dios y el Espíritu Santo siempre ha encontrado el modo para instruir a aquellos que tienen como prioridad buscar un conocimiento más profundo de Cristo y de su Reino. En tiempos post-modernos, la situación es diferente. En lugar de falta de información ahora tenemos una superabundancia de ella. Nos encontramos atrapados en la lava de un flujo constante de información. Podríamos pasar todas las horas del día leyendo, escuchando y mirando a los billones y billones de bytes que conforman el flujo y la multimedia de la biblioteca Internet al alcance de la punta de nuestros dedos. Nuestro problema no radica en no tener las fuentes que pueden llevarnos a profundizar nuestro conocimiento de Dios y su revelación; nuestro problema es escoger cuáles utilizar y apegarnos a la decisión de utilizarlas. Centro de Recursos del Regnum Christi www.missionkits.org [email protected] ¡Venga tu Reino! ¿A quién escuchar? A medida que tomamos decisiones, el criterio a seguir es el de Cristo mismo: «Quien a ustedes escucha, a mí me escucha; y quien a ustedes rechaza, a mí me rechaza; y quien me rechaza a mí, rechaza al que me ha enviado.» (Lucas 10,16). Jesús le ha dado al mundo un maestro autorizado para hablar en su nombre y ha prometido proteger a ese maestro del error en todas las cosas respecto a la fe. Este maestro es su Iglesia, que preserva y explica el mensaje del Evangelio que nos llega, especialmente a través de la Sagrada Escritura (la Biblia) y la sagrada tradición (todo lo demás que recibieron los apóstoles a través del Espíritu Santo y pasaron a la Iglesia). La auténtica oficina de enseñanza de la Iglesia se llama Magisterio, y su confiabilidad está garantizada a través de la guía del Espíritu Santo al vicario de Cristo en la tierra, el Papa, y a los obispos que enseñan en comunión con él. El Catecismo de la Iglesia Católica (CCC) lo explica así: «Para mantener a la Iglesia en la pureza de la fe transmitida por los apóstoles, Cristo, que es la Verdad, quiso conferir a su Iglesia una participación en su propia infalibilidad. Por medio del "sentido sobrenatural de la fe", el Pueblo de Dios "se une indefectiblemente a la fe", bajo la guía del Magisterio vivo de la Iglesia» (n. 889). A medida que activamente buscamos expandir y profundizar nuestro conocimiento de Dios y su plan de salvación, el Magisterio proporciona puntos de referencia claros, anclas firmes y saludables parámetros alrededor de los cuales podemos, libremente y con confianza, crecer en nuestro conocimiento de la verdad. Éstos vienen como instrucciones de papas y obispos (tales como encíclicas y el Catecismo) y son explicados por fuentes confiables católicas (homilías, libros, artículos) que los aplican a las diferentes circunstancias de la vida. La dirección espiritual periódica, con una persona capacitada para impartirla, es otro de los medios que la Iglesia recomienda. Sin esos puntos, anclas y parámetros de referencia, regresaríamos a la exploración vacilante, temerosa, que caracteriza a tantos paradigmas sin Cristo. Sin ellos, podríamos fácilmente caer en errores seductivos pero destructivos, por ejemplo, las herejías que han causado tantas heridas a través de los siglos, la post-moderna racionalización del aborto y la eutanasia, o aun las ideologías falsas que han justificado crímenes horribles como el holocausto nazi y los gulags soviéticos. Necesitamos mantenernos humildes y aceptar la verdad de Dios. Necesitamos permitir a la Iglesia ser para nosotros lo que fue para san Pablo «la casa de Dios, que es la Iglesia de Dios vivo, columna y fundamento de la verdad.» (1 Timoteo 3:15) Valiente búsqueda de la verdad Esto no quiere decir que un cristiano sólo puede leer la Biblia, el Catecismo y las encíclicas papales, nada de eso. Dios nos lleva a cada uno hacia una relación única con Él. Esta singularidad se verá reflejada en nuestro camino individual para conocer mejor a Dios. Sin importar qué patrones emerjan a medida que caminamos junto a la renovación de nuestra mente, hay ciertas vitaminas básicas que nunca deben dejarse; tenemos que tomar diariamente dosis de verdad confiable, comidas intelectuales regulares que sólo llegan con el estudio intencional y consciente de nuestra auténtica fe católica. Centro de Recursos del Regnum Christi www.missionkits.org [email protected] ¡Venga tu Reino! Gradualmente tenemos que dominar las verdades básicas de la revelación para que podamos reconocer cuando éstas son contradichas o amenazadas por otras ideas que nos vayamos encontrando. Tenemos que continuar desarrollando nuestra comprensión de las implicaciones de aquellas verdades básicas para que cultivemos la capacidad de hacer juicios maduros y verdaderos en situaciones difíciles. La orientación de un director espiritual será una gran ayuda. Tenemos que buscar tener una mayor familiaridad con el mensaje de Cristo para que podamos, como san Pedro lo dijo «den culto al Señor, Cristo, en sus corazones, siempre dispuestos a dar respuesta a todo el que les pida razón de su esperanza». (1 Pedro 3, 15-16) Finalmente, necesitamos incrementar continuamente nuestro conocimiento sobre Dios, corrigiendo cualquier idea falsa que pudiéramos tener sobre Él y expandir nuestro entendimiento de la verdad sobre Él para que podamos incrementar constantemente nuestro amor y dedicación a Dios. No podemos amar lo que no conocemos y no podemos amar más profundamente lo que conocemos sólo superficialmente. Jesús vino a la tierra para ser nuestra luz, para echar atrás la sofocante oscuridad de la ignorancia y el pecado a través de su singular mensaje de salvación. Amarlo a Él con toda nuestra mente significa llenarla con esa luz más y más cada día: Fuente: Cf Artículo del P. Bartunek, L.C. publicado en http://spiritualdirection.com , el 8 de junio de 2015. « La Iglesia es, precisamente, la comunidad de los creyentes en Cristo. Dios «quiere que todos los hombres se salven y lleguen al conocimiento pleno de la verdad» y, por ello, instituye la Iglesia, como «sacramento universal de salvación, que manifiesta y al mismo tiempo realiza el misterio del amor de Dios al hombre.» (Manual del miembro del RC, n. 5). «Goza con la verdad»: ¡Qué hermosa es esta expresión! El hombre de Dios es aquel que está fascinado por la verdad y la encuentra plenamente en la Palabra y en la Carne de Jesucristo. Él es la fuente inagotable de nuestra alegría. (P. Francisco, 14 de febrero de 2015) Conoce, para que puedas vivir el Evangelio. Centro de Recursos del Regnum Christi www.missionkits.org [email protected]