DOCTRINA CONSTITUCIONAL Decisiones conflictivas en democracias pluralistas ¿Expresiones contramayoritarias que vulneran el deber de neutralidad del Estado?* Lily KU YANASUPO** *** RESUMEN En el presente trabajo se analiza la labor preponderante del juez constitucional como garante de la protección de los derechos fundamentales de las minorías frente a la posición o decisión de las mayorías poblacionales o parlamentarias, quienes aparentemente se encontrarían legitimadas en la regla de la mayoría; no obstante, estas trasgredirían el sentido material del derecho-principio de igualdad. En ese sentido, la autora explica que si bien el Estado debe respetar el principio de neutralidad, ello no le inhibe del reconocimiento y fortalecimiento del principio de diferencia en pro de los colectivos minoritarios. A MODO DE INTRODUCCIÓN Durante el desarrollo de la doctrina constitucional tras la Segunda Guerra Mundial, y con ello, el cambio de paradigma al Estado Constitucional de Derecho –lo que significa básicamente la revaloración de la dignidad de la persona humana y de sus derechos básicos–, se han ido formulando a la par, teorías que, sobre la base de criterios de legitimidad democrática, se oponen a los clásicos elementos * Los puntos de vista expresados en este documento de trabajo corresponden a la autora y no reflejan necesariamente la posición de la entidad en la que actualmente labora. Por otro lado, en la tarea de dar cumplimiento a las políticas que promueven la igualdad de género, existen soluciones lingüísticas para no discriminar ni marcar diferencias entre hombres y mujeres. Sin embargo, con el fin de evitar la sobrecarga gráfica en el presente trabajo, hemos optado por utilizar el clásico masculino genérico, debiendo entenderse que todas las menciones en tal género representan siempre a hombres y mujeres. ** Abogada egresada de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos, actualmente cursa estudios de maestría en Derecho Constitucional en la Pontifica Universidad Católica del Perú y se desempeña como comisionada responsable del Área de Servicios Públicos, Medio Ambiente y Educación de la Oficina Defensorial de Lima Sur de la Defensoría del Pueblo. *** “[C]uando a esa noción de democracia se le añade el elemento pluralista, para configurar una fórmula más acorde con una sociedad heterogénea y conflictual, compuesta por grupos con intereses diversos y contradictorios, su aplicación práctica genera un rechazo social. No se cuestiona solo que la protección de las minorías frente a las posiciones de la mayoría dependa de un órgano sin legitimidad democrática, sino que, retornando más a sus presupuestos, se discute la inclusión de la protección de las minorías en la idea de democracia”. MONTILLA MARTOS, José Antonio. “La crítica a la protección de las minorías en Alemania”. En: Revista de Estudios Políticos. Nueva Época. Nº 106, octubre-diciembre de 1999, p. 131. GACETA CONSTITUCIONAL N° 46 295 D OCTRINA que componen el constitucionalismo como estructura jurídica, como son: el sometimiento de las decisiones de los agentes públicos y privados a los derechos y principios consagrados en la Constitución de cada Estado, y el establecimiento de mecanismos de control jurisdiccional de las decisiones emergidas del sistema democrático. Lo que, en resumen, coloca en contraposición los conceptos de democracia constitucional (pluralista) y democracia mayoritaria. Si bien para la doctrina constitucional contemporánea los elementos propios del Estado Constitucional han permitido introducir, en el ámbito de los Gobiernos democráticos, mecanismos de equilibrio y contrapeso entre las decisiones mayoritarias y las minorías, ella no puede dejar de reconocer la coherencia con que algunos argumentos de dificultad contramayoritaria han sido elaborados, planteando razones para considerar que los riesgos de arbitrariedad que los constitucionalistas encuentran en las decisiones de la mayoría, también podrían existir en las decisiones adoptadas por una minoría (jueces) que, en algunos casos, termina imponiendo al Estado y a la sociedad su propia “lectura moral” de los derechos para resolver el conflicto de valores existente. Como paradigma del problema planteado encontramos el caso Romer vs. Evans (517 U.S. 620, 1996), en el que la Suprema Corte de los Estados Unidos declaró la inconstitucionalidad de la Enmienda 2 de la Constitución del Estado de Colorado. Lo resaltante de este caso es que la reforma constitucional que subyace a la mencionada enmienda tuvo su origen en un referéndum estatal en el que la mayoría de los habitantes del Estado de Colorado votaron a favor de esta (53%). El debate que generó esta decisión resulta rico en cuanto a argumentos que ponen en discusión los valores morales norteamericanos y la homosexualidad, y la supuesta mayor legitimidad de los 1 296 primeros cuando se reafirman a través de mecanismos democráticos. Así también, se pone en discusión el deber de neutralidad del Estado en la defensa de fines colectivos y morales de la comunidad, y su posible contraposición con el principio de diferencia. Cabe señalar que el presente ensayo no tiene por propósito hacer una apología del control judicial como único mecanismo válido para la reivindicación de los derechos de las minorías en democracia. Más bien, a través de algunos temas que se abordarán a propósito de la sentencia antes señalada, sí pretendemos introducir en el debate algunas ideas sobre el mecanismo democrático para la toma de decisiones si es posible que esta tenga ciertas imperfecciones que podrían vulnerar los derechos de las minorías, las posibles formas de subsanación de estas y, con relación con esto, la practicidad del argumento contramayoritario para el logro de la igualdad material en democracia y el conflicto moral que se resuelve, según algunas posturas, con la imposición de ciertos criterios por parte de una minoría, supuestamente, carente de legitimidad democrática, pero sí –según el modelo garantista de Luigi Ferrajoli– con legitimidad constitucional. I. LAS MINORÍAS Y LO CUANTITATIVAMENTE “CORRECTO” La regla de la mayoría es por excelencia el mecanismo para la toma de decisiones en democracia, entendida como forma de Gobierno o sistema político en el que el eje central es la voluntad general (representada por la voluntad de la mayoría)1. Este principio, que rige las democracias es de carácter electoral y decisional en el sentido que actúa con igual relevancia en la elección de los representantes del pueblo (mecanismos electivos) y en la toma de decisiones del cuerpo político integrado por los representantes elegidos (transmisión representativa del poder). Otro aspecto fundamental del sistema democrático que importa resaltar en La teorización de la democracia ha dado cabida a innumerables estudios, algunas más complejas que otras, particularmente considero uno de los más completos estudios al de SARTORI, Giovanni. ¿Qué es la democracia? Tribunal Federal Electoral, Editorial Patria, México, 1993. DECISIONES CONFLICTIVAS EN DEMOCRACIAS PLURALISTAS el presente trabajo es la sobrevaloración de la libertad por encima de la igualdad, haciendo que esta se reduzca a un concepto meramente abstracto: “si bien las personas no son iguales, deben ser tratadas como si lo fueran”2. Sin embargo, siguiendo la lógica del procedimiento democrático, ¿quiénes conforman una “minoría”, y qué sucede con los intereses de estos una vez adoptada la decisión mayoritaria? Nosotros entendemos que la alusión a un “grupo minoritario” o a una “minoría” no se limita a una noción meramente cuantitativa. Si bien en algunas situaciones estas se determinan por factores naturales o fortuitos (como en el caso de las personas con discapacidad), incluso en estos casos las minorías terminan constituyendo un fenómeno de carácter social que alude más a elementos de carácter cualitativo, ya sea por la existencia de conductas estatales o particulares que les impide su libre desenvolvimiento en la sociedad en igualdad de condiciones con el grupo social mayoritario; o, por la omisión de políticas públicas que les permitan colocarse en igualdad de condiciones para el efectivo ejercicio de ciertos derechos fundamentales (políticos, económicos o sociales)3. Asimismo, otra característica que coloca a las minorías en una posición políticamente relevante y antagónica con respecto a la democracia es “su actitud de disenso con respecto a las medidas adoptadas mayoritariamente”4. 2 3 4 5 6 7 8 En ese sentido, bajo una noción procedimental de la democracia, es decir, entendida como regla de la mayoría –según Jeremy Waldron5 o en estudios más recientes como el de Richard Bellamy6–, o bajo un argumento epistémico sobre ella –en términos de Carlos Santiago Nino7–, a los grupos minoritarios no les quedará más que aceptar que todas las decisiones adoptadas por la mayoría son “buenas” o “correctas” o, simplemente, tendrán que aceptarlas, así sea que alguna de estas decisiones, en la práctica, termine vulnerando derechos individuales o de grupo. Si admitimos esto, entonces, estamos reconociendo que podrían existir situaciones en las que estas minorías corran el riesgo de ver vulnerados sus derechos por el simple hecho de no integrar esa mayoría que como “cantidad” siempre verá ganadora su opción en cualquier elección. Frente a estos argumentos –que se basan en la creencia de que “cuanta más gente apoya una solución es más probable que esta sea correcta” o en la idea de que “toda regla de decisión colectiva tiene que ser estrictamente procedimental”, termina importando poco el contenido de estas– se hallan otras posiciones de igual relevancia, como las que contiene la teoría de la justicia de John Rawls, que plantea un rechazo a toda razón utilitarista de los derechos individuales para la satisfacción de las preferencias de la mayoría8; la tesis de Luigi Ferrajoli, que nos habla de una dimensión ELSTER, Jon. “Regla de mayoría y derechos individuales”. En: La Política. Nº 4, Paidós, Barcelona, 1998, p. 25. Debemos tener presente que: “la igualdad material no es tanto una igualdad en el punto de llegada (…), sino que es, parece, una igualdad para poder llegar a la meta. Es decir, que facilita el esfuerzo de cada uno haciéndolo posible, pero no lo sustituye”. PECES-BARBA, Gregorio y otros. Curso de derechos fundamentales. Teoría General. BOE-Universidad Carlos III, Madrid, 1995, p. 247. GARZÓN VALDEZ, Ernesto. “El consenso democrático: fundamento y límites del papel de las minorías”. En: Isonomía. Revista de Teoría y Filosofía del Derecho. Nº 12, México, p. 15. WALDRON, Jeremy. “Deliberación, desacuerdo y votación”. En: Democracia deliberativa y derechos humanos. Gedisa, Barcelona, 2004, pp. 249-268. BELLAMY, Richard. Constitucionalismo político. Una defensa republicana de la constitucionalidad de la democracia. Marcial Pons, Madrid, 2010. “El teorema de Condorcet sostiene que si presumimos que cada miembro de un panel decisor tiene la tendencia a adoptar la decisión correcta, la probabilidad de que la decisión sea correcta aumenta cuando aumenta el número de miembros del panel”. NINO, Carlos Santiago. La Constitución de la democracia deliberativa. Gedisa, Barcelona, 1997, p. 178. “[L]a justicia niega que la pérdida de libertad para algunos se vuelva justa por el hecho de que un mayor bien es compartido por otros. No permite que los sacrificios impuestos a unos sean compensados por la mayor cantidad de ventajas disfrutadas por muchos”. RAWLS, John. Teoría de la justicia. FCE, México, 1979, p. 17. GACETA CONSTITUCIONAL N° 46 297 D OCTRINA sustancial de la democracia que nos permitirá incluir los cambios constantes que son o la “democracia sustancial”, Respecto a la nocomunes en sociedades cada entendida como la introducción de democracia, ... vez más complejas y pluralisción de normas esenciales que nos adscribimos a la tas como las actuales. Esta nose convierten en la esfera de lo plateada por Giovanción, lejos de fragmentar, nos indecidible que ninguna mani Sartori cuando seña9 permitirá establecer criterios la que ella no es simyoría puede desconocer ; o, diferenciadores para la proplemente la regla de la posición de Ernesto Garzón tección de los derechos indila mayoría, sino que la Valdez, que no se limita a esviduales –y en particular, de teoría de la democracia bozar una concepción optimidebe forzosamente halos derechos de las minorías– zada de la democracia por la cer prevalecer el prinen un gobierno irrestricto de introducción de la discusión cipio mayoritario, resla mayoría. Esta noción presmoral en el debate público petando los derechos y criptiva supera el simple critepara la búsqueda de soluciones la libertad de las minorio de igualdad política y abs10 correctas ; y ello básicamenrías. tracta, para exigir el respeto te porque el reconocimiento del derecho a la igualdad en un de derechos a las minorías no sentido material “siempre”. puede depender únicamente de garantizar su participación en el debate públi- II. EL CONTROL JUDICIAL Y LA “DIFICULTAD CONTRAMAYORITARIA” co y en la deliberación, ya que es difícil asegurar que todas puedan concurrir o, concurrien- Como mencionamos inicialmente, uno de los do, que puedan argumentar. elementos característicos del Estado ConstituRespecto a la noción de democracia, nosotros cional de Derecho es el nuevo paradigma junos adscribimos a la plateada por Giovanni Sar- rídico que empiezan a bosquejar los jueces y tori11 cuando señala que ella no es simplemen- tribunales constitucionales a través de fallos te la regla de la mayoría, sino que la teoría de la controversiales, a quienes, al ejercer el control democracia debe forzosamente hacer prevale- constitucional de las normas, se les acusa de cer el principio mayoritario, respetando los de- exceder el ámbito jurídico (activismo). Esto rechos y la libertad de las minorías. En ese sen- dio cabida a que se cuestionase la injerencia tido, dicho autor considera que la democracia del Poder Judicial en las decisiones adoptadas como forma de gobierno no solo tiene una no- por el Poder Legislativo, lo cual atentaba sución descriptiva de lo que ella es, la cual des- puestamente contra el sistema democrático. de las diversas realidades resume la historia de En dicho contexto, en el año 1962 el conscómo ha venido funcionando, sus procedimientitucionalista norteamericano Alexander M. tos, mecanismos e instituciones; sino también, Bickel acuñó la frase “dificultad contramatiene una noción prescriptiva de lo que debería yoritaria” en su libro The Least Dangerous ser, que parte de la noción descriptiva y se conBranch: The Supreme Court at the Bar of Pojuga con los ideales y aspiraciones que guían a litics para afirmar que el control judicial “es las sociedades para posibilitar su convivencia una institución anómala y contramayoritaria en forma pacífica y armoniosa. del sistema democrático norteamericano”12. Nosotros consideramos importante tener pre- Esta teoría cuestionaba principalmente la falta sente esta noción prescriptiva de la democracia, de legitimidad de los jueces constitucionales “ ” 9 10 11 12 298 FERRAJOLI, Luigi. Derechos y garantías. La ley del más débil. Trotta, Madrid, 1999, pp. 23-25. GARZÓN VALDEZ, Ernesto. Ob. cit., p. 11. SARTORI, Giovanni. Ob. cit., p. 17. SANTIAGO JUÁREZ, Mario. Igualdad y acciones afirmativas. Primera edición Instituto de Investigaciones Jurídicas, UNAM, 2007, p. 62. DECISIONES CONFLICTIVAS EN DEMOCRACIAS PLURALISTAS para inaplicar o invalidar actos legislativos expedidos por un parlamento compuesto de representantes elegidos por la voluntad de la mayoría, en el marco de una democracia. En la práctica lo que se cuestionaba era la defensa de intereses de grupos minoritarios, los cuales confrontaban con los valores mayoritarios. Estos argumentos encontraron continuidad en otros autores como Jeremy Waldron13, quien plantea razones coherentes para considerar que los mismos riesgos de arbitrariedad que los constitucionalistas encuentran en las decisiones de la mayoría, y que podrían lesionar los derechos de las minorías, también se pueden dar en las decisiones adoptadas por un grupo de jueces, quienes en los casos de alta conflictividad moral terminan imponiendo al Estado y a la sociedad aquello que consideran “correcto”. Para autores como Joseph Raz, quien desarrolla su teoría de la ética en el ámbito público, el control judicial de constitucionalidad debía entenderse en relación con un modelo de división de poderes entre los diferentes órganos de gobierno, por lo cual, entendía que se trataba de una división del poder político, no una separación de poderes que colocase al Poder Judicial fuera de la política. Asimismo, pensaba que existían diversas consideraciones políticas, y el control judicial debía ocuparse de un grupo de estas, y al mismo tiempo alejarse de las otras; para esto era necesario garantizar un Poder Judicial fuerte e independiente, conservador y radical14. A su vez, para Stephen Holmes, la dificultad contramayoritaria es más general que el simple conflicto entre la interpretación constitucional y la creación de política judicial; para 13 14 15 él está presente en toda la labor que realizan los jueces constitucionales. Asimismo, desde su concepción de los derechos, estos no solo se configuran para proteger a las minorías, “sino también para la corrección y la instrucción de la mayoría”, por lo que esta mayoría debe estar dispuesta a imponérselos a sí misma como “limitaciones que generan oportunidades”. Esta es la explicación que este autor brinda sobre el aporte del constitucionalismo a la democracia15. Cabe señalar que el dilema contramayoritario no solo se restringe al control constitucional que ejercen los órganos jurisdiccionales, ya que la función de los derechos fundamentales y las políticas de inclusión diseñadas por cada Estado, también son expresiones contramayoritarias de las democracias procedimentales e instituciones básicas del Estado Constitucional de Derecho, las cuales permiten completar la esfera de reconocimiento de derechos y de representación de intereses, garantizando que las minorías –en igual medida que la mayoría– sean incluidas en la búsqueda libre de su ideal de vida. Dadas estas tensiones entre Constitución y democracia, entre control constitucional y regla de la mayoría, nos queda la interrogante sobre cuál podría ser el camino menos gravoso para lograr la satisfacción de derechos, sin caer en criterios perfeccionistas o de moral positiva y sí, más bien, de moral crítica; con qué otras estructuras alternativas cuentan los sistemas jurídicos para complementar el concepto tradicional de democracia y darle un contenido que permita el reconocimiento de derechos tanto a la mayoría como a las minorías. Las más frecuentes críticas a la estructura constitucional, en palabras simples, pretenden sustentar que BAYÓN, Juan Carlos. “Derechos, democracia y Constitución”. En: Neoconstitucionalismo(s). Segunda edición, Trotta, Madrid, 2005, p. 216. RAZ, Joseph. La ética en el ámbito público. Gedisa, Barcelona, 2001, pp. 68-71. No se puede creer que la función de los jueces constitucionales es uniformizar el esquema de valores sobre la base de valores mayoritarios, e imponerlo así a la sociedad, sino más bien la defensa de los derechos fundamentales de la persona, lo cual incluye a las minorías. Bajo esta lógica, el control constitucional muchas veces será cuestionado por la crítica mayoritaria. HOLMES, Stephen. “El precompromiso y la paradoja de la democracia”. En: ELSTER, Jon y SLAGSTAD, Rune. Constitucionalismo y democracia. Fondo de Cultura Económica, México, 1999, pp. 217-256. GACETA CONSTITUCIONAL N° 46 299 D OCTRINA dicho control debería estar en manos de los sujetos a quienes se pretende controlar, lo cual es un contrasentido que en la práctica se traduciría en consentir la existencia del legislador “perezoso” e “infalible”. Para empezar, referirnos al control judicial en términos de dificultad contramayoritaria no es colocar la labor de los jueces constitucionales en plan de sustituir en cualquier oportunidad los mecanismos de toma de decisiones y de formación de políticas públicas de la democracia –como a nuestro entender sugiere Richard Bellamy cuando nos habla de los límites del control judicial16–, sino más bien equipararlo con un “mecanismo de revisión posterior” que busca desvincular a los individuos de la voluntad política y del legislador perezoso, dándoles armas eficaces para exigir al Estado, luego de comprobada la omisión o el error, considerar en su agenda las medidas rectificadoras que correspondan en orden al Derecho y a la justicia. Efectivamente, la inacción del legislador o del Ejecutivo deja un amplio margen de acción al control judicial, de no ser así, se estaría sugiriendo que los individuos tengan que estar sujetos a la voluntad rectificadora de los poderes públicos17. La omisión y el error a los cuales nos referimos en el párrafo anterior pueden deberse a muchos factores, entre estos, la falta de aptitud del Estado para identificar a las minorías y para el diseño de políticas públicas adecuadas a su favor o, simplemente, la resistencia a admitir la existencia de estos grupos, ya que todo esto rompe con el esquema de los estados perfeccionistas, de valores uniformes, propios de las democracias mayoritarias que tienden a emplear criterios homogéneos o de igualdad formal. También es del caso que en 16 17 18 300 las sociedades actuales las relaciones son más complejas, generando nuevas situaciones que por sus peculiaridades hace difícil al Estado regularlas con antelación; por lo tanto, no son consideradas por el legislador ni incluidas en la ley. Estas peculiaridades también hacen necesaria la intervención de la justicia constitucional para coadyuvar a la formulación de políticas estatales que atiendan a necesidades especiales para lograr la igualdad material entre los ciudadanos. Vemos que la tesis de la dificultad contramayoritaria constituiría una buena justificación teórica de los Estados con tendencias perfeccionistas, debido a que el reconocimiento de las minorías y la admisión de valores como el pluralismo18, la inclusión y la tolerancia, complican el funcionamiento de los sistemas democráticos en términos de políticas y de acción, ya que no es lo mismo brindarle educación primaria en forma exitosa a un grupo de diez estudiantes con habilidades semejantes, a brindárselo a un grupo de diez estudiantes, de los cuales tres tienen discapacidad auditiva y dos tienen discapacidad visual. En sociedades homogéneas, estos estudiantes que tienen alguna discapacidad, por el hecho de ser “diferentes” a la mayoría, tendrían que asumir que tienen –como todos– derecho a la educación, pero resignarse a que en términos reales no podrán ejercerlo porque todo el sistema educativo está configurado de tal manera que se garantice que “la mayoría”, integrada por personas sin discapacidad, pueda acceder a él. Esta “diferenciación” que ahora es parte del proceso de reconocimiento de los derechos desborda el concepto procedimental de democracia, haciendo legítimo que determinadas BELLAMY, Richard. Loc. cit. Será tarea de la teoría constitucional seguir estableciendo garantías para que la interpretación constitucional no sobrepase los límites del contenido esencial de los derechos y de los principios democráticos, sin que por ello se anulen las facultades discrecionales del juzgador. Entre estos límites encontramos a los principios de interpretación constitucional, la regla de la ponderación y el precedente vinculante, este último con mayor efectividad en otros sistemas constitucionales. No utilizamos el término desde la concepción perfeccionista planteada por Joseph Raz, para quien el pluralismo implica la disponibilidad de una amplia gama de opciones (diversas formas de vida) moralmente valiosas; sino en un sentido normativo tolerante de la realidad social compleja, que admite diversas visiones de la vida en comunidad, y a la cual se le otorga un carácter democrático. DECISIONES CONFLICTIVAS EN DEMOCRACIAS PLURALISTAS minorías puedan exigir la satisfacción de sus derechos fundamentales en condiciones dignas y de igualdad (sustancial), empleando para tales fines las garantías institucionales que prevé el sistema constitucional para la pluralidad de individuos, ¿puede esto tener algo de antidemocrático? III. EL DEBER DE NEUTRALIDAD DEL ESTADO Y EL PRINCIPIO DE DIFERENCIA El deber de neutralidad del Estado en su vertiente jurídica se desprende de los derechos de dignidad e igualdad y, a su vez, se configura en un principio político democrático antiperfeccionista que obliga al Estado a tratar a todos sus ciudadanos con igual consideración y respeto. Por ello, la neutralidad estatal se da en un doble sentido: exige que el Estado sea imparcial frente a los proyectos de vida de sus ciudadanos, sus concepciones morales, religiosas y culturales y, a su vez, este principio exige que el Estado brinde en igual medida a sus ciudadanos las condiciones necesarias para que estos puedan desarrollar el modo de vida por el cual han optado –por ejemplo, en materia religiosa esto significaría que, si bien el Estado es laico, ello no quiere decir que deba promover el laicismo en la comunidad–19. Ahora bien, que el Estado sea neutral frente a la elección que hacen sus ciudadanos respecto a sus proyectos de vida no significa que lo sea respecto a la protección de los derechos fundamentales que corresponden a todos, incluidas las minorías, ya que aquí entra en juego la obligación estatal de protegerlos. En ese sentido, en estos casos, el Estado debe hacer operar las mismas garantías que tiene la mayoría para la defensa de sus derechos. 19 20 21 Por otro lado, si el Estado promueve una determinada opción de vida, deberá promover en igual medida las otras, de tal forma que no se incurra en un tratamiento discriminatorio; la otra salida es que simplemente no promueva ninguna. Cabría precisar que “promover” no significa “optar”, sino impulsar a una persona o a un grupo de personas para la satisfacción efectiva de sus derechos, en especial cuando estas se encuentran con una serie de obstáculos que les impide lograr dicho fin. Conforme a lo expuesto, ¿el deber de neutralidad del Estado realmente entraría en contradicción con el principio de diferencia? Como habíamos dicho en un principio, uno de los derechos que sustenta jurídicamente el deber de neutralidad estatal es la igualdad, la cual debe ser entendida tanto en un sentido formal como material. Pues bien, el principio de diferencia también se desprende del derecho a la igualdad en su sentido material, ya que exige el respeto del derecho que tienen todos y cada uno de los individuos de crear su propia identidad20, esto conlleva a que el Estado deje de ser ciego ante las diferencias, para que tome en cuenta las peculiaridades de ciertos grupos al momento de adoptar decisiones en el ámbito público, y en la formulación de políticas de inclusión o para la igualdad de oportunidades. El principio de diferencia debe ser abordado –por lo menos en este trabajo es así– desde una concepción jurídica para la igualdad de oportunidades y desde una visión de política distributiva planteada por John Rawls, cuya teoría tiene un alcance más de naturaleza política y económica21. Desde su aspecto jurídico viene siendo recogido por instrumentos internacionales para el reconocimiento de ciertas minorías, tal es el caso de la Declaración de Sobre el principio de neutralidad estatal, recomendamos la siguiente lectura: CASQUETTE, Jesús. “Liberalismo, cultura y neutralidad estatal”. En: Revista Signos filosóficos. Nº 6, julio-diciembre, 2001, pp. 59-83. Sobre el principio de diferencia, recomendamos las siguientes lecturas: BONILLA MALDONADO, Daniel. La Constitución multicultural. Universidad de los Andes - Pontificia Universidad Javeriana - Instituto Pensar - Siglo del Hombre Editores, Bogotá, 2006; y, MALDONADO ARANDA, Salvador. “El derecho a la diferencia de las identidades étnicas y el Estado nacional”. En: Revista Alteridades. Nº 7, Año 4, 1994, pp. 45-57. Para un mayor análisis del tema, sugerimos la siguiente lectura: RODRÍGUEZ ZEPEDA, Jesús. “El principio rawlsiano de diferencia: dilemas de interpretación”. En: Revista Enrahonar: Quaderns de filosofía. Nº 43, 2009, pp. 31-59. GACETA CONSTITUCIONAL N° 46 301 D OCTRINA las Naciones Unidas sobre los derechos de los pueblos indígenas, la cual garantiza su derecho a la diferencia y al logro de sus propias prioridades en cuanto al desarrollo económico, social y cultural22. Al ser así, la neutralidad estatal no puede oponerse al principio de diferencia si ambas provienen de una misma vertiente jurídica, como es los derechos de dignidad e igualdad de los individuos. El problema surge cuando el Estado termina promoviendo un solo modelo de vida, estableciendo una estructura que permite que solo las personas que optaron por ella puedan alcanzarla, por lo que es claro que en este caso el Estado deja de ser neutral, y en su omisión de reconocer la diferencia o a las otras opciones, excluye a quienes no optaron por el modelo que promueve, dejándolas sin herramientas para alcanzar el goce efectivo de sus derechos. En democracias procedimentales, el modelo de vida o la moral predominante es la que acepta la mayoría y es la que termina siendo impuesta por el Estado con fines homogenizadores y de exclusión, aduciendo que estos modelos se enmarcan dentro una concepción moderna de la sociedad, cubierta de una presunta superioridad en términos de desarrollo (económico, social, etc.). Esto se demuestra en el diseño de determinadas políticas públicas, por ejemplo, en materia de educación, en temas laborales, religiosos, e inclusive culturales. Por lo que, detrás de esa neutralidad que suelen promover los Estados democráticos, suele existir la encubierta promoción de intereses dominantes que se ven respaldados por la elección que realizan las mayorías parlamentarias o poblacionales. Es en estos casos que resulta siendo necesaria la existencia de una jurisdicción constitucional 22 23 302 que se encargue de balancear los principios de neutralidad y de diferencia, cuando estas se encuentran en un presunto conflicto que oponen las preferencias poblacionales o del poder y la protección de los derechos de las minorías, pues ciertamente –en teoría– dicha jurisdicción deberá resolver desprovista de intereses políticos, particulares o mayoritarios, pero sí sobre la base de técnicas de interpretación constitucional y de argumentación jurídica23. IV. EL CASO ROMER VS. EVANS: ¿SE RESUELVE UN CONFLICTO MORAL O SE RECONOCE EL DERECHO A LA IGUALDAD? En el año 1996 la Suprema Corte de Estados Unidos, en el caso Romer vs. Evans (517 U.S. 620), declaró la inconstitucionalidad de la Enmienda 2 de la Constitución del Estado de Colorado. Esta enmienda constitucional había tenido su origen en un referéndum estatal, en el cual la mayoría de los habitantes del Estado de Colorado votaron favorablemente por ella (53%). Esta establecía lo siguiente: “‘[N]i el Estado de Colorado, por medio de cualquiera de sus ramas o departamentos, ni ninguna de sus agencias, subdivisiones políticas, municipalidades o escuelas de distrito, sancionará ley, regulación, ordenanza o política alguna por medio de las cuales la orientación o conducta homosexual, lesbiana o bisexual constituya o sea el fundamento o título de cualquier persona o clase de personas para reclamar un estatus especialmente protegido o de minoría, ni para exigir cuotas preferenciales o reclamos antidiscriminatorios”. Los principales argumentos a favor de la enmienda fueron los siguientes: Poner a los homosexuales en pie de igualdad con el resto de los habitantes de la Resolución aprobada por la Asamblea General de las Naciones Unidas el 13 de setiembre de 2007. Tal fue el caso de la “sentencia del crucifijo” (BVerfGE 93, 1. Kruzifix) del 16 de mayo de 1995, una de las decisiones más discutidas del Tribunal Constitucional Federal alemán y rechazada por el 87% de la población alemana. Esta resolución declaró la inconstitucionalidad de una ley del Estado Federado de Baviera que obligaba a las escuelas públicas a colgar un crucifijo en las aulas. MONTILLA MARTOS, José Antonio. “La crítica a la protección de las minorías en Alemania”. En: Revista de Estudios Políticos (Nueva Época). Nº 106, octubre-diciembre de 1999, p. 113. DECISIONES CONFLICTIVAS EN DEMOCRACIAS PLURALISTAS nación, impidiendo un tratamiento especial derivado de su orientación sexual. Reservar recursos para combatir la discriminación que sufren otros grupos. Respetar el derecho de asociación de los demás ciudadanos y el derecho a la libertad contractual de las personas que tuviesen objeciones personales o religiosas contra la homosexualidad. Las consideraciones que sostuvo la Suprema Corte de Estados Unidos para declarar la inconstitucionalidad de dicha Enmienda, fueron básicamente las siguientes: Dicha Enmienda colocaba a los homosexuales en una clase solitaria y los privaba de una protección necesaria en su calidad de minoría. Lejos de colocarlos en pie de igualdad con el resto de la sociedad, los incapacitaba para poder reclamar a futuro medidas de protección frente a las esferas pública y privada. No guardaba relación con un propósito legislativo válido, ni con las razones alegadas para su implementación, ya que únicamente respondía a la intención de seleccionar un grupo y colocarlo en situación de desigualdad con respecto al resto de ciudadanos, tan solo por su orientación sexual, lo cual no se sustentaba en criterios razonables. Anulaba su derecho a la no discriminación. Nuestro análisis tiene por objetivo determinar si existió un conflicto moral entre lo que disponía la Enmienda 2 y lo que resolvió la Suprema Corte. Con el propósito de esclarecer dicha cuestión, nos ayudará tomar en cuenta uno de los argumentos que dieron los demandados para sustentar la validez de la norma24, referido al respeto de los derechos de asociación y de libertad contractual (cuyo ejercicio respondía a objeciones personales o religiosos 24 contra la homosexualidad). También será preciso tener en cuenta los alcances conceptuales brindados en el presente trabajo respecto a los principios de neutralidad estatal y de diferencia. Habría que mencionar como antecedentes fácticos de este caso, que en varias ciudades del Estado de Colorado se habían dictado normas que prohibían la discriminación de las personas basada en la orientación sexual. Estas normas se extendían a los ámbitos contractuales relacionados con el alojamiento, la educación, los servicios de salud, el empleo público y privado, etc.; esto era lo controversial para la mayoría de la población, pues consideraban que dichas normas sobrepasaban la autonomía de la voluntad de las personas o su capacidad de autodictarse sus propias normas morales. Ahora bien, si se hubiese admitido que la homosexualidad –que suele tener argumentos morales o religiosos en contra– pueda ser un motivo de exclusión social, entonces hubiese terminado permitiéndose que cualquier motivo lo pueda ser, pues siempre encontraremos un sustento valorativo a las preferencias individuales, las cuales no siempre superan criterios de razonabilidad o de justicia. Bajo esta lógica, también tendríamos que admitir que, en una sociedad donde la mayoría de la población es homosexual, pueda ser válida la exclusión social de los heterosexuales; o en una sociedad donde predomine la religión judía, pueda ser válida la exclusión social de los que profesen otra religión; y en realidad, si recordamos, situaciones semejantes ya se habían presentado en la historia de la humanidad y en tiempos no muy lejanos, los cuales desencadenaron los actos más denigrantes contra el ser humano, movidos básicamente por la intolerancia. Hechos que motivaron el replanteamiento del Derecho y sus principios jurídicos para fortalecer la defensa de la dignidad humana. Por otro lado, no debemos olvidar el carácter de minoría de las comunidades gay. Entre los Los demandados fueron el Gobernador del Estado de Colorado, el Fiscal de Estado y el Estado de Colorado. GACETA CONSTITUCIONAL N° 46 303 D OCTRINA elementos que le dan dicha cacondiciones con la mayoría. tegoría se encuentran los obsEn general, estas etapas de re[E]l deber de neutratáculos que ellos afrontan para conocimiento y de diferenlidad estatal no abarca el ejercicio efectivo de sus deciación pueden ser exigibles la desprotección de los rechos fundamentales, espeal Estado por cualquier gruderechos fundamentacialmente, los de carácter sopo que se considere históricales de los individuos, incial, como la educación, el mente discriminado y que fácluyendo a las minorías, sino que aquí, más bien, trabajo y la salud; obstáculos cilmente pueda demostrar que opera su obligación de que se fundamentan en el heen la práctica afronta limitaprotegerlos. cho de que la mayoría de la pociones para el libre ejercicio blación tiene reparos morales de sus derechos fundamentay religiosos para incluir socialles. Si el Estado negase esta mente a los homosexuales. Al respecto, como posibilidad, como pretendía hacer la Enmienya hemos señalado, el deber de neutralidad es- da en cuestión, estaría vulnerando el principio tatal no abarca la desprotección de los dere- de diferencia y, por ende, el derecho a la igualchos fundamentales de los individuos, inclu- dad material de sus ciudadanos. yendo a las minorías, sino que aquí, más bien, Concretamente, la Enmienda 2 de la Constituopera su obligación de protegerlos. ción del Estado de Colorado lo que hacía era En ese sentido, sugerir –como lo hizo el voto anular el derecho de los homosexuales a solide la disidencia en esta decisión– que se ha- citar su reconocimiento como minoría y, por lo bría violado la neutralidad estatal, era seña- tanto, a exigir que el Estado diseñe políticas de lar que la Suprema Corte buscaba promover inclusión a su favor. Frente a este panorama, la homosexualidad en la comunidad, lo cual ¿qué papel jugó el control constitucional? Acno resulta una conclusión razonable. Lo que sí tuó como una garantía –incluso política– que creemos que hizo la Suprema Corte fue desen- actualmente prevén las Constituciones, ya que mascarar la pretensión de homogeneidad so- los órganos de justicia constitucional son relecial de la mayoría de la población del Estado vantes en tanto delimitan un ámbito material de Colorado, que amenazaba con la margina- de protección jurídica del individuo, infranción social a quienes no compartían el esque- queable por los poderes públicos. ma de valores mayoritario. Lo más grave era Estos órganos de justicia constitucional coque esta marginación social afectaba aspecrresponden a sociedades pluralistas donde las tos esenciales que constituyen una vida digrelaciones son conflictivas, pues se contrapona, como acceder a prestaciones de salud, a nen a políticas perfeccionistas en Estados dela educación y a un empleo decente y ¿acaso mocráticos. Efectivamente, en democracias esto no es violentar los derechos fundamentamayoritarias la toma de decisiones puede conles que le corresponde a todos en su calidad llevar el uso abusivo del poder legítimo, por de seres humanos?, ¿podríamos decir que eslo que aquí resalta la existencia de un órgano tas acciones estarían legitimadas democráticaespecífico encargado de la defensa y garantía mente por provenir de la mayoría poblacional de los derechos. Como señala Jon Elster “(...) o la mayoría política? el hecho de tener una Constitución no resuelAsí, al ser la comunidad gay una minoría, es ve nada, a menos que se cuente con un aparadeber del Estado garantizar la posibilidad de to de interpretación y aplicación”25. Establecer que esta pueda solicitar una serie de accio- dentro del sistema democrático quién debe tenes estatales que la coloque en igualdad de ner la última palabra en materia de defensa de “ ” 25 304 ELSTER, Jon. Ob. cit., p. 36. DECISIONES CONFLICTIVAS EN DEMOCRACIAS PLURALISTAS derechos e interpretación constitucional, es reforzar el principio de seguridad jurídica frente a todos los individuos. Sin duda, el caso Romer vs. Evans nos permite ejemplificar aquellas situaciones en las que el juez constitucional debe adoptar una posición protectora de los derechos, aún en contra de la voluntad de la mayoría parlamentaria o poblacional; y ello porque la defensa de los derechos fundamentales le es atribuible a todos en igualdad, garantía que prevé el constitucionalismo para establecer límites legítimos y razonables a la voluntad de la mayoría26. Estas decisiones conflictivas, consideradas engendros de un activismo judicial, suelen responder a las demandas y planteamientos ideológicos, religiosos o culturales de grupos minoritarios, suscitando amplios debates y constantes críticas en diversos ámbitos, propio de democracias pluralistas donde con frecuencia se manifiestan una variedad de intereses y valores contrapuestos27. Por último, si desde el punto de vista político y pragmático la regla de la mayoría exige que se asigne a todos una igualdad aparente; desde el punto de vista jurídico, el constitucionalismo o las democracias pluralistas le agregan a esta igualdad abstracta un elemento de “sustancialidad”, en el sentido de que esta igualdad debe trascender el mero ejercicio de determinados derechos y superar la abstracción para exigir el establecimiento de contenidos, haciéndola real, y, por lo tanto, dependiente para su efectividad de la identificación de las circunstancias particulares de cada individuo o grupo, coadyuvando a su plena inclusión en la sociedad o respetando su diferencia. CONCLUSIONES Y PERSPECTIVAS Las minorías encierran un fenómeno de carácter social que alude a elementos de 26 27 carácter cualitativo, más que cuantitativo, debido a: 1) la existencia de conductas estatales o particulares que les impiden su libre desenvolvimiento en la sociedad, en igualdad de condiciones con el grupo social mayoritario; 2) la omisión de políticas públicas que les permitan colocarse en igualdad de condiciones para el efectivo ejercicio de ciertos derechos fundamentales (políticos, económicos o sociales); y, 3) su posición políticamente relevante y antagónica con respecto a la democracia, debido a su actitud de disenso con respecto a las medidas adoptadas mayoritariamente. Son varias las nociones de democracia que la doctrina ha desarrollado, pero a nuestro parecer debemos tener presente aquella noción prescriptiva que incluya la protección de los derechos de las minorías. Esta noción prescriptiva supera la creencia que cuanta más gente apoya una solución, es más probable que esta sea correcta, y trasciende a un sistema democrático donde uno de los ejes principales es la igualdad material de todos sus integrantes. Consideramos importante la discusión moral y el debate público para la búsqueda de soluciones correctas; sin embargo, no es suficiente garantizar que las minorías participen en dicho debate para la salvaguarda de sus derechos fundamentales, ya que es difícil lograr que todas participen o que todas puedan argumentar durante el proceso deliberativo. Por ello, proponemos una noción de democracia que nos permita incluir los cambios constantes que son comunes en sociedades cada vez más complejas y pluralistas como las actuales. Esta noción prescriptiva, lejos de fragmentar, nos permitirá establecer criterios diferenciadores para la protección de A esta forma de gobierno se le denomina democracia constitucional, en cuyo régimen el poder político y sus expresiones se encuentran limitados por los derechos, valores y principios consagrados en la Constitución de cada Estado. Si bien se mantiene el respeto por la democracia procedimental, la cual expresa la voluntad de la mayoría, esta voluntad se encuentra sujeta a los límites impuestos por los derechos fundamentales. Ningún Tribunal Constitucional está libre de ser cuestionado durante el ejercicio del control constitucional, por preferir pretensiones conflictivas con la moral mayoritaria. GACETA CONSTITUCIONAL N° 46 305 D OCTRINA los derechos individuales, ya que supera el simple criterio de igualdad política y abstracta, para exigir el respeto del derecho a la igualdad en un sentido material “siempre”. Es decir, una forma de Gobierno que no solo represente los intereses de la mayoría de la población, sino también reconozca y resguarde derechos básicos de los grupos minoritarios, los cuales tengan un carácter infranqueable frente a las decisiones de la mayoría; que instituya controles que garanticen que en momentos de irracionalidad, estas decisiones puedan rectificarse o invalidarse; y que permita la participación de todos en el debate público y en los procesos de deliberación. Frente a esto, la tesis de la dificultad contramayoritaria, que no solo se restringe al control constitucional que ejercen los órganos jurisdiccionales, se establece para cuestionar la falta de legitimidad de los jueces constitucionales para inaplicar o invalidar actos legislativos expedidos por un parlamento compuesto de representantes elegidos por la voluntad de la mayoría, en el marco de una democracia. Pero entonces, ¿con qué otras estructuras alternativas cuentan los sistemas jurídicos para complementar el concepto tradicional de democracia y darle un contenido que permita el reconocimiento de derechos tanto a la mayoría como a las minorías? Nosotros descartamos la posibilidad de que dicho control pueda estar en manos de los sujetos a quienes se pretende controlar, pues ello sería consentir la existencia del legislador “perezoso” e “infalible”. Para poder optar por una u otra alternativa, es preciso aclarar que el control judicial no implica colocar la labor de los jueces constitucionales en plan de subrogar en cualquier oportunidad los mecanismos de toma de decisiones y de formación de políticas públicas de la democracia, sino más bien equipararlo con un “mecanismo de revisión posterior” que busca desvincular a los individuos de la voluntad política y del legislador perezoso, pues lo otro 306 sería que los individuos estén sujetos a la voluntad rectificadora de los poderes públicos, cuando esstos caen en omisión o en error. En ese sentido, la tesis de la dificultad contramayoritaria, a nuestro parecer, no pasa de ser una buena justificación teórica de los Estados con tendencias perfeccionistas, debido a que el reconocimiento de las minorías y la admisión de valores, como el pluralismo, la inclusión y la tolerancia, complican el funcionamiento de los sistemas democráticos, en términos de políticas y de acción. Claro, esta “diferenciación” que ahora es parte del proceso de reconocimiento de los derechos, desborda el concepto procedimental de democracia, haciendo legítimo que determinadas minorías puedan exigir la satisfacción de sus derechos fundamentales en condiciones dignas y de igualdad (sustancial), empleando para tales fines las garantías institucionales que prevé el sistema constitucional, como es el control judicial. No por ello se deben desconocer o restar importancia a ciertas objeciones contramayoritarias, algunas de las cuales se sustentan en riesgos verídicos que tienen que ver con la imparcialidad del juzgador. Es por ello que para disolver estas dudas respecto a la interpretación que realizan los jueces constitucionales, la teoría constitucional establece reglas que deberían garantizar una lectura imparcial de los derechos, sin que por ello se anulen las facultades discrecionales del juez. Por otro lado, que el Estado sea neutral frente a la elección que hacen sus ciudadanos respecto a sus proyectos de vida, no significa que lo sea respecto a la protección de los derechos fundamentales que corresponden a todos, incluidas las minorías, ya que aquí entra en juego la obligación estatal de protegerlos. En ese sentido, en estos casos, el Estado debe hacer operar las mismas garantías que tiene la mayoría para la defensa de sus derechos. DECISIONES CONFLICTIVAS EN DEMOCRACIAS PLURALISTAS Durante este proceso de reconocimiento de derechos, el Estado también tiene la obligación de identificar las necesidades especiales de determinados grupos o las barreras sociales que impiden su inclusión, y de adoptar acciones reparadoras para hacer efectivo su derecho a la igualdad de oportunidades y de trato. Efectivamente, el principio de diferencia se desprende del derecho a la igualdad en su sentido material, ya que exige el respeto del derecho que tienen todos y cada uno de los individuos de crear su propia identidad. Por ello, la neutralidad estatal y el principio de diferencia terminan siendo quebrantados cuando el Estado promueve un único modelo de vida, excluyendo a las otras, ya que en la omisión de reconocer la diferencia o a las otras opciones, las deja sin herramientas para alcanzar el goce efectivo de sus derechos. Esto suele darse en forma solapada en las democracias procedimentales, donde a través de ciertas políticas públicas se encubren los intereses dominantes de las mayorías parlamentarias o poblacionales. En dicho contexto, las decisiones conflictivas suelen responder a las demandas y planteamientos ideológicos, religiosos o culturales de grupos minoritarios, suscitando amplios debates y constantes críticas en diversos ámbitos; propio de democracias pluralistas donde con frecuencia se manifiestan una variedad de intereses y valores contrapuestos. Consideramos que en estos casos, la jurisdicción constitucional permite balancear los principios de neutralidad y de diferencia, pues ciertamente aquella deberá resolver desprovista de intereses políticos, particulares o mayoritarios, pero sí sobre la base de técnicas de interpretación constitucional y de argumentación jurídica. Al respecto, el caso Romer vs. Evans, que ha sido materia de análisis en el presente trabajo, nos permite ejemplificar aquellas situaciones en las que el juez GACETA CONSTITUCIONAL N° 46 constitucional debe adoptar una posición protectora de los derechos, aún en contra de la voluntad de la mayoría parlamentaria o poblacional; ello porque la defensa de los derechos fundamentales le es atribuible a todos en igualdad, garantía que prevé el constitucionalismo o las democracias pluralistas para establecer límites legítimos y razonables a la voluntad de la mayoría. BIBLIOGRAFÍA • ALEGRE, Marcelo. “Igualitarismo, democracia y activismo judicial”. En: Los derechos fundamentales. Seminario en Latinoamérica de Teoría Constitucional y Política - SELA 2001, Editores del Puerto, Argentina, 2003. • AMAYA, Jorge Alejandro. “El ‘sistema unitario’ de derechos y valores políticos en la democracia (Reflexiones en torno a una teoría sobre los derechos de las minorías políticas en la democracia moderna)”. 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