LIBERTAD FINANCIERA UNA REALIDAD 1. Pasos para obtener libertad. Debemos recordar que la voluntad de Dios no es siempre compatible con nuestra voluntad. : 1.2 Transferir todas las posesiones a Dios: No existe substituto para esto. Si creemos que somos dueños aún de una sola cosa, los altibajos que afecten esa posesión, producirán desequilibrio en nosotros. Sin embargo si hemos transferido todas nuestras posesiones a Dios, nos daremos cuenta de que todo lo que sucede es solamente la manera en que El mueve las cosas sabiamente para cumplir su voluntad (1 Co. 4:7). 1.2 La necesaria respiración financiera: No se puede obtener libertad mientras consintamos esquemas mentales obstinados respecto a la utilización del dinero; debemos purificarnos: exhalar los malos hábitos, e inhalar buenos principios. Esta disciplina caracteriza a un genuino discípulo del Señor (Lc. 9:33). 2. Cambiando actitudes lo que determina una absoluta libertad en cuanto a los problemas en la administración del dinero, es cambiar de actitud: una disposición a pensar y actuar bajo los principios de Dios (Pr. 23:26). 2.1 Debemos salir de deudas. (para liberarse de la tensión y la angustia): El lanzarse a comprar a crédito con base en sentimientos, sin una clara dirección de Dios para reclamar luego su provisión, es poner en peligro la honra del Señor, forzando su mano para que nos ayude (Mt. 4:7). Por eso es necesario tomar algunas medidas que nos ayudarán a salir de la tensión y la angustia: Comprar únicamente de contado: quienes estén en esclavitud deben eliminar totalmente el uso del crédito para poder salir avante. Las deudas tensionan negativamente, al punto de acabar una amistad por esta causa. La Palabra de Dios dice que si no estamos en capacidad de pagar algo, debemos desistir de ello para no quedar endeudados (Pr. 6:1; Pr. 22:27). El principio del préstamo: examinaremos el crédito teniendo como base la voluntad de Dios; esta área de las finanzas causa más caos en las familias cristianas que cualquier otra. Esto significa que debemos entender lo que es aceptable ante Dios. A partir de esto Dios nos dirigirá a una respuesta específica que será su voluntad para cada uno de nosotros. Pero existen dos aspectos fundamentales que contemplar: 2.2 Pagar todo lo que debemos: Dios nos amonesta a cumplir con nuestros compromisos, a no ser irresponsables y deshonestos (Sal. 37:21). La tranquilidad por la ausencia de deudas es el deseo del Señor, (Ro. 13:8) es decir, Dios quiere que tengamos libertad para amar. Muchos cristianos están libres de deudas, pero todavía están fuera de la voluntad de Dios por su egoísmo. Por esto es necesario considerar lo más importante. 2.3 Dar de nuestras ganancias: Quien está libre de deudas está en capacidad de dar de su abundancia a los necesitados como reflejo de una actitud compasiva (Sal. 37:25-26). Quien se dispone más para dar que para pedir prestado, siempre será respaldado por Dios, guardando además su corazón de la codicia (Mt. 5:42). De aquí podemos deducir que Dios utiliza a sus hijos como canales de bendición a otros sobreabundándoles para que estén en capacidad de repartir, sin aprovechar las necesidades de otros para obtener ganancias. (Lc. 6:34; Lc. 6:35). 2.4 Estar satisfechos con lo que tenemos: El adquirir deudas, teniendo todo lo necesario, es evidencia de una actitud de codicia y avaricia, principales causales de la esclavitud financiera, las cuales se originan por descontento. Quien desconfía de la completa provisión de Dios le queda muy difícil aceptar una condición financiera normal. ¿Qué es la avaricia sino una forma de codicia?. La Biblia describe la avaricia como idolatría; aquel que tiene su esperanza (herencia) en posesiones materiales es avaro (Ef. 5:5). Para vencer esta actitud es indispensable una firme decisión de llevar un estilo de vida moderado, sacrificar la búsqueda de ganancias a fin de obtener libertad (1 Ti. 6:8). A veces se libra dentro de nosotros una verdadera guerra entre la situación del momento y nuestros deseos viciados por influencias externas. Cuando estamos de acuerdo con Dios y con la forma en que El decida proveer y abundarnos entonces habrá contentamiento (1 P. 2:1; He. 13:5). 2.5 Evitemos las decisiones rápidas. (para liberarnos de la ambición):Una de las causas de la esclavitud es la ambición, que consiste en el deseo de enriquecernos rápidamente. Quien cultiva esta actitud siempre tomará decisiones precipitadamente basándose en información incompleta. Esto inevitablemente traerá desastre; para evitarlos la Escritura nos amonesta a planear cuidadosamente, ya que la abundancia depende de ello (Pr. 21:5). 2.6 Debemos proveer para las necesidades familiares. (para liberarnos de la irresponsabilidad): Esta es una de las causas más serias de esclavitud financiera: la irresponsabilidad familiar ; todo desequilibrio trae frustración y problemas eventuales. El cristiano es fuertemente amonestado a no deshonrar a Dios no proveyendo para su familia. Para esto se requiere conocer y seguir el plan de Dios a este respecto: mantenerse dentro del presupuesto, lo cual significa lograr la estabilidad entre los ingresos y los gastos básicos con base a compromisos balanceados. 2.7 Dejemos que Dios nos prospere. (para liberarnos del afán de lucro por trabajo excesivo): Otra de las cadenas esclavizantes la constituye la demasiada entrega al trabajo; muchos hombres de negocios sacrifican sus familias en procura de una holgura que nunca llega. Quien es entendido y prudente sabe que Dios recompensa abundantemente a quien es responsable e íntegro en su trabajo. Debemos entender que Dios, no sólo decide cuando y cómo prosperarnos, sino que El quiere hacerlo (Sal. 31:19). Aquel que trabaja incansablemente, aún a costa de su salud, con tal de acrecentar sus haberes se parece a aquellos israelitas que pensaron que por recoger mayor cantidad de maná para poder guardar tendrían reservas aseguradas, encontrándose para sorpresa suya, con que éstas se pudrieron (Ex. 16:17). 2.8 Aprendamos a sacrificar o postergar nuestros deseos. (para liberarnos de la autoindulgencia): Ante todo debe quedar claro que no todos nuestros deseos son correctos. Dada nuestra condición humana estamos sujetos a ser engañados; no sólo por nosotros mismos sino también por los sensualismos que promueven los medios de comunicación, lo cual nos lleva a efectuar gastos irresponsables (Pr. 29:26a; Ec. 2:10-11). 2.9 Debemos compartir con otros la abundancia. (para liberarnos de la avaricia): Aunque ya hicimos referencia en detalle sobre cómo librarnos de la avaricia, no sobra añadir el propósito que Dios tiene con la prosperidad. El frenesí de acumular para el exclusivo deleite personal es señal de egoísmo y ceguera a la necesidad de otros. La Biblia describe cómo Dios enseñó a su pueblo a guardarse del egoísmo y a ser misericordiosos en respuesta a su bendición (Dt. 24:19-21). Los que sabemos que somos bendecidos por Dios debemos reconocer: Que la bendición es un regalo de Dios. Que se debe compartir. (Lc. 6:38) Sería inconcebible que, teniendo el balde lleno y rebosante, su dueño angustiosamente se pusiera a recoger los granos caídos, a fin de que su bodega estuviese llena. 2.10 Debemos preocuparnos sinceramente por los demás La tendencia normal de quien se ha enriquecido es la de infatuarse. La Palabra de Dios nos advierte lo necio de esta actitud ya que las riquezas no pueden ayudar al hombre en su necesidad básica (Sal. 49:6-7). Las intenciones de dominio por medio de las riquezas son desmoronadas por Dios, pues el que se ensoberbece a causa de su prosperidad, la cual es temporal, es comparado con un animal: torpe y obstinado. "Su íntimo pensamiento es que sus casas serán eternas, Y sus habitaciones para generación y generación; dan sus nombres a sus tierras. Más el hombre no permanecerá en honra; es semejante a las bestias que perecen ... El hombre que está en honra y no entiende, semejante es a las bestias que perecen". Dios nos alerta a no enaltecernos ya que todo lo que poseamos no está seguro a menos que El lo guarde (Sal. 49:11-12,20; Sal. 62:10). El anhelo de poder, puede llevar a una persona a las acciones más bajas, pero es Dios quien puede quitarle todo en un instante para darlo al que le agrada (Pr. 13:22; 23:5).Para guardarnos de esta actitud debemos interesarnos genuinamente por otros. 2.11 Aceptemos la provisión de Dios. (para liberarnos de la envidia: Al hacer referencia al tema pobreza-riqueza, vimos cómo Dios nunca prometió igualdad en provisiones. (Dt. 15:11). Pero si prometió que nuestras necesidades serían satisfechas (algunas veces por la abundancia de otros). 2.12 Confesemos ante Dios y restituyamos el daño causado. (para liberarnos del engaño):La mentira, la trampa y todo tipo de astucia perversa constituyen el elemento propio de Satanás; una persona que se habitúa en este sentido, está peligrosamente atada y requiere con urgencia la gracia de Cristo para ser liberada. (Pr. 21:5). 2.13 Desarrollemos nuestras habilidades y dones. (para liberarnos de la ociosidad): La pereza y la negligencia constituyen otra de las tendencias pervertidas de nuestro corazón, y son manifestaciones de rebeldía contra lo que Dios determinó. La prueba de esta afirmación está en el hecho de que muchas personas con buena salud y capacidad, rechazan ofertas de empleo o abandonan sus labores a cambio de obtener dinero en negocios ilícitos; esto resquebraja la personalidad. (Gn. 3:19; Ec. 10:18) Todos tenemos habilidades dadas por Dios: Dios manifiesta su misericordia a fin de que el hombre no perezca, dotándolo con habilidades para multitudes de trabajos, aún a aquellos que no le reconocen; en la conocida parábola de los talentos el Señor enseñó esto. Todos reciben bienes de Dios; solamente aquel que le desconoce no los puede disfrutar. (Mt. 25:15-18; 24-25). Todo cristiano recibe dones espirituales. La labor inicial del hombre consistía en administrar la obra de Dios, debía cuidar de ella y hacerla producir. (Gn. 2:5) El juicio de Dios sobre el hombre tenía por objeto enseñarle que lo que antes obtenía por el favor de Dios, ahora debido a la desobediencia, lo obtendría esforzándose duramente. Los pueblos que se han radicalizado en su rebeldía contra Dios han visto el cumplimiento de esta sentencia. (Gn. 1:29; 2:9; Gn. 3:18; Sal. 107:33-34). Pero quienes se convierten a Dios entienden y comprenden que el trabajo es una bendición y una forma en que Dios manifiesta su amor y fidelidad. (Lea y comente Dt. 28:1-14) En última instancia todo trabajo debe honrar a Dios como lo fue en un principio siendo entonces un ministerio: personas capacitadas por la gracia de Dios para servir y unificar el cuerpo de Cristo. " Pero a cada uno de nosotros fue dada la gracia conforme a la medida del don de Cristo. Por lo cual dice: subiendo a lo alto, llevó cautiva la cautividad, y dió dones a los hombres". (Ef. 4:7-8). Con el propósito de desempeñar a plenitud esta labor, Dios nos equipa dándonos sus herramientas: los dones espirituales. (1 Co 12:4-5). Un recurso inagotable: la sabiduría de Dios: La ociosidad puede producir placer, pero nunca una plena satisfacción. (Pr. 13:7) Igualmente sucede con aquellos que trabajan pero lo hacen a disgusto y sin ánimo alguno, a diferencia del que tiene en gran estima el trabajar y goza a plenitud de lo que hace; la diferencia está en la sabiduría, de la misma manera que una herramienta bien afilada impide el desgaste innecesario y la pérdida de tiempo. (Ec. 10:10). Dios quiere que nuestro trabajo nos dignifique y que podamos deleitarnos al realizarlo, por esto nos brinda su sabiduría sin reservas. La falta de entendimiento trae apatía, y frustración respecto al trabajo. Son muchas las personas que cambian continuamente de empleo y no se adaptan a ningún lugar. (Stg. 1:5,8). Aplicación El poder liberarnos de la esclavitud financiera está ahora en nuestras manos, pues al acercarnos a estos principios y pautas dadas por Dios, estamos dando un paso gigantesco hacia nuestra prosperidad total. Dios espera que nosotros orientemos nuestra vida hacia grandes objetivos. Estos objetivos solo podemos encontrarlos en la mente de El, y lograrlos a través de las habilidades y dones que nos regale. Recordemos cuan importante es recibir la dirección de Dios para manejar todos los asuntos de nuestra vida especialmente los del área financiera. Por eso es necesario revisar nuestro comportamiento a luz de lo que hemos aprendido, para ver si en realidad Dios ocupa el primer lugar en nuestras vidas. Ya que el conocer y seguir el plan de Dios provee paz y libertad, cualidades que sobresalen por sí mismas en la vida de las personas, pues se liberan de la tensión por cuentas vencidas y tienen una clara conciencia de que Dios está tomando el control de la situación.