El bueno, el malo y el feo Película ítalo-norfeamcricann. 19bf>. Director: Sergio Leone. Intérpretes; Cllm Eastwood, Cleef. I Mi Wallach. Lee Van Registro de la vióleosla La impresión visual inmediata de este film es la Impaciente violencia üe cada una de sus escenas. Los batazos, la ¿ungre y la muerte llenan la pantalla. Dc¿ik los títulos se anun- cia la matanza: sobre fondo rojo un cañón en primer plano reduce a fragmentos a aiatquicr figura que se le anteponga. Luego se comprueba que esto no es un simple recurso de presentación, sino que la propia razón de ser de la película. £1 argumento —tres pistoleros sucios, rudos y traicioneros en busca de una enorme cantidad de oro escondido por un desertor— es. una vez más. un pretexto para mostrar un catálogo de crueldades. Los abundantes toques de humor negro, hacen cómplice al espectador pasivo en las sangrientas alternativas, pero no bastan para dar al conjunto ct lono de comedia de aventuras, curso por el que a veces parecería correr la trama. Subsiste, pese a todo, la mala calidad humana de los personajes. Acuciados por la ambición y por el espíritu de venganza, su más caro anhelo es destruirse mutuamente. La falsa asociación entre el Feo y el Bueno, obedece a la necesidnd de lucrar el uno con el otro. No los une la amistad ni el riesgo de la aventura, como en otro tipo de cine viril, como el de Howard Hawks, por ejemplo. El Feo es buscado por la autoridad, el Bueno (no lo es ni por asoma) lo entrega y cobra la recompensa. Luego lo rescata de la horca y divide la suma con el condenado que estuvo a punto de ser colgado por El 383 cuello. La traición se cierne sobre este pacto continuo entre los dos desalmados, todo puede suceder. Y todo sucede: desde el suplicio Impuesto en el desierto calcinado hasta lus palabras soeces espetadas a torrentes. El tercer impticado —totalmente demás, pues la relación de conflicto estaba completa entre los primeros— es el Malo, ase^no profesional, quien mata sin discriminación si se le paga adecuadamente. Su "ética" muy especial sobre la malcría lo transforma en un ser peligroso hasta para quien le encarga la misión, a menudo llega a ser una aplicación práctica del "cría cuervos y te sacarán los ojos". Creación de un género No se piense por lo dicho que la cinta carece de méritos. Es muy extensa y tiene partes innecesarias —a pesar de que pura algunos la inclusión lie la Guerra de Secesión significa el caldo de cultivo que produjo lu ruindad y el odio—, pero el realizador Lcone es consciente del efecto que produce, pues presenta, desarrolla y conjuga admirablemente cada elemento de la narración. Ha declarado que este tipo de films lo impone la época. Tiempos de acción y violencia. El cine suave ya 384 no tiene justificación, tanto industrial como estética. Es un recurso desesperado para salvar la crisis del cine italiano y riel europeo en general. A esto se debe In proliferación del "bondintsmo". El pistolero, en resumen, reclama su lugar de preferencia como personaje cinematográfico. La cuestión se presentaba frente a la ubicación de este antl-héroe en un medio —social o histórico— en que sus actitudes de desalmado, sangriento y traicionero, no resultaran falsas y forzudas. ¿Qué mejor que el Oeste norteamericano? Pero estos films no son "westerns". El cine norteamericano por excelencia no claudicaría de su prestigio ganado justamente para apadrinar a un hijo bastardo que le nacfs GJi Italia. Son sólo películas de acción y crueldad ambieníadiis en un medio inhóspito. Aquí todos los valores pueden ser trastocados o reemplazados. Impera la ley del más fuerte, o la del más astuto. No existe el héroe idealista, el peregrino fordiano que vuelve a su hogar tras lu aventura. Tampoco existe la maestra ingenua o la esposa de delantal que lí> espera pacientemente guardando la hacienda. Aquí, si upurece una mujer, sólo puede ser una aventurera o una corista multicolor. Por lo mismo, lo trascendente en los wcslerns europeos es el encuentro entre hombres enfurecidos que pretenden establecer su propia Justicia, más (|uc importarles el enfrento- micnto con la naturaleza del West. Como estos bandoleros de rostros torvos, cuyos lablos sólo ensayan la mueca de una sonrisa al gatillar el Colt. no son pioneros, no tienen preocupación por influir sobre el medio, no desean establecer un status cultural. Se acomodan para subsistir 8 su modo en el fango. Desean sacar su ventaja en un mundo flue no les es necesariamente hostil, sino que, al contrario, les cntregti la materia prima —la vida humana sin valor— para su acción despiadada, Lu posición de Leone ante el material cinemaiogn'iliLo, resumida en las observaciones anteriores, no permite construir un cine de valores morales. Sin embargo las imágenes creadas por él tienen innegable fuerza. Su cine de vloIcnciu, tiene gran semejanza ¡il jupones de los samurais (su película Por un puñado de dólares es un plagio de Yujlmbo, de Akira Kurosawa, y le significó un molesto juicio!. y sus méritos hay que buscarlos en el hecho de haber buscado un estilo propio y, más que eso, que su inquietud lo haya llevado a la creación de un nuevo género cinematográfico: el westem a la italiana. Mariano Silva