La funcionalidad estratégica de la épica virgiliana1. Horacio Esteban Correa [email protected] La alta estrategia es un concepto que se corresponde a lo que Federico Frischknecht llamaba decisiones no estructuradas. La alta estrategia entendida como la conjunción de visión, valores y liderazgo, desarrolla en el plano simbólico la fuente de todos los planes operativos y las ejecuciones tácticas. Los fines que todo individuo, institución o agencia de comunidad pretenden alcanzar siempre corresponden al arquetipo cultural configurado históricamente. No hay ciencia que valga para elegir fines, la razón instrumental sólo nos sirve para administrar los medios. La raíz de la alta estrategia son los valores/valoraciones, que funcionan como guías de percepción para operar en la realidad caótica. Un valor ordena, conduce, genera estabilidad, potencia la fe y consolida principios, creencias, dogmas y apotegmas para un futuro posible a alcanzar. La energía que se necesita para estructurar un valor es mucho mayor que la que se necesita para perderlo o degradarlo: Roma, en su situación de guerras civiles ininterrumpidas luego de la destrucción de Cartago, comenzó a extraviarlos. El mismo Virgilio señala que “fácil es la bajada del Averno; de noche y de día está abierta la puerta del negro Dite, pero dar marcha atrás y escapar a las auras del cielo, esa es la empresa, esa la fatiga”.2Los valores marcan rumbos y sentido legitimando nuestra finitud existencial, y nuestra contingencia metafísica. Como señala Daniel Dei: “somos finitos con aspiraciones de infinitud” En tiempos de las guerras civiles y sociales romanas entre Mario y Sila, sobre la institución de la República romana, la dinámica del acontecer histórico había hecho un llamado de atención. Los plebeyos reclamaban para sí más derechos y tierras de las que la República Oligárquica les otorgaba. El partido aristocrático logró una sangrienta victoria de la mano de Sila; pero la inconformidad de muchos romanos y de otros que no lo eran, sería una prueba pendiente que la romanidad debería sortear en el futuro, si deseaba perdurar en el tiempo. Evidentemente, la República, como institución política y organizativa de un pueblo o de una comunidad de pueblos, que era ya hacia lo que estaba mutando Roma, no era funcional, no se adaptaba dinámicamente al medio, al contexto. La larga anarquía fue entendida por César como una crisis institucional. Ese “Status” tan caro al arquetipo romano, proveniente de la Ley de las Doce Tablas y que articulaba el interés social con el interés individual estaba resquebrajándose 1 El presente texto fue expuesto en el I Congreso Internacional de Estudios sobre la Épica, organizado por la Universidad Nacional de Cuyo, Mendoza, Agosto de 2011. 2 VIRGILIO (1994), Eneida, Madrid, Alianza, pag. 151. producto de la dualidad y el enfrentamiento. El contexto posterior a las grandes conquistas Mediterráneas, luego de la gran victoria contra su rival comercial Cartago, inauguró una época de embriaguez y desenfreno. La guerra se convirtió en un negocio que reportaba más esclavos y más “luxus”. El campesino-soldado, como arquetipo3, se esfumaba. Una nueva clase “patricioplebeya” enriquecida por las nuevas conquistas reemplazó al viejo patriciado. La polarización más exacerbada se daba entre este nuevo “orden ecuestre” y el “viejo orden senatorial”. El primero más afincado como burguesía financiera por sus actividades en la bolsa de valores creada en 180 A.C., el segundo asentado como “burguesía mercantil” y propietaria. A su vez, esta polarización se reproducía dentro del orden senatorial entre los “optimates” y los populares. Julio César toma la herencia política e histórica del partido democrático derrotado por Sila, con una visión enfocada apuntando a un destino especial. En sus incesantes viajes a Egipto, Galia o Hispania, César observa que el egipcio, el galo y el hispano, poco se sienten legitimados con las instituciones del senado romano, cuyos símbolos llevan las legiones en sus estandartes “Por el pueblo y el senado de Roma” (SPQR). Los pueblos acogen en parte los valores de la romanidad ya que el mestizaje del ius cives con el ius gentium tenían su origen en el fas. Pero más importante aún, el pueblo romano era un pueblo altamente sensible al poder que emana de la tierra y de los frutos que ésta brinda. Este sentido de arraigo es lo que hizo de ellos sentirse, a lo largo de toda su historia, orgullosos de ser campesinos. Estos elementos unidos a una ecuménica conciencia religiosa, e incluso a la capacidad de adopción de nuevos cultos y dioses (arquetipos), constituían un fuerte vínculo con los demás pueblos. No obstante, la comunicación estratégica en el campo simbólico estaba fallando. La República simbolizaba limitadamente a lo que hoy conocemos como Italia, y a duras penas. La fuerza de cohesión, brindada por elementos políticos y económicos no estaba completa, en una ciudad –estado que, rápidamente y por obra de la “casualidad”, casi como accidente histórico, se estaba transformando en un gran espacio imperial. César tiene la visión estratégica de que la República debe cambiar, debe mutar en otra institución, algo que no se agote solamente en lo itálico sino que integre aún más la alteridad del galo, el hispano, el egipcio o el griego. En este sentido la conquista de las Galias fue un hecho cargado de futuro, como así también la relación de César con Cleopatra. Su unión con Cleopatra, en un intento de unir la Weltanschauung oriental y occidental de aquél mundo antiguo, es 3 El retorno de este arquetipo era reclamado por los Gracos en forma de utopía absoluta, sin reparar en que la realidad de Roma había cambiado sustancialmente. Más tarde Augusto homologará dicho arquetipo en vez de la percepción racionalista y utópica de los Gracos, fundada en analogías. “El proyecto de los Gracos fracasó, porque en un período de imparable expansión territorial, contrastaba frontalmente con las exigencias objetivas de un ejército profesional: un ejército que preveía una larga permanencia en armas y por lo tanto la imposibilidad de ocuparse periódicamente y personalmente de las faenas de los campos, como ocurría en la Roma de los primeros siglos de la República cuando las campañas militares se desarrollaban preferentemente en primavera y verano.”FRASCHETTI, Augusto (1999), Augusto, Madrid. Alianza, página 53. escandalosa para las miras tácticas de muchos romanos. Pero más lo es la apropiación de la magistratura romana de la dictadura, desnaturalizándola; extendiendo su período normal de seis meses a un tiempo indefinido, y finalmente, haciéndola vitalicia. La acción de César, era, indudablemente, un intento por encontrar una adecuación a las nuevas necesidades de la realidad romana. Trata de adaptarse dinámicamente al medio, al contexto, al rumbo que toman las tendencias históricas (tomar las banderas políticas del partido democrático) para influir en el medio (erigirse en conductor para guiar a los romanos hacia el cambio). Esta percepción y sensibilidad es lo que básicamente define a un líder. A veces los errores de lectura se pagan trágicamente. Todo líder de connotaciones dionisíacas está muy cerca de ser profeta, y los profetas son lapidados. César es asesinado entonces en los Idus de marzo en el 44 A.C. Su sobrino político Octavio, toma su bandera. En una primera fase, Octavio se une a Marco Antonio, magíster equitum de César, y a Lépido, formando lo que se conoce como Segundo Triunvirato. Dicho poder se enfrenta a los asesinos de César; Casio y Bruto. Los protectores de la esfumosa República y ejecutores de la vida de César ya habían perdido la batalla en el nivel alto-estratégico4. El enfrentamiento entre esfuerzos operacionales en la batalla de Filipi seguiría el principio estratégico de que es mucho más importante ganar la voluntad del enemigo en el campo simbólico. Los magnicidas se habían ubicado fuera de la zona de credibilidad; se constituían en marginales a toda acción estratégica de peso para influir en el medio. Así “los últimos aristócratas republicanos junto con sus protectores, guiados por Bruto y Casio, bajaron al campo en persona, en el extremo intento por recuperar su mundo arcaico, que el arribo de gente nueva y de nuevas exigencias había llevado a la decrepitud. Intento desesperado y destinado a la derrota, que encontró su símbolo más apropiado en el suicidio de Bruto, el último de los republicanos”5. El Segundo Triunvirato se pone a las órdenes del senado, el cual, teniendo mucho desgaste político, quiere detener la anarquía y la guerra civil, que naturalmente se desató en un momento delicado de cambio que César estaba llevando a cabo. Una vez derrotados los enemigos de César, una nueva crisis se desata entre los miembros del Segundo Triunvirato. Desplazado Lépido rápidamente, Octavio se enfrenta a Marco Antonio. Octavio aplica la Aproximación Indirecta proponiéndose al Senado como guardián de los valores de Occidente y de la República, frente al orientalizante Marco Antonio unido ahora a Cleopatra. Acentuando tácticamente la polaridad, Marco Antonio es empujado afuera de los valores romanos perdiendo la otrora enorme legitimidad que tenía en el pueblo y , a pesar de controlar los envíos de trigo a Roma, Octavio tiene éxito. Cuando las fuerzas de Octavio y Marco Antonio se enfrentaron en 4 5 El concepto de Alta Estrategia lo entendemos como dinámica dialéctica de Valores, Visión y Liderazgo. ANTONELLI, Giuseppe (1996). Historia de Roma antigua,. Bogotá, Norma, página 134. Actium en 30 A.C. éste último tenía la mitad de la batalla perdida antes de iniciarla. De alguna forma, para el inconsciente colectivo romano, Octavio era el futuro, bajo la tutela de su dios protector Apolo, y Marco Antonio era el pasado: “por un lado el nuevo Dionisos y el cortejo de divinidades monstruosas adoradas a orillas del Nilo; por el otro, el apolíneo Octavio, el héroe luminoso garante de los destinos romanos. El combate que se aproxima será nuevamente, el de los Olímpicos contra los Gigantes, la lucha del orden contra la violencia y el exceso (...) No comenzaba una nueva guerra civil, sino, ostensiblemente, la cruzada de la libertad y la civilización contra la barbarie y la esclavitud”6. De alguna forma, Octavio había partido la herencia alto-estratégica de César, que combinaba lo occidental y lo oriental, y se había afincado en el cúmulo de valores y de representaciones simbólicas que eran más funcionales para el contexto. Lo que Antonio no visionó y Octavio sí; era que el error estratégico de César fue imponer desmesuradamente valores orientales a los valores romanos occidentales. A César le había faltado tacto, capacidad para dosificar y contener las crisis y los temores que siempre se dan en un proceso de gestión del cambio, dentro de la lógica del comportamiento humano7. Esta ventaja alto-estratégica de Octavio es lo que le da legitimidad y fundamenta su verdadera construcción de poder. No quiere decir ello que Octavio no tuviera entre sus planes la unificación del mundo antiguo al igual que César, pero ello era el objetivo estratégico. El político hábil no menciona el objetivo, ya que al decirlo y expandirlo en el “éter”, se torna cada vez más inalcanzable y se debilita la fuerza para llegar a él. Solo una vez que consolida su posición estratégica, se encarama hacia él, sin mencionarlo, apenas sugiriéndolo para las mentes más visionarias y los espíritus más perceptivos. Los romanos tenían muy en claro las consecuencias nefastas del “mal de ojo” (in-vidia), y el creyente Octavio no expondría sus proyectos a sus propios elementos tácticos. Por otra parte, Marco Antonio construyó su estrategia sobre la herencia partida de valores que habían causado las puñaladas en el antiguo dictador. Una puñalada por cada valor agregado, había recibido César; y Antonio, desgraciadamente para él, se hallaba en esa misma dirección. En Actium se definió el camino que tomaría Roma, siendo una aplastante victoria de Octavio, la cual se precipitó tras la huida de Cleopatra del escenario bélico. Como en muchos otros casos de la historia universal, la victoria en la guerra designa a un soberano en el poder, pero ello no basta para fundarlo; el poder siempre es conferido en nombre de algo más, algo de naturaleza superior a la fuerza material, algo que siempre es de orden espiritual y sagrado. Así Octavio restaura la República, pero paralelamente funda el Principado (Princeps), sin que muchos senadores 6 7 GRIMAL, Pierre (1987), El siglo de Augusto, Eudeba. Buenos Aires, Buenos Aires, página 39. Ver BELOHLAVEK, Peter (1994), Lógica del comportamiento humano, Gama, Buenos Aires. republicanos se percatasen de que este último acontecimiento significase un cambio histórico. El Principado Augustal es lo que hoy conocemos como Imperio. La Eneida en calidad de mito funcional, estaba basado en la leyenda y tradiciones de la llegada de troyano a las costas itálicas. De hecho Virgilio toma esta tradición de Timeo de Tauromenio, de Nevio y de Ennio, el poeta nacional anterior a Virgilio. El tema estaba ya en el inconsciente colectivo, solo había que hacer emerger el símbolo, y la energía brotaría nuevamente. Pero la institución de Octavio aparecía como tabú a la civilización romana; y al tabú se llega solamente con los mitos correctos y funcionales a la realidad que se pretenda alcanzar. Ese mito funcional será la Eneida. La República ya no será la misma, por la acción realizada por César, que será capitalizada políticamente por Octavio, quien toma elementos de ambos valores; central (República) y antitético (dictadura de César), de la antigua zona de credibilidad para dar origen a una nueva realidad. “(...) el sistema inaugurado en el año 27 A.C. se designa naturalmente bajo el nombre de res publica reddita, o res publica restituta, lo que significa que el poder había sido “devuelto” a sus legítimos poseedores, el Senado y el pueblo de Roma (...) los instrumentos de poder habían sido restituidos al cuerpo político, por lo menos en derecho; pero ocurría que esos instrumentos estaban confiados a un solo hombre, investido de una misión “excepcional” (...) (Octavio) Estaba investido de la más grande auctoritas: se le escuchaba no porque poseía la fuerza, sino porque tenía por sus acciones anteriores y su mismo éxito un valor preeminente. (...) Al ser princeps senatus, Augusto se hallaba investido de una autoridad moral, de naturaleza cuasi religiosa, análoga a la que, un siglo antes, poseyó Escipión Emiliano, por ejemplo. Y nadie sospechó jamás que Escipión Emiliano aspirara a la monarquía (...)”8. De hecho, en el nuevo imaginario romano, nadie asociaba al Princeps con la monarquía antigua itálica ni mucho menos con las monarquías orientales; una de las cuales el mismo Octavio acababa de derrotar. La mutación de una institución a otra, de la República al Princeps, será un proceso largo y delicado, que necesitará de una base legitimadora y de una comunicación estratégica. Para ello, Octavio, o en su defecto, su ministro de Paz, Mecenas, encarga al poeta Virgilio, una obra fundacional: “La Eneida”; que comunicará los valores funcionales a la cultura que se quiere acceder, a través de la carga mítica . Si Pierre Grimal nos explica que “La Eneida” significó un segundo nacimiento de Roma, es porque la comunicación estratégica que esta obra brindó se basó en la reactualización de las mores maiorum, es decir, los valores de los antepasados. Como todos sabemos el poema de Virgilio narra la huida del príncipe troyano Eneas de la arrasada ciudad, más sus periplos por el Mediterráneo hasta llegar a tierras itálicas, donde fundará la estirpe romana. Aquí, la Historia se entreteje con el Mito necesariamente. El objetivo que pretende 8 GRIMAL, Pierre (1987). Op.Cit. Páginas 45/46/47. alcanzar Octavio es la construcción “a priori” de una “metafísica” de la historia, de una narración que sustenta un proyecto ideológico. Se trocan los hechos reales con valores funcionales al futuro que se quiere alcanzar; incluso se cambia su secuencia, sustituyéndolos por el mito romano elaborado por Virgilio, que reemplazan los fragmentos de historia real. Las contradicciones entre el mito y la realidad histórica serán presentadas como anti-romanas, ya que amenazarían la construcción del Destino a realizar. Para autores como Carl Jung, Joseph Campbell y Peter Belohlavek los mitos son los caminos cortos que usan las culturas para resolver conflictos. Además “el mito tiene potencia acuciante y convocante. Porque convence e inculca. Porque impulsa y dirige ideas, propósitos, valores, saberes, medios y fines. Porque “carga” las acciones y reflexiones de un fervor vital. Porque aporta argumentos y certezas sólidas, verdaderas o erróneas. El mito es poder. Los pueblos desarrollan fuerzas aglutinantes y disonantes con amalgamas míticas”9. La raíz troyana engarzará en la nueva estirpe romana, vengando a la caída de Ilión de sus vencedores griegos y pronosticando, asintiendo la posibilidad de un imperio sin fin por encima de toda probabilidad: la “possibilitas” romana era la aptitud, potencia u ocasión para ser o existir de algo, mientras que la “probabilitas” era la verosimilitud o fundada apariencia de verdad. Virgilio así pronostica “bajo el rubio mando de una loba nodriza Rómulo se hará cargo del pueblo y alzará las murallas de Marte y por su nombre le dará el de los romanos y yo no pongo a éstos ni límite de tiempo: les he confiado un imperio sin fin (…) nacerá troyano César (…)”10. También vaticina el enfrentamiento con Cartago, la prueba más importante que desafió a Roma en toda su historia, en los arquetipos masculinos de Eneas y femenino de Dido. La fenicia aparece como el elemento femenino que desvía al varón de su misión transformadora e iniciática. El viaje de Eneas es hacia las Hespérides, tierra mítica de perfección: “Hay un lugar al que llaman los griegos con el nombre de Hesperia, una tierra antigua poderosa en armas y fértil de suelo, que habitaron los hombres de Enotria; hoy se dice que sus descendientes llaman Italia al pueblo por el nombre de su jefe. Ese era nuestro rumbo.”11La contraposición de arquetipos queda explicada en el origen de la concepción de la reina, antes de suicidarse y echar su maldición para la estirpe de Eneas: “Deja ya de encenderme a mi y a ti con tus quejas que no por mi voluntad voy a Italia (…) Ni una diosa fue el origen de tu raza ni desciendes de Dárdano, pérfido, que fue el Cáucaso erizado de duros peñascos quien te engendró y las tigresas de Hircania te ofrecieron sus ubres”.12Es así que Roma, pasa de la anomia a la vitalidad, de la depresión a la esperanza. En todo el mundo antiguo 9 LABOURDETTE, Sergio D. (1987). Mito y política, Buenos Aires, página 13. 10 VIRGILIO (1994), op., cit. , página 33/34. VIRGILIO (1994), op. , cit. , página 41. 12 VIRGILIO (1994), op. , cit. , página 109. 11 existía la sensación de que todo había sido ya ensayado, que las formas de gobierno terminaban en encontradas batallas políticas, sociales, nacionales. Roma había crecido demasiado pronto y no por la propia idea expansionista de los romanos, que en un principio no existía, sino más bien por la aplicación de las virtudes del campesino-soldado y de las mores maiorum, que ante la amenaza y el ataque, respondía con una disciplina que los llevaba siempre más allá, hacia nuevas realidades y desafíos políticos, militares, religiosos y culturales. Sólo después de la amenaza de Aníbal a la Civitas, el ejército romano adquirió un perfil más profesional. La obra de Virgilio permitió que la Traditio romana no se extinga dentro del ambiente moroso y esfumante de la disfuncional República. Augusto recupera del sedimento del inconsciente colectivo romano, el Santo Graal, el tesoro de la leyenda troyana engarzada en el origen romano. Roma se moría, pero la romanidad tuvo el resto histórico desde donde reiniciar su vitalidad: “cuando una tradición muere, es decir, cuando los individuos no saben por qué hacen las cosas y no hacen más que preservar sin renovar, la memoria se separa de la imaginación y el presente no es más que una copia repetitiva y estéril del pasado. Las novedades no pueden ser integradas, la sociedad se vuelve esclerótica y, replegada sobre sí misma, pierde toda capacidad de iniciativa en relación con su entorno. Se hace conservadora”13. La estabilidad y la certeza de que Roma continuaría por más de 1000 años se edificó sobre la comunicación de los valores de los ancestros, y el Princeps sería el nuevo vehículo. Octavio revitalizó el antiguo “Genius” romano, aquella fuerza misteriosa que otorgaba un plus a la comunidad, haciendo que el todo signifique más que la suma de sus partes. Sentido que convierte al Pater familias en símbolo de la unión misteriosa de toda la línea ancestral de generaciones y que coloca al simple mortal en una cadena de eternidad, entre la familia que le antecedió y pereció, y aquella que brota del manantial sanguíneo de cara al futuro. Fuerza que guía en el presente y en el futuro, Providencia que provee, protege y conduce. Los antiguos valores volvían a encarnar: fides, constantia, mores, libertas, auctoritas, humanitas, gravitas, pietas, disciplina, industria, frugalitas, etc. Esto significó una verdadera revolución cultural y un aguijón para dinamizar la voluntad de la sociedad, ya que se hizo de Roma un atractor irresistible, lo cual fue percibido más que nunca por otros pueblos que ahora se sumaban al Gran Espacio creado por la romanidad. Octavio Augusto comprendió el verdadero poder de la Traditio, la cual nunca es estática y conserva aquello que es funcional a la construcción de un futuro; dinámica y 13 SCHWARZ, Fernando (1998), Iniciación y pensamiento simbólico en el Egipto Faraónico, Buenos Aires, Biblos, página 92. en adaptación al contexto, consolidando su robustez. “Nova ex veteris”, lo nuevo nace de lo viejo, rezaba la paradoja latina: “Roma renacía, reafirmaba su poder, reencontraba su alma. De ese milagro Virgilio fue, más que su testigo, su artífice, con Octavio y los políticos, y se ve, todavía hoy, brotar de su poesía lo que en un principio fue una esperanza, y que después, luego de la victoria que había dejado a Octavio solo a la cabeza del Imperio, llegó a ser una certeza”14.Roma recuperó la “posibilidad de Ser” “sida ahí”. Retomó la elección perdida para “poder ser” y dinamizó la voluntad cargada de energía con el mito y la historia, expresadas en la obra virgiliana. Siempre existirá la posibilidad de un futuro mejor, para aquellos pueblos que posean un resto histórico y que saturen “Genius”. Sólo de esta experiencia vital los pueblos hacen brotar liderazgos que desprendan valores para aplicar funcionalmente en el medio y generan visiones que no quedan en el campo intelectual de la utopía. 14 GRIMAL, Pierre (1987). Virgilio o el segundo nacimiento de Roma, Buenos Aires, Eudeba, páginas 14/15.