Enero, Febrero, Marzo…Noviembre…Paso a paso, de tu mano, Virgen de Lourdes, hemos caminado en este año, con nuestras alegrías, tristezas, sueños y esperanzas y así despedimos hoy, el Tiempo Ordinario en el año Litúrgico, ya que en la próxima misa, en Diciembre, habremos entrado en ese momento de espera al Señor, el Adviento El año Litúrgico es la celebración del misterio de Cristo en el tiempo, vivir cada día lo que el vivió, lo que el sintió, penetrar en los Evangelios de la mano de los cantos, que nos sumergen en la historia y nos hacen formar parte de esta realidad viva, en la historia de Jesús, en nuestra propia historia. El Tiempo Ordinario está formado por 33-34 semanas que se sitúan después de la fiesta del bautismo de Jesús y las otras después del domingo de Pentecostés. Este tiempo, no tiene por objeto la celebración particular de un misterio preciso de Cristo. Los Evangelios están previstos de la siguiente manera: Marcos (1-9), Mateo (10-22) y Lucas para las últimas semanas (23-24) El año litúrgico empieza el primer domingo de Adviento y termina el sábado posterior al último domingo del tiempo ordinario o solemnidad de Cristo Rey Como venimos comentando habitualmente, lo importante, es que los cantos acompañen a los tiempos Litúrgicos, que sean apropiados en cuánto a las letras. Que nos evoquen el momento que estamos viviendo, para que sean parte de la celebración. Por ello, hoy, iniciamos la Misa, con una clara invitación a participar en el misterio de Cristo: “Vayamos jubilosos al altar de Dios”. Un precioso canto de un gran compositor litúrgico, Goicoechea Arrondo, el cual lo recoge en su Misa Comunitaria. Una preciosa letra, perfectamente armonizada por el maestro y que pese a los años que han pasado, a todo el mundo le maravilla cuando la vuelve a escuchar, por ello, es bueno pensar que los cantos de calidad, no tienen fecha en el calendario, están o deberían de estar siempre vigentes, al igual que sucede en otros ámbitos, como en la música ligera o en la música clásica. Queremos cerrar este tiempo litúrgico con las palabras de Jesús (Juan 13,34) penetrando en nuestro interior con su amor infinito “Un mandamiento nuevo os doy: que os améis los unos a los otros como yo os he amado. En esto conocerán todos que sois mis discípulos.” Y por ello en la Comunión, hemos recuperado también, este canto de belleza sin igual, tantas veces musicalizado, “Un mandamiento nuevo”. Nosotros nos quedaremos con una de las versiones clásicas por excelencia, quizás la más conocida y la que mejor permite recrearse en lo importante, en el mensaje, para que lo pongamos en práctica en nuestra vida y nos ayude a entrar con un corazón grande y enamorado a la espera de Jesús, siempre de la mano de María. De una Virgen hermosa celos tiene el sol, porque vio en sus brazos otro sol mayor. «Hermosa María, dice el sol vencido, de vos ha nacido el sol que podía dar al mundo el día que ha deseado». Esto dijo humillado a María el sol, porque vio en sus brazos otro sol mayor. Lope de Vega