Resumen del prólogo de la CRP (2ª edición) de Kant. En el prólogo a la CRP, Kant hace un resumen de lo que se dice en la obra. La lógica, la matemática y la física han encontrado el camino seguro de la ciencia. La lógica lo tenía más fácil, pues sólo se ocupa de las leyes del pensamiento formal, es decir, de la misma razón haciendo abstracción de cualquier objeto. La matemática encontró su camino a partir de los griegos, quizás en Tales, como parece que dice Diógenes Laercio, y la física a partir del renacimiento, con Bacon, Galileo, Torricelli, etc. Las tres tienen de ciencias todo aquello que establecen de modo puramente a priori, y por tanto con universalidad y necesidad. La matemática consigue entrar en el camino de la ciencia, al igual que la física, cuando realizan su peculiar revolución copernicana, según la cual es el objeto el que debe adecuarse al sujeto y no al revés. El sujeto debe imponer sus reglas y no esperar que sea el objeto el que se las entregue. Así ocurre cuando en la física el científico obliga a la realidad a someterse a las condiciones de sus principios y experimentos. ¿Ha hecho lo mismo la metafísica? Pues parece más bien que no, que en ella aún no se ha iniciado el camino seguro de la ciencia. En ella aún parece que se considera el conocimiento como algo que debe surgir de la adecuación del sujeto al objeto. Pero así, sostiene Kant, es imposible obtener ningún conocimiento universal. Se trata por tanto de practicar el giro copernicano también en metafísica. Con este giro, la explicación del conocimiento, que es de lo que primero debe ocuparse la metafísica, se hace posible. Tanto en el plano de la sensibilidad como en el plano del entendimiento se requiere que el objeto se adecúe al objeto. Así, en el plano de la sensibilidad es necesario que la materia de la sensación se adecúe a las intuiciones puras (espacio y tiempo), y en el plano del entendimiento es necesario que los objetos se adecúen a los conceptos y principios puros para poder ser conocidos. Las ideas que produce naturalmente la razón como incondicionados no pueden ser conocidas pero sí pensadas sin contradicción. De modo que estas ideas no pueden ser fenómenos. Pero es necesario entender que desde el punto de vista de lo que la realidad es en sí misma, como cosa en sí, no podemos con la metafísica decir nada. Dado que de este modo la CRP no dice que esas ideas no existan como cosas en sí, sino sólo que se pueden pensar pero no conocer, deja abierta la puerta para que con el otro uso de la razón, el uso práctico, puedan ser consideradas como postulados de la moral acerca de los cuales cabe tener si no saber, sí fe. De este modo, por ejemplo, no podemos conocernos como voluntades libres, pues lo que es fenómeno está sometido a la necesidad de la causalidad, pero tenemos que suponernos como cosa en sí libres, pues si no la moralidad sería inexplicable. Es decir, a la vez que me conozco como determinado, me he de creer libre como cosa en sí. Lo mismo que hemos dicho para la libertad vale para Dios y para la inmortalidad del alma. La metafísica, en cuanto conocimiento teórico de Dios, el alma y el mundo, es imposible como ciencia, pero sí es viable, en cuanto ciencia, como crítica de los límites del conocimiento y como explicación de la posibilidad de éste. Además, en cuanto las ideas metafísicas, las ideas de la razón en la dialéctica trascendental, pueden pensarse con el uso teórico, no hay contradicción para con el hecho de que la moral las suponga como exigencias.