La farsa del traspaso de poderes

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En lucha
Junio 2004
9
por Joel Sans
La farsa del
traspaso de poderes
“El 30 de junio es el día elegido.
En este momento la transición de
poderes que se producirá en Irak
será un enorme paso en el
camino hacia un Irak plenamente
libre y democrático.”
Este es el tipo de mensaje que nos
repiten desde la administración Bush
y el Gobierno de Blair. Pero el 30 de
junio, más que traspasar ningún tipo
de soberanía al pueblo iraquí, se escenificará un cambio únicamente formal.
Bush y Blair están desesperados
buscando una salida a los dos frentes
en los que se encuentran atrapados:
a la pérdida de control sobre la ocupación y en la creciente oposición interna que sufren en sus países. El traspaso de poderes es un intento de superar esta situación.
Unos
manifestantes
iraquíes dicen a
las fuerzas de
ocupación:
“Salgan de
nuestro
país”. X
su cabeza la empuñe un soldado
con casco azul.
La experiencia del pasado nos ha
demostrado que las intenciones
humanitarias de Naciones Unidas
pueden resultar tan hipócritas como
las de Bush y compañía. Sus intervenciones han defendido los mismos intereses.
El argumento aparentemente más
sólido consiste en que esta intervención “multilateral” (ejercida desde “varios” países poderosos) es
necesaria para evitar tanto el caos
generado por la ocupación, como la
posible guerra civil.
Afirmar que los iraquíes necesitan ayuda exterior es menospreciarlos. La sociedad civil, que en Irak
está muy organizada, es la única que
puede reconstruir su devastado país
pacíficamente. Además, negar esto
es negar el derecho a la autodeterminación del pueblo iraquí.
Respecto a la posibilidad de una
guerra civil, cabe apuntar en primer
alo de las
Nunca admitirán, por ejemplo, que
la tortura es utilizada oficial y
sistemáticamente en Irak por sus
ejércitos, de forma brutal.
En Vietnam, los asesinatos de
civiles, las violaciones y las torturas
se producían indiscriminadamente
y se potenciaban desde los altos
mandos militares.
En Guantánamo, según una
información aparecida en El País,
el Pentágono ha legalizado 23
“formas menores” de tortura
(como obligar al preso a permanecer en posiciones incómodas o sin
dormir durante largos períodos de
tiempo, exponerlo a fuertes y
continuados sonidos…). En Irak es
lugar que una ocupación militar no
representa ninguna alternativa deseable. En segundo lugar, una retirada de tropas no implicaría, necesariamente, este tipo de conflicto. El
ejemplo de Faluya, ciudad controlada por la resistencia, es un ejemplo
de como chiíes y suníes son capaces de colaborar entre sí.
En definitiva, si realmente estamos con los oprimidos (en este caso
el pueblo iraquí) tenemos que exigir
la retirada inmediata de todas las
tropas, oponernos a la intervención
de la ONU y defender el derecho del
pueblo iraquí a construir su futuro.
El movimiento
contra la guerra
Si EEUU perdió la guerra de Vietnam
fue por la resistencia de los vietnamitas, por el colapso del ejército
norteamericano en territorio vietna-
lógico suponer que las torturas
conocidas sólo son la punta del
iceberg, una pequeña parte del
generalizado terrorismo de
Estado.
Por supuesto, oficialmente se
intenta culpar a los soldados
rasos, que ejecutaron las torturas
como a los únicos culpables.
Algo muy parecido se produjo
durante la guerra de Vietnam
para esconder una estrategia
oficial basada en el asesinato y el
terror.
Por otra parte, resulta llamativo
el hecho de que numerosos
intelectuales liberales se escandalicen ante la tortura, pero no
ante los bombardeos indiscriminados de ciudades enteras.
Parece que, para ellos, apretar
un botón no es tan inhumano
(aunque sea para destruir barriadas o pueblos enteros).
mita, y por la aparición de un movimiento de masas contra la guerra en
EEUU. Así que, cuando hablamos
de derrotar al imperialismo estadounidense, no lo decimos sólo en
términos militares, sino, sobre todo,
en términos políticos.
Los gobiernos saben cómo empiezan las guerras, pero nunca saben
cómo acabarán. En nuestro movimiento jugamos con ventajas respecto al movimiento contra la guerra
de Vietnam. Sobre todo por el tamaño de las movilizaciones, que han
sido muy superiores a las manifestaciones que tuvieron lugar entonces.
Pero quizá una carencia de nuestro movimiento es la idea que hay
respecto a la resistencia.
En las manifestaciones era normal oír eslóganes a favor de la victoria del Viet Cong.
Hoy en día, por desgracia, para
mucha gente que se movilizó no
todas las acciones son resistencia.
Muchos tienen reparos a la hora de
defender, abiertamente, el derecho
de los iraquíes a utilizar todos los
medios a su alcance para echar a las
tropas ocupantes.
Sin lugar a dudas, el movimiento
contra la guerra de Irak ha sido
mucho más amplio. Aunque el de la
guerra del Vietnam también fue internacional, el actual movimiento ha
tenido mucho más impacto político
en diversos países, como es el caso
del Estado español, donde el movimiento fue decisivo para echar a la
derecha del gobierno.
Y también jugamos con otra ventaja que no debemos olvidar: sabemos que el imperialismo ya ha sido
derrotado anteriormente.
Recomendamos, sobre Vietnam,
el libro La otra historia de la
guerra de Vietnam, de Jonathan
Neale (ed. El viejo topo).
Atrapados en Irak
En Irak la coalición se está hundiendo ante el auge de la resistencia.
La arrogante visión de Donald
Rumsfeld, Secretario de Defensa,
de que a finales del verano de 2003
un ejército de 30.000 soldados sería
suficiente para controlar Irak se ha
visto invalidada por la realidad. Los
135.000 soldados estadounidenses
que hay desplegados sobre el terreno son insuficientes.
La gran capacidad armamentística y tecnológica del ejército de
EEUU demuestra su debilidad ahora que el terreno de combate son las
calles de las poblaciones iraquíes.
Los nuevos centros de resistencia
se encuentran, justamente, en los
barrios más pobres.
De momento 800 militares de la
coalición ya han perdido la vida en
las acciones de la resistencia. Y se
calcula que sumando las deserciones (alrededor de 2.000), los soldados evacuados por problemas psicológicos y los heridos o mutilados,
el número de “bajas” asciende a
14.000 soldados.
Las dificultades en el mismo Irak
tienen sus repercusiones en otro
frente, en el interior de los países
ocupantes.
El escándalo de las torturas ha
abierto una brecha en la opacidad
informativa dentro de EEUU. La confrontación que supone, para muchos
norteamericanos, ver la cara real de la
ocupación está llevando a Bush a los
índices más bajos de popularidad a
sólo seis meses de las elecciones
presidenciales. Según una encuesta,
publicada el pasado 25 de mayo por el
Washington Post, el 58 % está descontento con el manejo de la situación. El movimiento pacifista en EEUU
está tomando cada vez más fuerza.
En Gran Bretaña Blair está pasando por una profunda crisis. Incluso
es posible que ceda a algún Ministro
su cargo antes de las elecciones,
ante la enorme presión popular, así
como dentro de su propio partido.
Los ocupantes tienen la necesidad urgente de de tomar aire en un
momento en el que la situación se
les está escapando de las manos. El
traspaso de poderes del 30 de junio
va en esta línea.
Hacer cambios para no
cambiar nada
A partir del 1 de julio, Irak va a tener un
Gobierno de transición al que, nos
dicen, se traspasará “la soberanía”.
La ONU dará legitimidad al cambio. Su
enviado especial en Irak, Ladjar Brahimi, juntamente con la administración
de EEUU, se encargan de decidir en
quién formará el próximo ejecutivo
iraquí. La ONU apoyará el traspaso
Paul Bremer y Lajdar Brahimi: ¿por
qué estos hombres mandan en Irak?
con una nueva resolución.
Esta implicación de la ONU no
nos debe hacer ver el traspaso como
un hecho positivo o un paso adelante. Las Naciones Unidas ya mostraron su complicidad con la ocupación
militar el pasado octubre, a través de
una resolución que autorizaba el uso
de una fuerza multinacional.
La ONU siempre ha representado los intereses de los países más
poderosos. Que Francia, Alemania
y Rusia den su respaldo a la nueva
resolución solamente significa que
EEUU y Gran Bretaña les han dado
un trozo del pastel suficiente.
Negroponte en Irak
El nuevo decorado persigue librarse
del término ocupación, pero ésta
continuará. El administrador de
EEUU en Irak, Paul Bremer, está rápidamente construyendo las instituciones que mantendrán el control de
EEUU. En esta línea se está preparando en Bagdad la embajada más
grande de EEUU que, con hasta 5.000
funcionarios, actuará como un verdadero Gobierno a la sombra. La
embajada será dirigida por John Negroponte, conocido por organizar
los escuadrones de la muerte en
América central durante los años 80.
En cuanto al nuevo Gobierno, 26 de
sus 30 ministerios iraquíes contarán
con asesores de la autoridad norteamericana, para evitar cualquier política agresiva hacía los ocupantes.
En el plano militar el nuevo ejecutivo no tendrá capacidad de decisión sobre las operaciones de las
fuerzas militares.
Y en política económica se mantendrá el Fondo de Desarrollo de
Irak. Este organismo mantiene el
control de las finanzas y el petróleo
bajo instituciones como el Banco
Mundial y el Fondo Monetario Internacional. De los 18.000 millones de
dólares que ha financiado el FDI la
mitad se han destinado a multinacionales de EEUU tales como Halliburton, que tiene fuertes vinculaciones
con el vicepresidente Richard Cheney y con la Casa Blanca. La privatización y expoliación del petróleo en
manos de estas empresas avanzará
independientemente de los iraquíes.
Los cambios que supone el traspaso de poderes del 30 de junio es
una muestra de la debilidad de EEUU,
que necesita legitimarse mediante
una mayor involucración internacional con la que también repartirse
los costes y bajas de la ocupación.
Debemos señalar la falacia de este
proceso. Los iraquíes tienen el derecho a una soberanía real y a luchar por
ella. Para el movimiento antiguerra el
hecho de solidarizarse con esta lucha
y pedir la retirada de todas las tropas
debe continuar con más fuerza, aún
después del 30 de junio.
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