el camino hacia la recuperación en la enfermedad mental antonio

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EL CAMINO HACIA LA RECUPERACIÓN
EN LA ENFERMEDAD MENTAL
ANTONIO RAMOS BERNAL
El camino hacia la recuperación en la enfermedad mental
© Antonio Ramos Bernal
ISBN: 978-84-8454-969-7
Depósito legal: A-99-2010
Edita: Editorial Club Universitario Telf.: 96 567 61 33
C/ Cottolengo, 25 – San Vicente (Alicante)
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Printed in Spain
Imprime: Imprenta Gamma Telf.: 965 67 19 87
C/ Cottolengo, 25 – San Vicente (Alicante)
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[email protected]
Reservados todos los derechos. Ni la totalidad ni parte de
este libro puede reproducirse o transmitirse por ningún
procedimiento electrónico o mecánico, incluyendo fotocopia,
grabación magnética o cualquier almacenamiento de
información o sistema de reproducción, sin permiso previo y
por escrito de los titulares del Copyright.
Dedicado a
Judith, María, Eli, Ana y Belén;
por la suerte que tuve el mismo día en que entrasteis
en mi vida.
PRÓLOGO
Convencido de que podía encontrar un camino para la
recuperación de la enfermedad mental, Antonio decidió
contar su historia y la de varios de sus compañeros
a raíz de sus vivencias. Era una persona que tuvo una
experiencia grave con la enfermedad mental, en concreto,
fue diagnosticado con esa enfermedad conocida como
esquizofrenia.
Por suerte, Antonio pudo recuperar el timón de su
vida. El paso de los años, junto con otros factores como
un seguimiento estricto del tratamiento, le permitieron
pertenecer a ese grupo de personas que vencen de forma
definitiva la enfermedad.
Sin embargo, Antonio creyó que su lucha contra la
enfermedad no terminaba en la propia recuperación a
la que había llegado. Pensó en buscar alguna forma de
investigar esa recuperación y creyó descubrir que solo
podía hablarse de superación cuando uno conseguía
invertir la enfermedad. Convertir algo tan malo, como
era la enfermedad mental, en algo bueno. Al principio no
sabía bien cómo, pero el tiempo y la reflexión le llevaron a
concluir que debía convertir la enfermedad mental en una
causa social por la que luchar.
Convencido de poder demostrar esa verdad a las
personas responsables de su tratamiento, sugirió que tal
vez sería muy positivo para la búsqueda de la recuperación,
el contar con guías que pudieran orientar a todas esas
personas que de una manera u otra acababan conociendo
la enfermedad mental. Sintió que podía enseñar a esas
personas unas cuantas verdades y secretos que podrían
ayudar a su recuperación.
En ningún momento intentó convertirse en un
profesional en el tratamiento de la enfermedad mental.
Como él mismo decía, no le hacía falta graduarse en la
enfermedad mental porque él había tenido a la mejor
maestra que uno puede tener: la experiencia.
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Antonio Ramos Bernal
Con el paso de los años, Antonio pensó que ya iba
siendo hora de coger todas esas experiencias y narrarlas.
Intuyó que contar las historias que surgirían de su trabajo
como guía, sería otra manera más de darle la vuelta a
la enfermedad… Para ello, contó con la ayuda de esas
personas que a la vez recibirían su ayuda…
Al pasar los días, Antonio se presentó en mi escritorio
con unas cuantas hojas escritas y me dijo: “creo que esto
que te voy a mostrar es muy interesante…”.
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INTRODUCCIÓN
“Comienzo este breve estudio sobre la recuperación con
la confianza de poder encontrar las claves de este largo
proceso que tanto me ha caracterizado”.
En el largo proceso de recuperación que he vivido
nunca jamás pensé que terminaría de esta forma tan
positiva. Pensaba simplemente que la enfermedad mental
era algo terrible. En parte lo es. Pero yo había conseguido
levantar la cabeza. Había conseguido hacer tan pequeña la
enfermedad que apenas reconocía esa victoria…
Todo comenzó aquel martes de enero, en la consulta
de mi psiquiatra. Ella se empeñaba en hablar de una
recuperación que yo no alcanzaba a ver. Insistía en que
me veía bien. Sin embargo, yo todavía estaba peleando con
un pensamiento de incapacidad. Ni siquiera gritándome
me hubiera convencido de que la enfermedad ya apenas
existía en mí…
—No tienes síntomas positivos —decía—. Y yo diría que
apenas tienes negativos.
—Será por la medicación —respondí.
—Hay un medicamento nuevo, se utiliza para los
síntomas negativos…
—No, no. Yo no quiero probar medicamentos nuevos
—dije de forma rotunda.
—En el largo tiempo que llevo contigo, te he visto
evolucionar de forma favorable… Sé lo que me digo
—insistió.
—Sigo sin poder estudiar, y nadie parece querer darme
trabajo —concluí.
—Sí. Tal vez tu situación social no sea perfecta.
Pero a nivel cognitivo yo te veo muy bien. De hecho, me
sorprende…
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Antonio Ramos Bernal
Mi doctora me veía en buenas condiciones. Era
indudable. Pero no se trataba de que ella me viera de esa
forma. Era yo el que tenía que hacerlo. Pero para eso
necesitaba tiempo…
Al cabo de unas semanas, cansado de que todos
hablaran de lo bien que estaba, comprendí que podía llegar
a ser verdad. Tanta gente diferente… No podían estar todos
equivocados… Sin embargo, todavía seguía sin creer en mí
mismo…
No sé de qué manera, pero un día, tal como otro
cualquiera, sin previo aviso, me dije: “Es cierto… Intento
buscar la enfermedad en mí… ¡Pero no la encuentro!
¿Dónde están todos esos síntomas que me llevaron a
esta enfermedad?”. Detenidamente, me puse a examinar
mi vida. Intenté encontrar la enfermedad. Pero era muy
pequeña. Casi no existía…
Apenas podía explicar cómo llegué a esa conclusión…
Era tan difícil expresar la cadena de pensamientos que me
había llevado a despertarme de ese largo sueño… Enfadado
por haber descubierto esa verdad demasiado tarde, pensé:
“Esto no puede quedar así…”.
Siempre he sido un poco cabezón. Así que me empeñé
en buscar ese camino. Intentaría encontrar las razones
que me habían llevado a encontrar esa verdad. ¿No sería
provechoso que pudiera demostrar a otros ese camino que
tantas vueltas me había hecho dar? No se trataba de un
camino cualquiera… Era un laberinto… Y yo me proponía
estudiar la ruta de salida.
Convencido de poder hacerlo, me dije que debía analizar
cuidadosamente mis últimos años de vida, mis años de
convivencia con la enfermedad. Al principio me dolía
recordarla. Todo era negativo. Tan solo podía encontrar
hechos negativos. Eso no podía explicar mi bienestar
actual. Pensé que de alguna manera había conseguido
empezar a ver las cosas de otro modo. No era cuestión de
días, ni cuestión de unos pocos pensamientos. El camino
de salida del laberinto había sido cuestión de semanas, y
cuestión de muchos pensamientos…
El caso es que fui a hablar con Ana, la directora del
centro de rehabilitación. Le dije que estaba intentando
buscar una explicación para todo esto… Ella me comentó
que algunos estudiosos también andaban buscando lo
mismo, aunque nadie parecía encontrar las respuestas.
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El camino hacia la recuperación
Ella me habló de una palabra que me abrió las ideas.
Habló de recuperación y aunque yo sabía de qué hablaba,
nunca me había parado a pensar en esa palabra…
—Lo que tú intentas estudiar es el camino de la
recuperación. El problema es que nadie parece ponerse de
acuerdo con lo que es recuperación —dijo Ana.
—Eso es porque cada persona y cada enfermedad es
diferente —contesté.
—Entonces, ¿cómo vas a llevar a cabo el estudio?
—No lo sé. Creo que todas las personas deben seguir
el mismo camino. Es cierto que toda la enfermedad es
subjetiva. Eso no lo discuto. Pero confío en que debe existir
algo que nos conduzca a todos hacia la recuperación.
—Sí, pero te repito ¿qué es la recuperación? —insistió.
—He estado pensando sobre ello. Yo simplemente diría
que la recuperación se alcanza cuando uno vuelve a ser lo
que era antes de la enfermedad, ¿entiendes?
—Bueno… —Ana quedó pensativa unos segundos.
Parecía que no encontraba puntos de discusión sobre la
cuestión.
—Si la persona y la enfermedad son subjetivos, ¿por
qué no puede ser subjetiva la recuperación?
—Puede que tengas razón —añadió.
—De todas maneras tampoco quiero hacer una tesis
sobre esta palabra. Lo que quiero es escribir un poco sobre
cómo llegar a alcanzar esa recuperación.
—Eso que propones es muy serio. Y muy complejo.
Ahora, si llegas a dar alguna pista sobre ello, puede que
ayudes a mucha gente.
—Esa es mi intención —dije sonriendo. Y me marché de
su despacho convencido de que tenía un nuevo proyecto
entre manos…
A los pocos días pensé que debía de encontrar, de
alguna manera, los pensamientos que me habían llevado
a levantar la cabeza. Simplemente tenía que regresar al
pasado. Simplemente tenía que buscar en mi interior las
cosas malas que me habían pasado. Sólo viéndolas podría
llegar a entender cómo les había ganado la partida…
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RESPONSABILIDAD FRENTE A
LA ENFERMEDAD
Convencido de que podía encontrar una respuesta a
los problemas que nacen de la enfermedad mental, decidí
que debía recordarlos… Pero eso no era sencillo. Había
pasado mucho tiempo. Muchos años. Aunque para mi
sorpresa, los momentos más difíciles seguían ahí, en mi
memoria, almacenados como un viejo tesoro que espera
ser descubierto. No era extraño. Sé que las personas tienen
mucha capacidad para memorizar malos momentos en sus
vidas. Seguramente sería por algún extraño mecanismo de
adaptación del cerebro. ¿Acaso no era inteligente memorizar
esos momentos tan malos para intentar evitarlos en el
futuro?
Cuando comencé a anotar esos momentos tan malos,
aquellas vivencias tan difíciles, intenté buscar esa
respuesta que tan oculta parecía estar. Continuamente,
me preguntaba cuál era el verdadero secreto que tan
escondido parecía estar. De repente, un día leyendo un
texto sobre la enfermedad encontré una palabra que parecía
concordar con lo que buscaba. Se llamaba Adherencia al
tratamiento.
La adherencia al tratamiento consiste en la observación
cuidadosa de las indicaciones de los profesionales.
Tanto en el caso de la medicación como en otras partes
del tratamiento. Sin embargo, yo nunca había oído esa
palabra en mi fase de recuperación. ¿Cómo había aplicado
este principio a mi recuperación si ni siquiera había oído
hablar de él hasta el día de hoy? Intenté buscar en mi
memoria… Y tardé varios días… Pero al final, en contra de
las dificultades que había tenido para encontrar la palabra,
descubrí que yo había aplicado un sencillo principio lógico,
había desarrollado un fuerte concepto de responsabilidad
personal frente al tratamiento.
Pero no era cuestión de buscar una palabra que sustituyera a la anterior. Lo que me interesaba era descubrir
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Antonio Ramos Bernal
por qué yo había desarrollado ese fuerte concepto de
responsabilidad frente al tratamiento. Y lo más importante,
por qué esta gran verdad se hallaba oculta para otras
personas.
Tampoco es que me costase mucho encontrar una
explicación. Era bastante sencillo. Yo había afrontado la
enfermedad de dos maneras. En mi primer episodio no había
tenido prácticamente ayuda profesional. Había pasado
una dura depresión de un par de meses. No tenía energía
para nada. Simplemente me dedicaba a ver la televisión y
preguntarme por qué mi vida se había derrumbado. Tardé
cuatro meses en descubrir que debía seguir adelante.
En ese primer episodio, terminé por descubrir que ya no
tenía enfermedad y entonces fue cuando dejé de tomar la
medicación. “La medicación ya no sirve para una persona
que no tiene una enfermedad”, me dije, pero el tiempo me
demostró mi error cuando tuve una nueva recaída.
Descubrí que estaba muy equivocado. Aunque la
medicación no tiene efectos notables en cuanto a su
función, es imprescindible. Eso es lo que me demostré a
mí mismo cuando tuve el segundo episodio. El caso es que
el segundo episodio se produjo porque no había tomado
la medicación. Así que decidí dar una oportunidad a la
medicación. Y también a los profesionales del centro de
rehabilitación. Seis años después puedo decir que había
demostrado que con un sentido de la responsabilidad hacia
uno mismo, con muchas ganas y mucha fe, uno puede
salir del laberinto que supone la enfermedad.
En cualquier caso, la responsabilidad frente a la
enfermedad solo era una parte de la solución. Estaba
convencido de que debían existir más enseñanzas. ¡Pero era
tan difícil recordarlas! Ojalá hubiera anotado en aquellos
días la evolución de mis pensamientos y sentimientos.
Ahora me servirían para analizarlos…
Aprovechando la ventaja que me daba el recuerdo de
esas vivencias tan negativas, recordé que, sobre todo al
principio, tenía un fuerte rechazo a mí mismo. Pero no
sabía de dónde salía. Ni siquiera sabía de qué se alimentaba. Reflexionando comprendí que, como todo, debía
tener varias explicaciones. Era una mezcla de sentimientos.
Primero: me sentía una persona inferior, y eso era
muy grave. Segundo: pensaba que las personas con
enfermedad mental eran malas, y por ello, yo debía ser
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El camino hacia la recuperación
malo. Tercero: no veía ninguna señal de recuperación.
En definitiva, no veía ninguna salida en ese laberinto en el
que me hallaba perdido…
Esto me sirvió para entender el proceso de recuperación. Convine en llamar a los dos primeros como problemas de aceptación de uno mismo, mientras que para el
tercero encontré un nombre bastante grave: problema de
perspectiva futura. Lo cierto es que para todos conseguí
encontrar la salida. Y es lo que os voy a contar…
Cuando una persona se siente inferior siempre busca
señales exteriores que lo confirman. Y en el caso de la
enfermedad mental estas señales no están precisamente
escondidas. Además, está la eterna comparación con el
estado anterior de la persona. Está bien. Todo esto es así y
no hay mucho más que explicar. Lo difícil es encontrar la
salida a este problema. No se puede explicar con palabras
cómo uno debe empezar a quererse a sí mismo. Pero
una cosa está clara: lo primero que uno debe hacer es
dejar de odiarse a sí mismo. Se puede ejercitar frente
al espejo. Uno se pone delante y se mira. Reflexiona.
¿Qué soy? ¿me gusto? El espejo nunca miente porque no
podemos mentirnos mientras nos miramos a la cara. Al
menos no de forma voluntaria. Así es como yo empecé,
poco a poco, a quererme a mí mismo (¡otra vez!). Hasta que
no lo comprendí, hasta que no llegó ese día, yo nunca me
acepté, ni me quise, ni quise a nadie, ni quería querer a
nadie. Pero lo hice, así os pongo el ejemplo de algo con lo
que practicar: el amor hacia uno mismo.
El segundo problema de aceptación, se debía a lo que
yo creía que eran las personas con enfermedad mental.
Aunque he convenido en resumirlas en la palabra “malas”
creo que debo explicar el porqué. Los profesionales
hablan de una palabra: estigma. Se refiere a la creencia
generalizada en nuestra sociedad de que las personas
con enfermedad mental son criminales o seres inferiores
o personas que deben estar en una institución cerrada.
El problema es que ellos ni siquiera saben que conocen a
más de una persona con enfermedad mental sin saber que
tiene esa enfermedad. Pronto descubrí que esto último se
debía a que las personas con enfermedad mental también
son personas normales. Y me cuesta admitirlo, pero al
principio de mi enfermedad yo pensaba con fuerza que
no era normal. Cuando comprendí que la gente estaba
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Antonio Ramos Bernal
equivocada, que las verdaderas personas con enfermedad
mental eran igual de buenas que el resto fue cuando gané
otra pequeña batalla para quererme a mí mismo. Y no
había discusión posible. Yo conocía a muchas personas
con enfermedad mental, eran mis compañeros del centro
de rehabilitación. Y todos eran personas bondadosas,
admirables, luchadoras, con mucha personalidad, listas,
alegres, tristes, en fin, de todo un poco. Ni más ni menos
que el resto de personas.
El tercer problema al que tuve que enfrentarme fue tal
vez el más duradero en el tiempo. Tan largo como tiempo
necesité para escribir este texto. Sin embargo, como diría
un matemático, era un proceso decreciente. Así es. Pero
cuánto hubiera ganado si hace cinco años alguien hubiera
venido y me hubiera dicho: “Tranquilo, no es cosa de
magia, si sigues el tratamiento y te cuidas un poco,
tendrás un futuro prometedor, y volverás a ser el
mismo”. Pero nadie lo hizo. Nadie me dijo que siguiera el
tratamiento. Nadie me advirtió de la dificultad que suponía
confiar en la recuperación futura. Ni siquiera nadie me
pidió que me cuidara, que no fumara, que no bebiera, que
hiciera deporte… ¿O si me lo dijeron y no quise hacer caso?
No lo sé. Lo que sé es que lo hice. Me cuidé. Y mucho.
Y ahora me siento orgulloso. Pero en aquel entonces no
confiaba en mi recuperación, y eso lastraba todos mis
pensamientos. ¿Hubiera sido cuestión de que alguien me
hablase de una evolución positiva de la enfermedad con el
tiempo? Pienso con fuerza que sí…
Creo que en este momento no se me ocurren más
batallitas que tuve que librar buscando mi recuperación,
pero creo que con esto hay material más que de sobra
para trabajar… Conviene reflexionar para buscar en la
memoria… Para encontrar ese camino…
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Importante:
las cuestiones que se plantean en este texto
tan solo son una orientación para que el lector contraste sus
pensamientos con los del escritor.
Al final del libro se proponen
Sería
algunas soluciones que de ninguna manera son absolutas.
aconsejable que el lector expresase por escrito sus respuestas
para después comparar con las respuestas que figuran al final
de este texto.
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Antonio Ramos Bernal
Responsabilidad frente a la
enfermedad
Adherencia al tratamiento – Responsabilidad personal
frente al tratamiento
EXPLICACIÓN: La adherencia al tratamiento consiste
en una observación y seguimiento cuidadoso de las
pautas de tratamiento marcadas por los profesionales.
Antonio nos muestra cómo, tras la segunda recaída decide
ser más responsable con su salud. En ese caso, decide
no abandonar la medicación y asistir regularmente a las
clases en el centro de rehabilitación.
PREGUNTAS:
¿Consideras importante mantener un adecuado seguimiento de la medicación?
¿Crees que el trabajo de los profesionales se ve reflejado en una mejoría?
¿Piensas que siguiendo el tratamiento encontrarás un
camino de recuperación?
Si Antonio no hubiera abandonado la medicación en su
primer episodio, ¿crees que hubiese tenido una recaída?
Rechazo hacia uno mismo
EXPLICACIÓN: Como Antonio experimentó, cuando
una persona desarrolla una enfermedad mental a menudo
pierde el amor propio. Aceptar la etiqueta que supone ser
una persona con enfermedad mental supone interiorizar
muchos pensamientos negativos. Sin embargo, como
Antonio terminó demostrando, uno acaba por aceptar la
situación y empieza a eliminar esos pensamientos negativos
hacia sí mismo y hacia otras personas con enfermedad
mental.
PREGUNTAS:
¿Crees que tu autoestima actual es menor que la
autoestima antes de la enfermedad?
En ese caso, ¿consideras que debes aumentar esa
autoestima?
En general, ¿qué piensas sobre las personas con enfermedad mental?
¿Crees que son personas normales?
¿Has sentido rechazo hacia ti mismo por la enfermedad
mental?
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El camino hacia la recuperación
¿Crees que el rechazo de las personas de tu entorno
social influye en tu autoestima?
Realiza una lista de pensamientos negativos y positivos
sobre ti mismo.
Proceso de recuperación
EXPLICACIÓN: Se han realizado varios estudios que
han intentado estudiar los factores comunes en el proceso
de recuperación. La mayoría son externos: relaciones
sociales, tratamiento de los profesionales, trabajo... Pero
también existen algunos internos, como son el propio
comportamiento de la persona.
PREGUNTAS:
¿Puedes analizar brevemente cómo te afectan estos
factores en la actualidad? ¿Qué podrías hacer para
mejorarlos?
EXPLICACIÓN: Obviamente, los obstáculos a la
recuperación también se han estudiado. Los mayores
problemas se encuentran en errores en el tratamiento
profesional, en problemas con el trabajo o en problemas
en las relaciones sociales. También se ha encontrado
que el comportamiento de la persona puede ser un grave
obstáculo para la recuperación.
PREGUNTAS:
¿Puedes analizar brevemente cómo te afectan estos
factores en la actualidad?
¿Qué podrías hacer para mejorarlos?
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MI MEJOR MÉDICO SOY YO
“En ocasiones peco de arrogancia. No sé si la meta que
persigo es demasiado difícil para una persona, pero debo
hacerlo… En mi demostración del camino de recuperación
debo demostrar que una persona con enfermedad mental
también debe ser un medico de sí mismo”.
Existe un concepto en economía llamado descentralización. Creo que mi objetivo con este texto es conseguir
algo parecido. Creo que cuando yo avanzaba hacia mi
recuperación hacía de médico de mí mismo. Constantemente debía vencer pensamientos derrotistas, negativos
y perjudiciales. Debía pelear por levantarme. Debía buscar
ganas para practicar deporte. Debía apartar pensamientos
que iban contra mi recuperación.
Por eso decidí que debía ser como un médico. Debía
llevar a cabo una terapia continua. Debería explicar esto
con más profundidad, sin embargo, lo importante es que
la persona que busca la recuperación se centre en sus
habilidades y no en sus déficits. Esto es fundamental
para la recuperación.
Os pondré mi ejemplo, creo que es la manera más
precisa de explicarme. Cuando era usuario del centro
de rehabilitación, siempre encontraba oposición en los
profesionales. Supongo que era porque ellos querían
conseguir cosas de mí. Cosas que yo no quería hacer. Y
además, yo no hacía las cosas que quería hacer. Yo no
quería practicar deporte. Pero ellos sí. Así que hacía deporte.
Pero no era por mi voluntad sino por su obligación. Tardé
un tiempo en comprenderlo.
Un par de meses después tenía ganas de hacer deporte.
Pero no en el centro sino fuera. Así que decidí buscarme
un equipo de fútbol. Y lo conseguí. Había hecho de
médico de mí mismo. Los profesionales me demostraron
la importancia del deporte como actividad social. Y con su
esfuerzo y mi constancia conseguí practicar el deporte
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