Marzo 17 El ministerio del Espíritu de la verdad Tengo muchas cosas que deciros, pero ahora no las podéis sobrellevar. Pero cuando venga el Espíritu de verdad, él os guiará a toda la verdad. Juan 16.12–13 En el corazón del discurso en el aposento alto hay dos promesas relacionadas con el ministerio de enseñanza del Espíritu de la verdad. En primer lugar, el Espíritu de la verdad ‘os recordará todo lo que yo os he dicho’ (14.26). Aunque personas creyentes con escasa memoria han tratado de reclamar para sí esta promesa, en su origen estaba destinada a los apóstoles. Jesús había estado enseñándoles durante tres años; ahora le interesa que pueda preservarse ese rico patrimonio. Él se ha ocupado de enseñar; el Espíritu Santo se ocuparía de recordarles lo aprendido. Esa promesa se cumplió al escribirse los Evangelios. En segundo lugar, el Espíritu de verdad ‘os guiará para que podáis entender la verdad completa’ (16.13, blp) o ‘a toda la verdad’. Me pregunto si hay versículo bíblico que haya sido tan mal interpretado como este. El interrogante de fondo es la identidad de aquellos a quienes se dirige la promesa. Los católicos romanos lo aplican al papa y al colegio primado, considerados como los sucesores de los apóstoles. La Iglesia Ortodoxa lo aplica a la Iglesia y a su tradición, los teólogos liberales a la corriente de opinión académicamente formada, y los pentecostales a cada creyente lleno del Espíritu Santo. Los cristianos reformados y evangélicos insisten en que debe aplicarse a los apóstoles reunidos en torno a Jesús en el aposento alto. El enfoque es claro en sus palabras en Juan 16.12–13: ‘Aún tengo muchas cosas que deciros, pero ahora no las podéis sobrellevar. Pero cuando venga el Espíritu de verdad, él os guiará a toda la verdad’. En la primera oración, es indudable la referencia a los apóstoles allí presentes. La segunda oración está necesariamente relacionada con la anterior, no podría cambiar de destinatario. Es evidente que Jesús consideraba que su ministerio de enseñanza estaba aún incompleto. Había mucho más que quería enseñar a los apóstoles, pero eran incapaces al momento de recibirlo todo. El Espíritu Santo completaría la tarea que Jesús dejaba incompleta. Él guiaría a los apóstoles a toda la verdad que quería que conocieran, y la promesa se cumplió al escribirse el libro de Hechos, las ­cartas apostólicas, y el libro de Apocalipsis. Es decir que el ministerio del Espíritu Santo consistiría tanto en recordar como en complementar la enseñanza de Jesús, y ambas tareas se cumplieron al escribirse el Nuevo Testamento. Para continuar leyendo: Juan 15.26–27; 16.12–15 enero a abril | 83