Universidad de Chile Observatorio Astronómico Nacional Cerro Calán Bunsen y Kirchhoff. Profesor: José Maza Sancho 6 Diciembre 2013 Descubrimiento de la Radiación Infraroja: En 1800 William Herschel observaba el Sol y sus manchas utilizando filtros oscuros de diversos colores cuando notó que a través de alguno de ellos sentía una sensación de calor pero no veía luz. Para estudiar el fenómeno dispersó la luz del Sol en un prisma y y pudo un conjunto de termómetros para estudiar el aumento de temperatura en ellos al hacerles incidir la radiación solar. Para su sorpresa constató que más allá del espectro visible, más allá del rojo, donde no apreciaba luz solar el termómetro correspondiente aumentaba considerablemente su temperatura; había descubierto la radiación infrarroja. “El calor radiante debe consistir de luz invisible”, especuló Herschel en 1800. La radiación de longitudes mayores que 700 nm, que hoy llamamos infrarrojo, incide en los telescopios y a pesar que no puede ser detectada por el ojo humano sí puede ser captada por otros detectores y actualmente constituye un área de investigación muy activa. Los cuerpos celestes muy calientes, como el Sol a 6.000 K, emiten radiación principalmente en la zona visible del espectro. Sin embargo un cuerpo a temperaturas de 3.000 K o menos emite muy poca luz y el máximo de su emisión se encuentra en el infrarrojo. Por ello la astronomía infrarroja es la herramienta a utilizar en el estudio de objetos celestes más fríos que las estrellas (por ejemplo, planetas, nubes de polvo, etc.). El año de 1800 marca el inicio de la investigación en esa área del conocimiento Robert Wilhelm Bunsen (1811– 1899). La idea que el color de la llama podría revelar la naturaleza de la sustancia que arde en ella se remonta al siglo XVI y se encuentra mencionada en “De re metallica” de Georg Bauer -latinizado como Georgius Agricola- (1494–1555) pero solamente dos siglos más tarde, en 1752, se le ocurre a Thomas Melville (1726-1753) someter a la descomposición por un prisma las llamas coloreadas comprobando la diferencia de algunos espectros así obtenidos y descubriendo la línea amarilla en muchas llamas. Robert W. Bunsen (1811-1899) Un paso adelante es el dado por el geómetra Julius Plücker (1801-1868), que obtuvo los espectros de varios gases mediante descargas eléctricas en tubos de vacío reconociendo que el espectro es una característica fija del gas que lo engendra. Sin embargo Plücker se limitó a comprobar este promisorio resultado sin intentar desarrollarlo. Propuso que las líneas C y F de Fraunhofer se debían al Hidrógeno. También el coinventor de la fotografía William Fox Talbot (1800–1877) así como el astrónomo John Herschel, los físicos Wheatstone y Foucault y otros, se ocuparon en el estudio de los espectros de las llamas. Foucault reconoce en 1849 el fenómeno de la inversión de la línea D del Sodio que diez años más tarde será vital en el descubrimiento del análisis espectral. Por su parte David Brewster(1781-1868) descubre que ciertas líneas oscuras del espectro solar son engendradas por la absorción de los rayos por la atmósfera terrestre. Pero mientras todos estos inventores sólo logran hallazgos aislados e inconexos, en 1859 surge el capital descubrimiento de Kirchhoff y Bunsen. El químico Robert Wilhelm Bunsen (1811–1899) experimentador tan lleno de inventiva como incansable y el brillante teórico Gustav Kirchhoff (1824–1887), ambos profesores de la Universidad de Heidelberg, se complementaron en una gran colaboración. Las llamas coloreadas por ciertas sustancias atrajeron la atención de Bunsen que se esforzó en obtener de ellas un medio seguro para identificar los elementos químicos. Siguiendo el consejo de Kirchhoff observó esas llamas a través de prismas y los resultados lo condujeron muy pronto al reconocimiento que las líneas brillantes emitidas por vapores metálicos incandescentes son independientes de la temperatura así como de los elementos con los cuales esos metales están combinados ofreciendo características constantes y fijas de los elementos químicos aunque estén presentes en cantidades mínimas. Así basta con una cantidad tan pequeña como un diez millonésimo de miligramo para obtener la doble línea amarilla del Sodio que delata la presencia de dicho elemento cuando la química analítica no logra revelar ningún vestigio del elemento. El estudio de las líneas de colores emitidas por varios cuerpos ya sea en la llama [Bunsen inventó el mechero que lleva su nombre], el arco voltaico o en la chispa eléctrica convenció a Bunsen de la seguridad de su método, que fue confirmado, en 1860 y 1861, con el descubrimiento del Rubidio y el Cesio. Posteriormente, 1861 William Crookes (1832-1919) descubrió el Talio y en 1863 Ferdinand Reich (1799-1882) y Theodor Richter (1824-1898) descubrieron el Indio. El análisis espectral por emisión estaba fundado. Faltaba solamente quien articulara en un corpus coherente la gran cantidad de conocimiento empírico que se encontraba disperso; esta fue la tarea de Kirchhoff. Gustav Robert Kirchhoff (1824– 1887): Gustav Robert Kirchhoff nació en Königsberg, (la ciudad de Kant y Bessel) Alemania, en 1824. Estudió en Berlín y Marburgo; fue nombrado profesor de Física en la Universidad de Heidelberg. Kirchhoff y Bunsen Producir artificialmente en el laboratorio las líneas de Fraunhofer fue lo que dio la clave del problema. Kirchhoff realizó esta hazaña de una manera que, una vez conocida, parece muy simple. Encendió una intensa llama engendradora de las dos líneas amarillas del Sodio y en el trayecto colocó una lámpara de alcohol con una solución de sales de sodio. Instantáneamente las líneas amarillas y brillantes se convirtieron en las líneas oscuras D, idénticas a las del espectro solar. Si en lugar de sales de Sodio utilizaba cloruro de Litio, era la línea roja característica del Litio la que se tornaba oscura. Reconoció que las llamas coloreadas, fuentes de líneas brillantes si están colocadas entre una fuente luminosa bastante intensa y el prisma, absorben los rayos de la misma longitud de onda que emite introduciendo en el espectro rayas negras en su lugar. “Podemos admitir – escribe Kirchhoff en Octubre de 1859 en su breve comunicación a la Academia de Berlín – que las líneas brillantes del espectro de una llama, que coinciden con las líneas D se deben siempre al contenido de Sodio de las mismas. Las líneas oscuras D en el espectro solar permiten por lo tanto concluir que se encuentra Sodio en la atmósfera solar”. Como los gases de la envoltura del Sol son más fríos que el astro, un elemento dado en la atmósfera solar es incapaz de reemplazar con su propia radiación los rayos que ha absorbido. Así nacen las líneas oscuras en el espectro solar como lagunas que se traducen en la ausencia, en la luz, de rayos de elementos dados presentes en el Sol. El enigma de las líneas de Fraunhofer estaba resuelto y con ello abierta la posibilidad del análisis químico del Sol, tarea calificada dos décadas antes como absolutamente imposible por el filósofo Augusto Comte. En el mismo año de 1859 Kirchhoff envía una segunda comunicación a la Academia de Berlín, generalizando su ley. Introdujo una nueva noción: la de un cuerpo perfectamente negro, es decir un cuerpo susceptible de absorber totalmente los rayos de todas las longitudes de onda y no reflejar ninguno. Tal cuerpo fue sólo una exigencia teórica de Kirchhoff; sin embargo algo más tarde, en 1895, fue realizado técnicamente por Wilhelm Wien (1864–1928) y por Otto Lummer (1870–1925). Una vez definido el cuerpo negro Kirchhoff demostró la validez de la proporción e:a = E:A donde e y a son el poder de emisión y de absorción de un cuerpo cualquiera y E y A son esos poderes para un cuerpo negro, de ahí que el primer miembro de esa proporción es una constante bien determinada, de manera que en los “Poggendorfs Annalen” de 1860 Kirchhoff enuncia su ley: para las radiaciones de una misma longitud de onda a la misma temperatura, la razón entre el poder de emisión y el poder de absorción es siempre la misma. Las leyes de Kirchhoff de la espectroscopía pueden enunciarse de la siguiente manera: 1. 2. 3. Un sólido o un líquido [o un gas muy denso] incandescente produce siempre un espectro continuo. Un gas [enrarecido] incandescente produce un espectro de líneas brillantes de emisión, sin continuo. Un espectro continuo cuando pasa a través de un gas se transforma en un espectro con líneas oscuras. 4. Las posiciones de las líneas tanto de emisión como de absorción son características de la constitución química de la materia que las produce. Cada elemento y cada compuesto tiene sus líneas características. Los elementos absorben o emiten luz sólo de ciertas longitudes de onda. En consecuencia el estudio de un espectro permite la identificación de los elementos químicos que lo produjeron. Kirchhoff reunió los resultados de sus investigaciones emprendidas en colaboración con Bunsen sobre los espectros solares y terrestres, en un célebre ensayo “Untersuchungen über das Sonnenspektrum und die Spektren der Chemischen Elemente” de 1861 y del cual la Academia prusiana preparó una edición especial al año siguiente, en vista de los alcances excepcionales del mismo. El ensayo de Kirchhoff elimina definitivamente la antigua hipótesis de Alexander Wilson (1766-1813) y de William Herschel que concebían al Sol como una masa fría y oscura envuelta por gases incandescentes. Kirchhoff sustituyó esta hipótesis, incompatible con el concepto de equilibrio térmico, por la concepción del Sol como un globo de temperatura elevada cuyas capas externas de temperatura inferior son semi líquidas o gaseosas. En tales capas se encuentran, de acuerdo al análisis espectroscópico, Hierro, Calcio, Magnesio, Sodio y Cromo, en grandes cantidades. Por su parte, afirma Kirchhoff, las manchas solares, lejos de ser huecos o aberturas en la atmósfera del Sol, representarían productos locales de enfriamiento, escorias que flotan en la superficie de la fotóesfera solar. Sin duda esta hipótesis de Kirchhoff sobre la naturaleza de las manchas solares no pudo resistir mucho tiempo a la crítica, pero representa el primer intento de explicar los fenómenos solares en términos de la física y de la química terrestres, ofreciendo así un punto de partida para todas las teorías posteriores sobre el Sol. Con las investigaciones de Kirchhoff la interpretación de los espectros recibió una sólida base y pudo iniciarse el desciframiento de las señales espectrales, apoyado en parte por el conocimiento cada vez más profundo de los espectros de emisión de los cuerpos químicos y en parte por el poder creciente de los instrumentos. Kirchhoff midió varios miles de líneas del espectro de Fraunhofer en una escala arbitraria y las comparó con las líneas emitidas por muchas sustancias que entonces identificó en el Sol como el Hidrógeno, el Calcio, el Sodio, el Hierro, el Magnesio, etc. Gustav Robert Kirchhoff (1824-1887) El físico sueco de Uppsala, Anders Jonas Ångström (1814–1874) en 1868 reemplazó la escala arbitraria de Kirchhoff por una en que la unidad era el diez millonésimo de milímetro; esa unidad ha llegado a ser llamada Angstrom (1 Å = 10-10 metros). Anders Jonas Ångström (1814-1874) El espectroscopio de Kirchhoff y Bunsen se asoció pronto con la red de difracción, logrando el físico estadounidense Henry August Rowland (1848–1901), Henry August Rowland (1848-1901) gracias a los progresos de la máquina de dividir, crear en 1882 redes formadas por estrías de sorprendente finura, hasta de 1.100 líneas por milímetro. Rowland talla las redes en espejos cóncavos; en 1895 publica tablas que contienen las longitudes de onda de más de 20.000 líneas del espectro de Fraunhofer. El análisis espectral dio nacimiento a toda una nueva rama de la astronomía, cuyo extraordinario desarrollo en las últimas cuatro décadas del siglo XIX abrió las puertas a la astrofísica del siglo XX. El descubrimiento de Kirchhoff y Bunsen convirtió en realidad la posibilidad que el hombre penetrara en el conocimiento químico de cuerpos a distancias estelares. Esto no tan sólo le pareció increíble y utópico a Comte, sino a mucho otros testigos de la época. Kirchhof en una carta que dirige a su hermano Otto, en 1859 le cuenta: “Mi intento, el análisis químico del Sol, parece a muchos muy atrevido. No estoy enojado con un filósofo de la Universidad por haberme contado mientras paseábamos, que un loco pretende haber descubierto Sodio en el Sol. No pude resistir la tentación de revelarle que ese loco era yo”.