tratado de la botánica (تﺎﺒﻨﻟا ﻦﻣ ﱐﺎﺜﻟا ﻢﺴﻘﻟا) de al-Qazwīnī, el de

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con la traducción de iǧǧāṣ (nº 4) como “peral”, Pyrus communis L., en lugar de
“ciruelo”, Prunus domestica L. “ciruelas”, máxime cuando el peral viene
mencionado más adelante con el fitónimo kummaṯrà (nº 54). En el mismo saco
entra la traducción “platanero” dada a dulb en la pág. 32. Otras traducciones que
podrían haberse afinado más son la de “ascárides” por ḥabb al-qarˁ, en realidad
los ascárides son nematodos, las lombrices filiformes, mientras que los llamados
ḥabb al-qarˁ son los “cucurbitinos”, los anillos de platelmintos como Taenia
solium L. que se expulsan por el recto y que tienen la forma plana de las
semillas de la calabaza vinatera. También en los nombres de las enfermedades
hubiera sido más apropiado traducir ǧarab al-ˁayn por “tracoma” que no la
traducción servil “sarna de los ojos” (pág. 36), o zurq al-aṭfāl mejor “glaucoma
congénito” que “ceguera infantil”.
Pero todas estas apostillas pueden hacerse precisamente porque el libro
está muy bien hecho. Está todo el material perfectamente documentado, no falta
en ningún caso la identificación botánica exacta y el aparato crítico es
impresionante.
Significa este libro una valiosa aportación al conocimiento de las
contribuciones en lengua árabe a la historia de la ciencia, además de un ejemplo
de traducción adecuada de textos científicos.
Ahora quedamos todos esperando a que con el mismo rigor y el mismo
acierto las autoras tengan a bien acometer la empresa de traducir el segundo
tratado de la botánica (‫ )اﻟﻘﺴﻢ اﻟﺜﺎﱐ ﻣﻦ اﻟﻨﺒﺎت‬de al-Qazwīnī, el de las plantas no
arbóreas (‫)ﰲ اﻟﻨﺠﻮم‬.
Joaquín Bustamante Costa
Universidad de Cádiz
HERRERO MUÑOZ-COBO, Bárbara. Las lenguas orales. Claves glosodidácticas.
Bern: Peter Lang, 2011, 183 págs.
La profesora de la Universidad de Almería, Bárbara Herrero Muñoz-Cobo,
autora del primer libro de sociolingüística árabe escrito en español1, nos ofrece
en esta ocasión un nuevo trabajo, el cual constituye, sin ninguna duda, una
6
HERRERO MUÑOZ-COBO, Bárbara. 1996. El árabe marroquí: aproximación sociolingüística.
Almería, Universidad de Almería.
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contribución a la didáctica de la lengua árabe en general, y marroquí en
particular, en nuestro país. Su libro está dividido en cinco capítulos que se
completan con un apéndice y una bibliografía.
En el primer capítulo, la autora nos explica el porqué de la glosodidáctica
de la oralidad. Se esgrimen causas como la globalización o el reto de las nuevas
tecnologías, indicando que “son necesarias obras como ésta encaminadas a guiar
a los profesores en momentos de cambio en los que a veces, interpretamos como
amenazas lo que, en realidad, pueden ser ventajas para la enseñanza en general,
para la glosodidáctica o enseñanza de lenguas en particular” (p. 16). Esto, unido
a la presencia de ciudadanos inmigrantes, ofrece mucho más ventajas para el
aprendizaje de la lengua oral que antes, entre otras, el hecho de no tener que
desplazarse al país de donde es autóctona. Nuestra universidad tendría que
seguir avanzando para adaptarse a los nuevos tiempos, valorando aún más la
docencia, insistiendo en la formación pedagógica, la coordinación de los
profesores para que los contenidos no se repitan en los programas, etc. Los
nuevos estudios de grado inciden tanto en el trabajo en grupo como en la
autonomía del propio alumno que va perfilando su itinerario. Partiendo de estas
premisas, Herrero pretende centrarse “en la enseñanza de las lenguas orales
como lengua extranjera” (p. 28), exponiendo “el abanico de factores que
configuran una competencia lingüística integrada y de definir también algunas
de las pautas metodológicas, no sólo cognitivas sino también psico y sociopedagógicas, que nos ayudarán a conseguir que los alumnos la adquieran” (p.
29). Y además, puntualiza que este libro está orientado hacia todas las lenguas
orales de forma general, y al árabe marroquí en particular. Para su elaboración,
se ha servido –como dice ella– del “trabajo de campo” (p. 32) llevado a cabo en
clase, de sus conversaciones con colegas y de su experiencia como alumna de
lenguas orales como el bereber, el quechua, el wolof, el swahili y el árabe
marroquí. Nos parece interesante que se mencione que estas lenguas no tienen
literatura escrita, lo cual significa que sí la tienen oral: cuentos, proverbios,
leyendas, poesía… Pensamos que convendría haberse dicho que en el caso del
árabe marroquí, aunque al ser lengua oral y no poseer una grafía normalizada, sí
se cuenta con un repertorio de literatura escrita en época actual que, poco a poco
se va abriendo paso en la sociedad marroquí, tomándose conciencia de la
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importancia de la lengua materna en el sistema educativo en concreto2. El
estudio de la lengua oral, irá acompañado por otras disciplinas como la
psicolingüística, la dialectología, la sociolingüística, la pragmática, la
etnolingüística o la glosodidáctica (p. 36) y, además, de los aspectos socioculturales, que ayudarán al alumno a “evitar los malentendidos” (p. 35). Herrero
hace un repaso por los distintos métodos empleados (audiolingual, gramaticaltraducción, directo, comunicativo o relacional), advirtiendo acertadamente que
“los supuestos metodológicos pueden provenir de cualquier subdisciplina
siempre que se adecúen a los objetivos, al alumno y a las características de la
lengua que se va a enseñar” (p. 38).
El segundo de los capítulos está dedicado a reflexionar sobre las
características generales y las implicaciones didácticas de las lenguas orales. La
primera observación de la autora es qué variedad de la lengua oral habría que
tomar como base, para lo cual propone en primer lugar partir de “cómo se habla
en realidad” (p. 44) en “el grupo con el que se pretende que el alumno se
comunique” (p. 45). Los niveles de aprendizaje en los que la autora divide el
estudio de la lengua oral son: iniciación (nivel 1), intermedio (nivel 2) y nivel
superior (nivel 3), prefiriendo esta denominación a la empleada en el Marco
Común Europeo de Referencia, es decir, nivel básico (A1y A2), intermedio (B1
y B2) y avanzado (C1 y C2) (p. 46). Para la escritura, recomienda que se emplee
en un principio la transcripción, aunque sí reconoce que “para un alumno que
haya estudiado árabe clásico es más interesante que emplee la grafía árabe para
no despojar a la lengua de su soporte natural” (p. 52). Sobre la transcripción
puntualiza además que es conveniente “no perder de vista el carácter no ortográfico (sic) de la transcripción y mostrar flexibilidad e incluso, llegado el caso,
permitir que el alumno recurra a su propio sistema”. No podemos dejar de
observar en este asunto, que aunque estamos de acuerdo en lo expuesto por
Herrero, creemos que es de gran ayuda al alumno conocer las pocas reglas
2
A modo de ejemplo, citaremos estas dos novelas: Murād ʕAlamī. ar-Raḥīl. Demʕa
msāfṛaOut. ar-Ribāṭ, Dār Abī Raqrāq li-ṭ-Ṭabʕa wa-n-Našr, 2012; y ʕAzīz ar-Regrāgi.
Ḥayḥāt al-bāša. ar-Ribāṭ, Maṭbaʕa Rabāṭ Nēt Mārōc, 2007. También los relatos cortos de
Yūsef Amīn al-ʕAlamī, Taqarqīb an-nāb. Ṭanǧa, Xbāṛ Blādna, 2007; la poesía popular
(zéjel) de poetas como Mourad Kadiri o Ahmed Lemsyeh; y las traducciones de obras
literarias europeas que está llevando a cabo el profesor Abderrahim Youssi. Entre éstas,
destacamos la traducción de Elprincipito de Saint Exupéry. (‫اﻟﺼﻐﲑ‬
‫)اﻷﻣﲑ‬. Traducción de
ّ
Abderrahim Youssi. Éditions Aïni Bennaï, Casablanca, 2007).
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fonéticas de la lengua oral para saber cuál es la composición silábica, y por
consiguiente, la situación correcta de las vocales, lo cual le ayudará aún más en
la pronunciación. Entre las características de las lenguas orales, la autora
presenta tres tendencias que son importantes a tener en cuenta: la claridad, el
énfasis y la economía. Estos aspectos deben de tenerse en cuenta a la hora de
elaborar ejercicios, ofreciéndonos bastantes enunciados de éstos que podemos
emplear en el aula. A estas líneas, se añaden otras derivadas de ellas como la
dialógica, el lenguaje no verbal o el carácter redundante. Las competencias son
un factor relevante en el libro, las cuales reflejan, entre otros aspectos, que la
lengua oral “ha de adecuarse al contexto en detrimento, a veces, de la corrección
gramatical, de la riqueza léxica y mostrando mayor nivel de redundancia” (p.
77).
El capítulo tercero desarrolla los contenidos declarativos y sus estrategias
docentes. Los primeros están compuestos por “facetas distintas pero
complementarias”: lingüística, sociolingüística, pragmática y etnolingüística (p.
81). De especial interés en este capítulo para el docente es la presentación de
estrategias dirigidas al uso de la transcripción, la pronunciación, el léxico, los
contenidos sociolingüísticos, los pragmáticos y etnolingüísticos, todas ellas
acompañadas de propuestas de ejercicios.
El penúltimo capítulo aborda contenidos procedimentales y sus estrategias
docentes cognitivas y psicopedagógicas con la finalidad de “crear un ambiente
propicio para el aprendizaje dando muestras de flexibilidad, de control sobre la
marcha de la clase, sobre la materia impartida y sobre uno mismo” (p. 107).
Entre las estrategias que presenta, para el árabe marroquí, nos parece acertada la
que persigue que los alumnos conozcan su “situación diglósica”, viendo “el
contraste entre las dos variedades y extraigan las reglas de transformación”. De
esta forma se relacionan dos registros del árabe y se sitúa al alumno en el
contexto social árabe. Otras estrategias son la búsqueda de “asimetrías” entre la
lengua materna del alumno y la que aprende, la capacidad de deducción o la
creación de un ambiente bueno en clase para despejar “la ansiedad comunicativa
que es uno de los mayores escollos con los que nos encontramos a la hora de
enseñar estas lenguas” (p. 125). En lo que se refiere al profesor, nos parece
acertado la reflexión que hace Herrero sobre la buena pronunciación de la
lengua que enseña y que debe de tener confianza en sus propias destrezas,
demostrándolo ante los alumnos, lo cual les dará mayor confianza (p. 143). Y
todo ello, mediante la propuesta de interesantes y abundantes enunciados de
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posibles ejercicios que se pueden desarrollar en clase.
El último capítulo comprende unas consideraciones finales entre las que
están: la cualidades de un glosodidacta: “flexible y dinámico” (149), “dominar
el discurso oral en todas sus facetas” (p. 151), dominio de los recursos o la
integración de diferentes enfoques metodológicos, combinando distintas
actividades y soportes.
Por último, el apéndice recoge varios contenidos entre los que están: las
funciones comunicativas básicas, los marcadores del discurso, los culturemas, el
soporte icónico, una propuesta de programación, el protocolo docente y
referencias bibliográficas de la autora.
A modo de conclusión, diremos que esta obra viene a contribuir a la
didáctica de las lenguas orales en general y del árabe marroquí en particular y
supone una aportación importantísima a la didáctica de este registro del árabe en
nuestras universidades. Se une además a los esfuerzos que últimamente se están
haciendo en España para que la enseñanza de la lengua árabe en nuestros planes
de estudio incorpore las últimas propuestas a nivel mundial y nacional que se
están poniendo en práctica y que están dando muy buenos resultados3.
Francisco Moscoso García
Universidad Autónoma de Madrid
ZARROUK, Mourad. Los traductores de España en Marruecos [1859-1939].
En: Colección Alborán. Barcelona: Bellaterra, 2009, 269 págs.
Lo primero que salta a la vista en este libro es el intervalo de tiempo
elegido para hacer un recorrido por la labor de los traductores e intérpretes de
nuestro país en Marruecos. Creo que no podemos pasar por alto el significado
que tiene. Al contrario que España, Francia ya tenía tradición de tener
truchimanes, ya que había estado en Egipto y estaba presente en Argelia desde
hacía más de veinte años cuando los españoles se enfrentan en la conocida
“guerra de África” con Marruecos, la cual termina con la ocupación de Tetuán
3
Véanse las actas del primer congreso celebrado en Casa Árabe (sede de Madrid): Enseñanza
y aprendizaje de la lengua árabe. Arabele 2009. Victoria Aguilar, Luis Miguel Pérez
Cañada, Paula Santillán Grimm (eds.) Murcia, Universidad de Murcia, 2010.
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