Actualmente nos encontramos en una época de transición

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Fundación para la Asistencia Restablecimiento
Emocional y Reintegración Social
Actualmente nos encontramos en una época de transición, en un
mundo de cambios y de criterios unilaterales hacia las políticas
públicas donde nuestros sistemas de gobierno bajo la presión social
de diversos grupos, pegan de brincos del autoritarismo hacia la
permisibilidad exagerada con el peligro del libertinaje irresponsable, en
aras
del
cumplimiento
apegado
a
nuestro
derecho
positivo
principalmente lo consagrado en nuestra carta magna en garantías
individuales, en especial la de libre albedrio, es decir en el caso
particular que nos ocupa sobre el uso de la marihuana, que cada quien
puede hacer lo que dese sobre sí mismo sin importar las
consecuencias
en cuanto no dañe a nade más.
Lo que resulta
verdaderamente subjetivo ya que al hablar de Seguridad Ciudadana
entendida esta como la acción que desarrolla el Estado con una
estrecha colaboración de la ciudadanía y der organizaciones que
coadyuven al bien común, pero ésta acción deberá ser destinada a la
erradicación de la violencia, a la convivencia pacífica, la utilización
pacífica y ordenada de vías y de espacios públicos, etc., pero en lo
general a evitar la comisión de delitos y faltas contra las personas
físicas o morales y sus bienes
El entrar a establecer un concepto de Seguridad Ciudadana esta
concatenado a otros fines y por ende una alta carga ideológica y
política. Por tanto el concepto de Seguridad Ciudadana entendido
como bien jurídicamente protegido englobando los derechos de los
ciudadanos como una sociedad se encuentra amenazada por la
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existencia de tensiones y conflictos que generan conductas violentas
por causas como la crisis económica que afecta a la mayoría de
países en el mundo y la crisis de valores, por mencionar algunas, lo
que provoca como resultado pobreza, marginalidad, desempleo,
drogadicción, alcoholismo, corrupción, pérdida de identidad, confianza
en los demás. Etc.
Pero también debemos señalar que la vida en sociedad o de
manera colectiva de los seres humanos cualquiera que sea sus modos
de expresión, recreación, estilo de vida y todo aquello que pueda
deducirse del libre albedrio, necesita un orden.
El objetivo de este orden consiste en hacer posible que cada uno de
los integrantes de la comunidad pueda alcanzar la mayor realización
posible en su condición de persona, mediante la promoción de
un ambiente de vida caracterizado por la armonía, la paz y la vivencia
cotidiana de la seguridad, generando así un entorno saludable en
todos los sentidos abriéndose paso así a la expresión de toda la
potencialidad que contiene la libertad humana, en su creatividad
material o espiritual, lo que da origen a la felicidad.
Por lo tanto, es responsabilidad gubernamental y de las autoridades
en general, establecer estrategias y políticas públicas para la
prevención de la salud y calidad de vida de los gobernados. Es así que
por consecuencia la no legalización de drogas, como productos
nocivos para la salud, como lo es el caso de la marihuana con fines
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recreativos, resulta congruente con el estado de Derecho, que postula
el Derecho humano a la salud y a la prevención de la misma.
En el transcurso de este ejercicio de debate se han dado cifras,
estadísticas, datos técnicos, científicos y diversos estudios que ya han
sido multicitados por todos los expertos tan solo hago alusión a que la
evidencia científica ha demostrado fehacientemente que el consumo
de mariguana no es inocuo; causa serios daños a la salud humana
especialmente a los niños y jóvenes menores de 21 años, produce
daños psicológicos, neurológicos, fisiológicos en distintos sistemas y
aparatos del cuerpo humano, además de que altera los procesos de
aprendizaje, la productividad, genera ausentismo laboral y puede
desencadenar cuadros psicóticos. En niños y jóvenes disminuye el
coeficiente intelectual y problemas de atención, razón por la que se
considera como una droga ilícita en las leyes mexicanas, misma que
norman claramente las condiciones en las que puede permitirse su
utilización sin que haya lugar a la aplicación de sanciones, pudiendo
ampliarse
su
uso
con
investigación
avanzada
resultados
comprobables, pero el tema en debate es el uso lúdico que no
demuestra beneficio alguno, aun y que se renuncie a la parte
paternalista del estado de protección de la salud, porque cuando los
estragos del consumo de hagan evidentes, pasará de nueva cuenta al
paternalismo del Estado como problema de salud pública, como lo ha
sucedido con el tabaco y el alcohol, que al resarcir el daño provocado
resulta ser responsabilidad del sector salud solucionarlo con
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atenciones médicas, el suministro de los medicamentos y los insumos
necesarios para dichas atenciones, que además nos cuestan en el
gasto público derivado de nuestros impuestos, incluyendo los que
pagan los no consumidores.
Con lo anterior comprobamos que no tenemos un sistema jurídico
meramente prohibitivo, sino protector que debe de continuar; por
ejemplo, en el caso del alcoholímetro no es que de manera tajante se
prohíba el consumo de alcohol al conducir vehículos de motor y se
prive de su libertad como resultado sancionador, son que lo que en
realidad el sistema hace el proteger a los demás ciudadanos de la
puesta en peligro de su bienes que la norma tutela, integridad,
propiedad, la vida misma e incluso al mismo infractor y sus
acompañantes.
En este sentido se deberá fijar la atención en la protección de los más
vulnerables y su interés superior de los mismos, ya que permisibilidad
y el fácil acceso hace que cada vez a más tempranas edades se inicie
el consumo dando como promedio nacional los 10 años de edad
según cifras oficiales, pero en la realidad es otra, tan solo en
Aguascalientes el inicio de consumo está entre los 7 y 8 años de edad;
en los municipios conurbados de la capital se encuentran en los
primeros lugares a nivel nacional en proporción de población, en
consumo de menores de edad que van de los 6 años de edad, siendo
como consumida como la droga de mayor impacto la marihuana, pero
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además combinada con inhalables, alcohol y tabaco, por lo que no se
justifica la comparación de la mariguana con otras drogas.
Cada sustancia psicoactiva se debe analizar por separado, ya que
produce patologías diferentes, impactan el núcleo familiar y el tejido
social. La adicción al alcohol no es más o menos importantes que el
tabaco o la mariguana, cada una tiene efectos adversos y debe ser
atendida en sus particularidades, con objetividad, eficacia y sobre todo
claridad, sin utilizar los mecanismos de defesa que los seres humanos
utilizamos en nuestra mente para argumentar en nuestro favor y
defender la postura unilateral, mecanismos que no nos permite ver con
claridad que es lo que en realidad está pasando, generando
inconciencia y estado de confort para no tener que enfrentar las
situaciones que hacen lesionan o ponen en peligro los bienes
jurídicamente protegidos, dentro de estos mecanismos de defensa
generalmente
se
dan
la
justificación
exagerada
y
parcial,
racionalización influenciada, minimización y por supuesto la negación,
que es más notoria en algunos grupos minoritarios.
Por tanto en atención al principio de seguridad ciudadana en sentido
estricto reitero debemos de preocuparnos y ocuparnos particularmente
de niños y adolescentes, sobre todo por los daños que el consumo de
mariguana genera en sus organismos, y que en ocasiones pueden ser
irreversibles a nivel neurológico, psicológico y conductual.
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Pese que el consumo de la mariguana no se asocia significativamente
con muertes directas a esta droga constituye el segundo factor de
pérdida de años de vida saludables comparada con otras drogas,
impactando negativamente en el rendimiento y productividad, así
como en la calidad de vida.
Si con resolución de la Suprema Corte de Justicia de la Nación y el
precedente que ya ha dejado en nuestro país hiciera jurisprudencia,
habrá de ser analizados otros temas por dicha instancia y los
legisladores, tales como la obtención de las semillas, su traslado, la
vigilancia del número de plantas autorizadas para autoconsumo por
parte de los beneficiados, el no suministro del producto a los menores
de edad, etc., que no constituyen tan solo un ámbito penal, si no
también civil y mercantil por constituir en algunas de estas acciones
actos de comercio, que con la falta de infraestructura con la cuenta
nuestro país para dicha vigilancia nace el peligro inminente de poner
en riesgo total de la estabilidad de nuestra seguridad ciudadana a la
que tenemos derecho que se nos proporciones con la certeza jurídica
precisa para su salvaguarda, diluyendo esto el mito de que con la
legalización se reducirá la delincuencia organizada, como si a estos
delincuentes los frenara el sacar del mercado negro un solo producto
como la marihuana, cuando este va más allá del comercio de esta
droga, homicidios, secuestros, trata de blancas, tráfico de órganos,
robos de infantes, extorción, corrupción, etc., sin mencionar lo que
provocaría en los delitos del fuero común, robos domiciliarios, asaltos
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a transeúntes, cristalazos, lesiones dolosas, violencia intrafamiliar, que
nos guste o no también son consecuencias visibles del consumo de la
marihuana y otras drogas, tendientes al aumento con la accesibilidad a
personas no productivas o que no son económicamente activas, como
el grueso de nuestra población de 18 a 22 años, donde sería
interesante
saber
e
donde
se
proveerán
de
recursos
para
suministrarse la marihuana o los insumos para su auto cultivo, solo
con el objeto de divertirse o de su uso lúdico como se ha terminado.
En definitiva uno de los objetivos que persigue la seguridad ciudadana
es que las personas puedan desarrollarse y alcanzar la calidad de
vida que deseen en un marco de libertad, sin temores a contingencias
o peligros que afecten sus derechos y libertades.
Concluyendo con la invitación al análisis objetivo de que en México
deberá prevalecer un enfoque sobre la legalización de las drogas que
consista en los fundamentos del Estado de Derecho y la prevalencia
de los derechos de los derechos humanos a la vida, a la integridad, a
la autorrealización y la dignidad, los cuales conformaran la base el
derecho a la salud y entorno saludable de las personas, a la
prevención, atención y combate a las enfermedades y criminalidad,
situación que contraviene en definitiva con la legalización de la
marihuana y de cualquier droga como derecho limitado de las
personas sobre su cuerpo inclusive el de atentar contra su salud y el
de enfermarse por su voluntad.
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Quedando aún pendientes por resolver cuestiones que se hace la
ciudadanía en torno a su seguridad tales como ¿qué pasará si una
persona llega bajo los efectos de la mariguana a mi casa o
negocio? ¿cómo se controlará el nivel de concentración de THC en
las plantas cultivadas para autoconsumo? ¿cómo limitar el riesgo
de que los consumidores manejen vehículos automotores o
maquinaria pesada?, entre muchas tantas que se hacen y que
como representante ciudadano externo siendo la voz de muchos
ciudadanos que exigen garantía en su seguridad y la de sus
familias.
Y es por todo lo comentado con antelación exhorto a nuestras
autoridades a que se privilegie las medidas preventivas, de
tratamiento y reintegración social, con el
interés legítimo de
proteger la salud de nuestras mujeres y hombres en edad
productiva, así como el desarrollo óptimo de nuestra niñez y
adolescentes en un entorno saludable con la promoción de hábitos
saludables disminuyendo factores de riesgo y elevando elementos
de protección, a fin de favorecer su adecuada integración a una
sociedad cambiante y llena de aparentes contradicciones.
M.D JOSÉ DANIEL CHAVEZ ACOSTA
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