Lectio Divina viernes 22 de marzo V semana de Cuaresma- Ciclo –C - Lecturas: JEREMÍAS 20, 10-13; SALMO 17; JUAN10, 31-42 PALABRA QUE DA VIDA SI HACEMOS LAS OBRAS DEL PADRE… 1. Hagamos las LECTURAS Los judíos agarraron piedras para apedrear a Jesús. Él les replicó: - «Les he hecho ver muchas obras buenas por encargo de mi Padre: ¿por cuál de ellas me apedrean?» Los judíos le contestaron: - «No te apedreamos por una obra buena, sino por una blasfemia: porque tú, siendo un hombre, te haces Dios.» Jesús les replicó: - «¿No está escrito en su ley: "Yo les digo: Son dioses"? Si la Escritura llama dioses a aquellos a quienes vino la palabra de Dios (y no puede fallar la Escritura), a quien el Padre consagró y envió al mundo, ¿dicen ustedes que blasfema porque dice que es hijo de Dios? Si no hago las obras de mi Padre, no me crean, pero si las hago, aunque no me crean a mí, crean a las obras, para que comprendan y sepan que el Padre está en mí, y yo en el Padre.» Intentaron de nuevo detenerlo, pero se les escabulló de las manos. Se marchó de nuevo al otro lado del Jordán, al lugar donde antes había bautizado Juan, y se quedó allí. Muchos acudieron a él y decían: - «Juan no hizo ningún signo; pero todo lo que Juan dijo de éste era verdad.» Y muchos creyeron en él allí. 2. MEDITEMOS la lectura a. ¿Qué dice el texto? En muchos hombres y mujeres la religión se convierte en una realidad alienante, que se expresa en el mero cumplimiento de normas, disciplinas, ritos, tradiciones carentes de vida y sin fuerza transformadora en la propia vida, la vida de la familia o de la sociedad. A este tipo de creyentes se les hace imposible aceptar la invitación a un compromiso mayor. Jesús se da cuenta de que sus conciudadanos viven efectivamente una experiencia religiosa alienante. Viven la experiencia de fe como una realidad estática, individual, sin compromiso histórico. Jesús mueve el piso de la gente, pero la gente siente rabia contra él. Por eso no encuentran otra salida que apedrearlo y acabar con su vida. b. ¿Qué nos dice el texto a nosotros hoy? Está bien; el conflicto sigue, aún se ven las piedras que toman los judíos para lanzarlas a Jesús; se constata el peligro que corre la persona de Jesús. Pero vamos a presenciar la defensa que él mismo hace y el final, casi de película rosa: el protagonista gana esta vez: muchos creyeron en él. ¿Qué llegarán a ser los que escuchan la Palabra que Dios envía? Serán dioses. Pero, a veces, nos obstinamos en lo de abajo. Nos contentamos con comer, nosotros que estamos hechos para la altura y la belleza de Dios. Recordemos la parábola del aguilucho que se crió en el gallinero: no podía aceptar el sentir en sus alas el llamado de la altura y se resignaba a picotear el piso. Así somos en la mayoría de los casos. No nos creemos la posibilidad que se nos da, no arriesgamos, no asumimos la Palabra con lo que ella implica y nos quedamos en la crítica. Al final, de todas maneras, la Palabra tiene que huir al otro lado del Jordán, allá, donde Juan bautizaba, donde Jesús fue ungido por el Espíritu para anunciar Buenas Nuevas, donde se inicia la vida pública. La palabra se esconde porque no queremos aceptar la gran oportunidad. ¿Qué actitud tenemos nosotros hoy? ¿Seguimos encasillados? ¿Buscamos la Palabra? ¿Tenemos el espíritu y la gana y la garra de asumir eso de ser "dioses"? 3. CONTEMPLEMOS - Cultivemos la semilla de la Palabra en lo profundo del corazón Vivir en fidelidad a Dios es colocarse en contravía del mundo y, muchas veces, de la propia religión. La Cuaresma, al ser un tiempo de encuentro con Dios y de revisión profunda, nos exige nuevas actitudes en el creer, en el vivir y en el compromiso por la transformación del mundo y de la propia Iglesia. Es precisamente lo que nos está diciendo el Papa Francisco con palabras y gestos. No es para que digamos: qué lindo el Santo Padre, qué humilde… sino para que nos atrevamos a imitar sus gestos y hacer ya el cambio que Dios quiere. 4. OREMOS - ¿Qué nos hace decirle el texto a Dios? Señor, Dios nuestro: Tú eres un Dios leal, siempre fiel a tus promesas. Robustece nuestra fe, para que, con Jesús, sigamos siempre confiando en ti a pesar de los prejuicios, del ridículo y de la contradicción. Otórganos la firme convicción de que tú estás irrevocablemente comprometido con nosotros en Jesucristo, nuestro Señor. Amén. 5. ACTUEMOS – ¿Cómo puedo vivir este texto hoy? Motivación: ¿Cuántas piedras tiramos a quienes no piensan o no hablan como nosotros? Tendríamos, como Jesús nos dice, que “mirar las obras” y aprender a reconocer en ellas el único signo inequívoco del Reino: el amor. NUNCA NOS DEJAS HUÉRFANOS No nos dejas huérfanos, Señor, nunca nos dejas huérfanos. Cuando amamos y seguimos tus mandatos, tu Espíritu de amor nos hace compañía y es para nosotros fuerza y aliento, soplo gratuito de vida y tregua en el trabajo para continuar en amor y fidelidad. Cuando obramos mal, tu Espíritu de verdad remueve nuestras entrañas y es para nosotros luz en la oscuridad, agua viva para limpiarnos, bálsamo para las heridas y garantía de tu amor y fidelidad. No nos dejas huérfanos, Señor, nunca nos dejas huérfanos. Vivimos el presente con serenidad y miramos el futuro con esperanza, porque tú no te olvidas de nosotros aunque nosotros nos olvidemos de Ti. Tú estás en lo más hondo de nosotros mismos. Aunque pasemos dificultades, aunque fracasemos en nuestros intentos, aunque la desgracia nos visite, aunque nos rompamos a jirones, aunque la muerte nos recoja antes de tiempo, nos fiamos de Ti. Confiamos en tu promesa. No nos dejas huérfanos, Señor, nunca nos dejas huérfanos.