SEMIÓTICA Y CONOCIMIENTO Introducción a la epistemología en Locke y Leibniz capítulo intenta presentar las grandes tesis, de una manera sintética, de la confrontación que realiza Leibniz en lo que se refiere al tema del signo, tomado como una perspectiva semiológica iniciada por el autor inglés. 1. La idea De la misma manera que Locke ha dedicado todo el Segundo Libro de su tratado al tema de las ideas, Leibniz ha querido contraponer su propia concepción filosófica a lo largo de su Segundo Libro. Aunque los dos filósofos tratan el tema del innatismo en el Primer Libro, hemos querido incluir este en el apartado dedicado a las ideas por cuanto hace parte de dichas ideas, ya sean innatas, según Leibniz, o aprehendidas de la experiencia, según Locke. 1. 1 Innatismo Hemos dicho en el primer capítulo que una tesis fundamental de Locke es la que afirma que todos nuestros conocimientos tienen como origen la experiencia. Ya sea la experiencia exterior a través de los sentidos, ya sea la experiencia interior, llamada también reflexión. Esta tesis se opone a aquella otra que afirma que existen principios innatos en la mente. Locke refuta esta tesis por considerarla innecesaria, contradictoria y carente de fundamentos. Según Locke, todos los conocimientos son adquiridos y no hay espacio para pensar que existan principios innatos. A lo cual le responde Leibniz que cuando el alma viene al mundo porta consigo unos principios universales, como es por ejemplo, la idea de Dios156. Pensamos en primera instancia que no sea necesario hacer una aclaración sobre el término innato, pues es claro que los dos pensadores se refieren, el uno para negar, el otro para afirmar, a aquellas ideas que estarían inscritas en el alma de todo hombre y que independientemente de ser aprendidas podrían ser formuladas, además, con carácter universal. El primero y más importante argumento de Locke consiste en afirmar que aunque hubiera verdades universales que todo el mundo aceptara no podrían tenerse como innatas mientras hubiera la po156 Cf. G. W. Leibniz, o. c. pp. 63-72. 76